Lectionary Calendar
Friday, September 27th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
StudyLight.org has pledged to help build churches in Uganda. Help us with that pledge and support pastors in the heart of Africa.
Click here to join the effort!

Bible Commentaries
Ezequiel 18

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Buscar…
Enter query below:

Versículo 1

Podemos deducir de esta reprimenda que los jud�os eran perversos int�rpretes de la mejor ense�anza; s�, deliberadamente vilipendiaron la expresi�n del Profeta y le dieron un significado contrario. Por eso, es mucho m�s com�n de lo que deber�a ser entre los incr�dulos, siempre aprovechando la oportunidad de retroceder, torcer, distorsionar y desgarrar la ense�anza del cielo. Y en este momento vemos que esta imprudencia aumenta enormemente en el mundo. Porque el mundo est� lleno de bufones y otros enga�adores, que luchan malvadamente con Dios, y buscan material para bromear de la ley y el evangelio: y tambi�n parece haber sido en el tiempo del Profeta; porque aunque escucharon la ira de Dios sobre ellos, no dejaron de provocarlo, y eso tambi�n por muchos a�os. Y no solo se expusieron sus propias iniquidades contra ellos, sino tambi�n las de sus padres: de ah� la ocasi�n de maldad cuando oyeron: Durante tantas eras no cesas tu guerra contra Dios: �l ha soportado pacientemente hasta hoy. . �Crees que puedes llevar tu audacia con impunidad? Dios deseaba hasta ahora domesticarte por su paciencia; pero tu obstinaci�n no debe ser sometida. Como, por lo tanto, no solo por una o dos generaciones, sino por cuatro y cinco, tu obstinaci�n ha luchado con la bondad de Dios, �l ya no puede perdonarte. Dado que los profetas recogieron las iniquidades de sus padres, los hombres imp�os esparcieron sus ingenios, entonces debemos pagar la pena de los pecados de nuestros padres: provocaron a Dios, pero sufrimos el castigo que merec�an. El Profeta ahora los convence de esta injusticia, y muestra que no ten�an raz�n para transferir sus faltas a otros, o para alejarlos de s� mismos, ya que Dios solo se estaba vengando de ellos. Sabemos que los hombres barajan voluntariamente para liberarse de la culpa, y luego acusan a Dios de cruel injusticia. Es cierto, de hecho, que sus propias conciencias los mantienen tan limitados que se ven obligados, lo har�n o no, a sentir que est�n sufriendo un castigo justo; pero luego se vuelven refractarios, sofocan su conciencia y luchan con Dios. De ah� estas palabras:

Aunque inocente de los cr�menes de sus padres, Roman, es tuyo hasta los �ltimos tiempos La venganza de los dioses a soportar, Hasta que reparen sus horribles c�pulas. Horace, lib. 3, Od. 6, traducido por Francis.

Dado que tantos cr�menes abundaban en Roma, �por qu� ese tonto dice que los hombres de su misma edad pagaban inmerecidamente la pena debida por sus antepasados? Pero, como he dicho, este es el testimonio de una naturaleza corrupta, porque deseamos eliminar la culpa lo m�s lejos posible de nosotros mismos. Por lo tanto, comenzamos a luchar con Dios y a rebelarnos contra sus juicios. Y, por lo tanto, esta destrucci�n es la m�s �til para nosotros, ya que se propone como un remedio para una enfermedad demasiado com�n. Cualquiera que sea el significado, este sentimiento entr� en uso com�n como un proverbio: que los dientes de los ni�os estaban apretados porque sus padres hab�an comido uvas agrias. Con estas palabras aleg�ricas, quer�an liberarse de la culpa, como si Dios estuviera acusando injustamente la maldad de sus padres contra ellos. Para comer la uva agria o la uva silvestre tiene el mismo significado que para poner los dientes en el borde; porque sabemos que este es el efecto de la acidez. Si alguien come una uva agria, sus dientes sufrir�n de su inmadurez. Comer entonces es causar este efecto en los dientes, refiri�ndose al pecado: porque dijeron que sus propios dientes sufrieron, no por el hecho de comer las uvas agrias, sino por el flujo de sus padres. En general, deseaban contender con Dios, como si �l estuviera afligiendo a los inocentes, y eso tambi�n, bajo el pretexto falaz que he mencionado, ya que Dios anunci� que vengar�a la maldad que se hab�a perpetrado en �pocas anteriores.

Versículo 3

Ustedes, dice �l, usan este proverbio; pero como yo vivo, dice el Se�or Jehov�, ya no usar�s este proverbio. No quiere decir, con estas palabras, que los jud�os deber�an arrepentirse y volverse m�s modestos, y no atreverse a vomitar tal blasfemia contra �l; porque no est� tratando el arrepentimiento aqu�; pero es como si �l dijera: Voy a golpear debajo de ti esta jactancia, ya que tu iniquidad se manifestar�, y el mundo entero reconocer� la justicia de tu castigo, y que lo has merecido, y no puedes lanzarlo. sobre tus padres, como hasta ahora te has esforzado por hacer. De hecho, los jud�os no cesaron su rebeli�n contra Dios, y no hay duda de que estaban cada vez m�s exasperados, para exponerse con audacia contra �l; pero porque su maldad era realmente aparente, y Dios no era hostil con ellos en vano, o por razones insignificantes; y aunque era severo, hab�an llegado al m�s alto nivel de impiedad, de modo que ning�n castigo podr�a ser suficiente o demasiado opresivo. Ahora entendemos el significado del Profeta, o m�s bien del Esp�ritu Santo, ya que Dios quit� toda pretensi�n de alejarse de los jud�os cuando detect� su impiedad, y hizo evidente que solo estaban sufriendo la debida recompensa de sus cr�menes. Pero Dios jura por s� mismo, de donde deducimos cu�n abominable fue su blasfemia; y verdaderamente los hombres no pueden absolverse sin condenar a Dios; para que la gloria de Dios brille, cuando se detiene cada boca, como vimos antes. ( Ezequiel 16:63; Romanos 3:19.) Tan pronto como los hombres descienden a esa arena, al desear mostrar su inocencia, es como si quisieran reducir la justicia de Dios a nada. Por lo tanto, no es sorprendente que Dios est� muy enojado cuando es despojado de su justicia; porque �l no puede existir sin este atributo.

Versículo 4

Ahora vemos por qu� se interpone un juramento, mientras �l pronuncia que se ocupar� de que los jud�os ya no ridiculicen m�s. He aqu�, dice, todas las almas son m�as; como la �nica del hijo as� como el alma del padre, todas las almas son m�as; el alma que pec�, por lo tanto, morir�. Algunos int�rpretes explican el comienzo del vers�culo as�: que los hombres se quejan en vano y apresuradamente cuando Dios parece tratarlos con demasiada severidad, ya que el barro no se levanta contra el alfarero. Dado que Dios es el creador del mundo entero, somos su mano de obra: qu� locura, entonces, levantarse contra �l cuando no nos satisface: y vimos este s�mil utilizado por Jerem�as. (Jeremias 18:6.) El sentimiento, entonces, es cierto en s� mismo, que todas las almas est�n bajo la soberan�a de Dios por el derecho de creaci�n, y por lo tanto �l puede determinar arbitrariamente para cada una lo que quiera; y todos los que claman contra �l no obtienen ganancias: y esta ense�anza es ventajosa de notar. Pero este pasaje debe entenderse de otra manera; a saber, que nada es m�s indigno que Dios deber�a ser acusado de tiranizar sobre los hombres, cuando m�s bien los defiende, como su propio trabajo. Cuando, por lo tanto, Dios declara que todas las almas son suyas, no solo reclama soberan�a y poder, sino que muestra que est� afectado por el amor paternal hacia toda la raza humana desde que la cre� y form�; porque, si un trabajador ama su trabajo porque reconoce en �l los frutos de su industria, entonces, cuando Dios ha manifestado su poder y bondad en la formaci�n de los hombres, ciertamente debe abrazarlos con afecto. Es cierto, de hecho, somos abominables a la vista de Dios, al ser corrompidos por el pecado original, como se dice en otra parte, (Salmo 14:1;) pero en la medida en que somos hombres, debemos ser queridos por Dios, y nuestra salvaci�n debe ser preciosa a su vista. Ahora vemos qu� tipo de refutaci�n es esta: todas las almas son m�as, dice �l: `` He formado todo y soy el creador de todo '', por lo que me afecta el amor paternal hacia todos y sentir�n mi clemencia de de menor a mayor, que experimentar demasiado rigor y severidad. Finalmente agrega: el alma que pec�, morir�. Ahora, Ezequiel expresa c�mo Dios restringe a los jud�os de atreverse a alardear m�s de que est�n afligidos inmerecidamente, ya que ninguna persona inocente morir�; porque este es el significado de la oraci�n; porque no quiere decir que toda persona culpable deba morir, porque esto nos cerrar�a la puerta de la misericordia de Dios, porque todos hemos pecado contra �l: entonces se deducir�a que no hay esperanza de seguridad, ya que cada hombre debe perecer, a menos que Dios libere a los pecadores de la muerte. Pero el sentido del Profeta no es dudoso, como hemos dicho, ya que los que perecen no est�n exentos de culpa; ni pueden mostrar su inocencia a Dios, ni quejarse de su crueldad al castigarlos por los pecados de otros. Aunque aqu� puede surgir una pregunta, ya que nadie en este d�a perece y no tiene la culpa en parte de otro, es decir, de Ad�n, por cuya ca�da y revuelta, toda la raza humana realmente pereci�. Dado que Ad�n, por su ca�da, trajo la destrucci�n sobre nosotros, se deduce que perecemos por culpa de otro. Dado que esta pregunta ser� tratada nuevamente en su propio lugar, ahora ser� suficiente decir, en tres palabras, que aunque perecemos por culpa de otro, la falla de cada individuo se une a ella. No estamos condenados en Ad�n como si fu�ramos inocentes en nosotros mismos, sino que hemos contra�do la contaminaci�n de su pecado; y as� sucedi� que cada uno debe soportar el castigo de su propio crimen, ya que el castigo que mereci� primero no se inflige simplemente a toda la raza humana, sino que hemos sido contaminados con su pecado, como se dir� m�s adelante. Cualquiera sea el significado, no moriremos inocentes, ya que cada uno es declarado culpable por el testimonio de su propia conciencia. En lo que respecta a los ni�os peque�os, parecen perecer no solo, sino por la culpa de otro; pero la soluci�n es doble; porque aunque el pecado no aparece en ellos, est� latente, ya que llevan consigo la corrupci�n encerrada en su alma, de modo que son dignos de condenaci�n ante Dios. Esto no viene bajo el aviso de nuestros sentidos; pero deber�amos considerar cu�nto m�s agudamente Dios ve una cosa que nosotros: por lo tanto, si no penetramos en ese juicio oculto, sin embargo, debemos sostener que, antes de nacer, estamos infectados por el contagio del pecado original, y por lo tanto, justamente destinado a la destrucci�n final: esta es una soluci�n. Pero en lo que respecta a la expresi�n del Profeta, la disputa sobre los infantes es vana y est� fuera de lugar, ya que el Profeta solo quer�a refutar esa perversa perversidad, como he dicho, para que la gente ya no deba acusar a Dios de crueldad. El alma, dice �l, que ha pecado; es decir, ninguno de ustedes puede jactarse de inocencia cuando los castigo: como se dice, el que no trabaja, ni lo deja comer. ( 2 Tesalonicenses 3:10.) Seguramente esto no se puede extender a los beb�s. La naturaleza nos ense�a que deben ser alimentados y, sin embargo, con certeza que no adquieren sus alimentos mediante el trabajo de parto: pero esto se dice de los adultos, que son lo suficientemente mayores como para reconocer la raz�n por la que fueron creados, y su aptitud para someterse al parto. As� tambi�n, en este lugar, no estamos tratando a los tiernos j�venes reci�n nacidos, sino a los adultos, que desean acusar a Dios en lugar de a s� mismos, como si fueran inocentes; y as�, cuando no pueden escapar del castigo, est�n ansiosos por transferir la culpa a otro lugar, primero a otros, y luego a Dios mismo.

Versículo 5

Aqu� el Profeta confirma su antigua ense�anza con ejemplos. Porque primero dice, si alguien cumple fielmente la ley, prosperar�, ya que Dios pagar� la recompensa de la justicia: luego agrega, si el hombre justo engendra un hijo diferente a �l, la justicia del padre no beneficiar� al degenerado hijo, pero recibir� la recompensa de su iniquidad. Pero si esta segunda persona engendra un hijo que no imita a su padre, Dios promete que esta tercera persona ser� aceptable para �l, porque es justo y, por lo tanto, goza de prosperidad y felicidad. Vemos, entonces, que aqu� se habla del abuelo y el nieto, y que el hijo del primero y el padre del tercero se colocan entre ellos. Pero esta es la intenci�n del Esp�ritu, que Dios haya preparado una recompensa para cada uno de acuerdo con sus vidas, de modo que no permita que se les prive de la bendici�n prometida, ni permita que los imp�os y los despreciadores de su ley escapen. Ahora pasemos a las palabras, si alguien ha sido justo, dice �l, ser� justo, por lo tanto vivir�. Primero habla en general: luego enumera ciertas especies bajo las cuales abarca la suma de toda la ley. La oraci�n completa es, si alguien ha sido justo, vivir� como consecuencia de su justicia. Pero el Profeta define lo que es ser justo, y all� elige ciertas partes de la ley: al poner una parte para el todo, como he dicho, significa que quien respeta fielmente la ley es estimado justo ante Dios. Ahora debemos examinar cada uno de estos tipos de justicia, y luego llegar a la doctrina general. Primero dice que �l es justo quien hace justicia y juicio. Por la palabra juicio, la Sagrada Escritura significa rectitud; pero cuando las dos palabras se unen, el juicio parece expresar m�s que justicia: porque la justicia no es m�s que equidad, fidelidad, integridad, cuando nos abstenemos por completo del fraude y la violencia, y tratamos con nuestros hermanos como deseamos que nos traten con nosotros. . Se dice que quien se conduce as� hace justicia; pero el juicio se extiende a�n m�s, es decir, cuando no solo deseamos beneficiarnos sino defender a nuestros hermanos, cuando estamos injustamente oprimidos, tanto como podemos, y cuando nos oponemos a la lujuria y la violencia de aquellos que derrocar�an todo lo que es correcto y santo. Por lo tanto, juzgar y hacer justicia no es otra cosa que abstenerse de todo da�o cultivando la buena fe y la equidad con nuestros vecinos: luego defender todas las buenas causas y tomar a los inocentes bajo nuestro patrocinio cuando los vemos injustamente heridos y oprimidos. Pero estos deberes pertenecen propiamente a la segunda tabla de la ley. Pero de esto queda claro que tememos a Dios cuando vivimos justamente con nuestros hermanos, porque la piedad es la ra�z de la caridad. Aunque muchas personas profanas parecen irreprensibles en su vida, y manifiestan una integridad rara, sin embargo, nadie ama a su pr�jimo de coraz�n, a menos que tema y reverencia a Dios. Dado que, por lo tanto, la caridad fluye de la piedad y el temor de Dios, tan a menudo como vemos los deberes de la segunda mesa ante nosotros, debemos aprender que son los testimonios de la adoraci�n a Dios, como es este lugar: pero luego El Profeta tambi�n agrega ciertas partes de la primera tabla.

Versículo 6

�l dice entonces, si no ha comido en las monta�as, y no ha alzado la vista a los actos abominables de la casa de Israel. Estos dos puntos respetan la adoraci�n a Dios: porque por la figura "una parte para el todo" comer, significa ofrecer sacrificios: se refiere a aquellos a los que se agregaron banquetes como ap�ndices. Y verdaderamente cuando Pablo habla de idolatr�a, no dice, si alguien dobla sus rodillas ante la piedra o la madera, pero cita las palabras de Mois�s, que la gente se levant� para jugar despu�s de comer, es decir, despu�s de banquetear. ( 1 Corintios 10:7; �xodo 32:6.) Por lo tanto, se toma un banquete para ese profano sacrilegio cuando la gente se hace un becerro y desea adorar a Dios antes que �l. Cuando, por lo tanto, ahora se dice, si alguien no ha comido en las monta�as: por un fest�n, como he dicho, se pretende un sacrificio ofrecido a los �dolos. Ahora sabemos que los altares se elevaron en lo alto en todas las direcciones, porque pensaron que estaban cerca de Dios cuando ascendieron a un lugar elevado. Porque, por lo tanto, las supersticiones se ejercitaron tanto en las monta�as, por lo tanto, el Profeta relata lo que era habitual, si alguien no ha comido, en las monta�as: entonces se explica m�s claramente, si alguien no ha levantado la vista a los �dolos de La casa de Israel. Levantar los ojos es tomado aqu� por una figura ret�rica para ser impulsado con entusiasmo hacia las supersticiones: porque sabemos que los ojos son las principales salidas del afecto; porque cuando los afectos brotan en los ojos y son visibles all�, no es sorprendente que todos nuestros deseos est�n marcados por esta forma de hablar. Por lo tanto, se dice que una persona levanta los ojos hacia la casa de su vecino cuando la codicia, y tambi�n hacia su esposa, o cualquier otra cosa, cuando es atrapado por una lujuria depravada. El significado es, entonces, que aquellos que no se contaminan con �dolos son pensados ??justo delante de Dios, en lo que respecta a la primera tabla de la ley, ya que est�n contentos con la adoraci�n simple y legal de Dios, y no se inclinan por en cualquier direcci�n; ni, como los supersticiosos, permiten que sus ojos sean errantes y err�ticos: y as� se los compara con las rameras que buscan amantes por todos lados. Lo repito nuevamente. - el significado es, que los verdaderos adoradores de Dios son aquellos que est�n contentos con su doctrina, y no son llevados de un lado a otro por un apetito perverso, y por eso fabrican para ellos �dolos. Adem�s, el Esp�ritu Santo llama a los �dolos ??????, gelolim, "impurements", (211) ya que toda superstici�n debe ser detestada por nosotros; porque, como somos propensos por naturaleza a todo tipo de error, no podemos estar suficientemente restringidos dentro de la adoraci�n verdadera y pura de Dios. Como, entonces, los no creyentes imaginan que sus dioses son sagrados, el Esp�ritu Santo, por otro lado, los declara corruptos, ya que su culto profano es repugnante y abominable. Pero �l dice, los �dolos de la casa de Israel, para que cesen todos los movimientos: porque, si solo hubiera hablado de �dolos, podr�an haber objetado que detestaban a los dioses falsos y necios de los gentiles; pero como muchas ceremonias se recibieron por mucho tiempo entre las personas elegidas, estas no deber�an ser condenadas como los imp�os ritos de las naciones. El Esp�ritu Santo refuta este cavillo y dice que, aunque la casa de Israel ha aprobado tal corrupci�n, no se les debe excusar por dejar a un lado la ley de Dios y dedicarse a las ficciones humanas.

Y no ha contaminado a la esposa de su vecino. El Profeta ahora vuelve nuevamente a la segunda mesa, y trata aqu� de adulterio; y el lenguaje debe ser notado, ya que tal contaminaci�n muestra cu�n santo Dios considera el v�nculo matrimonial: por lo tanto, vemos la atrocidad del pecado y la naturaleza detestable del adulterio; ambas partes est�n igualmente contaminadas, aunque parece m�s fuerte en el sexo femenino a trav�s de su modestia natural. Debemos sostener, entonces, que el cuerpo mismo est� grabado con desgracia e infamia, como dice Pablo, cuando se cometen tales pecados. Otros pecados, dice �l, son sin el cuerpo; pero este es un pecado contra el cuerpo mismo que por lo tanto lleva las marcas de verg�enza e infamia. ( 1 Corintios 6:18.) Aqu�, como he dicho, Ezequiel trata el caso de la mujer, ya que el delito es en su caso m�s pernicioso. De ello se desprende, y no se ha acercado a una mujer cuando es legalmente impuro: porque sabemos que esto est� prohibido por la ley; como contrario a la naturaleza; porque no era necesario definir el asunto por ley escrita, ya que habla por s� mismo. y Dios detesta tales cr�menes, no solo porque su descendencia contaminar�a las ciudades y la naci�n en general, sino porque son adversos a los instintos de la naturaleza humana. ( Lev�tico 18:19; Lev�tico 20:18.) Luego agrega, si no ha oprimido o afligido a nadie. Esto es general, como si el Profeta hubiera dicho, si se ha abstenido de todo fraude, violencia e injusticia. Pero este es un gran punto para vivir tan inocentemente entre los hombres, que nadie deber�a quejarse de ninguna lesi�n que le hayan hecho, ni de ninguna p�rdida sufrida. Pero no es suficiente preservar esta moderaci�n a menos que deseemos beneficiar a nuestros hermanos, ya que Dios desea que los buenos oficios de la vida sean rec�procos: aunque, de hecho, cuidar de estar libre de toda injusticia debe preceder a otros deberes. �l dice, si ha devuelto su promesa al deudor. Esto no debe tomarse en general, sino que depende del precepto de la ley; porque a menudo hemos dicho que los profetas son los int�rpretes de Mois�s, por lo que a menudo tocan brevemente lo que Mois�s expresa m�s claramente. Pero si deseamos ocuparnos de manera �til al leerlos, debemos determinar el significado de la ley y luego adaptar lo que leemos en los profetas a lo que all� est� contenido. (212) Entonces, en este pasaje, restablecer la promesa al deudor se limita a los pobres y necesitados, que hab�an prometido sus prendas o sus camas, o las herramientas por las cuales adquirieron sustento: porque Dios proh�be comprometerse con una viuda o una persona pobre: ??luego proh�be tomar una piedra de molino, es decir, cualquier herramienta que un trabajador use para Judea; porque si alguien vac�a el taller del miserable, bien podr�a quitarse la vida. Por lo tanto, Mois�s dice: Su vida est� en la promesa, ( Deuteronomio 24:6), es decir, si alguien promete sus herramientas, es como cortarle las manos, ya que no puede continuar su comercio sin Su herramientas: de ah� que le quites la vida. Por lo tanto, Dios proh�be llevar una colcha, o prendas de vestir, o ropa de cama, ya que un hombre miserable perecer�a de fr�o si prometiera su colcha o su ropa de cama. Pero si, por otro lado, los hombres de este tipo reciben asistencia sin comprometerse, bendecir�n a quienes se abstengan de demasiado rigor. Por �ltimo, Dios proh�be la destrucci�n de la casa del pobre, para que no se averg�ence de su pobreza, y luego porque es demasiado cruel penetrar en la casa de otro y preguntar por su contenido; no, esta es una especie de robo. Vemos ahora c�mo Ezequiel pens� que se lo entender�a, si �l ha restaurado una promesa al deudor, es decir, al deudor pobre, o la promesa necesaria, como he dicho, como herramientas y muebles necesarios, sin los cuales una persona no puede Ejercer su oficio. No se ha apoderado de una presa, es decir, no se ha aprovechado de sus vecinos. Para cada tipo de robo aqu� est� marcado por la palabra ???, gezel, violencia. Y ha dado su pan a los hambrientos. Aqu� el Profeta ense�a lo que he tocado recientemente, que la moderaci�n cautelosa de todas las lesiones no es suficiente, y ahorra a nuestros vecinos; pero se requiere m�s, ya que debemos ayudarlos en la medida de lo posible. A menos que se haya agregado esto, muchos podr�an objetar que no hirieron a nadie, nunca defraudaron a ninguno, ni se aprovecharon de lo simple. Pero dado que Dios ha unido a los hombres en los lazos de la sociedad mutua, por lo tanto, deben realizar mutuamente buenos oficios. Aqu�, entonces, se requiere de los ricos para socorrer a los pobres y ofrecer pan a los hambrientos. Pero se dice: Su pan, para que nadie se oponga, por su h�bito de ser demasiado restringido; pero no hay ninguna raz�n para obligarme a otorgar mis bienes a los dem�s: este es mi pan, por lo que tengo derecho a poseer lo que es m�o: si alguien est� oprimido por la necesidad, confieso que es digno de elogio para ayudarlo. , pero nadie est� obligado a este acto de liberalidad. Para que nadie pueda escapar as�, he aqu�, dice el Esp�ritu Santo, aunque con raz�n llamas el pan tuyo, no es tan tuyo como para rechazar a tu hermano cuando su hambre te provoca l�stima. Y ha cubierto al desnudo con una prenda: la regla para la prenda y el pan es la misma. La sustancia es que otros no son considerados justo ante Dios a menos que est�n inclinados a la benevolencia, para suplir las necesidades de sus hermanos y ayudarlos en su pobreza. De ello se desprende, ya que no ha dado en usura y no ha recibido aumento. Aqu�, entre otros cr�menes, Ezequiel enumera la usura, aunque la palabra usura no es adecuada para este pasaje ???, neshek, se deduce de la mordida, y as� los hebreos llaman usura, porque roe y gradualmente consume lo miserable. Ezequiel luego dice que son considerados observadores de la ley que se abstienen de la usura. Pero debido a que los hombres son muy agudos y astutos en este punto, e idean subterfugios por los cuales pueden ocultar su crueldad, agrega, y no ha recibido un aumento: porque sabemos cu�n diversos son los esquemas de ganancia: para quien dedica su atenci�n a lo ilegal ganancias, descubrir� muchas cosas monstruosas en las que nadie hubiera pensado nunca. Por lo tanto, sucede que el usurero negar� que exija la usura y, sin embargo, echar� a perder a los miserables e incluso succionar� su sangre. Bajo el nombre, ?????, Ezequiel comprende esos tipos de usura m�s secretos que el uso avaro con muchos disfraces, y cuando extienden tales coberturas ante ellos, se creen libres de toda culpa. Por lo tanto, el Profeta dice que, incluso si se elimina el nombre de la usura y no se tiene en cuenta, es suficiente condenar a los hombres si reciben un aumento, es decir, obtener ganancias a expensas de los dem�s. Aqu� surge una pregunta, si la usura es en s� misma un crimen, ya que Dios anteriormente permiti� que su pueblo se interesara por los extra�os, y solo lo prohibi� entre ellos. Y hab�a la mejor raz�n para esa ley. Porque si su justa proporci�n hubiera sido derrocada, no habr�a habido reciprocidad, ya que los gentiles pod�an exigir el inter�s de los jud�os; y a menos que ese derecho hubiera sido mutuo y rec�proco, como dice la frase, la condici�n del pueblo de Dios hubiera sido peor que la de los gentiles. Por lo tanto, Dios permiti� que su pueblo se interesara, pero no entre ellos, como ya he dicho: esto solo se permit�a con extra�os. Adem�s, la ley en s� misma era pol�tica: pero en este caso, el Profeta parece condenar todo tipo de intereses y exagera el peso de la sentencia, cuando agrega aumento, es decir, lo que sea que gane la avariciosa lucha mutua. As� tambi�n en el Salmo 15, donde se nos proh�be un modo de vida justo, David menciona, entre otras cosas, qui�n no ha prestado su dinero a la usura (Salmo 15:5). Parece, entonces, de estos dos lugares, esa usura es ilegal en s� misma. Pero debido a que la ley de Dios abarca la justicia completa y perfecta, por lo tanto, debemos mantener ese inter�s, a menos que se oponga a la ley de Dios, no debe ser condenado por completo, de lo contrario, la ignominia se adherir�a claramente a la ley de Dios si no nos prescribiera un regla verdadera y completa de vivir con justicia. Pero en la ley existe esa perfecci�n a la que no se le puede agregar nada. Si luego deseamos determinar si el inter�s es ilegal, debemos llegar al estado de derecho, que no puede enga�arnos: pero no encontraremos todos los intereses contrarios a la ley, y de ah� se deduce que el inter�s no siempre debe ser condenado. Aqu�, tambi�n, debemos recordar que debemos considerar el tema en lugar de las palabras, porque los hombres se enga�an con su propia burla, pero Dios no admite tales falacias. Por lo tanto, como dije, la sustancia deber�a sopesarse, porque las palabras por s� solas no nos permitir�n decidir si el inter�s a veces es legal o no. Por ejemplo, entre los latinos, la palabra inter�s es honorable en s� misma y no tiene verg�enza, pero eso para la usura es odioso. Lo que hace que la desgracia se oculte debajo de ella, pero cre�an que aborrec�an a los usureros, por lo tanto, el t�rmino general inter�s contiene en su interior todo tipo de usura, y no hab�a nada tan cruel, tan injusto y tan b�rbaro, que no estuviera cubierto por esa pretensi�n Ahora, dado que el nombre de inter�s era desconocido para los franceses, eso para la usura se volvi� detestable: por lo tanto, los franceses idearon una nueva astucia por la cual pod�an enga�ar a Dios. Dado que nadie pod�a llevar el nombre de usura, usaron "inter�s" en su lugar: pero �qu� significa esto sino algo que nos interesa, y por lo tanto significa todo tipo de reembolso de pr�stamos, ya que no hab�a ning�n tipo de inter�s entre los antiguos? que ahora no se comprende en esta palabra. Ahora, como hemos dicho que el inter�s no se puede condenar totalmente y sin excepci�n (porque no debemos jugar con las palabras, sino tratar el punto real), debemos ver hasta qu� punto se puede demostrar que no se considera un delito. En primer lugar, en un estado bien regulado, no se tolera a ning�n usurero: incluso los profanos ven esto: quien, por lo tanto, profesamente adopta esta ocupaci�n, debe ser expulsado de las relaciones sexuales con sus semejantes. Porque si alguna persecuci�n iliberal carga a quienes la persiguen con censura, la del usurero es ciertamente un oficio iliberal e indigno de un hombre piadoso y honorable. Por lo tanto, Cato dijo que tomar usura era casi lo mismo que asesinato. Cuando se le pregunt� acerca de la agricultura, despu�s de haber dado su opini�n, pregunt�: �Pero qu� es la usura? �No es asesinato? Dice el. Y seguramente el usurero siempre ser� un ladr�n; es decir, obtendr� ganancias con su comercio y defraudar�, y su iniquidad aumentar� como si no hubiera leyes, equidad y ninguna consideraci�n mutua entre la humanidad. Este es un punto: pero hay otra parte de la ocupaci�n adem�s de la de interesarse. Cuando alguien prepara su mesa, usa el mismo arte que un agricultor al emplear su trabajo en el cultivo de los campos. Pero cualquiera puede recibir intereses sin ser un usurero profeso. Por ejemplo, una persona puede tener capital y sacar parte de �l en pr�stamo, y as� recibir intereses: y si lo hace una vez, no se lo llamar� usurero; de modo que debemos considerar cu�ndo y de qui�n una persona exige inter�s. Pero este sentimiento deber�a prevalecer aqu�: �ni en todas partes, ni siempre, ni todas las cosas, ni de todas. De hecho, esto se dijo de los cargos, y esa ley se impuso a los gobernadores de provincias, pero concuerda mejor con este tema. Entonces no es adecuado recibir "todas las cosas", porque si el beneficio excede la moderaci�n, debe ser rechazado, ya que es contrario a la caridad: dijimos tambi�n que el h�bito y la costumbre continuos no est�n exentos de culpa. Ni "en todas partes", ya que el usurero, como he dicho, no debe entrar o ser llevado a la Iglesia de Dios. Por otra parte, no "de todos", porque siempre est� mal exigir la usura de un hombre pobre; pero si un hombre es rico, y tiene dinero propio, como dice el dicho, y tiene un muy buen patrimonio y un gran patrimonio, y debe pedir prestado dinero a su vecino, �ese vecino cometer� pecado al recibir una ganancia del pr�stamo? de su dinero? Otro prestatario es el m�s rico de los dos, y podr�a prescindir de �l y, sin embargo, no sufrir ninguna p�rdida: pero desea comprar una granja y disfrutar de sus frutos: �por qu� el acreedor deber�a ser privado de sus derechos cuando su dinero trae ganancias a un vecino m�s rico? que el mismo? Vemos, entonces, que a veces puede suceder que el receptor de inter�s no sea condenado apresuradamente, ya que no est� actuando en contra de la ley de Dios. Pero siempre debemos sostener que la tendencia de la usura es oprimir al hermano de uno y, por lo tanto, es de desear que los mismos nombres de usura e inter�s sean enterrados y borrados de la memoria de los hombres. Pero dado que los hombres no pueden realizar sus negocios de otra manera, siempre debemos observar lo que es legal y hasta qu� punto es as�. S� que el tema podr�a tratarse con mayor extensi�n, pero en breve expres� lo que es suficiente para nuestro prop�sito.

Sigue, y ha retirado su mano de la iniquidad. Una vez m�s, el Profeta elogia la inocencia, cuando somos cautelosos de que nuestro vecino no reciba ning�n da�o o lesi�n por nuestra culpa. Por lo tanto, abstenerse de sufrir lesiones es nuevamente alabado aqu�, pero se usa una nueva forma de hablar, ya que si los hombres no est�n muy ansiosos y cuidadosos, f�cilmente extienden la mano a la iniquidad: �y por qu�? Se nos presentan varios medios de ganancia de muchos sectores, y nos atraen f�cilmente por tales tentaciones. Por lo tanto, el Profeta, no sin raz�n, recomienda a los siervos de Dios que retiren la mano de la iniquidad, es decir, que no solo se abstengan de lastimar, sino que cuando la dulzura de la ganancia nos atrae, y se proponen algunos medios plausibles de ganancia, que deben contenerse, este es el significado de retirar la mano de la iniquidad. El resto lo dejo para ma�ana.

Versículo 9

Ayer explicamos por qu� el Profeta dice que nadie es justo a menos que retire sus manos de la iniquidad, porque muchas veces nos tientan a lastimar a otros: a menos que nos contengamos en el curso medio, a menudo lastimamos a nuestros vecinos. Ahora, entre las virtudes de un hombre justo, �l pone, para juzgar de acuerdo con la verdad: actuar con sinceridad, dice �l, entre el hombre y el hombre. Este parece ser el deber de los jueces que desempe�an un cargo p�blico, pero es adecuado para personas privadas; porque aunque nadie discute su propia causa, excepto antes de que alguien diera poder para decidirlo, sin embargo, vemos que las inclinaciones de los hombres a menudo pervierten la equidad y la rectitud en los juicios. Nuevamente, muchos son �rbitros elegidos que no ocupan ning�n cargo p�blico. El significado es que lo que Ezequiel buscaba anteriormente con respecto a la equidad se extiende a las causas de los dem�s, que nadie debe apartarse del derecho y la equidad a trav�s de la amistad privada. Despu�s se sigue, si �l ha seguido mis estatutos y ha mantenido mis juicios, actuando con veracidad. Nuevamente, el Profeta vuelve a las observaciones generales: porque ha registrado ciertos tipos de justicia, como dijimos ayer, de donde su naturaleza puede ser percibida m�s claramente. Adem�s, porque la ley de Dios contiene m�s de lo que el profeta ha mencionado hasta ahora; por lo tanto, fue necesario agregar esta cl�usula, quien ha andado en mis decretos, dice �l. Hace demasiado fr�o para restringir esto a las ceremonias, como a veces se hace; por eso lo interpreto de edictos o decretos. La met�fora de caminar no requiere una explicaci�n larga, ya que es muy com�n en las Escrituras. Por lo tanto, caminar en los preceptos de Dios no es m�s que formar su vida y su moral de acuerdo con la regla que ha sido prescrita por Dios; o, lo que es lo mismo, para comportarse, que al desear ser considerado solo un hombre no debe intentar nada m�s que lo que est� de acuerdo con los preceptos de Dios. Pero dado que la observancia de la ley es dif�cil, primero, porque no solo tenemos una disposici�n fr�gil, sino que somos propensos al pecado; por lo tanto, se agrega la palabra "servir", por la cual el Profeta elogia la diligencia. Quien quiera dirigir su vida de acuerdo con los preceptos de Dios debe mantenerlos atentamente, ya que nada es m�s natural que transgredir y caer. Ahora agrega, por actuar con sinceridad. La integridad se denota aqu� por la palabra veracidad. Recogemos, entonces, de esta palabra la ense�anza fruct�fera, de que el objeto de toda la ley de Dios es conducirnos sin enga�o o fraude, y estudiar para ayudarnos unos a otros en simplicidad, y conducirnos con sinceridad en cada deber. Si alguien pregunta el objeto de la ley, el Profeta aqu� nos lo describe: la ejecuci�n de la verdad; y esto se dice correctamente de la segunda tabla. Pero esto puede adaptarse a la tabla anterior, ya que la Escritura nos ense�a que ning�n disimulo puede ser agradable a Dios. Y vemos tambi�n lo que dice Pablo cuando define brevemente el fin de la ley como la caridad de todo coraz�n puro, y la fe sin fingir. ( 1 Timoteo 1:5.) Pero la palabra verdad en este pasaje, a mi juicio, se refiere a esa sinceridad que debemos cultivar, para que nadie pueda enga�ar a otro, ni actuar de manera fraudulenta o consciente, sino ser realmente Sencillo y sincero. A�ade, �l es justo, y en la vida vivir�, dice el Se�or Jehov�. Finalmente, �l dice, como dijimos, que �l es justo quien ha observado fielmente la ley de Dios; entonces que se prepara una recompensa para todos los justos que sinceramente adoran a Dios. Ahora pasemos al segundo ejemplo.

Versículo 10

Ha oprimido a los pobres y necesitados: simplemente hab�a dicho, ha oprimido a un hombre; pero ahora para hacer aparecer la grandeza del crimen, habla de los pobres y necesitados: la crueldad en oprimirlos es menos tolerable. Cualquiera que sea la condici�n de la persona a quien tratamos, con injusticia, nuestra maldad es en s� misma suficientemente digna de condena; pero cuando afligimos a los miserables, cuya condici�n deber�a despertar nuestra l�stima, esa inhumanidad es, como he dicho, mucho m�s atroz. Por lo tanto, esta circunstancia exagera lo que Ezequiel hab�a expresado anteriormente. En la frase para apoderarse del bot�n, la palabra para bot�n est� en plural: en la siguiente frase omite la palabra para deudor, porque se entiende lo suficiente: en la siguiente, no agrega "de la casa de Israel" a la palabra "�dolos"; y en la �ltima cl�usula, la palabra "abominaci�n" parece referirse a un solo tipo de aspereza: pero si alguno desea extender su significado m�s all�, no me opongo; pero como �ltimamente us� la palabra en plural, prefiero tomar esta palabra en su sentido restringido. Paso as� r�pidamente sobre este segundo ejemplo, como lo har� sobre el tercero, porque Ezequiel conserva los mismos sentimientos y repite casi las mismas palabras que acababa de usar. Hasta ahora, �l ha ense�ado que la vida est� preparada para todos los justos como recompensa de su justicia: pero ahora nos presenta un hijo degenerado, surgido de un padre justo, corriendo de cabeza a todo tipo de maldad. �l dice, entonces, si un hombre que desea obedecer la ley engendra un hijo de una disposici�n perversa, que rechaza la disciplina de su padre y al mismo tiempo viola toda la ley de Dios, �seguramente vivir�? No, dice �l, morir�, su sangre ser� sobre �l; es decir, no puede escapar del juicio de Dios, porque sus cr�menes gritan y son escuchados. Por lo tanto, ninguno que se aparte del camino correcto quedar� sin castigo: este es el significado simple del Profeta. Pasemos ahora al tercer miembro.

Versículo 14

En este tercer ejemplo, Ezequiel anuncia que si un hombre nace de un padre malvado, sin embargo, puede agradar a Dios, si es diferente a su padre y, por lo tanto, refuta el proverbio que era tan com�n en Israel: que el padre se comi� el uvas agrias, y los dientes de los ni�os se pusieron de punta. Porque si los hijos padecieran que el padre comiera las uvas agrias, entonces los piadosos que se originaron de los malvados despreciadores de Dios ser�an liberados de todos sus pecados. As� Ezequiel habr�a sido castigado en lugar de su padre, Acaz y Jos�as en lugar de Manas�s. Pero aqu�, el Profeta da testimonio de que los buenos, sin embargo, pueden haber nacido de padres malvados, deber�an recibir la recompensa de la justicia no menos segura y fielmente que si hubieran bajado del cielo, y si su familia siempre hubiera estado sin la comisi�n. de cualquier crimen. Como, por lo tanto, Dios no los castiga por los cr�menes de sus padres, se deduce que los israelitas pronunciaron esta burla no solo tontamente, sino imp�amente, diciendo que sus propios dientes estaban afilados, porque sus padres hab�an comido las uvas agrias. Adem�s, como hay una diferencia en la frase, notar� brevemente lo que es digno de comentario: si engendr� a un hijo que vio todo lo que su padre hab�a hecho y tuvo miedo. Aqu� el Profeta ense�a que necesitaba la mayor atenci�n para que el hijo abandonara el ejemplo de un mal padre. Porque los hijos son ciegos a los vicios de sus padres; y aunque, cuando se les impone el deber, lo desprecian descuidadamente, sin embargo, se imaginan a s� mismos tan piadosos por reverencia que no se atreven a condenar a sus padres. Por lo tanto, sucede que los hijos no reconocen los cr�menes de sus padres y, por lo tanto, un padre malvado corrompe a su hijo voluntariamente. La mala disciplina, por lo tanto, se agrega a esto, por lo que no es sorprendente si la descendencia es peor que sus antepasados. Por esta raz�n, el Profeta dice, si �l ha visto, es decir, si un ni�o justo ha observado los pecados de su padre, ya que los hijos cierran los ojos lo m�s posible a los cr�menes de todos sus padres; no, abrazan sus vicios por las mayores virtudes.

Luego agrega, si ha temido. No ser�a suficiente tomar nota de esto sin agregar el temor de Dios. Es cierto, de hecho, que muchos no se parec�an a sus padres, al estar restringidos por la verg�enza; porque cuando escucharon los reproches de sus padres, fueron tocados con ingenua modestia, para estar en guardia contra tales enormidades. Pero todo esto sigui� a la sombra vac�a de la justicia; y aqu� se trata la observancia seria de la ley, que no puede fluir de otra cosa que no sea el temor de Dios, y este, como dice la Escritura, es el comienzo de la sabidur�a. (Salmo 111:10; Proverbios 1:7.) Por lo tanto, una persona puede ser irreprensible durante toda su vida y, sin embargo, no tocar ninguna parte de la justicia, ya que la justicia fluye de un solo principio: el Temor de Dios. Luego agrega, y no ha hecho de acuerdo con ellos. Vemos, por lo tanto, que aquellos que se implican en los cr�menes de otros no son enga�ados de otra manera, a menos que sofoquen deliberadamente toda diferencia entre el bien y el mal; porque si hubieran atendido a esto, sin duda habr�an sido tocados con cierto temor, y as� habr�an gobernado su vida de acuerdo con los preceptos de Dios: pero apenas uno de cada cien piensa en esto, y por lo tanto cada uno se mezcla libremente con sus vecinos, y entonces todos perecen juntos. Luego agrega, no ha comido en las monta�as, no ha alzado los ojos a los �dolos de la casa de Israel: hemos explicado todo esto: y no ha oprimido a nadie, y no ha recibido una promesa. Dijimos que esto no deber�a explicarse de cada promesa; porque era l�cito para cualquiera, al dar dinero, recibir una promesa de devoluci�n, pero no de alguien que carece de prendas o de los implementos necesarios del comercio: as� que paso esto por alto. No ha recibido una presa, ha distribuido su pan a los hambrientos. A�ade, lo que no hab�a tocado anteriormente, ha retirado su mano de los pobres. Esto parece diferir de la opini�n que ten�amos en el cap�tulo diecis�is, ( Ezequiel 16:49.) Entre los pecados de Sodoma, el Profeta tambi�n pone esto, que retiraron su mano de los pobres y necesitados; y seguramente, cuando estiramos la mano por ayuda, es una verdadera prueba de caridad; pero si retiramos la mano, es una prueba de crueldad, ya que no nos dignamos ayudar a un hermano que deber�a obtener alg�n favor de nosotros. Pero debemos tener en cuenta que hay dos sentidos en los que la mano se extiende o se retira. Si extiendo mi mano a los pobres para suplir lo que quieren y a los d�biles para brindarle ayuda, este es el deber de la caridad. Si, por el contrario, retiro mi mano, injustamente me alejo de aquel que implora mi confianza y cuya miseria deber�a ganarle alg�n favor. Pero extendemos la mano cuando aprovechamos los bienes de un vecino, lo privamos violentamente de ellos y despojamos a los inocentes de sus derechos. Por el contrario, el que retira su mano es humano al salvar a sus hermanos, y no se enriquece a su costa y se beneficia de su opresi�n. En este sentido, el Profeta ahora enumera retirar la mano de los pobres en la lista de virtudes, porque los pobres est�n sujetos a todo tipo de lesiones. Si, por lo tanto, cuando vemos un bot�n ya preparado para nosotros y, sin embargo, nos abstenemos de ello, esto es una prueba de verdadera caridad. Pero, nuevamente, debemos comentar lo que trat�, pero brevemente ayer, a saber, que debemos retirar nuestras manos de los pobres, porque nada es m�s f�cil que ser seducido para obtener una ganancia de los pobres; y donde la ocasi�n y la impunidad se ofrecen, la avaricia nos atrae tanto que no discernimos ni consideramos lo que es correcto y justo. Todo aquel que desee preservar su autocontrol, y someter sus afectos, debe atender esto con todas sus fuerzas y con una lucha constante: as� dice el Profeta, debemos retirar la mano

Versículo 17

Ahora por fin concluye: no morir� por la iniquidad de su padre; seguramente vivir�. �l no repite que esto es justo, pero debemos entenderlo as�; pero se detiene ante el efecto inmediato, ya que la bendici�n de Dios espera a todos los justos, como Isa�as dice que seguramente hay una recompensa para los justos, ( Isa�as 3:10) y el Profeta exclama como si se creyera con dificultad : porque, como vemos que todas las cosas giran promiscuamente en el mundo, imaginamos directamente que Dios est� en reposo en el cielo, o que la casualidad gobierna todas las cosas aqu� en la tierra. Pero debemos luchar contra esta suposici�n perversa y determinar, como ense�a Isa�as, que hay una recompensa para los justos. El Profeta ahora expresa esto, mientras que una pregunta dif�cil surge del pasaje; porque �l dice que es justo quien ha guardado la ley, y por eso Dios otorgar� una recompensa. �l: de ah� que estas dos cosas est�n conectadas entre s�, y la pregunta que mencion� surge de la cl�usula anterior; porque las Escrituras enteras ense�an que nadie es justo y que nadie puede ser justificado por la ley. Pero estas cosas son contrarias entre s�; ser justos y dignos de recompensa mediante el cumplimiento de la ley, ya que ninguno es justo, todos son transgresores, todos est�n desprovistos de justicia y, por lo tanto, solo queda un remedio: buscar nuestra seguridad de la misericordia gratuita de Dios. Pero aunque, a primera vista, este tipo de coherencia perturba al comentarista grosero y parcialmente ejercido, esta soluci�n es f�cil, ya que, estrictamente hablando, la justicia es la observancia de la ley. Si alguien pregunta, entonces, qu� es la justicia, la definici�n adecuada es la observancia de la ley. �Porque? Porque la ley, como dije ayer, establece el s�lido estado de justicia; quien lo observe ser� estimado justo; y as� se dice que la justificaci�n se coloca correctamente en las obras. Pero, por otro lado, la Escritura pronuncia lo que es muy cierto, y totalmente confirmado por la experiencia, que nadie puede cumplir la ley y, debido a este defecto, todos estamos privados de justificaci�n por las obras. Lo que he dicho puede hacerse mucho m�s claro con muchos testimonios de las Escrituras. No es el oyente de la ley, dice Pablo, en el segundo cap�tulo de la ep�stola a los romanos, sino el hacedor de la ley, ser� justificado, ( Romanos 2:13.) All� Pablo habla naturalmente, que esos son los que conforman toda su vida a la obediencia a la ley de Dios. As� tambi�n Juan, en su ep�stola can�nica: el que hace justicia es justo. ( 1 Juan 3:7.) Ahora, si alguien pregunta si se puede encontrar alg�n observador perfecto de la ley, o alguien que haga justicia en todos los aspectos, la respuesta est� a la mano, que todos somos por naturaleza muy lejos de toda justicia, y todos nuestros sentidos y afectos son enemigos que luchan contra la ley de Dios, como ense�a Pablo: toda el alma del hombre es perversa, y no estamos en condiciones de pensar en nosotros mismos, y que toda nuestra suficiencia es de Dios, ya que somos esclavos del pecado. ( Romanos 8:7; 2 Corintios 3:5; Romanos 11.) Pero ser�a superfluo reunir muchos testimonios. Que sea suficiente, entonces, que somos por naturaleza rebeldes contra Dios, de modo que no podamos encontrar la m�s m�nima part�cula de bien en nosotros. En lo que concierne a los fieles, aspiran de hecho a la justicia, pero de manera lamentable ya una gran distancia de su objetivo; a menudo se desv�an del camino, y a menudo caen, de modo que no cumplen con la ley y, por lo tanto, requieren la piedad de Dios. Por lo tanto, debemos llegar al segundo tipo de justicia, que se llama incorrectamente, a saber, lo que obtenemos de Cristo. El que hace justicia es justo. (l Juan 3:7.) Ninguno de nosotros lo hace; pero Cristo, quien cumpli� la ley, es estimado justo delante de Dios. Por lo tanto, es necesario que Dios nos apruebe a trav�s de su justicia; es decir, nos es imputado, y somos aceptados por su justicia. Por lo tanto, la justificaci�n por fe, como se le llama, no es propiamente justicia; pero a causa del defecto de la verdadera justicia, es necesario volar a esto como un ancla sagrada; y Pablo, en el d�cimo cap�tulo a los romanos, explica esto breve y claramente. La justicia de la ley, dice �l, habla as�: El que hizo estas cosas vivir� en ellas; pero la justicia de la fe dice: El que crey� ser� justo. El ap�stol aqu� habla de una doble justicia, la de la ley y de la fe: dice que la justicia de la ley est� situada en las obras, ya que nadie se piensa a menos que cumpla con la ley. ( Romanos 10:5.) Dado que todos est�n muy lejos de este est�ndar, se agrega y sustituye otro, a saber, que podemos abrazar la justicia de Cristo por la fe, y as� ser justos, por otra justicia sin nosotros: porque si alguien vuelve a objetar que la justificaci�n de la ley es superflua, respondo que nos beneficia de dos maneras; primero, porque la ley trae a los convictos de su propia injusticia a Cristo. Esto, entonces, es un fruto de la ley, que renunciamos a nuestra propia justicia, cuando nuestra iniquidad se revela tanto, que nos obliga a guardar silencio ante Dios, como vimos anteriormente. Sigue un resultado m�s fruct�fero; porque, cuando Dios regenera a sus elegidos, �l inscribe una ley en sus corazones y en sus partes internas, como hemos visto en otra parte, y veremos nuevamente en el cap�tulo 36. (Jeremias 31:33; Ezequiel 36:26.) Pero la dificultad a�n no est� resuelta; porque los fieles, incluso si son regenerados por el Esp�ritu de Dios, se esfuerzan por conformarse a la ley de Dios, sin embargo, a trav�s de su propia debilidad, nunca llegan a ese punto, y por eso nunca son justos: respondo, aunque la justicia de las obras est� mutilada en el hijos de Dios, sin embargo, se reconoce como perfecto, ya que, al no imputarles sus pecados, demuestra lo que es suyo. Por lo tanto, sucede que aunque los fieles retroceden, deambulan y, a veces, caen, pueden ser llamados observadores de la ley, caminantes en los mandamientos de Dios y observadores de su justicia. Pero esto surge de la imputaci�n gratuita y, por lo tanto, tambi�n de su recompensa. Las obras de los fieles no carecen de recompensa, porque agradan a Dios y, al complacer a Dios, est�n seguros de recibir una remuneraci�n. Vemos, entonces, c�mo estas cosas est�n unidas correctamente, que nadie obedece la ley, y que nadie es digno de los frutos de la justicia, y que Dios, por su propia liberalidad, reconoce como aquellos que aspiran a la justicia, y pagarles con una recompensa de la que no son dignos. Por lo tanto, cuando decimos que los fieles son estimados incluso en sus obras, esto no se declara como una causa de su salvaci�n, y debemos notar con diligencia que la causa de la salvaci�n est� excluida de esta doctrina; porque, cuando discutimos la causa, no debemos buscar otro lugar que no sea la misericordia de Dios, y all� debemos detenernos. Pero aunque las obras no tienden de ninguna manera a la causa de la justificaci�n, cuando los elegidos hijos de Dios fueron justificados libremente por la fe, al mismo tiempo sus obras son consideradas justas por la misma liberalidad gratuita. Por lo tanto, sigue siendo cierto que la fe sin obras justifica, aunque esto necesita prudencia y una interpretaci�n s�lida; para esta proposici�n, que la fe sin obras justifica es verdadera y, sin embargo, falsa, de acuerdo con los diferentes sentidos que conlleva. La proposici�n, que la fe sin obras justifica por s� misma, es falsa, porque la fe sin obras es nula. Pero si la cl�usula "sin obras" se une con la palabra "justifica", la proposici�n ser� verdadera, ya que la fe no puede justificar cuando est� sin obras, porque est� muerta, y es una mera ficci�n. El que es nacido de Dios es justo, como dice Juan. ( 1 Juan 5:18.) Por lo tanto, la fe no puede estar m�s separada de las obras que el sol de su calor, pero la fe justifica sin obras, porque las obras no son motivo para nuestra justificaci�n; pero la fe sola nos reconcilia con Dios y hace que �l nos ame, no en nosotros mismos, sino en su Hijo unig�nito. Ahora, por lo tanto, esa pregunta se resuelve cuando el Profeta ense�a que la vida se deposita en los justos, incluso si nacen de padres imp�os e imp�os.

Por �ltimo, debemos notar la palabra "vida", ya que la palabra "vivir" no debe entenderse solo de la vida en la tierra, sino que mira a la vida eterna: y aqu� algunos expositores se equivocan: porque no pudieron liberarse de esos dificultades que expliqu� �ltimamente, interpretaron las palabras de Mois�s en un sentido civil: el que hizo estas cosas vivir� en ellas. Pero Mois�s est� hablando de la vida eterna. Por lo tanto, debemos sostener, no solo que se promete una recompensa en esta vida a los observadores justos de la ley, sino que la vida eterna tambi�n es una recompensa prometida. Adem�s, como he dicho, dado que todos somos indigentes de la justicia, pensamos no esperar ninguna recompensa, ya que todos estamos bajo la ley y la maldici�n, como dice Pablo: tampoco hay ning�n medio de escape, como Pablo nuevamente dice, ( G�latas 3:10), a menos que vuelemos con fe completa y abyecta solo a la misericordia de Dios y a la satisfacci�n por la cual Cristo nos ha reconciliado con su Padre. Aqu� terminar�.

Versículo 18

Inculca la misma cosa m�s extensamente, no por el bien de los ornamentos, sino para refutar ese refr�n imp�o en el que los israelitas persistieron tan perniciosamente. Desde entonces fue dif�cil arrancarles de sus mentes lo que estaba tan profundamente arraigado en ellos, el Profeta a menudo exclama que nadie fue castigado excepto que lo merec�a por sus cr�menes. Agrega en el siguiente verso lo que parece superfluo y absurdo: porque los israelitas no lucharon con Dios por perdonar a los inocentes; pero aqu� Ezequiel los representa hablando como si quisieran que el hijo inocente fuera castigado igualmente con el padre malvado. Pero no quiere decir que hayan discutido sobre el derecho, sino sobre el hecho, como solemos decir. Ya que estaban imbuidos de ese error, los castigos se extend�an m�s all� de los criminales, por otro lado, �l dice que los justos no fueron absueltos por su propia bondad, si surgieron de padres imp�os, aunque la gente lo supuso; porque fueron enterrados bajo su propio juicio depravado, de lo contrario deben haber percibido que Dios nunca priva a la justicia de su recompensa de la vida.

Versículo 20

Ezequiel a�n persigue el sentimiento que hemos explicado, a saber, que Dios es un juez justo y trata a cada uno seg�n su conducta; Como dice Pablo: Como cada uno ha vivido en la carne, Dios le da una recompensa. ( Romanos 8:13.) Pero �l refut� m�s claramente el proverbio, que los hijos deben sufrir por los pecados de sus padres. �l dice, entonces, que cada vez que se presente ante el tribunal de Dios debe ser juzgado por sus obras. En lo que respecta al sentimiento general, es de acuerdo con el sentido com�n que Dios debe castigar a los malvados y que deben recibir la justa recompensa de sus obras. Pero en la siguiente cl�usula, surge la pregunta de c�mo el Esp�ritu aqu� pronuncia que el hijo no debe pagar la penalidad debida al padre, cuando Dios a menudo declara que visita los pecados de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaci�n. ( �xodo 20:5.) Ese sentimiento a menudo ocurre: pero hay dos pasajes particularmente notables, donde se anexa al segundo precepto de la ley, ( Deuteronomio 5:9) y luego en Esa notable visi�n que se le ocurri� a Mois�s, Dios pronuncia lo mismo que antes, a saber, que la iniquidad de los padres debe caer sobre los hijos. ( �xodo 34:7.) Estos pasajes parecen opuestos entre s�, pero ser� f�cil eliminar la contradicci�n comenzando con la ca�da de Ad�n, ya que si no consideramos a toda la raza ca�da en Ad�n, nosotros Apenas podemos librarnos de esa dificultad que a menudo sentimos como causante de escr�pulos acre. Pero el principio de una ca�da universal en Ad�n elimina todas las dudas. Porque cuando consideramos la muerte de toda la raza humana, se dice con verdad que perecemos por culpa de otro: pero se agrega al mismo tiempo, que cada uno perece por su propia iniquidad. Si luego indagamos sobre la causa de la maldici�n que presiona sobre toda la posteridad de Ad�n, puede decirse que es en parte de otra y en parte nuestra: otra, a trav�s de la declinaci�n de Ad�n de Dios, en cuya persona se ech� a perder toda la raza humana. justicia e inteligencia, y todas las partes del alma completamente corrompidas. Para que cada uno se pierda en s� mismo, y si desea contender con Dios, siempre debe reconocer que la fuente de la maldici�n fluye de s� mismo. Porque antes de que el ni�o naciera en el mundo, era corrupto, ya que su inteligencia servil estaba enterrada en la oscuridad, y su voluntad era perversa y rebelde contra Dios. Tan pronto como nacen los beb�s, contraen la contaminaci�n de su padre Adam: su raz�n est� cegada, sus apetitos pervertidos y sus sentidos completamente viciados. Esto no se muestra de inmediato en el ni�o peque�o, pero ante Dios, quien discierne las cosas m�s agudamente que nosotros, la corrupci�n de toda nuestra naturaleza es tratada correctamente como pecado. No hay nadie que durante el curso de su vida no se perciba a s� mismo sujeto a castigo por sus propias obras; pero el pecado original es suficiente para la condena de todos los hombres. Cuando los hombres crecen, adquieren para s� mismos la nueva maldici�n de lo que se llama pecado real: de modo que el que es puro con referencia a la observaci�n ordinaria, es culpable ante Dios: por lo tanto, la Escritura nos pronuncia a todos naturalmente hijos de ira: estas son las palabras de Pablo en el segundo cap�tulo de la ep�stola a los efesios, ( Efesios 2:3.) Si entonces somos hijos de ira, se deduce que estamos contaminados desde nuestro nacimiento: esto provoca la ira de Dios y lo vuelve hostil hacia nosotros: en este sentido, David se confiesa concebido en pecado. (Salmo 51:5.) Aqu� no acusa ni a su padre ni a su madre para atenuar su propia maldad; pero, cuando aborrece la grandeza de su pecado al provocar la ira de Dios, regresa a su infancia y reconoce que incluso entonces fue culpable ante Dios. Vemos entonces que David, al recordar un solo pecado, se reconoce a s� mismo pecador antes de nacer; y como todos estamos bajo la maldici�n, se deduce que todos somos dignos de muerte. Por lo tanto, el hijo propiamente dicho no morir� por la iniquidad de su padre, sino que es considerado culpable ante Dios por su propia culpa.

Ahora sigamos adelante. Cuando Dios declara que la iniquidad del padre regresa al seno del hijo, debemos recordar que cuando Dios involucra al hijo en la misma muerte que el padre, lo hace principalmente porque el hijo del imp�o es destituido de su Esp�ritu: de donde sucede que permanece en la muerte en la que naci�. Porque si no consideramos otros castigos que los que se infligen abiertamente, surgir� nuevamente un nuevo escr�pulo del cual no podemos liberarnos, ya que esta investigaci�n siempre se repetir�, �c�mo puede el hijo perecer por su propia culpa, si puede producir buen fruto y as� reconciliarse con Dios? Pero el primer castigo con el que Dios amenaza a los reprobados es el que he mencionado, a saber, que sus descendientes son indigentes y privados de dones espirituales, de modo que se hunden m�s y m�s en la destrucci�n: porque hay dos tipos de castigo, uno hacia afuera y el otro hacia adentro, tal como lo expresamos. Dios castiga a los transgresores de su ley con la espada, el hambre o la peste, como denuncia en todas partes: tambi�n est� armado con otros medios de matanza para ejecutar su ira, y todos estos castigos son externos y abiertamente aparentes. Pero hay otra clase interna y oculta, cuando Dios quita el esp�ritu de rectitud de los reprobados, cuando los entrega a una mente reprobada, los somete a malos deseos y los priva de todos sus dones, por lo tanto, se dice que Dios causa la iniquidad de los padres de retroceder sobre los ni�os no solo cuando castiga externamente a los peque�os, sino porque dedica una descendencia maldita a la destrucci�n eterna, al ser despose�do de todos los dones del Esp�ritu. Ahora sabemos que Dios es la fuente de la vida, (Salmo 36:9), de donde se deduce que todos los que est�n separados de �l est�n muertos. Ahora, por lo tanto, es evidente c�mo Dios arroja la iniquidad de los padres sobre los hijos, ya que cuando dedica tanto al padre como al hijo a la destrucci�n eterna, los priva de todos sus dones, ciega sus mentes y esclaviza todos sus apetitos al diablo. Aunque podemos, en una palabra, abrazar todo el asunto de los ni�os que sufren por los padres cuando los deja a la naturaleza simple, como es la frase, ya que de esta manera los ahoga en la muerte y la destrucci�n. Pero los castigos externos tambi�n siguen despu�s, como cuando Dios env�a un rayo sobre Sodoma muchos ni�os peque�os perecieron, y todos fueron absorbidos por sus padres. ( G�nesis 19:24.) Si alguien pregunta con qu� derecho perecieron, primero eran hijos de Ad�n y, por lo tanto, fueron malditos, y luego Dios deseaba castigar a los sodomitas a trav�s de su descendencia, y pod�a hacerlo merecidamente. . En cuanto a los j�venes que perecieron as� con sus padres, se dice que feliz es el que golpea a tus hijos contra las piedras o el pavimento. (Salmo 137:9.) A primera vista, de hecho, esa atrocidad parece intolerable que un ni�o cuya edad y juicio es tan tierno debe ser cruelmente asesinado: pero como ya hemos dicho, todos son naturalmente hijos de ira . ( Efesios 2:2.) No es de extra�ar, por lo tanto, que Dios retire su favor de la descendencia del reprobado, incluso si ejecuta estos juicios externos. Pero, �c�mo ser� esto ahora adecuado? �No soportar� el hijo la iniquidad del padre? porque Ezequiel aqu� habla de adultos, porque quiere decir que el hijo no llevar� la iniquidad de su padre, ya que recibir� la recompensa debida a s� mismo y sostendr� su propia carga. Si alguien desea luchar con Dios, puede ser refutado en una sola palabra: �qui�n puede presumir de ser inocente? Como, por lo tanto, todos son culpables por su propia culpa, se deduce que el hijo no soporta la iniquidad de su padre, ya que tiene que soportar la suya al mismo tiempo. Ahora esa pregunta est� resuelta.

Ahora agrega, la justicia del justo estar� sobre �l, y la impiedad del imp�o estar� sobre �l. Dijimos que esta era la sentencia legal: si Dios usara el mismo idioma en todas partes, no nos quedar�a ninguna esperanza de seguridad. �Para qui�n se encontrar�a solo si su vida fuera juzgada estrictamente por la ley? Pero ya se ha dicho, hablando con precisi�n, que Dios recompensa a los adoradores que observan su ley y castiga a quienes la transgreden. Pero como todos estamos lejos de la obediencia perfecta, se nos ofrece a Cristo, de quien podemos participar de la justicia, y de esta manera ser justificados por la fe. Mientras tanto, es cierto, de acuerdo con el imperio de la ley, que la justicia del justo estar� sobre �l, ya que Dios no decepcionar� a ninguno, sino que realmente cumplir� lo que ha prometido. Pero �l promete una recompensa a todos los que observen su ley. Si alguien objeta que esta doctrina es in�til y superflua, tenemos una respuesta a la mano, que es �til de muchas maneras, ya que, en primer lugar, reconocemos que Dios, aunque no nos debe nada, se compromete voluntariamente a ser reconciliado con nosotros; y as� aparece su sorprendente liberalidad. Luego, nuevamente recogemos que, por transgresi�n, no podemos obtener ganancias ni obtener ninguna ventaja cuando Dios ofrece una recompensa a todos los que observan su ley. Porque, �qu� podemos exigir m�s equitativo de lo que Dios deber�a, por s� mismo, ser nuestro deudor? �y deber�a recompensarnos mientras nos mantiene atados a s� mismo y completamente sujetos a �l con todas nuestras obras? Y ese patr�n de Cristo debe ser considerado, cuando hayas hecho todo lo que se te orden�, di: "Somos siervos no rentables". ( Lucas 17:10.) �Por qu� es as�? porque no devolvemos nada m�s que lo que Dios justamente nos ha requerido. Entonces, de esta oraci�n, deducimos que no podemos exponernos ante Dios, ni quejarnos de nada, mientras que la culpa de nuestra propia condena reside en nosotros por no guardar la ley. En tercer lugar, reconocemos otra instancia de la misericordia de Dios al vestirnos con la justicia de su Hijo, cuando nos ve en la necesidad de una justicia propia, y totalmente desprovistos de todo lo bueno. En cuarto lugar, dijimos que son estimados solo por quienes no cumplen con la ley, ya que Dios no les atribuye sus pecados. Por lo tanto, la justicia de la ley no es sin fruto entre los fieles; ya que debido a esa bendici�n que se describe en Salmo 32:2, sus obras son tomadas en cuenta y remuneradas por Dios. As� que la justicia del justo est� sobre �l, as� como la impiedad del imp�o est� sobre �l, y retroceder� sobre su propia cabeza. Sigue -

Versículo 21

En esta oraci�n, Dios propone la esperanza del perd�n, e invita y exhorta a la penitencia a todos los transgresores de su ley. Pero esta doctrina es especialmente digna de menci�n, que Dios extiende sus brazos y est� preparado para encontrarse y recibir a todos los que se dan buenos frutos: porque la desesperaci�n nos arroja a la locura y luego endurece nuestros corazones por la obstinaci�n abandonada. Por lo tanto, es necesario que Dios extienda su mano hacia nosotros y nos anime a la penitencia. Este es el significado de este pasaje de los Profetas, tan pronto como el imp�o sea apartado de su impiedad, Dios estar� en paz con �l. Ahora vemos que no nos queda ninguna excusa si esta invitaci�n humana de Dios no nos conmueve cuando da testimonio de que es propicio para nosotros cuando deseamos sinceramente reconciliarnos con �l. Pero aqu� requiere un arrepentimiento serio cuando dice que si el imp�o se ha alejado de su impiedad y ha guardado mis estatutos y ha hecho justicia y juicio, vivir�, dice. Porque una especie de media conversi�n se percibe en muchos que piensan que de esta manera est�n a salvo ante Dios, pero est�n muy enga�ados; muchas virtudes se mezclan con vicios, e imagina que su culpa se borra, si solo pueden presentar algo digno de elogio. Pero esto es como si alguien le ofreciera una voluntad turbia a su maestro, porque la hab�a mezclado no solo con heces, sino incluso con suciedad: as� son todas las obras de aquellos que no guardan todos los deseos depravados y se esfuerzan por liberarse de toda la corrupci�n de la carne. Por lo tanto, lo que se ense�a aqu� es digno de menci�n, a saber, que el comienzo de la conversi�n es, cuando alguien renuncia a s� mismo y a sus propios deseos. Pero es necesario agregar otra parte del deber, que cuando alguien se despide de sus vicios, debe dedicarse obedientemente a Dios. El Profeta une a los dos, por lo tanto, ya que uno no puede separarse del otro. Por lo tanto, el Esp�ritu aqu� define brevemente qu� es la conversi�n verdadera y leg�tima. �l dice que cuando alguien se convierte as�, su vida est� preparada para Dios, ya que Dios olvidar� todos sus pecados. Esta es una confirmaci�n de la doctrina; porque Dios no puede ser suplicado mientras nos impute nuestros pecados: por lo tanto, para que podamos determinar que es propicio para nosotros, �l promete, tan pronto como nos arrepintamos, que todos nuestros pecados ser�n enterrados y ya no entrar�n remembranza. Pero esta es la bondad incomparable de Dios, ya que �l se dign� olvidar todos nuestros pecados tan pronto como nos ve sinceramente deseosos de regresar a �l. En general, Ezequiel declara que todos los penitentes pasan a la vez de la muerte a la vida, ya que Dios borra todas sus transgresiones por olvido voluntario. Luego sigue:

Versículo 23

�l confirma el mismo sentimiento en otras palabras, que Dios no desea nada m�s fervientemente que aquellos que perecieron y se apresuraron a la destrucci�n deber�an regresar al camino de la seguridad. Y por esta raz�n, no solo se extiende el Evangelio por el mundo, sino que Dios deseaba dar testimonio a lo largo de todas las �pocas de cu�n inclinado est� a la compasi�n. Porque aunque los paganos eran indigentes de la ley y los profetas, siempre estaban dotados de alg�n gusto de esta doctrina. En verdad, fueron asfixiados por muchos errores, pero siempre encontraremos que fueron inducidos por un impulso secreto para buscar el perd�n, porque este sentido naci� de alguna manera con ellos, que Dios debe ser apaciguado por todos los que lo buscan. Adem�s, Dios lo atestigu� m�s claramente en la ley y los profetas. En el Evangelio escuchamos cu�n familiarmente se dirige a nosotros cuando nos promete perd�n. ( Lucas 1:78.) Y este es el conocimiento de la salvaci�n, abrazar su misericordia que nos ofrece en Cristo. Se deduce, entonces, que lo que el Profeta dice ahora es muy cierto, que Dios no quiere la muerte de un pecador, porque lo encuentra por su propia voluntad, y no solo est� preparado para recibir a todos los que vuelan a su piedad, sino que �l los llama hacia �l con voz alta, cuando ve c�mo se alejan de toda esperanza de seguridad. Pero debe notarse la manera en que Dios desea que todos se salven, es decir, cuando se apartan de sus caminos. As�, Dios no desea que todos los hombres sean salvos como para renunciar a la diferencia entre el bien y el mal; pero el arrepentimiento, como hemos dicho, debe preceder al perd�n. �C�mo, entonces, Dios desea que todos los hombres sean salvos? Por el Esp�ritu condenando el mundo del pecado, de la justicia y del juicio en este d�a, por el Evangelio, como lo hizo anteriormente por la ley y los profetas. ( Juan 16:8.) Dios pone de manifiesto a la humanidad su gran miseria, para que puedan atacarse a �l: hiere para curar y mata para dar vida. Sostenemos, entonces, eso; Dios no quiere la muerte de un pecador, ya que llama a todos por igual al arrepentimiento, y se promete preparado para recibirlos si solo se arrepienten seriamente. Si alguien se opone, entonces no hay elecci�n de Dios, por medio de la cual haya predestinado un n�mero fijo para la salvaci�n, la respuesta est� a la mano: el Profeta no habla aqu� del consejo secreto de Dios, sino que solo recuerda a los hombres miserables de la desesperaci�n, para que puedan aprehender la esperanza del perd�n, y arrepentirse y abrazar la salvaci�n ofrecida. Si alguien vuelve a objetar, esto est� haciendo que Dios act�e con duplicidad, la respuesta est� lista, que Dios siempre desea lo mismo, aunque de diferentes maneras y de una manera inescrutable para nosotros. Aunque, por lo tanto, la voluntad de Dios es simple, hay una gran variedad involucrada en ella, en lo que respecta a nuestros sentidos. Adem�s, no es sorprendente que nuestros ojos est�n cegados por una luz intensa, de modo que no podamos juzgar c�mo Dios desea que todos se salven, y aun as� ha dedicado todos los reprobados a la destrucci�n eterna, y desea que perezcan. Mientras miramos ahora a trav�s de un cristal oscuro, deber�amos contentarnos con la medida de nuestra propia inteligencia. ( 1 Corintios 13:12.) Cuando seamos como Dios, y lo veamos cara a cara, lo que ahora est� oscuro se volver� claro. Pero dado que los hombres cautivos torturan este y otros pasajes similares, ser� necesario refutarlos en breve, ya que puede hacerse sin problemas.

Se dice que Dios no desea la muerte de un pecador. �C�mo es eso? ya que desea que todos se conviertan. Ahora debemos ver c�mo Dios desea que todos se conviertan; porque el arrepentimiento es seguramente su don peculiar: como es su oficio crear hombres, as� es su provincia renovarlos y restaurar su imagen dentro de ellos. Por esta raz�n, se dice que somos su mano de obra, es decir, su estilo. ( Efesios 2:10.) Dado que, por lo tanto, el arrepentimiento es una especie de segunda creaci�n, se deduce que no est� en poder del hombre; y si Dios tiene el mismo poder de convertir a los hombres y de crearlos, se deduce que los reprobados no se convierten, porque Dios no desea su conversi�n; porque si lo deseara, podr�a hacerlo: y, por lo tanto, parece que no lo desea. Pero nuevamente discuten tontamente, ya que Dios no desea que todos se conviertan, �l mismo es enga�oso, y nada puede decirse con respecto a su benevolencia paterna. Pero este nudo se desata f�cilmente; porque no nos deja en suspenso cuando dice que desea que todos se salven. �Porque? porque si nadie se arrepiente sin encontrar a Dios propicio, entonces esta oraci�n est� llena. Pero debemos remarcar que Dios tiene un doble car�cter: porque aqu� desea ser tomado en su palabra. Como ya he dicho, el Profeta no discute aqu� con sutileza sobre sus planes incomprensibles, sino que desea mantener nuestra atenci�n cerca de la palabra de Dios. Ahora, �cu�les son los contenidos de esta palabra? La ley, los profetas y el evangelio. Ahora todos est�n llamados al arrepentimiento, y se les promete la esperanza de salvaci�n cuando se arrepienten. Esto es cierto, ya que Dios no rechaza a ning�n pecador que regresa: perdona a todos sin excepci�n: mientras tanto, esta voluntad de Dios que establece en su palabra no le impide decretar antes de que el mundo fuera creado lo que har�a con cada individuo: y Como ya he dicho, el Profeta solo muestra aqu� que, cuando nos hemos convertido, no necesitamos dudar de que Dios nos encuentra de inmediato y se muestra propicio. El resto ma�ana.

Versículo 24

Como en la �ltima conferencia, el Profeta ofreci� a los pecadores una esperanza segura de perd�n si se arrepent�an sinceramente, y prometi� que Dios ser�a propicio para ellos tan pronto como buscaran la reconciliaci�n con �l: as� que ahora, por otro lado, pronuncia: si el justo se niega de su justicia, lo que sea que haya hecho hasta ahora, no entrar� en la cuenta ante Dios. Exhort� a los pecadores al arrepentimiento cuando les asegur� que Dios estaba preparado para perdonarlos, pero ahora asusta a los que profesan la ocasi�n de ser adoradores de Dios puros y sinceros, si retroceden en medio de su curso: como dice Pablo , El que est� de pie, tenga cuidado de no caerse. ( 1 Corintios 10:12.) Adem�s, de este pasaje, como ense�a Cristo, nos damos cuenta de que aquellos que solo son felices y perseveran, ( Mateo 24:13;) ya que una justicia temporal nunca beneficiar� a esos ap�statas que luego se apartan de Dios. Vemos, entonces, c�mo estas dos cl�usulas se unen, es decir, que Dios invita a todos los que est�n en peligro de perdici�n con los brazos extendidos, y les promete la salvaci�n si regresan sinceramente a �l. Nuevamente, para que �l pueda restringir dentro de los l�mites del deber a aquellos que han hecho alg�n progreso, y corregir su pereza y agitar su ansiedad, amenaza, que a menos que sigan el curso de una vida santa y piadosa hasta el final, su antigua justicia No los aprovecharemos. Pero aqu� surge una pregunta: �Puede una persona verdaderamente justa desviarse del camino correcto? porque el que ha sido engendrado por Dios est� tan libre de la tiran�a del pecado que se dedica por completo a la justicia; y luego, si alguno se desv�a, prueban que siempre fueron ajenos a Dios. Si hubieran sido de nosotros, dice John, nunca habr�an salido de nosotros. ( 1 Juan 2:19.) Y la regeneraci�n es una semilla incorruptible: as� que debemos determinar que los fieles que son verdaderamente regenerados nunca se apartan de la justicia, sino que son retenidos por el poder no conquistado de Dios: porque el llamado de Dios en los elegidos es sin arrepentimiento ( Romanos 11:29.) Por lo tanto, contin�a el curso de su gracia hasta el final. Tampoco deben ser escuchados, quienes, en contradicci�n con las Escrituras, ense�an que la fe se extingue en los elegidos, cuando, a trav�s de su esterilidad, no producen fruto. �En qu� sentido, entonces, Ezequiel quiere decir que los justos se caen? Esa pregunta es f�cil de responder, ya que �l no est� tratando la ra�z viva de la justicia, sino la forma o apariencia externa, como solemos decir. Pablo nos recuerda que Dios nos conoce, pero agrega que este sello permanece. ( 2 Timoteo 2:19.) Por lo tanto, Dios se reclama solo a s� mismo la diferencia entre los elegidos y los reprobados, ya que muchos parecen ser miembros de su Iglesia que solo son externamente tales. Y ese pasaje de Agust�n es cierto, que hay muchos lobos dentro y muchas ovejas afuera. (227) Porque antes de que Dios demuestre su elecci�n, las ovejas vagan y parecen completamente extra�as a la esperanza de la salvaci�n. Mientras tanto, muchos hip�critas hacen uso del nombre de Dios y se jactan abiertamente de ser preeminentes en la Iglesia, pero internamente son lobos. Pero debido a que a menudo sucede que algunos hacen la mayor muestra de piedad y justicia, el Profeta dice muy correctamente que, si tales caen, no pueden jactarse de su anterior justicia ante Dios, ya que su recuerdo se hinchar�.

En resumen, vemos que la palabra justicia se refiere a nuestros sentidos, y no al juicio oculto de Dios; para que el Profeta no ense�e nada m�s que lo que percibimos a diario: para aquellos que parecen sobresalir de otros, abandonan su vocaci�n, se sacuden cada yugo y desechan el temor de Dios, y a veces se precipitan con furia diab�lica. Cuando se produce este resultado, escuchamos lo que el Esp�ritu pronuncia por boca del Profeta, que nada de su justicia se tendr� en cuenta. Pero se agrega peso a sus palabras cuando dice: si te has apartado de la justicia y hecho de acuerdo con todas las abominaciones de los imp�os, �o de los imp�os, vivir�? Porque el Profeta separa a aquellos que abandonan a Dios y se precipitan en toda maldad de aquellos que caen en la enfermedad o la falta de pensamiento, y de aquellos que tambi�n caer�an de cabeza en la ruina, a menos que Dios los preservara, sin embargo, no desechen por completo su miedo, y El deseo de vivir con piedad y rectitud. Por ejemplo: cada uno est� ocasionalmente desprevenido; y por lo tanto, de innumerables maneras, ofendemos a Dios por error: y por lo tanto, David exclama: �Qui�n puede entender sus faltas? (Salmo 19:12.) Caemos por nuestra propia voluntad, ya que a menudo somos conquistados por tentaciones, incluso cuando nuestras conciencias nos acusan; para que, aunque santificados, nos alejemos del camino de la rectitud a trav�s de la ignorancia, y nos alejemos del deber a trav�s de la enfermedad. Pero lo que es mucho peor, los santos a veces se precipitan precipitadamente, como si estuvieran completamente desesperados. El ejemplo de David muestra que los elegidos, aunque regenerados por el Esp�ritu de Dios, no solo pecan en peque�a medida, sino que, como he dicho, se sumergen en el abismo m�s bajo. David se convirti� en un p�rfido homicidio y un traidor al ej�rcito de Dios; entonces ese miserable rey cay� en una serie de cr�menes: sin embargo, fall� en una sola cosa y demostr� que la gracia de Dios solo se sofoc� dentro de �l y no se extingui� por completo. Tan pronto como Nat�n lo reprende, confiesa que hab�a pecado y est� preparado para sufrir cualquier castigo que Dios pueda infligir. Como, por lo tanto, los santos a veces caen, el Profeta aqu� extiende su mano, para que no se desesperen, y da testimonio de que Dios no los rechaza a menos que se aparten de su justicia y cometan todas las abominaciones que hacen los imp�os. Con estas palabras, como vemos, �l expresa una revuelta completa, y as� mitiga la severidad de la oraci�n, para que las mentes de aquellos que solo hayan reca�do parcialmente se desanimen. Ahora vemos el significado de este lenguaje: si ha hecho seg�n todas las abominaciones de los imp�os, �vivir�? Dice el; toda la justicia que ha hecho no ser� recordada, porque perecer�. Aqu� el Profeta muestra que: una mera justicia temporal no nos beneficiar� a menos que perseveremos hasta el final en el temor de Dios.

Una vez m�s, el contraste es digno de menci�n, porque nos permite refutar una ficci�n que est� vigente en las escuelas del papado. Dicen que la culpa es remitida por Dios, pero el castigo se retiene. �Ahora qu� dice nuestro profeta? Si el imp�o se aleja de su impiedad, ya no recordar� ninguna de sus iniquidades. Aqu� los papistas empujan hacia adelante la distinci�n tonta, que Dios no los recuerda en cuanto a su culpa, pero s� a su castigo. Pero, �qu� sigue un poco despu�s? Si el justo se aleja de su justicia, su justicia no ser� tomada en cuenta. Pero si no entran en la cuenta por m�rito, y sin embargo hacen por recompensa, �cu�l es el significado del pasaje? �C�mo se mantendr� el significado del Profeta? Pero es necesario as� recibir lo que dice el Profeta; porque, si la distinci�n de culpa y castigo sirve, la de m�rito y recompensa tambi�n servir�. Por lo tanto, se deducir� que, por m�rito, Dios olvida todos los actos de justicia; pero en lo que respecta a la recompensa, son recordados ya que no son abolidos. Dado que, entonces, est� suficientemente claro que la justicia del reincidente no se tiene en cuenta, para llevarlo a la esperanza de recompensa, se deduce, por otro lado, que sus pecados son abolidos no solo en cuanto a la culpa, sino Tambi�n en cuanto al castigo. Ahora sigue:

Versículo 25

El Profeta aqu� muestra que aquellos que usaron la burla vulgar, que los dientes de los ni�os estaban apretados porque sus padres hab�an comido uvas agrias, se hab�an separado de toda restricci�n; y nada m�s les impidi� pronunciar sus blasfemias arrogantemente contra Dios: pero su insolencia y locura ahora aumentan cuando dicen que los caminos de Dios no son iguales. Y esto se percibe en casi todos los hip�critas: al principio, indirectamente, encuentran fallas en Dios y, sin embargo, fingen no hacerlo: mientras se esfuerzan por disculparse, lo acusan de injusticia y de demasiado rigor, pero no lo hacen abiertamente. estallan en tal impiedad que se atreven a acusar a Dios con este crimen: pero despu�s de que no se benefician de nada con su doble trato, el diablo los inflama a tal tono de audacia que no dudan abiertamente en condenar a Dios mismo. El Profeta se refiere a esto cuando dice que este vergonzoso dicho fue discutido entre los israelitas, que los caminos del Se�or son desiguales. No sea que, por lo tanto, debamos resistir a Dios y luchar con �l, aprendamos a contener nuestra imprudencia antes de que se enfurezca contra nosotros. Tan pronto como surja alg�n pensamiento, tendiendo a reflexionar sobre el car�cter del Todopoderoso, reprim�moslo r�pidamente; porque si no lo hacemos, nos enredar�n poco a poco y nos llevar�n al extremo de la locura, y entonces ning�n sentido de religi�n o verg�enza nos impedir� una abierta rebeli�n contra Dios. Pero vale la pena darse cuenta de la fuente de esta impiedad: en primer lugar, cuando pensamos en la relaci�n de los hombres con Dios, deber�an avergonzarse de levantarse contra su Hacedor: porque la arcilla no llora contra el alfarero; y somos cien veces m�s insignificantes que la arcilla, con referencia a Dios. ( Isa�as 45:9; Romanos 9:20.)

Pero pasemos a otra consideraci�n. Sabemos con cu�nta mayor claridad los �ngeles pueden adorar reverentemente la sabidur�a de Dios que la raza humana. �Qu�, por lo tanto, debemos hacer? La sabidur�a de Dios no solo es incomprensible, sino que su justicia es la regla m�s perfecta de toda justicia. Ahora, si deseamos transmitir opiniones sobre las obras de Dios de acuerdo con nuestras propias percepciones y sopesarlas en nuestro equilibrio, �qu� m�s estamos haciendo sino emitir un juicio sobre �l? Pero debemos recordar ese pasaje de Isa�as, mientras vivo, dice Jehov�, cada rodilla se doblar� ante m�, y cada lengua jurar� por m�. ( Isa�as 45:23.) Pablo tambi�n es un fiel int�rprete de este sentimiento, cuando proh�be a los mortales juzgar con arrogancia, al decir que todos estaremos ante el tribunal de Cristo ( Romanos 14:10.) Dado que, entonces, ser� necesario que rindamos cuentas ante el tribunal celestial de Cristo, ahora debemos aceptar los juicios de Dios; porque, cuando por fin nuestra licencia se haya gastado por completo, y nuestra petulancia haya tenido su alcance completo, Dios ser� nuestro juez. Por lo tanto, vemos que cuando los hombres se reclaman el derecho de atreverse a pronunciar sus propias opiniones sobre la obra de Dios, primero someten su sabidur�a a sus propias ficciones y luego sienten demasiada hostilidad y desprecio hacia su justicia. Pero esto deber�a ser suficiente, que los hombres se olvidan demasiado de su propia condici�n cuando se atreven a abrir la boca contra su Hacedor, no solo para murmurar, sino abiertamente para condenarlo, como si fueran sus superiores. Obedezcamos entonces la regla contraria; aprendamos con sobriedad y modestia a mirar aquellas obras de Dios que nos son desconocidas, y a concederle el elogio de la sabidur�a suprema, aunque sus consejos parecen a primera vista contradictorios. Oseas tambi�n nos recuerda brevemente esto. Porque despu�s de que Dios hab�a prometido que ser�a misericordioso con el pueblo, y cuando hab�a hablado sobre la matanza que hab�a infligido, dice que al final los curar�a: agrega: Qui�n es sabio, y comprender� estos �cosas? ( Oseas 14:9;) porque muchos podr�an haber pensado que era inconsistente remitir tantos pecados a las personas abandonadas; y otros podr�an objetar que lo que escucharon fue absolutamente incre�ble y absurdo, ya que Dios permiti� que la gente se desgarrara por completo, de modo que no quedara ninguna esperanza. Por esta raz�n, entonces, el Profeta exclama que necesitamos una prudencia rara y singular para comprender y aceptar esa ense�anza. Cuando dice: "�Qui�n es sabio?" significa que el n�mero es muy peque�o de aquellos que esperar�n pacientemente hasta que Dios realmente cumpla sus promesas. Sin embargo, agrega, porque los caminos del Se�or son correctos, y los justos caminar�n en ellos; pero el imp�o tropezar� y perecer�. Cuando habla aqu� de los caminos del Se�or, no se refiere solo a preceptos, aunque las Escrituras a menudo toman la palabra en este sentido; pero se refiere a todo el orden de gobierno que Dios defiende, y todos los juicios que ejerce. �l dice, por lo tanto, que todos los caminos del Se�or son correctos, y los justos caminar�n en ellos, ya que los justos le dar�n a Dios la gloria con calma y con la docilidad adecuada; y cuando est�n agitados por varias dudas, y a trav�s de su enfermedad siempre est�n en un fermento por la fuerza de muchas tentaciones, sin embargo, siempre descansar�n en la providencia de Dios, y determinar�n brevemente, cortando cada ocasi�n por mucho tiempo y desconcertante y preguntas espinosas, que Dios es justo. As� los justos caminan en los caminos del Se�or, porque se someten a todas sus obras.

Tambi�n dice que los imp�os tropiezan y caen; porque tan pronto como comienzan a pensar que Dios no act�a de manera correcta o prudente, se rebelan y se dejan llevar por un impulso ciego, y su orgullo al final los lleva r�pidamente a la locura. As� tropiezan en los caminos del Se�or: porque, como vemos en este pasaje, vomitan sus blasfemias contra Dios. Por lo tanto, deber�amos estar influenciados por este curso de acci�n, es decir, adorar con humildad el consejo de Dios, aunque para nosotros incomprensible, y atribuir la alabanza de la justicia a todas sus obras, aunque en nuestra opini�n pueden no corresponder, o ser coherentes entre s�. - Esto, entonces, es la suma del todo. Aunque el Profeta habla de las penalidades que Dios inflige a los reprobados, y de la recompensa que ha impuesto a los justos, debemos ascender a�n m�s; y si Dios en sus obras parece pervertir todo el curso de la justicia, sin embargo, siempre debemos ser sostenidos por este freno: �l es justo; y si sus actos son desaprobados por nosotros, surge de nuestro error e ignorancia. Por ejemplo, no solo luchamos con Dios cuando parece que no nos paga una recompensa justa por nuestras buenas obras, o cuando parece demasiado severo con nosotros; pero cuando se discute su elecci�n eterna, inmediatamente gritamos, porque no podemos penetrar a una altura tan grande: los piadosos, de hecho, no est�n completamente libres de dudas desconcertantes que los perturban, pero se contienen directamente como he dicho. Pero algunos hombres inquietos estallan de esta manera, no entiendo, no entiendo: por lo tanto, Dios es injusto. Vemos cu�ntos fan�ticos en la actualidad traicionan su desesperada insolencia, de donde esta ense�anza deber�a repetirse en nuestras mentes: los caminos de Dios son correctos. Pero dado que no percibimos c�mo es as�, se agrega otra cl�usula, que nuestros caminos no son correctos; es decir, que todos nuestros sentidos son defectuosos, y nuestro intelecto cegado, y que todos somos tan corruptos que nuestro juicio est� pervertido. Si, por lo tanto, concluimos con el Profeta, que nuestros caminos no son correctos, la gloria de la justicia de Dios permanecer� intacta y completa. Luego agrega:

Versículo 26

El Profeta repite lo que vimos anteriormente, a saber, que el estado del caso giraba en torno a esto: �la gente ten�a alguna causa de queja cuando Dios absuelve a los que se arrepienten y condena a los justos que abandonan el curso de una vida piadosa y santa? Ahora, siempre debemos volver a este punto cardinal, que Dios recompensa a cada uno de acuerdo con sus obras, ya que ofrece misericordia a todos los perdidos y no exige nada m�s que un sincero y sincero regreso a �l. Como Dios trata a los imp�os con tanta clemencia y est� tan dispuesto a perdonarlos, �cu�l es la raz�n por la cual los hombres luchan con �l? Si el justo volviera sobre sus pasos, y despu�s de haber mostrado algunas se�ales del temor de Dios, deseche toda obediencia, �qui�n puede objetar cuando Dios lo castiga y borra el recuerdo de su anterior justicia? Dios, por lo tanto, determina el resultado de manera justa en cada caso. Hemos explicado c�mo debe entenderse la frase, los justos deben apartarse de su justicia, no que los elegidos caigan por completo, ya que muchos piensan que su fe se extingue, y que cada ra�z de piedad tambi�n est� en los hijos de Dios; eso es demasiado absurdo porque, como he dicho, el don de la regeneraci�n siempre tiene anexi�n a la perseverancia: pero aqu� se pretende esa justicia que la humanidad reconoce. Pero sabemos con qu� frecuencia sucede que lo que parec�a completamente puro y perfecto es deficiente. Ahora, Dios declara que castigar�a a todos los que se alejan de �l, y ser�a accesible y propicio para los pecadores miserables que desean reconciliarse con �l; y �l repite nuevamente, si los malvados lo vieron y se apartaron de su maldad. Debemos marcar esta frase, ya que muestra que pensar correctamente es el comienzo del arrepentimiento; porque, aunque el reprobado transgrede a sabiendas y voluntariamente la ley de Dios, es cierto que trabajan bajo la ceguera y la locura, de modo que la Escritura no los llama tontos y fuera de s� en vano. �l no aten�a sus faltas, como si pecaran ignorantemente; pero quiere decir que estaban tan cegados por la locura diab�lica como para no pensar en nada; porque seguramente el horror poseer�a inmediatamente sus mentes si solo percibieran a Dios como su adversario, y ellos mismos haciendo la guerra con �l. Por esta raz�n, por lo tanto, cuando el Profeta nos describe la conversi�n de los imp�os, dice, si �l ha visto; es decir, si finalmente ha vuelto a la mente sana y ha recobrado sus sentidos, para que no pueda precipitarse locamente, como estaba acostumbrado a hacer, sino que puede mirar a Dios y a s� mismo. Ahora sigue:

Versículo 29

Aqu� Dios muestra brevemente cu�n furiosos est�n aquellos que se atreven a rebelarse contra �l, incluso cuando su justicia es manifiesta: �por qu� se puede desear de manera m�s justa que que Dios castigue a todos los transgresores de su ley? y tambi�n, si los pecadores se arrepienten, �para que est� preparado para perdonarlos? Pero si parece dif�cil que el castigo alcance a los justos si caen, el sentido com�n dicta que ninguna virtud puede ser aprobada sin perseverancia. Ya que, por lo tanto, es muy claro a lo largo de este curso de acci�n, que Dios es justo y sin culpa, �qu� locura es vomitar blasfemias contra �l, como si sus caminos fueran injustos! Pero Dios muestra en una palabra, como he mencionado, que los israelitas no ten�an excusa para tal deshonestidad y descaro; y repite lo que hab�a dicho anteriormente, que los hombres siempre ser�an culpables de imprudencia al maldecir insolentemente a Dios cuando sus propios caminos se encuentran oblicuos y perversos: pero Dios reivindicar� suficientemente sus propios caminos. Pero debemos agregar lo que sigue:

Versículo 30

Aqu� Dios se�ala con precisi�n que �l desempe�ar�a el cargo de juez, y luego reduce a los israelitas al orden y refuta su audacia: porque, mientras los hombres no sientan los juicios de Dios sobre ellos, y no se los tenga completamente en la mejilla , crecen inquietos en su petulancia. Vemos cu�n feroces y desenfrenados son los reprobados, porque no los retiene el temor al castigo, ni temen los juicios de Dios. Por lo tanto, para que �l pueda quitar todo vestigio de excusa, dice, yo ser� tu juez: suplica ahora; pero decidir� sus esfuerzos en una palabra, ya que cada uno de ustedes ser� juzgado por mi voluntad. Es cierto, entonces, que Dios aqu� afirma para s� mismo la alabanza de la justicia y la rectitud; pero, al mismo tiempo, presenta su propia autoridad, para que pueda aterrorizar a aquellos que se atreven a oponerse a su influencia y pedirle que rinda cuentas. Ahora, por lo tanto, entendemos en qu� sentido dice que los juzgar� a todos de acuerdo con sus formas; es decir, aunque no se confiesen dignos de destrucci�n, es suficiente que yo, como juez leg�timo, los pronuncie as�. Por lo tanto, te juzgar� con justicia, ya que pronuncio la oraci�n de acuerdo con tus formas y con mi poder supremo, para que cesen todas tus quejas y murmullos. Luego los exhorta al arrepentimiento, y significa que no tienen otro remedio que estar insatisfechos con sus pecados y despreciar su ira. Por lo tanto, recogemos que los hombres se rebelan tan extravagantemente contra Dios, mientras se alejan de s� mismos, ya que, si descendieran dentro de s� mismos y examinaran sinceramente toda su vida, ser�an humillados instant�neamente ante Dios; de ah� que ese pensamiento los estimule al arrepentimiento: pero debido a que su conciencia es est�pida y son voluntariamente brutales, blasfeman audazmente contra Dios. Por otro lado, Dios ahora ofrece un remedio para su arrepentimiento y regreso de su maldad. La palabra que se est� convirtiendo, o retorno, se refiere a la renovaci�n de la mente y el coraz�n: porque este tambi�n es el comienzo del arrepentimiento, para que seamos renovados internamente en la mente, como dice Pablo, y as� seamos hombres nuevos. ( Efesios 4:22.) Y esto merece atenci�n, porque muchos, cuando se habla del arrepentimiento, fijan sus ojos solo en los frutos externos de la penitencia. Pero debemos comenzar desde la ra�z, como ense�a el Profeta, diciendo: s� convertido. Pero luego agrega, ??????, veheshibu y return. Esta segunda palabra deber�a referirse a los frutos de la penitencia; ya que la conversi�n interior es lo primero en orden, cuando dejamos de lado nuestros vicios peculiares y renunciamos a la carne y la sangre, los frutos y las pruebas de arrepentimiento que se cree seguir, como dijo Juan, traigan frutos como testigos de su arrepentimiento. ( Mateo 3:8; Lucas 3:8.) Vemos, entonces, que el Profeta comienza con la pureza de coraz�n, y luego llega a las manos, como dice la Escritura en otra parte, pedernal es, para trabajos externos. �l dice, de todas sus iniquidades o cr�menes, para mostrar que un arrepentimiento parcial no es aprobado por Dios. Es cierto, de hecho, que incluso aquellos que se esfuerzan con todas sus fuerzas para actuar correctamente, no logran cumplir con su deber sin que queden muchas faltas; pero no estamos tratando aqu� de perfecci�n, sino solo de afecto sincero y esfuerzos serios. Esforc�monos entonces solo en serio para volver al camino y humillarnos con calma y sinceridad: esta es la integridad que el Profeta ahora requiere.

Versículo 31

Ezequiel nuevamente exhorta a la gente a dejar de quejarse y reconocer que no hay remedio para sus males sino reconciliarse con Dios. Pero eso no se puede hacer a menos que se arrepientan. Porque Dios no les fue hostil en vano; ni �l, a la manera de los hombres, persegu�a con odio a los inocentes y a los que no lo merec�an. Por lo tanto, era necesario buscar el perd�n de Dios suplicantemente. Ezequiel ya hab�a tocado esto, pero ahora lo confirma m�s detenidamente. �l dice, por lo tanto, que no solo perdieron su trabajo, sino que aumentaron la llama de la ira de Dios al luchar con �l y quejarse de que fueron tratados indignamente por �l: expulsa, dice �l, tus iniquidades de ti. �l muestra que la causa de todos los males est� dentro de s� mismos: para que no tengan excusa. Pero luego expresa m�s claramente que estaban completamente imbuidos de desprecio de Dios, impiedad y deseos depravados. Porque si solo hubiera hablado de la maldad externa, la reprensi�n habr�a sido parcial y, por lo tanto, m�s ligera; pero despu�s de que les orden� que se despidieran de sus pecados, agrega, h�gase un nuevo coraz�n y un nuevo esp�ritu. �l requiere, por lo tanto, de ellos una renovaci�n completa, de modo que no solo deben conformar su vida al estado de derecho, sino que deben temer a Dios sinceramente, ya que nadie puede producir buenos frutos sino a partir de una ra�z viva. Las obras externas, entonces, son los frutos del arrepentimiento, que deben brotar de alguna ra�z; y este es el afecto interno del coraz�n. Lo que se agrega es refutar su impiedad, porque deseaban que su destrucci�n fuera atribuida a Dios. Aqu� Dios toma el car�cter de un duelo, diciendo: �Por qu� morir�s, oh casa de Israel? mientras que el siguiente verso confirma esto m�s claramente.

Versículo 32

Vemos, por lo tanto, c�mo Dios desecha ese falso reproche de s� mismo con el cual los hijos de Israel se burlaron de �l, diciendo que perecieron por su rigor inmoderado y que no pudieron encontrar ninguna raz�n para su severidad contra ellos. �l anuncia, por otro lado, que la causa de la muerte descansaba en ellos mismos; y luego se�ala el remedio, que deber�an enmendar su vida, no solo en apariencia externa, sino en sinceridad de coraz�n: y al mismo tiempo testifica de su disposici�n a ser rogado; no, �l los encuentra por su propia voluntad, si solo se arrepienten sinceramente y sin fervor. Ahora entendemos el significado del Profeta. Dijimos que somos amonestados de esta manera, que si deseamos volver a Dios debemos comenzar desde el principio, es decir, la renovaci�n del coraz�n y el esp�ritu; porque, como dice Jerem�as, busca la verdad y la integridad, y no valora los disfraces externos. (Jeremias 5:3.) Pero puede parecer absurdo que Dios exhorte a los israelitas a formar sus corazones de nuevo: y los hombres mal entrenados en las Escrituras erigen sus crestas bajo la pretensi�n de este pasaje, como si estuviera en El poder del libre albedr�o del hombre para convertirse a s� mismo. Exclaman, por lo tanto, que Dios aqu� exhorta a su pueblo enga�osamente o que, cuando nos alejamos de �l, podemos arrepentirnos y regresar al camino por nuestro propio movimiento. Pero toda la Escritura lo refuta abiertamente. No es en vano que los santos a menudo recen para que Dios los renueve; (Salmo 51:12, y muy a menudo en otros lugares;) porque ser�a una oraci�n fingida y mentirosa, si la novedad de coraz�n no fuera su regalo. Si alguien le pide a Dios lo que est� convencido de que ya tiene, y por su propia virtud inherente, �no juega con Dios? Pero nada ocurre con m�s frecuencia que este modo de s�plica. Como, por lo tanto, los santos rezan a Dios para que los renueve, sin duda confiesan que ese es su don peculiar; y a menos que mueva su mano, no les quedan fuerzas, por lo que nunca podr�n levantarse del suelo. Adem�s, en muchos pasajes, Dios afirma que la renovaci�n del coraz�n es peculiar para �l. Notamos que el pasaje notable en el cap�tulo once de este Profeta, ( Ezequiel 11:19) repetir� lo mismo en el cap�tulo treinta y seis, ( Ezequiel 36:26;) y sabemos lo que Jerem�as dice en su cap�tulo treinta y uno, (Jeremias 31:33.) Pero la Escritura est� en todas partes llena de testimonios de este tipo, por lo que ser�a superfluo juntar muchos pasajes; No, si alguien niega que la regeneraci�n es un don del Esp�ritu Santo, destruir� de ra�z todos los principios de la piedad. Hemos dicho que la regeneraci�n es como otra creaci�n; y si lo comparamos con la primera creaci�n, lo supera con creces. Porque es mucho mejor para nosotros ser hechos hijos de Dios y reformados seg�n su imagen dentro de nosotros, que ser creados mortales: porque nacemos hijos de ira, corruptos y degenerados; ( Efesios 2:3;) ya que toda la integridad se perdi� cuando se elimin� la imagen de Dios. Vemos, entonces, la naturaleza de nuestra primera creaci�n; pero cuando Dios nos da una nueva forma, no solo nacemos hijos de Ad�n, sino que somos hermanos de �ngeles y miembros de Cristo; y esta nuestra segunda vida consiste en rectitud, justicia y la luz de la verdadera inteligencia.

Ahora vemos que si hubiera sido por el libre albedr�o del hombre convertirse, se le atribuir�a mucho m�s que a Dios, porque, como hemos dicho, era mucho m�s valioso ser creados hijos de Dios que de Ad�n. Deber�a, entonces, estar m�s all� de toda controversia con los piadosos de que los hombres no pueden levantarse nuevamente cuando caen, y apartarse de s� mismos cuando est�n alienados de Dios; pero este es el don peculiar del Esp�ritu Santo. Y los sofistas, que en todo sentido se esfuerzan por oscurecer la gracia de Dios, confiesan que la mitad del acto de conversi�n est� en el poder del Esp�ritu Santo: porque no dicen que somos convertidos simple y totalmente por el movimiento de nuestro propio libre albedr�o. , pero imaginan una concurrencia de gracia con libre albedr�o, y de libre albedr�o con gracia. As�, tontamente, nos representan como cooperantes con Dios: confiesan, de hecho, que la gracia de Dios va antes y sigue; y se parecen muy liberales hacia Dios cuando reconocen esta doble gracia en la conversi�n del hombre. Pero Dios no est� contento con esa partici�n, ya que est� privado de la mitad de su derecho: porque no dice que ayudar�a a los hombres a renovarse y arrepentirse; pero �l se atribuye el trabajo completamente a s� mismo: te dar� un nuevo coraz�n y un nuevo esp�ritu. ( Ezequiel 36:26.) Si es suyo dar, se deduce que la m�s m�nima porci�n no puede transferirse al hombre sin disminuir algo de su derecho. Pero objetan que el siguiente precepto no es en vano, que los hombres deber�an hacerse un nuevo coraz�n. Ahora su enga�o surge a trav�s de la ignorancia, al juzgar los poderes de los hombres por los mandamientos de Dios; pero la inferencia es incorrecta, como hemos dicho en otra parte: porque cuando Dios ense�a lo que es correcto, no piensa en lo que podemos hacer, sino que solo nos muestra lo que debemos hacer. Cuando, por lo tanto, el poder de nuestro libre albedr�o es estimado por los preceptos de Dios, cometemos un gran error, porque Dios nos exige el cumplimiento estricto de nuestro deber, como si nuestro poder de obediencia no fuera defectuoso. No estamos exentos de nuestra obligaci�n porque no podemos pagarla; porque Dios nos mantiene atados a s� mismo, aunque somos deficientes en todos los sentidos.

Vuelven a objetar, Dios enga�a a los hombres cuando dice: "H�gase un nuevo coraz�n". Respondo, siempre debemos considerar con qu� prop�sito habla Dios, a saber, que los hombres condenados por pecado pueden dejar de echarle la culpa a nadie m�s, como a menudo se esfuerzan por hacerlo; porque nada es m�s natural que transferir la causa de nuestra condena lejos de nosotros mismos, para que podamos parecer justos y que Dios parezca injusto. Como, entonces, esa depravaci�n reina entre los hombres, de ah� que el Esp�ritu Santo nos exija lo que todos reconocen que deben pagar: y si no lo pagamos, a�n as� debemos hacerlo, y as� toda lucha y queja deber�a cesar. Por lo tanto, en lo que concierne a los elegidos, cuando Dios les muestra su deber, y reconocen que no pueden cumplirlo, vuelan en ayuda del Esp�ritu Santo, de modo que la exhortaci�n externa se convierte en un tipo de instrumento que Dios usa para conferir el gracia de su esp�ritu. Porque aunque �l va gratuitamente ante nosotros, y no necesita canales externos, sin embargo, desea que las exhortaciones sean �tiles para este fin. Como, por lo tanto, esta doctrina estimula a los elegidos a entregarse para ser gobernados por el Esp�ritu Santo, vemos c�mo se vuelve fruct�fero para nosotros. De donde se sigue, que Dios no nos enga�a ni nos enga�a cuando nos exhorta a cada uno de nosotros a formar de nuevo su coraz�n y su esp�ritu. En resumen, Ezequiel deseaba con estas palabras mostrar que el perd�n estar�a preparado para los israelitas si se arrepent�an seriamente y mostraban sus efectos durante toda su vida. Eso fue muy cierto, porque los elegidos no abrazaron esta doctrina en vano, cuando al mismo tiempo Dios obr� en ellos por medio de su Esp�ritu, y por eso los volvi� a �l. Pero los reprobados, aunque no dejan de murmurar, se averg�enzan, ya que toda excusa ha sido eliminada, y deben perecer por su propia culpa, ya que voluntariamente permanecieron en su maldad, y por autocomplacencia apreciaron el viejo dentro de s� mismos, una fuente de toda injusticia. Siempre que ocurran tales pasajes, recordemos la c�lebre oraci�n de Agust�n: conc�denos lo que mandas y mandas lo que deseas (Ep. 24;) de lo contrario, si Dios nos imponga la menor carga, no deber�amos poder soportarlo. Adem�s, nuestra fuerza ser� suficiente para cumplir con sus requisitos, si solo �l la suministra, y no somos tan tontos como para pensar cualquier cosa comprendida en sus preceptos que no nos haya otorgado; porque, como he dicho antes, nada es m�s perverso que medir la justicia angelical de la ley con nuestra fuerza. Por la palabra coraz�n, entiendo que quiere decir el asiento de todos los afectos; y por esp�ritu, la parte intelectual del alma. El coraz�n a menudo se toma por la raz�n y la inteligencia; pero cuando estas dos palabras se unen, el esp�ritu se relaciona con la mente y, por lo tanto, es la facultad intelectual del alma; pero el coraz�n es tomado por la voluntad, o el asiento de todos los afectos. Por lo tanto, vemos cu�n corruptos eran los israelitas, ya que no podr�an reconciliarse de otra manera con Dios, a menos que se renovaran tanto en el coraz�n como en la mente. Por lo tanto, tambi�n podemos recoger la doctrina general, que nada en nosotros es s�lido y perfecto, y por lo tanto, toda renovaci�n es necesaria para que podamos agradar a Dios.

La frase subjunta, �por qu� morir�s, oh casa de Israel? sugiere muchas preguntas Aqu� los hombres sin habilidad piensan que Dios especula sobre lo que los hombres har�n, y que la salvaci�n o destrucci�n de cada uno depende de s� mismos, como si Dios no hubiera determinado nada acerca de nosotros antes de la fundaci�n del mundo. Por lo tanto, no lo dejan en nada, ya que creen que est� en suspenso y dudan sobre el futuro de cada uno, y que no est� tan ansioso por nuestra salvaci�n, como para desear que todos se salven, sino que la deja en paz. el poder de cada uno para perecer o ser salvado como le plazca. Pero como he dicho, esto reducir�a a Dios a un espectro. Pero no necesitamos una larga disputa, porque las Escrituras en todas partes declaran con suficiente claridad que Dios ha determinado lo que nos suceder�: porque eligi� a su propio pueblo antes de la fundaci�n del mundo y pas� por otros. ( Efesios 1:4.) Nada es m�s claro que esta doctrina; porque si no hubiera habido predestinaci�n por parte de Dios, no habr�a habido deidad, ya que ser�a forzado al orden como si fuera uno de nosotros: no, los hombres son hasta cierto punto providentes, siempre que Dios permita algunas chispas de su imagen para brillar en ellos. Si, por lo tanto, se asienta la m�s m�nima previsi�n en los hombres, �qu� tan grande debe ser en la fuente misma? Ins�pido de hecho es el comentario, imaginar que Dios permanece dudoso y esperando lo que les suceder� a los individuos, como si estuviera en su propio poder para alcanzar la salvaci�n o perecer. Pero las palabras de los Profetas son claras, porque Dios testifica con pena que no quiere la muerte de un mortal. Respondo que no hay absurdo, como dijimos antes, en el hecho de que Dios emprenda un doble car�cter, no es que �l tenga dos caras, ya que esos perros profanos se lanzan contra nosotros, sino porque sus consejos son incomprensibles para nosotros. De hecho, esto deber�a ser arreglado, que antes de la fundaci�n del mundo est�bamos predestinados a la vida o la muerte. Ahora, debido a que no podemos ascender a esa altura, es necesario que Dios se conforme a nuestra ignorancia y descienda de alguna manera a nosotros, ya que no podemos ascender a �l. Cuando la Escritura a menudo dice que Dios ha escuchado, y pregunta, nadie se ofende: todos pasan por alto esas formas de discurso de manera segura y confiesan que han sido adoptadas del lenguaje humano. ( G�nesis 16:11, y con frecuencia.) Muy a menudo, digo, Dios se transfiere a s� mismo las propiedades del hombre, y esto es admitido universalmente sin ofensa ni controversia. Aunque esta forma de hablar es bastante dura: Dios vino a ver, ( G�nesis 11:5), cuando anuncia que vino a preguntar sobre cosas abiertamente conocidas; se disculpa f�cilmente, ya que nada est� menos de acuerdo con su naturaleza: porque la soluci�n est� a la mano, es decir, que Dios habla metaf�ricamente y adapta su discurso a la conveniencia de los hombres. Ahora, �por qu� el mismo razonamiento no servir� en el presente caso? porque con respecto a la ley y toda la ense�anza de los profetas, Dios anuncia su deseo de que todos se salven. Y seguramente si consideramos la tendencia de la ense�anza celestial, encontraremos que todos son llamados promiscuamente a la salvaci�n. Porque la ley era una forma de vida, como lo testifica Mois�s: Este es el camino, andad por �l: nuevamente, el que haya hecho esas cosas vivir� en ellas; y, nuevamente, esta es tu vida. ( Deuteronomio 30:15; Deuteronomio 32:47; Lev�tico 18:5; Isa�as 30:21.) Entonces, por su propia voluntad, Dios se ofrece como misericordioso con su gente antigua, por lo que esta ense�anza celestial deber�a ser vivificante. �Pero qu� es el evangelio? Es el poder de Dios para salvaci�n para cada creyente, dice Pablo. ( Romanos 1:16.) Por lo tanto, Dios no se deleita en la muerte del que muere, si se arrepiente de su ense�anza. Pero si deseamos penetrar en su consejo incomprensible, esta ser� otra objeci�n: �Oh! pero de esta manera Dios es acusado de duplicidad; Pero he negado esto, aunque adopta un doble car�cter, porque esto era necesario para nuestra comprensi�n. Mientras tanto, Ezequiel anuncia esto verdaderamente en lo que respecta a la doctrina, que Dios no quiere la muerte del que perece: porque la explicaci�n sigue directamente despu�s, s� convertido y vive. �Por qu� Dios no se deleita en la muerte del que perece? Porque invita a todos al arrepentimiento y no rechaza a nadie. Como esto es as�, se deduce que no est� encantado con la muerte del que perece: por lo tanto, no hay nada en este pasaje dudoso o espinoso, y tambi�n debemos sostener que nos dejan a un lado las especulaciones demasiado profundas para nosotros. Porque Dios no desea que investiguemos su secreto. Consejos: Sus secretos est�n consigo mismo, dice Mois�s, ( Deuteronomio 29:29), pero este libro para nosotros y nuestros hijos. Mois�s distingue entre el consejo oculto de Dios (que, si deseamos investigar con demasiada curiosidad, pisaremos un profundo abismo) y la ense�anza que se nos entrega. Por lo tanto, dejemos a Dios sus propios secretos y ejercit�monos lo m�s que podamos en la ley, en la cual la voluntad de Dios se hace evidente para nosotros y para nuestros hijos. Ahora sigamos.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Ezekiel 18". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/ezekiel-18.html. 1840-57.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile