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Bible Commentaries
Deuteronomio 2

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

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Versículo 1

1. Luego giramos y emprendimos nuestro viaje. El tiempo en que atacaron su campamento no est� indicado en el libro de N�meros. Este verso, por lo tanto, conectar� acertadamente la historia, ya que de lo contrario habr�a una brusquedad en lo que sigue inmediatamente, luego indica brevemente cu�l era la naturaleza de su viaje hasta el momento se�alado; a saber, que, al cansarse en vano en vagabundeos tortuosos, podr�an, por fin, aprender a seguir a Dios directamente, y a no declinar del camino que �l se�ala.

Versículo 4

4. Y te temer�n. Esta tentaci�n fue m�s provocativa, cuando se enteraron no solo de que la embajada ser�a vana, sino que, aunque Edom deber�a recibirlos con injusticia y hostilidad, todav�a deb�an abstenerse de la violencia y las armas. Porque podr�a haber alguna raz�n en esto, que cuando presentaran su solicitud de manera amistosa, tendr�an una causa leg�tima de guerra, si Edom rechazara sus demandas. Pero esta condici�n adicional podr�a parecer completamente intolerable de que no hicieran nada contra aquellos que se negaron a dejarlos pasar tranquilamente por su tierra. Por lo tanto, sin embargo, parece m�s completo c�mo los israelitas fueron gradualmente sometidos a la obediencia, y por diversos tipos de castigo, mientras que de otro modo habr�an exclamado feroz y petulantemente que Dios los hab�a tratado cruelmente; ya que su condici�n ser�a peor de lo que permit�a la ley universal de las naciones. En este asunto, entonces, sus andanzas, durante ocho y treinta a�os, tuvieron mucha eficacia en llevarlos de vuelta al camino correcto.

Versículo 7

Deuteronomio 2:7 Porque el Se�or tu Dios te ha bendecido. Se agrega esta raz�n, para que las personas no se entristezcan por gastar su dinero, del cual no ten�an mucho, en comprar carne y bebida. Hay, sin embargo, dos cl�usulas; primero, que estaban tan enriquecidos por la generosidad de Dios, que estaban completamente provistos de los medios para comprar alimentos; y, en segundo lugar, que no deben dudar sino que �l aliviar�a su necesidad, si fuera necesario, ya que hasta ahora los hab�a provisto y no hab�a hecho que no quisieran nada. �l, por lo tanto, los alienta a tener esperanza, considerando su experiencia pasada; porque Dios se ocupar�a de ellos, como la corbata hab�a estado acostumbrada a hacer antes.

Sin embargo, surge la pregunta de c�mo Dios podr�a decir que hab�a bendecido el trabajo de sus manos, cuando no hab�an comerciado con otras naciones, para obtener las ganancias m�s peque�as. Pero as� lo entiendo, a saber, que a pesar de que fueron sostenidos gratuitamente en el desierto, y no hab�an gastado un solo centavo en comprar incluso zapateros, aun as� su ganado hab�a aumentado y, adem�s, hab�an obtenido algunas ganancias gracias a su trabajo diario. ; no recibiendo, de hecho, salarios diarios, sino proporcion�ndose muebles y otros art�culos necesarios.

Versículo 9

9. Y el Se�or me dijo: No angusties a los moabitas. Anteriormente les hab�a prohibido entrar en la tierra de Edom, a menos que se obtuviera el consentimiento. Ahora se agrega una prohibici�n similar con respecto a los moabitas, porque Dios les hab�a asignado el territorio que habitaban. Como he dicho, esto fue doloroso y oneroso, que deb�an valorar la bondad y la buena voluntad fraterna hacia quienes los trataban con hostilidad; pero Dios deseaba a este respecto tambi�n demostrar la obediencia de su pueblo. Entonces, no tuvo en cuenta lo que esta naci�n hab�a reservado; pero, dado que eran los descendientes de Lot y, en consecuencia, de la raza de Abraham, deseaba tratarlos con un favor especial. Porque la divisi�n del mundo entero le pertenece a �l, a fin de distribuir a sus diversos pueblos cualquier parte que �l elija, y para fijar los l�mites en los que deben confinarse. Si alg�n objeto al que la gente de Cana�n tambi�n ten�a asignados sus l�mites, y no deber�a, por lo tanto, haber sido expulsado de las tierras en las que sus antepasados ??hab�an habitado durante muchas edades, la respuesta es f�cil, a saber, que Dios es siempre libre de quitar lo que �l ha dado y de reajustar los l�mites impuestos por Su voluntad, cuando los pecados de los hombres merecen que esto se haga. Cuando, por lo tanto, declara que hab�a entregado su tierra a los moabitas, no es de acuerdo con la fuerza ordinaria de la expresi�n, sino por un decreto fijo que su habitaci�n debe permanecer segura e intacta.

Versículo 10

10. Los Emims vivieron all� en el pasado. Esta es una confirmaci�n de la declaraci�n anterior, que, sin embargo, es insertada a modo de par�ntesis por el mismo Mois�s; porque el noveno verso, que acabo de exponer, es seguido regularmente por el decimotercero, "Ahora lev�ntate", etc. Porque, despu�s de que Dios apart� a la gente de las fronteras de Moab, les muestra en qu� direcci�n deben pasar terminado; pero Mois�s, al interrumpir el discurso de Dios, explica c�mo los moabitas hab�an obtenido ese territow, aunque eran extra�os, y no ten�an tierra propia en la que pudieran pisar. Porque Lot no era menos extra�o que Abraham; Mois�s, por lo tanto, declara c�mo, por un privilegio especial, la posteridad de Lot se convirti� en due�a de esa tierra que los gigantes hab�an pose�do anteriormente. Porque no fue por medios humanos que, habiendo expulsado a los gigantes, que eran formidables para todos los hombres, hab�an obtenido la ocupaci�n pac�fica, e incluso el dominio de esa tierra, que podr�a parecer invencible, por el valor y la fuerza. de sus habitantes. �l dice, por lo tanto, que los gigantes habitaban all�, como tambi�n en el monte Seir; y que ambos fueron vencidos y destruidos, no tanto por la mano y los brazos de los hombres como por el poder de Dios, para que su tierra pudiera ser despejada para la posesi�n de los hijos de Esa� y de los de Lot. Ahora, dado que Dios en otra parte declara que le hab�a dado el monte Seir a Esa� como herencia, seg�n lo prometido a su padre Isaac, se deduce que los moabitas hab�an obtenido su tierra tambi�n por la misma autoridad divina. La comparaci�n que se hace entre Edom y los israelitas no es v�lida en todos los aspectos; porque, aunque Esa� fue sostenido por este consuelo, su herencia deber�a ser de "la gordura de la tierra" ( G�nesis 27:39), a�n podr�a ser el caso de �l y su posteridad, su posesi�n no debe ser leg�tima; mientras que Dios prometi� la tierra de Cana�n a la raza de Abraham, que los israelitas recibieron el dominio sobre ella, como de su propia mano, como se dice en Salmo 136:21. Tambi�n a este respecto hubo una diferencia, porque la tierra de Cana�n fue elegida como aquella en la que Dios deb�a reunir a su Iglesia, en la que deb�a ser adorado puramente, y que deber�a ser sincero, para los fieles de los cielos y los fieles. descanso eterno. Pero, como en otros lugares, la distinci�n entre los hijos de Esa� y Jacob est� marcada, por lo que ahora Mois�s (126) magnifica la bendici�n especial de Dios hacia ambos.

Versículo 13

13. Ahora lev�ntate. Ahora procede con lo que hab�a comenzado en el vers�culo 9, a saber, que Dios les hab�a ordenado que pasaran por la tierra de Seir y avanzaran hacia el arroyo Zered; tanto como para decir que despu�s de haber sido sometidos por sus desgracias, se les prohibi� seguir progresando, hasta que Dios les abriera el camino y, por lo tanto, lo siguieran como su l�der, y no se pasaran por ellos mismos. Su propia discreci�n.

Posteriormente, especifica el per�odo de retraso que Dios les hab�a obligado a pasar en el desierto, despu�s de haber alcanzado una vez las fronteras de la tierra prometida. �l dice, entonces, que despu�s de treinta y ocho a�os, finalmente hab�an regresado a la tierra de donde hab�an sido obligados a retirarse; y les recuerda brevemente cu�nto tiempo se hab�a interrumpido el curso de su liberaci�n por su propia culpa, ya que hab�an salido a disfrutar de la tierra prometida. �l llama a esos "hombres guerreros" o, en hebreo, "hombres de guerra", cuya edad les daba derecho a portar armas, es decir, que hab�an excedido su vig�simo a�o.

Cuando se menciona en otra parte cuarenta a�os, se incluyen los dos a�os que se gastaron tanto en el Monte Sina� como en otros lugares; y con buena raz�n, porque, durante ese tiempo tambi�n, sus pecados les impidieron pasar al disfrute de su herencia inmediatamente despu�s de la promulgaci�n de la ley.

Versículo 19

19. Y cuando te acerques a los hijos de Am�n. Dios ahora hace provisi�n para los amonitas, ya que su condici�n era la misma que la de los moabitas, en la medida en que descend�an de las dos hijas de Lot. De hecho, podr�a parecer maravilloso que, dado que el recuerdo de su origen era detestable, estas dos naciones deber�an haber sido tan queridas por Dios. Amm�n y Moab hab�an nacido de una conexi�n incestuosa. Era, por lo tanto, m�s razonable que esta circunstancia tr�gica debiera haber sido enterrada por su destrucci�n, que haber sido distinguida por el favor de Dios del grupo com�n de otras naciones, como si su nobleza los hiciera superiores a los dem�s. Pero aprendamos de ah� que, dado que los juicios de Dios, como un profundo abismo, est�n m�s all� de nuestra comprensi�n, deben ser considerados con reverencia. La distinguida piedad de Lot se declara expresamente. El vergonzoso crimen, que cometi� cuando estaba borracho, agrad� a Dios que lo marcara con una infamia perpetua, ya que a�n le imprim�a algunos signos de su misericordia, aunque esto se hizo especialmente por el propio Abraham. Sin embargo, es incuestionable que Dios recomienda la posteridad de Lot a los israelitas en este terreno, para que puedan ejercer m�s amabilidad con ellos y abstenerse de cualquier da�o, cuando tuvieron que ver con dos naciones a las que ven preocupadas. porque por Dios mismo, por el bien de su relaci�n com�n con Abraham.

Adem�s, por el mismo argumento por el que antes hab�a demostrado que tanto los edomitas como los moabitas, confiando en la ayuda de Dios, hab�an ocupado las tierras sobre las que ten�an dominio, ahora establece que la tierra que pose�an los amonitas les hab�a sido otorgada por Dios, a saber ., porque en su conquista y derrocamiento de los gigantes hab�an superado los l�mites de la valent�a humana, y por lo tanto Dios hab�a dado una prueba de su favor especial e inusual hacia ellos. Porque ninguno, por el curso ordinario de la naturaleza, podr�an dos hombres aumentar a una multitud tan grande.

Ahora, aunque los hebreos llaman a los Capadocios Caphthorim, (127) no sabemos si los gigantes, cuyo pa�s fue tomado por los amonitas, surgieron de ellos . Pero, si esto es admitido, tuvieron un largo viaje, atendido por muchos peligros, despu�s de que abandonaron su pa�s; y nuevamente, dado que deben haber pasado por regiones ricas y f�rtiles, es extra�o que hayan penetrado en esas monta�as. Sin embargo, podr�a ser el caso, que, haciendo incursiones como ladrones, en ninguna parte encontraron un lugar de descanso tranquilo hasta que se present� una regi�n menos cultivada.

Versículo 24

Deuteronomio 2:24 . Lev�ntate, emprende tu viaje. Recientemente he dicho que el orden est� invertido aqu�, porque lo que sigue poco despu�s, "y envi� mensajeros fuera del desierto", etc., Deuteronomio 2:26, Mois�s, en mi opini�n, ha insertado por el camino de par�ntesis: por lo tanto, se traducir� adecuadamente en el tiempo perfecto, "Pero yo hab�a enviado", etc. Por lo tanto, no habr� ambig�edad en el sentido de que, cuando los mensajeros regresaron sin afectar su prop�sito, Dios mantuvo el cansancio de la gente con este consuelo, como si hubiera dicho, Sihon no ha, impunemente, repudiado la paz que se le ofrece, ya que ahora se le permitir� asaltarlo en una guerra legal. Y seguramente esta se�al para que la expedici�n avance depende de la declaraci�n que se adjunta en Deuteronomio 2:30, como podemos deducir f�cilmente del contexto; porque Mois�s repite lo que leemos aqu� respetando su pasaje en palabras algo diferentes; y nuevamente Dios testifica que ha entregado a Seh�n en manos del pueblo, y exhorta a Mois�s a que baje valientemente a la batalla. Adem�s, la causa est� all� especificada por qu� (Sihon) hab�a sido tan arrogante y despectivo en su rechazo de la embajada, a saber, porque Dios hab�a "endurecido su esp�ritu e hizo obstinado su coraz�n". De donde nuevamente parece cu�n pobre es el sofisma de aquellos que imaginan que Dios mira ociosamente desde el cielo lo que los hombres est�n a punto de hacer. (128) No se atreven, de hecho, a despojarlo de conocimiento previo; pero, �qu� puede ser m�s absurdo que eso? �l no sabe nada excepto lo que los hombres por favor? Pero las Escrituras, como vemos, no han colocado a Dios en una torre de vigilancia, desde la cual puede ver a lo lejos lo que est�n por ser; pero ense�a que �l es el director (moderatorem) de todas las cosas; y que somete a su voluntad, no solo los acontecimientos de las cosas, sino tambi�n los designios y afectos de los hombres. Como, por lo tanto, hemos visto antes c�mo se endureci� el coraz�n de Fara�n, ahora Mois�s le atribuye a Dios la obstinaci�n del rey Sihon. La base que un subterfugio es la excepci�n que algunos hacen en cuanto a su permiso, aparece suficientemente desde el final como se�ala Mois�s. (129) �Por qu� Dios endureci� el coraz�n de Sihon? que "�l podr�a entregarlo en las manos" de su pueblo para ser asesinado; porque deseaba que pereciera, y hab�a destinado su tierra a los israelitas. Si Dios solo permiti� que Sihon se endureciera, este decreto no era nada, ni mutable, y evanescente, ya que depend�a de la voluntad cambiante del hombre. Dejando a un lado, entonces, todas las tonter�as infantiles, debemos concluir que Dios por su inspiraci�n secreta mueve, forma, gobierna y dibuja los corazones de los hombres, de modo que incluso por los imp�os ejecuta lo que ha decretado. Al mismo tiempo, debe observarse que los imp�os no son impulsados ??a la dureza del coraz�n por la fuerza extr�nseca, sino que se endurecen voluntariamente; para que en esta misma dureza de coraz�n Dios pueda ser visto como un juez justo, por incomprensible que pueda ser su consejo, y por la impiedad de los hombres que se traicionen a s� mismos, quienes son sus propios instigadores y los autores de su propio pecado. Mois�s inculca enf�ticamente la misma cosa dos veces, a saber, que el esp�ritu de Sihon fue endurecido por Dios, y su coraz�n se hizo obstinado, para que el favor paternal de Dios hacia su pueblo elegido pudiera ser m�s visible; porque por la obstinaci�n del rey cegado les dio una causa justa para la guerra y una oportunidad para la victoria.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Deuteronomy 2". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/deuteronomy-2.html. 1840-57.
 
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