Bible Commentaries
Daniel 3

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

Muy probablemente esta estatua no fue erigida por el rey Nabucodonosor en un corto per�odo de tiempo, ya que el Profeta no se da cuenta de cu�ntos a�os han pasado; porque no es probable que se haya erigido poco tiempo despu�s de haber confesado que el Dios de Israel era la Deidad Suprema. Sin embargo, como el Profeta guarda silencio, no necesitamos discutir el asunto. Algunos de los rabinos piensan que esta estatua fue erigida como una expiaci�n; como si Nabucodonosor quisiera evitar el efecto de su sue�o con este encanto, como dicen. Pero su suposici�n es muy fr�vola. Sin embargo, podemos preguntarnos si Nabucodonosor se deific� a s� mismo o si realmente erigi� esta estatua a Bel, la principal deidad de los caldeos, o si invent� alguna divinidad nueva. Muchos se inclinan a la opini�n de que deseaba incluirse en el n�mero de las deidades, pero esto no es seguro, al menos no lo creo. Nabucodonosor me parece m�s bien haber consagrado esta estatua a algunas de las deidades; pero, como la superstici�n siempre se une con la ambici�n y el orgullo, muy probablemente Nabucodonosor tambi�n fue inducido por la vana gloria y el lujo de erigir esta estatua. Tan a menudo como los supersticiosos incurren en gastos en la construcci�n de templos y en la fabricaci�n de �dolos, si alguien les pregunta cu�l es su objeto, responden de inmediato: �lo hacen en honor a Dios! Al mismo tiempo, todos promueven su propia fama y reputaci�n. Todos los supersticiosos consideran que la adoraci�n de Dios no tiene valor, y m�s bien desean adquirir el favor y la estimaci�n entre los hombres. Admito f�cilmente que esta fue la intenci�n de Nabucodonosor, y de hecho estoy casi seguro de ello. Pero al mismo tiempo, se uni� a �l una pretensi�n de piedad; porque �l fingi� que deseaba adorar a Dios. Por lo tanto, tambi�n, lo que mencion� anteriormente parece m�s claro, a saber: el rey Nabucodonosor no se convirti� de verdad y de todo coraz�n, sino que se mantuvo fijo en sus propios errores, cuando atribu�a la gloria al Dios de Israel. Como ya he dicho, esa confesi�n suya era limitada, y ahora traiciona lo que alimentaba en su coraz�n; porque cuando erigi� la estatua no volvi� a su propia disposici�n natural, sino; m�s bien se detect� su impiedad, que estuvo oculta por un tiempo. Porque esa notable confesi�n no pudo ser recibida como prueba de cambio de opini�n. Por lo tanto, todos habr�an dicho que era un hombre nuevo, si Dios no hubiera deseado que se aclarara que estaba atado y atado por las cadenas de Satan�s, y que todav�a era un esclavo de sus propios errores. Dios deseaba entonces presentar este ejemplo para manifestar que Nabucodonosor era siempre imp�o, aunque por compulsi�n le dio algo de gloria al Dios de Israel.

Versículo 2

No s� la derivaci�n de la palabra "Satra p;" pero manifiestamente todos estos son nombres de magistrados, y me permito traducir las palabras libremente, ya que no son hebreas, y los jud�os ignoran igualmente su origen. Algunos de ellos, de hecho, parecen demasiado sutiles; pero afirman nada m�s que lo fr�volo y tonto. Debemos contentarnos con la expresi�n simple: envi� a recoger los s�trapas

Versículo 3

Vemos c�mo Nabucodonosor deseaba establecer entre todas las naciones bajo su influencia una religi�n en la que no deber�a haber una mezcla de novedad extranjera. Tem�a la disensi�n como causa de desuni�n en su imperio. Por lo tanto, podemos suponer que el rey ha consultado su propia facilidad y ventaja privada, ya que los pr�ncipes est�n acostumbrados a consultar sus propios deseos en lugar de los requisitos de Dios al promulgar edictos sobre la adoraci�n a Dios. Y desde el principio, esta audacia y esta temeridad se han incrementado en el mundo, ya que aquellos que han tenido el poder supremo siempre se han atrevido a fabricar deidades, y han ido m�s all� incluso para ordenar que los dioses que inventaron sean adorados. Los diferentes tipos de dioses son bien conocidos como divididos en tres: el filos�fico, el pol�tico y el po�tico. Llamaron a esos dioses "filos�ficos", raz�n natural que incita a los hombres a adorar. En verdad, los fil�sofos a menudo son tontos cuando discuten sobre la esencia o la adoraci�n a Dios; pero como siguen sus propias fantas�as, son necesariamente err�neos. Porque Dios no puede ser aprehendido por los sentidos humanos, sino que debe ser manifestado a nosotros por su propia palabra; y a medida que �l desciende a nosotros, tambi�n nosotros a su vez somos levantados al cielo. ( 1 Corintios 2:14.) Sin embargo, los fil�sofos en sus disputas tienen algunos pretextos, para no parecer completamente loco e irracional. Pero los poetas han legendario lo que les agrada, y por lo tanto han llenado el mundo con los errores m�s asquerosos y al mismo tiempo los m�s sucios. Como todos los teatros resonaron con su vana imaginaci�n, las mentes de los vulgares han estado imbuidas de los mismos delirios; porque sabemos que las disposiciones humanas son siempre propensas a la vanidad. Pero cuando el diablo agrega fuego al combustible, vemos cu�n furiosamente se dejan llevar tanto los eruditos como los ignorantes. Por lo que; sucedi� cuando se persuadieron de la verdad de lo que vieron representado en sus teatros. Por lo tanto, eso; La religi�n que se fund� bajo la autoridad de los Magos fue considerada cierta por los paganos, ya que llamaron a esos dioses "Pol�ticos" que fueron recibidos por el consentimiento com�n de todos. Aquellos que tambi�n fueron considerados prudentes dijeron que de ninguna manera era �til objetar lo que los fil�sofos ense�aron sobre la naturaleza de los dioses, ya que esto desgarrar�a todos los ritos p�blicos, y lo que fuera que fuera arreglado sin ellos; duda en la mente de los hombres. Tanto los griegos como los latinos, as� como otras naciones b�rbaras, adoraban a ciertos dioses como meros descendientes de opini�n, y estos confesaron que alguna vez fueron mortales. Pero los fil�sofos al menos retuvieron este principio: los dioses son eternos; y si los fil�sofos hubieran sido escuchados, la autoridad de los Magos se habr�a desvanecido. Por lo tanto, los m�s mundanos no se avergonzaron, como he mencionado, de instar a la expulsi�n de la filosof�a de las cosas sagradas.

Con respecto a los poetas, los m�s pol�ticos se vieron obligados a sucumbir a la petulancia de la gente com�n, y sin embargo, ense�aron al mismo tiempo lo que los poetas reinaban y fabulaban sobre la naturaleza de los dioses era pernicioso. Esta, entonces, era la regla casi universal en todo el mundo en cuanto a la adoraci�n a Dios, y el fundamento mismo de la piedad, es decir, no se debe adorar a las deidades, excepto las que han sido transmitidas por nuestros antepasados. Y esta es la tendencia del or�culo de Apolo que Jenofonte (173) en el car�cter de S�crates alaba mucho, es decir, cada ciudad deber�a adorar a los dioses de su propio pa�s! Porque cuando se consult� a Apolo sobre la mejor religi�n, con el fin de apreciar los errores por los cuales todas las naciones estaban intoxicadas, les orden� que no cambiaran nada en sus devociones p�blicas, y declar� que la religi�n era la mejor para cada ciudad y pueblo que hab�a sido recibido de la antig�edad m�s lejana. Esta fue una maravillosa impostura del diablo, ya que no estaba dispuesto a despertar las mentes de los hombres para reflexionar sobre lo que realmente era correcto, pero los retuvo en ese viejo letargo: "�Ja! �la autoridad de tus antepasados ??es suficiente para ti! La mayor sabidur�a entre los profanos era, como he dicho, hacer que se tome el consentimiento por razones. Mientras tanto, aquellos que eran supremos en el imperio, o la influencia, o la dignidad, asumieron el derecho de crear nuevas deidades; porque vemos cu�ntos templos dedicados a las deidades ficticias, porque fueron ordenados por la autoridad. Por lo tanto, de ninguna manera es sorprendente que Nabucodonosor tome esta licencia para establecer una nueva deidad. Quiz�s dedic� esta estatua a Bel, a quien se considera el J�piter de los caldeos; pero aun as� deseaba introducir una nueva religi�n por medio de la cual su memoria pudiera ser celebrada por la posteridad. Virgule (174) se burla de esta locura cuando dice:

Y aumenta el n�mero de deidades por altares. Porque quiere decir que, aunque los hombres puedan erigir numerosos altares en la tierra, no pueden aumentar el n�mero de dioses en el cielo. Por lo tanto, Nabucodonosor aument� el n�mero de las deidades en un solo altar, es decir, introdujo un nuevo rito para hacer de la estatua un monumento para s� mismo, y su propio nombre famoso siempre que esa religi�n floreciera. Aqu� percibimos cu�n groseramente abus� de su poder; porque no consult� a sus propios Reyes Magos como podr�a haberlo hecho, ni siquiera reflexion� dentro de s� mismo si esa religi�n era legal o no; pero al estar cegado por el orgullo, deseaba encadenar las mentes de todos y obligarlos a adoptar lo que deseaba. Por lo tanto, comprendemos cu�n vanidosos son los hombres profanos cuando fingen adorar a Dios, mientras que al mismo tiempo desean ser superiores a Dios mismo. Porque no admiten ning�n pensamiento puro, ni siquiera se aplican al conocimiento de Dios, pero hacen su ley de voluntad, tal como les agrada. No adoran a Dios, sino a su propia ficci�n. Tal era el orgullo del rey Nabucodonosor, como se desprende de su propio edicto.

El rey Nabucodonosor envi� a recoger todos los s�trapas, generales y prefectos, para dedicar la imagen que el rey Nabucodonosor hab�a erigido. �Siempre se agrega el nombre del rey, excepto en un lugar, como si el poder real elevara a los mortales a tal altura que pudieran fabricar deidades por derecho propio! Observamos c�mo el rey de Babilonia reclam� el derecho de hacer que la estatua sea adorada como un dios, mientras que no fue creada por ninguna persona privada u ordinaria sino por el propio rey. Mientras que el poder real se hace visible en el mundo, los reyes no reconocen que es su deber restringirse dentro de los l�mites de la ley, siempre y cuando sigan siendo obedientes a Dios. Y en este d�a vemos con qu� arrogancia se comportan todos los monarcas terrenales. Porque nunca preguntan qu� es agradable a la palabra de Dios, y de acuerdo con la piedad sincera; pero defienden los errores recibidos de sus antepasados, por la interposici�n del nombre real, y piensan que su propia decisi�n previa es suficiente, y se oponen a la adoraci�n de cualquier dios, excepto por su permiso y decreto. Con respecto a la dedicaci�n, sabemos que era costumbre entre los paganos consagrar sus cuadros y estatuas antes de que los adoraran. Y hasta el d�a de hoy se mantiene el mismo error en el papado. Mientras las im�genes permanezcan con la estatuaria o el pintor, no ser�n veneradas; pero en cuanto una imagen es dedicada por cualquier ceremonia privada (que los papistas llaman "devoci�n") o por cualquier rito p�blico y solemne, el �rbol, la madera, la piedra y los colores se convierten en un dios. Los papistas tambi�n tienen ceremonias fijas entre sus exorcismos para consagrar estatuas e im�genes. Nabucodonosor, por lo tanto, cuando deseaba que su imagen fuera estimada en el lugar de Dios, la consagr� por un rito solemne, y como hemos dicho, este uso era habitual entre los paganos. No menciona aqu� a la gente com�n, ya que todos no pod�an reunirse en un solo lugar; pero se orden� a los prefectos y ancianos que vinieran, y tra�an consigo numerosos asistentes y luego presentaban el edicto del rey, y cada uno se encarga de erigir alg�n monumento en su propia provincia, de donde puede difundir la apariencia de todos sus s�bditos adorando como dios la estatua que el rey hab�a erigido.

Ahora sigue: todos los s�trapas, prefectos, generales, ancianos, tesoreros y magistrados vinieron y se pararon ante la imagen que el rey Nabucodonosor hab�a establecido. No es sorprendente que los prefectos obedecieran el edicto del rey, ya que no ten�an religi�n sino lo que hab�an recibido de sus padres. Pero la obediencia al rey pesaba con ellos m�s que la reverencia por la antig�edad; como en estos tiempos, si alg�n rey inventa una nueva superstici�n, o se aparta del papado, o desea restaurar la adoraci�n pura de Dios, se percibe un cambio repentino directamente en todos los prefectos, y en todos los pa�ses y senadores. �Porque? Porque no tem�an a Dios ni lo reverenciaban sinceramente, sino que depend�an de la voluntad del rey y lo halagaban como esclavos, y as� todos lo aprueban y, si es necesario, aplauden, lo que sea que guste al rey. No es sorprendente entonces si los ancianos caldeos, que no sab�an nada experimentalmente del Dios verdadero o de la verdadera piedad, son tan propensos a adorar esta estatua. Por lo tanto, tambi�n recopilamos la gran inestabilidad de los profanos, a quienes nunca se les ha ense�ado la verdadera religi�n en la escuela de Dios. Porque se doblar�n cada momento a cualquier brisa, tal como las hojas son movidas por el viento que sopla entre los �rboles; y debido a que nunca han echado ra�ces en la verdad de Dios, son necesariamente cambiables y nacen de un lado a otro con cada explosi�n. Pero el edicto de un rey no es simplemente un viento, sino una tempestad violenta, y nadie puede oponerse a sus decretos impunemente; en consecuencia, aquellos que no est�n s�lidamente basados ??en la palabra de Dios, no act�an desde la verdadera piedad, sino que son arrastrados por la fuerza de la tormenta.

Versículo 4

Luego se agrega: un heraldo grit� con lujuria o entre la multitud. Esta �ltima explicaci�n no encaja tan bien, el heraldo llorando en medio de la multitud, ya que hab�a una gran concurrencia de naciones, y el reino de Babilonia comprend�a muchas provincias. El heraldo, por lo tanto, llor� en voz alta: Se ha emitido un edicto para ustedes, naciones, pueblos y lenguas. Esto los aterrorizar�a, ya que el rey no hizo ninguna excepci�n a su orden de que cada provincia adorara a su �dolo; porque cada persona observar�a el resto, y cuando todos vean a toda la multitud obediente, nadie se atrever�a a negarse; por lo tanto, toda libertad est� terminada. Ahora sigue: - Cuando escuches el sonido de la trompeta o el cuerno, el arpa, la pipa, el salterio, el saco, etc., debes caer y adorar la imagen. Pero quien no cay� antes, debe ser arrojado la misma hora en un horno de fuego ardiendo. Esto excitar�a el mayor terror, ya que el rey Nabucodonosor sancion� esta imp�a adoraci�n con un castigo tan severo; porque no estaba contento con un tipo de muerte habitual, pero orden� a todos los que no adoraban la estatua que fueran arrojados al fuego. Ahora, esta denuncia de castigo demuestra suficientemente que el rey sospechaba algo de rebeli�n. No habr�a habido disputa si los jud�os no se hubieran mezclado con los caldeos y los asirios, porque siempre adoraban a los mismos dioses, y era una costumbre predominante con ellos adorar a las deidades que sus reyes aprobaban. Por lo tanto, parece que la estatua fue erigida a prop�sito para darle al rey la oportunidad de determinar con precisi�n si los jud�os, que a�n no estaban acostumbrados a las supersticiones gentiles, eran obedientes a su orden. Deseaba hacer que los hijos de Abraham dejaran de lado la piedad sincera y se sometieran a su corrupci�n, siguiendo el ejemplo de otros, y enmarcando su conducta de acuerdo con la voluntad del rey y la pr�ctica de las personas entre las que habitaban. Pero trataremos esto m�s adelante.

Versículo 6

Respetando la adoraci�n requerida, no se necesitaba m�s que observancia externa. El rey Nabucodonosor no exigi� una profesi�n verbal de creencia en esta deidad, es decir, en la divinidad de la estatua que orden� que se adorara; fue suficiente para ofrecerle simplemente adoraci�n externa. Aqu� vemos c�mo la idolatr�a es condenada merecidamente en aquellos que pretenden adorar �dolos, incluso si se abstienen mentalmente y solo act�an a trav�s del miedo y la compulsi�n de la autoridad real; esa excusa es completamente fr�vola. Vemos, entonces, c�mo este rey o tirano, aunque fabric� esta imagen por la astucia del demonio, no exigi� nada m�s que doblar las rodillas de todas las personas y naciones ante la estatua. Y verdaderamente hab�a alejado de esta manera a los jud�os de la adoraci�n del �nico Dios verdadero, si esto les hubiera sido extorsionado. Porque Dios desea en primer lugar la adoraci�n interna y luego la profesi�n externa. El altar principal para la adoraci�n a Dios debe estar situado en nuestras mentes, porque Dios es adorado espiritualmente por la fe, la oraci�n y otros actos de piedad. ( Juan 4:24.) Tambi�n es necesario agregar una profesi�n externa, no solo para que podamos ejercernos en la adoraci�n de Dios, sino para ofrecernos por completo a �l, y doblegarnos ante �l, tanto f�sica como mentalmente, y dedicarnos enteramente a �l, como lo ense�a Paul. ( 1 Corintios 7:34; 1 Tesalonicenses 5:23.) Hasta ahora, tanto en lo que respecta a la adoraci�n como a la pena.

Versículo 7

Sigue de nuevo, - Tan pronto como se escuch� el estallido de las trompetas y el sonido de tantos instrumentos, todas las naciones, pueblos y lenguas cayeron y adoraron la imagen que el Rey Nabucodonosor hab�a establecido Aqu�, puedo repetir lo que dije antes - todos los hombres fueron muy obedientes a las �rdenes de sus monarcas; todo lo que ordenaron fue obedecido, siempre que no causara la ruina completa; y a menudo soportaban las cargas m�s pesadas con la visi�n de perfecta conformidad. Pero debemos remarcar c�mo nuestras propensiones siempre tienen una tendencia viciosa. Si el rey Nabucodonosor hubiera ordenado al Dios de Israel que fuera adorado, y que todos los templos fueran derrocados, y que todos los altares de todo su imperio fueran derribados, sin duda habr�an surgido grandes tumultos; porque el diablo fascina tanto las mentes de los hombres que permanecen pertinazmente fijos en los errores que han absorbido. Por lo tanto, los caldeos, los asirios y otros nunca habr�an sido inducidos a obedecer sin la mayor dificultad. Pero ahora, al aparecer la se�al, se caen directamente y adoran la estatua dorada. Por lo tanto, podemos aprender a reflexionar sobre nuestro propio car�cter, como en un espejo, con el fin de someternos a la Palabra de Dios, y de ser inamovibles en la fe correcta, y de permanecer invencidos en nuestra consistencia, cualquiera que sea el mandato de los reyes. Aunque un centenar de muertes pueden amenazarnos, no deben debilitar nuestra fe, ya que a menos que Dios nos restrinja por su Bordillo, debemos comenzar de inmediato a todas las especies de vanidad; y especialmente si un rey introduce la corrupci�n entre nosotros, somos inmediatamente arrastrados por �l y, como dijimos, somos demasiado propensos a modos de adoraci�n perversos y viciosos. El Profeta repite nuevamente el nombre del rey para mostrarnos lo poco que la multitud pens� en agradar a Dios; nunca considerando si la adoraci�n era sagrada y sana, sino simplemente contenta; con el asentimiento del rey. El Profeta condena merecidamente esta f�cil indiferencia.

Tambi�n debemos aprender de este pasaje, no ser inducidos, por la voluntad de ning�n hombre a abrazar ning�n tipo de religi�n, sino diligentemente preguntar qu� adoraci�n aprueba Dios, y as� usar nuestro juicio para no involucrarnos precipitadamente en cualquier superstici�n. . Respetando el uso de instrumentos musicales, confieso que es habitual en la Iglesia incluso por orden de Dios; pero la intenci�n de los jud�os y de los caldeos era diferente. Porque cuando los jud�os usaban trompetas, arpas y otros instrumentos para celebrar las alabanzas de Dios, no deb�an haber obstruido esta costumbre en Dios como si fuera la prueba de la piedad; pero deber�a tener otro objeto, ya que Dios deseaba usar todos los medios para sacar a los hombres de su lentitud, porque sabemos cu�nto fr�o tenemos en la b�squeda de la piedad, a menos que estemos excitados. Dios, por lo tanto, us� estos estimulantes para hacer que los jud�os lo adoraran con mayor fervor. Pero los caldeos pensaban satisfacer a su dios al juntar muchos instrumentos musicales. Porque, como otras personas, supusieron que Dios se agrada a s� mismos, porque cualquier cosa que nos deleite, creemos que tambi�n debe complacer a la Deidad. De ah� el inmenso mont�n de ceremonias en el papado, ya que nuestros ojos se deleitan en tales esplendores; Por lo tanto, creemos que Dios nos lo exige, como si �l se deleitara en lo que nos agrada. Esto es, de hecho, un gran error. No hay duda de que el arpa, la trompeta y otros instrumentos musicales con los que Nabucodonosor ador� a su �dolo, formaron parte de sus errores, y tambi�n el oro. Dios, de hecho, deseaba que su santuario manifestara algo de esplendor; no es que el oro, la plata y las piedras preciosas lo complazcan por s� mismos, sino que desea encomendar su gloria a su pueblo, ya que bajo esta figura podr�an entender por qu� todo lo precioso debe ser ofrecido a Dios, ya que es sagrado para �l. Los jud�os, de hecho, tuvieron muchas ceremonias, y gran parte de lo que se llama magn�fico esplendor en la adoraci�n a Dios, y a�n el principio de la adoraci�n espiritual a�n permaneci� entre ellos. Los profanos, mientras inventaban deidades groseras que veneraban seg�n su placer, consideraban una prueba de santidad perfecta, si cantaban maravillosamente, si usaban mucho oro y plata, y si empleaban utensilios llamativos en estos sacrificios. Debo dejar el resto para ma�ana.

Versículo 8

Aunque aqu� no se expresa su intenci�n de acusar a Sadrac, Mesac y Abednego, de este evento deducimos que lo m�s probable es que se haya hecho a prop�sito cuando el rey cre� la imagen dorada. Vemos c�mo se observaron y, como dijimos ayer, Nabucodonosor parece haber seguido la pr�ctica com�n de los reyes. Porque aunque orgullosamente desprecian a Dios, se arman de religi�n para fortalecer su poder y pretenden alentar la adoraci�n a Dios con el �nico prop�sito de retener a las personas en obediencia. Por lo tanto, cuando los jud�os se mezclaron con caldeos y asirios, el rey esperaba encontrarse con muchas diferencias de opini�n, por lo que coloc� la estatua en un lugar famoso a modo de prueba y experimento, si los jud�os adoptar�an los ritos babil�nicos. Mientras tanto, este pasaje nos ense�a c�mo el rey probablemente fue instigado por sus consejeros, ya que estaban indignados por los extra�os que se convirtieron en prefectos de la provincia de Babilonia mientras eran esclavos; porque se hab�an convertido en exiliados por el derecho de la guerra. Desde entonces, los caldeos estaban indignados, la envidia los impuls� a sugerir este consejo al rey. Porque, �c�mo descubrieron de repente que los jud�os no reverenciaban a la estatua, y especialmente a Sadrac, Mesac y Abednego? En verdad, la cosa habla por s� misma. Estos hombres observaron para ver qu� har�an los jud�os y, por lo tanto, podemos determinar f�cilmente c�mo, desde el principio, colocaron la trampa aconsejando al rey que fabricara la estatua. Y cuando acusan tumultuosamente a los jud�os, percibimos c�mo se llenaron de envidia y odio. Se puede decir que estaban inflamados de celos, ya que los hombres supersticiosos desean imponer la misma ley a todos, y luego su crueldad aumenta su pasi�n. Pero la simple rivalidad, como podemos percibir, corrompi� a los caldeos y les hizo acusar clamorosamente a los jud�os.

No est� claro si hablaron de toda la naci�n en general, es decir, de todos los exiliados, o se�alaron solo a esas tres personas. La acusaci�n probablemente se limit� a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Si estos tres pudieran desglosarse, la victoria sobre el resto ser�a f�cil. Pero pocos se pod�an encontrar en toda la gente lo suficientemente resistente como para resistir. Bien podemos creer que estos clameros deseaban atacar a aquellos que sab�an que eran en�rgicos y consistentes m�s all� de todos los dem�s, y tambi�n degradarlos de esos honores que no pod�an soportar que disfrutaran. Se puede preguntar, entonces, �por qu� perdonaron a Daniel, ya que �l nunca consentir�a en disimular adorando la estatua que el rey orden� que se levantara? Debieron haber dejado a Daniel solo por el momento, ya que sab�an que �l estaba a favor de la peluca del rey; pero presentaron cargos contra estos tres, porque podr�an ser oprimidos con muchos menos problemas. Creo que han sido inducidos por esta astucia al no nombrar a Daniel con los otros tres, para que su favor no mitigue la ira del rey. Se agrega la forma de acusaci�n: �Oh rey, vive para siempre! Era el saludo com�n. �T�, oh rey! - esto es enf�tico, como si hubieran dicho: �Has pronunciado este edicto de tu autoridad real, quien oiga el sonido de la trompeta, o el cuerno, el arpa, la pipa, el salterio y otros instrumentos musicales, caer� ante el oro estatua; quien se niegue a hacer esto debe ser arrojado al horno de fuego ardiendo. Pero aqu� hay algunos jud�os que has puesto sobre la administraci�n de la provincia de Babilonia. A�aden esto a trav�s del odio, y al reprobar la ingratitud de los hombres admitidos a tan alto honor y, sin embargo, despreciar la autoridad del rey e inducir a otros a seguir el mismo ejemplo. de falta de respeto. Vemos entonces c�mo se dec�a que esto magnificaba su crimen. El rey los ha puesto sobre la provincia de Babilonia, y sin embargo, estos hombres no adoran la imagen dorada ni adoran a los dioses. Aqu� est� el crimen. Vemos c�mo los caldeos, a lo largo de todo el discurso, condenan a Sadrac, Mesac y Abed-nego de este crimen �nico: una negativa a obedecer el edicto del rey. No entran en disputa sobre su propia religi�n, ya que no habr�a sido adecuado para su prop�sito permitir que se planteara cualquier pregunta sobre la afirmaci�n de que sus propias deidades ten�an que adorar supremamente. Omiten, por lo tanto, todo lo que perciben no les conviene, y se apoderan de esta arma: el rey es tratado con desprecio, porque Sadrac, Mesac y Abed-nego no adoran la imagen como el edicto del rey les orden� que hicieran.

Aqu�, nuevamente, vemos c�mo los supersticiosos no aplican sus mentes a la verdadera investigaci�n de c�mo deben adorar a Dios de manera piadosa y adecuada; pero descuidan este deber y siguen su propia audacia y lujuria. Como, por lo tanto, el Esp�ritu Santo nos presenta tal imprudencia, como en un espejo, aprendamos. que Dios no puede aprobar nuestra adoraci�n a menos que sea ofrecida. arriba con la verdad. Aqu� la autoridad humana es completamente in�til, porque a menos que estemos seguros de que nuestra religi�n es agradable. Dios, cualquier cosa que el hombre pueda hacer por nosotros solo aumentar� nuestra debilidad. Mientras observamos a esos hombres santos acusados ??del crimen de ingratitud y rebeli�n, en estos tiempos no deber�amos estar afligidos por ello. Quienes nos calumnian nos reprochan el desprecio de los edictos de reyes que desean obligarnos por sus errores; pero, como veremos poco a poco, nuestra defensa es obvia y f�cil. Mientras tanto, debemos sufrir esta infamia ante el mundo, como si fu�ramos desobedientes e inmanejables; y con respecto a la ingratitud, incluso si mil hombres malvados nos guiaran con reproches, debemos soportar sus calumnias por el tiempo con paciencia, hasta que el Se�or brille sobre nosotros como el afirmador de nuestra inocencia. Ahora sigue, -

Versículo 13

Esta narraci�n nos asegura claramente, c�mo los reyes consultan solo su propia grandeza mediante una muestra de piedad, cuando reclaman el lugar de sus deidades. Porque parece muy maravilloso que el rey Nabucodonosor insulte a todos los dioses, como si no hubiera poder en el cielo a menos que lo aprobara. �Qu� dios, dice �l, puede arrebatarme de la mano? �Por qu� entonces adoraba a alguna deidad? Simplemente para retener a la gente por un bordillo, y los fuegos para fortalecer su propio poder, sin el m�s m�nimo afecto de piedad en su mente. Al principio, Daniel relata c�mo el rey estaba inflamado de ira. Porque nada es m�s problem�tico para los reyes que ver despreciada su autoridad; desean que todos sean obedientes a s� mismos, incluso cuando sus �rdenes son m�s injustas. Despu�s de que el rey se enfr�a de nuevo, le pregunta a Shadraeh, Meshaeh y Abed-nego, si estaban preparados para adorar a su dios y su imagen dorada. Como se dirige a ellos dudosamente y les da una libre elecci�n, sus palabras implican moderaci�n. Parece liberarlos de toda culpa, si solo se inclinan a s� mismos m�s adelante. Ahora agrega directamente, si no est�n preparados, he aqu� que los arrojar� a un horno de fuego ardiente; y al fin irrumpe en esa blasfemia sacr�lega y terrible: �no hay dios que pueda librar a los santos de su mano!

Vemos, entonces, en la persona de Nabucodonosor, c�mo los reyes se hinchan de orgullo, mientras fingen un celo por la piedad; ya que en realidad ninguna reverencia a Dios los influencia, mientras esperan que todos los hombres obedezcan cada orden. Y as�, como he dicho, m�s bien se sustituyen por Dios, que desean adorarlo y promover su gloria. Este es el significado de las palabras, la estatua que he creado y que he hecho; como si �l hubiera dicho: No se te permite deliberar sobre adorar esta imagen o no; mis �rdenes deber�an ser suficientes para ti. Lo he erigido a prop�sito y con dise�o; era tu deber simplemente obedecerme. Vemos entonces c�mo �l reclama el poder supremo, formando un dios. Nabucodonosor ahora no est� tratando asuntos de pol�tica estatal; �l deseaba la estatua que adoraba como una deidad, porque la hab�a decretado y hab�a promulgado su edicto. Y siempre debemos recordar lo que he mencionado, a saber, este ejemplo de orgullo se nos presenta, para mostrarnos que no nos apeguemos a ninguna religi�n con imprudencia, sino que escuchemos a Dios y dependamos de su autoridad y mandamientos, ya que si escuchamos al hombre, nuestros errores ser�an infinitos. Aunque los reyes son tan orgullosos y feroces, debemos guiarnos por esta regla: nada agrada a Dios sino lo que ha ordenado en su palabra; y el principio de la verdadera piedad es la obediencia que debemos rendirle a �l solo. Con respecto a la blasfemia, demuestra claramente mi afirmaci�n anterior, sin embargo, los reyes expresaron cierto deseo de piedad, sin embargo, desprecian a todas las deidades y no piensan en nada m�s que ensalzar su propia magnificencia. Por lo tanto, trafican en nombre de Dios para atraer mayor reverencia hacia ellos mismos; pero al mismo tiempo, si eligen cambiar sus deidades cien veces al d�a, ning�n sentido de religi�n los obstaculizar�. La religi�n, entonces, no es para los reyes de la tierra sino un pretexto; pero no tienen ni reverencia ni temor de Dios en sus mentes, como lo prueba el lenguaje de este rey profano. Que dios dice �l, claramente no hay Dios. Si alguien responde, habla comparativamente, ya que aqu� defiende la gloria de su propio dios a quien adoraba, todav�a pronuncia esta blasfemia contra todos los dioses, y es impulsado por la intolerable arrogancia y la furia diab�lica. Ahora estamos llegando al punto principal donde Daniel relata la constancia con la que se sometieron a Shadraeh, Meshach y Abed-nego.

Versículo 16

En esta historia es; Es necesario observar con qu� esp�ritu ininterrumpido estos tres hombres santos persistieron en el temor de Dios, aunque sab�an que estaban en peligro de muerte instant�nea. Cuando, por lo tanto, este tipo de muerte fue colocada directamente ante sus ojos, no se apartaron del curso directo, sino que trataron la gloria de Dios de mayor valor que su propia vida, m�s que cien vidas, si tuvieran tantas derramar, y se les hab�a dado la oportunidad. Daniel no relata todas sus palabras, sino solo su importancia, en la cual la virtud no conquistada de ese Esp�ritu Santo, por el cual hab�an sido instruidos, es suficientemente evidente; porque esa denuncia fue ciertamente terrible, cuando el rey dijo: Si no est�s preparado para caer al sonido de la trompeta ante la imagen, todo se acabar� contigo, y ser�s arrojado directamente a un horno de fuego. Cuando el rey se hab�a fulminado tanto, podr�an haber hecho una mueca, como suelen hacer los hombres, ya que la vida es naturalmente querida por nosotros, y un temor a la muerte se apodera de nuestros sentidos. Pero Daniel relata todas estas circunstancias, para asegurarnos de la gran fortaleza de los siervos de Dios cuando son guiados por su Esp�ritu, y no ceden ante amenazas ni sucumben a los terrores. Responden al rey: No necesitamos ninguna deliberaci�n larga. Porque cuando dicen que no les importa, quieren decir con esta palabra, el asunto est� resuelto; tal como Agust�n relata esa frase de Cipriano, (186) cuando los cortesanos lo persuadieron para preservar su vida, porque el emperador lo dedic� con gran renuencia hasta la muerte, cuando aduladores por todos lados lo instaron a redimir su vida por la negaci�n de la piedad, respondi�: �No puede haber deliberaci�n en un asunto tan sagrado! Por lo tanto, esos hombres santos dicen: �No nos importa, no entramos en la consideraci�n de lo que es conveniente o �til, no existe tal cosa! porque debemos resolverlo con nosotros mismos para no ser inducidos por ninguna raz�n a retirarnos de la sincera adoraci�n a Dios.

Si quiere leer, no debemos responderle, el sentido ser� el mismo. Implican que el miedo a la muerte se les present� en vano, porque hab�an determinado y resuelto en sus almas m�s �ntimas, no apartarse ni una pulgada de la adoraci�n verdadera y legal de Dios. Adem�s, aqu� dan una doble raz�n para rechazar la propuesta del rey. Dicen que Dios tiene el poder y la fuerza suficientes para liberarlos; y luego, incluso si deben morir, su vida no tiene tanto valor como para negar a Dios en aras de preservarlo. Por lo tanto, se declaran preparados para morir, si el rey persiste en instar a su deseo de adorar la imagen. Por lo tanto, este pasaje merece la mayor atenci�n. En primer lugar, debemos observar la respuesta, ya que cuando los hombres nos incitan a negar al Dios verdadero debemos cerrar los o�dos y rechazar toda deliberaci�n; porque ya hemos cometido un insulto atroz contra Dios, cuando incluso cuestionamos la conveniencia de desviarse de la pureza de su adoraci�n a trav�s de cualquier impulso o cualquier raz�n. �Y deseo sinceramente que todos observen esto! Cu�n excelente y sorprendente es la gloria de Dios, y c�mo todo deber�a ceder ante ella, siempre que exista el peligro de que se vea disminuida u ocultada. Pero en este d�a, esta falacia enga�a a la multitud, ya que piensan que es legal debatir si es permisible desviar la verdadera adoraci�n de Dios por un tiempo, siempre que cualquier utilidad se presente en el lado opuesto. Al igual que en nuestros d�as, vemos c�mo los hip�critas, de los cuales el mundo est� lleno, tienen pretextos mediante los cuales ocultan sus delitos, cuando adoran a los �dolos con los imp�os, o niegan en un momento abiertamente, y en otro oblicuamente, la verdadera piedad . "�Oh! �que puede pasar? - tal dir� - �de qu� valor es la consistencia? Veo alguna ventaja evidente si solo puedo disimular un poco y no traicionar lo que soy. �La ingenuidad es perjudicial no solo para m� en privado, sino para todos a mi alrededor! Si un rey no tiene ninguno a su alrededor que se esfuerce por apaciguar su ira, los malvados dar�an paso a sus pasiones, y por su mayor licencia lo llevar�an al extremo de la crueldad. Por lo tanto, es mejor tener algunos mediadores de guardia para observar si los malvados est�n planeando algo. Por lo tanto, si no pueden abiertamente, pueden evitar encubiertamente el peligro de las cabezas de los piadosos. Por un razonamiento como este, piensan que pueden satisfacer a Dios. Como si Shadraeh, Meshaeh y Abed-nego no tuvieran la misma excusa; como si no se les ocurriera el siguiente pensamiento: ��He aqu�! estamos armados con alg�n poder a favor de nuestros hermanos; �Ahora qu� barbaridad, qu� crueldad se ejercer� contra ellos, si los enemigos de la religi�n que profesan nos suceden? En la medida de lo posible, derrocar�n y borrar�n nuestra raza y el recuerdo de la piedad. �No es mejor para nosotros ceder ante la tiran�a y el edicto violento del rey que dejar nuestros lugares vac�os? que ocupar� furiosamente el adi�s, que destruir� por completo nuestra miserable raza que ahora est� terriblemente oprimida ". Shadraeh, Meshaeh y Abed-nego podr�an, digo, reunir todas estas pretensiones y excusas para paliar su perfidia si hubieran doblado la rodilla ante la imagen dorada para evitar el peligro; pero no actuaron as�. Por lo tanto, como ya he dicho, Dios retiene todos sus derechos cuando se mantiene su adoraci�n sin la menor duda, y estamos completamente persuadidos de que nada es tan importante como para que sea legal y correcto desviarse de esa profesi�n, cuya palabra tanto demandas y exactos.

En general, esa seguridad que deber�a confirmar a los piadosos en la adoraci�n de Dios se opone aqu� a todos esos consejos tortuosos y equivocados que adoptan algunos hombres y, por lo tanto, por el bien de vivir, pierden la vida misma, de acuerdo con el sentimiento de incluso un poeta profano. �Para qu� sirve la vida, excepto para servir la gloria de Dios? pero perdemos ese objeto en la vida por el bien de la vida misma, es decir, al desear vivir enteramente para el; �mundo, perdemos el prop�sito mismo de vivir! Por lo tanto, Daniel se opone a la simplicidad que debe marcar a los hijos de Dios a todas esas excusas que los disidentes inventan con el objetivo de ocultar su maldad con una cubierta. No estamos ansiosos, dicen ellos, y �por qu� no? Porque ya hemos determinado que la gloria de Dios tiene m�s consecuencias que mil vidas, y la satisfacci�n de mil sentidos. Por lo tanto, cuando florezca esta magnanimidad, desaparecer�n todas las dudas, y aquellos que son llamados a incurrir en peligro a trav�s de su testimonio de la verdad nunca necesitan preocuparse; porque, como dije antes, sus o�dos est�n cerrados a todas las tentaciones de Satan�s.

Versículo 17

Y cuando agregan: Dios es lo suficientemente poderoso como para preservarnos; y si no, estamos preparados para la muerte, nos se�alan lo que deber�a elevar nuestras mentes sobre todas las pruebas, a saber, la preciosidad de nuestra vida a la vista de Dios, ya que �l puede liberarnos si lo desea. Dado que, por lo tanto, tenemos suficiente protecci�n en Dios, no pensemos en ning�n m�todo para preservar nuestra vida mejor que lanzarnos por completo a su protecci�n y echarle todas nuestras preocupaciones. Y en cuanto a la segunda cl�usula, debemos se�alar esto, incluso si el Se�or deseara magnificar su propia gloria con nuestra muerte, deber�amos ofrecer esto como un sacrificio legal; y la piedad sincera no florece en nuestros corazones a menos que nuestras mentes est�n siempre preparadas para hacer este sacrificio. Por lo tanto, quer�a comentar estas cosas en breve ahora, y con el permiso de Dios, las explicar� completamente ma�ana.

Versículo 18

NOSOTROS dijimos ayer que la constancia de Sadrac, Mesac y Abed-nego se bas� en estas dos razones: -Su cierta persuasi�n de que Dios era el guardi�n de su vida, y los liberar�a de la muerte actual por su poder si fuera �til. . Y tambi�n su determinaci�n de morir con valent�a y sin miedo, si Dios desea que se ofrezca tal sacrificio. Lo que Daniel relata de estos tres hombres nos pertenece a todos. Por lo tanto, podemos reunir esta instrucci�n general. Cuando nuestro peligro por el bien de la verdad es inminente, debemos aprender a poner nuestra vida en las manos de Dios, y luego dedicarnos valiente y valientemente a la muerte. En cuanto al primer punto, la experiencia nos ense�a cu�ntos se apartan de Dios y de la profesi�n de fe, ya que no sienten confianza en el poder de Dios para liberarlos. Puede decirse con la verdad de todos nosotros: Dios nos cuida, ya que nuestra vida est� puesta en su mano y voluntad; pero apenas uno de cada cien tiene esto profundamente y seguramente fijo en su coraz�n, ya que cada uno toma su propia forma de preservar su vida, como si no hubiera virtud en Dios. Por lo tanto, ha logrado cierta habilidad en la palabra de Dios que ha aprendido a poner su vida al cuidado de Dios y a considerarla segura bajo su protecci�n. Si ha progresado hasta el momento, puede estar en peligro cien veces, pero nunca dudar� en seguirlo cuando lo llamen. Este sentimiento lo libera de todo temor y temblor, ya que Dios puede liberar a sus siervos de mil muertes, como se dice en el Salmo, (Salmo 68:20). Los asuntos de la muerte est�n en su poder. Porque la muerte parece consumir todas las cosas; pero Dios le arrebata el remolino a quien quiere. Por lo tanto, esta persuasi�n deber�a inspirarnos con constancia firme e inexpugnable, ya que es necesario para aquellos que depositan todo el cuidado de su vida y seguridad en Dios, estar completamente conscientes e indudablemente seguros de que Dios defender� una buena causa. Y esto tambi�n se expresa en estas palabras de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Contemplad a nuestro Dios a quien adoramos. Dios verdadero, y trabajo por la defensa de la piedad. Porque esta es la diferencia entre m�rtires y malhechores, que a menudo se ven obligados a sufrir la pena de su locura por intentar derrocar todas las cosas. Vemos, de hecho, la mayor�a sacudida por su propia intemperancia. Si sufren castigo, no deben ser contados entre los m�rtires de Dios; porque, como dice Agust�n, el m�rtir est� hecho por su causa y no por su castigo. De ah� el peso de estas palabras, cuando estos tres hombres dan fe de su adoraci�n a Dios, ya que de esta manera se jactan de su poder de soportar cualquier peligro urgente, no precipitadamente, sino solo con el apoyo de la adoraci�n segura de Dios. Ahora llego al segundo punto.

Si Dios no est� dispuesto a librarnos de la muerte, s� que eres t�, oh rey, no adoraremos a tus dioses, dije antes que nada, deber�amos estar constantemente preparados para enfrentar cada conflicto, comprometer nuestra vida a su cargo, a someterse a su voluntad y mano, y a la protecci�n de su custodia. Pero el deseo de esta vida terrenal y desvanecida no deber�a; retener su dominio sobre nosotros y obstaculizarnos de la libre y sincera confesi�n de la verdad. Porque la gloria de Dios deber�a ser m�s preciosa para nosotros que cien vidas. Por lo tanto, no podemos ser testigos de Dios sin dejar de lado todo deseo de esta vida, y al menos preferir la gloria de Dios. Mientras tanto, debemos hacerlo. comente la imposibilidad de hacer esto, sin la esperanza de una vida mejor que nos atraiga hacia s� mismo. Porque donde no hay promesa de ninguna herencia eterna implantada en nuestros corazones, nosotros. nunca ser� arrancado de este mundo. Naturalmente deseamos la existencia, y ese sentimiento no puede ser erradicado, a menos que la fe lo supere; como dice Pablo: No es que quisi�ramos estar desnudos, sino vestidos. ( 2 Corintios 5:4.) Pablo confiesa que los hombres no pueden ser inducidos naturalmente a desear la salida del mundo, a menos que, como hemos dicho, a trav�s del poder de la fe. Pero cuando entendemos que nuestra herencia es estar en el cielo, mientras somos extra�os en la tierra, entonces posponemos ese apego a la vida de este mundo al que estamos demasiado dedicados.

Estos son los dos puntos que preparan a los hijos de Dios para el martirio, y eliminan las dudas en cuanto a ofrecer su vida en sacrificio a Dios. Primero, si est�n persuadidos de que Dios es el protector de sus vidas y ciertamente los liberar� si fuera conveniente; y en segundo lugar, cuando viven por encima del mundo y aspiran a la esperanza de la vida eterna en el cielo, mientras est�n preparados para renunciar al mundo. Esta magnanimidad se debe remarcar en su idioma, cuando dicen: Oh rey, que sepas que no adoramos a tus dioses ni adoramos la estatua que has erigido aqu�. Ellos acusan indirectamente al rey de discutir demasiado. para s� mismo, y de desear que la religi�n se mantenga firme o caiga por su propia voluntad. Has erigido la estatua, pero tu autoridad no tiene importancia para nosotros, ya que sabemos que es una deidad ficticia cuya imagen nos deseas adorar. El Dios a quien adoramos se nos ha revelado. Sabemos que es el hacedor del cielo y de la tierra, que ha redimido a nuestros padres de Egipto y que tiene la intenci�n de castigarnos al llevarnos al exilio. Dado que, por lo tanto, tenemos una base s�lida para nuestra fe, por lo tanto, consideramos que tus dioses y tu influencia no tienen valor. Sigue:

Versículo 19

Aqu� en; A primera vista, Dios parece abandonar a sus siervos, ya que no los ayuda abiertamente. El rey ordena que sean arrojados a un horno de fuego: no les aparece ninguna ayuda del cielo. Esta fue una prueba viva y notablemente eficaz de su fidelidad. Pero estaban preparados, como hemos visto, para soportar todo. Estas respuestas audaces no fueron motivadas simplemente por su confianza en la ayuda inmediata de Dios, sino por la determinaci�n de morir; Como una vida mejor ocupaba sus pensamientos, sacrificaron voluntariamente la vida actual. Por lo tanto, no estaban asustados por esta terrible orden del rey, sino que siguieron su curso, someti�ndose sin temor a la muerte para adorar a Dios. No se les abri� una tercera v�a, cuando se les concedi� la opci�n de someterse a la muerte o apostatar del Dios verdadero. Con este ejemplo, se nos ense�a a meditar en nuestra vida inmortal en tiempos de tranquilidad, de modo que si Dios quiere, no dudemos en exponer nuestras almas mediante la confesi�n de la verdadera fe. Porque somos tan t�midos cuando somos atacados por la calamidad, nos asustamos con miedo y letargo, y luego, cuando no nos apremia ninguna urgencia, simulamos una falsa seguridad. Cuando se nos permite estar a gusto, debemos aplicar nuestras mentes a la meditaci�n sobre una vida futura, para que este mundo se vuelva barato para nosotros, y podamos estar preparados cuando sea necesario para derramar nuestra sangre en testimonio de la verdad. Y esta narraci�n no se presenta ante nosotros simplemente para llevarnos a admirar y celebrar el coraje de estos tres santos, sino que se nos propone su constancia como un ejemplo de imitaci�n.

Con referencia al rey Nabucodonosor, Daniel muestra aqu�, como en un vaso, el orgullo y la arrogancia de los reyes cuando encuentran que sus decretos son desobedecidos. Seguramente una mente de hierro deber�a debilitarse con la respuesta que acabamos de narrar, al escuchar a Sadrac, Mesac y Abed-nego comprometiendo sus vidas con Dios; pero cuando escuch� que no pod�an apartarse de su fidelidad por el miedo a la muerte, su ira solo aument�. Al considerar esta furia, debemos tener en cuenta el poder de Satan�s para apoderarse y ocupar las mentes de los hombres. Porque no hay moderaci�n en ellos, incluso si muestran una gran y notable esperanza de virtudes, porque, como hemos visto, Nabucodonosor estaba dotado de muchas virtudes; pero cuando Satan�s lo acos�, no discernimos nada m�s que crueldad y barbarie. Mientras tanto, recordemos cu�n agradable es nuestra constancia para Dios, aunque no produzca ning�n fruto inmediato ante el mundo. Para muchos disfrutar del placer al pensar que ser�an imprudentes al dedicarse a la muerte, sin ninguna utilidad aparente. Y con este pretexto, se excusan de no competir m�s audazmente por la gloria de Dios, suponiendo que perder�an su trabajo y su muerte ser�a infructuosa. Pero escuchamos lo que Cristo pronuncia, a saber, este sacrificio es agradable a Dios, cuando morimos por el testimonio de la doctrina celestial, aunque la generaci�n ante la cual damos testimonio del nombre de Dios es ad�ltera y perversa, incluso endurecida por nuestra constancia. . ( Mateo 5:11, y Mateo 10:32, y Marco 8:38.)

Y este ejemplo se presenta aqu� ante nosotros en estos tres hombres santos; porque, aunque Nabucodonosor estaba m�s inflamado por la libertad de su confesi�n, a�n eso; la libertad agrad� a Dios, y no se arrepintieron de ella, aunque no discernieron el fruto de su constancia que deseaban. El Profeta tambi�n expresa esta circunstancia para demostrar la furia del rey, ya que orden� que el horno se calentara siete veces m�s que antes; y luego, eligi� de sus propios sirvientes el m�s fuerte de todos para atar a estos hombres santos y arrojarlos al horno de fuego

Pero del resultado es muy evidente, que esto no ocurri� sin el impulso secreto de Dios; porque el diablo a veces arrojar� descr�dito sobre un milagro, a menos que se eliminen todas las dudas. Como, por lo tanto, el rey orden� que el horno se calentara siete veces m�s que antes, luego, cuando eligi� a los asistentes m�s fuertes y les orden� que lo siguieran, Dios elimin� todas las dudas al liberar a sus sirvientes, porque la luz emerge m�s claramente de la oscuridad, cuando Satan�s intenta cerrarlo. As�, Dios est� acostumbrado a frustrar a los imp�os; y cuanto m�s imp�os se oponen a su gloria, m�s hace que su honor y doctrina sean visibles. De la misma manera, Daniel aqu� pinta, como en una imagen, c�mo el Rey Nabucodonosor no pas� nada por alto, cuando quiso infundir terror en las mentes de todos los jud�os con este cruel castigo. Y, sin embargo, no obtuvo nada m�s por sus planes que una ilustraci�n m�s clara del poder y la gracia de Dios hacia sus siervos. Ahora sigue: -

Versículo 21

Aqu� Daniel relata el milagro por el cual Dios liber� a sus siervos. Tiene dos partes: primero, estos tres hombres santos caminaron intactos en medio de la llama; y los fuegos consumieron a aquellos sirvientes que los orientaron hacia el horno. El Profeta enumera diligentemente todo lo que tiende a probar el poder de Dios. �l dice que, dado que la orden del rey era urgente, es decir, dado que el rey orden� con tanta ira que se calentara el horno, las llamas devoran a los hombres que ejecutaron sus �rdenes. Para en Job, ( Job 18:5,) ????, shebib, significa "chispa", o el extremo de una llama. El sentido del Profeta no es en absoluto oscuro, ya que el extremo de la llama consumi� a esos fuertes asistentes jugando a su alrededor, mientras que Shadrach, Meshach y Abed-nego caminaron a trav�s del combustible en el fuego y la llama. No estaban en el extremo de la llama; porque es como si el Profeta hubiera dicho: los esclavos del rey fueron consumidos por el humo mismo, y el fuego no tuvo el m�s m�nimo efecto sobre los siervos de Dios. Por lo tanto, dice, estos tres cayeron en el horno de fuego Al decir que cayeron, significa que no pod�an cuidarse a s� mismos o intentar escapar; porque agrega, estaban atados. Al principio, esto podr�a sofocarlos naturalmente, hasta que se consumieran de inmediato; pero permanecieron intactos, y luego caminaron sueltos por el horno. Por la presente vemos cu�n llamativo era el poder de Dios y c�mo ninguna falsedad de Satan�s podr�a ocultarlo. Y luego, cuando los mismos puntos de la llama, o las chispas de fuego, devoran a los sirvientes, aqu� nuevamente se demuestra que el hecho es de Dios. Mientras tanto, el resultado de la historia es la preservaci�n de estos tres hombres santos, sorprendentemente m�s all� de sus expectativas.

Este ejemplo se nos presenta para mostrarnos c�mo nada puede ser m�s seguro que hacer de Dios el guardi�n y protector de nuestra vida. Porque no debemos esperar ser preservados de todo peligro porque vemos a esos hombres santos liberados; porque deber�amos esperar la liberaci�n de la muerte, si es �til, y sin embargo no debemos dudar en encontrarla sin temor, si Dios as� lo desea. Pero debemos deducir de nuestra narrativa actual la suficiencia de la protecci�n de Dios, si �l desea prolongar nuestras vidas, ya que sabemos que nuestra vida es preciosa para �l; y est� totalmente en su poder, ya sea para arrebatarnos del peligro o para retirarnos a una mejor existencia, seg�n su placer. Tenemos un ejemplo de esto en el caso de Peter; porque un d�a lo sacaron de la c�rcel y al d�a siguiente lo mataron. Incluso entonces, Dios mostr� su cuidado por la vida de su siervo, aunque Pedro finalmente sufri� la muerte. �C�mo es eso? Porque hab�a terminado su curso. Por lo tanto, con la frecuencia que Dios quiera, ejercer� su poder para preservarnos; Si �l nos lleva a la muerte, debemos estar seguros de que es mejor para nosotros morir, y perjudicial para nosotros disfrutar de la vida por m�s tiempo. Esta es la sustancia de la instrucci�n que podemos recibir de esta narraci�n. Ahora sigue: -

Versículo 24

Aqu� Daniel relata c�mo el poder de Dios se manifest� a los profanos, tanto al rey como a sus cortesanos, quienes hab�an conspirado por la muerte de estos hombres santos. �l dice, entonces, que el rey tembl� ante ese milagro; Como Dios a menudo obliga a los imp�os a reconocer su poder, y cuando se estupidecen y endurecen todos sus sentidos, se ven obligados a sentir el poder de Dios, lo quieran o no. Daniel muestra c�mo le sucedi� esto al rey Nabucodonosor. Tembl�, dice �l, se levant� r�pidamente y dijo a sus compa�eros: �No arrojamos a tres hombres atados al fuego? Cuando dicen: Es as�, Nabucodonosor fue indudablemente impulsado por un impulso Divino y un instinto secreto, a preguntar a sus compa�eros para extraerles esta confesi�n. Porque Nabucodonosor pod�a acercarse f�cilmente al horno, pero Dios deseaba extraer esta confesi�n de sus enemigos, para que tanto ellos como el rey permitieran que el rescate de Sadrac, Mesac y Abed-nego no procediera de ning�n medio terrenal, sino del admirable y extraordinario poder de Dios. Podemos se�alar aqu�, c�mo los imp�os son testigos del poder de Dios, no voluntariamente, sino porque Dios puso esta pregunta en la boca del rey, y tambi�n en la suya, no permiti�ndoles escapar o apartarse de la confesi�n de la verdad. Pero Nabucodonosor dice que cuatro hombres caminaron en el fuego, y la cara del cuarto es como el hijo de un dios. Sin duda, Dios envi� a uno de sus �ngeles para que apoye con su presencia las mentes de sus santos, para que no se desmayen. Verdaderamente fue un espect�culo formidable ver el horno tan caliente y ser arrojado a �l. Con este consuelo, Dios deseaba calmar su ansiedad y suavizar su dolor, agregando un �ngel como su compa�ero. Sabemos cu�ntos �ngeles han sido enviados a un hombre, mientras leemos de Eliseo. ( 2 Reyes 6:15.) Y existe esta regla general: �l, ha dado a sus �ngeles la carga sobre ti, para protegerte en todos los sentidos; y tambi�n, Los campamentos de �ngeles son sobre aquellos que temen a Dios. (Salmo 91:11, y Salmo 34:7.) Esto, de hecho, se cumple especialmente en Cristo; pero se extiende a todo el cuerpo, y a cada miembro de la Iglesia, porque Dios tiene sus propias huestes para servirlo. Pero volvemos a leer c�mo a menudo se enviaba un �ngel a toda una naci�n. Dios en verdad no necesita a sus �ngeles, mientras usa su ayuda en condescendencia a nuestras enfermedades. Y cuando no consideramos su poder tan alto como deber�amos, interpone a sus �ngeles para eliminar nuestras dudas, como hemos dicho anteriormente. Un solo �ngel fue enviado a estos tres hombres; Nabucodonosor lo llama hijo de Dios; no porque �l pensara que �l era Cristo, sino seg�n la opini�n com�n entre todas las personas, que los �ngeles son hijos de Dios, ya que cierta divinidad resplandece en ellos; y por eso llaman a los �ngeles generalmente hijos de Dios. Seg�n esta costumbre habitual, dice Nabucodonosor, el cuarto hombre es como el hijo de un dios. Porque no pod�a reconocer al Hijo unig�nito de Dios, ya que, como ya hemos visto, estaba cegado por tantos errores depravados. Y si alguien dijera que fue entusiasmo, esto ser�a forzado y fr�gido. Esta simplicidad, entonces, ser� suficiente para nosotros, ya que Nabucodonosor habl� de la manera habitual, ya que uno de los �ngeles fue enviado a esos tres hombres, ya que, como he dicho, era costumbre llamar a los �ngeles hijos de Dios. La Escritura as� habla (Salmo 89:6 y en otros lugares), pero Dios nunca sufri� que la verdad quedara tan enterrada en el mundo como para no dejar una semilla de sana doctrina, al menos como un testimonio de lo profano, y para hacerlos m�s inexcusables, como trataremos m�s detenidamente en la pr�xima conferencia. (194)

Versículo 26

AQU� se describe un cambio repentino en el estado de �nimo de este rey cruel y orgulloso. Ya hemos visto cu�n confiadamente extrajo la adoraci�n de los siervos de Dios, y cuando los vio desobedientes a su orden, cu�n poderosamente se enfureci� contra ellos. Ahora Daniel muestra cu�n poco tiempo este orgullo fue sometido y esta crueldad aplacada; pero debemos se�alar que el rey no se cambi� tanto como para poner su disposici�n y sus modales. Porque cuando fue tocado con este milagro presente, le dio a Dios la gloria, pero solo por un momento; y aun as� no volvi� a la sabidur�a. No podemos prestar demasiada atenci�n a ejemplos de este tipo, ya que muchos estiman los caracteres de otros a partir de una sola acci�n. Pero los peores despreciadores de Dios pueden someterse a �l por un corto tiempo, no solo fingiendo hacerlo ante los hombres, sino con verdadera seriedad, ya que Dios los obliga por su poder, pero mientras tanto conservan su orgullo y ferocidad dentro de sus senos. De este tipo, entonces, fue la conversi�n del rey Nabucodonosor. Porque cuando estaba asombrado por el milagro, ya no pod�a resistir al Todopoderoso, segu�a siendo inconsistente, como veremos m�s adelante. Tambi�n podemos notar c�mo los imp�os, que no son regenerados por el Esp�ritu de Dios, a menudo son impulsados ??a adorar a Dios; pero esto es solo temporal, y este tenor equitativo nunca permanece durante toda su vida. Pero cuando Dios renueva los suyos, se compromete a gobernarlos hasta el final; los anima a perseverar y los confirma con su Esp�ritu.

Debemos se�alar aqu� c�mo la gloria de Dios se ilustra con esta conversi�n temporal y desaparecida de los reprobados; porque, lo hagan o no, sin embargo, ceden ante Dios por un tiempo, y as� se reconoce la grandeza de su poder. Dios, por lo tanto, convierte un evento que no aprovecha a los reprobados para su propia gloria, y al mismo tiempo los castiga m�s severamente. La conducta de Nabucodonosor fue menos excusable despu�s de haber reconocido al Dios de Israel como el Dios supremo y �nico, y luego recaer en sus antiguas supersticiones. �l dice, por lo tanto, se acerc� a la puerta del horno y habl� as�: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios supremo, vengan y vengan aqu�. Poco tiempo antes, dese� su propia estatua. ser adorado, y su propio nombre ser estimado como el �nico en el cielo y la tierra, ya que esto le agradaba. Luego vimos c�mo reclamaba el derecho de someter la religi�n y la adoraci�n de Dios a su propia voluntad y lujuria; pero ahora, como si fuera un hombre nuevo, �llama a Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios m�s alto! �Qu� lugar, entonces, le quedaba a �l y a todos los caldeos? �C�mo pod�an adorar ahora a esos dioses e �dolos ficticios que hab�an fabricado? Pero Dios extrajo estas palabras del rey orgulloso y cruel, como cuando los criminales se ve�an obligados, por torturas, a decir lo que de otra manera rechazar�an. As�, Nabucodonosor confes� que Dios era el Dios m�s alto de Israel, como si hubiera sido torturado, pero no por su propia voluntad, o en un estado mental compuesto. �l no finge esto ante los hombres, como he dicho; pero su mente no era pura ni perfecta, ya que estaba en un fermento con esta conmoci�n temporal. Y esto tambi�n debe agregarse: el instinto fue bastante violento; que voluntario

Daniel luego relata: �Sus compa�eros salieron del medio del fuego. Con estas palabras, �l confirma nuevamente el milagro; porque Dios pod�a extinguir el fuego del horno, pero deseaba que se quemara a la vista de todos, para que el poder de esta liberaci�n fuera m�s visible. Mientras tanto, debemos notar a los tres hombres caminando en el horno, hasta que el rey les orden� que salieran, porque Dios no hab�a dado ninguna orden. Se vieron perfectamente seguros y. sonido en medio del horno; estaban contentos con el beneficio actual de Dios, pero aun as� no ten�an salida libre, hasta que fueron alcanzados por la voz del rey. Como cuando No�, en el arca, vio seguridad preparada para �l en esa tumba, sin embargo, no intent� nada hasta que se le orden� salir. ( G�nesis 8:16.) As� tambi�n Daniel afirma que sus compa�eros no salieron del horno hasta que el rey les orden�. Luego, finalmente entendieron c�mo lo que hab�an escuchado del rey era agradable a Dios; no porque fuera un profeta o maestro, sino porque fueron arrojados al horno por su orden. As� tambi�n, cuando los recuerda, saben que debe llegar el final de su cruz, y as� pasan de la muerte a la vida. Sigue -

Versículo 27

Daniel relata c�mo se reunieron los s�trapas con los l�deres, prefectos y consejeros del rey. La reuni�n fue simplemente una colecci�n de n�meros, y si deliberaron sobre algo importante, todos estuvieron de acuerdo. Y esto confirma el milagro, ya que si hubieran quedado estupefactos, �c�mo podr�a proponerse el gran poder de Dios a los ojos de los ciegos? Aunque estaban tan asombrados, no eran completamente tontos, y Daniel lo implica al decir que se reunieron juntos. Despu�s de haber discutido el asunto, dice, llegaron a contemplar ese esp�cimen del incre�ble poder de Dios. Luego enumera muchas razones, que muestran claramente que estos tres hombres no han sido preservados por ning�n otro medio que no sea la buena voluntad singular de Dios. �l dice: el fuego no ten�a poder sobre sus cuerpos entonces, un pelo de su cabeza no se quem� en tercer lugar, sus vestimentas no cambiaron por �ltimo, el olor del fuego no hab�a penetrado en s� mismos ni en sus prendas. Expresa m�s por la palabra olor que si �l simplemente hab�a dicho: el fuego no hab�a penetrado. Porque el fuego debe consumir y quemar naturalmente todo lo que se le presente; pero cuando ni siquiera el olor a fuego ha pasado sobre ninguna sustancia, el milagro es m�s notorio. Ahora, entendemos la intenci�n del Profeta. En general, muestra c�mo el beneficio de la libertad no fue peque�o, ya que Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del horno. Adem�s, estos s�trapas, prefectos y. gobernadores, fueron testigos del poder de Dios. Su testimonio ser�a el m�s valioso, como lo fueron todos los jud�os, espectadores de esta gracia de Dios, que incluso ellos apenas cre�an. Pero dado que estos hombres eran claramente y profesamente enemigos de la verdadera piedad, hubieran ocultado el milagro voluntariamente, si hubiera estado en su poder. Pero Dios los atrae contra sus voluntades, y los obliga a ser testigos oculares, y por lo tanto est�n obligados a confesar lo que no puede ser en lo m�s m�nimo dudoso. Sigue-

Versículo 28

Esto, de hecho, no es una confesi�n com�n, pero el evento demostr� cu�n repentinamente fue impulsado el Rey Nabucodonosor por impulso, sin tener, la ra�z viva del temor de Dios en su coraz�n. Y repito esto nuevamente, para mostrar que el arrepentimiento no consiste en una o dos obras, sino en perseverancia, como dice Pablo:

"Si vives en el Esp�ritu, camina tambi�n en el Esp�ritu". ( G�latas 5:25.)

Aqu� �l requiere constancia en los fieles, por lo cual ellos pueden mostrarse para ser verdaderamente nacidos de nuevo por el Esp�ritu de Dios. Nabucodonosor celebr� al Dios de Israel como inspirado por un entusiasmo, pero al mismo tiempo mezcl� a sus �dolos con el Dios verdadero, de modo que no hab�a sinceridad en �l. Entonces, cuando los imp�os sienten el poder de Dios, no se atreven a proceder con obstinaci�n contra �l, sino que desean apaciguarlo con un falso arrepentimiento, sin posponer su disposici�n natural. Por lo tanto, f�cilmente concluimos que Nabucodonosor es siempre el mismo, aunque Dios extrajo de �l esta confesi�n: �Bendito, dice �l, ser el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego! �Por qu� no habla m�s bien de �l como su propio Dios? Esto puede ser excusado, si realmente se hubiera dedicado al Dios de Israel, y abjurado de sus antiguas supersticiones. Como no act�a as�, su confesi�n no tiene valor; no porque quisiera obtener el favor o la buena opini�n de los hombres por lo que dijo, sino que se enga�� a s� mismo a la manera de los hip�critas. �l pronuncia que el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego sean bendecidos si realmente sinti� esto, al mismo tiempo debe maldecir a sus �dolos, porque la gloria del �nico Dios verdadero no puede ser ensalzada sin que todos los �dolos se reduzcan a nada . Porque, �c�mo puede existir la alabanza de Dios sin que sea �nicamente visible? Si alguna otra deidad se opone a �l, su majestad ya est� enterrada en completa oscuridad. Por lo tanto, podemos deducir que Nabucodonosor no fue tocado con verdadero arrepentimiento cuando bendijo al Dios de Israel. �l agrega: Qui�n envi� a su �ngel y entreg� a sus sirvientes. Aqu� Daniel muestra m�s claramente la ausencia de conversi�n en Nabucodonosor, y su incapacidad para abrazar al Dios de Israel y adorarlo con un sonido y una completa rendici�n de sus afectos. �Porque? Porque la piedad siempre se basa en el conocimiento del Dios verdadero, y esto requiere instrucci�n. Nabucodonosor sab�a que el Dios de Israel era majestuoso por la demostraci�n de su poder, porque ten�a un espect�culo tal que no pod�a despreciar, si lo deseaba. Aqu� confiesa que el Dios de Israel era poderoso, ya que se lo ense�� por un milagro; pero esto, como te he recordado, no es suficiente para una piedad s�lida, a menos que se agregue instrucci�n, y ocupa el primer lugar. De hecho, permito que los milagros preparen a los hombres para creer, pero si los milagros solo ocurrieron sin el conocimiento de que Dios fue agregado de su Palabra, la fe desaparecer�, como el ejemplo suficientemente notable aqu� nos presenta. Consideramos que la fe de Nabucodonosor es moment�nea, porque aunque sus sentidos estaban fijos en el milagro, estaba contento con el espect�culo, sin indagar en el car�cter del Dios de Israel y en el cumplimiento de su ley. No estaba ansioso por un mediador; por lo tanto, descuid� el punto principal de la piedad y se aferr� precipitadamente a una parte de ella. Observamos claramente esto en muchos hombres profanos, porque Dios a menudo los humilla, para inducirlos suplicantemente a volar a �l por seguridad; pero mientras tanto, permanecen perplejos por sus propios sentidos; No niegan sus propias supersticiones, ni consideran la verdadera adoraci�n a Dios. Para probar nuestra obediencia a Dios, debemos mantener este principio; nada le agrada a �l que no brota de la fe. ( Romanos 14:23.) Pero la fe no puede ser adquirida por ning�n milagro, ni por ninguna percepci�n del poder Divino; requiere instrucci�n tambi�n. Los milagros solo sirven para la preparaci�n para la piedad o para su confirmaci�n; no pueden por s� mismos traer hombres para adorar al Dios verdadero. Esto es realmente sorprendente, cuando un rey profano dice que el �ngel fue enviado por Dios.

Es suficientemente evidente por los escritos paganos que siempre se supo algo sobre los �ngeles. Esto fue, por as� decirlo, una especie de anticipaci�n y persuasi�n previa, ya que todas las personas est�n convencidas de que los �ngeles existen, por lo que ten�an una idea de los �ngeles, aunque solo una parcial. Porque, hace poco tiempo, Daniel dijo que la cuarta aparici�n en el horno fue llamada por el rey de Babilonia "hijo de un dios", entonces, como ya lo he explicado, Nabucodonosor profes� cierta creencia en los �ngeles. Ahora dice m�s expresamente, Dios envi� a su �ngel. Como los �ngeles pagan suministros para los elegidos y los fieles, trato el tema aqu�, pero en breve, ya que no tengo la costumbre de pensar en pasajes ordinarios. Es suficiente para el presente pasaje mostrar c�mo los imp�os, que no han aprendido nada de Dios mismo o de la piedad en general, todav�a estaban imbuidos de estos principios, ya que Dios est� acostumbrado a usar la ayuda de los �ngeles para preservar a su pueblo. Por esta raz�n, Nabucodonosor dice ahora; Dios envi� al �ngel para liberar a sus siervos. Luego, agrega, quien confi� en �l; y esto es digno de menci�n, ya que se agrega como una raz�n por la cual estos tres hombres fueron tan maravillosamente preservados, al depositar todas sus esperanzas en Dios. Aunque Nabucodonosor era muy parecido a un tronco o una piedra en relaci�n con la doctrina de la fe, Dios deseaba, por medio de esta piedra y un tronco, instruirnos, inspirarnos con verg�enza y reprendernos de incredulidad, ya que no podemos conformar nuestras vidas a su voluntad y abordar todos los peligros audazmente, siempre que sea necesario. Porque si estamos completamente persuadidos de que Dios es el guardi�n de nuestra vida, seguramente ninguna amenaza, ni terrores, ni la muerte misma, nos impedir�n perseverar en nuestro deber. Pero la desconfianza es la causa de la pereza, y cada vez que nos desviamos de un curso directo, privamos a Dios de su honor, convirti�ndonos en rebeldes, mientras que algunos que quieren fe se traicionan y son palpablemente aparentes. Por lo tanto, aprendamos, si deseamos que nuestra vida est� protegida por la mano de Dios, a comprometernos por completo con �l, ya que �l nunca nos decepcionar� cuando confiemos en �l. Vimos cu�n dudosos sobre el evento fueron Sadrac, Mesac y Abed-nego; pero su duda no disminuy� su esperanza y confianza. Fueron colocados en esta alternativa: o Dios nos sacar� del horno de rito o, si debemos morir, nos preservar� para un mejor estado y nos reunir� en su reino. Aunque no se atrevieron a persuadirse a s� mismos de que �l los notar�a, volvieron a depositar sus vidas en la mano y al cuidado de Dios. Por lo tanto, Nabucodonosor los felicit� merecidamente cuando dijo: `` Confiaron en su Dios, y luego, cambiaron el edicto del rey, es decir, lo redujeron a nada y lo abrogaron, porque estaban dotados de mayor poder. Para quien descansa en Dios, f�cilmente desprecia a toda la humanidad, y todo lo que es elevado y magn�fico en el mundo. Y este contexto es digno de observaci�n, ya que la fe se debe poner como base, y luego se debe agregar fortaleza y constancia, con las cuales se dotaron a Sadrac, Mesac y Abed-nego; porque cualquiera que descansa sobre Dios nunca puede ser apartado del cumplimiento de su deber; y sin importar los numerosos impedimentos que puedan ocurrir, ser� llevado en el aire en las alas de su confianza. El que sabe que Dios est� de su lado, ser� superior al mundo entero, y no se maravillar� del cetro y las diademas de los reyes, ni temer� su poder, sino que superar� toda la majestad de la tierra que pueda oponerse a �l, y nunca apartarse de este curso.

Luego agrega, entregaron sus cuerpos en lugar de adorar o adorar a cualquier dios, excepto a su propio Dios. Eso mismo que el rey se ve obligado a alabar en estos tres hombres, en este d�a muchos de los que se jactan de ser cristianos desean escapar. Porque creen que su fe ser� enterrada en sus hogares y no dar�n fruto de su profesi�n. No hay duda de que Dios desea que estas cosas sean relatadas por su Profeta, para mostrar la astucia detestable de aquellos que desean defraudar a Dios de su honor leg�timo, y al mismo tiempo protegerse de su mirada, para que no note su insulto. Tales como estos no son dignos de ser convencidos por la palabra de Dios, pero Nabucodonosor es nombrado aqu� su maestro, censor y juez. Y debemos comentar esto diligentemente: Nabucodonosor elogia a estos tres, porque se negaron a adorar a cualquier otro dios que no fuera el suyo. �Por qu� entonces se mezcl� con una gran multitud de deidades? Porque no se apart� de sus propios errores y se entreg� por completo al Dios de Israel, y abraz� su adoraci�n en su pureza. �Por qu� entonces alaba en otros lo que no imita? Pero esto es demasiado com�n; porque vemos la virtud alabada y congelada hasta la muerte, como en este caso, porque muchos est�n dispuestos a ofrecerle un servicio de labios. (Juvenal, s�bado 1). Aunque Nabucodonosor parec�a hablar aqu� en serio, no se consideraba a s� mismo; pero se quit� todo pretexto como excusa, ya que despu�s no pudo fingir ignorancia y error, despu�s de afirmar con su propia boca que ning�n otro dios deber�a ser adorado. Por lo tanto, puede hacer que los que ahora desean ser llamados cristianos se averg�encen, a menos que se alejen de todas las supersticiones, se consagren por completo a Dios y retengan su adoraci�n en su sinceridad. Debemos recordar entonces c�mo el rey Nabucodonosor no simplemente alaba la constancia de estos tres hombres, porque no reconoce a ning�n dios, ya que considera que el Dios de Israel es una verdadera deidad. De ah� se deduce que todos los dem�s eran ficticios y completamente vanos. Pero no habl� para nada, porque Dios no toc� su coraz�n, ya que generalmente trabaja en sus elegidos cuando los regenera. Sigue, -

Versículo 29

Aqu� se insta a Nabucodonosor a avanzar m�s, porque debemos usar esta frase, ya que �l no toma la adoraci�n de un Dios de su coraz�n, y finalmente se despide de sus errores. Por lo tanto, es como si Dios lo estuviera empujando violentamente hacia adelante, mientras promulga este edicto. El edicto es en s� mismo piadoso y digno de elogio; pero, como ya dijimos, Nabucodonosor es llevado por un impulso ciego y turbulento, porque la piedad no ten�a ra�z en su coraz�n. Aunque siempre est� atento a este milagro, su fe es solo moment�nea y su temor a Dios, pero parcial. �Por qu� entonces se ve a Nabucodonosor como el patr�n de la gloria de Dios? Debido a que estaba asustado por el milagro y, por lo tanto, solo actuaba por impulso, no pod�a; Estar profundamente limitado por el temor de Dios solo. Y finalmente, este deseo que �l expresa no es m�s que un movimiento evanescente. Es �til remarcar esto, ya que vemos a muchos nacidos con celo impetuoso y rabia para reivindicar la gloria de Dios; pero carecen de tacto y juicio, por lo que no merecen elogios. Y muchos deambulan a�n m�s, como vemos en el Papado, cuando vuelan muchos edictos de reyes y pr�ncipes; y si alguien les pregunta por qu� est�n tan ansiosos por no perdonar ni siquiera la sangre humana, exponen de hecho un celo por Dios, pero es una locura sin una chispa de conocimiento verdadero. Debemos sostener, por lo tanto, que no se puede aprobar ninguna ley ni promulgar ning�n edicto sobre religi�n y adoraci�n a Dios, a menos que brille un verdadero conocimiento de Dios. Nabucodonosor realmente ten�a una raz�n para este edicto, pero, como ya he dicho, hab�a un motivo especial para su conducta. Algunos, de hecho, ahora desean ser considerados pr�ncipes cristianos, y sin embargo, solo est�n inflamados por un celo hip�crita, y por eso derraman sangre inocente como bestias crueles. Y por que? Porque no hacen distinci�n entre el Dios verdadero y los �dolos. Pero ma�ana discutir� este punto con mayor detenimiento, y as� pasar� por alto lo que tratar� en detalle cuando llegue la oportunidad adecuada.

Por lo tanto, todos los pueblos, naciones y lenguas que habr�an ofrecido un discurso perverso contra su Dios, Nabucodonosor, nuevamente ensalzaron al Dios de Israel, pero �c�mo se le ense�� la majestad de Dios? Con esta �nica prueba de su poder, porque descuid� el punto principal: la determinaci�n de la ley y los profetas de la naturaleza de Dios y el poder de su voluntad. As� vemos, por un lado, c�mo se afirma la gloria de Dios aqu�, y sin embargo, el punto principal en su adoraci�n, y en la verdadera piedad, se descuida y se omite. No se agrega un castigo ligero: debe ser cortado en pedazos, luego, su casa debe convertirse en un basurero, ya que ha hablado con reproche del Dios de Israel. la adoraci�n se defiende con castigos severos; sin embargo, se debe pronunciar una oraci�n correcta en cada caso. Pero pospuse esto tambi�n hasta ma�ana. Ahora se agrega, porque no hay otro Dios que pueda liberar de esta manera; y. Esto confirma lo que he mencionado anteriormente, a saber, el Rey Nabucodonosor no considera la ley en su edicto, ni tampoco los otros requisitos de piedad; pero el milagro solo lo impulsa y lo mueve, para no soportar ni desear que se diga algo en contra del Dios de Israel. Por lo tanto, el edicto merece culpa en este punto, ya que no pregunta cu�l es la naturaleza de Dios, con el fin de obtener una raz�n suficiente para emitirla. Se agrega en longitud, -

Versículo 30

Esto parece ser de leve consecuencia; pero aun as� no fue agregado en vano. Debemos entender que el milagro se confirm� en toda la provincia y la regi�n, porque todos los caldeos sab�an que esos tres hombres fueron arrojados al horno, y luego compartieron el dominio imperial y fueron restaurados a sus antiguos honores. Como consecuencia de este evento, el poder de Dios no puede ser desconocido. Fue exactamente como Dios hab�a enviado tres heraldos a trav�s de toda la regi�n, quienes en todas partes proclamaron c�mo fueron maravillosamente liberados de la muerte por la interposici�n especial de Dios. De ah�, tambi�n, se entender�a cu�n in�tiles eran todas las deidades que luego se adoraba en Caldea, y c�mo esa gran deidad cuya estatua hab�a construido Nabucodonosor hab�a sido despreciada, y c�mo el Dios verdadero demostr� su consistencia al arrebatar a sus siervos de la muerte.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Daniel 3". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/daniel-3.html. 1840-57.