Bible Commentaries
Daniel 6

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

En cuanto a la traducci�n, algunos traducen la �ltima cl�usula del segundo verso, "Para que el rey no tenga ning�n problema"; pero como ???, nezek, significa "sufrir p�rdida", adopto voluntariamente este sentido; porque el rey no escap� a los problemas, por un deseo de tranquilidad, como podr�a haberlo hecho, siendo un anciano, pero manej� voluntariamente sus propios asuntos y comprometi� el cuidado de ellos a tres hombres, para que nada se perdiera al pasar a trav�s de demasiadas manos. Porque la experiencia nos muestra c�mo la confusi�n es causada por una multitud. Si hubiera habido solo ciento veinte gobernadores de provincias, habr�an ocurrido muchos inconvenientes y se habr�an producido muchas p�rdidas; por lo tanto, el rey coloc� tres prefectos sobre estos ciento veinte.

Aqu� nuevamente podemos percibir c�mo Dios cuid� a su Profeta, no tanto por ninguna raz�n privada o por respeto privado, como por su ayuda, los miserables cautivos y exiliados deber�an ser beneficiados. Dios deseaba extender su mano a los jud�os por medio de Daniel. Y podemos llamarlo merecidamente la mano de Dios para sostener a los jud�os. Los persas, siendo b�rbaros, no eran naturalmente m�s misericordiosos que otros; por eso Dios interpuso a su siervo Daniel para socorrerlos. Debemos notar, en el contexto de esta historia, c�mo Daniel solo fue elegido por Dar�o uno de estos tres oficiales superiores. Era el tercero en el rango bajo el rey Belsasar, aunque por un momento, sin embargo, podr�a ocasionar envidia bajo el nuevo rey por el gran honor que le fue conferido. Muy probablemente Darius fue informado de las predicciones anteriores de Daniel; c�mo apareci� la mano en la pared, c�mo interpret� la escritura, y se convirti� en un mensajero enviado del cielo para denunciar la destrucci�n del rey Belsasar. Porque a menos que este rumor sostenido llegara a Darius, Daniel nunca habr�a obtenido tanta autoridad bajo �l. Su propio ej�rcito abundaba en n�mero, y sabemos c�mo cada conquistador est� rodeado en la guerra por muchos dependientes, todos los cuales desean compartir el bot�n. Darius, por lo tanto, nunca habr�a notado a un extra�o y un cautivo, y lo admiti� con tan gran honor y poder, a menos que lo hubiera entendido como un conocido Profeta de Dios, y tambi�n un heraldo al denunciar la destrucci�n contra la monarqu�a babil�nica. Por lo tanto, comprendemos cu�n providencial fue para �l estar entre los primeros s�trapas, e incluso el tercero en el reino, ya que esto lo llev� m�s r�pidamente bajo el aviso de Darius. Porque si el rey Belsasar hubiera derribado a Daniel, habr�a permanecido oculto en su casa; pero cuando apareci� vestido con ropa real, el rey pregunt� qui�n era. Escuch� los medios para llegar a tan alto honor; por eso lo reconoci� como el Profeta de Dios y lo nombr� uno de los tres prefectos. Aqu� tambi�n la providencia de Dios se pone nuevamente ante nosotros, no solo para preservar a su siervo en seguridad, sino tambi�n para garantizar la seguridad de toda la Iglesia, para que los jud�os no se vean a�n m�s oprimidos por el cambio de amos. Pero luego se inflige una tentaci�n, por la cual el Santo Profeta y todo el pueblo fueron severamente juzgados; porque el profeta dice:

Versículo 3

El Profeta ahora relata, como he dicho, el origen de una tentaci�n que naturalmente podr�a abatir los esp�ritus de las personas elegidas, as� como las suyas. Porque aunque solo Daniel fue arrojado al foso de los leones, como veremos despu�s, sin embargo, a menos que hubiera sido liberado, la condici�n de la gente habr�a sido m�s grave y severa. Porque sabemos que los malvados insultan petulantemente a los miserables y a los inocentes cuando los ven sufrir cualquier adversidad. Si Daniel hubiera sido desgarrado por los leones, todos los hombres se habr�an levantado en un cuerpo contra los jud�os. Dios, por lo tanto, aqu� ejerci� la fe y la paciencia de su siervo, y tambi�n prob� a todos los jud�os con la misma prueba, ya que se ve�an responsables de los sufrimientos m�s extremos en la persona de un solo individuo, a menos que Dios hubiera brindado r�pidamente la asistencia. que �l rindi�. Daniel, en primer lugar, dice, sobresali� a todos los dem�s, ya que un esp�ritu m�s excelente o superior estaba en �l. No siempre sucede que aquellos que son notables por la prudencia u otras dotaciones obtengan mayor autoridad y rango. En los palacios de los reyes, a menudo vemos hombres de disposiciones brutales con alto rango, y no necesitamos volver a la historia para esto. �En estos d�as, los reyes son a menudo asquerosos y enamorados, y m�s como caballos y asnos que hombres! De ah� que la audacia y la imprudencia obtengan los m�s altos honores del palacio. Cuando Daniel dice que sobresali�, nos hace notar el doble beneficio de Dios: primero, se le otorg� una mayor parte de su Esp�ritu; y en segundo lugar, Darius reconoci� esto, y lo alz� al honor cuando lo vio dotado de una industria y sabidur�a ordinarias. Ahora entendemos la ense�anza del Profeta, aqu�, como primero adornada divinamente con prudencia y otras dotaciones; y luego, Darius fue un juez competente en esto, al estimar su prudencia y otras virtudes, y mantenerlas en gran reputaci�n. Como, por lo tanto, hab�a un esp�ritu noble en �l, por lo tanto, venci� a todos los dem�s, dice �l; por lo tanto, el rey decidi� ponerlo por encima de todo el reino, es decir, colocarlo primero entre los tres s�trapas. Aunque fue un privilegio singular con el que Dios una vez bendijo a su pueblo y a su Profeta, debemos llorar por la crueldad de los reyes en estos d�as, que orgullosamente desprecian los dones de Dios en todos los hombres buenos que superan a la multitud en utilidad; y al mismo tiempo disfrutar de la sociedad de los ignorantes como ellos, mientras son esclavos de la avaricia y el rapine, y manifiestan la mayor crueldad y libertinaje. Como, entonces, vemos cu�n indignos suelen ser los reyes de su imperio y su poder, debemos llorar por el estado del mundo, porque refleja como un cristal la ira del cielo, y los reyes son, por lo tanto, desprovistos de consejo. En el �ltimo d�a, solo el Rey Darius ser� suficiente para condenarlos, ya que tuvo la discreci�n suficiente para no dudar en poner un cautivo y un extranjero sobre todos sus s�trapas; porque esta era una virtud real, m�s a�n, heroica en Darius para preferir a este hombre a todos sus propios amigos. Pero ahora los reyes no piensan en otra cosa que preferir sus propios defensores, bufones y aduladores; mientras no alaban a nadie m�s que a los hombres de bajo car�cter, a quienes Dios ha calificado de ignominia. Aunque no son dignos de ser considerados entre la humanidad, se estiman due�os de sus soberanos y tratan a los reyes de estos d�as como sus esclavos. Esto sucede a trav�s de su mera pereza y de descartar toda posible ansiedad. Por lo tanto, se ven obligados a entregar su comando a otros, y no retienen nada m�s que el t�tulo. Esto, como dije, es una prueba segura de la ira del cielo, ya que el mundo en este d�a no es digno del gobierno que Dios ejerce sobre �l con su mano.

Versículo 4

Con respecto a la envidia que sienten los nobles, vemos este vicio desenfrenado en todas las edades, ya que los aspirantes a cualquier grandeza nunca pueden soportar la presencia de la virtud. Porque, siendo ellos mismos culpables del mal, son necesariamente amargos contra la virtud de los dem�s. Tampoco deber�a parecer sorprendente que los persas que sufrieron los mayores trabajos, y pasaron por numerosos cambios de fortuna, no pudieran soportar a una persona oscura y desconocida, no solo asociada con ellos, sino designada como su superior. Su envidia, entonces, parece haber tenido alg�n pretexto, ya sea real o imaginario. Pero siempre ser� merecedor de condena, cuando encontremos hombres que buscan ego�stamente su propia ventaja sin tener en cuenta el bien p�blico. Quien aspire al poder y al progreso personal, sin tener en cuenta el bienestar de los dem�s, debe ser necesariamente avaro y rapaz, cruel y p�rfido, adem�s de olvidar sus deberes. Como, entonces, los nobles del reino envidiaban a Daniel, traicionaron su malicia, porque no ten�an en cuenta el bien p�blico, pero deseaban aprovechar todas las cosas para sus propios intereses. En este ejemplo observamos la consecuencia natural de la envidia. Y debemos notar esto diligentemente, ya que nada es m�s tentador que deslizarse de un vicio al peor. El hombre envidioso pierde todo sentido de la justicia al intentar todos los planes para da�ar a su adversario. Estos nobles informan que Daniel fue preferido por ellos mismos indignamente. Si se hubieran contentado con este abuso, habr�a sido, como dije, un vicio y un signo de naturaleza perversa. Pero van mucho m�s all� de esto, porque buscan una ocasi�n de crimen en Daniel. Vemos, entonces, c�mo la envidia los excita a la comisi�n del delito. De este modo, todos los envidiosos est�n permanentemente vigilantes, mientras se convierten en esp�as de la fortuna de aquellos a quienes envidian, para oprimirlos por todos los medios posibles. Este es un punto; pero cuando no encuentran crimen, pisotean la justicia, sin modestia y sin humanidad, y con crueldad y perfidia se exponen para aplastar a un adversario. Daniel relata esto de sus rivales. �l dice: Inmediatamente buscaron la ocasi�n contra �l, y no la encontraron. Luego agrega cu�n injusta y p�rfidamente buscaron la ocasi�n contra �l. No hay duda de que sab�an que Daniel era un hombre piadoso y aprobado por Dios; por lo tanto, cuando conspiran contra su santo Profeta, deliberadamente hacen la guerra con Dios mismo, mientras est�n cegados por la perversa pasi�n de la envidia. �De d�nde, entonces, brota? Seguramente por ambici�n. �As� vemos cu�n pestilente es una ambici�n de peste, de la cual surge la envidia, y luego la perfidia y la crueldad!

Versículo 5

Adem�s de esto, Daniel nos amonesta con su propio ejemplo para estudiar para luchar por la integridad, y as� privar a los mal�volos y los malvados de toda ocasi�n en contra de nosotros, que buscan. No encontraremos mejor defensa contra los envidiosos y los calumniosos que conducirnos con rectitud e inocencia. Cualesquiera que sean las trampas que puedan poner para nosotros, nunca tendr�n �xito, porque nuestra inocencia repeler� su malicia como un escudo. Mientras tanto, vemos c�mo Daniel escap� de la ruina absoluta, ya que buscaron un pretexto contra �l en otra cosa, a saber, su adoraci�n a Dios. Por lo tanto, aprendamos c�mo debemos estimar la piedad y un sincero deseo por ella de m�s valor que la vida misma. Daniel fue fiel y recto en su administraci�n: cumpli� con su deber de cerrar la boca de sus enemigos y detractores. Por lo tanto, como he dicho, la integridad es el mejor de todos los protectores. De nuevo, Daniel estaba en peligro porque no dejar�a de lado la sincera adoraci�n a Dios y su profesi�n externa. Por lo tanto, debemos enfrentar valientemente todos los peligros siempre que est� en juego la adoraci�n a Dios. Esta vida temporal no deber�a ser m�s preciosa para nosotros que la m�s sagrada de todas las cosas: la preservaci�n del honor de Dios sin mancha. Por lo tanto, vemos c�mo, por estos medios, se nos insta a cultivar la integridad, ya que no podemos estar m�s seguros que cuando estamos fortalecidos por una buena conciencia, como Pedro en su primera ep�stola nos exhorta al mismo prop�sito, ( 1 Pedro 3:16.) Ahora, sea lo que sea lo que podamos temer, y cualquier evento que nos aguarde, incluso si estamos sujetos a cientos de muertes, nunca deber�amos rechazar la adoraci�n pura de Dios, ya que Daniel no dud� en someterse a la muerte. y entra en el foso de los leones, porque abiertamente profesaba la adoraci�n del Dios de Israel. Cuando estos nobles entraron en este consejo b�rbaro y cruel para oprimir a Daniel bajo la pretensi�n de religi�n, aqu�, nuevamente, reunimos la ceguera y la imprudencia de la humanidad cuando la ambici�n y la envidia se apoderan de sus mentes. Porque no es cuesti�n de ning�n momento que entren en colisi�n con el Todopoderoso, (284) porque no se acercan a Daniel como una criatura compa�era, sino saltan a un concurso de locos y sacr�legos cuando desean extinguir la adoraci�n a Dios y dar paso a su propia indulgencia. Por lo tanto, como he dicho, este ejemplo nos amonesta sobre c�mo se debe evitar y evitar la ambici�n, y tambi�n la envidia que surge de ella. La naturaleza de este cargo, la adoraci�n a Dios, sigue a continuaci�n:

Versículo 6

Los nobles del reino se esforzaron intencionalmente por arruinar al santo Profeta, ya sea arroj�ndolo a la guarida del le�n para perecer o haci�ndolo desistir de la profesi�n externa de adorar a Dios. Sab�an que era tan sincero que no redimir�a su vida por un acto de impiedad tan grande, y por lo tanto pensaron que estaba condenado a muerte. Percibimos en ellos una gran astucia; pero Dios los encontr� por otro lado y ayud� a su siervo, como veremos. Mientras tanto, su malicia era m�s detestable, ya que deseaban destruir a Daniel con esta misma pretensi�n. Aunque no adoraban al Dios de Israel, sab�an que la mente del Profeta era piadosa y directa, y luego experimentaron el poder de ese Dios que les era desconocido. No condenaron a Daniel ni culparon a la religi�n que practicaba; porque, como he dicho, su odio hacia este hombre los inst� a tal crueldad que se lanzaron contra el Todopoderoso. No pod�an disfrazarse de la obligaci�n de adorar a Dios: adoraban y adoraban a deidades desconocidas, y no se atrev�an a condenar la adoraci�n del Dios de Israel. Vemos c�mo el diablo los fascin� cuando se atrevieron a imputar esto como un crimen al Santo Profeta; mientras ignoramos la manera en que se cambi� su opini�n.

Algunos suponen que esto se hizo porque Darius no pod�a soportar con compostura la gloria de su yerno. Porque como era un hombre viejo y su pariente en la flor de su �poca, se consideraba despreciado. Otros piensan que Darius fue tocado por una emulaci�n secreta, y que permiti� que sus nobles se acercaran a �l con el prop�sito de enga�ar al viejo miserable y cari�oso, y as� arrojarle polvo a los ojos. Pero esta conjetura no me parece suficientemente v�lida. Tampoco necesito darme muchos problemas en este asunto, porque podr�a suceder que al comienzo de un nuevo reinado quisieran felicitar al rey, y se fijaron en algo nuevo y desacostumbrado, como vemos a menudo hecho por aduladores de la realeza. Por lo tanto, el viejo podr�a ser enga�ado en este asunto, ya que la monarqu�a se estableci� recientemente. El rey hasta ahora no hab�a gobernado sobre Medes; ahora caldeos, asirios y muchas otras naciones fueron a�adidos a su influencia. Tal adici�n podr�a embriagarlo con vana gloria, y sus nobles podr�an pensar que esta es una raz�n plausible para ofrecerle honores divinos. Esta sola raz�n me parece suficiente; No pregunto m�s, pero abrazo lo que es probable y obvio a primera vista. Aplaudo el resto hasta ma�ana.

Versículo 7

NOSOTROS dijimos ayer que los nobles que pusieron trampas contra Daniel se inspiraron con gran furia cuando se atrevieron a dictarle al rey el edicto registrado por Daniel. Fue un sacrilegio intolerable privar a todas las deidades de su honor; sin embargo, suscribi� el edicto, como veremos m�s adelante, y as� puso a prueba la obediencia de su pueblo a quien hab�a reducido recientemente bajo el yugo con la ayuda de su yerno. No hay duda de su deseo de someter a los caldeos, que hasta ese momento hab�an sido maestros; y sabemos c�mo surge la ferocidad de la posesi�n de la autoridad. Desde entonces, los caldeos hab�an reinado anteriormente a lo largo y ancho, era dif�cil domesticarlos y hacerlos sumisos, especialmente cuando se encontraban esclavos de aquellos que anteriormente hab�an sido sus rivales. Sabemos cu�ntos concursos hubo entre ellos y los medos; y aunque fueron sometidos en la guerra, sus esp�ritus a�n no estaban sujetos; por lo tanto, Darius deseaba probar su obediencia, y esta raz�n lo indujo a dar su consentimiento. No provoca a prop�sito la ira de los dioses; pero a trav�s del respeto a los hombres, se olvida de las deidades y se sustituye a s� mismo en el lugar de los dioses, �como si estuviera en su poder atraer la autoridad del cielo para s� mismo! Esto, como he dicho, fue un sacrilegio doloroso. Si alguien pudiera entrar en los corazones de los reyes, encontrar�a apenas uno de cada cien que no desprecia todo lo divino. Aunque se confiesan a s� mismos para disfrutar de sus tronos por la gracia de Dios, como hemos comentado anteriormente, sin embargo, desean ser adorados en su lugar. Ahora vemos cu�n f�cilmente los aduladores persuaden a los reyes para que hagan lo que sea que pueda ensalzar su magnificencia. Sigue:

Versículo 8

Aqu�, como he dicho, es suficientemente evidente cu�n inclinados a las falacias son las mentes de los reyes cuando piensan que pueden beneficiarse y aumentar su propia dignidad. Porque el rey no discuti� mucho con sus nobles sino que suscribi� el edicto; porque pens� que podr�a resultarle �til a s� mismo y a sus sucesores: �si encontraba a los caldeos obedientes a s� mismo y estaba m�s bien dispuesto a negar la existencia de cada dios que a rechazar lo que �l ordenara! En cuanto al uso de la palabra, algunos traducen ????, asra, al "escribir", derivando de "cortar", ya que sabemos que todas las leyes estaban grabadas en tabletas de lat�n; pero lo interpreto m�s simplemente de su b�squeda del rey de una firma de la escritura, es decir, �l deb�a firmar el edicto despu�s de que fuera escrito. Dicen que no se puede cambiar, lo que significa que el edicto es inmutable e inviolable, de acuerdo con la ley de los medos y los persas, que no desaparece, es decir, que no desaparece, como tambi�n dice Cristo, el cielo y la tierra pasar�, pero mis palabras no pasar�n, o nunca ser�n vanas. ( Mateo 24:35; Marco 13:31.) En cuanto a su uni�n de los medos con los persas, esto surge de lo que dijimos antes, ya que Cyrus y Darius reinaban en com�n como colegas. Se le otorg� una mayor dignidad a Darius, mientras que el poder estaba en manos de Cyrus; Adem�s, sin controversia, sus hijos eran herederos de cualquiera de los reinos y de la Monarqu�a del Este, a menos que comenzaran a hacer la guerra entre ellos. Cuando dicen que la ley de los medos y los persas es inmutable, esto es digno de elogio en las leyes y sanciona su autoridad; Por lo tanto, son fuertes y obtienen su pleno efecto. Cuando las leyes son variables, muchas se ven necesariamente perjudicadas y ning�n inter�s privado es estable a menos que la ley no tenga variaci�n; Adem�s, cuando existe la libertad de cambiar las leyes, la licencia tiene �xito en lugar de la justicia. Para aquellos que poseen el poder supremo, si est�n corrompidos por los dones, promulguen primero un edicto y luego otro. Por lo tanto, la justicia no puede florecer donde el cambio en las leyes permita tanta licencia. Pero, al mismo tiempo, los reyes deber�an considerar prudentemente para que no promulguen ning�n edicto o ley sin una deliberaci�n grave y madura; y en segundo lugar, los reyes deben tener cuidado para que no se vean contrarrestados por tramas astutas y art�sticas, a las que a menudo son responsables. Por lo tanto, la constancia es digna de elogio en los reyes y sus edictos, si solo van precedidos de prudencia y equidad. Pero veremos de inmediato c�mo tontamente los reyes afectan la fama de la consistencia, y c�mo su obstinaci�n pervierte completamente la justicia. Pero veremos esto directamente en su propio lugar. Sigue:

Versículo 10

Daniel ahora relata c�mo estaba vestido con la audacia del Esp�ritu de Dios para ofrecer su vida como sacrificio a Dios, porque sab�a que no le quedaba ninguna esperanza de perd�n, si se descubr�a su violaci�n del edicto del rey; �l sab�a que el rey mismo estaba completamente encadenado, incluso si deseaba perdonarlo, como lo demostr� el evento. Si la muerte hab�a estado ante los ojos del Profeta, prefer�a enfrentarla sin miedo en lugar de dejar el deber de piedad. Debemos se�alar que la adoraci�n interna de Dios no se trata aqu�, sino solo la profesi�n externa de la misma. Si a Daniel se le hubiera prohibido rezar, esta fortaleza con la que estaba dotado podr�a parecer necesaria; pero muchos piensan que corr�a grandes riesgos sin raz�n suficiente, ya que aument� la posibilidad de muerte cuando solo se prohib�a la profesi�n externa. Pero como Daniel aqu� no es el heraldo de su propia virtud, sino que el Esp�ritu habla por su boca, debemos suponer que esta magnanimidad en el santo Profeta fue agradable a Dios. Y su liberaci�n mostr� cu�n grandemente se aprob� su piedad, porque prefer�a perder la vida que cambiar cualquiera de sus h�bitos con respecto a la adoraci�n a Dios. Sabemos que el sacrificio principal que Dios requiere es invocar su nombre. Porque por la presente testificamos que es el autor de todas las cosas buenas; luego mostramos un esp�cimen de nuestra fe; luego volamos hacia �l, echamos todas nuestras preocupaciones en su seno y le ofrecemos nuestras oraciones. Dado que, por lo tanto, la oraci�n constituye la parte principal de nuestra adoraci�n y adoraci�n a Dios, ciertamente no fue un momento de poca importancia cuando el rey prohibi� a cualquiera orar a Dios; fue una negaci�n manifiesta y manifiesta de piedad.

�Y aqu�, nuevamente, recogemos cu�n ciego era el orgullo del rey cuando pod�a firmar un edicto tan imp�o y asqueroso! Entonces, �cu�n locos estaban los nobles que, para arruinar a Daniel lo m�s que pudieron, se esforzaron por abolir toda piedad y derribar a Dios del cielo! �Para qu� queda, cuando los hombres piensan que pueden liberarse de la ayuda de Dios y pasarlo con seguridad? A menos que nos apoye con su ayuda especial, sabemos cu�n enteramente debemos ser reducidos a nada. Por lo tanto, el rey prohibi� a cualquiera ofrecer una oraci�n durante todo un mes; es decir, como he dicho, �exige a cada uno una negaci�n de Dios! Pero Daniel no pod�a obedecer el edicto sin cometer un insulto atroz contra Dios y rechazar la piedad; porque, como he dicho, Dios exige esto como un sacrificio principal. Por lo tanto, no es sorprendente si Daniel se opuso cordialmente al edicto sacr�lego. Ahora, con respecto a la profesi�n de piedad, era necesario testificar ante los hombres su perseverancia en la adoraci�n a Dios. Porque si �l hubiera alterado sus h�bitos, habr�a sido una abjuraci�n parcial; no hubiera dicho que abiertamente despreciaba a Dios para complacer a Darius; pero esa misma diferencia en su conducta habr�a sido una prueba de deserci�n p�rfida. Sabemos que Dios requiere no solo fe en el coraz�n y los afectos internos, sino tambi�n el testimonio y la confesi�n de nuestra piedad.

�Daniel, por lo tanto, se vio obligado a perseverar en la pr�ctica sagrada a la que estaba acostumbrado, a menos que deseara ser el ap�stata m�s asqueroso! Ten�a la costumbre de orar con las ventanas abiertas: por lo tanto, continu� en su curso habitual, para que nadie se opusiera a que por un momento gratificara a su rey terrenal al omitir la adoraci�n a Dios. Desear�a que esta doctrina estuviera ahora grabada en los corazones de todos los hombres como deber�a ser; pero este ejemplo del Profeta es ridiculizado por muchos, tal vez no de manera abierta y deslumbrante, pero a�n con suficiente claridad, el Profeta les parece demasiado desconsiderado y simple, ya que incurre en un gran peligro, precipitadamente y sin ninguna necesidad. Porque separan tanto la fe de su confesi�n externa como para suponer que puede permanecer entera incluso si est� completamente enterrada, y en aras de evitar la cruz. se apartan cien veces de su profesi�n pura y sincera. Debemos mantener, por lo tanto, no solo el deber de ofrecer a Dios el sacrificio de la oraci�n en nuestros corazones, sino que tambi�n se requiere nuestra profesi�n abierta, y as� la realidad de nuestra adoraci�n a Dios puede aparecer claramente.

No digo que nuestros pensamientos apresurados se extiendan instant�neamente al extranjero, dej�ndonos sujetos a la muerte por los enemigos de Dios y su evangelio; pero yo digo que estas cosas deber�an estar unidas y nunca estar separadas, a saber, la fe y su profesi�n. Porque la confesi�n es de dos tipos: primero, el testimonio abierto e ingenuo de nuestros sentimientos internos; y en segundo lugar, el mantenimiento necesario de la adoraci�n a Dios, para que no demostremos ning�n signo de hipocres�a perversa y p�rfida, y as� rechacemos la b�squeda de la piedad. Con respecto al primer tipo, no siempre es necesario, ni en todas partes, profesar nuestra fe; pero el segundo tipo debe practicarse perpetuamente, ya que nunca puede ser necesario para nosotros pretender desafecci�n o apostas�a. Porque aunque Daniel no enviaba por los caldeos con el sonido de una trompeta cada vez que deseaba rezar, enmarcaba sus oraciones y sus votos en su sof� como de costumbre, y no pretend�a olvidar la piedad cuando ve�a su fe puesta. a prueba, y los experimentos hicieron si perseverar�a o no en su constancia. Por lo tanto, dice claramente, se fue a su casa, despu�s de conocer la firma del decreto. Si hubiera sido admitido en el consejo, sin duda habr�a hablado, pero el resto de los nobles lo excluyeron astutamente, para que no interfiriera con ellos, y pensaron que el remedio ser�a demasiado tarde y completamente in�til tan pronto como �l percibi� la certeza de su propia muerte. Por lo tanto, si hubiera sido admitido en el consejo del rey, habr�a cumplido con su deber y habr�a interpuesto de todo coraz�n; pero despu�s de la firma del edicto y la p�rdida de toda oportunidad de asesorar al rey, se retir� a su casa.

Aqu� debemos notar la imposibilidad de encontrar una excusa para los asesores del rey, quienes deliberadamente escapan cuando ven que no se puede obtener la unanimidad de opini�n, y piensan que Dios estar� satisfecho de esta manera, si solo mantienen un silencio perfecto. Pero no se puede admitir ninguna excusa para tal debilidad mental. Y, sin duda, Daniel no puede defenderlos con su ejemplo, ya que, como ya dijimos, fue excluido por la astucia y la malicia de los nobles de tomar su lugar entre ellos como de costumbre, y amonestando al rey a tiempo. Ahora dice: Sus ventanas estaban abiertas hacia Jerusal�n. La pregunta que surge es si era necesario que Daniel abriera sus ventanas. Porque alguien puede objetar: lo hizo bajo una opini�n equivocada; porque si Dios llena el cielo y la tierra, �qu� significa que sus ventanas est�n abiertas hacia Jerusal�n? No hay duda de que el Profeta us� este dispositivo como un est�mulo para su fervor en la oraci�n. Porque al orar por la liberaci�n de su pueblo, dirigi� sus ojos hacia Jerusal�n, y esa vista se convirti� en un est�mulo para encender su mente hacia una mayor devoci�n. Por lo tanto, la apertura de las ventanas del Profeta no tiene ninguna referencia a Dios, como si se le escuchara m�s f�cilmente al tener el cielo abierto entre su vivienda y Judea; pero m�s bien se consideraba a s� mismo y su enfermedad natural. Ahora, si el Santo Profeta, tan cuidadoso en sus oraciones, necesitaba esta ayuda, �debemos ver si nuestro perezoso en estos d�as necesita o no m�s estimulantes! Aprendamos, por lo tanto, cuando sentimos que somos demasiado lentos y fr�os en la oraci�n, para recoger todas las ayudas que puedan despertar nuestros sentimientos y corregir el letargo del que somos conscientes. Esta era, entonces, la intenci�n del Profeta al abrir sus ventanas hacia Jerusal�n. Adem�s, deseaba con este s�mbolo mostrar a sus dom�sticos su perseverancia, con la esperanza y la expectativa de la redenci�n prometida. Por lo tanto, cuando or� a Dios, mantuvo a Jerusal�n a la vista, no porque sus ojos pudieran penetrar en una regi�n tan distante, sino que dirigi� su mirada hacia Jerusal�n para mostrarse como un extra�o entre los caldeos, aunque disfrutaba de un gran poder entre ellos. , y fue adornado con gran autoridad, y sobresali� en dignidad superior. Por lo tanto, deseaba que todos los hombres percibieran c�mo anhelaba la herencia prometida, aunque por un tiempo estuvo en el exilio. Esta fue su segunda raz�n para abrir sus ventanas.

�l dice: rezaba tres veces al d�a. Esto es digno de observaci�n, porque, a menos que fijemos ciertas horas del d�a para la oraci�n, se nos escapa f�cilmente de la memoria. Aunque, por lo tanto, Daniel fue constante en derramar oraciones, sin embargo, se impon�a el rito habitual de postrarse ante Dios tres veces al d�a. Cuando nos levantamos por la ma�ana, a menos que comencemos el d�a orando a Dios, mostramos una estupidez brutal, tambi�n cuando nos retiramos a descansar, y cuando tomamos nuestra comida y en otros momentos, ya que cada uno se encuentra m�s ventajoso para s� mismo. . Porque aqu� Dios nos permite la libertad, pero todos debemos sentir nuestras debilidades y aplicar los remedios adecuados. Por lo tanto, por esta raz�n, Daniel ten�a la costumbre de rezar tres veces. Tambi�n se agrega una prueba de su fervor cuando dice: Se postr� de rodillas; no es necesario doblar la rodilla en la oraci�n, pero si bien necesitamos ayudas para la devoci�n, como hemos dicho, esa postura es importante. En primer lugar, nos recuerda nuestra incapacidad de estar ante Dios, a menos que con humildad y reverencia; entonces, nuestras mentes est�n mejor preparadas para una s�plica seria, y este s�mbolo de adoraci�n es agradable a Dios. Por lo tanto, la expresi�n de Daniel no es en absoluto superflua: �l cay� de rodillas cada vez que deseaba rezarle a Dios. Ahora dice que pronunci� oraciones y confesiones ante Dios, o alab� a Dios, porque debemos notar diligentemente cu�ntas de sus oraciones murmuran a Dios. Porque aunque exigen una cosa u otra, sin embargo, son llevados por un impulso inmoderado y, como he dicho, son violentos en sus pedidos a menos que Dios les conceda sus peticiones al instante.

Esta es la raz�n por la cual Daniel se une a las alabanzas o al agradecimiento con oraciones; como, tambi�n, Pablo nos exhorta a respetar a ambos. Ofrezca, dice �l, sus oraciones a Dios, con acci�n de gracias, ( Filipenses 4: 6 ,) como si hubiera tenido dijo: No podemos ofrecer votos y oraciones a Dios con justicia a menos que bendigamos su santo nombre, aunque �l no nos concede inmediatamente nuestras peticiones. En el caso de Daniel, debemos comentar otra circunstancia: hab�a estado exiliado durante mucho tiempo, y hab�a sufrido muchos problemas y cambios; a�n as� celebra las alabanzas de Dios. �Cu�l de nosotros est� dotado de tanta paciencia como para alabar a Dios, si sufre muchas pruebas durante tres o cuatro a�os? �No, apenas pasa un d�a sin que nuestras pasiones se calienten y nos instiguen a rebelarnos contra Dios! Ya que Daniel pod�a perseverar en alabar a Dios, cuando estaba oprimido por tantas penas, ansiedades y problemas, esta fue una prueba notable de paciencia invencible. Y, sin duda, significa un acto continuo, al usar el pronombre demostrativo ???, deneh, que se refiere a su h�bito ordinario, como lo hab�a hecho antes, y desde tiempos anteriores Al notar el tiempo, marca , como he dicho antes, una perseverancia, ya que no solo estaba acostumbrado a rezar una o dos veces, sino que por una constancia regular se ejercitaba en este deber de piedad todos los d�as. Luego sigue: -

Versículo 11

Aqu� los nobles de Darius muestran su fraude cuando observan a Daniel, y se unen en una conspiraci�n contra �l: porque ning�n otro objeto que la muerte de Daniel podr�a haberlos inducido a dictar este edicto. Por lo tanto, acuerdan juntos y encuentran a Daniel pronunciando oraciones y s�plicas a su Dios. Si Daniel hubiera orado con el m�s m�nimo secreto, no habr�a sido v�ctima de sus trampas; pero no rechaz� la perspectiva de la muerte. Conoc�a el objeto del edicto y esperaba la llegada de los nobles. Vemos, entonces, cu�n voluntariamente se someti� a la muerte instant�nea, y con el �nico prop�sito de retener la adoraci�n pura de Dios, junto con su profesi�n externa. �Ve, ahora, a aquellos que desean proteger tu perfidia, pretendiendo que no deber�as incurrir en peligro precipitadamente, y cuando los malvados te rodean por todos lados! �Te vuelves cauteloso para no tirar descaradamente tus vidas! Para Daniel, en su opini�n, se le deb�a culpar por una simplicidad y una locura demasiado grandes, ya que voluntaria y conscientemente conoc�a cierto peligro. Pero ya dijimos que no pod�a escapar de su trampa sin rebelarse indirectamente de Dios, ya que podr�a haber sido reprochado de inmediato: �por qu� desiste de su h�bito habitual? �Por qu� cierras tus ventanas? �Por qu� no te atreves a rezar a tu Dios? Parece, entonces, que consideras al rey m�s importante que la reverencia y el temor de Dios. Debido a que el honor de Dios habr�a sido manchado, Daniel, como ya hemos visto, se ofreci� espont�neamente a la muerte como sacrificio. En este ejemplo, tambi�n se nos ense�a c�mo se preparan las trampas para los hijos de Dios, sin importar cu�n circunspectivamente act�en y cu�n sobriamente se comporten. Pero deben comportarse de manera tan prudente como para no ser demasiado astutos ni demasiado ansiosos, es decir, no deben considerar su propia seguridad para olvidar mientras tanto los requisitos de Dios, la preciosidad de su nombre y la necesidad de un confesi�n de fe en el lugar y tiempo adecuados. Ahora sigue:

Versículo 12

Ahora los nobles del rey se acercan al rey como conquistadores, pero lo hacen con astucia; porque no dicen nada abiertamente sobre Daniel, a quien sab�an que era el favorito del rey; pero repiten su afirmaci�n previa acerca de la imposibilidad de cambiar el edicto, ya que la ley de los medos y los persas es inviolable y no se puede anular. Nuevamente, por lo tanto, en la medida de lo posible, sancionan ese edicto, para que el rey no sea m�s tarde libre, o se atreva a retractarse de lo que una vez orden�. Debemos marcar la astucia con la que indirectamente eluden al rey, y enredarlo, evitando el cambio de una sola palabra; Vienen, por lo tanto, y el discurso sobre el edicto real. No mencionan el nombre de Daniel, pero se detienen en el decreto real para atar al rey con m�s firmeza. Sigue: El rey respondi�: El discurso es verdadero. Aqu� vemos c�mo los reyes desean elogios por la coherencia, pero no perciben la diferencia entre la coherencia y la obstinaci�n. Porque los reyes deben reflexionar sobre sus propios decretos, para evitar la desgracia de retractarse r�pidamente de lo que han promulgado. Si algo se les ha escapado sin consideraci�n, tanto la prudencia como la equidad requieren que corrijan sus errores; pero cuando han pisoteado todo respeto por la justicia, �desean que se obedezca estrictamente cada orden desconsiderada! Este es el colmo de la locura, y no debemos sancionar una perseverancia en tal obstinaci�n, como ya hemos dicho. Pero el resto ma�ana.

Versículo 13

Ahora, cuando los calumniadores de Daniel ven que el rey Dar�o no deseaba defender su causa, abren m�s libremente lo que hab�an concedido previamente; porque, como hemos dicho, si hubieran acusado abiertamente a Daniel, su acusaci�n podr�a haber sido refutada instant�nea y completamente; pero despu�s de que este sentimiento se haya expresado al rey, su declaraci�n es definitiva, ya que seg�n las leyes de los medos y los persas, el decreto del rey debe ser autoactivo; por lo tanto, despu�s de que esto se logra, luego llegan a la persona. Daniel, digamos que ellos, uno de los cautivos de Jud�, no ha obedecido tu voluntad, oh rey, ni el decreto que has firmado. Al decir: "Daniel, uno de los cautivos jud�os", sin duda pretend�an magnificar su crimen y hacerlo odioso. Porque si alg�n caldeo se hubiera atrevido a despreciar el edicto del rey, su imprudencia no habr�a sido excusada. Pero ahora, cuando Daniel, quien �ltimamente era un esclavo y un cautivo caldeo, se atreve a despreciar la orden del rey, que rein� sobre Caldea por el derecho de conquista, esto parec�a a�n menos tolerable. El efecto es el mismo que si hubieran dicho: ��ltimamente fue un cautivo entre tus esclavos; eres se�or supremo, y sus amos a los que estaba sujeto est�n bajo tu yugo, porque eres su vencedor; �no es m�s que un cautivo y un extra�o, un mero esclavo y, sin embargo, se rebela contra ti! Vemos entonces c�mo deseaban envenenar la mente del rey contra �l por esta alusi�n. ��l es uno de los cautivos! Las palabras son muy inofensivas en s� mismas, pero se esfuerzan por picar a su monarca en todos los sentidos y provocar su ira contra Daniel. �l no dirige tu mente hacia ti, oh rey; es decir, �l no reflexiona sobre qui�n es usted y, por lo tanto, desprecia su majestad y el edicto que ha firmado. Esta es otra ampliaci�n: Daniel, por lo tanto, no dirigi� su mente hacia usted ni hacia su edicto; �Y t� llevar�s esto? Luego, recitan el hecho en s� mismo: �l reza tres veces al d�a. Esta habr�a sido la narraci�n simple, Daniel no ha obedecido tu mandato al rezar a su propio Dios; pero, como he dicho, exageran su crimen al acusarlo de orgullo, desprecio e insolencia. Vemos, por lo tanto, por qu� artificios Daniel fue oprimido por estos hombres maliciosos. Ahora sigue:

Versículo 14

En primer lugar, Daniel recita que el rey estaba perturbado, cuando percibi� la malicia de sus nobles que antes se le hab�an escapado; porque su intenci�n y su objeto nunca se le hab�an ocurrido; se percibe a s� mismo enga�ado y atrapado, y por eso est� perturbado. Aqu� nuevamente se nos ense�a cu�n cautelosamente los reyes deben evitar los consejos depravados, ya que son asediados por todos lados por hombres p�rfidos, cuyo �nico objetivo es ganar con sus representaciones falsas y oprimir a sus enemigos y a aquellos de quienes esperan un bot�n. o qui�n puede favorecer sus cursos malvados. Debido a que muchas trampas rodean a los reyes, deber�an ser m�s cautelosas al proveer contra la astucia. Tardan demasiado en darse cuenta de que se han extralimitado, cuando no queda remedio, en parte por miedo y en parte por desear consultar su propio cr�dito; y prefieren ofender a Dios a sufrir cualquier falta de respeto por parte de los hombres. Como, por lo tanto, los reyes consideran su propio honor tan sagrado, perseveran en sus empresas malvadas, incluso cuando su conciencia los acusa; e incluso si la justicia misma apareciera visiblemente ante ellos, sin embargo, esta restricci�n no ser�a suficiente para retenerlos, cuando la ambici�n los impulsa en la direcci�n opuesta, y no est�n dispuestos a perder la m�s m�nima parte de su reputaci�n entre los hombres. El caso de Darius nos proporciona un ejemplo de este tipo.

En primer lugar, se dice, se entristeci� cuando escuch� estas palabras, y estaba ansioso hasta la puesta del sol sobre la forma de arrebatar a Daniel de la muerte. Deseaba que esto se hiciera, si su propio honor fuera sano y seguro. y sus nobles estaban satisfechos. Pero por un lado, teme la desuni�n si sus nobles conspiran para producir disturbios; y, por otro lado, lo conmueve un miedo tonto, porque no desea incurrir en la acusaci�n de ligereza que lo esperaba, y por lo tanto es vencido y obedece los deseos de los imp�os. Aunque, por lo tanto, trabaj� hasta la puesta del sol para liberar a Daniel, sin embargo, prevaleci� esa perversa verg�enza de la que he hablado, y luego el miedo a la disensi�n. Porque cuando no nos apoyamos en la ayuda de Dios, siempre estamos obligados a vacilar, aunque ansiosos por ser sinceramente afectados. As�, Pilato deseaba liberar a Cristo, pero estaba aterrorizado por las amenazas de la gente, cuando denunciaron contra �l el disgusto de C�sar. ( Juan 19:12.) Y no es de extra�ar, ya que la fe es solo un elemento seguro y fijo en el que podemos apoyarnos mientras cumplimos sin temor nuestro deber, y as� superar todos los miedos. Pero cuando queremos confianza, estamos, como he dicho, seguros de ser cambiables. Por lo tanto, Darius, por temor a una conspiraci�n de sus nobles contra s� mismo, permiti� que Daniel fuera un inocente v�ctima de su crueldad. �Entonces se agrega esa falsa verg�enza que he mencionado, porque no estaba dispuesto a aparecer sin consideraci�n, al revocar repentinamente su propio edicto, ya que era una ley con los medos y los persas que todo lo que proced�a de los reyes era inviolable! Daniel ahora dice esto. �l dice que esos hombres se reunieron juntos; Cuando vieron al rey vacilar y dudar, se volvieron feroces y contenciosos con �l. Cuando se dice que se encuentran, esto se relaciona con inspirarlo con miedo. Ellos dicen: �Oh rey! Lo sab�a muy bien, y no necesitan instruirlo en ning�n asunto desconocido, sino que lo tratan de manera amenazante. "�Qu�? �No ves cu�n completamente el nombre real ser� privado de aqu� en adelante si viola tu edicto impunemente? �Te permitir�s convertirte en un hazmerre�r? Finalmente, intiman, que no ser�a rey a menos que se vengara del insulto que le ofreci� Daniel al descuidar su mandamiento. Sabe, por lo tanto, oh rey, que los persas y los medos � �l mismo era el rey de los medos, pero es como si dijeran: �Qu� tipo de rumor se extender� por todas tus provincias sujetas; porque sabes hasta qu� punto esto prevalece entre los medos y los persas: el rey no debe cambiar su edicto. Si, por lo tanto, debes dar ese ejemplo, �no se levantar�n instant�neamente contra ti todos tus s�bditos? �y no ser�s despreciable con ellos? Vemos, entonces, c�mo los s�trapas se enfurecen contra su rey y lo asustan ante cualquier cambio de consejo. Y tambi�n se unen al edicto con el estatuto, que el rey hab�a resuelto, con el fin de imprimirle la necesidad de no cambiar un solo decreto que sancion� con frecuencia y en repetidas ocasiones. Sigue:

Versículo 16

El rey, como hemos dicho, asustado por la denuncia de los nobles, condena a muerte a Daniel. Y por lo tanto, reunimos la recompensa que los reyes merecen en referencia a su orgullo, cuando se ven obligados a someterse con servilismo a sus aduladores. �C�mo fue enga�ado Darius por la astucia de sus nobles! Porque pens� que su autoridad se fortalecer�a al poner la obediencia de todos los hombres a esta prueba de rechazar toda oraci�n a cualquier dios u hombre durante un mes entero. Pens� que deber�a ser superior a los dioses y a los hombres, si todos sus s�bditos realmente manifestaban obediencia de este tipo. Ahora vemos cu�n obstinadamente se levantan los nobles contra �l y denunciamos la revuelta final, a menos que los obedezca. �Vemos que cuando los reyes toman demasiado sobre s� mismos, c�mo est�n expuestos a la infamia y se convierten en los esclavos m�s variados de sus propios sirvientes! Esto es bastante com�n con los pr�ncipes terrenales; aquellos que poseen su influencia y favor los aplauden en todo y hasta los adoran; ofrecen toda clase de halagos que pueden propiciar su favor; pero, mientras tanto, �de qu� libertad disfrutan sus �dolos? No les permiten ninguna autoridad, ni ninguna relaci�n con los mejores y m�s fieles amigos, mientras son vigilados por sus propios guardias. Por �ltimo, si se los compara con los miserables que est�n confinados en la mazmorra m�s cercana, �nadie que sea arrojado al pozo m�s profundo y observado por tres o cuatro guardias no es m�s libre que los reyes! Pero, como he dicho, esta es la venganza m�s justa de Dios; dado que, cuando no pueden contenerse en el rango y la posici�n ordinarios de los hombres, pero desean penetrar en las nubes y llegar a un nivel con Dios, necesariamente se convierten en un hazmerre�r. Por lo tanto, se convierten en esclavos de todos sus asistentes, y no se atreven a pronunciar nada con libertad, y no tienen amigos, y tienen miedo de convocar a sus s�bditos a su presencia, y de confiar a uno u otro con sus deseos. As�, los esclavos gobiernan los reinos del mundo, porque los reyes asumen superioridad a los mortales. El rey Dar�o es un ejemplo de esto cuando envi� a buscar a Daniel y le orden� que lo arrojaran a la guarida de los leones; sus nobles le fuerzan esto, y �l los obedece involuntariamente. Pero debemos notar la raz�n. Recientemente hab�a olvidado su propia mortalidad, hab�a deseado privar al Todopoderoso de su influencia, �y por as� decirlo arrastrarlo del cielo! Porque si Dios permanece en el cielo, los hombres deben rezarle; pero Darius prohibi� a cualquiera incluso atreverse a pronunciar una oraci�n; por lo tanto, hasta donde pudo, priv� al Todopoderoso de su poder. Ahora se ve obligado a obedecer a sus propios s�bditos, aunque ejercen una tiran�a casi vergonzosa sobre �l.

Daniel ahora agrega: el rey le dijo esto: �Tu Dios, a quien sirves o adoras fielmente, �l te librar�! Esta palabra puede leerse en el estado de �nimo optativo, como hemos dicho. No hay duda de que Darius realmente deseaba esto; pero puede significar que Tu Dios, a quien adoraste, te librar�, como si hubiera dicho: �Ya no soy mi propio amo, estoy aqu� sacudido por la tormenta; mis nobles me obligan a este hecho contra mi voluntad; Yo, por lo tanto, ahora te resigna a ti y a tu vida a Dios, porque no est� en mi poder librarte �. como si esta excusa aligerara su propio crimen al transferir a Dios el poder de preservar a Daniel. Esta raz�n hace que algunos elogien la piedad del rey Dar�o; pero como confieso que su clemencia y humanidad se manifestar�n en este discurso, �est� claro que no ten�a un grano de piedad cuando deseaba adornarse con el bot�n de la deidad! Porque aunque los supersticiosos no temen seriamente a Dios, sin embargo, est�n restringidos por alg�n temor de �l; pero aqu� deseaba reducir toda la divinidad a nada. �Qu� tipo de piedad era esta? Por lo tanto, la clemencia de Dar�o puede ser alabada, pero su orgullo sacr�lego no puede ser excusado de ninguna manera. Entonces, �por qu� actu� con tanta humanidad hacia Daniel? Porque lo hab�a encontrado un servidor fiel, y el respeto que lo hizo misericordioso surgi� de esta peculiaridad. No habr�a manifestado la misma disposici�n hacia los dem�s. Si cien o mil jud�os hubieran sido arrastrados ante su tribunal, �los habr�a condenado descuidadamente a todos porque hab�an desobedecido el edicto! Por lo tanto, era obstinadamente imp�o y cruel. Ahorr� a Daniel para su propia ventaja privada, y as� lo abraz� con su favor; pero al alabar a su humanidad, no percibimos ning�n signo de piedad en �l. Pero �l dice, el Dios a quien t� adoras, �l te librar�, porque �l hab�a conocido la profec�a de Daniel acerca de la destrucci�n de la monarqu�a caldea; por eso est� convencido de que el Dios de Israel es consciente de todas las cosas y gobierna todo por su voluntad; sin embargo, mientras tanto, �l no lo adora ni deja que otros lo hagan; porque hasta donde pudo, hab�a excluido a Dios de sus propios derechos. Al atribuirle as� a Dios el poder de liberarlo, no act�a cordialmente; y, por lo tanto, su impiedad es m�s detestable, cuando priva a Dios de sus derechos mientras le confiesa que es el verdadero y �nico dotado de poder supremo; y aunque no es m�s que polvo y cenizas, �se sustituye a s� mismo en su lugar! Ahora sigue, -

Versículo 17

No hay duda de que el consejo de Dios provey� que los nobles deber�an sellar la piedra con sus propios anillos, y as� cerrar la boca de la cueva, y hacer que el milagro sea m�s ilustre. Para cuando el rey se acercara al d�a siguiente, los anillos estaban completos y los sellos intactos. As�, la preservaci�n de este siervo de Dios fue manifiestamente por la ayuda del cielo y no por el arte de los hombres. Por lo tanto, vemos cu�n audazmente los nobles del rey lo hab�an obligado a realizar su placer. Porque puede parecer privado de todo poder real cuando les entrega un tema querido y fiel a s� mismo, y le ordena que lo arrojen al foso de los leones. No est�n contentos con esta conformidad del rey; le extorsionan otro punto: el cierre de la boca de la cueva; y luego todos sellan la piedra, para que nadie libere a Daniel. Vemos, entonces, cuando una vez que la libertad ha sido arrebatada, todo ha terminado, especialmente cuando alguien se ha convertido en esclavo por sus propios defectos, y se ha apegado a los consejos de los imp�os. Porque, al principio, tal esclavitud no prevalecer� como para inducir a un hombre a hacer todo lo que se le ordena, ya que parece ser libre; pero cuando se ha entregado a la esclavitud que he descrito, se ve obligado a transgredir no una o dos veces, sino constantemente y sin cesar. Por ejemplo, si alguien se desv�a de su deber, ya sea por miedo al hombre o por adulaci�n, o por cualquier otro afecto depravado, otorgar� varias cosas, no solo cuando se le solicite, sino cuando se lo obligue con urgencia. Pero una vez que se haya sometido a la p�rdida de la libertad, se ver� obligado, como ya he dicho, a consentir las acciones m�s vergonzosas ante el asentimiento de cualquiera. Si alg�n maestro o pastor de la Iglesia se desv�a del camino correcto a trav�s de la influencia de la ambici�n, el autor de su declinaci�n volver� a �l y le dir�: �Qu�! �te atreves a rechazarme? �No obtuve de ti, ayer o anteayer, lo que dese�? Por lo tanto, se ver� obligado a transgredir por segunda vez en favor de la persona a la que se ha unido, y tambi�n se ver� obligado a repetir la transgresi�n continuamente. As�, los pr�ncipes tambi�n, que no son agentes libres por estar bajo la tiran�a de los dem�s, si se dejan vencer en contra de su conciencia, dejan de lado toda su autoridad y son desviados en todas las direcciones por la voluntad de sus s�bditos. Este ejemplo, entonces, se nos propone en el caso del Rey Dar�o, quien luego de infligir un castigo injusto a Daniel, agrega esto: Debe encerrarse en la cueva, y luego, la piedra debe sellarse, �y para qu� objeto? - para que no se cambie el destino; es decir, no se atrevi� a intentar nada a favor de Daniel. Vemos, entonces, c�mo el rey se someti� a la mayor desgracia, porque sus nobles no confiaban en �l; se negaron a confiar en �l cuando orden� que arrojaran a Daniel al foso de los leones, pero exigieron una garant�a contra su liberaci�n y no dejaron que intentara nada. As� vemos cu�n vergonzosamente retiraron su confianza de su rey; luego usan su autoridad contra �l, para que no se atreva a quitar la piedra que hab�a sido sellada, a menos que incurriera en la acusaci�n de falsedad al corromper las firmas p�blicas, y de enga�o al falsificar los documentos p�blicos. Por lo tanto, este pasaje nos exhorta a no prostituirnos como esclavos de la lujuria de los hombres. Que cada uno sirva a sus vecinos m�s cercanos en la medida en que la caridad lo permita y seg�n las demandas personalizadas. Mientras tanto, nadie debe permitirse ser desviado en diferentes direcciones contrarias a su conciencia, porque cuando pierde su libre albedr�o, se ver� obligado a soportar muchas ofensas y a obedecer las �rdenes m�s sucias. Esto lo vemos ejemplificado en el caso de los defensores de la avaricia, la ambici�n o la crueldad de los pr�ncipes; porque una vez que est�n bajo el poder de tales hombres, son las v�ctimas m�s miserables; no pueden evitar las necesidades m�s extremas, se convierten en esclavos miserables, y gritan contra s� mismos, cien veces m�s, la ira de Dios y del hombre. Ahora sigue, -

Versículo 18

Aqu� Daniel relata el arrepentimiento tard�o del rey, porque aunque �l estaba en el mayor dolor, no corrigi� su culpa. Y esto le ocurre a muchos que no est�n endurecidos por el desprecio de Dios y su propia depravaci�n; son apartados por otros y no est�n satisfechos con sus propios vicios, mientras a�n se entregan a ellos. �Ojal� los ejemplos de este mal fueran raros en el mundo! pero ocurren en todas partes ante nuestros ojos. Por lo tanto, aqu� se nos propone a Dar�o como intermediario entre los imp�os y los imp�os: los justos y los santos. Los malvados no dudan en agitar al Todopoderoso contra ellos, y despu�s de haber descartado todos los temores y toda verg�enza, se deleitan en su propia libertinaje. Aquellos que est�n gobernados por el temor de Dios, aunque sostienen duras contiendas con la carne, se imponen un control sobre s� mismos y evitan sus perversos afectos. Otros est�n entre los dos, como he dicho, a�n no obstinados en su malicia, y no muy satisfechos con su corrupci�n, y a�n as� los siguen como si estuvieran atados a ellos por cuerdas. As� era Darius; porque deber�a haber repelido constantemente la calumnia de sus nobles; pero cuando se vio tan enredado por ellos, debi� haberse opuesto a ellos de manera viril y haberlos reprendido por abusar tanto de su influencia sobre �l; Sin embargo, no actu� as�, sino que se inclin� ante su furia. Mientras tanto, se lamenta en su palacio y se abstiene de toda comida y delicias. Por lo tanto, muestra su disgusto por la mala conducta en la que se confabulaba. Entonces vemos cu�n ineficaz es para nuestra propia conciencia golpearnos cuando pecamos, y causarnos pena por nuestras faltas; debemos ir m�s all� de esto, para que el dolor nos lleve al arrepentimiento, como tambi�n nos ense�a Pablo. ( 2 Corintios 7:10.) Darius, entonces, se hab�a reducido a dificultades; mientras lamenta su culpa, no intenta corregirlo. Este fue, de hecho, el comienzo del arrepentimiento, pero nada m�s; y cuando siente alguna compulsi�n, esto lo despierta y no le permite paz ni consuelo. Esta lecci�n, entonces, debemos aprender de la narrativa de Daniel sobre el rey Dar�o pasando toda esa noche llorando. Sigue despu�s, -

Versículo 19

Aqu� el rey comienza a actuar con un poco m�s de consistencia, cuando se acerca al pozo. Anteriormente fue abatido por el miedo a ceder ante sus nobles y olvidar su dignidad real entreg�ndose a ellos como cautivo. Pero ahora no teme su envidia ni la perversidad de su discurso. Se acerca a la guarida de los leones temprano por la ma�ana, dice �l, es decir, al amanecer, antes de que fuera, a la luz, que llegaba durante el crep�sculo y a toda prisa. As� lo vemos sufrir bajo el dolor m�s amargo, que supera todos sus miedos anteriores; porque a�n podr�a haber sufrido miedo, al recordar esa formidable denuncia: �Ya no disfrutar�s de tu suprema orden, a menos que reivindiques tu edicto por desprecio! Pero, como he dicho, el dolor supera todo miedo. Y, sin embargo, no podemos alabar ni su piedad ni su humanidad; porque, aunque se acerca a la cueva y grita, "�Daniel!" con una voz lamentable, todav�a no est� enojado con sus nobles hasta que ve al siervo de Dios perfectamente a salvo. Entonces sus esp�ritus revivir�n, como veremos; pero a�n persiste en su debilidad y se encuentra en un lugar intermedio entre los perversos despreciadores y los sinceros adoradores de Dios, que siguen con una intenci�n recta lo que saben que es justo.

Versículo 20

DESEO de tiempo me oblig� a interrumpir nuestra �ltima Conferencia en el punto donde Daniel relata c�mo el rey se acerc� a la cueva. Ahora �l informa sus palabras: �Oh Daniel, siervo del Dios viviente! tu Dios a quien adoras constantemente, �ha podido librarte? Dice el. Darius declara que el Dios de Israel es el vivo. Pero si hay un Dios vivo, excluye a todas esas deidades imaginarias a las que los hombres se imaginan por su propio ingenio. Porque es necesario que la deidad sea una, y este principio es reconocido incluso por los profanos. Sin embargo, los hombres pueden ser enga�ados por sus sue�os, pero todos confiesan la imposibilidad de tener m�s dioses que uno. De hecho, distorsionan el car�cter de Dios, pero no pueden negar su unidad. Cuando Darius pronunci� esta alabanza al Dios de Israel, confiesa que todas las dem�s deidades son meras ficciones; pero �l muestra c�mo, como he dicho, los profanos sostienen el primer principio, pero luego permiten que escape completamente de sus pensamientos. Este pasaje no prueba, como algunos alegan, la conversi�n real del rey Dar�o y su sincera adopci�n de la verdadera piedad; porque �l siempre ador� a sus propios �dolos, pero pens� que era suficiente si elevaba al Dios de Israel al rango m�s alto. Pero, como sabemos, Dios no puede admitir un compa�ero, porque est� celoso de su propia gloria. ( Isa�as 42:8.) Entonces hac�a demasiado fr�o para que Darius simplemente reconociera al Dios a quien Daniel adoraba para ser superior a todos los dem�s; porque donde Dios reina, todos los �dolos deben necesariamente reducirse a nada; como tambi�n se dice en los Salmos: Que Dios reine, y que los dioses de todas las naciones caigan ante �l. Darius luego procedi� a dedicarse al verdadero y �nico Dios, pero se vio obligado a rendir el mayor respeto al Dios de Israel. Mientras tanto, siempre permaneci� hundido en sus propias supersticiones a las que estaba acostumbrado.

Luego agrega: Tu Dios, a quien continuamente adoras, �podr�a liberarte de los leones? Aqu� habla dudosamente, como lo hacen los incr�dulos, quienes parecen tener algo de esperanza, pero ninguna persuasi�n firme o segura en sus propias mentes. Supongo que esta invocaci�n es natural, ya que un cierto instinto secreto naturalmente impulsa a los hombres a volar a Dios; porque aunque apenas uno de cada veinte se apoya en la palabra de Dios, todos los hombres invocan a Dios ocasionalmente. Desean descubrir si Dios desea ayudarlos y ayudarlos en sus necesidades; Mientras tanto, como he dicho, no hay una persuasi�n firme en sus corazones, que era el estado mental del rey Dar�o. �Podr�a Dios librarte? Dice el; �como si el poder de Dios pudiera ser dudado! Si �l hubiera dicho: �Te ha librado Dios? Esto hubiera sido tolerable. Dios no estaba obligado por ninguna ley a estar siempre arrebatando a su pueblo de la muerte, ya que, muy bien sabemos, esto se basa enteramente en su buen placer. Cuando, por lo tanto, permite que su pueblo sufra bajo los deseos de los imp�os, su poder no se ve disminuido, ya que su liberaci�n depende de su mera voluntad y placer. Su poder, por lo tanto, no debe ser cuestionado de ninguna manera. Observamos que Dar�o nunca se convirti� de verdad y nunca reconoci� claramente al Dios verdadero y �nico, sino que fue capturado con un miedo ciego que, lo quisiera o no, lo oblig� a atribuir el honor supremo al Dios de Israel. Y esta no fue una confesi�n ingenua, sino que fue extorsionada por �l. Ahora sigue: -

Versículo 21

Aqu� Daniel responde al rey moderada y suavemente, aunque �l hab�a sido arrojado a la cueva por su orden. Podr�a haber merecido estar enojado y exponerse con �l, porque hab�a sido abandonado por �l, porque el Rey Darius lo hab�a encontrado un servidor fiel y hab�a utilizado sus servicios para su propio beneficio. Cuando se vio oprimido por calumnias injustas, el rey no tom� su parte tan sinceramente como deber�a; y al fin, vencido por las amenazas de sus nobles, orden� que echaran a Daniel al pozo. Daniel podr�a, como he dicho, haberse quejado de la crueldad y perfidia del rey. �l no hace esto, pero guarda silencio acerca de esta lesi�n, porque su liberaci�n magnificar�a suficientemente la gloria de Dios. El santo Profeta no deseaba nada m�s, excepto el bienestar del rey, por el cual reza. Aunque usa la frase ordinaria, habla desde su coraz�n cuando dice: �Oh, rey, vive para siempre! es decir, que Dios proteja tu vida y te bendiga perpetuamente. Muchos saludan a sus reyes e incluso a sus amigos de esta manera por mera forma; pero no hay duda de que Daniel deseaba sinceramente al rey el disfrute de una larga vida y felicidad. Luego agrega:

Versículo 22

�Dios m�o, dice �l, envi� a su �ngel y cerr� la boca de los leones! As� vemos que Daniel asigna abiertamente a los �ngeles el deber de prestar asistencia, mientras que todo el poder permanece en manos de Dios mismo. �l dice, por lo tanto, que fue liberado por la mano y la asistencia de un �ngel, pero muestra c�mo el �ngel era el agente y no el autor de su seguridad. Dios, por lo tanto, dice que envi� a su �ngel. A menudo hemos visto cu�n indistintamente hablaban los caldeos al mencionar a la Deidad; llamaron a sus deidades santas, pero Daniel aqu� atribuye toda la gloria solo a Dios. No presenta una multitud de deidades seg�n la opini�n predominante entre los profanos. �l destaca prominentemente la unidad de Dios; y luego agrega la presencia de �ngeles como asistentes de los siervos de Dios, mostrando c�mo realizan lo que se les ordena. As�, toda la alabanza de su salvaci�n permanece con el �nico Dios, ya que los �ngeles no ayudan a quien quieran, y no se mueven por su propia voluntad, sino �nicamente en obediencia a los mandamientos de Dios.

Ahora debemos notar lo que sigue: Dios hab�a cerrado la boca de los leones, porque con estas palabras el Profeta muestra c�mo los leones y las bestias m�s crueles est�n en manos de Dios, y son restringidos por su bordillo secreto, para que no puedan enfurecerse ni cometer cualquier lesi�n a menos que con el permiso de Dios. Por lo tanto, podemos aprender que las bestias salvajes son tan perjudiciales para nosotros como Dios puede permitirles humillar nuestro orgullo. Mientras tanto, podemos percibir que ninguna bestia es tan cruel como para lastimarnos con sus garras o sus dientes, a menos que Dios le d� las riendas. Y esta instrucci�n es digna de atenci�n especial, ya que temblamos al m�nimo peligro, incluso al ruido de una hoja que cae. Como estamos necesariamente expuestos a muchos peligros por todos lados, y rodeados de varias formas de muerte, por lo tanto, deber�amos ser acosados ??por una angustiosa ansiedad a menos que este principio nos apoye; nuestra vida no solo est� bajo la protecci�n de Dios, sino que nada puede da�arnos mientras �l dirige todo por su voluntad y placer. Y este principio deber�a extenderse a los mismos demonios, y a los hombres imp�os y malvados, porque sabemos que el diablo siempre est� ansioso por destruirnos, como un le�n rugiente, ya que ronda buscando a qui�n devorar, como dice Peter. en su First Ephstle, ( 1 Pedro 5:8.) Porque vemos c�mo todo el complot imp�o para nuestra destrucci�n continuamente, y cu�n locamente se inflaman contra nosotros. Pero Dios, que puede cerrar la boca del le�n, tambi�n evitar� que el diablo y todos los malvados lastimen a cualquiera sin su permiso. La experiencia tambi�n nos muestra c�mo el diablo y todos los imp�os son controlados por �l, ya que debemos perecer en todo momento a menos que �l haya rechazado por su influencia opuesta los innumerables males que alguna vez nos rodean. Deber�amos percibir c�mo la protecci�n singular de Dios nos preserva en la seguridad diaria en medio de la ferocidad y la locura de nuestros enemigos. Daniel dice que no sufri� ninguna p�rdida de ning�n tipo, porque ante Dios se encontr� su justicia en �l. Estas palabras significan que su preservaci�n surgi� de Dios que desea vindicar su propia gloria y adoraci�n que hab�a ordenado en su ley. El Profeta no se jacta aqu� de su propia justicia, sino que muestra c�mo surgi� su liberaci�n del deseo de Dios de testificar con cierta y clara prueba de su aprobaci�n de esa adoraci�n por la que Daniel hab�a luchado hasta la muerte. Vemos, entonces, c�mo Daniel refiere todas las cosas a la aprobaci�n de la adoraci�n a Dios. La conclusi�n es que era el defensor de una causa piadosa y santa, y estaba preparado para sufrir la muerte, no por una imaginaci�n tonta, ni por un impulso precipitado, ni por un celo ciego, sino porque estaba seguro de ser un adorador de la Un dios. El ser el defensor de la causa de la piedad y la santidad fue, como �l afirma, la raz�n de su preservaci�n. Esta es la conclusi�n correcta.

Por lo tanto, recogemos f�cilmente la locura de los papistas que, a partir de este y otros pasajes similares, se esfuerzan por establecer el m�rito y la justicia de las buenas obras. Oh! Daniel fue preservado porque se encontr� justicia en �l delante de Dios; �Por lo tanto, Dios paga a cada hombre seg�n los m�ritos de sus obras! Pero primero debemos considerar la intenci�n de Daniel en la narrativa que tenemos ante nosotros; porque, como he dicho, �l no se jacta de sus propios m�ritos, sino que desea que su preservaci�n sea atribuida a la Deidad como un testimonio de su verdadero y puro culto, para avergonzar al Rey Darius y mostrar todas sus supersticiones a sea ??imp�o, y especialmente, amonestarlo con respecto a ese edicto sacr�lego por el cual se arrog� a s� mismo la orden suprema y, en la medida de lo posible, aboli� la existencia misma de Dios. Con el objetivo, entonces, de amonestar a Dar�o, el Profeta dice que su causa fue justa. Y para que la soluci�n de la dificultad sea m�s f�cil, debemos remarcar la diferencia entre la salvaci�n eterna y la liberaci�n especial. Dios nos libera de la muerte eterna y nos adopta en la esperanza de la vida eterna, no porque encuentre justicia en nosotros sino a trav�s de su propia elecci�n gratuita, y perfeccione en nosotros su propio trabajo sin ning�n respeto a nuestras obras. Con referencia a nuestra salvaci�n eterna, nuestra justicia no se considera de ninguna manera, porque cada vez que Dios nos examina, solo encuentra materiales para la condenaci�n. Pero cuando consideramos la liberaci�n particular, �l puede notar nuestra justicia, no como si fuera naturalmente nuestra, sino que extiende su mano hacia aquellos a quienes gobierna por su Esp�ritu e insta a obedecer su llamado; y si incurren en alg�n peligro en sus esfuerzos por obedecer su voluntad, �l los entrega. El significado es exactamente el mismo que si alguien afirmara que Dios favorece las causas justas, pero no tiene nada que ver con los m�ritos. De ah� que los papistas jueguen, como los ni�os, cuando usan este pasaje para obtener sus m�ritos humanos; porque Daniel deseaba afirmar nada m�s que la adoraci�n pura de Dios, como si hubiera dicho, no solo su raz�n proced�a de Dios, sino que hab�a otra causa para su liberaci�n, a saber, el deseo del Todopoderoso de mostrar al mundo experimentalmente la justicia. de su causa

�l agrega: E incluso antes de ti, oh rey, no he cometido nada malo. Est� claro que el Profeta hab�a violado el edicto del rey. �Por qu�, entonces, no confiesa ingeniosamente esto? No, �por qu� sostiene que no ha transgredido contra el rey? Debido a que se condujo con fidelidad en todos sus deberes, pudo liberarse de cualquier calumnia por la cual se sab�a oprimido, como si hubiera despreciado la soberan�a del rey. Pero Daniel no estaba tan atado al rey de los persas cuando reclam� para s� mismo como un dios lo que no se le deb�a ofrecer. Sabemos c�mo Dios constituye los imperios terrenales, solo con la condici�n de que no se priva de nada, sino que brilla solo, y todos los magistrados deben establecerse en orden regular, y cada autoridad en existencia debe estar sujeta a su gloria. Como, por lo tanto, Daniel no pod�a obedecer el edicto del rey sin negar a Dios, como hemos visto anteriormente, no transgredi� contra el rey al perseverar constantemente en ese ejercicio de piedad al que estaba acostumbrado, y al invocar a su Dios tres veces al d�a. Para hacer esto m�s evidente, debemos recordar ese pasaje de Pedro,

"Teme a Dios, honra al rey". ( 1 Pedro 2:17.)

Los dos comandos est�n conectados entre s� y no se pueden separar entre s�. El temor de Dios debe preceder, para que los reyes puedan obtener su autoridad. Porque si alguien comienza a reverenciar a un pr�ncipe terrenal al rechazar el de Dios, actuar� absurdamente, ya que esto es una perversi�n completa del orden de la naturaleza. Entonces, que se teme a Dios en primer lugar, y los pr�ncipes terrenales obtendr�n su autoridad, si solo Dios brilla, como ya he dicho. Daniel, por lo tanto, aqu� se defiende con justicia, ya que no hab�a cometido ning�n delito contra el rey; porque se vio obligado a obedecer el mandato de Dios, y descuid� lo que el rey hab�a ordenado en oposici�n a �l. Porque los pr�ncipes terrenales dejan de lado todo su poder cuando se levantan contra Dios, y no son dignos de ser contados en el n�mero de la humanidad. Deber�amos desafiar por completo en lugar de obedecerlos siempre que est�n tan inquietos y deseen malcriar a Dios de sus derechos y, por as� decirlo, apoderarse de su trono y bajarlo del cielo. Ahora, por lo tanto, entendemos el sentido de este pasaje. Sigue, -

Versículo 23

Daniel confirma lo que hab�a narrado anteriormente sobre los sentimientos del rey Dar�o. Como se hab�a marchado ansioso a su palacio, se hab�a abstenido de comer y beber, y hab�a dejado a un lado todos los placeres y delicias, tambi�n se regocij� al escuchar la maravillosa liberaci�n de la muerte del santo siervo de Dios. Luego agrega: Y por orden del rey, Daniel fue sacado de la cueva, y no se encontr� corrupci�n en �l. Esto no se puede atribuir a la buena fortuna. Por lo tanto, Dios hizo visible su poder al proporcionar la seguridad de Daniel del alcance de los leones. Habr�a sido destrozado si Dios no hubiera cerrado la boca; y esto contribuye en poco grado a magnificar el milagro, ya que no se encontraron rasgu�os ni toques en su cuerpo. Cuando los leones lo salvaron, surgi� del consejo secreto de Dios; y lo marc� m�s claramente, cuando sus calumniadores fueron arrojados a la cueva, y los leones lo desgarraron inmediatamente, como pronto agregar�. Pero debemos notar la raz�n que se da: �fue preservado, ya que confiaba en su Dios! A menudo suceder� que una persona puede tener una buena causa y, sin embargo, tener �xito de manera desafortunada; porque agrega a lo que de otra manera es digno de elogio, una gran confianza en sus propios consejos, prudencia e industria. Por lo tanto, no es sorprendente que quienes emprenden buenas causas a menudo fracasan, como a menudo vemos entre los profanos. Porque la historia de todas las edades atestigua la muerte de aquellos que aprecian una causa justa; pero esto surge de su perversa confianza, ya que nunca contemplaron el servicio de Dios, sino que consideraron sus propios elogios y los aplausos del mundo. Por lo tanto, cuando la ambici�n se apoder� de ellos, se complacieron con sus propios planes. As� surgi� ese dicho de Bruto: "�La virtud es algo fr�volo!" porque se consideraba indigno tratado en la lucha por la libertad de Roma, mientras que los dioses eran adversos en lugar de propicios. Como si Dios hubiera debido conferirle la ayuda que nunca hab�a esperado y nunca hab�a buscado. Porque conocemos el orgullo de la disposici�n de ese h�roe. Presento solo un ejemplo; pero si sopesamos diligentemente los motivos que impulsan a los profanos cuando luchan vigorosamente por buenos objetos, encontraremos que la ambici�n es el motivo predominante. No es de extra�ar, entonces, si Dios los abandon� en este particular, ya que no eran dignos de experimentar su ayuda. Por esta raz�n, Daniel afirma que fue preservado de manera segura, porque confiaba en su Dios.

El Ap�stol se refiere a esto en el cap�tulo once del Ephstle a los hebreos, ( Hebreos 11:33), donde dice que algunos fueron arrebatados o preservados de la boca de los leones a trav�s de la fe. Por lo tanto, �l asigna la causa del escape de Daniel en seguridad, y nos recuerda a la fe. Pero aqu� debemos considerar el significado y la fuerza de la palabra "creer". Porque el Profeta no habla simplemente de su liberaci�n como resultado de creer que el Dios de Israel es el verdadero y �nico Dios, el Creador del cielo y la tierra, sino de su entrega de su vida a �l, de su reposo en su gracia, de su fijaci�n determinaci�n de que su fin debe ser feliz, si lo adoraba. Dado que, por lo tanto, Daniel ciertamente estaba persuadido de que su vida estaba en manos de Dios, y que su esperanza en �l no era en vano, incurri� en un peligro audaz y sufri� intr�pidamente por la sincera adoraci�n a Dios; por eso dice que cre�a en Dios. Entonces vemos que la palabra "creencia" no se toma con frialdad, como sue�an los papistas, ya que su noci�n implica una fe desplegada o muerta y sin forma, porque creen que la fe no es otra cosa que una aprensi�n confusa de la deidad Cada vez que los hombres tienen alguna concepci�n de Dios, los papistas piensan que esto es fe; pero el Esp�ritu Santo nos ense�a de otra manera. Porque debemos considerar el lenguaje del Ap�stol: No creemos adecuadamente en Dios, a menos que determinemos que es un recompensador de todos los que lo buscan diligentemente. ( Hebreos 11:6.) Dios no es buscado por una tonta arrogancia, como si por nuestros m�ritos pudi�ramos conferirle una obligaci�n; pero es buscado por la fe, la humildad y la invocaci�n. Pero cuando estamos persuadidos de que Dios es el galardonador de todos los que lo buscan, y sabemos c�mo debe ser buscado, esta es la verdadera fe. As� que Daniel no dud� que Dios lo librar�a, porque no desconfiaba de esa ense�anza de piedad que hab�a aprendido de un ni�o, y por la confianza en la que siempre hab�a invocado a Dios. Esto, por lo tanto, fue la causa de su liberaci�n. Mientras tanto, est� claro que la confianza de Daniel en Dios no surgi� de ninguna instrucci�n previa sobre el resultado; porque m�s bien entreg� su vida a Dios, ya que estaba preparado para la muerte. Por lo tanto, Daniel no pudo reconocer esto antes de ser arrojado a la cueva y expuesto a los leones, ignorando si Dios lo librar�a, como vimos anteriormente en el caso de sus compa�eros, �Dios, si quiere, nos librar�; pero si no, estamos preparados para adorarlo y desobedecer tu edicto ". Si a Daniel se le hubiera ense�ado el tema de antemano, su constancia no habr�a merecido muchos elogios; pero como estaba dispuesto a enfrentarse a la muerte sin temor para adorar a Dios, y pod�a negarse a s� mismo y renunciar al mundo, esta es una prueba verdadera y seria de su fe y constancia. Cre�a, por lo tanto, en Dios, no porque esperaba tal milagro, sino porque sab�a que su propia felicidad consist�a en persistir en la verdadera adoraci�n a Dios. Entonces Pablo dice: Cristo es ganancia para m�, tanto en la vida como en la muerte. ( Filipenses 1:21 .) Por lo tanto, Daniel descans� en la ayuda de Dios, pero cerr� los ojos ante el evento, y no estaba notablemente ansioso con respecto a su vida, pero dado que su mente se erigi� hacia la esperanza de una vida mejor, incluso si tuviera que morir cien veces, sin embargo, nunca habr�a fallado en su confianza, porque nuestra fe se extiende m�s all� del l�mites de esta vida fr�gil y corruptible, como todos los piadosos saben lo suficiente. Lo que ya he mencionado despu�s sigue:

Versículo 24

Por esta circunstancia, la virtud de Dios brill� m�s claramente al preservar a Daniel, porque aquellos que lo hab�an acusado fueron destruidos inmediatamente por los leones. Porque si alguien dijera que los leones estaban satisfechos, o si hubo alguna otra raz�n por la cual Daniel no fue destruido, por qu�, cuando fue retirado, una locura tan grande impuls� de inmediato a esas bestias a desgarrar y devorar, no solo un hombre, sino una gran multitud? Ninguno de los nobles fue preservado; luego se agregaron sus esposas e hijos. Los leones casi nunca proceden a tal tono de salvajismo y, sin embargo, todos perecieron ante un hombre; entonces, �c�mo escap� Daniel? Seguramente vemos c�mo Dios, en esta comparaci�n, deseaba dar testimonio de su propia virtud, para que nadie se opusiera a que los leones dejaran a Daniel porque ya estaban atiborrados y no deseaban ninguna otra presa, ya que se habr�an contentado con cualquiera de los tres o cuatro hombres; pero devoraron hombres, mujeres y ni�os. Por lo tanto, las bocas de los leones estaban claramente restringidas por el poder divino, ya que Daniel estuvo a salvo durante toda una noche, pero perecieron de inmediato, tan pronto como fueron arrojados a la cueva; porque nuevamente vemos c�mo estas bestias fueron impulsadas por una locura repentina, de modo que no esperaron hasta que su presa llegara al fondo, sino que las devoraron cuando cayeron. Dejaremos el resto hasta ma�ana.

Versículo 25

Aqu� Daniel agrega el edicto del rey, que deseaba que se promulgara. Y en este edicto dio testimonio de que la liberaci�n de Daniel lo conmovi� tanto como para atribuir la gloria suprema al Dios de Israel. Mientras tanto, no creo que esto sea una prueba de la verdadera piedad del rey, ya que algunos int�rpretes aqu� exaltan al rey Dar�o sin moderaci�n, como si realmente se hubiera arrepentido y abrazado la adoraci�n pura prescrita por la ley de Mois�s. Nada de este tipo puede extraerse de las palabras del edicto, y esta circunstancia lo demuestra, ya que su imperio nunca fue purgado de sus supersticiones. El rey Dar�o todav�a permit�a que sus s�bditos adoraran �dolos; y no se abstuvo de contaminarse con tanta contaminaci�n; �pero deseaba colocar al Dios de Israel en la elevaci�n m�s alta, tratando de mezclar fuego y agua! Ya hemos discutido este punto. Los profanos piensan que cumplen con su deber para con el Dios verdadero, si no lo desprecian abiertamente, sino que le asignan un lugar u otro; y, especialmente, si lo prefieren a todos los �dolos, piensan que han satisfecho a Dios. Pero todo esto es in�til; porque a menos que eliminen todas las supersticiones, Dios de ninguna manera obtiene su derecho, ya que no permite iguales. De ah� que este pasaje no demuestre ninguna piedad verdadera y seria en el rey Dar�o; pero implica simplemente que se sinti� profundamente conmovido por el milagro, y que celebr� en todas las regiones sujetas al nombre y la gloria del Dios de Israel. Finalmente, como este fue un impulso especial sobre el rey Dar�o, no fue m�s all� de un efecto particular; reconoci� el poder y la bondad de Dios por todos lados; pero se apoder� de ese esp�cimen que se coloc� directamente ante sus ojos. Por lo tanto, no continu� reconociendo al Dios de Israel al dedicarse a la piedad verdadera y sincera; pero, como ya he dicho, deseaba que fuera notablemente superior a otros dioses, pero que no fuera el �nico Dios. Pero Dios rechaza esta adoraci�n modificada; y por lo tanto no hay raz�n para alabar al rey Dar�o. Mientras tanto, su ejemplo condenar� a todos aquellos que profesan ser reyes cat�licos o cristianos, o defensores de la fe, ya que no solo entierran la verdadera piedad, sino que, en la medida de lo posible, debilitan toda la adoraci�n a Dios y voluntariamente extinguir su nombre del mundo, y as� tiranizar a los piadosos, y establecer supersticiones imp�as por su propia crueldad. Darius ser� un juez adecuado para ellos, y el edicto aqu� recitado por Daniel ser� suficiente para condenarlos a todos.

Ahora dice: El edicto fue escrito para todas las personas, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra. Vemos c�mo Darius deseaba dar a conocer el poder de Dios no solo a la gente vecina, sino que estudi� para promulgarlo por todas partes. Escribi� no solo para Asia y Caldea, sino tambi�n para los medos y los persas. Nunca hab�a sido el gobernante de Persia, sin embargo, dado que su suegro lo hab�a recibido en una alianza en el imperio, su autoridad se extendi� all�. Este es el sentido de la frase, la tierra entera. Esto no se refiere a todo el mundo habitable, sino a esa monarqu�a que se extendi� por casi todo el Oriente, ya que los medos y los persas mantuvieron el dominio del mar hasta Egipto. Cuando consideramos la magnitud de este imperio, Daniel bien puede decir, el edicto fue promulgado por toda la tierra. �La paz se multiplique a ti! Sabemos c�mo los reyes de esta manera alivian a sus s�bditos, y utilizamos persuasiones suaves para lograr m�s f�cilmente sus deseos, y as� obtener la obediencia impl�cita de sus s�bditos. Y es gratuito por su parte implorar la paz en sus s�bditos. Mientras tanto, como ya he dicho, ellos cortejan su favor con estas tentaciones, y as� preparan a sus s�bditos para someterse al yugo. Por el t�rmino "paz", se implica un estado de prosperidad; es decir, que seas pr�spero y feliz. Luego agrega, el decreto se coloca a su vista, es decir, muestran su comando ante todos sus s�bditos. Esta, entonces, es la fuerza de la frase, mi edicto ha sido colocado; es decir, si mi autoridad y poder prevalecen contigo, hasta ahora debes obedecerme; �que todos puedan temer, o que todos puedan tener miedo y temblar ante el Dios de Daniel! Por miedo y terror quiere decir simplemente reverencia, pero habla como los profanos est�n acostumbrados a hacerlo, que aborrecen el nombre de Dios. Parece deseoso de expresar cu�n llamativo era el poder del Dios de Israel, que deber�a impresionar adecuadamente a cada uno e inducir a todos a adorar con reverencia, temor y temblor. Y este m�todo de hablar se deriva de un principio correcto; ya que la adoraci�n legal nunca se ofrece a Dios sino cuando somos humildes ante �l. Por lo tanto, Dios a menudo se llama a s� mismo terrible, no porque desee que sus fieles se acerquen a �l con miedo, sino, como hemos dicho, porque las almas de los hombres nunca ser�n llevadas a la reverencia a menos que comprendan seriamente su poder y, por lo tanto, tengan miedo de su juicio Pero si el miedo solo florece en la mente de los hombres, no pueden formarse a la piedad, ya que debemos considerar ese pasaje del Salmo,

"Contigo es propiciaci�n para que puedas ser temido". ( Salmo 130:4.)

Dios, por lo tanto, no puede ser adorado y temido adecuadamente, a menos que seamos persuadidos de que puede ser rogado; No, estamos bastante seguros de que es propicio para nosotros. Sin embargo, es necesario que el miedo y el temor precedan a la humillaci�n del orgullo de la carne.

Este es, entonces, el significado de la frase, que todos deber�an temer o temer al Dios de Daniel. El rey lo llama as�, no porque Daniel haya fabricado un Dios para s� mismo, sino porque �l era su �nico adorador. Hablamos muy bien de J�piter como el dios de los griegos, ya que estaba loco por su locura y, por lo tanto, obtuvo un nombre y una celebridad en el resto del mundo. Mientras tanto, J�piter y Minerva, y la multitud de deidades falsas recibieron sus nombres del mismo origen. Hay otra raz�n por la cual el rey Dar�o llama al Dios a quien Daniel ador� al Dios de Daniel, como se le llama el Dios de Abraham, no a trav�s de derivar ninguna autoridad precaria de Abraham, sino a trav�s de su manifestaci�n a Abraham. Para explicar esto m�s claramente: �por qu� se le llama el Dios de Daniel en lugar de los babilonios? porque Daniel hab�a aprendido de la ley de Mois�s la adoraci�n pura de Dios, y el pacto que hab�a hecho con Abraham y los santos padres, y la adopci�n de Israel como su pueblo peculiar. �l cumpli� con la adoraci�n prescrita en la Ley, y esa adoraci�n depend�a del pacto. Por lo tanto, este nombre no se da como si Daniel hubiera sido libre de crear o imaginar a un dios por s� mismo; sino porque hab�a adorado a ese Dios que se hab�a revelado por su palabra. Por �ltimo, esta frase debe entenderse de tal manera que induzca a todos a temer que Dios, que hizo un pacto con Abraham y su posteridad, y eligi� para s� mismo un pueblo peculiar. Ense�� el m�todo de la adoraci�n verdadera y legal, y lo desdobl� en su ley, de modo que Daniel lo ador�. Ahora entendemos el significado de la cl�usula. Por lo tanto, podemos aprender a distinguir al Dios verdadero de todos los �dolos y ficciones de los hombres, si deseamos adorarlo de manera aceptable. Para muchos piensan que adoran a Dios cuando deambulan por cualquier error que quieran, y nunca permanecen unidos a un Dios verdadero. Pero esto es perverso, no, no es m�s que una profanaci�n de verdadera piedad para adorar a Dios tan confusamente. Por lo tanto, debemos contemplar la distinci�n que he se�alado, que nuestras mentes siempre pueden estar incluidas dentro de los l�mites de la palabra, y no alejarse del Dios verdadero, si de hecho deseamos retenerlo y seguir la religi�n que le agrada. . Debemos continuar, digo, dentro de los l�mites de la palabra, y no apartarnos ni de un lado ni del otro; ya que innumerables falacias del demonio nos encontrar�n de inmediato, a menos que la palabra nos mantenga en estricta obediencia. En lo que respecta a Darius, reconoci� al �nico Dios verdadero, pero como ya hemos dicho, no rechaz� esa adoraci�n ficticia y perversa en la que se cri�; �Tal mezcla es intolerable ante Dios!

A�ade: �Porque est� vivo y permanece para siempre! Esto parece reducir a todos los dioses falsos a nada; pero se ha dicho anteriormente, y las circunstancias lo demuestran, que cuando los profanos vuelven su atenci�n al Dios supremo, comienzan a vagar directamente. Si constantemente reconocieran al Dios verdadero, excluir�an instant�neamente a todos los ficticios; pero piensan que es suficiente si Dios obtiene el primer rango; mientras tanto, agregan deidades menores, de modo que yace escondido en una multitud, aunque disfruta de una ligera preeminencia. Tal era, entonces, el razonamiento y el plan de Dar�o, porque no ten�a nada clara o sinceramente sobre la esencia del �nico Dios verdadero; �pero �l pens� que el poder supremo reside en el Dios de Israel, as� como otras naciones adoran a sus propias deidades! Vemos, entonces, que no se apart� de las supersticiones que hab�a absorbido en su infancia; y por lo tanto, no tenemos ninguna raz�n para alabar su piedad, a menos que sea en este caso particular. Pero, mientras tanto, Dios le extorsion� una confesi�n, en la que nos describe su naturaleza. �l lo llama "el Dios viviente", no solo porque tiene vida en s� mismo, sino fuera de s� mismo, y tambi�n es el origen y la fuente de la vida. Este ep�teto debe ser tomado activamente, porque Dios no solo vive sino que tiene vida en s� mismo; y �l tambi�n es la fuente de la vida, ya que no hay vida independiente de �l. Luego agrega, permanece para siempre, y as� lo distingue de todas las criaturas, en las que no hay firmeza ni estabilidad. Tambi�n sabemos c�mo todo en el cielo, as� como el cielo mismo, est� sujeto a varios cambios. En esto, por lo tanto, Dios difiere de todo lo creado, ya que �l es inmutable e invariable. A�ade, su reino no est� corrompido, y su dominio permanece para siempre. Aqu� expresa claramente lo que hab�a declarado anteriormente respecto a la firmeza del estado de Dios, ya que no solo sigue siendo esencialmente el mismo, sino que ejerce su poder en todo el mundo, y lo gobierna por su propia virtud, y sostiene todas las cosas. Porque si solo hubiera dicho: "Dios permanece para siempre", somos tan perversos y de mente estrecha que lo interpretamos simplemente de la siguiente manera: Dios, de hecho, no es cambiante en su propia esencia, pero nuestras mentes no podr�an comprender su poder como universalmente difundido. Esta explicaci�n, entonces, es digna de menci�n, ya que Dar�o expresa claramente que el reino de Dios es incorruptible y su dominio es eterno.

Versículo 27

En segundo lugar, llama a Dios su libertador. Quienes consideren este edicto como un ilustre ejemplo de piedad, dir�n que Dar�o habl� evang�licamente como un heraldo de la misericordia de Dios. Pero, como hemos dicho anteriormente, Darius generalmente nunca abraz� lo que las Escrituras ense�an acerca de que Dios aprecia a su pueblo con clemencia, que los ayuda a ser misericordiosos con ellos y los alimenta con la bondad de un padre. El rey Darius no sab�a nada de esta raz�n. La liberaci�n de Daniel era bien conocida; Esta fue una prueba particular del favor de Dios. Si Darius hubiera percibido parcialmente la bondad amorosa de Dios hacia sus siervos, entonces habr�a reconocido su disposici�n a preservarlos y liberarlos. Esto ser�a demasiado fr�o a menos que se agregara la causa: �Dios es un libertador! ya que se ha dignado elegir a sus siervos, y da testimonio de que �l es su Padre, y escucha sus oraciones, y perdona sus transgresiones. A menos que, por lo tanto, la esperanza de liberaci�n se base en la adopci�n y piedad gratuitas de Dios, cualquier reconocimiento de �l ser� parcial e ineficiente. Darius, entonces, no habla aqu� como si estuviera verdadero y puramente instruido en la misericordia de Dios; pero �l habla de �l solo como el libertador de su propio pueblo. �l afirma correctamente en general, "Dios es un libertador", ya que arrebat� a Daniel de la boca de los leones, es decir, de su poder y ferocidad. Darius, digo, razona correctamente, cuando deriva de un ejemplo la doctrina m�s extensa sobre el poder de Dios para preservar y arrebatar a su pueblo cuando lo desee; mientras tanto, reconoce el poder visible de Dios en un solo acto, pero no comprende la causa principal y la fuente del afecto de Dios hacia Daniel, su pertenencia a los hijos de Abraham y su favor paterno para preservarlo. Por lo tanto, esta instrucci�n deber�a beneficiarnos y tocar nuestras mentes de manera efectiva, ya que Dios es nuestro libertador; y, en primer lugar, debemos confesarnos para ser admitidos a favor con la condici�n de que nos perdone y no nos trate de acuerdo con nuestros desiertos, sino que nos consienta como hijos a trav�s de su incre�ble liberalidad. Este es el verdadero sentido.

Luego dice, �realiza se�ales y maravillas en el cielo y la tierra! Esto deber�a referirse al poder y al dominio, como se mencion� anteriormente; pero Darius siempre considera los acontecimientos ante sus ojos. Hab�a visto a Daniel morando a salvo con leones, y todos los dem�s destruidos por ellos; estas fueron pruebas manifiestas del poder de Dios; Por lo tanto, afirma correctamente, realiza se�ales y maravillas. Pero no hay duda de que Darius fue amonestado por los otros signos que hab�an tenido lugar antes de poseer la monarqu�a; sin duda hab�a o�do lo que le hab�a sucedido al rey Nabucodonosor, y luego al rey Belsasar, a quien Dar�o hab�a matado cuando se apoder� de su reino. Recoge, por lo tanto, m�s testimonios del poder de Dios, con el prop�sito de ilustrar su gloria en la preservaci�n de Daniel. En resumen, si Darius hubiera renunciado a sus supersticiones, la confesi�n de su piedad habr�a sido pura, plena e ingenua; pero debido a que no abandon� la adoraci�n de sus falsos dioses y continu� su apego a su contaminaci�n, su piedad no puede merecer nuestra alabanza, y su conversi�n verdadera y seria no se puede recoger de su edicto. Este es el sentido completo. Ahora sigue:

Versículo 28

La palabra ???, tzelech, significa apropiadamente "pasar por alto", y el significado es aqu� metaf�rico, en el sentido de ser pr�spero. Sin embargo, no hay duda de que existe un contraste silencioso entre el reino de los persas y la monarqu�a caldea, es decir, de manera m�s concisa y clara, entre la doble condici�n de Daniel. Porque, como hemos dicho, estuvo durante alg�n tiempo en la oscuridad bajo Nabucodonosor; cuando esta monarqu�a estaba a punto de perecer, se hizo visible; y durante todo el per�odo del reinado de los caldeos fue oscuro y despreciable. Todos hab�an o�do hablar de �l como un notable e ilustre Profeta, pero fue rechazado del palacio. Hubo un tiempo en que estaba sentado a la puerta del rey, con gran honor y respeto, y luego nuevamente fue expulsado. Durante la continuaci�n de la monarqu�a Chaldee, Daniel no fue considerado en ninguna estima; pero bajo la de los medos y los persas prosper�, y fue tratado uniformemente con marcado respeto, ya que Ciro y Dar�o no fueron tan negligentes como para olvidar instant�neamente las maravillosas obras de Dios realizadas por su mano. Por lo tanto, la palabra "pasar" me agrada, ya que, como he dicho, es una se�al de la posesi�n continua de honor; porque no solo el rey Dar�o, sino tambi�n Ciro lo exaltaron y lo elevaron al n�mero de sus nobles, cuando se enter� de su favor. Est� claro que dej� Babilonia y se fue a otro lado. Probablemente no estuvo mucho tiempo entre los medos, porque Darius o Cyaxares murieron sin herederos, y luego todo su poder pas� a Cyrus solo, que era su sobrino, a trav�s de su hermana, y su yerno era el esposo de su hija. Sin duda, Daniel elogia el favor y la bondad de Dios hacia s� mismo, porque este no era el consuelo habitual del exilio, para obtener el mayor favor entre las naciones extranjeras y b�rbaras, o para obtener la mayor parte de su honor y reverencia. Dios, por lo tanto, alivi� su dolor con este consuelo en su exilio. Por lo tanto, Daniel no solo se considera a s� mismo en su capacidad privada, sino tambi�n el objeto de su dignidad. Porque Dios deseaba que su nombre fuera difundido y celebrado en todas aquellas regiones a trav�s de las cuales se conoc�a a Daniel, ya que nadie pod�a contemplar sin recordar el poder y la gloria del Dios de Israel. Daniel, por lo tanto, deseaba marcar esto. Por otro lado, tambi�n, sin duda, era una pena para �l ser privado de su pa�s, no como el resto de la humanidad, sino porque la tierra de Cana�n era la herencia peculiar del pueblo de Dios. Cuando Daniel fue arrebatado y fue llevado a una distancia, hasta Media y Persia, sin la menor esperanza de regreso, no hay duda de que sufri� angustia continua. Tampoco fue el esplendor de su posici�n entre los profanos de tanta importancia como para inducirlo a preferirlo a esa promesa del favor de Dios y la adopci�n paterna en la tierra de Cana�n. Indudablemente hab�a inscrito en su coraz�n ese pasaje de David,

"Prefiero estar en la corte del Se�or, que en medio de las mayores riquezas de los imp�os: entonces, prefiero ser despreciado en la casa de Dios, que habitar en las tiendas de los injustos". (Salmo 84:10.)

As� se le hab�a ense�ado a Daniel. Ezequiel tambi�n lo incluye propiamente entre los tres hombres m�s santos que han vivido desde el comienzo del mundo. ( Ezequiel 14:14.) (320) Este fue el mejor momento; porque cuando era joven, o al menos pero de mediana edad, se uni� a Job y Noah, �y fue el tercero en santidad rara y casi incre�ble! Dado que este era su car�cter, sin duda se sinti� afectado con la mayor tristeza cuando se percibi� sujeto a un exilio perpetuo, sin la menor esperanza de retorno, y de poder adorar a Dios en su templo y ofrecer sacrificios con el resto. Pero para que no sea desagradecido con Dios, desea expresar su sentido de la benevolencia poco com�n con la que, aunque fue un exiliado y un extra�o, y sujeto a reproche entre otros cautivos, fue tratado e incluso honrado entre los medos y los persas. Este, por lo tanto, es el significado simple del pasaje. Est� bastante claro, como he dicho recientemente, que Ciro, despu�s de la muerte de Dar�o, sucedi� a toda la monarqu�a; y luego veremos en su lugar apropiado c�mo Daniel habit� con Ciro, quien rein� casi treinta a�os m�s. As�, un largo tiempo intervino entre su muerte y la de Darius. Esto, por lo tanto, no ocurri� sin el notable consejo de Dios, ya que el cambio en el reino no influy� en la posici�n de Daniel, como suele suceder. Para los nuevos imperios sabemos que es como poner el mundo al rev�s. Pero Daniel siempre mantuvo su rango y, por lo tanto, la bondad de Dios se mostr� en �l, y donde quiera que fuera, llevaba consigo este testimonio del favor de Dios. No avanzar� m�s, ya que discutiremos una nueva profec�a ma�ana.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Daniel 6". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/daniel-6.html. 1840-57.