Bible Commentaries
Salmos 106

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

1. Alabado sea Jehov� Esta exhortaci�n suple la falta de un t�tulo; no es que el salmo no contenga nada m�s que acci�n de gracias y alabanza a Dios, sino que la gente, por la experiencia de favores pasados, pueda obtener la seguridad de la reconciliaci�n; y por lo tanto, albergan la esperanza de que Dios, aunque actualmente se ofende, pronto se pacificar� hacia ellos. Al celebrar las alabanzas de Dios, por lo tanto, les ordena que recuerden cosas que tendr�an a calmar su dolor a causa de los males presentes, animar sus esp�ritus y evitar que se hundan en la desesperaci�n. (241)

Versículo 2

2 Qui�n lo expresar�. Este verso es susceptible de dos interpretaciones; porque si lo lees en relaci�n con el que sigue inmediatamente, la sensaci�n ser� que todos los hombres no son iguales a la tarea de alabar a Dios, porque los imp�os y los imp�os no hacen nada m�s que profanar su santo nombre con sus labios impuros. ; como se dice en el quincuag�simo salmo: "Pero al malvado Dios le dice: �Qu� tienes que hacer para declarar mis estatutos, o que debes tomar mi pacto en tu boca?" Y por lo tanto, a esta oraci�n, la siguiente cl�usula deber�a haberse anexado, en forma de respuesta: Bienaventurados los que mantienen el juicio. Sin embargo, soy de la opini�n de que el profeta ten�a otro dise�o, a saber, que no hay hombre que haya existido se esforz� por concentrar todas sus energ�as, tanto f�sicas como mentales, en alabar a Dios, pero se encontrar� inadecuado para un tema tan elevado, cuya grandeza trascendente domina todos nuestros sentidos. No es que exalte el poder de Dios dise�ado para disuadirnos de celebrar sus alabanzas, sino m�s bien como el medio de animarnos a hacerlo al m�ximo de nuestro poder. �Hay alguna raz�n para cesar nuestros esfuerzos, que con cualquier rapidez que sigamos nuestro curso, a�n no llegamos a la perfecci�n? Pero lo que deber�a inspirarnos con el mayor est�mulo es saber que, aunque la capacidad nos puede fallar, las alabanzas que desde el coraz�n le ofrecemos a Dios le agradan; solo tengamos cuidado con la insensibilidad; porque ciertamente ser�a muy absurdo para aquellos que no pueden alcanzar el diezmo de la perfecci�n, que hagan que no lleguen a la cent�sima parte.

Versículo 3

3 Bienaventurados los que mantienen el juicio, hago una distinci�n entre este y el verso anterior, y a�n as� para preservar la conexi�n entre ellos. Para el profeta, habiendo declarado que la magnitud del poder de Dios es tal que ninguna lengua puede pronunciar todas sus alabanzas, ahora dice que las alabanzas del labio simplemente no son aceptables para Dios, pero que la concurrencia del coraz�n es indispensable, m�s a�n , que incluso todo nuestro comportamiento debe estar al un�sono con este ejercicio. Ahora, cuando primero ordena mantener el juicio, y luego trabajar en la justicia, nos da una breve descripci�n de la piedad genuina. No tengo dudas de que en la primera cl�usula describe el sincero afecto del coraz�n y que en la segunda se refiere a obras externas. Por lo que sabemos, no hay nada m�s que la mera sombra de la justicia, a menos que un hombre se dedique cordialmente a la pr�ctica de la honestidad. Tambi�n requiere perseverancia, para que nadie pueda imaginar que ha cumplido este deber adecuadamente, a excepci�n de aquel cuyo objetivo constante y continuo es vivir con rectitud y justicia. Contemplamos no pocos que solo tienen una profesi�n vac�a; otros muestran algunos signos de virtud, pero no mantienen un curso de conducta constante.

Versículo 4

4 Recu�rdame Con estas palabras, el profeta declara que es su principal deseo, que Dios le extienda el amor que sent�a hacia la Iglesia, para que pudiera as� se convierte en un participante de todas las bendiciones que, desde el primer momento, otorga a sus elegidos, y que d�a a d�a contin�a con ellos. Tampoco desea esto solo para s� mismo, sino que, en nombre de la Iglesia Cat�lica, ofrece una oraci�n por todos para que, con su ejemplo, pueda estimular a los fieles a presentar peticiones similares.

Acu�rdate de m�, dice �l, con la buena voluntad que llevas hacia tu pueblo; es decir, conc�deme la misma bondad inmerecida que te complace conferir a tu pueblo, para que nunca me excluyan de tu Iglesia, sino que siempre me incluyan entre el n�mero de tus hijos; porque la frase, buena voluntad hacia tu pueblo, debe entenderse pasivamente de ese amor que Dios ama con sus elegidos. Sin embargo, es por una metonimia empleada por el profeta para se�alar las marcas del amor de Dios. Porque de esta fuente graciosa fluye esa prueba que �l da de su gracia de manera real y experimental. Pero el profeta, si se considera que pertenece al n�mero del pueblo de Dios, considerar�a que esta es la cumbre de la verdadera felicidad; porque, por este medio, sentir�a que Dios se hab�a reconciliado con �l (de lo cual nada es m�s deseable) y, por lo tanto, tambi�n experimentar�a que era generoso. El t�rmino, recuerde, se relaciona con la circunstancia del tiempo, como veremos hacia el final del salmo, que fue escrito cuando la gente estaba en un estado tan triste y calamitoso, que los fieles podr�an tener alguna aprensi�n secreta que su Dios ten�a. los olvid� Para obviar esta es la tendencia de la siguiente cl�usula, vis�tame con tu salvaci�n. Porque se dice que Dios visita a aquellos de quienes aparentemente se hab�a retirado; y su salvaci�n es una demostraci�n de su buena voluntad hacia ellos. En el siguiente verso repite el mismo sentimiento, para que yo pueda ver el bien de tu elegido. Porque �l desea ser un asociado y participante de las bendiciones que los elegidos de Dios realizan constantemente. El verbo ver, se toma muy claramente para denotar el disfrute de las bendiciones, como "ver el reino de Dios" ( Juan 3:3;) y "ver el bien y la vida" ( 1 Pedro 3:10,) denota las bendiciones correspondientes. Quienes lo exponen, para que yo pueda verte hacer bien a los elegidos, se equivocan; porque el vers�culo anterior del cual depende esto no tendr� esta interpretaci�n, y la exposici�n que he dado est� respaldada por las palabras que siguen, para que pueda regocijarme en el gozo de tu naci�n y gloriarme con tu herencia Porque es bastante obvio que el profeta es sol�cito para compartir todos los beneficios que son la porci�n de los elegidos, que, satisfecho solo con Dios, puede, bajo su cuidado providencial, vivir con alegr�a y felicidad. Cualquiera que sea el estado entonces triste de la Iglesia, el profeta, en medio de todo ese tumulto, todav�a se aferra r�pidamente a este principio, de que no hay nada mejor que ser considerado como perteneciente al reba�o y al pueblo de Dios, que siempre demostrar� el el mejor de los padres a los suyos, y el fiel guardi�n de su bienestar. Todo lo que �l pide es que Dios trate con �l, como �l tratar� con su Iglesia; y declara que no pod�a soportar la idea de ser separado o separado del terreno com�n de la Iglesia. Sin embargo, estas palabras implican una queja t�cita de que en ese momento Dios estaba reteniendo su bondad amorosa de su afligida Iglesia, como si la hubiera rechazado por completo.

Versículo 6

6 Hemos pecado con nuestros padres Es muy claro por estas palabras, que aunque el profeta haya hablado en la persona de un hombre, �l todav�a dicta una forma de oraci�n por el uso com�n de toda la Iglesia, ya que ahora se identifica con todo el cuerpo. Y desde esto hasta el final del salmo, �l recoge de las historias antiguas que sus padres siempre hab�an sido de un esp�ritu maligno y perverso, de pr�ctica corrupta, rebelde, ingrato y p�rfido hacia Dios; y confiesa que sus descendientes no fueron mejores; y despu�s de hacer esta confesi�n, (242) vienen y piden la remisi�n de sus pecados. Y como no podemos obtener el perd�n de nuestros pecados hasta que nos hayamos confesado primero que somos culpables de pecado, y cuando nuestra dureza de coraz�n excluye la gracia de Dios de nosotros, el profeta, por lo tanto, con gran propiedad, humildemente reconoce la culpa de la gente en este castigo severo y doloroso, y que Dios podr�a infligirles justamente un castigo a�n m�s duro. Por otro lado, era ventajoso para los jud�os tener sus pecados ante ellos; porque, si Dios nos castiga severamente, de inmediato suponemos que sus promesas han fallado. Pero cuando, por el contrario, se nos recuerda que estamos recibiendo la recompensa que se nos debe por nuestras transgresiones, entonces si nos arrepentimos por completo, esas promesas en las que Dios aparece como pacificado hacia nosotros vendr�n en nuestra ayuda. Adem�s, por las tres expresiones que emplea en referencia a sus transgresiones, se�ala su enormidad, que (como suele ser el caso) sus corazones podr�an no verse ligeramente afectados, sino profundamente heridos de tristeza. Porque sabemos c�mo los vicios encadenan a los hombres y cu�n listos est�n para dejarse en paz, hasta que se ven obligados a examinarse en serio; m�s a�n, cuando Dios los llama al juicio, hacen una especie de confesi�n verbal de sus iniquidades, mientras que, al mismo tiempo, la hipocres�a les ciega la mente. Cuando, por lo tanto, el profeta dice que la gente actu� de manera inicua al pecar, y se hab�a vuelto imp�o y malvado, no emplea una acumulaci�n in�til o innecesaria de palabras. Que cualquiera de nosotros nos examine a nosotros mismos, y encontraremos f�cilmente que tenemos la misma necesidad de estar obligados a hacer una confesi�n ingenua de nuestros pecados; porque aunque no nos atrevamos a decir que no tenemos pecado, no hay ninguno de nosotros, pero estamos dispuestos a encontrar una capa y un subterfugio para su pecado.

De manera muy similar, Daniel, en el noveno cap�tulo de sus profec�as, reconoce la culpa de sus propias iniquidades y las del pueblo; y puede ser que el autor de este salmo siguiera su ejemplo. Aprendamos de ambos, que la �nica forma de agradar a Dios es instituir un curso r�gido de autoexamen. Que tambi�n se observe cuidadosamente que los santos profetas, que nunca se apartaron del temor y la adoraci�n a Dios, confesaron uniformemente su propia culpa en com�n con la gente; y esto lo hicieron, no por fingida humildad, sino porque sab�an que ellos mismos estaban contaminados con m�ltiples corrupciones, ya que cuando abunda la iniquidad, es casi imposible que incluso el mejor de los hombres evite ser infectado por sus efectos perniciosos. . No compar�ndose con los dem�s, sino apoy�ndose ante el tribunal de Dios, perciben de inmediato la imposibilidad de escapar.

En ese momento, la impiedad hab�a alcanzado tal grado de enormidad entre los jud�os, que no es sorprendente que incluso los mejores y m�s rectos hombres fueran arrastrados, como por la violencia de una tempestad. Cu�n abominable, entonces, es el orgullo de aquellos que apenas imaginan que ofenden de la manera menos posible; �incluso qui�n, como ciertos fan�ticos de la �poca, concibe que han alcanzado un estado de perfecci�n sin pecado! Sin embargo, debe tenerse en cuenta que Daniel, que se mantuvo cuidadosamente bajo el temor de Dios, y a quien el Esp�ritu Santo, por boca del profeta Ezequiel, declara ser uno de los hombres m�s rectos, no lo hizo con Los labios reinantes reconocen sus propias transgresiones, y las del pueblo, cuando las confes�, bajo un profundo sentido de su car�cter grave y terriblemente aborrecible ante los ojos de Dios. Es cierto, de hecho, no estaba abrumado en el mismo torrente de iniquidad con los dem�s; pero sab�a que hab�a contra�do una gran cantidad de culpa. Adem�s, el profeta no presenta a sus padres con el fin de paliar su propia delincuencia, (como muchos en la actualidad no tienen en absoluto ninguna reprensi�n, se protegen con esto, es decir, que sus padres les han ense�ado tanto, y que, por lo tanto, su mala educaci�n, y no ellos, es la culpa), sino m�s bien para demostrar que �l y los de su propia naci�n eran desagradables al castigo severo, porque incluso desde el principio, y como si coexistieran con sus en la primera infancia, nunca dejaron de provocar el desagrado de Dios contra ellos mismos cada vez m�s por sus nuevas transgresiones. Es de esta manera que involucra a los padres con los hijos en muchos de los motivos de condena. (243)

Versículo 7

7 Nuestros padres no entendieron tus maravillas en Egipto. Aqu� relata c�mo la gente de inmediato, desde el comienzo de su emancipaci�n de la esclavitud, fue ingrata a Dios, y se comportaron de manera rebelde. Tampoco se limita a la historia de un per�odo solamente, sino que toda la deriva de su narraci�n es se�alar que la gente nunca hab�a dejado de hacerlo malvadamente, aunque Dios los recibi� a cambio con una bondad inconcebible; lo cual es una prueba de la perversidad invencible y desesperada de esta naci�n. Primero culpa a la locura de la gente como la ocasi�n de tal ingratitud. Al llamarlo locura, no tiene la intenci�n de disminuir la ofensa (como suelen hacer algunos), sino de exponer la vil y vergonzosa estupidez de la gente, al ser ciego en asuntos tan claros; porque las obras de Dios eran tales que hasta los ciegos las pod�an ver. �De d�nde podr�a originarse semejante ignorancia, a menos que Satan�s los hubiera enloquecido tanto que no consideraran los milagros de Dios, que podr�an haber movido las piedras? Ahora, cuando agrega, recordaban que no, �l expresa m�s a la fuerza la naturaleza inexcusable de su ignorancia, m�s a�n, que su ceguera fue el resultado de una est�pida indiferencia, m�s que la falta de una instrucci�n adecuada. Porque la causa de su ignorancia era que pasaban por alto aquellos asuntos que, en s� mismos, se manifestaban abundantemente. Adem�s, menciona cu�n r�pido les lleg� ese olvido, lo que tendi� a aumentar su culpa. Porque era maravilloso que ni siquiera la vista de estas cosas pudiera despertar sus esp�ritus. Por lo tanto, sucedi� que, si bien apenas hab�an salido de Egipto y pasaban por el mar, se levantaron orgullosamente contra su libertador. Seguramente ni un a�o, ni siquiera un siglo, deber�an haber borrado de sus mentes hechos tan dignos de ser recordados. �Qu� locura, entonces, en ese mismo momento murmurar contra Dios, como si los hubiera abandonado para ser asesinados por sus enemigos? Ese brazo del mar por el que pas� la gente se llama, en hebreo, el Mar de Suph. Algunos lo traducen como el Mar de la juncia y tendr�n la palabra ???, suph, para significar algas marinas. (244) Pero sea cual sea su derivaci�n, no puede haber ninguna duda sobre el lugar. Es muy probable que se le haya dado el nombre porque abundaba en precipitaciones.

Versículo 8

8 Y los salv� El profeta aqu� ense�a lo que cualquiera podr�a aprender f�cilmente de la oraci�n anterior, que los israelitas fueron salvos, no por su m�rito de serlo. , pero porque Dios ten�a en cuenta su propia gloria. Eliminado ese obst�culo, Dios logr� esa liberaci�n que hab�a comenzado, para que su santo nombre no se convirtiera en un reproche entre los paganos. Adem�s, no debemos pasar por alto la ant�tesis entre el nombre de Dios y los m�ritos de los hombres, porque Dios, por respeto a su propia gloria, no puede encontrar en nosotros ninguna causa por la cual deba ser movido para salvarnos. La bondad inestimable de Dios, que, por el bien de un pueblo tan perverso, alter� el orden habitual de la naturaleza, se muestra m�s ilustremente en el relato que luego se da de los medios por los cuales fueron preservados. Cuando dice que el mar fue reprendido, ensalza el poder de Dios, a cuyo mando y voluntad se sec� el mar: las aguas retrocedieron, de modo que se abri� un paso libre entre los montones de aguas opuestas. Con el dise�o de magnificar el milagro, emplea una similitud que, con toda probabilidad, fue extra�da de Isa�as; porque en el cap�tulo 63 y en el verso trece, dice: "Hiciste que tu pueblo caminara por las profundidades, como un caballo en el desierto, para que no tropezara". Cuando la gente caminaba por el mar como sobre una llanura seca, el profeta nos informa que esto fue hecho �nicamente por el asombroso poder de Dios. Es muy posible que en el desierto en el que deambulaba la gente, hubiera muchos abismos, el camino accidentado y muchos cerros, valles y rocas irregulares. Pero no se puede dudar de que el profeta ensalza el poder de Dios en el paso a trav�s del mar, y lo mejora con esta consideraci�n, que el camino a trav�s de ese mar profundo fue suave. Adem�s, �l da mayor fuerza al milagro al decir que sus enemigos se ahogaron; porque, cuando el mar ofreci� un paso libre a los hijos de Israel, y cubri� y envolvi� a los egipcios, de modo que ninguno de ellos escap� vivo, de donde procedi� esta diferencia instant�nea, sino de esto, que Dios hizo una distinci�n entre el pueblo y �el otro?

Versículo 12

12. Entonces creyeron en sus palabras Al afirmar que cre�an en la palabra de Dios y cantaron su alabanza, el profeta no dice esto para su recomendaci�n, sino para aumentar , de dos maneras, su culpa; porque, convencidos por un testimonio tan indudable, ellos instant�neamente retomaron su disposici�n mental y comenzaron a rebelarse contra Dios, como si nunca hubieran visto sus maravillosas obras. �Qu� inexcusable era esa impiedad que en un momento pod�a olvidar los notables beneficios que se hab�an visto obligados a admitir! Abrumados por la grandeza de las obras de Dios, fueron, dice, a pesar de s� mismos, obligados a creer en Dios y glorificarlo, y as� aument� la criminalidad de su rebeli�n; porque, aunque su terquedad fue superada, sin embargo, inmediatamente recayeron en su antiguo estado de incredulidad. Sin embargo, surge una pregunta, ya que la verdadera fe siempre se corresponde con la naturaleza de la palabra, y como la palabra es una semilla incorruptible, aunque puede ser casi, nunca puede ser totalmente destruida. Pero hay una fe temporal, como la llama Mark, (Marco 4:17) que no es tanto un fruto del Esp�ritu de regeneraci�n, sino de un cierto afecto mutable, y pronto se desvanece. No es una fe voluntaria que el profeta ensalza aqu�, sino m�s bien lo que es el resultado de la compulsi�n, a saber, porque los hombres, lo quieran o no, por un sentido que tienen del poder de Dios, est�n obligados a muestra algo de reverencia por �l. Este pasaje debe ser bien considerado, que los hombres, una vez que han entregado sumisi�n a Dios, pueden no enga�arse a s� mismos, pero pueden saber que la piedra de toque de la fe es cuando reciben espont�neamente la palabra de Dios, y constantemente contin�an firmes en su obediencia. lo.

Versículo 13

A fin de se�alar la inconstancia de la gente, dice, se apresuraron. Algunos explican esto de la siguiente manera, es decir, despu�s de que hab�an emprendido su viaje, se apresuraron a llegar al lugar llamado Marah. Esto, sin embargo, es para dar una representaci�n muy mansa del estilo enf�tico en el que habla el profeta, cuando reprendi� severamente su apresurada y precipitada desviaci�n del camino, en el sentido de que creyeron solo por muy poco tiempo, y r�pidamente olvidaron las obras de Dios; porque solo hab�an viajado tres d�as desde su paso por el mar hasta que llegaron a Mara, y aun as� comenzaron a murmurar contra Dios, porque no pod�an obtener aguas agradables. (245) Mientras tanto, debemos observar lo que hemos visto en otra parte, que la �nica raz�n por la que los hombres son tan desagradecidos con Dios es su desprecio por sus beneficios. Si el recuerdo de estos se apoderara de nuestros corazones, servir�a como una brida para mantenernos en su miedo. El profeta declara cu�l fue su transgresi�n, es decir, que no suspendieron sus deseos hasta que se produjo una oportunidad adecuada para concederlos. La naturaleza insaciable de nuestros deseos es asombrosa, en el sentido de que apenas un solo d�a se le permite a Dios satisfacerlos. Si no los satisface de inmediato, nos impacientamos de inmediato y corremos el peligro de caer en la desesperaci�n. Esto, entonces, fue culpa de la gente, que no le echaron todas sus preocupaciones a Dios, no lo llamaron con calma, ni esperaron pacientemente hasta que estuvo contento de responder a sus solicitudes, sino que se precipitaron con precipitaciones imprudentes, como si dictar�an a Dios lo que deb�a hacer. Y, por lo tanto, para aumentar la criminalidad de su curso precipitado, emplea el t�rmino abogado; porque los hombres no permitir�n que Dios posea sabidur�a, ni consideran apropiado depender de su consejo, sino que son m�s providentes de lo que se convierten en ellos, y prefieren gobernar a Dios que dejarse gobernar por �l seg�n su placer. Para que podamos ser preservados de provocar a Dios, conservemos siempre este principio, que es nuestro deber dejar que nos provea de lo que sabe que ser� para nuestra ventaja. Y, en verdad, la fe que nos despoja de nuestra propia sabidur�a, nos permite esperar con esperanza y en silencio hasta que Dios realice su propia obra; mientras que, por el contrario, nuestro deseo carnal siempre va antes del consejo de Dios, por su prisa demasiado grande.

Versículo 14

14. Y codiciaron �l contin�a, seg�n la historia, para mencionar el pecado que, de acuerdo con el deber de su oficio como maestro, tuvo brevemente notado Si alguien pregunta de qu� manera no prest� atenci�n al consejo de Dios, �l responde, porque se han entregado a la satisfacci�n de sus deseos; porque la �nica forma de actuar con la moderaci�n adecuada es cuando Dios gobierna y preside nuestros afectos. Por lo tanto, es m�s necesario frenar esa fuerte tendencia a las lujurias carnales que naturalmente se enfurecen dentro de nosotros. Quien se permite desear m�s de lo necesario, se opone abiertamente a Dios, en la medida en que todos los deseos carnales se oponen directamente a �l.

Tentar a Dios no es aceptar su voluntad, sino desear m�s de lo que est� dispuesto a otorgar. Y dado que hay una variedad de modos de tentar a Dios, el profeta aqu� anuncia un modo de hacerlo, a saber, que la gente hab�a sido tan presuntuosa como para limitar a Dios a los medios de su propia invenci�n; y as�, al rechazar el camino que deber�an haber seguido, atribuyeron a Dios una propiedad completamente nueva, tanto como para decir: Si Dios no nos alimenta con carne, no lo consideraremos como Dios. Les dio la comida que deber�a haberlos satisfecho. Y aunque Dios no est� limitado por ning�n medio, es su voluntad que nuestras mentes sean subordinadas a los medios que �l ha designado. Por ejemplo, aunque puede alimentarnos sin pan, sin embargo, es su voluntad que nuestra vida se sostenga con tal provisi�n; y si lo descuidamos y deseamos se�alarle otra forma de alimentarnos, tentamos su poder.

Versículo 15

15. �l les dio su deseo Hay una fina paronomasia en la palabra ????, razon, por si, en lugar de ?, zain, leemos ?, ts�dh�, la palabra significar�a buen placer. El profeta, por lo tanto, en alusi�n a su lujuria, por una palabra que es muy similar al buen placer o deseo, dice que Dios envi� la delgadez en sus almas; es decir, que �l realmente hab�a satisfecho los deseos desordenados de la gente, de tal manera, sin embargo, que aquellos que detestaban el man�, ahora no recib�an nada m�s que la delgadez. (246) Por lo tanto, el profeta parecer�a acusar a las personas con lo que observamos a diario entre aquellos que viven lujosamente y son fastidiosos, especialmente cuando su est�mago, como consecuencia de los fluidos que se vierten en �l, al ser viciados, no tienen gusto por la comida sana. Para esas personas solo saborean esa comida que es perniciosa; y, por lo tanto, cuanto m�s se miman con �l, tanto m�s se convierten en criaturas de h�bitos nocivos; y as�, en muy poco tiempo, la comida misma los hace desaparecer. El profeta, por lo tanto, parece aplicar a la mente lo que dice sobre el estado insalubre del cuerpo y comparar a los jud�os con aquellas personas morbosas, cuya voracidad, en lugar de promover la salud, la hiere, porque no derivan nada. alimento de su comida. La raz�n es que Dios retuvo su bendici�n de la comida que hab�an anhelado tan inmoderadamente, para que su castigo por su transgresi�n pudiera humillarlos. Pero se considera que su perversidad es muy grande, ya que incluso este modo de castigarlos no super� sus obstinados corazones. Es un dicho proverbial, que los tontos aprenden sabidur�a de la experiencia del mal. �Cu�n locos e incorregibles deben haber sido, que ni siquiera la compulsi�n misma podr�a reformar!

Versículo 16

16. Y envidiaron �l se refiere aqu� muy pronto a otra transgresi�n, y eso tambi�n, de tal manera que proporcione tanto a s� mismo como a otros amplios motivos para profunda consideraci�n Porque, a medida que la gente, al idear de vez en cuando nuevos modos de pecar, mostraba tanta astucia en sus intentos de provocar la ira de Dios, entonces deber�amos estar m�s llenos de miedo por ese motivo. Adem�s, cuando dice que envidiaban a Mois�s y Aar�n, su significado es que, actuando bajo la influencia del orgullo diab�lico, se hab�an alzado contra Dios y se esforzaban por deshacerse del yugo que �l les hab�a impuesto; seg�n Mois�s tambi�n dijo:

"�Qu� soy y qu� es Aaron, para que murmuren contra nosotros?" ( N�meros 16:11)

Como era la voluntad de Dios gobernar al pueblo por medio de Mois�s y Aar�n, no someterse a su gobierno era virtualmente ponerse obstinadamente para resistir la autoridad de Dios mismo. Por lo tanto, se le da una gran importancia al t�rmino envidia, a saber, que en el mismo momento en que Dios estaba tratando a los hijos de Israel con la mayor amabilidad y cuidado, a�n estaban descontentos con su suerte y se rebelaron contra �l. �Podr�a esa locura servir para otro prop�sito que no sea mostrar que, desechando toda dependencia adicional de la providencia de Dios para su apoyo, aspiran a elevarse por encima de los mismos cielos? En este sentido, Aar�n es llamado el santo de Jehov�, (247) para que podamos saber que tanto �l como Mois�s estaban igualmente identificados con Dios; porque bajo la persona de uno, la designaci�n se aplica a ambos, y de esta manera el profeta muestra que hab�an sido investidos divinamente con la autoridad que estaban ejerciendo. Al renunciar a su autoridad, por lo tanto, y, al m�ximo de su poder, deshonrando a estos santos, Dathan y Abiram se rebelaban no contra los hombres, sino contra Dios.

Versículo 17

17 La tierra se abri� La atrocidad de su pecado puede verse en la magnitud del castigo por el cual fue visitado. Pero el dise�o del profeta era acusar y reprobar p�blicamente la obstinaci�n de la gente, que, lejos de ser castigada por sus correcciones, (aunque la venganza de Dios fue tan terrible que casi movi� las piedras) m�s perversamente Ese fue seguramente un evento terriblemente siniestro, cuando la tierra se trag� vivos a Dathan y Abiram, y a todos sus c�mplices; y cuando el fuego que descend�a del cielo los consum�a (248) , seg�n el dicho de Mois�s,

�Si algo com�n les sucede a estos hombres, entonces no creas que Dios que gobierna en el cielo gobierna sobre ti y sobre m�; pero si sucede algo nuevo y extraordinario, es decir, que la tierra abra su boca y se los trague, entonces, de hecho, crea que Dios me envi� �, N�meros 16:29

Cuando los israelitas estaban tan enamorados como para levantarse en rebeli�n contra Dios, entonces apareci� la naturaleza terrible de su temperamento en que no pod�a curarse con el estricto remedio que se le aplicaba. Y como incluso los hip�critas tienen miedo cuando sienten la severidad de Dios, era una locura en ellos preocuparse y pelear con Dios donde estaba visitando sus iniquidades con franjas. �Deber�a alguien preguntar por qu� Dios carga las faltas de unos pocos sobre todo el cuerpo de la gente? la respuesta es obvia; porque aunque solo hubo dos individuos que fueron los principales instigadores de la conspiraci�n, y junto con ellos doscientos setenta personas sediciosas, sin embargo, parecer�a, a partir de los murmullos y cavilaciones de toda la congregaci�n, que tambi�n se vieron afectados con la misma moquillo. El castigo no se extendi� m�s all� de los capitanes (249) y cabecillas de esta malvada conspiraci�n, siendo el dise�o de Dios mitigarla y ahorrarle a la gente grande, que, sin embargo, hab�a estado m�s deseoso de innovar, ya que no pod�an soportar la autoridad de Mois�s y Aar�n.

Versículo 19

19. Hicieron una pantorrilla. (250) Aqu� �l representa su rebeli�n como extremadamente baja, en el sentido de que abandonaron la verdadera adoraci�n a Dios y se hicieron un becerro. Porque aunque era su intenci�n adorar a Dios de esta manera, el profeta reprendi� su brutal estupidez, porque adoraron ante la imagen fundida, (251) y representaron Dios por la figura de un buey que come hierba (252) De esto el profeta infiere que Dios hab�a sido despojado de su honor, y que toda su gloria hab�a ha sido empa�ado. Y seguramente es as�; porque aunque los id�latras fingen servir a Dios con gran celo, cuando, al mismo tiempo, se representan a s� mismos como un Dios visible, abandonan al Dios verdadero y se hacen un �dolo. Pero les reprocha que sean culpables de una impiedad a�n mayor, cuando dice, a semejanza de un buey que come hierba; y contrasta con ella su honor o gloria. Al ver que Dios los hab�a revestido con su propia gloria, qu� locura era sustituir en lugar de �l no solo un buey, sino la forma inanimada de un buey, como si hubiera alg�n parecido entre Dios que crea todo tipo de alimentos, �Y ese est�pido animal que se alimenta de hierba?

Sin embargo, es necesario observar el dise�o del profeta, que es se�alar la ceguera de los hombres como m�s baja y abominable, porque no se contentan con ninguna forma com�n de superstici�n, sino que desechan toda la farsa a la que se entregan. Las formas m�s impactantes de adorar a Dios. Si la gente hubiera formado para s� una semejanza de Dios bajo la semejanza de un hombre, incluso eso habr�a estado robando a Dios de su deber; �Cu�nto m�s vergonzosa fue su conducta cuando asimilaron a Dios a un buey? Cuando los hombres preservan su vida comiendo y bebiendo, reconocen cu�n fr�giles son, porque derivan (253) de las criaturas muertas, el medio de su continuaci�n. �Cu�nto mayor es el deshonor hecho a Dios cuando se lo compara con las tribus brutales? Adem�s, la comparaci�n mencionada aumenta la enormidad de su culpa. �Qu� cr�dito ten�a para un pueblo santo adorar la semejanza inanimada de un buey en lugar del Dios verdadero? Pero Dios hab�a condescendido para extender las alas que cubr�an su gloria sobre los hijos de Abraham, para poder ponerles el m�s alto honor. Por lo tanto, al despojarse de este honor, hab�an expuesto su propia bajeza a la burla de todas las naciones de la tierra. Y de ah� que Mois�s emplee la frase de desnudez, cuando muestra ese crimen de idolatr�a:

"Y cuando Mois�s vio que el pueblo estaba desnudo (porque Aaron los hab�a hecho desnudos para su verg�enza entre sus enemigos)" �xodo 32:25.

Si alguien est� dispuesto a decir que el arca del pacto era una representaci�n de Dios, mi respuesta es que ese s�mbolo se le dio a los hijos de Israel, no para captar toda su atenci�n, sino solo con el prop�sito de ayudar y dirigirlos en la adoraci�n espiritual de Dios.

Versículo 21

21. Se olvidaron de Dios El profeta nuevamente repite que la gente hab�a pecado no solo por ignorancia, sino tambi�n voluntariamente, ya que Dios ya hab�a dado una manifestaci�n muy palpable de Su poder y gloria. Y a medida que se da a conocer en la creaci�n de los cielos y de la tierra, la ceguera de los hombres es totalmente inexcusable. Pero mucho m�s agravante es el pecado de los hijos de Israel, quienes, despu�s de que Dios se dio a conocer a ellos, de la manera m�s condescendiente, lo rechazaron por completo y se entregaron a la pr�ctica de la idolatr�a brutal. Y si Dios, desde el cielo, despleg� su poder Todopoderoso para su salvaci�n, seguramente no debe haber poca importancia atribuida a tales demostraciones de su poder como para proclamar la alabanza y el honor de su gran nombre. Si simplemente hubiera dado una muestra ordinaria de su poder, incluso eso deber�a haber atra�do tanta consideraci�n como deber�a haber mantenido a la gente en el temor y la adoraci�n a Dios. Ahora, que estos milagros eran tan notables, o m�s bien terribles y raros, la gente actu� como una parte muy b�sica para cerrar los ojos sobre ellos y entregarse a la idolatr�a. Porque como la oscuridad es disipada por el brillo del sol, todos los inventos y errores perversos deben desaparecer ante tal conocimiento de Dios.

Versículo 23

23. Y dijo que el profeta nos informa, con estas palabras, que la gente ten�a la sensaci�n de su notable liberaci�n de la destrucci�n inminente, solo con la oraci�n , que, por una temporada, impidi� que la venganza de Dios estallara contra ellos. En muy poco tiempo, sin embargo, regresan a su disposici�n mental, una prueba sorprendente de la horrible perversidad de sus corazones. Para representar lo ofendido que Dios se sinti� ofendido, el profeta dice que se hab�a propuesto destruir a los transgresores: no es que Dios est� sujeto a las pasiones humanas, que se enoje un poco, e inmediatamente despu�s, al ser apaciguado, cambia su prop�sito; porque Dios, en su consejo secreto, hab�a resuelto su perd�n, incluso cuando realmente los perdon�. Pero el profeta menciona otro prop�sito, por el cual Dios dise�� para golpear a la gente con terror, que al llegar a conocer y reconocer la grandeza de su pecado, podr�an ser humillados por ello. Este es el arrepentimiento tan frecuentemente mencionado en las Escrituras. No es que Dios sea mutable en s� mismo; pero habla a la manera de los hombres, para que podamos sentirnos m�s afectados por su ira: como un rey que hab�a decidido perdonar a un delincuente, pero que lo ayud� antes de su juicio, lo m�s efectivo es impresionarlo. La magnitud de la amabilidad que le hicieron. Dios, por lo tanto, mientras guarda para s� su prop�sito secreto, declar� abiertamente a la gente que hab�an cometido un delito que merec�a ser castigado con la muerte eterna. Luego dice que Mois�s se puso de pie en la brecha, lo que significa que hab�a hecho intercesi�n con Dios, para que su terrible venganza no pudiera estallar entre la gente. Aqu� hay una alusi�n a la forma en que las ciudades son asaltadas; porque si cualquiera de los diversos motores que se emplean en la guerra hace una brecha en la pared, los valientes soldados se lanzar�n instant�neamente a la brecha para defenderla. (255) Por lo tanto, Ezequiel reprocha a los falsos profetas, quienes, a diferencia de Mois�s, enga�an al pueblo con sus halagos, haciendo, por as� decirlo, un muro de barro. No colocarse en la brecha en el d�a de la batalla.

"No hab�is subido a los huecos, ni has hecho el seto de la casa de Israel, para estar en la batalla en el d�a del Se�or", Ezequiel 13:5.

Algunos expositores opinan que el profeta se refiere a la separaci�n que la gente hab�a hecho entre ellos al violar el pacto de Dios, y la relaci�n sagrada en la que se encontraban entre s�; Pero el significado es el mismo. Porque en esa brecha que dio origen a esta met�fora o similitud, Dios, al defender a su pueblo con tanta fidelidad, estaba ante ellos en lugar de un muro o baluarte. Habi�ndole provocado una nueva ira, estaba a punto de precipitarse sobre ellos para su destrucci�n, no hab�a interpuesto Mois�s como su intercesor.

Versículo 24

24. Y despreciaron Fue una demostraci�n evidente de la invencible maldad de los jud�os, que, despu�s de haber estado en las fauces de la destrucci�n, y mientras hab�an apenas escaparon del peligro tan grande e inminente que se levantaron en rebeli�n contra Dios. �Cu�l fue la causa de esta rebeli�n? El desprecio de Tierra Santa, que de todas las cosas deber�a haber sido m�s deseado por ellos. El pa�s de Cana�n, que hab�a sido destinado a ellos, como el lugar donde deb�an criarse bajo el cuidado paternal de Dios, y como un pueblo separado de las naciones paganas, deb�a adorarlo �nicamente, y que, adem�s, era m�s especialmente para una promesa de la herencia celestial, este pa�s aqu�, y en varios otros pasajes, es propiamente llamado la tierra placentera. �No era, entonces, la mayor ingratitud para despreciar la santa morada del pueblo elegido de Dios? A la causa de este desprecio se refiere el profeta, cuando dice que no cre�an en la palabra de Dios. Si hubieran aferrado la promesa de Dios con esa fe que les correspond�a hacer, se habr�an inflamado con un deseo tan fuerte. para esa tierra, que habr�an superado todos los obst�culos que pudieran ocurrir en su camino hacia ella. Mientras tanto, sin creer su palabra, no solo rechazan la herencia que se les ofreci�, sino que provocan una rebeli�n en el campamento, como si se levantaran en armas contra Dios.

Versículo 26

26. Y lo levant�. Describe otro ejemplo de la venganza de Dios, cuyo recuerdo deber�a haber estado profundamente arraigado en sus corazones, de modo que atesorando un miedo constante hacia �l, pudieran cuidarse con la mayor solicitud. De nada sirvi� de todo esto, es obvio que la locura de esa gente era incurable. En ese momento Dios s� contuvo su ira, ya que no dispers� a sus descendientes por varias partes de la tierra; pero su amenaza de s� mismo deber�a haber sido suficiente para someter a su orgullo, si no hubieran sido incorregibles. Levantar la mano es en este pasaje susceptible de dos significados. En las Escrituras se dice con frecuencia que Dios levanta su mano para infligir castigo. Pero como generalmente se admite que el profeta est� hablando de jurar, (256) con esta opini�n, coincido muy f�cilmente. La pr�ctica de levantar la mano, como si hubieran llamado a Dios a bajar del cielo, era un rito solemne habitual entre ellos, acompa�ando un juramento; y, por lo tanto, se aplica incorrectamente a Dios, cuya sublimidad se eleva por encima de todas las cosas, y que, como dice el ap�stol, no puede jurar por un mayor que �l mismo ( Hebreos 6:13) Al emplearlo, por lo tanto, debe ser entendi� que lo toma prestado de las costumbres comunes que prevalecen entre los hombres. Si las oraciones de Mois�s no hubieran preservado la Tierra Santa para el pueblo, su dispersi�n habr�a sido terrible.

Versículo 28

28 Y se unieron a Baal-peor El profeta nos dice que los jud�os, despu�s de haber sido amenazados con un castigo muy horrible, pronto cayeron en una nueva especie de apostas�a Algunos piensan que son acusados ??indirectamente de caer en las supersticiones de los madianitas, como consecuencia de haber sido impuestos por la intriga femenina. Es bien sabido que este fue el dise�o de Balaam, tan pronto como supo que Dios le hab�a prohibido maldecir a la gente. Su consejo para el rey Balac fue poner a las hijas de Moab ante el pueblo, para atraerlas con sus atractivos a la pr�ctica de la idolatr�a,

"He aqu�, estas mujeres hicieron que los hijos de Israel, a trav�s del consejo de Balaam, cometieran una transgresi�n contra el Se�or en el asunto de Peor". N�meros 31:16

Y como la idolatr�a aqu� mencionada se origin� a partir de intrigas carnales, algunos expositores opinan que, por este motivo, el profeta acusa a la gente de cometer un doble delito, en el sentido de que no solo son investigados por las mujeres madianitas, sino tambi�n en obligarse a s� mismos por otro v�nculo con Baal-peor, (N�meros 25) Sea como fuere, el profeta exclama contra la perfidia de su propia naci�n, porque al abandonar la verdadera adoraci�n a Dios, hab�an roto esa santa uni�n por el cual se hab�an comprometido con �l. Porque sabemos que cuando Dios adopta a la Iglesia como su esposa, cuando ella se entrega a la idolatr�a, no menos violentamente viola su fidelidad que cuando una esposa deja a su esposo y se convierte en ad�ltera. Es bien sabido que Baal-peor era el �dolo de los madianitas; pero no se sabe tan bien c�mo recibi� esta denominaci�n. La palabra ???, Baal, tiene un significado (258) equivalente a se�or, maestro o patr�n. Y dado que ???, paar, significa abrir, algunos lo convierten en el Dios de la apertura, y lo asignan como una raz�n que, sin embargo, no me atrevo a afirmar, se exponen vergonzosamente en su presencia. Quiz�s sea el nombre de alg�n lugar, porque sabemos que los paganos a menudo les daban a sus �dolos los nombres de los pa�ses donde eran adorados. (259) Ahora percibimos el significado del profeta, que los jud�os se hab�an rebelado malvadamente de Dios y se contaminaron al unirse a Baal-peor. Al decir que comieron los sacrificios de los muertos, (260) se�ala la mayor bajeza de su ofensa. Por los sacrificios de los �dolos, quiere decir que comieron cosas que se les ofrecieron a los �dolos, como sol�an participar de esos sacrificios que los un�an al Dios verdadero, la fuente inagotable de la vida. De ah� que su conducta fuera m�s detestable, cuando deliberadamente se entregaron a la muerte al perpetrar un crimen tan atroz. Y sabemos que los banquetes estaban en cierta medida relacionados con su culto. El resultado de esto fue que, renunciando al Dios verdadero, se unieron en matrimonio con los muertos; y as� el profeta los acusa de actuar como una parte muy vergonzosa, no solo inclinar la rodilla ante Baal y ofrecerle sacrificios, sino tambi�n festejar con estos sacrificios.

Versículo 29

29. Y provocaron a Dios a la ira. El profeta nos informa una vez m�s que otra peste los hab�a puesto en guardia, para que pareciera que Dios siempre tuvo un respeto estricto por su propia gloria al castigar al pueblo; pero como no fueron superados por estas plagas, estos castigos fueron infructuosos. Habiendo declarado anteriormente, que la ira de Dios hab�a sido apaciguada por las oraciones de Mois�s, ahora dice, que la plaga hab�a sido arrestada o cesada por medio de la amable interposici�n de Finees. Algunos traducen la palabra ???, pillel, para rezar; pero la otra representaci�n, para ejecutar justicia, est� m�s de acuerdo con el contexto; a saber, que por su celo en la ejecuci�n de la justicia sobre los derrochadores, rechaz� la venganza de Dios de los israelitas. Por lo tanto, se puso de pie, es decir, se levant� o se interpuso, cuando todos los dem�s mantuvieron una indiferencia descuidada. Como los jud�os sab�an que fue por la amable intervenci�n de un hombre que la peste se cur� ahora, su obstinaci�n era menos excusable para no dejar de pecar. No debemos olvidar que todas estas cosas est�n dirigidas a nosotros. Porque cuando Dios nos castiga de vez en cuando y nos llama a arrepentirnos al presentarnos el ejemplo de los dem�s, �cu�n pocos se benefician con sus correcciones! Adem�s, merece ser notado, que la plaga ces� en el mismo momento en que Finees ejecut� la justicia. De esto podemos aprender que la forma m�s efectiva de apagar el fuego de la ira de Dios es cuando el pecador voluntariamente se sienta a juzgar sobre s� mismo por el castigo de sus propias transgresiones; como dice Paul, 1 Corintios 11:31,

"Si nos juzg�ramos a nosotros mismos, en verdad no ser�amos juzgados por el Se�or".

Y seguramente Dios nos confiere no poco honor al poner el castigo de nuestros pecados a nuestro alcance. Al mismo tiempo, debe observarse que en esa ocasi�n la plaga ces� como consecuencia del castigo de una sola persona, porque la gente se encogi� de la maldad abominable a la que hab�an sido adictos.

Versículo 31

31. Y ese hecho fue imputado El profeta, al alabar as� a un individuo, amonton� todo el cuerpo de la gente. Porque inferimos de esta muestra de aprobaci�n con la que el Esp�ritu Santo condescendi� para sellar la excelente acci�n de Finees, cu�n base debe haber sido su conducta. Este honor tampoco estaba reservado solo para �l, pero su posteridad deb�a disfrutarlo a lo largo de sus generaciones sucesivas. Para, por lo tanto, lanzar el mayor reproche sobre la gente, solo Phinehas contrasta con ellos. Algunos pueden estar dispuestos a preguntar, c�mo podr�a ser el celo de un solo individuo, sobrepasando los l�mites (261) de su llamado, tomar una espada y ejecutar justicia. aprobado de Dios? Por lo que parece, como si se hubiera aventurado en esta acci�n sin la debida consideraci�n. Respondo que los santos a veces han estado bajo impulsos peculiares y extraordinarios, que no deben ser estimados por el est�ndar ordinario de acciones. Cuando Mois�s mat� al egipcio, ( �xodo 2:12) aunque Dios a�n no lo hab�a llamado a ser el libertador de Israel, y aunque todav�a no estaba investido con el poder de la espada, es cierto que estaba movido por el impulso invisible e interno de Dios para emprender ese hecho. Phinehas fue movido por un impulso similar. Nadie realmente imagin� que estaba armado con la espada de Dios, sin embargo, era consciente de s� mismo de ser movido por una influencia celestial en este asunto. Y, por lo tanto, debe observarse que el modo com�n y el orden de llamado que Dios adopta no le impide, siempre que parezca apropiado, incitar a sus elegidos por la influencia secreta del Esp�ritu a la realizaci�n de actos dignos de alabanza.

Pero a�n queda una pregunta m�s dif�cil: �c�mo se podr�a imputar esa acci�n a Finees por justicia? (262) Pablo prueba que los hombres est�n justificados solo por la fe, porque est� escrito,

"Abraham crey� a Dios, y le fue contado por justicia", Romanos 4:3

En G�nesis 15:6, Mois�s emplea la misma palabra. Si se puede decir lo mismo respecto a las obras, el razonamiento de Pablo no solo ser� d�bil, sino fr�volo. En primer lugar, examinemos si Phinehas estaba o no justificado solo por este hecho. Verdaderamente, la ley, aunque podr�a justificar, de ninguna manera promete salvaci�n a ninguna obra, sino que justifica que consista en la perfecta observancia de todos los mandamientos. Por lo tanto, queda por afirmar que la obra de Finees le fue imputada por justicia, de la misma manera que Dios les atribuye las obras de los fieles por justicia, no como consecuencia de ning�n m�rito intr�nseco que posean, sino de su propia gracia libre e inmerecida. Y como parece, que la observancia perfecta de la ley por s� sola (que no se hace en ning�n lugar) constituye justicia, todos los hombres deben postrarse ante la confusi�n del rostro ante el tribunal de Dios. Adem�s, si nuestros trabajos fueran estrictamente examinados, se ver�a que se mezclaban con mucha imperfecci�n. Por lo tanto, no tenemos otra fuente que huir para refugiarnos en la misericordia inmerecida de Dios. Y no solo recibimos justicia por gracia a trav�s de la fe, sino que a medida que la luna toma prestada su luz del sol, tambi�n la misma fe hace que nuestras obras sean justas, porque nuestras corrupciones est�n mortificadas, se nos considera justicia. En resumen, la fe sola, y no el m�rito humano, procura a las personas y a las obras el car�cter de justicia. Ahora vuelvo a Paul. Y no es de una sola expresi�n, que �l argumenta que somos justificados libremente, y solo por fe, sino que asume principios m�s altos, a los que me refer� recientemente, que todos los hombres carecen de justicia, hasta que Dios los reconcilie consigo. la sangre de Cristo y esa fe es el medio por el cual se obtiene el perd�n y la reconciliaci�n, porque la justificaci�n por las obras no es donde se pueda obtener. Por lo tanto, concluye muy correctamente que somos justificados solo por la fe. Pero la justicia por obras es subordinada (como se dice) a la justicia que se acaba de mencionar, mientras que las obras no tienen valor en s� mismas, excepto y, por pura benevolencia, Dios nos las imputa por justicia.

Versículo 32

32 Y lo provocaron El profeta menciona otra ofensa de la que eran culpables, en el sentido de que conten�an con Dios en las aguas de la contienda, por lo cual ese lugar deriva su nombre. El clamor fue, es cierto, levantado directamente contra Mois�s, pero si examinamos el asunto adecuadamente, descubriremos que pr�cticamente murmuraron contra Dios mismo. Y para se�alar la agravaci�n de su ofensa, dice que a Mois�s apenas se le trat� por su cuenta. De esto se puede inferir que su transgresi�n fue muy atroz, ya que Dios no escatim� ni siquiera a su propio siervo, a quien hab�a elegido con preferencia a todos los dem�s. No negamos que Mois�s mereciera ese castigo; pero si buscamos el origen de la transgresi�n, descubriremos que fue el pecado de las personas que fueron visitadas sobre �l. Si a Mois�s se le impidi� entrar en la tierra de Cana�n, porque a trav�s de la influencia del pecado de otros, y en oposici�n a las convicciones de su propia mente, hab�a sido apresurado a la comisi�n de la iniquidad, �cu�nto m�s inexcusable es la impiedad? de esas personas que deliberadamente lucharon con Dios, y por su locura y nerviosismo, trajeron a Mois�s para compartir su culpa?

Versículo 33

33. Porque ellos entristecieron su esp�ritu El verbo ???, marah, significa apropiadamente irritar o irritar, pero como est� aqu� puesto lo que los hebreos llaman la conjugaci�n de Hiphil, algunos opinan que debe entenderse pasivamente, para denotar que fue la gente la causa de la rebeli�n; cuya interpretaci�n no me parece muy objetable. Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con aquellos que tendr�an la part�cula ??, eth, para ser un signo de lo que se denomina el caso dativo, como si se pudiera decir que Mois�s se hab�a rebelado contra el Esp�ritu de Dios . Si lo hubiera hecho, entonces seguramente el profeta no habr�a hablado tan severamente del pecado y la locura en la que hab�a ca�do inadvertidamente. El significado que ya he dado responde muy bien, que los principales impulsores de la rebeli�n deben haber cometido una ofensa muy atroz, al ver que Mois�s, que hab�a sido empujado por la impetuosidad de la gente al pecado, fue tratado tan severamente por Dios. Pero mientras el profeta nos informa que Mois�s fue castigado por cuenta del pueblo, no debe entenderse que dice que fue completamente inocente. Incluso admitiendo que su esp�ritu se revolvi� como consecuencia del tumulto de la gente, esto deber�a haberlo hecho m�s cuidadoso para continuar firme en su adhesi�n a la Ley de Dios. A�ade, que habl� con sus labios; y esto lo tomo para referirme a Mois�s, ya que no hay fundamento para la conjetura de que se refiere al castigo que Dios denunci� expresamente contra Mois�s. Es m�s probable que el profeta pretendiera que estas palabras expresaran cu�n agitado estaba el esp�ritu de Mois�s cuando murmuraba abiertamente contra Dios. El profeta, por lo tanto, nos informa que el esp�ritu sumiso y gentil de Mois�s fue avivado, por as� decirlo, por la perversidad de la gente, de modo que incluso �l habl� sin aconsejar, diciendo: "�Puede Dios darte agua? de la roca? ( N�meros 20:10) Porque tal era la indignaci�n que sinti� arder dentro de �l, que no pod�a esperar con calma el mandamiento de Dios de golpear la roca.

Versículo 34

34. No destruyeron las naciones Me parece que esas personas est�n equivocadas y piensan que el profeta est� aqu� simplemente dando una relaci�n del castigo infligido sobre los jud�os, como si les estuviera imputando toda la culpa de no exterminar a las naciones, como consecuencia de que no merec�an el honor de obtener m�s victorias sobre ellos. Pero prefiere preferir otro cargo contra ellos, que hab�an sido negligentes al expulsar a los paganos, o m�s probablemente que no hab�an obedecido la orden Divina de sacarlos de la tierra. Ahora que la copa de la iniquidad de los amorreos estaba llena, era el prop�sito de Dios que fueran exterminados, para que su sociedad no resultara perjudicial para el pueblo santo. Para Dios, habiendo elegido esa tierra como habitaci�n para �l, pretend�a que fuera santa y purificada de toda contaminaci�n. Al negarse, por lo tanto, a ejecutar la venganza impuesta sobre ellos, la gente mostr� su disposici�n a asociarse con los habitantes incircuncisos de Cana�n. Al manifestar tal indiferencia acerca del mandato de Dios con respecto a expulsar a estas naciones, dieron justa raz�n para que su ira se enardeciera contra ellos. He aqu�, dice �l, he mandado a todas estas naciones que sean cortadas por la espada; y ahora, porque no hab�is obedecido mi voz,

"Ser�n pinchazos en tus ojos, y espinas en tus costados, y te fastidiar�n en la tierra donde moras", N�meros 33:55

No destruir todas estas naciones, pero permitir que algunas de ellas permanezcan, puede parecer un acto de misericordia; pero al actuar as�, la gente era culpable de descuidar ejecutar la venganza justa de Dios sobre ellos, y de dejar la tierra susceptible de ser contaminada con sus abominaciones. A partir de estas cosas, debe notarse que hay dos extremos en los que los hombres son capaces de darse el gusto, ya sea por ser innecesariamente m�s rigurosos o por derrotar los fines de la justicia con demasiada lenidad. Por lo tanto, debemos adherirnos estrictamente al mandato de Dios, si deseamos evitar ambos extremos. Porque si los israelitas son condenados por salvar a algunas de estas naciones por completo, �qu� debemos pensar de aquellos jueces que, desde una atenci�n t�mida y ap�tica a los deberes responsables de su cargo, ejercen demasiada lenidad a algunas personas, debilitando as� a los �Restricciones de las entradas al vicio, en detrimento de la riqueza p�blica?

Versículo 35

35 Pero se mezclaron �l describe cu�l fue el resultado de esta tonta humanidad; a saber, que se contaminaron con las contaminaciones de las naciones a las que hab�an ahorrado. Si hubieran habitado exclusivamente la tierra de Cana�n, habr�an retenido m�s f�cilmente la adoraci�n pura de Dios. Seducidos por la influencia de tales vecinos, no es maravilloso que pronto degeneraron de los pasos de sus padres, ya que estamos m�s inclinados a seguir el ejemplo de lo malo que de lo bueno. Y ahora habla de los descendientes de aquellos que con tanta frecuencia hab�an provocado la ira de Dios en el desierto, y declara que, como la misma incredulidad, rebeli�n e ingratitud, eran rampantes en la raza posterior, no eran mejores que sus padres.

Al mezclarse con los paganos, rechazaron abiertamente la distintiva bondad amorosa de Dios, que los adopt� como sus hijos, bajo la condici�n expresa de que deb�an separarse de estas naciones profanas. Por lo tanto, al asociarse con ellos indiscriminadamente, hacen que este pacto sagrado no tenga efecto. Cuando agrega que aprendieron sus obras, nos advierte que nada es m�s peligroso que asociarse con los imp�os; porque, siendo m�s propenso a seguir el vicio que la virtud, no puede dejar de ser, que cuanto m�s conocemos la corrupci�n, m�s se extender�. En tales circunstancias, se requiere el m�ximo cuidado y precauci�n, para que los malvados, con quienes entramos en contacto, nos infecten por su moral viciada; y particularmente donde hay peligro de recaer en la idolatr�a, a lo que todos somos naturalmente propensos. �Cu�l ser�, entonces, el efecto que se producir� en nosotros cuando otros lo instiguen a cometer pecado, pero a agregar pecado al pecado? (267) El profeta, por lo tanto, declara que los jud�os ya estaban bajo la ense�anza de los paganos como para abandonarse a la pr�ctica de sus ritos id�latras. Al emplear la palabra servir, confunde la despreciable evasi�n de los papistas, que fingen que no dan a las im�genes la adoraci�n que se debe solo a Dios, sino solo una especie de adoraci�n honoraria. (268) Pero si la adoraci�n de im�genes es legal, el profeta no ten�a motivos suficientes para condenar a su propia naci�n por servir a dioses extra�os. Despreciable, por lo tanto, es la distinci�n, que el homenaje divino se debe rendir solo a Dios, y que se debe dar una especie de adoraci�n honoraria a las im�genes. Agrega, que esto se emiti� en su derrocamiento, para que su obstinado apego a sus locuras, y su desprecio por los castigos de Dios, puedan aparecer m�s palpablemente.

Versículo 37

37. Y se sacrificaron. El profeta aqu� menciona una especie de superstici�n que demuestra la terrible ceguera de la gente; no dudan en sacrificar a sus hijos e hijas a los demonios. (269) Al aplicar una designaci�n tan abominable al pecado de la gente, quiere decir exhibirlo en colores m�s odiosos. De esto aprendemos que el celo desconsiderado es un pretexto endeble a favor de cualquier acto de devoci�n. Porque por cuanto los jud�os estaban bajo la influencia del celo ardiente, por tanto el profeta los condena por ser culpables de mayor maldad; porque su locura los llev� a tal entusiasmo que ni siquiera perdonaron a su propia descendencia. Fueron meritorias las buenas intenciones, como suponen los id�latras, entonces, de hecho, dejar a un lado todo afecto natural al sacrificar a sus propios hijos fue un hecho que merec�a la mayor alabanza. Pero cuando los hombres act�an bajo el impulso de su propio humor caprichoso, cuanto m�s se ocupan de actos de adoraci�n externa, m�s aumentan su culpa. �Qu� diferencia hab�a entre Abraham y aquellas personas a las que el profeta menciona, pero que el primero, bajo la influencia de la fe, estaba dispuesto a ofrecer a su hijo, mientras que el segundo, arrastrado por el impulso del celo intemperante? de todo afecto natural, e impregnaron sus manos en la sangre de su propia descendencia.

Versículo 38

38. Y arrojaron �l inveighs con una indignaci�n a�n mayor contra esa fren�tica religiosa que los llev� a sacrificar a sus propios hijos, y as� contaminar la tierra por el derramamiento de sangre inocente Si alguien objeta que Abraham sea alabado, porque no retuvo a su �nico hijo, la respuesta es clara: que lo hizo en obediencia al mandato de Dios, de modo que todo vestigio de inhumanidad se borr� por medio de la pureza de la fe. Porque si la obediencia es mejor que el sacrificio, ( 1 Samuel 15:22) es la mejor regla tanto para la moral como para la religi�n. Es una horrible manifestaci�n de la ira vengativa de Dios, cuando los supersticiosos paganos, abandonados a sus propios inventos, se endurecen en actos de horrible crueldad. Tan a menudo como los m�rtires ponen en peligro su vida en defensa de la verdad, el incienso de tal sacrificio es agradable a Dios. Pero cuando los dos romanos, por su nombre Decii, (270) de manera execrable se dedicaron a la muerte, fue un acto de atroz impiedad. No es sin causa justa, por lo tanto, que el profeta aumenta la culpa de la gente por esta consideraci�n, que al modo perverso de adorar a Dios, hab�an agregado una crueldad excesiva. Tampoco hay menos motivos para acusarlos de haber contaminado esa tierra de la cual Dios les hab�a ordenado que expulsaran a los antiguos habitantes, a fin de que �l pudiera convertirla en la escena peculiar donde deb�a ser adorado. Los israelitas entonces eran doblemente malvados, quienes, no solo contaminaron la tierra con su idolatr�a, sino que tambi�n sacrificaron cruelmente a sus hijos, robaron a Dios lo que les correspond�a y, de alguna manera, frustraron sus designios.

Versículo 39

39 Y estaban contaminados con sus propias obras. Ahora concluye afirmando, en general, que los jud�os, al adoptar las abominables pr�cticas de los paganos, se volvieron totalmente inmundos; porque en todos los dispositivos de los hombres no hay nada m�s que impureza. �l denomina como las obras de los hombres toda la adoraci�n falsa que dise�an sin la sanci�n divina; como si �l dijera, que la santidad, que est� realmente conectada con la adoraci�n a Dios, proviene de su palabra, y que todos los inventos y mezclas humanas en la religi�n son profanos y tienden a corromper el servicio de Dios. Sin duda, era la intenci�n de los israelitas servir a Dios, pero el Esp�ritu Santo declara que todo el fruto de su ardiente celo fue que se volvieron m�s abominables a la vista de Dios por sus obscenos inventos. Porque una adhesi�n estricta a la palabra de Dios constituye castidad espiritual.

Versículo 40

40. Y la ira de Jehov� se encendi�. La severidad del castigo infligido a las personas confirma la verdad de lo que dijimos anteriormente, que no hab�an sido culpables de ning�n delito trivial, al presumir que corromp�an la adoraci�n a Dios. Y ellos mismos mostraron cu�n desesperada fue su reforma, en el sentido de que todo esto todav�a no logr� llevarlos a arrepentirse verdaderamente de su pecado. Que el pueblo, que era la herencia sagrada y elegida de Dios, fuera entregado a las abominaciones de los paganos, que eran esclavos del demonio, era una horrible manifestaci�n de su ira vengativa. Entonces, al menos, deber�an haber aborrecido su propia maldad, por la cual hab�an sido precipitados en tan terribles calamidades. Al decir que fueron sometidos y afligidos por sus enemigos, el profeta se�ala, de una manera a�n m�s asombrosa, la bajeza de su conducta. Reducidos a un estado de esclavitud y opresi�n, su locura parece m�s vergonzosa, ya que no fueron verdaderamente humillados y humillados bajo la poderosa mano de Dios. Antes de esto, Mois�s les hab�a advertido que no hab�an ca�do casualmente en esa esclavitud tan irritante para ellos, ni hab�a sucedido por el valor de sus enemigos, sino porque fueron entregados y, por as� decirlo, vendido por Dios mismo. Que aquellos que se hab�an negado a llevar su yugo, deber�an ser entregados a los tiranos para hostigarlos y oprimirlos, y que aquellos que no soportar�an ser gobernados por el dominio paterno de Dios, deber�an ser sometidos por sus enemigos, para ser pisoteados bajo sus pies. , es un ejemplo sorprendente de la justicia retributiva de Dios.

Versículo 43

43. Muchas veces. Como la perversa perversidad del pueblo se manifest� en que los castigos severos de Dios no lograron producir su reforma, entonces, por otro lado, el profeta deduce la detestable dureza de sus corazones del hecho de que todos los beneficios que hab�an recibido de Dios no pod�a doblegarlos en obediencia. De hecho, en el momento de sus aflicciones, gimieron bajo la carga de ellos; pero cuando Dios no solo mitig� su castigo, sino que tambi�n les otorg� liberaciones maravillosas, �puede excusarse su posterior reincidencia? Nos toca tener en cuenta que aqu�, como en un vaso, tenemos una imagen de la naturaleza de toda la humanidad; porque permita que Dios adopte los mismos medios que emple� en relaci�n con los israelitas, para reclamar a la mayor�a de los hijos de los hombres, �cu�n comparativamente hay pocos que no se encuentren en el mismo estado en que se encontraban? Y si �l nos humilla por la severidad de su vara, o nos derrite por su amabilidad, el efecto es solo temporal; porque, a pesar de que nos visita con correcci�n tras correcci�n, y acumula amabilidad tras bondad, muy pronto recaemos en nuestras pr�cticas viciosas. En cuanto a los jud�os, su estupidez insensible era insufrible, ya que, a pesar de las muchas y magn�ficas liberaciones que Dios hizo por ellos, no cesaron de sus reincidencias. Porque el salmista dice que, sin embargo, provocaron a Dios con sus perversos inventos. Luego declara que recibieron una justa recompensa por ser oprimidos por su iniquidad. Adem�s, nos informa que, aunque eran los m�s merecedores de todas sus aflicciones, se escucharon sus gemidos; de donde aprendemos que Dios, en su bondad incansable, no dej� de luchar con ellos por su perversidad de esp�ritu.

�Qu� l�stima fue escuchar el grito de aquellos que hicieron o�dos sordos a sus sabias instrucciones, y que fueron independientemente de todas sus advertencias y amenazas? Y sin embargo, despu�s de toda esta paciencia y paciencia, sus corazones extremadamente depravados permanecieron sin cambios.

Versículo 45

45. Y record� que el hecho de que Dios sea consciente de su pacto se le asigna aqu� como la causa de su gran misericordia y paciencia. En ese pacto, no solo declara que hay un indulgente para las transgresiones, sino que tambi�n anuncia a la ceguera perversa de aquellos que no fueron tra�dos por tales remedios al pacto, en el que sab�an que su seguridad estaba puesta . Pero, sobre todo, los acusa de ingratitud; porque, al merecer perecer, no reconocieron que estaban en deuda con la misericordia de Dios solo para su preservaci�n. Esta observaci�n se ve reforzada por la siguiente cl�usula del vers�culo, en la que dice que Dios los hab�a salvado de acuerdo con la grandeza de sus misericordias. Para la grandeza del castigo que merec�an sus pecados, puede inferirse de los grandes tesoros de su amor. bondad, que Dios tuvo que abrir para procurar su redenci�n. La palabra arrepentirse no expresa ning�n cambio en Dios, sino solo en el modo de administrar sus correcciones. Puede parecer que Dios alter� su prop�sito, cuando mitiga el castigo, o retira su mano de ejecutar sus juicios. La Escritura, sin embargo, al acomodarse a nuestra capacidad d�bil y limitada, habla solo a la manera de los hombres.

Versículo 46

46. Y los hizo encontrar compasi�n Como hab�a dicho anteriormente, que los jud�os hab�an sido entregados en manos de sus enemigos, porque la ira de Dios era, como eran, armas a sus adversarios para someterlos; as� que ahora dice que el mismo Dios hab�a ablandado los corazones de estos mismos enemigos, quienes, por medios terribles y con gran crueldad, hab�an ejecutado su venganza sobre ellos. Como, entonces, los corazones de todos los hombres est�n completamente bajo el control de Dios, para endurecerlos o suavizarlos seg�n su placer soberano, as�, mientras su ira se encendi� contra su pueblo, sus enemigos al mismo tiempo tambi�n se inflamaron con un resentimiento implacable. hacia ellos. Pero en el momento en que su ira fue apaciguada, el fuego que sali� del horno de su juicio se extingui� y la crueldad de sus enemigos se convirti� en misericordia. Y que los enemigos, crueles y b�rbaros, comenzaran a amar y compadecer a quienes antes odiaban, fue un cambio tan asombroso como incre�ble, si no hubieran sido, por la amable providencia de Dios, de lobos transformados en corderos.

Versículo 47

47. �S�lvanos, Jehov� nuestro Dios! De la conclusi�n del salmo, es evidente, que fue compuesto durante la triste y calamitosa dispersi�n de la gente. Y aunque despu�s de los tiempos de Hageo y Malaqu�as, no aparecieron profetas famosos entre la gente, sin embargo, es probable que algunos de los sacerdotes estuvieran dotados del esp�ritu de profec�a, para poder dirigirlos a la fuente de donde podr�an recibir Todo el consuelo necesario. En mi opini�n, despu�s de que fueron dispersados ??por la tiran�a de Ant�oco, esta forma de oraci�n se adapt� a la exigencia de sus circunstancias existentes, en las que las personas, al reflexionar sobre su historia anterior, podr�an reconocer que sus padres hab�an, en maneras innumerables, provocaron a Dios a la ira, desde el momento en que los hab�a liberado. Porque era necesario que se humillaran por completo, para evitar que murmuraran contra las dispensaciones de Dios. Y viendo que Dios hab�a extendido el perd�n a sus padres aunque no lo merec�an, eso se calcul� para inspirarlos de aqu� en adelante con la esperanza del perd�n, siempre y cuando buscaran cuidadosamente y cordialmente reconciliarse con �l; y especialmente este es el caso, porque aqu� hay un recuerdo solemne del pacto, a trav�s de la fe de la cual podr�an acercarse a Dios, aunque su ira a�n no fue rechazada. Adem�s, como Dios los hab�a elegido para ser su pueblo peculiar, lo invocan para que re�na en un solo cuerpo a los miembros diseminados y sangrantes, seg�n la predicci�n de Mois�s:

�Si alguno de ustedes es expulsado a las partes m�s remotas del cielo, desde all� el Se�or su Dios los reunir�, y de all� los traer�, Deuteronomio 30:4

Esta predicci�n finalmente se cumpli�, cuando la multitud ampliamente separada se reuni� y creci� en la unidad de la fe. Porque aunque esa gente nunca recuper� su reino y pol�tica terrenales, sin embargo, ser injertados en el cuerpo de Cristo, era una reuni�n m�s preferible. Dondequiera que estuvieran, estaban unidos entre s�, y tambi�n a los conversos gentiles, por el v�nculo sagrado y espiritual de la fe, de modo que constitu�an una sola Iglesia, que se extend�a por toda la tierra. Se unen al fin contemplado por su redenci�n del cautiverio, es decir, para celebrar el nombre de Dios y emplearse continuamente en sus alabanzas.

Versículo 48

48. Bendito sea Jehov�, Dios de Israel El profeta aqu� regula las oraciones y los deseos de la gente de tal manera, en medio de su grave opresi�n, los cautivos abatidos no pueden dejar de rendir gracias a Dios; y este es un asunto que debe ser atendido cuidadosamente, porque, cuando se ve afectado por la adversidad, apenas hay uno entre cien que, con compostura de esp�ritu, se acerque a Dios; pero, por el contrario, traiciona el orgullo de su coraz�n por la manera descuidada e ins�pida en la que reza, o al derramar quejas sobre su condici�n afligida. Pero la �nica forma en que podemos esperar que Dios preste un o�do favorable a la voz de nuestras s�plicas es, en el esp�ritu de mansedumbre, someterse a sus correcciones, y pacientemente llevar la cruz que �l se complace en poner sobre nosotros. Es con gran propiedad entonces que el profeta exhorta a los cautivos afligidos a bendecir a Dios, incluso cuando los estaba castigando con considerable severidad. Es para el mismo prop�sito que se agrega, que la gente diga, Am�n; como si les estuviera ordenando a todos que aceptaran las alabanzas de Dios, aunque tanto en privado como en p�blico se vieron abrumados en un mar de problemas.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Psalms 106". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/psalms-106.html. 1840-57.