Bible Commentaries
Deuteronomio 27

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

1. Y Mois�s, con los ancianos. Este precepto es del mismo car�cter que los que lo precedieron; porque, como Dios tendr�a sus preceptos escritos en los postes de las puertas, y en los bordes de sus vestiduras, para que pudieran encontrarse constantemente con sus ojos, tambi�n tendr�a un monumento existente en la entrada de su tierra, desde el cual la gente podr�a aprender que habitaban en ella, para poder adorar a Dios puramente. Por lo tanto, no sea por el descuido de la gente, el conocimiento de la Ley deber�a ser oscurecido, o borrado de alguna manera, Dios tendr�a su suma inscrita en un lugar visible. Por lo tanto, se puede reunir la similitud que he anunciado entre las casas particulares de los individuos y toda la tierra. Cuando se escribieron los preceptos en las puertas, se advirti� a todos que su casa era sagrada para Dios, y lo mismo suced�a con toda la tierra, para que cualquiera que entrara supiera que era, por as� decirlo, el santuario de Dios. doctrina celestial, y por lo tanto su celo podr�a despertarse a la adoraci�n pura de Dios. El objeto de la escritura clara y distinta de la Escritura, mencionada en el vers�culo 8, era quitar (la excusa de (237) ) ignorancia.

Versículo 5

5 Y all� construir�s un altar. En su primera entrada a la tierra, Dios ordena que se le ofrezca un sacrificio de acci�n de gracias; y esto Joshua realiz�, como se relaciona en Josu� 8:30

"Entonces Josu� construy� un altar al Se�or Dios de Israel en el monte Ebal; como Mois�s, el siervo del Se�or, mand� a los hijos de Israel: un altar de piedras enteras, sobre el cual nadie ha levantado hierro ".

En primer lugar, entonces, se requiere este testimonio de su gratitud, que los hijos de Israel, tan pronto como hayan comenzado a pisar la tierra de Cana�n, puedan celebrar las alabanzas del Se�or; segundo, proh�be todo trabajo artificial, porque si el altar hubiera sido permanente, habr�a sido una ocasi�n de superstici�n, y esta instancia excepcional habr�a sido m�s considerada que la Ley perpetua de Dios. Por lo tanto, las nueve tribus y la mitad se enojaron tanto contra las dos tribus de Rub�n y Gad, y la mitad de Manas�s, a causa del altar que se construy� en la orilla del Jord�n, (Josu� 22), de tal manera que determinaron por completo destruir a sus hermanos, hasta que se aclararon alegando que solo lo hab�an construido como un memorial de su uni�n fraternal, y no para el sacrificio. Seguramente fueron buenos expositores de la Ley que lo consideraron un crimen inexpiable, que se deber�a dejar un altar para la posteridad, para retirar a las personas del �nico santuario y as� destruir la unidad de la fe.

Versículo 9

El fundamento de su exhortaci�n se toma nuevamente del favor especial de la adopci�n, con el cual el Dios de Abraham los hab�a honrado; porque no hab�a nada que los hubiera estimulado m�s eficazmente a la obediencia, que eso m�s que el amor paterno, y la bondad gratuita con la que los hab�a impedido. Aunque, al mismo tiempo, fueron amonestados en estas palabras del objeto por el cual fueron separados de otras naciones; porque la conclusi�n que saca es que, debido a que fueron recibidos por Dios como su pueblo, por lo tanto, tienen la obligaci�n de guardar sus estatutos; como Pablo nos ense�a m�s claramente que somos redimidos de toda iniquidad, para que Cristo pueda purificarse a s� mismo un pueblo peculiar, celoso de buenas obras. ( Tito 2:14 .) Adem�s, como ahora se nombraba a los sacerdotes, de cuyos labios deb�a buscarse la doctrina de la ley, aqu� se presentan en El propio nombre de Dios, y comprometer a la gente a responder a sus generosos llamados sobre ellos; y no solo esto, sino tambi�n obedecer a sus ministros.

Versículo 11

11. Y Mois�s carg� contra la gente el mismo d�a. Para que tanto las promesas como las amenazas puedan tener m�s eficacia para afectar las mentes de todos, Dios orden� no solo que deber�an ser proclamadas en un rito solemne, sino tambi�n que deber�an ser aprobadas por la gente en voz alta y selladas. , por as� decirlo, por su consentimiento. Est� registrado en otra parte que esto fue realizado fielmente por Joshua. ( Josu� 8:33.) Baste decir en este momento que todos fueron convocados y conducidos ante Dios para suscribirse a ellos, de modo que de aqu� en adelante se pueda poner fin a todos los subterfugios. Las tribus de Israel se dividieron en dos partes, para que pudieran estar una frente a la otra, y que las bendiciones pudieran sonar de un lado, y las maldiciones del otro, (196) como ???????????. Confieso que no s� por qu� los descendientes de Sime�n, Lev�, Jud�, Isacar, Jos� y Benjam�n fueron elegidos por Dios para proclamar las bendiciones, en lugar de los dem�s; (197) porque no hay fuerza en la opini�n de los escritores hebreos de que aquellos que descendieron de madres libres fueron colocados en el puesto de mayor dignidad: desde la tribu del primog�nito, Rub�n, se uni� con algunos que surgieron de las sirvientas; a menos que, quiz�s, podamos decir que los descendientes de Rub�n fueron degradados a la segunda clase como una marca de ignominia; pero, dado que tanto las bendiciones como las maldiciones se ofrecieron en nombre de todo el pueblo, no es un punto de mucha importancia. Porque, si esta divisi�n (198) se hizo testigo de su consentimiento com�n, era equivalente a que todos confesaran que los transgresores de la Ley fueron malditos y los que lo bendijeron; y, en consecuencia, no tengo mucha curiosidad por saber por qu�, en su oficio com�n, Dios prefer�a unos a otros. Mois�s relatar� en otra parte que las tribus, que est�n aqu� separadas, se unieron. Quiz�s ser�a una conjetura probable que Dios, que bien sab�a cu�l ser�a la herencia de cada tribu en el futuro, los coloc� solos en esa estaci�n que corresponder�a a su asignaci�n futura.

Para que la sanci�n tenga m�s solemnidad, Dios eligi� que los levitas dictaran las palabras como si �l mismo hablara desde el cielo; porque, dado que fueron designados para ser los expositores de la Ley, ya que les correspond�a fielmente repetir lo que Dios hab�a dictado de su propia boca, se les escuch� con mayor atenci�n y reverencia.

Versículo 15

15. Maldito sea el hombre que hace cualquier escultura. Por lo tanto, parece que Mois�s guarda silencio sobre la mitad (de lo que hab�a hablado antes; (199) ) porque no se hace menci�n de las bendiciones (200) que ocup� antes del primer lugar. Quiz�s el Esp�ritu reprender�a indirectamente la maldad del pueblo, de donde surgi� que no estaba en libertad de proclamar las alabanzas transmitidas en las bendiciones; porque, cuando debieron abrazar alegremente la recompensa que les prometieron, su impiedad los priv� de este honor; y no qued� nada m�s que someterse al justo castigo de sus iniquidades. Mientras tanto, no se puede dudar de que fueron ense�ados por las formas de maldici�n que leemos aqu� qu� curso se observar�a en la bendici�n. Porque, cuando Dios pronuncia su condena a los transgresores, podemos inferir que la esperanza de la bendici�n est� establecida para sus verdaderos siervos, si alguno cumple su ley. Adem�s, en la lista de maldiciones aqu� registrada, se debe observar una sin�cdoque, ya que no se denuncia una maldici�n especial por separado contra blasfemos, perjuros, violadores del s�bado, calumniadores y ad�lteros. Es claro, por lo tanto, que se seleccionaron algunos tipos de delitos que fueron dignos de la mayor abominaci�n, a fin de que la gente pudiera aprender de all� que la transgresi�n contra cualquier particular de la Ley no quedar�a impune; porque, al hablar de im�genes grabadas, Dios indudablemente defiende su adoraci�n de todas las contaminaciones; y as� esta maldici�n se extiende a cada violaci�n de la Primera Mesa. Adem�s, cuando amenaza con castigar los pecados secretos, podemos inferir f�cilmente que, aunque los delincuentes podr�an estar ocultos de los jueces terrenales y escapar de sus manos cien veces, Dios ser�a el vengador de su adoraci�n contaminada. Si alguien hubiera puesto un �dolo en un lugar secreto, o hubiera herido a su vecino en secreto, no sufrir� el castigo que no puede infligirse a menos que se detecte su delito, y sea condenado por el delito; pero, para que la impunidad no aliente a nadie a ser obstinado en el pecado, la gente es convocada ante el tribunal celestial de Dios, para que puedan ser retenidos en el camino del deber, no solo por temor al castigo, sino por causa de la conciencia. Por lo tanto, de nuevo, est� claro que Dios no solo entreg� una Ley pol�tica, que simplemente deber�a dirigir su moral exterior, sino una que requerir�a una verdadera sinceridad de coraz�n.

Versículo 16

16. Maldito el que ilumina a su padre. Lo que sigue se refiere a la segunda tabla de la ley; y, primero, pronuncia a sus padres los malditos que deber�an ser indulgentes (impii); para la palabra ???, kalal, (201) que significa despreciar, as� como maldecir, se opone a la honor que, seg�n el Quinto Mandamiento, se debe a nuestro padre y a nuestra madre. Luego menciona tales robos que generalmente escapan al conocimiento de los hombres; como tambi�n, �l solo hace publicidad a aquellos actos de fornicaci�n que se ocultan ansiosamente debido a su inmundicia. Tener conexi�n con una bestia, con la suegra, o la madrastra, o hermana, es un crimen tan antinatural y detestable, que generalmente se oculta con m�s cuidado. Pero Dios nos advierte que, cualesquiera que sean las formas de ocultamiento que adopte el pecador, no le beneficiar�n nada, pero que, cuando finalmente ascienda a su tribunal, se descubrir� su verg�enza. Por la misma raz�n, no maldice a todos los asesinos, sino solo a aquellos que han derramado sangre inocente a sueldo, cuyo nefasto pacto no puede ser f�cilmente descubierto para ser castigado por las leyes. (202)

Versículo 26

26. Maldito el que no confirma. Aunque era el prop�sito de Dios convocar las conciencias de todos los hombres delante de �l y, para que no solo temieran los juicios humanos, �l los amenaz� con el castigo de los pecados secretos, pero la conclusi�n, que ahora se agrega, extiende el mismo juicio a todas las iniquidades de cualquier tipo. No, declara brevemente, que cualquiera que no cumpla lo que la Ley requiere, est� maldito. De donde infiere Pablo correctamente, que "la mayor�a de las obras de la Ley est�n bajo la maldici�n". ( G�latas 3:10.) Porque permita que el hombre m�s perfecto se presente, y, aunque haya luchado con tanta diligencia por cumplir la Ley, se habr� ofendido al menos en alg�n momento; ya que la declaraci�n de James debe tenerse en cuenta, "Quienquiera que guarde toda la ley, y sin embargo ofende en un punto, es culpable de todo". porque el que prohibi� el asesinato y el adulterio, tambi�n prohibi� el robo. ( Santiago 2:10.) De hecho, Pablo no cita las mismas palabras de Mois�s, porque as� cita su testimonio;

"Maldito todo aquel que contin�a, no en todas las cosas que est�n escritas en el libro de la ley para hacerlas" ( G�latas 3:10;)

pero no hay diferencia en el sentido, ya que todos aqu� est�n condenados sin excepci�n, quienes no han confirmado la Ley de Dios, a fin de cumplir al m�ximo lo que sea que contenga. Por lo tanto, si est� claro que, en cualquier aspecto, la deficiencia se revela a s� misma, lleva a los hombres a la maldici�n; y a esto se ordena a los israelitas que den su asentimiento, a fin de reconocer que todos, sin excepci�n, se perdieron, ya que estuvieron involucrados en la maldici�n. Y hoy en d�a, tambi�n, es necesario que todos, para un hombre, seamos golpeados con la misma desesperaci�n, para que, abrazando la gracia de Cristo, seamos liberados de este melanc�lico estado de culpa; ya que fue maldito por nosotros, para poder redimirnos de la maldici�n de la ley. ( G�latas 3:13.)

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Deuteronomy 27". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/deuteronomy-27.html. 1840-57.