Bible Commentaries
Salmos 44

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

Versículo 1

1. �Oh Dios! Hemos escuchado con nuestros o�dos. El pueblo de Dios aqu� cuenta la bondad que hab�a manifestado anteriormente hacia sus padres, que, al mostrar la gran diferencia de su propia condici�n, pueden inducir a Dios a aliviar sus miserias. Comienzan declarando que no hablan de cosas desconocidas o dudosas, sino que relatan eventos, cuya verdad fue autenticada por testigos inaceptables. La expresi�n, que hemos escuchado con nuestros o�dos, no debe considerarse como una forma redundante de habla, sino una de gran peso. Est� dise�ado para se�alar que la gracia de Dios hacia sus padres era tan reconocida, que sin duda podr�a ser entretenida respet�ndola. Agregan que su conocimiento de estas cosas fue transmitido de una �poca a otra por quienes los presenciaron. No significa que sus padres, que hab�an sido criados fuera de Egipto, hab�an, mil quinientos a�os despu�s, declarado a su posteridad los beneficios que Dios les hab�a conferido. La importancia del lenguaje es que no solo la primera liberaci�n, sino tambi�n las otras obras que Dios hab�a realizado de vez en cuando en nombre de su pueblo, hab�an descendido, por as� decirlo, de una mano a otra. series ininterrumpidas, incluso a la �ltima edad. Como, por lo tanto, aquellos que, despu�s del lapso de muchas edades, se convirtieron en testigos y heraldos de la gracia que Dios hab�a ejercido hacia este pueblo, hablaron sobre el informe de la primera generaci�n, los fieles tienen la garant�a de decir, como lo hacen aqu�, que sus padres les han declarado lo que ciertamente sab�an, porque su conocimiento no se hab�a perdido debido a su antig�edad, sino que fue continuamente preservado por el recuerdo de los padres a los hijos. La suma del todo es que Dios hab�a manifestado su bondad hacia los hijos de Abraham, no solo durante diez o veinte a�os, sino que desde que los hab�a recibido a su favor, nunca hab�a dejado de otorgarles muestras continuas de Su gracia.

Versículo 2

2. Has expulsado a los paganos con tu mano. Esta es una ilustraci�n del verso anterior: porque el escritor inspirado a�n no se hab�a referido expresamente a esa obra de Dios, cuya fama hab�a sido preservada por sus padres. Por lo tanto, ahora agrega, que Dios con su propia mano expuls� a los paganos, para plantar en su habitaci�n a los hijos de Abraham: y que los desperdici� y los destruy�, para poder aumentar y multiplicar la simiente de Abraham. Compara a los antiguos habitantes de la tierra de Cana�n con los �rboles; porque, desde hace mucho tiempo la posesi�n del pa�s, hab�an echado ra�ces en �l. El cambio repentino, por lo tanto, que les hab�a sucedido, era como si un hombre arrancara �rboles por las ra�ces para plantar a otros en su lugar. Pero como no hubiera sido suficiente para que el pueblo antiguo de Dios se hubiera plantado al principio en el pa�s, aqu� se agrega otra met�fora, mediante la cual los fieles testifican que la bendici�n de Dios hab�a hecho que este pueblo elegido aumentara y se multiplicara, incluso a medida que un �rbol, extendiendo sus ra�ces y sus ramas a lo largo y ancho, gana a�n m�s fuerza en el lugar donde ha sido plantado. Adem�s, es necesario observar con qu� prop�sito es que los fieles aqu� magnifican esta manifestaci�n de la gracia de Dios. A menudo sucede que nuestros propios corazones nos sugieren motivos de desesperaci�n, cuando comenzamos a concluir que Dios nos ha rechazado, porque no contin�a otorg�ndonos los mismos beneficios que en su bondad dio a nuestros padres. Pero era totalmente inconsistente, que los fieles que dispon�an sus corazones para la oraci�n, debieran permitir tal obst�culo para evitar que ejerzan la confianza que es apropiada en la oraci�n. Admito libremente que cuanto m�s pensamos en los beneficios que Dios ha otorgado a otros, mayor es el dolor que experimentamos cuando no nos alivia en nuestras adversidades. Pero la fe nos dirige a otra conclusi�n, a saber, que debemos creer con seguridad que tambi�n a su debido tiempo experimentaremos alg�n alivio, ya que Dios contin�a igual. No puede haber ninguna raz�n para dudar, que los fieles ahora llaman a recordar las cosas que Dios hab�a hecho anteriormente para el bienestar de su Iglesia, con el fin de inspirar sus mentes con una esperanza m�s fuerte, como los hemos visto actuar de manera similar. al comienzo del vig�simo segundo salmo. No se limitan a establecer la comparaci�n, que tender�a a trazar una l�nea de separaci�n entre aquellos que en el pasado fueron preservados por el poder de Dios y aquellos que ahora trabajaban y gem�an bajo las aflicciones; pero m�s bien establecieron el pacto de Dios como el v�nculo de la santa alianza entre ellos y sus padres, para que pudieran concluir de esto, que cualquier cantidad de bondad que la Iglesia hab�a experimentado en cualquier momento en Dios tambi�n les pertenec�a. Al principio, de hecho, usan el lenguaje de la queja, preguntando por qu� es que el curso del favor paternal de Dios hacia su pueblo se interrumpe; pero de inmediato corrigen su error y toman valor de una nueva consideraci�n: la consideraci�n de que Dios, que los adopt� a ellos y a sus padres, es fiel e inmutable. Sin embargo, no es de extra�ar si los fieles, incluso en oraci�n, tienen en sus corazones buzos y afectos conflictivos. Pero el Esp�ritu Santo, que habita en ellos, al calmar la violencia de su dolor, apacigua todas sus quejas y los lleva a obedecer paciente y cordialmente. Adem�s, cuando aqu� dicen que sus padres les han declarado las liberaciones que Dios hab�a realizado en nombre de su Iglesia, lo que los padres hicieron a este respecto corresponde con el precepto de la ley, por el cual se orden� a los padres que ense�aran a sus hijos. . Y todos los fieles deben reflejar que Dios les ha ordenado el mismo cargo hasta el d�a de hoy. �l les comunica la doctrina de la salvaci�n, y la compromete a su cargo para este prop�sito: que puedan transmitirla a su posteridad y, tanto como en ellas mienten, tratar de extender su autoridad, para que su adoraci�n pueda ser preservada de edad a edad.

Versículo 3

3 Porque no obtuvieron la posesi�n de la tierra con su propia espada. Aqu� el escritor sagrado confirma por contraste lo que acaba de decir; porque si no obtuvieron la posesi�n de la tierra por su propio poder y habilidad, se deduce que fueron plantados en ella por la mano de otro. La multitud de hombres que salieron de Egipto fue muy grande; pero al no estar entrenados para el arte de la guerra, y acostumbrados solo a las obras serviles, pronto habr�an sido derrotados por sus enemigos, que los superaron en n�mero y fuerza. En resumen, no hab�a signos evidentes de querer que la gente conociera tanto su propia debilidad como el poder de Dios; de modo que ten�an el deber obligado de confesar que la tierra no hab�a sido conquistada por su propia espada, y tambi�n, que era la mano de Dios la que los hab�a preservado. El salmista, no contento con mencionar su mano derecha, agrega su brazo para amplificar el asunto y darle mayor peso a su discurso, para que sepamos que fueron preservados de una manera maravillosa, y no por ning�n medio ordinario. Aqu� se toma la luz de tu semblante, como en otros lugares, para la manifestaci�n del favor divino. Como, por un lado, cuando Dios nos est� afligiendo severamente, parece fruncirnos el ce�o y cubrir su rostro con espesas nubes; as�, por otro lado, cuando los israelitas, sostenidos por su poder, derrocaron a sus enemigos sin gran dificultad, y los persiguieron en todas las direcciones, lejos y cerca, se dice que vieron el rostro de Dios sereno y pl�cido, solo como si se hubiera manifestado de manera visible cerca de ellos. Aqu� es necesario observar el modo de razonamiento que emplea el profeta, cuando argumenta que es por el don gratuito de Dios que la gente obtuvo la tierra en herencia, ya que no la hab�an adquirido por su propio poder. Entonces, realmente comenzamos a ceder ante Dios lo que le pertenece, cuando consideramos cu�n in�til es nuestra propia fuerza. Y ciertamente, la raz�n por la cual los hombres, por desd�n, ocultan y olvidan los beneficios que Dios les ha conferido, debe ser debido a una imaginaci�n enga�osa, que los lleva a arrogarse algo a s� mismos como propiamente. El mejor medio, por lo tanto, de abrigar habitualmente en nosotros un esp�ritu de gratitud hacia Dios, es expulsar de nuestras mentes esta tonta opini�n de nuestra propia capacidad. Todav�a hay en la parte final del vers�culo otra expresi�n, que contiene un testimonio m�s ilustre de la gracia de Dios, cuando el salmista resuelve el todo en la buena voluntad de Dios: ten�as un favor para ellos. El profeta no supone ning�n valor en la persona de Abraham, ni imagina ning�n desierto en su posteridad, por lo que Dios trat� tan generosamente con ellos, sino que atribuye el todo al buen placer de Dios. Sus palabras parecen estar tomadas de la solemne declaraci�n de Mois�s:

�El Se�or no puso su amor sobre ti, ni te eligi�, porque eras m�s en n�mero que cualquier otra persona; (porque eras la menor cantidad de todas las personas;) pero porque el Se�or te amaba �( Deuteronomio 7:7.)

Aqu� se hace menci�n especial de la tierra de Cana�n; pero el profeta ha declarado el principio general de por qu� Dios se comprometi� a reconocer a esa gente por su reba�o y su herencia peculiar. Y ciertamente, la fuente y el origen de la Iglesia es el amor libre de Dios; y cualquier beneficio que �l otorgue a su Iglesia, todos proceden de la misma fuente. Por lo tanto, la raz�n por la cual estamos reunidos en la Iglesia, y somos nutridos y defendidos por la mano de Dios, es solo para ser buscados en Dios. Tampoco trata aqu� el Salmista de la benevolencia general de Dios, que se extiende a toda la raza humana; pero discute la diferencia que existe entre los elegidos y el resto del mundo; y la causa de esta diferencia se refiere aqu� al mero buen placer de Dios.

Versículo 4

4. �T�, incluso t�, eres mi Rey, oh Dios! En este vers�culo, los fieles expresan a�n m�s claramente lo que ya he aludido un poco antes, a saber, que la bondad de Dios no solo era aparente en la liberaci�n de su pueblo, sino que tambi�n flu�a sobre ellos en sucesi�n continua de era en era; y por eso se dice: T�, incluso t�, eres mi Rey. A mi juicio, el pronombre demostrativo ???, hu, importa tanto como si el profeta hubiera reunido una larga serie de los beneficios de Dios. despu�s de la primera liberaci�n; para que parezca que Dios, que una vez fue el libertador de su pueblo, no se mostr� de otra manera hacia su posteridad: a menos, tal vez, podr�a considerarse como enf�tico y empleado con el prop�sito de afirmar lo dicho. m�s fuertemente, a saber, que los fieles alaban a Dios solo como el guardi�n de su bienestar, excluyendo a todos los dem�s, y renunciando a la ayuda de cualquier otra parte. Por lo tanto, tambi�n presentan la oraci�n, para que Dios ordene y env�e nuevas liberaciones a su pueblo; porque, como tiene en su poder innumerables medios de preservaci�n y liberaci�n, se dice que designa y env�a liberaciones como sus mensajeros donde sea que le parezca bueno.

Versículo 5

5. A trav�s de ti hemos empujado, o golpeado, con el cuerno a nuestros adversarios. (135) El profeta aqu� declara con respecto a qu� Dios se hab�a manifestado como el Rey de este pueblo. Lo hizo invirti�ndolos con tanta fuerza y ??poder, que todos sus enemigos ten�an miedo de ellos. La similitud, tomada de los toros, que �l usa aqu�, tiende a mostrar que hab�an sido dotados con m�s fuerza que la humana, por lo que se les permiti� asaltar, volcar y pisotear, todo lo que se les opuso. En Dios, y en el nombre de Dios, son de la misma importancia, solo la �ltima expresi�n denota que el pueblo hab�a salido victorioso, porque lucharon bajo la autoridad y direcci�n de Dios. Debe observarse que lo que hab�an dicho antes sobre sus padres, ahora se aplica a s� mismos, porque todav�a formaban parte del mismo cuerpo de la Iglesia.

Y hacen esto expresamente para inspirarse con confianza y coraje, porque si se hubieran separado de sus padres, esta distinci�n, en cierto sentido, habr�a interrumpido el curso de la gracia de Dios, de modo que hubiera dejado de fluir sobre ellos. . Pero ahora, dado que confiesan que cualquier cosa que Dios les haya conferido a sus padres que �l les haya otorgado, pueden desear audazmente que contin�e su trabajo. Al mismo tiempo, debe observarse nuevamente en este lugar, que, como he dicho un poco antes, la raz�n por la que atribuyen sus victorias por completo a Dios es que no pudieron llegar a tal consumaci�n por su cuenta. espada o su propio arco. Cuando se nos lleva a considerar cu�n grande es nuestra propia debilidad y cu�n in�tiles somos sin Dios, este contraste ilustra mucho m�s claramente la gracia de Dios. Nuevamente declaran (vers�culo 7) que fueron salvados por el poder de Dios, y que �l tambi�n los hab�a ahuyentado y avergonzado a sus enemigos.

Versículo 8

8. En Dios nos jactaremos (136) todo el d�a Esta es la conclusi�n de La primera parte del salmo. Para expresar el significado en pocas palabras, reconocen que, en todas las �pocas, la bondad de Dios hab�a sido tan grande hacia los hijos de Abraham, que les proporcion� un continuo asunto de acci�n de gracias. Como si la cosa todav�a estuviera presente a su vista, reconocen que, sin cesar, deber�an alabar a Dios, porque hab�an florecido y triunfado, no solo por una edad o por un corto per�odo de tiempo, sino porque ten�an continuaron haci�ndolo sucesivamente de edad en edad, (137) por cualquier prosperidad que les haya sucedido, lo atribuyen a la gracia de Dios. Y, ciertamente, es entonces cuando los hombres experimentan de la prosperidad que les acontece, una alegr�a santa y bien regulada, cuando estalla en las alabanzas de Dios. (138) Tengamos en cuenta, en primer lugar, que este vers�culo se relaciona con el tiempo de alegr�a y prosperidad en el que Dios manifest� su favor hacia su personas; en segundo lugar, que los fieles aqu� manifiestan que no son desagradecidos, ya que, dejando de lado toda jactancia vana, confiesan que todas las victorias por las cuales se hicieron grandes y reconocidos procedieron de Dios, y que fue solo por su poder que hasta ahora hab�an seguido existiendo y hab�an sido preservados con seguridad; y, en tercer lugar, que no solo se les hab�a brindado una o dos veces la alegr�a, sino que esto existi� durante mucho tiempo, en la medida en que Dios se hab�a manifestado hacia ellos, durante un per�odo largo e ininterrumpido, diversas pruebas y muestras de su favor paterno, de modo que la continuidad y, por as� decirlo, la larga experiencia que hab�an tenido de �l, deber�a haber sido el medio para confirmar su esperanza.

Versículo 9

9. Sin embargo, nos ha aborrecido Aqu� sigue una queja, en la que lamentan sus miserias actuales y su extrema calamidad. Aqu� se describe un cambio tal que demostr� no solo que Dios hab�a dejado de ejercer hacia ellos su favor acostumbrado, sino tambi�n que era abiertamente adverso y hostil con su pueblo. Primero, se quejan de que han sido rechazados por odio, porque tal es la importaci�n adecuada de la palabra ????, zanachta, que, junto con otros, he traducido aborrecido si, sin embargo, alguno preferir�a traducirlo para olvidar, o para ser rechazado, no tengo gran objeci�n. A continuaci�n, agregan que hab�an sido avergonzados, es decir, porque necesariamente debe seguir que todo deber�a ir mal con ellos cuando se les priva de la protecci�n de Dios. Declaran esto inmediatamente despu�s, cuando dicen que Dios ya no sale con sus ej�rcitos, sale como su l�der o abanderado cuando salen a la guerra.

Versículo 10

10. Nos has hecho volver atr�s del enemigo. Aqu� el pueblo de Dios se queja a�n m�s, de que los hab�a hecho huir ante sus enemigos, y los hab�a abandonado como presa para ser devorados por ellos. Como los santos creen firmemente que los hombres son fuertes y valientes solo en la medida en que Dios los defiende con su poder secreto, tambi�n concluyen que cuando los hombres huyen y son temblados, es Dios quien los golpea con terror. las pobres criaturas miserables carecen de raz�n, y tanto su habilidad como su coraje les fallan. La expresi�n aqu� utilizada est� tomada de la Ley, Deuteronomio 32:30, donde Mois�s dice:

"�C�mo deber�a uno perseguir a mil, y dos poner a diez mil a la fuga, excepto que su Roca los hab�a vendido, y el Se�or los hab�a encerrado?"

Los fieles, completamente persuadidos de esta verdad, no atribuyen a la fortuna el cambio que les hab�a sucedido, que aquellos que no sol�an atacar vigorosamente y sin miedo a sus enemigos, ahora estaban aterrorizados por su propia apariencia; pero se sienten seguros de que fue por la designaci�n del cielo que se sintieron as� desconcertados y huyeron ante sus enemigos. Y como antes confesaban que la fuerza que hab�an pose�do hasta ahora era el don de Dios, por lo que, por otro lado, tambi�n reconocen que el temor por el cual ahora est�n actuando les fue infligido como un castigo por Dios. Y cuando Dios los priv� de coraje, dicen que est�n expuestos a la voluntad de sus enemigos; porque en este sentido interpreto la palabra ???, lamo, que he traducido, para ellos mismos, a saber, que sus enemigos los destruyeron a su gusto y sin ninguna resistencia, como su presa.

Versículo 11

Con el mismo prop�sito es esa otra comparaci�n, (vers�culo 11) en la que dicen que fueron dados como ovejas para comida (141) Con esto el profeta intima, que ya vencidos antes de la batalla, cayeron, por as� decirlo, sobre la tierra antes que sus enemigos, listos para ser devorados por ellos, (142) y no es apto para otra cosa que gratificar su crueldad insaciable. Debe observarse que cuando los fieles representan a Dios como el autor de sus calamidades, no est� en la forma de murmurar contra �l, sino que pueden buscar con mayor confianza alivio, por as� decirlo, de la misma mano que hiri� y los hiri�. Ciertamente es imposible que aquellos que imputan sus miserias a la fortuna puedan recurrir sinceramente a Dios o buscar ayuda y salvaci�n de �l. Por lo tanto, si esperamos un remedio de Dios para nuestras miserias, debemos creer que no nos suceden por fortuna o por mera casualidad, sino que nos las inflige adecuadamente por su mano. Habiendo declarado que fueron abandonados a la voluntad de sus enemigos, agregan, al mismo tiempo, que estaban dispersos entre los paganos: una dispersi�n que era cien veces m�s grave para ellos que la muerte. Toda la gloria y la felicidad de ese pueblo consisti� en esto, que, unidos bajo un solo Dios y un Rey, formaron un cuerpo; y ese es el caso, era una se�al de que la maldici�n de Dios pesaba sobre ellos para mezclarse entre los paganos y dispersarse de un lado a otro como miembros rotos.

Versículo 12

12 Has vendido a tu pueblo y no te has enriquecido. Al decir que fueron vendidos sin ninguna ganancia, se entiende que fueron expuestos a la venta como esclavos que son despreciables y sin valor. Tambi�n en la segunda cl�usula, y no ha aumentado el precio de ellos, parece haber una alusi�n a la costumbre de exponer las cosas a subasta y venderlas al mejor postor. Sabemos que los esclavos que fueron vendidos no fueron entregados a los compradores hasta que el precio de ellos se increment� mediante una oferta. As�, los fieles quieren decir que fueron expulsados ??por ser totalmente in�tiles, por lo que su condici�n hab�a sido peor que la de cualquier esclavo. (143) Y como prefieren apelar a Dios que recurrir a sus enemigos, de cuyo orgullo y crueldad acaban de quejarse, aprendamos de esto, que no hay nada mejor o m�s ventajoso para nosotros en nuestra adversidad que dedicarnos a la meditaci�n sobre la providencia y el juicio de Dios. Cuando los hombres nos molestan, es sin duda el diablo quien los impulsa a hacerlo, y es con �l lo que tenemos que hacer; pero debemos, no obstante, plantear nuestros pensamientos a Dios mismo, para que podamos saber que somos probados y probados por �l, ya sea para castigarnos, para ejercer nuestra paciencia, para someter los deseos pecaminosos de nuestra carne o para humillarnos. nosotros y entrenarnos para la pr�ctica de la abnegaci�n. Y cuando escuchamos que los Padres que vivieron bajo la Ley fueron tratados de manera tan ignominiosa, no hay raz�n por la que debamos perder el coraje por cualquier indignaci�n o maltrato, si Dios en alg�n momento se re�ne para someternos a ella. Aqu� no se dice simplemente que Dios vendi� a algunas personas, sino que vendi� a su propia gente, como si su propia herencia no fuera estimada a su vista. Incluso en este d�a, en nuestras oraciones a�n podemos presentar la misma queja, siempre que, al mismo tiempo, hagamos uso de este ejemplo, con el prop�sito de apoyar y establecer nuestra fe, de modo que, por muy afligidos que seamos, nuestros corazones no pueden fallarnos. En Isa�as 52:3, Dios, usando la misma forma de discurso, dice que vendi� a su gente sin precio; pero debe entenderse en un sentido diferente, es decir, demostrar que no tendr� dificultades para redimirlos, porque no tiene ninguna obligaci�n con quienes los compraron y no recibi� nada de ellos a cambio.

Versículo 13

13 Nos has hecho un reproche a nuestros vecinos Aqu� el salmista habla de sus vecinos, que fueron todos actuados por alguna mala voluntad secreta o declararon enemistad a El pueblo de Dios. Y ciertamente sucede a menudo que ese vecindario, que deber�a ser el medio de preservar la amistad mutua, engendra toda discordia y conflicto. Pero hab�a una raz�n especial con respecto a los jud�os; porque hab�an tomado posesi�n del pa�s a pesar de todos los hombres, y su religi�n era odiosa hacia los dem�s, por as� decirlo, sirvi� como trompeta para provocar la guerra, e irrit� a sus vecinos con ira contra ellos. Muchos, tambi�n, apreciaban hacia ellos un sentimiento de celos, como los idumeos, que estaban inflados debido a su circuncisi�n, e imaginaban que tambi�n adoraban al Dios de Abraham y a los jud�os. Pero lo que result� ser la mayor calamidad para ellos fue que estaban expuestos al reproche y la burla de aquellos que los odiaban debido a su adoraci�n al Dios verdadero. Los fieles ilustran a�n m�s la grandeza de su calamidad por otra circunstancia, dici�ndonos, en la �ltima cl�usula del verso, que fueron recibidos por reproches por todos lados; porque estaban rodeados por sus enemigos, de modo que nunca hubieran disfrutado un momento de paz a menos que Dios los hubiera preservado milagrosamente. No, agregan a�n m�s lejos (vers�culo 14) que eran un proverbio, un sin�nimo o una broma, incluso entre las naciones que estaban lejos. La palabra ???, mashal, que se traduce como proverbio, podr�a tomarse en el sentido de una gran imprecaci�n o maldici�n, as� como de una palabra o broma; pero la sensaci�n ser� sustancialmente la misma, es decir, que no hab�a personas bajo el cielo detenidas con mayor odio, de tal manera que su propio nombre se usaba en todas partes en alusiones proverbiales, como un t�rmino de reproche. Con el mismo prop�sito tambi�n est� el meneo o sacudir la cabeza, que ocurre en Salmo 22, del cual ya hemos hablado. No puede haber ninguna duda de que los fieles reconocieron esto como infligido por la venganza de Dios, de lo cual se hizo menci�n en la Ley. Para despertarse ante la consideraci�n de los juicios de Dios, compararon cuidadosamente con las amenazas de Dios todos los castigos que �l les infligi�. Pero la Ley hab�a declarado de antemano, en t�rminos expresos, esta burla de los gentiles, que ahora relatan como algo que hab�a sucedido, ( Deuteronomio 28:3.) Adem�s, cuando se dice, entre los paganos, y entre la gente, la repetici�n es muy enf�tica y expresiva; porque era una cosa indecorosa e intolerable, que las naciones paganas presumieran atormentar con sus burlas al pueblo escogido de Dios, y vilipendiarlos por sus blasfemias a su gusto. Que el piadoso no se quej� de estas cosas sin causa es muy evidente en un pasaje en Cicero, en su oraci�n en defensa de Flaccus, en el que ese orador pagano, con su orgullo acostumbrado, se burla no menos de Dios que de los jud�os, afirmando que estaba perfectamente claro que eran una naci�n odiada por los dioses, en la medida en que lo hab�an hecho a menudo, y, por as� decirlo, de edad en edad, hab�an sido desperdiciados con tantas desgracias y al final sometidos a la esclavitud m�s miserable, y mantenido, por as� decirlo, bajo los pies de los romanos. (144)

Versículo 15

15 Mi reproche es diario ante m�. Las palabras hebreas ??????, col-hayom, significan todo el d�a y denotan una larga continuidad: pero pueden entenderse de dos maneras, ya sea para todo el d�a o para todo el d�a, desde la ma�ana hasta la tarde, o para Continua sucesi�n de d�as. Seg�n cualquiera de estas interpretaciones, el significado es que sus infortunios no tienen fin. En cuanto al cambio del n�mero del plural al singular, no es del todo inconsistente que lo que se dice en nombre de la Iglesia se pronuncie, por as� decirlo, en la persona de un hombre. Se agrega la raz�n por la que estaban tan abrumados por la verg�enza, que no se atrevieron a levantar los ojos y la cara, es decir, porque no ten�an respiro, sino que fueron sometidos sin cesar a la insolencia y el reproche de sus enemigos. Si se les hubiera permitido esconderse en alg�n rinc�n, podr�an haber soportado, tan bien como pudieron, sus calamidades en secreto; pero cuando sus enemigos los ridiculizaron abiertamente con la mayor insolencia, sirvi� para redoblar la herida infligida sobre ellos. Por lo tanto, se quejan de que sus calamidades se hab�an acumulado hasta tal punto, que se vieron obligados sin cesar a escuchar blasfemias y amargos reproches. Describen a sus enemigos con el ep�teto de los vengadores, un t�rmino que, entre los hebreos, denota barbaridad y crueldad, acompa�ado de orgullo, como hemos se�alado en el 8� Salmo.

Versículo 17

17 Todo esto nos ha sucedido, etc. Como ya le han atribuido a Dios todas las aflicciones que soportaron, si ahora deben decir que fueron afligidas inmerecidamente , ser�a lo mismo acusar a Dios de injusticia; y as�, lo que se habla aqu� ya no ser�a una oraci�n sagrada, sino m�s bien una blasfemia imp�a. Sin embargo, debe observarse que los fieles, aunque en sus adversidades no perciben ninguna raz�n obvia para ser tratados, sin embargo, tienen la seguridad de esto, y lo consideran como un principio fijo, que Dios tiene algo bueno. razones para tratarlos tan severamente. Al mismo tiempo, es apropiado observar que los piadosos no hablan en este lugar del pasado, sino que alegan su paciente resistencia, que no era una peque�a muestra de su piedad, ya que, de la manera m�s humilde, as� doblaron su cuello al yugo de Dios. Vemos c�mo la gran mayor�a de los hombres murmura y se preocupa obstinadamente contra Dios, como caballos refractarios que se enfurecen furiosamente contra sus amos y los golpean con los pies. Y, por lo tanto, sabemos que el hombre que, en la aflicci�n, se impone una restricci�n sagrada sobre s� mismo, para que no pueda ser arrastrado por la impaciencia del camino del deber, no ha logrado logros insignificantes en el temor de Dios. Es f�cil incluso para los hip�critas bendecir a Dios en el momento de su prosperidad; pero tan pronto como comienza a tratar con ellos apenas, se enfurecen contra �l. En consecuencia, los fieles declaran que, aunque tantas aflicciones que sufrieron tendieron a apartarlos del camino correcto, no olvidaron a Dios, sino que siempre lo sirvieron, incluso cuando no se mostr� favorable y misericordioso hacia ellos. Por lo tanto, no proclaman sus virtudes en un per�odo anterior y distante de su historia, sino que solo alegan que, incluso en medio de las aflicciones, mantuvieron firmemente el pacto de Dios. Es bien sabido que mucho antes de la persecuci�n de Ant�oco, hubo muchos abusos y corrupciones que provocaron la venganza de Dios contra ellos, de modo que, con respecto a ese per�odo, no ten�an motivos para jactarse de la integridad que se describe aqu�. Es cierto que, como veremos muy pronto, Dios los salv�, lo que demuestra que hab�an sido afectados m�s por su nombre que por sus propios pecados; pero la paciencia que Dios ejerci� hacia ellos a este respecto no fue suficiente para justificarles que se declararan exentos de culpa. Por lo tanto, debemos considerar que en este lugar no hacen nada m�s que alegar su propia paciencia, en el sentido de que, en medio de tales tentaciones penosas y duras, no se han apartado del servicio de Dios. En primer lugar, afirman: No nos hemos olvidado de ti, porque, de hecho, las aflicciones son, por as� decirlo, como tantas nubes que ocultan el cielo de nuestra vista, para que Dios pueda escapar f�cilmente de nuestro recuerdo, como si nosotros estaban muy lejos de �l. A�aden, en segundo lugar, que no hemos tratado falsamente en su pacto: porque, como he dicho, la maldad de los hombres se descubre m�s especialmente cuando son juzgados m�s severamente de lo que esperaban. En tercer lugar, declaran que su coraz�n no se ha vuelto atr�s y, por �ltimo, que sus pasos no han disminuido de los caminos de Dios. Como Dios nos invita diariamente, nuestros corazones deben estar siempre listos para avanzar en los caminos en los que nos llama. Por lo tanto, sigue la direcci�n de nuestros caminos; porque por nuestras obras externas, y por toda nuestra vida, testificamos que nuestro coraz�n est� fielmente dedicado a Dios. En lugar de la traducci�n, nuestros pasos tampoco han disminuido, lo que he dado, algunos sugieren otra lectura, que no est� exenta de cierto grado de plausibilidad, es decir, has hecho que nuestros pasos disminuyan; porque, en primer lugar, el t�rmino ??, tet, puede representarse as�; y, en segundo lugar, seg�n la disposici�n de las palabras, no hay nada negativo en esta cl�usula. En cuanto al significado, sin embargo, no estoy en absoluto en su opini�n; porque conectan este pasaje con el de Isa�as 63:17,

"Se�or, �por qu� nos has hecho errar de tus caminos?"

La queja que se hace aqu� equivale m�s bien a esto: que los fieles son como pobres criaturas miserables que deambulan en lugares des�rticos, al ver que Dios les hab�a retirado la mano. La expresi�n, Los caminos de Dios, no siempre se refiere a la doctrina, sino a veces a eventos pr�speros y deseables.

Versículo 19

19 Aunque nos has roto en lugar de dragones. En hebreo es, porque nos has quebrantado, etc .; pero la part�cula causal, ??, ki, seg�n el idioma del idioma hebreo, a menudo se toma en el sentido de aunque o cu�ndo. (146) Y ciertamente debe ser as� representado en este lugar, porque estos tres vers�culos est�n conectados, y la oraci�n est� incompleta hasta el final de las palabras, porque �l conoce los secretos del coraz�n. Los fieles repiten en gran medida lo que ya hemos visto, a saber, que aunque se sumergieron en la mayor profundidad de las miserias, continuaron firmes en su resoluci�n y en la forma correcta. Si consideramos las circunstancias angustiosas en las que se colocaron, no nos parecer� un modo de hablar hiperb�lico, cuando dicen que se rompieron incluso en las profundidades del mar; porque por el lugar de los dragones no entiendo los desiertos y los lugares solitarios, sino los abismos m�s profundos del mar. En consecuencia, la palabra ????, tannim, que otros traducen dragones, (147) Prefiero representar ballenas, (148) como tambi�n se entiende en muchos otros lugares. Esta interpretaci�n es obviamente confirmada por la siguiente cl�usula, en la que se quejan de que hab�an sido cubiertos con la sombra de la muerte, lo que implica que fueron tragados de la muerte misma. Sin embargo, recordemos que, en estas palabras, el Esp�ritu Santo nos dicta una forma de oraci�n; y que, por lo tanto, estamos obligados a cultivar un esp�ritu de invencible fortaleza y coraje, que puede servir para sostenernos bajo el peso de todas las calamidades que seamos llamados a soportar, para que podamos testificar de una verdad, que incluso cuando se reduce al extremo de la desesperaci�n, nunca hemos dejado de confiar en Dios; que ninguna tentaci�n, por inesperada que sea, podr�a expulsar su miedo de nuestros corazones; y, en fin, que nunca nos sentimos tan abrumados por la carga de nuestras aflicciones, por grandiosas que fueran, como para no tener nuestros ojos siempre dirigidos a �l. Pero es apropiado para nosotros notar a�n m�s particularmente el estilo de hablar aqu� empleado por los fieles. Para demostrar que todav�a continuaron firmemente en el servicio puro de Dios, afirman que no han alzado sus corazones o sus manos a nadie m�s que al Dios de Israel solo. No hubiera sido suficiente para ellos haber apreciado alguna noci�n confusa de la Deidad: era necesario que recibieran en su pureza la verdadera religi�n. Incluso aquellos que murmuran contra Dios pueden verse obligados a reconocer algo de Divinidad; pero se enmarcan para s� mismos un dios seg�n su propio placer. Y este es un artificio del diablo, quien, debido a que no puede erradicar de nuestros corazones todo sentido de religi�n, se esfuerza por derrocar nuestra fe, sugiriendo a nuestras mentes estos dispositivos: que debemos buscar a otro Dios; o que el Dios a quien hemos servido hasta ahora debe ser apaciguado de otra manera; o de lo contrario, la seguridad de su favor debe buscarse en otro lugar que no sea la Ley y el Evangelio. Como, por lo tanto, es mucho m�s dif�cil para los hombres, en medio de las sacudidas y las olas de adversidad, continuar firmes y tranquilos en la verdadera fe, debemos observar cuidadosamente la protesta que hacen los Santos Padres aqu�, que incluso cuando se reduce a Sin embargo, el extremo m�s bajo de angustia por calamidades de todo tipo, no dejaron de confiar en el Dios verdadero.

Esto lo expresan a�n m�s claramente en la siguiente cl�usula, en la que dicen: No hemos extendido nuestras manos (149) a un dios extra�o. Con estas palabras, intiman que, contentos solo con Dios, no sufrieron sus esperanzas de dividirse en diferentes objetos, ni miraron a su alrededor en busca de otros medios de ayuda. Por lo tanto, aprendemos que aquellos cuyos corazones est�n divididos y distra�dos por diversas expectativas se olvidan del Dios verdadero, a quien no le otorgamos el honor que se le debe, si no descansamos con confianza solo en �l. Y ciertamente, en el verdadero y leg�timo servicio de Dios, la fe y la s�plica que deriva de ella ocupan el primer lugar: porque somos culpables de privarlo de la parte principal de su gloria, cuando buscamos aparte de �l en lo m�s m�nimo nuestro Bienestar propio. Tengamos en cuenta que es una verdadera prueba de nuestra piedad cuando, al sumergirnos en las profundidades m�s bajas de los desastres, levantamos nuestros ojos, nuestras esperanzas y nuestras oraciones, solo a Dios. Y solo sirve para demostrar de manera m�s convincente y clara la impiedad de Popery cuando, despu�s de haber confesado su fe en el �nico Dios verdadero con la boca, sus rotativos degradan su gloria al momento siguiente al atribuirla a objetos creados. De hecho, se disculpan alegando que al recurrir a San Crist�bal y otros santos de su propia creaci�n, no reclaman para ellos el rango de Deidad, sino que solo los emplean como intercesores con Dios para obtener su favor. Sin embargo, es bien sabido por todos, que la forma de las oraciones que dirigen a los santos, (150) no es en ning�n aspecto diferente de aquellos oraciones que presentan a Dios. Adem�s, aunque deber�amos cederles este punto, seguir� siendo una excusa fr�vola fingir que est�n buscando defensores o intercesores por s� mismos. Esto es tanto como para decir que Cristo no es suficiente para ellos, o m�s bien, que su oficio est� totalmente perdido de vista entre ellos. Adem�s, debemos observar cuidadosamente el alcance de este pasaje. Los fieles declaran que no extendieron sus manos a otros dioses, porque es un error demasiado com�n entre los hombres abandonar a Dios y buscar otros medios de alivio cuando descubren que sus aflicciones contin�an oprimi�ndolos. Mientras seamos amados y afectuosamente tratados de Dios, recurriremos a �l, pero tan pronto como se presente cualquier adversidad comenzamos a dudar. Y si estamos presionados a�n m�s, o si nuestras aflicciones no tienen fin, la continuidad de ellas nos tienta a la desesperaci�n; y la desesperaci�n genera varios tipos de falsa confianza. De ah� surge una multitud de nuevos dioses enmarcados seg�n la fantas�a de los hombres. Del levantamiento de las manos hemos hablado en otra parte.

Versículo 21

21 �No deber�a Dios buscar esto? Tenemos aqu� una protesta solemne y enf�tica, en la que el pueblo de Dios se atreve a apelar ante �l como juez de su integridad y rectitud. De esto se deduce que no defendieron abiertamente su causa ante los hombres, sino que se comunicaron consigo mismos como si hubieran estado ante el tribunal de Dios; y adem�s, como muestra de una confianza a�n mayor, agregan que nada est� oculto a Dios. �Por qu� los hip�critas a menudo llaman a Dios a testificar, si no es porque imaginan que, al ocultar su maldad bajo un disfraz enga�oso, han escapado del juicio de Dios? y as� representar�an que el car�cter de Dios es diferente de lo que es, como si por sus enga�os pudieran deslumbrar sus ojos. Cuando, por lo tanto, venimos ante Dios, recordemos al mismo tiempo, que no hay nada que ganar con una vana pretensi�n en su presencia, en la medida en que conoce el coraz�n.

Versículo 22

22 Seguramente por tu bien nos matan todo el d�a. Aqu� los fieles exigen otra raz�n por la cual Dios debe mostrarles misericordia, es decir, que est�n sujetos a sufrimientos no por cr�menes cometidos por ellos mismos, sino simplemente porque los imp�os, desde el odio hasta el nombre de Dios, se oponen a ellos. "Esto", puede decirse, "parece a primera vista una queja tonta, porque la respuesta que S�crates le dio a su esposa fue aparentemente m�s adecuada para el prop�sito, cuando, al lamentarse de que estaba a punto de morir injustamente, (153) la reproch� diciendo que era mejor para �l morir inocentemente que por culpa suya. E incluso el consuelo que Cristo expone

�Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,� Mateo 5:10,

parece diferir ampliamente del lenguaje aqu� expresado por el pueblo de Dios. Tambi�n parece opuesto a lo que dice Peter:

�Sin embargo, si alg�n hombre sufre como cristiano, no se averg�ence; pero que glorifique a Dios en este nombre ". 1 Pedro 4:16,

"A esto respondo, que aunque es el mayor alivio de nuestra tristeza que la causa por la que sufrimos es com�n a nosotros con Cristo mismo, sin embargo, no es en vano ni fuera de lugar que los fieles aqu� suplican a Dios que ellos sufrir injustamente por su bien, a fin de que pueda ponerse m�s en�rgicamente en su defensa. Es correcto que respete el mantenimiento de su gloria, que los malvados se esfuerzan por derrocar, cuando persiguen insolentemente a los que le sirven. Y de esto parece m�s claro que este salmo fue compuesto cuando la gente languideci� en cautiverio, o cuando Ant�oco arras� la Iglesia, porque la religi�n era en ese momento la causa del sufrimiento. Los babilonios se enfurecieron por la constancia del pueblo, cuando percibieron que todo el cuerpo de los jud�os, vencidos y derrotados como estaban, no cesaron por ese motivo para condenar las supersticiones del pa�s; y la ira de Ant�oco estaba totalmente inclinada a extinguir por completo el nombre de Dios. Adem�s, lo que hizo que la cosa pareciera m�s extra�a y dif�cil de soportar fue que Dios, lejos de reprimir la insolencia y los males infligidos por los malvados, los dej�, por el contrario, continuar en su crueldad, y les dio, como eran, riendas sueltas. En consecuencia, los piadosos declaran que los matan durante todo el d�a y que no se los considera m�s valiosos que las ovejas para el sacrificio. Sin embargo, siempre es apropiado tener en cuenta lo que ya he comentado, que no lo fueron tanto. libre de toda culpa, ya que Dios, al afligirlos, no puede castigarlos justamente por sus pecados. Pero mientras que en su incomparable bondad perdona por completo todos nuestros pecados, a�n nos permite estar expuestos a persecuciones inmerecidas, para que podamos glorificarnos con mayor rapidez al llevar la cruz con Cristo, y as� participar de �l en su bendita resurrecci�n. Ya hemos dicho que no hab�a otra raz�n por la cual la ira del enemigo estaba tan inflamada contra ellos, sino que el pueblo no se rebelar�a de la ley y renunciar�a a la adoraci�n del Dios verdadero. Ahora nos queda aplicar esta doctrina a nuestras propias circunstancias; y, primero, consideremos que nos convertimos, despu�s del ejemplo de los padres, en someternos pacientemente a las aflicciones por las cuales es necesario sellar la confesi�n de nuestra fe; y, en segundo lugar, que incluso en las aflicciones m�s profundas debemos continuar invocando el nombre de Dios y permanecer en su temor. Sin embargo, Pablo, en su Ep�stola a los Romanos, cap�tulo 8:36, contin�a a�n m�s lejos; porque cita esto no solo a modo de ejemplo, sino que tambi�n afirma que aqu� se describe la condici�n de la Iglesia en todas las edades. Por lo tanto, entonces, debemos considerarlo como un punto establecido, que un estado de guerra continua al llevar la cruz se nos impone por designaci�n divina. A veces, es cierto, se nos puede otorgar una tregua o un respiro; Dios tiene compasi�n de nuestra enfermedad: aunque la espada de persecuci�n no siempre est� desenvainada contra nosotros, sin embargo, como somos miembros de Cristo, nos corresponde estar siempre preparados para llevar la cruz con �l. Por lo tanto, para que la severidad de la cruz no nos desanime, tengamos siempre presente a nuestra vista esta condici�n de la Iglesia, que a medida que somos adoptados en Cristo, somos nombrados para la matanza. Si no hacemos esto, nos ocurrir� lo mismo que le sucede a muchos ap�statas; porque, a su juicio, es un estado demasiado severo y miserable, incluso mientras viven, para morir continuamente, para estar expuestos a la burla de los dem�s, y para no tener un momento libre de miedo, para librarse de esa necesidad ellos vergonzosamente abandonan y niegan a Cristo. Para, por lo tanto, que el cansancio, o el temor a la cruz, no pueda arrancar de nuestros corazones la verdadera piedad, reflexionemos continuamente sobre esto, que nos corresponde beber la copa que Dios pone en nuestras manos, y que nadie Puede ser un cristiano que no se dedique a Dios.

Versículo 23

23 �Lev�ntate, oh Se�or! �Por qu� duermes? Aqu� los santos desean que Dios, teniendo piedad de ellos, finalmente les env�e ayuda y liberaci�n. Aunque Dios permite que los santos le rueguen de esta manera balbuceante, cuando en sus oraciones desean que �l se levante o despierte; sin embargo, es necesario que est�n completamente persuadidos de que �l vela por su seguridad y defensa. Debemos protegernos contra la noci�n de Epicuro, quien se enmarca a s� mismo como un dios que, teniendo su morada en el cielo, (154) se deleitaba en la ociosidad y el placer. Pero como la insensibilidad de nuestra naturaleza es tan grande, que no comprendemos de inmediato el cuidado que Dios tiene de nosotros, los piadosos aqu� solicitan que est� complacido de dar alguna evidencia de que no los olvid� ni tard� en ayudar ellos. De hecho, debemos creer firmemente que Dios deja de no mirarnos, aunque parece que no lo hace; sin embargo, como tal una garant�a es de fe, y no de la carne, es decir, no es natural para nosotros, (155) los fieles expresan familiarmente ante Dios a este sentimiento contrario, que conciben desde el estado de las cosas tal como se presenta a su vista; y al hacerlo, descargan de sus senos esas afecciones morbosas que pertenecen a la corrupci�n de nuestra naturaleza, como consecuencia de lo cual la fe brilla en su car�cter puro y nativo. Si se objeta, esa oraci�n, que nada es m�s sagrado, se contamina, cuando se mezcla con ella una imaginaci�n perversa de la carne, confieso que esto es cierto; pero al usar esta libertad, que el Se�or nos garantiza, consideremos que, en su bondad y misericordia, por la cual nos sostiene, borra esta falla, para que nuestras oraciones no se contaminen.

Versículo 25

25 Porque nuestra alma es humillada hasta el polvo El pueblo de Dios deplora nuevamente la grandeza de sus calamidades, y para que Dios est� m�s dispuesto a ayudarlos , le declaran que est�n afligidos de ninguna manera ordinaria. Por las met�foras que emplean aqu�, significan no solo que son derribados, sino tambi�n que son aplastados y puestos sobre la tierra, para que no puedan volver a levantarse. Algunos toman la palabra alma para el cuerpo, para que haya en este verso una repetici�n del mismo sentimiento; pero preferir�a tomarlo por la parte en que consiste la vida del hombre; como si hubieran dicho: Somos arrojados a la tierra y nos postramos boca abajo, sin ninguna esperanza de volver a levantarnos. Despu�s de esta queja, se unen a una oraci�n (vers�culo 26) para que Dios se levante por su ayuda. Por la palabra redimir no significan ayuda ordinaria, ya que no hab�a otro medio de asegurar su preservaci�n sino redimirlos. Y sin embargo, no puede haber ninguna duda de que fueron empleados diligentemente para meditar sobre la gran redenci�n de la cual todas las liberaciones que Dios est� efectuando diariamente en nuestro nombre, cuando nos defiende de los peligros por diversos medios, fluyen como corrientes de su fuente. En una parte anterior del salmo, se hab�an jactado de la firmeza de su fe; pero para mostrarnos que, al usar este lenguaje, no se jactaban de sus propios m�ritos, no reclaman aqu� alguna recompensa por lo que hab�an hecho y sufrido por Dios. Est�n contentos de atribuir su salvaci�n a la bondad inmerecida de Dios como la �nica causa de ello.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Psalms 44". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/psalms-44.html. 1840-57.