Bible Commentaries
1 Timoteo 2

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

1 Exhorto por lo tanto. Estos ejercicios de piedad nos mantienen e incluso nos fortalecen en la sincera adoraci�n y temor de Dios, y aprecian la buena conciencia de la que hab�a hablado. No hace uso inapropiado de la palabra, por lo tanto, para denotar una inferencia; porque esas exhortaciones dependen del mandamiento anterior.

Que, sobre todo, se hagan oraciones. Primero, habla de oraciones p�blicas, que ordena que se ofrezcan, no solo para los creyentes, sino para toda la humanidad. Algunos podr�an razonar as� consigo mismos: ��Por qu� deber�amos estar ansiosos por la salvaci�n de los incr�dulos, con quienes no tenemos conexi�n? �No es suficiente si nosotros, que somos hermanos, rezamos mutuamente por nuestros hermanos y recomendamos a Dios toda su Iglesia? porque no tenemos nada que ver con extra�os ". Con esta visi�n perversa, Pablo se encuentra y ordena a los efesios que incluyan en sus oraciones a todos los hombres y que no los limiten al cuerpo de la Iglesia.

�Cu�l es la diferencia entre tres de los cuatro tipos que enumera Pablo? Creo que no lo entiendo completamente. La opini�n dada por Agust�n, que tuerce las palabras de Pablo para denotar observancias ceremoniales habituales en ese momento, es bastante infantil. Aquellos que piensan que las "solicitudes" son una exposici�n m�s simple cuando pedimos ser liberados de lo que es malo; "Oraciones", cuando deseamos obtener algo rentable; y "s�plicas", cuando lamentamos ante Dios las heridas que hemos sufrido. Sin embargo, por mi parte, no hago la diferencia tan ingeniosamente; o, al menos, prefiero otra forma de distinguirlos.

????????? es la palabra griega para todo tipo de oraci�n; y ??????? denota aquellas formas de peticiones en las que se pregunta algo definitivo. De esta manera, las dos palabras concuerdan entre s�, ya que g�nero y especie . ?????????? es la palabra com�nmente utilizada por Pablo para significar esas oraciones que nos ofrecemos el uno al otro. La palabra que se usa en la traducci�n latina es � intercessiones ," intercesiones. Sin embargo, Plat�n, en su segundo di�logo, llamado Alcib�ades, lo usa en un sentido diferente, para gemir una petici�n definitiva ofrecida por una persona para s� mismo; y en la misma inscripci�n del libro, y en muchos pasajes, muestra claramente, como he dicho, que ???????? es un t�rmino general. (31)

Pero para no detenerse m�s de lo debido en un asunto que no es esencial, Paul, en mi opini�n, simplemente ordena que, cada vez que se ofrezcan oraciones p�blicas, se deben hacer peticiones y s�plicas para todos los hombres, incluso para aquellos que actualmente nada relacionado con nosotros. Y sin embargo, esta acumulaci�n de palabras no es superflua; pero Paul me parece a prop�sito unir tres t�rminos para el mismo prop�sito, a fin de recomendar con m�s calidez e instar a una oraci�n m�s fuerte, sincera y constante. Ahora sabemos que somos lentos en este deber religioso; y, por lo tanto, no debemos preguntarnos si, con el prop�sito de despertarnos, el Esp�ritu Santo, por boca de Pablo, emplea diversas emociones.

Y gracias. En cuanto a este t�rmino, no hay oscuridad; porque, como �l nos pide, hagamos s�plica a Dios por la salvaci�n de los incr�dulos, tambi�n para dar gracias por su prosperidad y �xito. Esa maravillosa bondad que �l muestra todos los d�as, cuando

"hace que su sol salga sobre lo bueno y lo malo" ( Mateo 5:45,)

es digno de ser alabado; y nuestro amor a nuestro pr�jimo tambi�n debe extenderse a aquellos que no lo merecen.

Versículo 2

2 Para los reyes �l menciona expresamente a reyes y otros magistrados porque, m�s que todos los dem�s, podr�an ser odiados por los cristianos. Todos los magistrados que exist�an en ese momento eran tantos enemigos jurados de Cristo; y por lo tanto se les puede ocurrir este pensamiento, que no deben rezar por aquellos que dedicaron todo su poder y toda su riqueza para luchar contra el reino de Cristo, cuya extensi�n es m�s que deseable. El ap�stol encuentra esta dificultad, y expresamente ordena a los cristianos que recen por ellos tambi�n. Y, de hecho, la depravaci�n de los hombres no es una raz�n por la cual la ordenanza de Dios no debe ser amada. En consecuencia, al ver que Dios nombr� magistrados y pr�ncipes para la preservaci�n de la humanidad, por mucho que no cumplan con el nombramiento divino, a�n as� no debemos dejar de amar lo que le pertenece a Dios y desear que pueda permanecer vigente. Esa es la raz�n por la cual los creyentes, en cualquier pa�s donde vivan, no solo deben obedecer las leyes y el gobierno de los magistrados, sino que tambi�n en sus oraciones suplican a Dios por su salvaci�n. Jerem�as dijo a los israelitas:

"Oren por la paz de Babilonia, porque en su paz tendr�n paz". (Jeremias 29:7.)

La doctrina universal es esta, que debemos desear la continuidad y la condici�n pac�fica de aquellos gobiernos que han sido designados por Dios.

Para que podamos llevar una vida pac�fica y tranquila Al exhibir la ventaja, �l ofrece un incentivo adicional, ya que enumera los frutos que nos entrega un gobierno bien regulado. El primero es una vida pac�fica; porque los magistrados est�n armados con la espada, para mantenernos en paz. Si no frenan la dureza de los hombres malvados, cada lugar estar�a lleno de robos y asesinatos. La verdadera forma de mantener la paz, por lo tanto, es cuando cada uno obtiene lo que es suyo, y la violencia de los m�s poderosos se mantiene bajo control.

Con toda piedad y decencia. El segundo fruto es la preservaci�n de la piedad, es decir, cuando los magistrados se entregan para promover la religi�n, mantener la adoraci�n a Dios y cuidar que las ordenanzas sagradas se observen con la debida reverencia. El tercer fruto es el cuidado de la decencia p�blica; porque tambi�n es asunto de los magistrados evitar que los hombres se abandonen a la brutal inmundicia o conducta flagrante, pero, por el contrario, promover la decencia y la moderaci�n. Si se quitan estas tres cosas, �cu�l ser� la condici�n de la vida humana? Si, por lo tanto, nos conmueve la solicitud sobre la paz de la sociedad, la piedad o la decencia, recordemos que tambi�n debemos ser sol�citos con aquellos a trav�s de cuya agencia obtenemos beneficios tan distinguidos.

Por lo tanto, concluimos que los fan�ticos, que desean que les quiten a los magistrados, son indigentes de toda la humanidad y no respiran nada m�s que cruel barbarie. �Cu�n diferente es decir que debemos rezar por los reyes para que prevalezca la justicia y la decencia, y decir que no solo el nombre del poder real, sino todo gobierno, se opone a la religi�n! Tenemos el Esp�ritu de Dios para el Autor del primer sentimiento, y por lo tanto el �ltimo debe ser del Diablo.

Si alguien pregunta, �debemos orar por reyes, de quienes no obtenemos ninguna de estas ventajas? Respondo, el objeto de nuestra oraci�n es que, guiados por el Esp�ritu de Dios, puedan comenzar a impartirnos los beneficios que antes nos privaban. Es nuestro deber, por lo tanto, no solo orar por aquellos que ya son dignos, sino que debemos orar a Dios para que pueda hacer buenos a los hombres malos. Siempre debemos sostener por este principio, que los magistrados fueron designados por Dios para la protecci�n de la religi�n, as� como de la paz y la decencia de la sociedad, exactamente de la misma manera que la tierra est� designada para producir alimentos. (32) En consecuencia, de la misma manera que, cuando oramos a Dios por nuestro pan de cada d�a, le pedimos que haga que la tierra sea f�rtil con su bendici�n; entonces, en aquellos beneficios de los que ya hemos hablado, debemos considerar los medios ordinarios que �l ha designado por su providencia para otorgarlos.

A esto debe agregarse que, si nos privamos de esos beneficios, la comunicaci�n que Pablo asigna a los magistrados, es por nuestra propia culpa. Es la ira de Dios lo que hace que los magistrados sean in�tiles para nosotros, de la misma manera que hace que la tierra sea est�ril; y, por lo tanto, debemos orar por la eliminaci�n de esos castigos que nos han sido causados ??por nuestros pecados.

Por otro lado, a los pr�ncipes y a todos los que ocupan el cargo de magistrados, aqu� se les recuerda su deber. No es suficiente si, al dar a cada uno lo que se debe, restringen todos los actos de violencia y mantienen la paz; pero tambi�n deben esforzarse por promover la religi�n y regular la moral mediante una sana disciplina. La exhortaci�n de David (Salmo 2:12) a "besar al Hijo", y la profec�a de Isa�as, de que estar�n amamantando - padres de la Iglesia, ( Isa�as 49:23,) son no sin significado; y, por lo tanto, no tienen derecho a halagarse, si descuidan prestar su ayuda para mantener la adoraci�n a Dios.

Versículo 3

3 Porque esto es bueno y aceptable ante Dios. Despu�s de haber ense�ado que lo que orden� es �til, ahora presenta un argumento m�s fuerte: que agrada a Dios; porque cuando sabemos cu�l es su voluntad, esto deber�a tener la fuerza de todas las razones posibles. Por bueno quiere decir lo que es correcto y l�cito; y, dado que la voluntad de Dios es la regla por la cual todos nuestros deberes deben ser regulados, �l prueba que es correcto porque agrada a Dios.

Este pasaje es muy digno de observaci�n; y, primero, extraemos de ella la doctrina general, que la verdadera regla para actuar bien y adecuadamente es mirar a la voluntad de Dios, y no emprender nada m�s que lo que �l aprueba. A continuaci�n, tambi�n se establece una regla para la oraci�n piadosa, que debemos seguir a Dios como nuestro l�der, y que toda nuestra oraci�n debe estar regulada por su voluntad y orden. Si se hubiera permitido la debida fuerza a este argumento, las oraciones de los papistas, en la actualidad, no habr�an abundado con tantas corrupciones. Porque, �c�mo probar�n que tienen la autoridad de Dios para recurrir a los muertos como sus intercesores, o para orar por los muertos? En resumen, en toda su forma de oraci�n, �qu� pueden se�alar que sea agradable a Dios?

Versículo 4

4 Qui�n desea que todos los hombres se salven. Aqu� sigue una confirmaci�n del segundo argumento; �Y qu� es m�s razonable que todas nuestras oraciones deben estar en conformidad con este decreto de Dios?

Y puede llegar al reconocimiento de la verdad. Por �ltimo, demuestra que Dios tiene en el fondo la salvaci�n de todos, porque invita a todos a reconocer su verdad. Esto pertenece a ese tipo de argumento en el que la causa se prueba a partir del efecto; por si

"El evangelio es el poder de Dios para la salvaci�n de todo aquel que cree" ( Romanos 1:16,)

Es cierto que todos aquellos a quienes se dirige el Evangelio est�n invitados a la esperanza de la vida eterna. En resumen, como el llamamiento es una prueba de la elecci�n secreta, tambi�n aquellos a quienes Dios hace part�cipes de su evangelio son admitidos por �l para poseer la salvaci�n; porque el evangelio nos revela la justicia de Dios, que es una entrada segura a la vida.

Por lo tanto, vemos que la locura infantil de quienes representan este pasaje se opone a la predestinaci�n. "Si Dios" dicen ellos, "desea que todos los hombres sean salvados indiscriminadamente, es falso que algunos est�n predestinados por su prop�sito eterno para la salvaci�n, y otros para la perdici�n". Podr�an haber tenido alg�n motivo para decir esto, si Pablo estuviera hablando aqu� sobre hombres individuales; aunque incluso entonces no deber�amos haber querido los medios para responder a su argumento; porque, aunque la voluntad de Dios no debe juzgarse por sus decretos secretos, cuando nos los revela mediante signos externos, no se deduce que no haya determinado consigo mismo lo que pretende hacer con cada hombre .

Pero no digo nada sobre ese tema, porque no tiene nada que ver con este pasaje; porque el ap�stol simplemente significa que no hay personas ni rango en el mundo que est� excluido de la salvaci�n; porque Dios desea que el evangelio sea proclamado a todos sin excepci�n. Ahora la predicaci�n del evangelio da vida; y por eso concluye justamente que Dios invita a todos por igual a participar de la salvaci�n. Pero el discurso actual se refiere a clases de hombres, y no a personas individuales; porque su �nico objetivo es incluir en este n�mero pr�ncipes y naciones extranjeras. Que Dios desea que la doctrina de la salvaci�n sea disfrutada por ellos y por otros, es evidente por los pasajes ya citados, y por otros pasajes de naturaleza similar. No sin una buena raz�n se dec�a: "Ahora, reyes, entiendan", y nuevamente, en el mismo Salmo,

"Te dar� a los gentiles por herencia, y los confines de la tierra por posesi�n". (Salmo 2:8.)

En una palabra, Pablo ten�a la intenci�n de mostrar que es nuestro deber considerar, no qu� tipo de personas eran los pr�ncipes en ese momento, sino lo que Dios deseaba que fueran. Ahora, el deber que surge de ese amor que le debemos a nuestro pr�jimo es ser sol�cito y hacer nuestro esfuerzo por la salvaci�n de todos los que Dios incluye en su llamamiento, y testificar esto mediante oraciones piadosas.

Con el mismo punto de vista, �l llama a Dios nuestro Salvador; �De d�nde obtenemos la salvaci�n sino de la bondad inmerecida de Dios? Ahora, el mismo Dios que ya nos ha hecho part�cipes de la salvaci�n, en alg�n momento puede extender su gracia a ellos tambi�n. El que ya nos ha atra�do hacia �l puede atraerlos junto con nosotros. El Ap�stol da por sentado que Dios lo har�, porque as� lo hab�an predicho las predicciones de los profetas, con respecto a todos los rangos y todas las naciones.

Versículo 5

5 Porque hay un Dios Este argumento, a primera vista, puede parecer no muy fuerte, que Dios desea que todos los hombres sean salvos, porque �l es uno ; si no se hubiera hecho una transici�n de Dios a los hombres. Cris�stomo - y, despu�s de �l, otros - lo ven en este sentido, que no hay muchos dioses, como imaginan los id�latras. Pero creo que el dise�o de Paul era diferente, y que aqu� hay una comparaci�n impl�cita de un Dios con el mundo entero y con varias naciones, de la cual surge una visi�n de ambos, ya que se consideran mutuamente. De la misma manera, el ap�stol dice:

��Es solo el Dios de los jud�os? �No es �l tambi�n de los gentiles? S�, es un Dios quien justifica la circuncisi�n por la fe, y la incircuncisi�n por la fe ". (.)

Por consiguiente, cualquier diversidad que exista en ese momento entre los hombres, debido a que muchos rangos y muchas naciones eran extra�os a la fe, Pablo recuerda a los creyentes la unidad de Dios, para que sepan que est�n conectados con todos, porque hay uno Dios de todo: para que sepan que quienes est�n bajo el poder del mismo Dios no est�n excluidos para siempre de la esperanza de la salvaci�n.

Y un Mediador entre Dios y los hombres. Esta cl�usula tiene una importancia similar con la anterior; porque, como hay un Dios, el Creador y el Padre de todos, �l dice que solo hay un Mediador, (33) a trav�s del cual tenemos acceso a el padre; y que este Mediador fue dado, no solo a una naci�n, o a un peque�o n�mero de personas de alg�n rango en particular, sino a todos; porque el fruto del sacrificio, por el cual hizo expiaci�n por los pecados, se extiende a todos. M�s especialmente porque una gran parte del mundo estaba en ese momento alejado de Dios, menciona expresamente al Mediador, a trav�s del cual ahora se acercan los que estaban lejos.

El t�rmino universal todo debe referirse siempre a clases: de hombres, y no a personas; como si hubiera dicho que no solo los jud�os, sino tambi�n los gentiles, no solo las personas de rango humilde, sino tambi�n los pr�ncipes, fueron redimidos por la muerte de Cristo. Dado que, por lo tanto, desea que el beneficio de su muerte sea com�n para todos, los que, en su opini�n, excluyen a cualquier persona de la esperanza de la salvaci�n, le ofrecen un insulto.

El hombre Cristo Jes�s. Cuando declara que es "un hombre", el Ap�stol no niega que el Mediador es Dios, pero, con la intenci�n de se�alar el v�nculo de nuestra uni�n con Dios, menciona la naturaleza humana en lugar de la divina. Esto debe ser observado cuidadosamente. Desde el principio, los hombres, al idear por s� mismos este o aquel mediador, se apartaron m�s de Dios; y la raz�n era que, al estar prejuiciados a favor de este error, que Dios estaba a una gran distancia de ellos, no sab�an a qu� mano volverse. Pablo remedia este mal cuando representa a Dios como presente con nosotros; porque �l ha descendido hasta nosotros, de modo que no necesitamos buscarlo por encima de las nubes. Lo mismo se dice en Hebreos 4:15,

"No tenemos un sumo sacerdote que no pueda simpatizar con nuestras enfermedades, porque en todas las cosas fue tentado".

Y, de hecho, si esto se impresion� profundamente en los corazones de todos, que el Hijo de Dios nos extiende la mano de un hermano, y que estamos unidos a �l por la comuni�n de nuestra naturaleza, para que, fuera de nuestra baja condici�n, �l puede elevarnos al cielo; �qui�n no elegir�a seguir por este camino recto, en lugar de deambular por caminos inciertos y tormentosos! En consecuencia, cada vez que debamos rezarle a Dios, si llamamos al recuerdo de esa majestad exaltada e inaccesible, para que no podamos ser rechazados por el temor a ella, al mismo tiempo, recordemos "el hombre Cristo", que gentilmente nos invita, y nos toma, por as� decirlo, de la mano, para que el Padre, que hab�a sido objeto de terror y alarma, pueda ser reconciliado por �l y ser amistoso con nosotros. Esta es la �nica llave que nos abre la puerta del reino celestial, para que podamos aparecer en la presencia de Dios con confianza.

Por lo tanto, vemos que Satan�s, en todas las �pocas, ha seguido este curso, con el prop�sito de desviar a los hombres del camino correcto. No digo nada de los diversos dispositivos por los cuales, antes de la venida de Cristo, �l alien� las mentes de los hombres, para idear m�todos de acercamiento a Dios. Al comienzo de la Iglesia Cristiana, cuando Cristo, con una promesa tan excelente, estaba fresco en su recuerdo, y mientras la tierra todav�a resonaba con esa deliciosamente dulce palabra de su boca,

"Ven a m�, todos ustedes que trabajan y est�n cargados, y te dar� descanso "( Mateo 11:28,)

hubo, sin embargo, algunas personas expertas en enga�o, que empujaron a los �ngeles a su habitaci�n como mediadores; que es evidente por Colosenses 2:18. Pero lo que Satan�s, en ese momento, ide� en secreto, llev� a tal nivel, durante los tiempos del papado, que apenas una persona de cada mil reconoci� a Cristo, incluso en palabras, como el Mediador. Y mientras el nombre estaba enterrado, a�n m�s era la realidad desconocida.

Ahora que Dios ha levantado maestros buenos y fieles, que han trabajado para restaurar y recordar a los hombres lo que deber�a haber sido uno de los principios m�s conocidos de nuestra fe, los sofistas de la Iglesia de Roma han recurrido a cada artilugio para oscurecer un punto tan claro. Primero, el nombre es tan odioso para ellos que, si alguien menciona a Cristo como Mediador, sin darse cuenta de los santos, instant�neamente cae bajo sospecha de herej�a. Pero, debido a que no se aventuran a rechazar por completo lo que Pablo ense�a en este pasaje, lo evaden con una exposici�n tonta, que se le llama "un Mediador", no "el �nico Mediador". Como si el Ap�stol hubiera mencionado a Dios como uno de una vasta multitud de dioses; porque las dos cl�usulas est�n estrechamente conectadas, que "hay un Dios y un Mediador"; y, por lo tanto, aquellos que hacen de Cristo uno de muchos mediadores deben aplicar la misma interpretaci�n al hablar de Dios. �Se elevar�an a tal altura de descaro, si no fueran impulsados ??por la ira ciega para aplastar la gloria de Cristo?

Hay otros que se consideran m�s agudos, y que establecen esta distinci�n, que Cristo es el �nico Mediador de la redenci�n, mientras que ellos dicen que los santos son mediadores de la intercesi�n. Pero la locura de estos int�rpretes es reprobada por el alcance del pasaje, en el que el Ap�stol habla expresamente sobre la oraci�n. El Esp�ritu Santo nos ordena orar por todos, porque nuestro �nico Mediador admite que todos vengan a �l; as� como por su muerte, lo reconcili� todo con el Padre. Y, sin embargo, aquellos que as�, con atrevido sacrilegio, despojan a Cristo de su honor, desean ser considerados como cristianos.

Pero se objeta que esto tiene la apariencia de contradicci�n; porque en este mismo pasaje Pablo nos ordena que intercedamos por los dem�s, mientras que, en la Ep�stola a los Romanos, declara que la intercesi�n pertenece solo a Cristo. ( Romanos 8:34.) Respondo, las intercesiones de los santos, mediante las cuales se ayudan mutuamente en sus discursos a Dios, no contradicen la doctrina, que todos tienen un solo intercesor; porque las oraciones de ning�n hombre se escuchan ni en su nombre ni en nombre de otro, a menos que �l conf�e en Cristo como su abogado. Cuando intercedemos el uno por el otro, esto est� tan lejos de dejar de lado la intercesi�n de Cristo, como perteneciente a �l solo, que se da la confianza principal, y se hace la referencia principal, a esa misma intercesi�n.

Tal vez alguna persona piense que, por lo tanto, ser� f�cil para nosotros llegar a un acuerdo con los papistas, si colocan debajo de la �nica intercesi�n de Cristo, todo lo que atribuyen a los santos. Este no es el caso; por la raz�n por la que transfieren a los santos la oficina de intercesi�n es porque imaginan que, de lo contrario, no tenemos un defensor. Es una opini�n com�n entre ellos, que necesitamos intercesores, porque en nosotros mismos no somos dignos de aparecer en la presencia de Dios. Al hablar de esta manera, privan a Cristo de su honor. Adem�s, es una blasfemia impactante, atribuir a los santos la excelencia que nos procurar�a el favor de Dios: y todos los profetas, ap�stoles y m�rtires, e incluso los propios �ngeles, est�n muy lejos de pretenderlo. , que ellos tambi�n necesitan la misma intercesi�n que nosotros.

De nuevo, es un simple sue�o, originado en su propio cerebro, que los muertos intercedan por nosotros; y, por lo tanto, fundar nuestras oraciones sobre esto es retirar nuestra confianza de invocar a Dios. Pero Pablo establece, como la regla para invocar a Dios de manera apropiada, la fe basada en la palabra de Dios. ( Romanos 10:17.) Justamente, por lo tanto, rechazamos todo lo que los hombres idean, en el ejercicio de sus propios pensamientos, sin la autoridad de la palabra de Dios.

Pero para no detenerse en este tema m�s de lo que exige la exposici�n del pasaje, perm�tanme resumirlo de esta manera; que aquellos que realmente han aprendido el oficio de Cristo estar�n satisfechos con tenerlo a �l solo, y que ninguno ser� mediador a su gusto sino aquellos que no conocen a Dios ni a Cristo. Por lo tanto, concluyo que la doctrina de los papistas, que oscurece y casi entierra la intercesi�n de Cristo e introduce a los pretendientes intercesores sin ning�n apoyo de la Escritura, est� llena de desconfianza perversa y tambi�n de imprudencia imprudente.

Versículo 6

6 �Qui�n se dio un rescate por todos (34) La menci�n de la redenci�n en este pasaje no es superfluo; porque hay una conexi�n necesaria entre las dos cosas, el sacrificio de la muerte de Cristo y su continua intercesi�n. ( Romanos 8:34.) Estas son las dos partes de su sacerdocio; porque, cuando Cristo es llamado nuestro sacerdote, es en este sentido, que una vez hizo expiaci�n por nuestros pecados con su muerte, para que nos reconcilie con Dios; y ahora que ha entrado en el santuario del cielo, aparece en presencia del Padre, para obtener gracia para nosotros, para que seamos escuchados en su nombre. (Salmo 110:4; Hebreos 7:17.) Tanto m�s expone el malvado sacrilegio de los papistas, quienes, al hacer que los santos muertos sean compa�eros de Cristo en este asunto, se transfieren a ellos igualmente la gloria del sacerdocio. Lea el cuarto cap�tulo de la Ep�stola a los Hebreos, hacia la conclusi�n, y al comienzo del quinto cap�tulo, [ Hebreos 4:14], y encontrar� lo que mantengo, que la intercesi�n por la cual Dios se reconcilia para nosotros se funda en el sacrificio; que, de hecho, queda demostrado por todo el sistema del antiguo sacerdocio. Se deduce, por lo tanto, que es imposible tomar de Cristo cualquier parte del oficio de intercesi�n y otorgarla a otros, sin despojarlo del t�tulo de sacerdocio.

Adem�s, cuando el Ap�stol lo llama ??????????, "un rescate", (35) derroca todas las dem�s satisfacciones. Sin embargo, no soy ignorante de los dispositivos perjudiciales de los papistas, quienes pretenden que el precio de la redenci�n, que Cristo pag� por su muerte, se aplica a nosotros en el bautismo, de modo que el pecado original se borre y que luego nos reconciliemos con Dios. por satisfacciones De esta manera, se limitan a un peque�o per�odo de tiempo, y a una sola clase, ese beneficio que era universal y perpetuo. Pero una ilustraci�n completa de este tema se encontrar� en los Institutos.

Que pueda haber un testimonio a su debido tiempo; es decir, para que esta gracia se revele en el momento se�alado. La frase, para todos, que el Ap�stol hab�a usado, podr�a haber dado lugar a la pregunta: "�Por qu� entonces Dios hab�a elegido a un pueblo peculiar, si se revelaba como un Padre reconciliado para todos sin distinci�n, y si la redenci�n por medio de Cristo era com�n a todos? �l corta todo terreno para esa pregunta, al referirse al prop�sito de Dios de la temporada (36) para revelar su gracia. Porque si no nos asombra que en invierno, los �rboles sean despojados de su follaje, los campos est�n cubiertos de nieve y los prados est�n r�gidos por las heladas, y eso, por el c�lido calor de la primavera, lo que parec�a ser por un tiempo muerto, comienza a revivir, porque Dios design� las estaciones a seguir en sucesi�n; �Por qu� no debemos permitir la misma autoridad a su providencia en otros asuntos? �Debemos acusar a Dios de inestabilidad, porque �l presenta, en el momento adecuado, lo que siempre hab�a determinado y establecido en su propia mente?

De acuerdo con esto, aunque vino al mundo repentinamente y fue completamente inesperado, que Cristo fue revelado como Redentor a jud�os y gentiles, sin distinci�n; no pensemos que fue repentino con respecto a Dios, sino que, por el contrario, aprendamos a someter todo nuestro sentido a su maravillosa providencia. La consecuencia ser� que no habr� nada que provenga de �l que no nos parezca altamente estacional. En ese sentido, esta advertencia ocurre con frecuencia en los escritos de Pablo y especialmente cuando trata del llamado de los gentiles, por el cual, en ese momento, debido a su novedad, muchas personas se sorprendieron y casi confundieron. Los que no est�n satisfechos con esta soluci�n, que Dios, por su sabidur�a oculta, arregl� la sucesi�n de las estaciones, un d�a sentir� que, en el momento en que piensan que estaba inactivo, estaba enmarcando un infierno para las personas curiosas. .

Versículo 7

7 Para lo cual he sido designado. Para que no se piense que �l hace afirmaciones precipitadas, como muchos hacen, sobre un tema que no entendi� bien, afirma que Dios lo hab�a designado para este prop�sito, para que �l pudiera traer a los gentiles, que anteriormente sido alejado del reino de Dios, para tener una participaci�n en el evangelio; porque su apostolado era un fundamento seguro del llamado divino. Y en este sentido �l trabaja muy duro para afirmarlo, ya que hay muchos que lo recibieron sin dificultad.

Digo la verdad en Cristo, no miento. Emplea un juramento o protesta, como una cuesti�n de peso e importancia extraordinarios, de que es un maestro de los gentiles, y que en la fe y la verdad Estas dos cosas denotan una buena conciencia, pero a�n debe descansar en la certeza de la voluntad de Dios. Por lo tanto, quiere decir que predica el evangelio a los gentiles, no solo con puro afecto, sino tambi�n con una conciencia recta y valiente; porque no hace nada sino por orden de Dios.

Versículo 8

8 Deseo, por lo tanto, que los hombres puedan rezar Esta inferencia depende de la afirmaci�n anterior; porque, como vimos en la Ep�stola a los G�latas, debemos recibir "el Esp�ritu de adopci�n", (37) para poder invocar a Dios en una manera adecuada As�, despu�s de haber exhibido la gracia de Cristo a todos, y despu�s de haber mencionado que fue entregado a los gentiles con el prop�sito expreso, para que pudieran disfrutar del mismo beneficio de la redenci�n en com�n con los jud�os, invita a todos de la misma manera. a orar; porque la fe lleva a invocar a Dios. Por lo tanto, en Romanos 15:9, prueba el llamado de los gentiles por estos pasajes.

"Que los gentiles se regocijen con su pueblo". (Salmo 67:5.)

De nuevo,

"Todos ustedes, gentiles, alaben a Dios", (Salmo 117:1.)

De nuevo,

"Te confesar� entre los gentiles". (Salmo 18:49.)

El argumento material es v�lido, de la fe a la oraci�n, y de la oraci�n a la fe, ya sea que razonemos de la causa al efecto o del efecto a la causa. Esto es digno de observaci�n, porque nos recuerda que Dios se nos revela en su palabra, para que podamos invocarlo; y este es el ejercicio principal de la fe.

En cada lugar Esta expresi�n es de la misma importancia que en el comienzo de la Primera Ep�stola a los Corintios,

"Con todo eso en cada lugar invoque el nombre de Jesucristo nuestro Se�or" ( 1 Corintios 1:2,)

de modo que ahora no hay diferencia entre gentiles y jud�os, entre griegos y b�rbaros, porque todos en com�n tienen a Dios como su Padre; y en Cristo se cumple ahora lo que Malaqu�as hab�a predicho, que no solo en Judea, sino en todo el mundo, se ofrecen sacrificios puros. ( Malaqu�as 1:11.)

Levantando las manos puras Como si hubiera dicho: �Siempre que vaya acompa�ado de una buena conciencia, no habr� nada que impida que todas las naciones invoquen a Dios en todas partes. Pero �l ha empleado el signo en lugar de la realidad, porque las "manos puras" son las expresiones de un coraz�n puro; as� como, por el contrario, Isa�as reprende a los jud�os por levantar "manos ensangrentadas" cuando ataca su crueldad. ( Isa�as 1:15.) Adem�s, esta actitud se ha usado generalmente en la adoraci�n durante todas las edades; porque es un sentimiento que la naturaleza nos ha implantado, cuando le pedimos a Dios, que mire hacia arriba, y siempre ha sido tan fuerte, que incluso los id�latras mismos, aunque en otros aspectos hacen un dios de im�genes de madera y piedra, a�n conservadas La costumbre de levantar las manos al cielo. Aprendamos, por lo tanto, que la actitud est� de acuerdo con la verdadera piedad, siempre que sea atendida por la verdad correspondiente que est� representada por ella, es decir, que despu�s de haber sido informados de que debemos buscar a Dios en el cielo, primero debemos formarnos. ninguna concepci�n de Aquel que es terrenal o carnal; y, en segundo lugar, que debemos dejar a un lado los afectos carnales, para que nada impida que nuestros corazones se eleven por encima del mundo. Pero los id�latras y los hip�critas, cuando levantan las manos en oraci�n, son simios; porque mientras profesan, por el s�mbolo externo, que sus mentes est�n levantadas hacia arriba, las primeras est�n fijadas en madera y piedra, como si Dios estuviera encerrado en ellas, y las segundas, envueltas en ansiedades in�tiles o en pensamientos perversos. , adhi�rete a la tierra; y por lo tanto, por un gesto de un significado opuesto, (38) dan testimonio contra s� mismos.

Sin ira Algunos explican que esto significa un estallido de indignaci�n, cuando la conciencia lucha consigo misma, y, por as� decirlo, pelea con Dios, lo que generalmente ocurre cuando la adversidad nos presiona fuertemente; pues nos disgusta que Dios no nos env�e asistencia inmediata, y estamos impacientes por la impaciencia. La fe tambi�n se ve sacudida por varios asaltos; porque, como consecuencia de que su ayuda no es visible, nos asaltan las dudas sobre si se preocupa por nosotros o no, o si desea que seamos salvos, y cosas de esa naturaleza.

Quienes adoptan este punto de vista piensan que la palabra disputa denota esa alarma que surge de la duda. Por lo tanto, seg�n ellos, el significado ser�a que debemos rezar con una conciencia pac�fica y confianza asegurada. Cris�stomo y otros piensan que el ap�stol aqu� exige que nuestras mentes est�n tranquilas y libres de todo sentimiento inc�modo tanto hacia Dios como hacia los hombres; porque no hay nada que tienda m�s a obstaculizar el llamado puro a Dios que las disputas y las luchas. Por esta raz�n, Cristo ordena que si un hombre est� en desacuerdo con su hermano, ir� y se reconciliar� con �l antes de ofrecer su regalo en el altar.

Por mi parte, reconozco que ambos puntos de vista son justos; pero cuando tomo en consideraci�n el contexto de este pasaje, no tengo dudas de que Pablo estaba atento a las disputas que surgieron de la indignaci�n de los jud�os por hacer que los gentiles se igualaran a s� mismos, por lo que plantearon una controversia. sobre el llamado de los gentiles, y fue tan lejos como para rechazarlos y excluirlos de la participaci�n de la gracia. Por lo tanto, Pablo desea que se dejen de lado debates de esta naturaleza y que todos los hijos de Dios de cada naci�n y pa�s recen con un solo coraz�n. Sin embargo, no hay nada que nos impida extraer de esta declaraci�n particular una doctrina general.

Versículo 9

9 De la misma manera tambi�n las mujeres Como �l orden� a los hombres que levantaran las manos puras, as� que ahora prescribe la manera en que las mujeres deben prepararse para orar correctamente. Y parece haber un contraste impl�cito entre esas virtudes que recomienda y la santificaci�n externa de los jud�os; porque �l insin�a que no hay un lugar profano, ni ninguno desde el cual los hombres y las mujeres no puedan acercarse a Dios, siempre que no sean excluidos por sus vicios.

Ten�a la intenci�n de aprovechar la oportunidad de corregir un vicio al que las mujeres son casi siempre propensas, y que tal vez en �feso, siendo una ciudad de gran riqueza y gran cantidad de mercanc�as, abundaba especialmente. Ese vicio es: entusiasmo y deseo excesivos de estar ricamente vestidos. Por lo tanto, desea que su vestimenta est� regulada por la modestia y la sobriedad; El lujo y el gasto excesivo surgen del deseo de hacer una exhibici�n, ya sea por orgullo o por alejarse de la castidad. Y, por lo tanto, debemos derivar la regla de la moderaci�n; porque, dado que la vestimenta es un asunto indiferente, (como lo son todos los asuntos externos), es dif�cil asignar un l�mite fijo, hasta d�nde debemos llegar. Los magistrados pueden hacer leyes, por medio de las cuales se detendr� la ira por los gastos superfluos; pero los maestros piadosos, cuyo negocio es guiar las conciencias, siempre deben tener en cuenta el fin del uso legal. Esto, al menos, se resolver� m�s all� de toda controversia, que todo lo que se vista de acuerdo con la modestia y la sobriedad debe ser desaprobado.

Sin embargo, siempre debemos comenzar con las disposiciones; porque donde reina el libertinaje, no habr� castidad; y donde reina la ambici�n, no habr� modestia en el vestido exterior. Pero debido a que los hip�critas se aprovechan com�nmente de todos los pretextos que pueden encontrar para ocultar sus malvadas disposiciones, tenemos la necesidad de se�alar lo que se ve a simple vista. Ser�a una gran bajeza negar lo apropiado de la modestia como el adorno peculiar y constante de las mujeres virtuosas y castas, o el deber de todos de observar la moderaci�n. Cualquier cosa que se oponga a estas virtudes ser� en vano disculpar. �l censura expresamente ciertos tipos de superfluidad, como el cabello rizado, las joyas y los anillos de oro; no es que el uso de oro o de joyas est� expresamente prohibido, sino que, dondequiera que se exhiban de manera destacada, estas cosas com�nmente traen consigo los otros males que he mencionado, y surgen de la ambici�n o de la falta de castidad como su fuente.

Versículo 10

10 Que se convierte en mujeres; porque indudablemente el vestido de una mujer virtuosa y piadosa debe diferir del de una trompeta. Lo que ha establecido son signos de distinci�n; y si las obras deben atestiguar la piedad, esta profesi�n tambi�n debe ser visible en la casta y en la vestimenta.

Versículo 11

11 Deje que una mujer aprenda en silencio. Despu�s de hablar de vestimenta, ahora agrega con qu� modestia deber�an comportarse las mujeres en la asamblea sagrada. Y primero les pide que aprendan en silencio; porque la tranquilidad significa silencio, para que no puedan tomar sobre ellos para hablar en p�blico. Esto lo explica inmediatamente m�s claramente, al prohibirles que ense�en.

Versículo 12

12 Pero no sufro una mujer para ense�ar. No es que �l tome de ellos el cargo de instruir a su familia, sino que solo los excluye del oficio de ense�anza, que Dios ha encomendado solo a los hombres. Sobre este tema, hemos explicado nuestros puntos de vista en la exposici�n de la Primera Ep�stola a los Corintios. (39) Si alguien presenta, a modo de objeci�n, Deborah ( Judas 4: 4 ) y otros de la misma clase, de quienes leemos que en un momento fueron designados por el mandato de Dios para gobernar al pueblo, la respuesta es f�cil. Los actos extraordinarios realizados por Dios no anulan las reglas ordinarias de gobierno, por las cuales �l pretend�a que estuvi�ramos obligados. En consecuencia, si las mujeres alguna vez tuvieron el oficio de profetas y maestras, y eso tambi�n cuando fueron llamadas sobrenaturalmente por el Esp�ritu de Dios, El que est� por encima de toda ley podr�a hacer esto; pero, siendo un caso peculiar, (40) esto no se opone al sistema de gobierno constante y ordinario.

A�ade, lo que est� estrechamente relacionado con el oficio de ense�ar, y no asumir la autoridad sobre el hombre; por la misma raz�n, por qu� se les proh�be ense�ar, es que su condici�n no lo permite. Est�n sujetos, y ense�ar implica el rango de poder o autoridad. Sin embargo, se puede pensar que no hay una gran fuerza en este argumento; porque incluso los profetas y los maestros est�n sujetos a reyes y a otros magistrados. Respondo, no hay absurdo en la misma persona que manda y que tambi�n obedece, cuando se ve en diferentes relaciones. Pero esto no se aplica al caso de la mujer, que por naturaleza (es decir, por la ley ordinaria de Dios) est� formada para obedecer; porque ????????????? (el gobierno de las mujeres) siempre ha sido considerado por todas las personas sabias como una cosa monstruosa; y, por lo tanto, por as� decirlo, ser� una mezcla de cielo y tierra, si las mujeres usurpan el derecho a ense�ar. En consecuencia, les pide que sean "callados", es decir, que se mantengan dentro de su propio rango. (41)

Versículo 13

13 Porque Ad�n fue creado por primera vez, asigna dos razones por las cuales las mujeres deber�an estar sujetas a los hombres; porque no solo Dios promulg� esta ley al principio, sino que tambi�n la infligi� como un castigo a la mujer. ( G�nesis 3:16.) En consecuencia, muestra que, aunque la humanidad se hab�a mantenido en su primera y original rectitud, el verdadero orden de la naturaleza, que proced�a del mandato de Dios, lleva a que las mujeres est�n sujetas. Tampoco es inconsistente con el hecho de que Ad�n, al caer de su primera dignidad, se priv� de su autoridad; porque en las ruinas, que siguieron al pecado, a�n quedan algunos restos de la bendici�n divina, y no era apropiado que la mujer, por su propia culpa, mejorara su condici�n como antes. (42)

Sin embargo, la raz�n que Paul asigna, que la mujer era segunda en el orden de la creaci�n, no parece ser un argumento muy fuerte a favor de su sujeci�n; porque Juan el Bautista estaba antes de Cristo en el orden del tiempo y, sin embargo, era muy inferior en rango. Pero aunque Pablo no declara todas las circunstancias relacionadas por Mois�s, pretend�a que sus lectores las tomaran en consideraci�n. Ahora Mois�s muestra que la mujer fue creada despu�s, para que ella sea una especie de ap�ndice del hombre; y que ella estaba unida al hombre con la condici�n expresa, que ella deber�a estar cerca para rendirle obediencia. ( G�nesis 2:21.) Dado que, por lo tanto, Dios no cre� a dos jefes de igual poder, sino que agreg� al hombre una ayuda inferior, el Ap�stol nos recuerda justamente ese orden de creaci�n en el que lo eterno e inviolable El nombramiento de Dios se muestra de manera sorprendente.

Versículo 14

14 Y Ad�n no fue enga�ado, alude al castigo infligido a la mujer:

"Debido a que has obedecido la voz de la serpiente, estar�s sujeto a la autoridad de tu esposo, y tu deseo ser� para �l". (43) ( G�nesis 3:16.)

Debido a que ella hab�a dado consejos fatales, era correcto que ella supiera que estaba bajo el poder y la voluntad de otro; y debido a que hab�a apartado a su esposo del mandato de Dios, era correcto que se la privara de toda libertad y se la pusiera bajo el yugo. Adem�s, el Ap�stol no apoya su argumento total o absolutamente sobre la causa de la transgresi�n, sino que lo basa en la oraci�n que Dios pronunci�.

Sin embargo, se puede pensar que estas dos declaraciones son algo contradictorias: que el sometimiento de la mujer es el castigo de su transgresi�n y, sin embargo, que se le impuso desde la creaci�n; porque de all� se deducir� que estaba condenada a la servidumbre antes de pecar. Respondo, no hay nada que impida que la condici�n de obedecer sea natural desde el principio, y que despu�s se produzca la condici�n accidental de servir; de modo que la sujeci�n ahora era menos voluntaria y agradable de lo que hab�a sido anteriormente.

Nuevamente, este pasaje le ha dado a algunas personas una ocasi�n para afirmar que Ad�n no cay� por error, sino que solo fue vencido por los atractivos de su esposa. En consecuencia, piensan que la mujer solo fue enga�ada por las artima�as del demonio, al creer que ella y su esposo ser�an como los dioses; Pero que Adam no estaba del todo convencido de esto, sino que prob� la fruta para complacer a su esposa. Pero es f�cil refutar esta opini�n; porque, si Ad�n no hubiera dado cr�dito a la falsedad de Satan�s, Dios no le habr�a reprochado:

"He aqu�, Adam se ha convertido en uno de nosotros". ( G�nesis 3:22.)

Hay otras razones de las cuales no digo nada; porque no necesita una refutaci�n larga de un error que no descanse en ninguna conjetura probable. Con estas palabras, Pablo no quiere decir que Ad�n no se haya enredado en el mismo enga�o del diablo, (44) sino que la causa o la fuente de la transgresi�n procedi� de V�spera.

Versículo 15

15 Pero ella ser� salvada La debilidad del sexo hace que las mujeres sean m�s sospechosas y t�midas, y la declaraci�n anterior puede aterrorizar y alarmar a las mentes m�s fuertes. Por estas razones, modifica lo que dijo agregando un consuelo; porque el Esp�ritu de Dios no nos acusa ni nos reprocha, para triunfar sobre nosotros, cuando estamos cubiertos de verg�enza, pero, cuando hemos sido abatidos, inmediatamente nos levanta. Podr�a tener el efecto (como ya he dicho) de golpear el terror en las mentes de las mujeres, (45) cuando se les inform� que la destrucci�n del conjunto se les atribuy� la raza humana; �Para qu� ser� esta condenaci�n? Especialmente cuando su sujeci�n, como testimonio de la ira de Dios, se coloca constantemente ante sus ojos. En consecuencia, Pablo, para consolarlos y hacer que su condici�n sea tolerable, les informa que contin�an disfrutando de la esperanza de salvaci�n, aunque sufren un castigo temporal. Es apropiado observar que el buen efecto de este consuelo es doble. Primero, por la esperanza de salvaci�n que se les ofrece, se les impide caer en la desesperaci�n por alarma ante la menci�n de su culpa. En segundo lugar, se acostumbran a soportar con calma y paciencia la necesidad de la servidumbre, a fin de someterse voluntariamente a sus esposos, cuando se les informa que este tipo de obediencia es rentable para ellos y aceptable para Dios. Si este pasaje es torturado, como suelen hacer los papistas, para apoyar la justicia de las obras, la respuesta es f�cil. El Ap�stol no discute aqu� sobre la causa de la salvaci�n, y por lo tanto no podemos ni debemos inferir de estas palabras lo que merecen las obras; pero solo muestran de qu� manera Dios nos conduce a la salvaci�n, a lo que nos ha designado por su gracia.

A trav�s de la maternidad Para los hombres censuradores puede parecer absurdo, para un Ap�stol de Cristo no solo exhortar a las mujeres a prestar atenci�n al nacimiento de la descendencia, sino a presionar este trabajo como religioso y santo hasta el punto de representarlo en el luz de los medios de procurar la salvaci�n. No, incluso vemos con qu� reproches la cama conyugal ha sido calumniada por hip�critas, que deseaban ser considerados m�s santos que todos los dem�s hombres. Pero no hay dificultad en responder a estas burlas de los imp�os. Primero, aqu� el Ap�stol no habla simplemente de tener hijos, sino de soportar todas las angustias, que son m�ltiples y severas, tanto en el nacimiento como en la crianza de los hijos. En segundo lugar, cualquier hip�crita o sabio del mundo puede pensar en ello, cuando una mujer, considerando lo que ha sido llamada, se somete a la condici�n que Dios le ha asignado, y no se niega a soportar los dolores, o m�s bien angustia temerosa, de parto, o ansiedad por su descendencia, o cualquier otra cosa que pertenezca a su deber, Dios valora esta obediencia m�s que si, de alguna otra manera, hiciera una gran muestra de virtudes heroicas, mientras se negaba a obedecer llamado de Dios A esto hay que agregar, que ning�n consuelo podr�a ser m�s apropiado o m�s eficaz que demostrar que los mismos medios (por as� decirlo) de procurar la salvaci�n se encuentran en el castigo mismo.

Si contin�an en la fe Como consecuencia de la antigua traducci�n que us� la expresi�n "el nacimiento de los ni�os", se ha pensado com�nmente que esta cl�usula se refiere a los ni�os. Pero el t�rmino usado por Paul para denotar "tener hijos" es una sola palabra , ??????????, y por lo tanto debe referirse a las mujeres. En cuanto al verbo ser plural, y el sustantivo singular, esto no implica dificultad; para un sustantivo indefinido, al menos cuando denota una multitud, tiene la fuerza de un sustantivo colectivo y, por lo tanto, admite f�cilmente un cambio del n�mero singular al plural.

Adem�s, para que �l no represente todas las virtudes de las mujeres incluidas en los deberes del matrimonio, inmediatamente despu�s agrega mayores virtudes, en las cuales es apropiado que las mujeres piadosas se destaquen, que puedan diferir de las mujeres no religiosas. Incluso "tener hijos" es obediencia aceptable a Dios, solo en la medida en que procede de la fe y el amor. A estos dos les agrega la santificaci�n, que incluye toda la pureza de la vida que se convierte en mujeres cristianas. Por �ltimo, sigue la sobriedad, que mencion� anteriormente, mientras hablaba de vestimenta; pero ahora lo extiende m�s ampliamente a las otras partes de la vida.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre 1 Timothy 2". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/1-timothy-2.html. 1840-57.