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Bible Commentaries
Isaías 20

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

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Versículo 1

1. En el a�o en que Tartan lleg� a Ashdod. En el cap�tulo anterior, Isa�as profetiz� acerca de la calamidad que amenazaba a Egipto, y al mismo tiempo le prometi� la misericordia de Dios. Ahora presenta el mismo tema y muestra que Israel ser� avergonzado por este castigo de los egipcios, porque depositaron su confianza en Egipto. Ahora se une a Etiop�a, lo que hace probable que los et�opes se aliaran con los egipcios, como he comentado anteriormente, y como veremos nuevamente en el cap�tulo treinta y siete.

Primero, debemos observar el tiempo de esta predicci�n. Fue cuando los jud�os se vieron presionados por la necesidad de recurrir, incluso en contra de su voluntad, a las naciones extranjeras en busca de ayuda. La historia sagrada nos informa ( 2 Reyes 18:17) que Tart�n fue uno de los capitanes de Senaquerib, lo que nos obliga a reconocer que este Sarg�n era Senaquerib, que ten�a dos nombres, como se puede aprender f�cilmente de este pasaje. Tambi�n debemos considerar cu�l era la condici�n de Israel, ya que las diez tribus hab�an sido llevadas al cautiverio. Judea parec�a estar casi completamente arruinada, porque casi todo el pa�s fue conquistado, excepto Jerusal�n, que fue asediada por el Rabsaces. ( 2 Reyes 18:13.) El tart�n, por otro lado, estaba asediando a Ashdod. La historia sagrada ( 2 Reyes 18:17) menciona tres capitanes; (60) y esto hace que sea probable que las fuerzas de Senaquerib se dividieran en tres partes en ese momento, que en el mismo instante �l podr�a aterrorizar a todos, y podr�a arrojarlos a tal perplejidad y confusi�n que no podr�an ayudarse mutuamente. Ahora no quedaba nada para los jud�os sino llamar a las naciones extranjeras en su ayuda. Mientras tanto, Isa�as es enviado por Dios para declarar que su expectativa es vana al confiar en los egipcios, contra quienes ahora se levant� el brazo del Se�or, y que estaban tan lejos de ayudarlos, que no pudieron defenderse ellos mismos contra sus enemigos. Por lo tanto, los jud�os deber�an reconocer que son justamente castigados por su incredulidad, porque hab�an abandonado a Dios y huido a los egipcios.

Debemos considerar el fin que aqu� se propone, porque el dise�o de Dios no era advertir a los egipcios, sino corregir la incredulidad del pueblo, que los llev� sin cesar a falsas y perversas esperanzas. Por lo tanto, para ense�arles que deben confiar solo en Dios, el Profeta aqu� predice lo que les espera a sus in�tiles ayudantes. La advertencia fue altamente estacional, ya que los et�opes hab�an comenzado a repeler a los asirios, y los hab�an obligado a retirarse, y no pudo haber ocurrido ning�n evento que los jud�os hubieran aclamado con m�s gusto. Para que esos comienzos exitosos los hagan insensibles, �l predice que esta ayuda ser� de corta duraci�n, porque tanto los et�opes como los egipcios pronto ser�n vencidos de manera muy vergonzosa.

FT318 "Los prisioneros egipcios (heb. El cautiverio de Egipto) y los et�opes cautivos". - Ing. Ver. "Los cautivos de Egipto y los exiliados de Cush". - Lowth

Versículo 2

2. Ve y suelta el cilicio de tus lomos. Para confirmar esta profec�a mediante el uso de un s�mbolo, el Se�or le orden� a Isa�as que caminara desnudo. Si Isa�as hubiera hecho esto por su propia voluntad, habr�a sido ridiculizado; pero cuando lo hace por orden del Se�or, no percibimos nada m�s que lo apropiado para despertar admiraci�n y asombrar. En esta desnudez, y en los signos de un tipo similar, se implica algo pesado. Adem�s, el Se�or no hace nada por s� mismo o por sus siervos sin explicar igualmente la raz�n; y, por lo tanto, el Profeta no solo camina desnudo, sino que se�ala el dise�o que el Se�or ten�a en mente al ordenarle que lo hiciera. En otros aspectos, los falsos profetas imitan a los verdaderos siervos de Dios, y adoptan formas variadas e imponentes, para deslumbrar a los ojos de la multitud y obtener cr�dito para s� mismos; pero esos s�mbolos no valen nada, porque Dios no es el autor de ellos.

Esto debe observarse cuidadosamente en oposici�n a los papistas, que presentan ceremonias vac�as en lugar de verdaderos sacramentos. Esta es la regla con la que debemos cumplirlos. Si proceden de Dios, debemos abrazarlos, pero si no, podemos rechazarlos audazmente; y, de hecho, no pueden adoptarse sin ofrecer un insulto a Dios, porque en tales casos los hombres usurpan su autoridad. Adem�s, Dios no presenta signos sin la palabra, porque �qu� ser�a un sacramento si no vi�ramos nada m�s que el signo? Es solo la doctrina la que hace el sacramento, y por lo tanto, h�ganos saber que es mera hipocres�a donde no se ense�a ninguna doctrina, y que los papistas act�an malvadamente cuando dejan a un lado la doctrina y dan el nombre de sacramento a las ceremonias vac�as; porque el Se�or los ha conectado de tal manera que ning�n hombre puede separarlos sin infringir el orden que ha ordenado.

Cuando el Se�or le ordena que suelte el cilicio; casi todos los comentaristas deducen de eso que Isa�as en ese momento llevaba una prenda de luto, porque lamentaba la angustiada condici�n de Israel; porque la tela de saco era un vestido de luto, como lo demuestra Joel ( Joel 1:13.) Su interpretaci�n es que esto se hizo para que, con el vestido de los culpables, pudiera suplicar el perd�n de Dios, o que era imposible que su semblante o su vestido fueran alegres cuando su coraz�n estaba triste, y no pod�a dejar de sentirse afectado por el dolor m�s profundo cuando ve�a una calamidad tan grande. Algunos piensan que era su vestimenta ordinaria, porque los Profetas, como nos informa Zacar�as, com�nmente usaban un manto. ( Zacar�as 13:4.) Pero esa conjetura se basa en motivos extremadamente leves y no tiene una gran probabilidad. Es m�s probable que usara cilicio como expresivo de luto. Judea estaba en ese momento sumida en tal estado de indiferencia, que cuando los hombres vieron a sus hermanos muy angustiados y malgastados, todav�a no se vieron afectados por eso, y no pensaron que la aflicci�n de sus hermanos fuera un asunto que les preocupaba en absoluto. . Todav�a pensaban que estaban fuera del alcance del peligro, y se burlaron de los Profetas cuando amenazaron y predijeron la destrucci�n. Por lo tanto, Miqueas tambi�n se queja de que nadie lamenta las angustias de Israel. ( Miqueas 1:11.)

Surge una pregunta: �se hizo esto realmente o fue simplemente y simplemente una visi�n que �l le dijo a la gente? La opini�n general es que el Profeta nunca se desnud�, sino que se lo exhibieron en una visi�n, y solo una vez. Alegan como una raz�n, que debido al calor y el fr�o, y otros inconvenientes del clima, no pudo haber caminado desnudo durante todo el per�odo de tres a�os. �Qu� pasar�a si dij�ramos que el Profeta usaba ropa en casa, y tambi�n en p�blico, a menos que quisiera venir a ense�ar, y que en tales ocasiones estaba acostumbrado a presentar a la gente un espect�culo de desnudez? Presto poca atenci�n al argumento de que no pudo soportar el calor y el fr�o; porque Dios, quien le orden� hacer esto, podr�a f�cilmente fortalecerlo y protegerlo. Pero asignan otra raz�n, que la desnudez hubiera sido impropia en un Profeta. Respondo, esta desnudez no fue m�s impropia que la circuncisi�n, que los hombres irreligiosos podr�an considerar como la m�s absurda de todas las vistas, porque hizo una exposici�n de las partes inc�modas. Sin embargo, no debe pensarse que el Profeta qued� completamente desnudo, o sin cubrir esas partes que presentar�an un aspecto repugnante. Era suficiente que la gente entendiera lo que el Se�or estaba haciendo y se sintiera afectado por ello como algo extraordinario.

Me lleva a formar esta opini�n por lo que aqu� se dice: "De la mano de Isa�as"; porque aunque este modo de expresi�n ocurre frecuentemente en otros lugares, nunca lo encontramos donde no implica algo enf�tico, para describir el efecto producido. Se coloca en medio de Dios y sus compatriotas, para ser el heraldo de una futura calamidad, no solo con palabras, sino tambi�n con un s�mbolo visible. Tampoco es superfluo que se agregue de inmediato, lo hizo. Por lo tanto, opino que Isa�as camin� desnudo cada vez que desempe�aba el cargo de profeta, y que descubri� las partes que pod�an verse sin verg�enza.

En lo que respecta a la tela de saco, aunque era costumbre que los hombres en puestos privados de la vida expresaran su culpa de esta manera en la adversidad, sin embargo, es probable que Isa�as hizo uso de este s�mbolo para confirmar su oficio. su doctrina, que podr�a despertar a la gente de su lentitud. Si en alg�n momento el Se�or nos castiga a nosotros mismos o a nuestros hermanos, no nos ordena que cambiemos nuestra vestimenta, pero somos crueles y (????????) sin afecto natural, si no nos conmueven las aflicciones de hermanos y la ruina de la Iglesia. Si tenemos alg�n sentimiento hacia Dios, debemos estar en tristeza y l�grimas; y si es nuestro deber llorar, tambi�n deber�amos exhortar a los dem�s y estimularlos con nuestro ejemplo para que sientan las calamidades de la Iglesia y nos conmuevan algunos (??????????) compasi�n.

Versículo 3

3. Tres a�os. �Por qu� por ese per�odo? Porque ese era el tiempo otorgado a los egipcios y et�opes, durante el cual el Se�or les dio una tregua para el arrepentimiento, y al mismo tiempo deseaba juzgar la obediencia de su pueblo, para que sin demora pudieran renunciar a la ayuda ilegal, y que , aunque los egipcios y los et�opes parec�an estar seguros, podr�an saber que no estaban lejos de la ruina. El Se�or tambi�n tuvo la intenci�n de exponer la rebeli�n de los hombres malvados; porque indudablemente muchas personas hicieron una demostraci�n abierta de su impiedad cuando despreciaron la desnudez del profeta, y el piadoso, por otro lado, se conmovi� al ver su desnudez, aunque la prosperidad de los et�opes era deliciosamente atractiva, todav�a no lo hizo. dude en fijar su atenci�n en la palabra. Lo que deb�an considerar no era la desnudez misma, sino la marca que el Se�or hab�a puesto sobre ella; De la misma manera que, en los sacramentos visibles, debemos contemplar aquellas cosas que son invisibles.

Versículo 4

4. El cautiverio de Egipto y la eliminaci�n de Etiop�a. (61) Las palabras "cautiverio" y "remoci�n" se toman colectivamente, para denotar la multitud de cautivos y emigrantes. Luego, �l muestra que no habr� distinci�n de edad, declarando que tanto los viejos como los j�venes ser�n llevados al cautiverio.

Versículo 5

5. Y tendr�n miedo. Ahora muestra en beneficio de qui�n hab�a predicho estas cosas sobre los egipcios y et�opes. Fue para que los jud�os pudieran aprender en medio de sus aflicciones a esperar en Dios, y no pudieran recurrir a la ayuda extranjera, que el Se�or hab�a prohibido.

Versículo 6

6. �Qu� ha sido de nuestras expectativas? Los llama expectaci�n, o acecho, porque los jud�os se volvieron hacia ellos, cada vez que fueron oprimidos por cualquier calamidad, y depositaron su esperanza en ellos. Estamos acostumbrados a volver la vista hacia esa parte de la cual esperamos cualquier ayuda. Por lo tanto, tambi�n "mirar" a menudo significa, en el idioma hebreo, "esperar". (Salmo 34:5.) Ahora, deber�an haber mirado a Dios solo. Su ligereza errante, por lo tanto, es censurada. Y nos debe pasar lo mismo, y merecidamente, que cuando hayamos sido invitados por Dios, y rechacemos el seguro refugio que nos ofrece, y nos dejemos cautivar por las ilusiones de Satan�s, podamos acostarnos desnudos y Indigente de verg�enza y desgracia.

Y los habitantes de la isla dir�n. Da el nombre de isla no solo a Jerusal�n, sino a toda Judea; y generalmente se cree que el nombre se da porque sus costas son ba�adas por el mar Mediterr�neo. Pero creo que hay una raz�n diferente para esta met�fora, ya que no es m�s que una peque�a porci�n del mar que la lava; pero como una isla est� separada de otras tierras, el Se�or separ� a Judea de otros pa�ses. Se mantuvo alejado de todas las naciones, que abrigaban un odio mortal hacia los jud�os; porque hab�a un "muro" entre ellos, como dice Pablo, ( Efesios 2:14), que Cristo finalmente arroj�. Aqu� nuevamente Isa�as confirma su profec�a. Si ahora no te conmueve mi desnudez, alg�n d�a el evento te ense�ar� que estas palabras no te fueron dichas en vano. As�, a una hora tard�a, los hombres obstinados y rebeldes est�n obligados por Dios a confesar su culpa, de modo que se sorprenden y discuten dentro de s� mismos c�mo podr�an ser tan cegados por su propia terquedad.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Isaiah 20". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/isaiah-20.html. 1840-57.
 
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