Bible Commentaries
1 Corintios 12

Gran Comentario Bíblico de LapideComentario de Lapide

Versículo 1

No quiero que seas ignorante. Y por lo tanto procede a darles ense�anza acerca de ellos.

Versículos 1-31

CAP�TULO 12

SINOPSIS DEL CAPITULO

En este Cap�tulo y en los dos siguientes, S. Pablo habla de los dones y gracias cristianos. En este cap�tulo se�ala

i. Que los dones son diversamente distribuidos por el Esp�ritu Santo.

ii. Para mostrar esto toma una ilustraci�n del cuerpo humano, el cual, aunque es uno, tiene muchos miembros diferentes, y concluye que cada uno en la Iglesia debe contentarse con la gracia que le ha sido dada y la posici�n en la que est�. puesto, y use sus dones para el bien com�n, para que todos, como miembros del mismo cuerpo, puedan ayudarse y cuidarse unos a otros (v. 12).

iii. Luego declara que Dios ha provisto a Su Iglesia con diferentes clases de hombres, de modo que algunos son ap�stoles, algunos profetas, algunos maestros, etc. (Ver. 28).

En este cap�tulo S. Pablo trata de dones tales como profec�a, lenguas y poderes de curaci�n, etc. En el comienzo de la Iglesia, estos dones fueron otorgados abundantemente a los fieles por el Esp�ritu Santo, as� como lo fueron a los Ap�stoles en el d�a de Pentecost�s. La ocasi�n de su trato con estos fue la forma en que los corintios se enorgullec�an de estos dones: uno pon�a un valor exorbitante a un don, otro a otro, y algunos se mortificaban por no recibir algunos dones que ve�an que otros ten�an. El Ap�stol, por tanto, establece cu�l es la naturaleza e importancia de estos dones, y la manera de su uso.

Versículo 2

Sab�is que erais gentiles , etc. Fuisteis conducidos como esclavos, por la costumbre, por las instituciones de vuestros antepasados, por la tradici�n religiosa y por la agencia diab�lica a estos �dolos mudos. Para el hebra�smo en el empleo del participio en lugar del verbo finito, cf. ROM. xi1 11. Acordaos, dice, oh Corintios, que cuando erais gentiles adorabais �dolos, como palos y piedras que no tienen aliento, sentimiento, palabra, ni fuerza alguna, y mucho menos pueden dar tales cosas. a sus adoradores.

Pero ahora que se han convertido en cristianos, pueden adorar a Dios, que es esp�ritu puro, lleno de toda gracia y sabidur�a, y derrama estos mismos dones espirituales abundantemente sobre ustedes, seg�n experimentan diariamente. Reconoced, pues, la gracia que Cristo os ha concedido, la casualidad obrada en vosotros, y adorad a Cristo, autor de todo esto, junto con el Esp�ritu Santo.

Versículo 3

Por lo cual... nadie ... llama anatema a Jes�s . El "por qu�" muestra que este vers�culo es una conclusi�n del anterior y lo explica. Os he recordado, dice, vuestra anterior condici�n de gentiles, y de vuestros �dolos mudos, para que pod�is apreciar debidamente la grandeza de vuestra vocaci�n, y la gracia del Esp�ritu Santo dada en vuestro bautismo, por la cual ya no invoqu�is a los �dolos mudos, sino a Cristo y al Esp�ritu Santo, y recibid de ellos el don de lenguas, etc.

, para que sep�is cu�n lleno de elocuencia y energ�a, comparado con vuestros �dolos mudos, est� el Esp�ritu Santo que os hace elocuentes en la sabidur�a divina. Reconoced, pues, el poder del Esp�ritu Santo, y no discut�is m�s sobre sus dones, ya que los ten�is del Esp�ritu Santo, que distribuye sus dones como quiere. No se entristezca el que ha recibido menos, ni se envanezca el que ha recibido m�s. As� Cris�stomo.

Nadie que hable por el Esp�ritu de Dios llama anatema a Jes�s. Nadie execra o blasfema a Jes�s si tiene el Esp�ritu de Dios. M�s bien lo reconoce y lo invoca, como autor de la gracia que ha recibido, de su salvaci�n y de todos los dones espirituales. S. Paul usa la figura de la meiosis, y deja el resto para que se entienda.

Obs�rvese que San Pablo dice esto a los corintios, en parte por los jud�os, que hasta el d�a de hoy se declara que dicen en sus sinagogas, dice Cayetano: "Maldito sea Jes�s y los cristianos"; en parte, tambi�n, y m�s a�n, a causa de los gentiles, entre los cuales viv�an los corintios. Ellos y sus poetas, y especialmente sus sacerdotes, ten�an la costumbre de execrar a Jes�s. Adem�s, por esto los gobernantes gentiles probaron si alguno era cristiano o no.

Les ordenar�an maldecir a Cristo, como dice Plinio, que �l hab�a ordenado ( Ep. ad Traj ): " Me trajeron una lista con los nombres de muchos que fueron acusados ??de ser cristianos. Niegan que lo sean o alguna vez Eran cristianos En mi presencia invocaron a los dioses, y quemaron incienso, y derramaron una libaci�n de vino a tu imagen, que yo hab�a mandado traer entre las estatuas de los dioses.

Adem�s, maldijeron a Cristo; y se dice que los que son cristianos desnudos no pueden ser obligados de ninguna manera a hacer ninguna de estas cosas. Pens�, por lo tanto, que deb�an ser despedidos. Otros dijeron que hab�an sido cristianos, pero que ahora hab�an dejado de serlo; todos rindieron honor a tu imagen y a las im�genes de los dioses, y maldijeron a Cristo �.

Nadie puede decir que Jes�s es el Se�or sino por el Esp�ritu Santo. El Ap�stol establece un contraste entre llamar a Jes�s anatema y llamarlo Se�or. Nadie puede reconocer, creer, invocar y predicar a Jes�s como Se�or, y profesar la fe en �l como debe y como es necesario para la salvaci�n, sino en el Esp�ritu Santo, es decir , por medio del Esp�ritu Santo. Porque la fe, la esperanza y la oraci�n son sus dones.

San Pablo no niega con esto que los incr�dulos, bajo la influencia ordinaria s�lo de Dios, puedan profesar el nombre de Jes�s, o tener buenos pensamientos acerca de �l, sino que nadie sin la gracia de Cristo y del Esp�ritu Santo puede con verdad la fe y el afecto piadoso invocan a Jes�s como Se�or con fervor y coraz�n, y confiesan que es nuestro Redentor; o incluso decir en su coraz�n, o pensar en �l cualquier cosa que en su rango y orden confiera y disponga al perd�n de los pecados, la gracia y la bienaventuranza eterna.

As� dicen Ambrosio y Anselmo. Esto aparece por el hecho de que se dirige a los fieles de Corinto, y reprende el orgullo que ten�an en sus dones y gracias, sobre la base de que tienen su fe y todos sus dones, no de s� mismos, sino del Esp�ritu Santo. Estos dones, pues, quiere decir, no son vuestros, ni pod�is ni siquiera invocar a Jes�s por vosotros mismos; pero conocerlo e invocarlo son don del Esp�ritu Santo

Versículo 4

Ahora hay diversidad de dones. Una gracia se da a uno, otra a otro, pero todas proceden del mismo Esp�ritu. versi�n 5. Y hay diferencias de administraciones . Hay diferentes clases de ministerios sagrados distribuidos por el mismo Se�or, de quien como Dios y por quien como hombre los recibimos, de modo que �l es ministrado de diferentes maneras por diferentes personas. Entonces Anselmo.

Versículo 6

Y hay diversidad de operaciones , &c. Obs�rvese 1. que el Ap�stol asigna dones al Esp�ritu Santo, fuente de bondad; ministerios al Hijo, como Se�or; operaciones al Padre, como primer principio de todas las cosas. As� Teofilacto y Anselmo.

2. Los dones de los que aqu� se habla son los que a veces se llaman "gracias dadas gratuitamente"; los ministerios son los diversos oficios de la Iglesia, como el diaconado, el episcopado y el cuidado de los pobres; las operaciones son poderes milagrosos, como el exorcismo de los demonios, la curaci�n de los enfermos, la resurrecci�n de los muertos. La palabra operaciones se explica en el ver. 10 al ser ampliado a "obra de milagros", que Erasmo traduce como "obra de poderes". El griego ??????? es estrictamente poder, fuerza, habilidad, y ????????? , trabajar ????????? , trabajo.

Pero ser� m�s satisfactorio decir que el Ap�stol llama a todas las gracias dadas gratuitamente (1.) gracias, porque se dan gratuitamente; (2.) ministerios, porque por ellos cada uno ministraba a la Iglesia; (3.) operaciones, porque por ellas los fieles recibieron del Esp�ritu Santo un poder maravilloso para decir y hacer cosas que sobrepasan el poder de la naturaleza. Estas gracias son obra del Esp�ritu Santo igualmente con el Padre y el Hijo; porque todas las obras exteriores, como dicen los te�logos, es decir, todas las que proceden de las cosas creadas, son comunes a las Tres Personas; sin embargo, como obras, est�n debidamente asignadas al Padre, como ministerios al Hijo, como gracias al Esp�ritu Santo.

que obra todo en todo. 1. Dios obra todo en la naturaleza trabajando eficazmente con causas segundas, como ense�an los te�logos en oposici�n a Gabriel Biel. As� Dios trae todas las bendiciones de la naturaleza y de la buena fortuna. Que uno sea pobre, otro rico debe atribuirse al consejo y voluntad de Dios. Cf. S. Cris�stomo ( Hom. 29 Moral ).

2. Dios obra todas las cosas sobrenaturales, tanto las gracias que hacen al hombre agradable a Dios como las gracias a las que se refiere aqu� el Ap�stol, es decir, las que se dan gratuitamente, como la realizaci�n de milagros. Cualquier cosa que los santos pidan a Dios en oraci�n, u ordenen que se haga en Su nombre, se hace por la acci�n directa de Dios, incluso en el �mbito de la naturaleza.

No se sigue de esto que la cooperaci�n de Dios va antes y determina de antemano la actuaci�n de las causas secundarias, y del libre albedr�o en las buenas obras, y de la gracia que hace agradable al hombre; porque en todas estas cosas Dios obra todas las cosas por su gracia preveniente, por la cual suscita la voluntad, y por la gracia cooperante, la cual, juntamente con el libre albedr�o que obra libremente, obra simult�neamente todo lo que es bueno. Pero el Ap�stol no trata principalmente de las obras de la gracia que hacen al hombre agradable a Dios, sino de las obras de las gracias dadas gratuitamente, como se ver� de lo que sigue.

San Hilario ( de Trin. lib. viii.) traduce "obras" "en obras", y as� sigue m�s de cerca el griego, que significa la presencia interna y el poder eficaz con el que Dios obra todas las cosas internamente, especialmente los milagros y todo lo dem�s. regalos. Todo el cap�tulo trata de ellos.

Versículo 7

Pero a todo hombre le es dada la manifestaci�n del Esp�ritu para provecho. El don dado por el Esp�ritu Santo, y por el cual �l se manifiesta, se da en beneficio de la Iglesia, no del individuo.

Versículo 8

A uno le es dada por el Esp�ritu la palabra de sabidur�a. El poder de explicar la sabidur�a, a saber, los misterios m�s profundos de la Trinidad, de la Encarnaci�n, de la predestinaci�n, etc. Cf. cap. XIII.

a otro la palabra de conocimiento. El poder de explicar las cosas pertenecientes a la vida y la moral. S. Agust�n distingue as� entre sabidur�a y ciencia ( de Trin. lib. xii. c. 14 y 15), y el Ap�stol as� toma la ciencia en el cap. viii. Otros entienden por conocimiento el poder de explicar las cosas de la fe con ejemplos, comparaciones y razonamientos humanos y filos�ficos.

Versículo 9

a otro por el mismo Esp�ritu. 1. S. Pablo no se refiere aqu� a la fe teol�gica que tienen todos los cristianos, sino a aquella fe trascendente, incluida la teol�gica, que es la madre de los milagros. Consiste sobre todas las cosas en una confianza constante en Dios para obtener cualquier cosa y para hacer milagros, por ejemplo , como dice Cristo, para mover monta�as. Esto aparece del cap. xiii 2. Cf. S. Cris�stomo.

2. Ambrosio entiende aqu� la fe como el don de una intr�pida confesi�n y predicaci�n de la fe.

3. Pero lo mejor de todo aqu� es la fe , una percepci�n clara de los misterios de la fe para los prop�sitos de contemplaci�n y explicaci�n; pues en Romanos 12:6 , S. Pablo dice de la misma manera que los profetas tienen el don de profec�a, y deben profetizar "conforme a la medida de la fe", es decir , conforme a la medida del entendimiento de las cosas de la fe les ha dado Dios.

Maldonatus ( en Notis Manusc .) dice que el Ap�stol aqu� quiere decir esa fe trascendente pose�da por muy pocos, y que permite a sus poseedores dar un pronto asentimiento a las cosas divinas; porque la fe que hace milagros parece estar incluida en la "obra de poderes" mencionada en el siguiente vers�culo, como Toletus, entre otros, se�ala correctamente en Romanos 12:6 .

versi�n 10. A otro el hacer milagros. Literalmente, la "obra de poderes", a saber, aquellos milagros mayores que conciernen al alma, no los que pertenecen al cuerpo o sus enfermedades. De este tipo son resucitar a los muertos, echar fuera demonios, castigar a los incr�dulos e imp�os por un milagro, como hizo San Pedro con Anan�as y Safira. As� dicen Cris�stomo y Anselmo. As�, el "funcionamiento de poderes" se distingue del "don de curaci�n".

A otro discernimiento de esp�ritus. Eso es de los pensamientos e intenciones del coraz�n, y por consiguiente de las palabras y acciones, ya sea que procedan de la naturaleza, o de la inspiraci�n de Dios, o de un �ngel o del diablo. As� Cris�stomo, Ambrosio, Anselmo. S. Jer�nimo, en su vida de S. Hilari�n, dice que tuvo este don, y S. Agust�n dice (conf. lib. iii. c. 2) que lo tuvo su madre M�nica; tambi�n lo hab�a hecho S.

Vicente de Ferrara, y tambi�n algunos de hoy en d�a, especialmente los que tienen la direcci�n de almas. Es un don util�simo para los confesores, que debe buscarse de Dios, en cuanto lo exija un perfecto conocimiento y cuidado de las conciencias.

A otro la interpretaci�n de lenguas. De pasajes oscuros, especialmente de la Sagrada Escritura. Por lo tanto, anteriormente hab�a en la Iglesia int�rpretes, cuyo deber era cu�druple: (1) estaban aquellos que, por el don de lenguas, profetizaban o cantaban himnos en un idioma extranjero; (2.) aquellos que, inspirados por el Esp�ritu Santo, hablaron de misterios oscuros y profundos; (3.) aquellos que expusieron p�blicamente las cartas de S.

Pablo y de otros enviados a su pueblo; (4.), los que los convirtieron en otro Idioma. De esta manera muchos piensan que S. Clemente convirti� la carta a los Hebreos del Hebreo al Griego. De esto se deduce que la Sagrada Escritura no es clara para todos; ni debe ser interpretada, como piensan los herejes, por las ideas privadas de nadie, puesto que Dios ha puesto int�rpretes en su Iglesia. Pero debe notarse que estos int�rpretes ahora han sido reemplazados por profesores de hebreo, griego y teolog�a.

1. De este cap�tulo y del siguiente, los te�logos han hecho la distinci�n entre la gracia que perfecciona a su sujeto y lo hace agradable a Dios, como la caridad, la castidad, la piedad y otras virtudes, y la gracia gratuita, que est� ordenada para la perfecci�n. de otros. Aunque el Ap�stol nombra aqu� s�lo nueve de las "gracias dadas gratuitamente", a�n puede haber m�s.

2. Es muy probable que de estos nueve cinco sean h�bitos permanentes, a saber, sabidur�a, conocimiento, fe, diversas clases de lenguas y su interpretaci�n, a las que a veces hay que a�adir el discernimiento de esp�ritus. Los cuatro restantes no son h�bitos sino acciones transitorias, a saber, el don de curaci�n, el hacer milagros, la profec�a y el discernimiento de esp�ritus. Cf. Belarmino ( de Grati� , lib. i.,c. 10).

Versículo 11

repartiendo a cada uno individualmente como �l quiere. repartiendo a cada uno individualmente sus propios dones y gracias. Cf. S. Jer�nimo ( contra Pelag. dial. 1). Or�genes entendi� "como �l quiera" para referirse a cada uno de los varios hombres. Se refiere, por supuesto, al Esp�ritu Santo. 1. Por tanto, como dice Teofilacto, el Esp�ritu Santo es Se�or y Dios. �l, no se produce como un efecto, sino que hace todas las cosas igualmente con el Padre, que hace todas las cosas en todos (v. 6). El obrar todo en todo asignado al Padre en el ver. 6 se asigna aqu� al Esp�ritu.

2. Se sigue que el Esp�ritu Santo, siendo Dios, tiene libre albedr�o y obra libremente.

3. Ab�lard, Wyclif y Calvin pueden ser refutados por este vers�culo, en su ense�anza de que Dios no puede hacer nada m�s que lo que realmente hace. Esto es robarle a Dios su omnipotencia y someterlo, como el hombre, al destino y, por lo tanto, transferir su divinidad al destino. Porque, si esto fuera as�, Dios no obrar�a como �l quiso, sino como quiso el destino, bajo el cual �l y todas las cosas ser�an puestas.

Versículo 12

Porque como el cuerpo es uno. . . as� tambi�n es Cristo. As� como el cuerpo animal es uno, como el hombre tiene un solo cuerpo, as� tambi�n Cristo tiene un solo cuerpo, la Iglesia, cuyos miembros son muchos, de los cuales �l es la cabeza.

1. Pero S. Agust�n objeta ( de Peccat. Meritis , lib. ic 31) que si el Ap�stol hubiera querido decir esto, habr�a dicho: "As� tambi�n es [el cuerpo] de Cristo", en lugar de "As� tambi�n es Cristo". ." En otras palabras, habr�a dicho que el cuerpo de Cristo, la Iglesia, tiene muchos miembros.

2. James Faber deduce de esto que el cuerpo de Cristo, estando unido indivisiblemente a toda la Deidad, llena localmente el cielo y la tierra, que son, por as� decirlo, su lugar y su cuerpo. As� como Plat�n dijo que Dios era el alma del mundo, y en consecuencia era en cierto sentido el mundo entero, as� el cuerpo de Cristo, por su �ntima conjunci�n con la Deidad, es, como el Esp�ritu Divino, difundido por todo el mundo, sus partes y los miembros son las diversas divisiones del espacio y los cuerpos contenidos en �l.

Pero a�n con respecto a la unidad de la Deidad, y del cuerpo de Cristo como su alma, forman un solo cuerpo, a saber, el universo. Y por eso se supone que los ubiquitarios han obtenido su falsa opini�n de que el cuerpo de Cristo est� en todas partes. Esta doctrina absurda ha sido refutada por muchos, pero m�s claramente por Gregorio de Valentia, en cinco libros escritos contra la herej�a de los ubiquitarios.

3. Digo, pues, con S. Agust�n que el sentido de este pasaje es simplemente �ste. As� tambi�n Cristo es un solo cuerpo, es decir , la Iglesia. Porque Cristo es a la vez cabeza y cuerpo de la Iglesia, en cuanto sustenta a todos sus miembros y obra en todos ellos, ense�a por el doctor, bautiza por el ministro, cree por la fe y se arrepiente en el penitente. Porque en este sentido Cristo no es localmente sino m�sticamente, y por medio de operaci�n y eficacia, el cuerpo, la hip�stasis, el alma y el esp�ritu de toda la Iglesia.

As� como la Iglesia es el cuerpo de Cristo, su cabeza, as� tambi�n Cristo es el cuerpo de la Iglesia, porque, por obra de su gracia, se transfiere a s� mismo en todos los miembros de la Iglesia. Por eso el Ap�stol dice a menudo que somos uno en Cristo, que por el bautismo somos incorporados a Cristo y hechos una sola planta con �l. Y Cristo le dijo a Pablo: "�Por qu� me persigues?" es decir, los cristianos, Mis miembros (Hechos ix. 4). Por eso Pablo vuelve a decir: "Para m� el vivir es Cristo, el morir es ganancia". Por lo tanto, S. Francisco en sus palabras, "Mi Dios, mi Amor, mi Todo", estaba haciendo eco a S. Paul.

Versículo 13

Porque por un solo Esp�ritu fuimos todos bautizados. �l prueba que Cristo es un cuerpo con muchos miembros desde el bautismo, porque por el bautismo fuimos regenerados e incorporados al �nico cuerpo de la Iglesia, y por lo tanto a Cristo. En ese cuerpo vivimos por el mismo Esp�ritu, el Esp�ritu de Cristo; y del mismo alimento, la Eucarist�a, somos alimentados, seamos jud�os o gentiles, esclavos o libres. N�tese la frase "en un solo cuerpo": este cuerpo es la Iglesia, y en consecuencia somos bautizados en Cristo, quien, como he dicho, es en cierto sentido el cuerpo de la Iglesia.

Y a todos se os dio a beber de un mismo Esp�ritu. En el c�liz eucar�stico hemos bebido, junto con la sangre de Cristo, su Esp�ritu. Por lo tanto, algunas copias griegas dicen: "Todos hemos bebido de un trago". Cf. Clemens Alex. P�dag. liberaci�n ic 6. El significado es que de ella todos participamos del mismo y �nico Esp�ritu de Cristo, quien, permaneciendo en todos, vivifica cada miembro y lo hace cumplir debidamente su funci�n.

En otras palabras, no s�lo nacimos e incorporamos a dicho cuerpo, sino que todos participamos del mismo alimento, a saber, el cuerpo y la sangre de Cristo, en la Eucarist�a. Porque una especie de la Eucarist�a conduce f�cilmente a la otra, y por "la bebida" bien podemos entender "la comida"; as� como por otra parte de la especie del pan entendemos la del vino en el cap. X. 17. Cf. Cris�stomo y Cayetano, cuyos comentarios aqu� son dignos de menci�n.

De esto se deduce que todos los bautizados, sean buenos o malos, son el cuerpo de Cristo, es decir, son de la Iglesia, y que han sido injertados en �l como miembros por el bautismo; porque el alma de este cuerpo, la Iglesia, es la fe que tienen todos los fieles, aunque su vida sea mala. Cf. notas a Efesios 5:27 .

Versículo 22

Antes bien, son mucho m�s necesarios los miembros del cuerpo que parecen m�s d�biles. S. Cris�stomo y Teofilacto piensan que esto se refiere a los ojos, que son peque�os y delicados pero sin embargo muy necesarios. Pero como los ojos han sido incluidos en el verso anterior entre los miembros m�s nobles que gobiernan el cuerpo, es mejor referirlo, como otros lo hacen, a las partes internas del cuerpo. Porque el vientre es como la cocina o el catering para todo el cuerpo, y cocina y distribuye la comida para cada parte, y por lo tanto es esencial para la vida del cuerpo.

versi�n 23. Y aquellos miembros del cuerpo ... a estos les otorgamos m�s abundante honor. Los miembros "menos honorables" son los pies, dicen Cris�stomo, Teofilacto y Ambrosio. Somos m�s cuidadosos en cubrirlos con zapatos, o en adornarlos, para que no se lastimen al caminar, o se resfr�en o de alguna manera transmitan enfermedades al est�mago y la cabeza.

"Honor" aqu� significa cubrir o la atenci�n otorgada a los pies en forma de botas o calzas decoradas, como las que usan muchos j�venes ricos, y especialmente los soldados. Homero, por ejemplo , habla con frecuencia de los "aqueos bien cimbrados".

Y nuestras partes hermosas tienen m�s abundante honor. Cris�stomo, Ambrosio y Teofilacto los refieren a la pudenda. �stos, dice S. Agust�n ( Retract. lib. ii. c. 7), son llamados feos, no porque la naturaleza los haya hecho as�, sino porque, desde la Ca�da, la lujuria reina en ellos m�s que en otras partes, porque la lujuria es contraria a la ley de la raz�n, y por lo tanto debe ser motivo de verg�enza para el hombre. Porque averg�enza al hombre cuando su miembro se despoja de su autoridad.

El honor m�s abundante que reciben es una cubierta m�s cuidada y hermosa, de modo que incluso si los hombres en cualquier lugar se deshacen de la ropa, a�n cubren estas partes, como dice Teofilacto. Adem�s, estos miembros son honrados en el matrimonio, por ser necesarios para la procreaci�n de los hijos y la perpetuaci�n de la especie, como dice Cris�stomo. Por lo tanto, bajo los romanos, cualquiera que se emasculaba a s� mismo era severamente castigado, como un ofensor contra el bien com�n y un violento agresor de la naturaleza.

Otros piensan que los miembros "m�s d�biles" y "menos honorables" son id�nticos, y son el vientre y sus �rganos subsidiarios. Pero el Ap�stol hace una distinci�n entre ellos, y los conecta como entidades distintas por la conjunci�n "y". Su significado entonces es que as� como nosotros cuidamos de los miembros del cuerpo que son m�s d�biles e innobles en comparaci�n con los dem�s, y los tratamos como si fueran m�s �tiles, as� tambi�n en la Iglesia aquellos que parecen ser de menos importancia, tales como los enfermos, los desconocidos y los despreciados, son por eso mismo de mayor utilidad y deben ser los m�s cuidadosamente ayudados. As� dicen Cris�stomo, Teofilacto, Anselmo. Para el uso de los mendigos en la Iglesia, ver S. Cris�stomo ( Hom . 20 Moral , y tambi�n contra Invid. Hom . 31).

Tenemos una ilustraci�n de este verso en la alegor�a del vientre abandonado por los otros miembros, por el cual Menenius Agrippa trajo de vuelta a las �rdenes inferiores que se hab�an separado del senado del pueblo romano, y se asentaron en Mons Sacer ( Livy , lib. ii ). 1 de diciembre). Menenius dijo: " En aquel tiempo cuando los miembros de los hombres no estaban tan de acuerdo como lo est�n ahora, sino que cada uno buscaba sus propios fines privados, dicen que las otras partes del cuerpo estaban indignadas de que el vientre tuviera que satisfacer sus necesidades con su cuidado, su trabajo, su ministerio y �l mismo descansan en medio de ellos, y disfrutan de los placeres que les dan; por lo que acordaron que la mano no llevar�a comida a la boca, que la boca no la admitir�a si se le ofreciera, ni el los dientes lo mastican.

Entonces, mientras pensaban que estaban reduciendo el vientre por el hambre, encontraron que cada miembro y todo el cuerpo tambi�n estaban hundidos hasta las �ltimas extremidades. Vieron entonces que el vientre tambi�n ten�a su servicio activo, y no era m�s alimentado por ellos que lo que ellos ganaban de �l. Vieron que la sangre, revigorizada por la comida que se hab�a comido, se distribu�a imparcialmente a trav�s de las venas en cada parte del cuerpo, dando a cada uno su vida y energ�a. Luego, haciendo una comparaci�n entre la guerra civil en el cuerpo y la acci�n airada de las �rdenes inferiores contra los Padres, Menenio los indujo a regresar ".

Versículo 24

Porque nuestras hermosas partes no tienen necesidad. Los ojos, la cara y las manos, que son las partes m�s bonitas del cuerpo, no carecen de ornamento, pero son bastante bonitos en s� mismos.

habiendo dado m�s abundante honor a la parte que le faltaba. Eso es m�s guardia cuidadosa, m�s ropa y adornos. Cf. versi�n 22

Versículo 25

Que no debe haber cisma en el cuerpo; sino que los miembros tengan el mismo cuidado los unos por los otros. No hay cisma, como el relatado por Menenio, sino que todos deben tener el mismo cuidado por los dem�s que por s� mismos, o bien puede significar que cada miembro debe ser sol�cito por el bien com�n de todo el cuerpo. versi�n 26. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con �l .

"Sufren juntos" de tal manera que el dolor del miembro que sufre se aligera, "no por la comuni�n en el desastre, sino por el consuelo de la caridad", dice San Agust�n ( Ep . 133). Por eso San Basilio ( Reg. Brevior. 175) dice que la prueba exterior del amor es doble: 1) gozarse del bien del pr�jimo y trabajar por �l; (2.) en pena y tristeza por su desgracia o su pecado. El que no tiene esto no ama.

Los m�dicos infieren de este vers�culo que las almas en bienaventuranza, ardiendo de amor por nosotros, nos ayudan con sus oraciones en nuestros problemas y peligros; y que nosotros a nuestra vez debemos ayudar a las almas guardadas en el purgatorio, porque ellas sufren la llama devoradora, y por lo tanto debe ser verdaderamente cruel quien no sufre con ellas, y hacer lo que puede para liberarlas.

O un miembro sea honrado. O, como dice Ambrosio, "sea glorificado", o, seg�n Efr�n, "si un miembro se regocija". Salmer�n, despu�s de S. Cris�stomo, dice bellamente: " El que ama posee lo que est� en el cuerpo, la Iglesia: qu�tame la envidia y lo que tengo es tuyo ". S. Cris�stomo dice de nuevo: " Si el ojo sufre, todos los miembros se afligir�n, todos se arrugar�n para actuar: los pies no andar�n, las manos no trabajar�n, el vientre no se complacer� en su comida acostumbrada, aunque sea s�lo el ojo que sufre. �Por qu�, oh ojo, turbas el vientre? �Por qu� encadenas los pies? �Por qu� atas las manos? Porque todos est�n unidos por naturaleza, y sufren juntos de una "manera misteriosa ".

Versículo 27

. Ahora bien, sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular. La versi�n latina da "miembros del miembro". Esto lo explica (1.) Santo Tom�s: "Ustedes son miembros del miembro principal, a saber, Cristo, porque Cristo es la cabeza de la Iglesia"; (2.) por S. Anselm, "Ustedes son miembros de Cristo a trav�s de la agencia de otro miembro, a saber, Pablo, por quien fueron unidos a Cristo, la cabeza, y a la Iglesia, el cuerpo.

Pero (3.) el griego da "miembros en parte", y esta es la traducci�n de algunos Padres latinos, o "miembros unos de otros". S. Ambrosio parece entenderlo as�. La versi�n latina tambi�n significa "compa�eros". miembros", hermanos en la misma sociedad, del mismo cuerpo m�stico, la Iglesia. As� tambi�n San Cris�stomo y Efr�n, cuyo significado puede parafrasearse: "Cada uno, en su parte y lugar, es miembro de la Iglesia".

Note aqu� que, como en el cuerpo hay (1.) una unidad y una uni�n de alma y cuerpo; (2.) diversidad de miembros; (3.) diferencias de funci�n entre varios miembros; (4.) una aptitud para su funci�n otorgada a cada miembro; (5.) una comunidad de intereses en los miembros, de modo que cada uno est� obligado a trabajar, no solo para s� mismo, sino tambi�n para los dem�s, simplemente porque son miembros de un solo cuerpo; (6.) armon�a, ya que cada miembro est� contento con su rango y deber, no busca otro puesto ni envidia a un miembro m�s honrado, para que haya la m�s perfecta uni�n y concordia, la misma participaci�n en el dolor y la alegr�a: as� es en la Iglesia.

All� cada uno tiene de Cristo, como si fuera su alma, su propio don, su propio talento, su oficio y rango, sus funciones a desempe�ar para el bien de los dem�s, no el suyo propio, sus l�mites fijados por Dios. Si alguien perturba este orden y busca otro puesto, resiste la ordenanza y providencia de Dios, y olvida que todos sus dones han venido de Dios. S. Pablo dice por tanto: "Vosotros, oh Corintios, sois miembros del mismo cuerpo de Cristo, la Iglesia: que no haya, pues, divisiones entre vosotros, que nadie desprecie, envidie, entristezca a otro, sino que le ame, ay�dalo y regoc�jate con �l.

Que cada uno se contente con su lugar, su rango y su deber, porque as� ser� part�cipe, no s�lo de su propio bien, sino tambi�n del bien de los dem�s. As� como el pie camina en beneficio del ojo, del o�do, del vientre, as� a su vez el ojo ve, el o�do oye y el vientre digiere en beneficio del pie. Pero si hay envidia y falta de voluntad del ojo para ver, del o�do para o�r y del vientre para digerir, entonces esos miembros se da�an tanto como cualquier otro; y, como dice Cris�stomo, es como si una mano se cortara la otra, porque esa mano ser�a deshonrada y debilitada por no recibir ayuda de la otra mano.

Adem�s, si la naturaleza se esfuerza tanto en conservar una concordia tan perfecta entre los diferentes miembros del cuerpo, y proh�be con tanta severidad toda discordia sediciosa, �cu�nto mayor ser� la concordia entre las mentes de los hombres, y cu�n poco obrar� la gracia de Dios entre las mentes de los hombres! �Soporta que cualquier miembro se mantenga alejado y est� en desacuerdo con otro en el mismo cuerpo! Si el magistrado o el rey castiga severamente la sedici�n en el estado, �qu�, pens�is, har� Cristo a los cism�ticos que desgarran su Iglesia? versi�n

28. Y Dios ha puesto a algunos en la iglesia , etc. Ap�stoles como los gobernantes, profetas como los ojos, maestros como la lengua. De aqu� se sigue que los pr�ncipes de este mundo no son, como piensa Brentius, los gobernantes y la cabeza de la Iglesia, sino los Ap�stoles y sus sucesores, el Papa y los obispos; "porque Dios", dice S. Pablo, "pone primero a los Ap�stoles". Despu�s de eso vienen los "poderes", i.

mi. , hacedores de milagros, que son como las manos de la Iglesia; luego curanderos de enfermedades; luego ayuda, o aquellos que ayudan a otros y realizan obras de misericordia hacia los enfermos, los pobres, los infelices, los hu�spedes y los extranjeros; luego los gobiernos, o los hombres que gobiernan. y corregir a los dem�s, como p�rrocos, como dice Santo Tom�s, o mejor a�n, con Teofilacto y Cayetano, hombres que tienen el cuidado de los bienes temporales que los fieles ofrecen a la Iglesia. Estos �ltimos son como los pies en el cuerpo de Cristo, y de tales fueron los di�conos ordenados por los Ap�stoles para cuidar las mesas y las viudas (Hechos vi. 1-6).

Note el resumen aqu� puesto por lo concreto: "poderes" para trabajadores de poderes, "dones de curaci�n" para sanadores, "ayudas" para ayudantes, "gobiernos" para gobernadores, "diversidad de lenguas" para hombres expertos en diferentes idiomas. San Pablo teje todo esto, como otros miembros de la Iglesia, a los Ap�stoles, profetas y maestros.

Versículo 29

�Son todos ap�stoles? Ciertamente no. Que cada uno, pues, se contente con el lugar en que Dios le ha puesto en la Iglesia, y con la gracia que gratuitamente ha recibido de Dios, y d� gracias a Dios por todo, y use la gracia que le ha sido dada para gloria de Dios y bien de la Iglesia. versi�n 30 �Tienen todos los dones de sanidad? Dice S. Agust�n ( Ep . 137) que � Dios, que reparte a cada uno por separado como �l quiere, no ha querido que se hicieran milagros en honor de cada santo .

"No es maravilloso, entonces, que Dios haga milagros en este lugar, en este templo, en tal o cual imagen de la Santa Madre, o que tambi�n d� una gracia a un santo, otra a otro. Esos, por ejemplo , A los que invocan a S. Antonio los libra de la peste, a los de S. Apolonia del dolor de muelas, a los de S. B�rbara de la muerte s�bita y de morir sin confesi�n, porque, como dice el Ap�stol, "Dios reparte a cada uno por separado como quiere". .

�As� en el estanque de Betesda, y no en otra parte, Dios san� milagrosamente al pueblo impotente (S. Juan v. 2-4). As� que por la vara de Aar�n, y de nadie m�s, hizo milagros (N�m. xvii. 8) As� que por la imagen de la serpiente de bronce, y nada m�s, libr� a los jud�os de la plaga de las serpientes ardientes (N�m. xxi. 9).

Versículo 31

Pero codiciad fervientemente los mejores dones. Busca de Dios, y ejercita, si los has recibido (cf. notas al ver. 8), los dones m�s �tiles, como el apostolado, la profec�a, la sabidur�a, pero no como el don de lenguas, que tienes por costumbre. de buscar y de enorgullecerse. As� Anselmo. Otros toman la cl�usula de manera interrogativa: "�Codicias los mejores dones? Entonces te mostrar� un camino a�n m�s excelente". As� Cris�stomo, Teofilacto, Ecumenio.

Y, sin embargo, os muestro un camino m�s excelente , a saber, el camino de la caridad, que es el camino a Dios, a la vida y a la gloria eterna.

El comentario atribuido a S. Jer�nimo dice aqu� que el Ap�stol separa la caridad de los dones del Esp�ritu, porque estos �ltimos son dados gratuitamente por Dios, pero la caridad se adquiere por nuestros propios esfuerzos y fuerzas naturales. Esto demuestra que este comentario no es de S. Jer�nimo, sino de Pelagio o de alg�n pelagiano, como antes se dijo. Primasio, que transcribi� gran parte de este comentario, ha demostrado la falsedad de esta observaci�n.

Parece tambi�n que la caridad es el don de Dios de Rom. v. 5: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos ha sido dado". Por eso San Pablo dice aqu� que muestra un camino m�s excelente, es decir, que supera a todos los dem�s. Si, pues, las gracias dadas gratuitamente son de menor rango y son dadas por Dios, mucho m�s debe buscarse y darse de Dios la caridad, que es mucho mejor y m�s excelente que todas ellas.

El Ap�stol establece entonces la distinci�n entre la caridad y los dones del Esp�ritu en el hecho de que estos �ltimos se dan para el bien de la Iglesia, no para la santificaci�n de aquel a quien se dan, mientras que la caridad se da para hacer que el que tiene es santo y agradable a Dios. " �l ", dice S. Agust�n ( de Laud. Char. ), " tiene tanto lo patente como lo latente en los dichos de Dios, quien tiene la caridad en su vida diaria ".

Información bibliográfica
Lapide, Cornelius. "Comentario sobre 1 Corinthians 12". El Gran Comentario Bíblico de Cornelius a Lapide. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/clc/1-corinthians-12.html. 1890.