Bible Commentaries
2 Reyes 22

Comentario de ClarkeComentario Clarke

Versículo 1

CAP�TULO XXII

Jos�as sucede a su padre Am�n y reina treinta y un a�os .�1, 2

Repara las brechas del templo , 3-7.

Hilc�as�encuentra el libro de la ley en el templo , 8.

Lo lee el escriba Saf�n ante el rey y sus�sirvientes , 9, 10.

El rey, muy afectado, env�a a consultar a Hulda�la

profetisa , 11-13.

Ella pronuncia una aflictiva profec�a sobre los males que

ven�an sobre la tierra , 14-17.

Pero promete a Jos�as que estos males no vendr�n en su

tiempo , 18-20.

NOTAS SOBRE EL CAP. XXIII

Vers�culo 2 Reyes 22:1 . Jos�as ten�a ocho a�os.�Fue uno de los mejores, si no el mejor, de todos los reyes jud�os desde la �poca de David. Empez� bien, continu� bien y termin� bien.

Versículo 4

Vers�culo 2 Reyes 22:4 . Para que pueda sumar la plata.�Como Jos�as comenz� a buscar al Se�or tan pronto como comenz� a reinar, naturalmente podemos concluir que la adoraci�n de Dios que fue descuidada y suprimida por su padre, fue inmediatamente restaurada; y el pueblo comenz� sus acostumbradas ofrendas al templo. Por lo tanto, hab�an transcurrido diez a�os desde que comenzaron estas ofrendas; nadie, hasta el momento, los hab�a tomado en cuenta; ni se aplicaron al uso para el que fueron dados, a saber, la reparaci�n de las brechas del templo.

Versículo 8

Vers�culo 2 Reyes 22:8 . He encontrado el libro de la ley.��Era este el aut�grafo de Mois�s? Es muy probable que lo fuera, pues en el lugar paralelo; 2 Cr�nicas 34:14 , se dice que es el libro de la ley del Se�or escrito por Mois�s .�Se supone que es esa parte de Deuteronomio ( Deuteronomio 28 , Deuteronomio 29 , Deuteronomio 30 y Deuteronomio 31 ), que contiene la renovaci�n del pacto en las llanuras de Moab, y que contiene las invectivas m�s terribles contra los corruptores de la palabra de Dios�y adoraci�n.�Los rabinos dicen que Acaz, Manas�s y Am�n se esforzaron por destruir todas las copias de la ley, y esto solo se salv� por haber sido enterrado bajo un adoqu�n. Apenas es razonable suponer que esta fue la �nica copia de la ley que se encontr� en Judea; porque aunque concedamos que Acaz, Manas�s y Am�n se hubieran esforzado por destruir todos los libros de la ley, no habr�an podido lograr destruir todo.

Adem�s, Manas�s se esforz� despu�s de su conversi�n en restaurar cada parte del culto divino, y en esto no podr�a haber hecho nada sin el Pentateuco; y el reinado subsiguiente de Am�n fue demasiado corto para darle la oportunidad de deshacer todo lo que su padre penitente hab�a reformado. A��dase a todas estas consideraciones, que en tiempo de Josafat la ense�anza de la ley era universal en la tierra, pues �l puso en marcha un ministerio itinerante , a fin de instruir plenamente al pueblo: pues "enviaba a sus pr�ncipes a ense�ar en el ciudades de Jud�; y con ellos envi� levitas y sacerdotes; los cuales recorrieron todas las ciudades de Jud�, y ense�aban al pueblo, teniendo consigo el libro del Se�or; v�ase 2 Cr�nicas 17:7 .�Y si hay algo que falta para mostrar la improbabilidad de la cosa, debe ser esto, que las transacciones mencionadas aqu� tuvieron lugar en el a�o dieciocho del reinado de Jos�as, quien, desde el momento en que lleg� al trono, hab�a empleado mismo en la restauraci�n de la adoraci�n pura de Dios; y no es probable que durante estos dieciocho a�os no tuviera una copia del Pentateuco. El simple hecho parece ser este, que este era el original del pacto renovado por Mois�s con el pueblo en los llanos de Moab, y que �l orden� que se depositara junto al arca; ( Deuteronomio 31:26 ;) y ahora que se encuentra inesperadamente, su antig�edad , la ocasi�n de su fabricaci�n, las circunstancias actuales�del pueblo, el estado imperfecto en que se encontraba la reforma, despu�s de todo lo que se hab�a hecho, concurrir�a para producir el efecto aqu� mencionado en la mente del piadoso Jos�as.

Versículo 14

Vers�culo 2 Reyes 22:14 . Fue a la profetisa Hulda.�Esta es una circunstancia muy singular: en este tiempo Jerem�as ciertamente era un profeta en Israel, pero es probable que ahora habitara en Anatot y no pod�a ser consultado f�cilmente; Sofon�as tambi�n profetiz� bajo este reinado, pero probablemente a�n no hab�a comenzado; Hilcias�era sumo sacerdote , y los labios del sacerdote deb�an retener el conocimiento.

Safan era escriba , y debe haber estado versado en asuntos sagrados para haber sido apto para su oficio; y sin embargo , se consulta a Hulda , una profetisa, de quien no sabemos nada sino por esta circunstancia, sobre el significado del libro de la ley; porque el secreto del Se�or no estaba con Hilc�as el sumo sacerdote, ni con Saf�n el escriba, ni con ning�n otro de los siervos del rey , o ministros del templo!�Encontramos de esto, y tenemos muchos hechos en todas las �pocas para corroborarlo, que un pont�fice, un papa, un obispo o un sacerdote, puede, en algunos casos, no poseer el verdadero conocimiento de Dios; y que una mujer sencilla, que posee la vida de Dios en su alma, puede tener m�s conocimiento de los testimonios divinos que muchos de aquellos cuyo oficio es explicarlos y hacerlos cumplir.

Sobre este tema, el Dr. Priestley en su nota hace el siguiente comentario muy juicioso: -

�Agrad� a Dios distinguir varias mujeres con esp�ritu de profec�a, as� como otras grandes haza�as, para mostrar que a sus ojos, y especialmente en cosas de naturaleza espiritual , no hay preeminencia esencial en el sexo masculino, aunque en algunas cosas la mujer est� sujeta al var�n".

Versículo 17

Vers�culo 2 Reyes 22:17 . Mi ira se encender�.�El decreto ha salido; Jerusal�n ser� entregada en manos de sus enemigos; el pueblo se rebelar� m�s y m�s; para con ellos es in�til la longanimidad; la ira de Dios est� encendida y no se apagar� . Este fue un mensaje terrible.

Versículo 19

Vers�culo 2 Reyes 22:19 . Porque tu coraz�n fue tierno.�Porque temiste al Se�or, y temblaste a su palabra y lloraste delante de m�, te he o�do, hasta el punto de que estos males no vendr�n sobre la tierra en tu vida.

Versículo 20

Vers�culo 2 Reyes 22:20 . Ser�s recogido en tu tumba en paz.�Durante tu vida ninguna de estas calamidades caer� sobre el pueblo, y no se permitir� que ning�n adversario perturbe la paz de Judea, y morir�s en paz con Dios. Pero, �fue Jos�as llevado al sepulcro en paz ? �No se dice, 2 Reyes 23:29, que Fara�n Necao lo mat� en Meguido? Sobre esto podemos se�alar que los asirios y los jud�os estaban en paz; que Jos�as pudiera sentir que era su deber oponerse al rey egipcio que iba en contra de su amigo y aliado, y esforzarse por evitar que pasara por sus territorios; y que en sus esfuerzos por oponerse a �l fue herido de muerte en Meguido: pero ciertamente no fue asesinado all� ; porque sus siervos lo pusieron en su segundo carro y lo llevaron a Jerusal�n , donde muri� en paz.�V�ase 2 Cr�nicas 35:24.��De modo que, cualquiera que sea el lugar que ocupemos aqu�, encontraremos que las palabras de Hulda eran ciertas: muri� en paz, y fue reunido con sus padres en paz.

Por el relato del cap�tulo anterior, en el que se detalla este asunto, descubrimos que Jos�as no deber�a haberse inmiscuido en la disputa entre los reyes egipcio y asirio, ya que Dios le hab�a dado una comisi�n al primero contra el segundo; pero lo hizo por error, y sufri� por ello. Pero este desafortunado final de este hombre piadoso no menoscaba en absoluto el cr�dito de Huldah; muri� en paz en su propio reino. Muri� en paz con Dios, y no hubo ni guerra ni desolaci�n en su tierra: ni el rey de Egipto procedi� m�s all� contra los jud�os durante su vida, pues dijo: "�Qu� tengo yo que ver contigo, rey de Jud�? No vengo contra ti, sino contra la casa con la que tengo guerra; porque Dios me ha mandado que me apresure; no te metas, pues, con Dios, que est� conmigo, para que no te destruya. Sin embargo, Jos�as no quiso apartar su rostro de �l, y no escuch� las palabras de Necao, de boca de Dios. Y los arqueros dispararon contra el rey Jos�as; y el rey dijo: Llevadme, porque estoy gravemente herido. Y sus siervos lo sacaron de aquel carro, y lo pusieron en el segundo carro, y lo llevaron a Jerusal�n, y muri� y fue sepultado en el sepulcro de sus padres";� 2 Cr�nicas 35:21-14 .

Parece como si el rey egipcio hubiera llevado sus tropas por mar a Cesarea, y deseara cruzar el Jord�n por el extremo sur del mar de Tiber�ades, para poder llegar lo m�s r�pido posible a las dependencias asirias; y que tom� este camino, porque Dios , como dijo, le hab�a mandado que se diera prisa .

Información bibliográfica
Texto de la bibliografía=Clarke, Adam. "Comentario sobre 2 Kings 22". "El Comentario de Adam Clarke". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/acc/2-kings-22.html. 1832.