Bible Commentaries
2 Reyes 2

El Comentario del Púlpito de la IglesiaComentario del Púlpito de la Iglesia

Versículo 1

UNA DESPEDIDA MEMORABLE

"Y sucedi� que cuando el Se�or quiso llevarse a El�as al cielo en un torbellino, El�as fue con Eliseo desde Gilgal".

2 Reyes 2:1

I. En este �ltimo viaje lo primero que nos impresiona es el apego leal de Eliseo. �Nos recuerda a Rut, suplic�ndole a Noem� y dici�ndole: 'Ruegame que no te deje'. El�as no ten�a miedo de estar solo; ning�n hombre que 'habita en lo profundo' tiene miedo de eso. Tambi�n pudo haber deseado evitarle el dolor a Eliseo, porque no conoc�a el camino de su partida. Pero con una espl�ndida constancia que no pod�a contradecirse, Eliseo se aferr� a su amo mientras viajaba; lo sigui� desde Betel hasta Gilgal, y luego desde Gilgal hasta el este del Jord�n.

�No sugiere eso, en contraste, otra escena en la que un mayor que El�as va a morir? �No recuerda a nuestro Se�or y Salvador haciendo su �ltimo viaje a la Cruz? Porque mientras Jes�s iba por su triste camino al Calvario, "todos sus disc�pulos lo abandonaron y huyeron". Es por tal contraste que medimos la lealtad de Eliseo, y vemos cu�n firme y verdadero era, y aprendemos cu�n apto era para llevar adelante el campeonato de Dios.

II. Luego, en el siguiente lugar, somos arrestados por el milagro en las orillas del Jord�n. �El�as golpe� las aguas con su manto, e inmediatamente pasaron a tierra seca. Una vez, el Mar Rojo hab�a abierto un camino a Israel cuando la vara de Mois�s hab�a sido levantada sobre �l. Una vez, este mismo Jord�n hab�a sido dividido ante los pies de los sacerdotes que llevaban el arca. Pero ahora no era una vara lo que daba la se�al, ni era la sombra del arca sagrada; fue el toque del manto del profeta sobre las aguas.

Ahora bien, el manto del profeta era el signo y s�mbolo de todo lo que hab�a sido como profeta. Por su manto se hab�a distinguido. Cuando los hombres lo vieron, dijeron: 'Ah� est� El�as'. �spero, peludo, golpeado por muchas tormentas, era un monitor silencioso en una �poca de lujo: era el emblema del personaje de Elijah. No hab�a poder en el manto por s� solo. Dios es un Dios de misterio, pero no de magia.

Todo lo que El�as hab�a sido, todo lo que hab�a tratado de hacer, fue lo que se honr� en esta hora memorable. Y el Jord�n se abri� al tocar el manto, porque el manto era el ep�tome de eso, y porque el servicio y el sacrificio que Jehov� ama, estaban simbolizados para los hombres con ese manto grosero. El hombre que pueda decir con San Pablo, 'He peleado la pelea', o con El�as, 'He tratado de servir', ese hombre, cuando el d�a de su vida se est� cerrando, tendr� el manto de profeta como suyo.

III. Por �ltimo, tome la ascensi�n de El�as y comp�rela con la ascensi�n del Se�or. �Es un estudio del m�s profundo inter�s comparar y contrastar los dos. En ambos, hubo un tiempo de preparaci�n; hab�a quienes sab�an que la despedida estaba pr�xima. En ambos, no ocurri� en la debilidad de la edad, sino en la temporada en que los poderes est�n en su mejor momento. Nadie m�s que Eliseo, el disc�pulo amado, vio la partida al cielo de El�as; y en las laderas del Monte de los Olivos no hab�a extra�os, solo el peque�o c�rculo de los Suyos.

El�as fue al cielo en fuego y tempestad; Cristo en una escena silenciosa de perfecta calma: la tormenta se calm�, los elementos est�n en reposo, hay una paz que sobrepasa el entendimiento. Lea la historia de la traducci�n de Elijah y sentir� la conmoci�n y la extra�eza de todo. Pero lee de nuevo la ascensi�n del Se�or, y parece tan dulcemente natural como el amanecer. As� que podemos encontrar, si tenemos ojos para ver, la diferencia entre el profeta y su Rey.

El que est� en su mejor momento no es m�s que un hijo de la tierra; el otro pertenece por derecho propio al cielo. Regocij�monos en estos grandes y nobles hombres que dieron testimonio tan valientemente de la justicia en Israel. Pero sobre todos ellos, y coronado de muchas coronas, est� nuestro Rey que ha ascendido al Padre.

Ilustraciones

(1) 'N�tese una distinci�n entre el poder que es inmediato y el poder que se deriva. La apelaci�n a los padres es buena y la tradici�n merece reverencia, pero, despu�s de todo, el Dios de El�as tambi�n es nuestro Dios. Nuestra confianza debe estar en �l '.

(2) �Es interesante observar, como hace Dean Stanley, que de este manto descendente se ha extra�do la figura del lenguaje que se ha convertido en proverbio para la sucesi�n de los dones de los hombres dotados. Es una de las representaciones con las que, en las catacumbas romanas, los primeros cristianos se consolaban por la p�rdida de sus amigos difuntos �.

Versículo 6

NO DISPUESTO A PARTIR

"Y �l dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�".

2 Reyes 2:6

La resoluci�n de Eliseo de enfrentar lo peor, enfrentar la prueba m�s severa, escuchar las palabras de despedida, proviene directamente del secreto de un alma, el secreto del poder de un profeta.

I. Un rasgo destacado en el car�cter del profeta m�s joven fue la fidelidad, minuciosa y precisa, a una vocaci�n inconfundible .

II. Nuevamente, se evidencia en las palabras de Eliseo un esp�ritu de profunda lealtad personal: lealtad , en primera instancia, a su maestro y amigo. Ciertamente, el amor de los m�s j�venes por los mayores no era un mero acto de adoraci�n a los h�roes. Hay una firmeza inquebrantable en cada profeta hebreo. En tales hombres no hay diletantismo de adoraci�n al h�roe; si est� ah�, debe surgir de un principio noble y profundo.

En Eliseo lo hizo. Su amor por El�as representaba en su n�cleo interno una fuerte creencia en la bondad, la bondad como una posibilidad pr�ctica, porque un hecho realizado. Esa creencia vivi� en �l, a trav�s del ejemplo de El�as, en una �poca mala.

III. Eliseo ten�a un agudo sentido de las afirmaciones y la cercan�a de Dios. �Nada es m�s necesario en la vida diaria de la religi�n que esto, nada tan abundantemente productivo de fuerza, tan potente para desplegar poder, y mantener en vigor el sentido de responsabilidad, y mantener encendido el fuego del prop�sito en el alma de un profeta. De ah� que en tales personas haya un temor que todo lo absorbe, el temor de perderlo; un deseo gobernante, el deseo de agradarle, un gran secreto en el poder de un profeta. Nada puede ser abandonado por tal cosa que ense�e de Su presencia y Su voluntad. 'Vive el Se�or tu Dios, que no te dejar�'.

�Canon Knox-Little.

Ilustraci�n

'La devoci�n de Eliseo por El�as es muy hermosa. Es un ejemplo de amigo fiel. Recordamos la devoci�n de Rut por Noem�. Eliseo le deb�a todo a El�as, y era conveniente que se uniera a �l hasta el final y se negara a separarse de �l. Hay muchos j�venes que deben m�s de lo que saben a amigos mayores, padres, cl�rigos, maestros y otras personas que les han ayudado. Deben mostrar su amor con devoci�n '.

Versículo 9

DESPEDIDA DE EL�AS A ELISHA

El�as dijo a Eliseo: Pregunta qu� har� por ti antes de que me quiten de ti. Y Eliseo dijo: Te ruego que una doble porci�n de tu esp�ritu sea sobre m�.

2 Reyes 2:9

'Te ruego que una doble porci�n de tu esp�ritu sea sobre m�'. Las palabras de Eliseo a su maestro son una expresi�n noble de la relaci�n ideal que deber�a existir no solo entre maestro y ense�ado, sino entre j�venes y ancianos, entre la generaci�n menguante y la naciente. �Podr�a haber una declaraci�n m�s fina del verdadero principio del progreso? �Un lema m�s excelente para la orientaci�n de los asuntos humanos? La transmisi�n de la herencia espiritual es una preocupaci�n de nuestra vida individual: la relaci�n de padre a hijo, de joven a viejo, de los que est�n falleciendo a los que van a ocupar su lugar.

Debe haber una relaci�n de alg�n tipo; y nos concierne a todos. La pr�xima generaci�n estar� formada por los ni�os de esta generaci�n; y estos ni�os deben en gran medida su car�cter al ejemplo y los preceptos de sus padres. El�as podr�a estar consciente de sus fracasos, pero Eliseo podr�a continuar con su trabajo.

I. El deber es de aplicaci�n general y universal. �Todos nosotros, en nuestras respectivas estaciones, estamos influyendo en el car�cter de la pr�xima generaci�n. No hay nada que traiga su propia recompensa m�s enteramente que la simpat�a por los j�venes. La vejez divide a los hombres dr�sticamente en dos clases fuertemente contrastadas. Entre algunos encontramos aislamiento y quejas; entre otros, genialidad y alegr�a. Esfu�rzate por caminar de tal manera que el �ltimo deseo de los dem�s hacia ti sea: 'Oro para que una doble porci�n de tu esp�ritu est� sobre m�'.

II. Los siguientes consejos pr�cticos nos permitir�n utilizar correctamente nuestra influencia en las relaciones m�s �ntimas de la vida, especialmente en relaci�n con los j�venes .

(1) Tenga cuidado de comenzar a tratar a un joven con una simpat�a que no est� preparado para llevar m�s all� de cierto punto . Al tratar con los j�venes, trate de reconocer todo lo bueno que hay en ellos. No seas intolerante con los entusiasmos que alguna vez te atrajeron y que abandonaste a rega�adientes. Est� dispuesto a pensar que lo que no fue lo suficientemente fuerte para hacer otro puede lograrlo. Realmente no puedes influir en otro, a menos que est�s listo para tratar con �l como un igual.

(2) Cuidado con exigir gratitud a los j�venes . Es ego�sta esperarlo; es in�til exigirlo. T�malo con gratitud cuando te lo ofrezcan. Los j�venes siempre son ingratos por su inexperiencia. No conocen, y por tanto no pueden apreciar, los actos de autosacrificio de los que han sido objeto desde sus primeros d�as. Deje que la sinceridad de sus propios esfuerzos por el bien de ellos sea su propia recompensa; Deje que el motivo de su acci�n sea el sentido del deber que le debe al futuro de su raza.

(3) No intentes hacer a los j�venes meras copias de ti mismo . Los a�os pasan y las opiniones cambian. El mundo no es el mismo que era en la juventud del anciano; sus problemas son diferentes de muchas maneras; las nuevas dificultades requieren una nueva armadura; nuevos peligros, nuevas precauciones. No intente alterar, intente m�s bien dirigir, el desarrollo de un coraz�n joven. El pesimismo de la vejez es proverbial: "Las cosas no son como sol�an ser cuando era joven", dice todo anciano; pero con ello no ha probado que sean peores.

Que se proponga comprender estas diferencias y recordar que su deber es aumentar el bien y combatir el mal en el mundo. Veamos que no estamos pose�dos por un deseo exclusivo de que nada se haga salvo a nuestra manera, sino esperar y orar y trabajar para que los que vienen despu�s de nosotros tengan una doble porci�n de nuestro esp�ritu, y sean mejores y m�s sabios que nosotros. .

Ning�n tema merece tanto nuestro estudio como el desarrollo de la mente joven. Vemos en �l los g�rmenes del futuro, y la vista nos fortalece para mirar el presente con m�s confianza, m�s esperanza. Piensa en la �ltima acci�n de gracias de Jes�s: "De los que me diste, no perd� ninguno". �Qu� hermoso! Y Dios encomienda a otros a nuestro cargo. Aceptemos el regalo por el bien del Dador y tratemos de darnos cuenta de su grandeza.

Pong�monos a iluminar con nuestro ejemplo el camino de los que vendr�n; para ayudarlos con nuestros preceptos; para fortalecerlos con nuestro amor; esforz�ndonos por entregar a corredores m�s robustos en la carrera de la vida la antorcha que hemos llevado con pasos demasiado desiguales.

�Obispo Creighton.

Ilustraciones

(1) 'Eliseo, al ser invitado a pedir una bendici�n, anhela una doble porci�n del esp�ritu de El�as ( v. 9). No pide el doble de poder que ten�a El�as. Esa habr�a sido una solicitud deshonrosa. Pero �l pide que �l sea como el primog�nito de El�as, y reciba las dos partes de la herencia que cay�, por la ley de Mois�s, al hijo primog�nito ( Deuteronomio 21:17 ).

(2) �Con frecuencia encontramos un muro de separaci�n entre los viejos y los j�venes. Los j�venes se quejan de que los viejos son duros, antip�ticos, irracionales, entrometidos, exigentes. Los viejos se quejan de que los j�venes son ingratos, arrogantes, irrespetuosos: con demasiada frecuencia el padre se queja de que no comprende a su hijo; el hijo, que no puede encontrar la simpat�a de su padre. Una vez que se form� un abismo, pronto se ensancha, y el v�nculo natural entre generaciones se rompe de manera antinatural.

Mucho podr�a decirse en ambos casos en excusa de uno u otro. Los deberes de los hijos para con los padres quiz�s est�n suficientemente enfatizados; no olvidemos los deberes de los mayores para con los j�venes. Los viejos son due�os de la situaci�n; si los j�venes se apartan de ellos, la culpa debe ser mayoritariamente de ellos.

Versículo 11

ASCENSI�N DE EL�AS

"El�as subi� al cielo en un torbellino".

2 Reyes 2:11

La ascensi�n del Se�or fue prefigurada, anunciada y, podemos decir, anticipada en parte por la traducci�n de El�as.

I. El trabajo de El�as estaba hecho ; su larga controversia con Israel, con un rey ap�stata y un pueblo rebelde, estaba llegando a su fin. �l iba a ser retirado de la tierra de una manera maravillosa. Nuestros pensamientos nos llevan a Aquel que, como el profeta de la dispensaci�n de los ancianos, hab�a terminado la obra que su Padre le hab�a encomendado que hiciera, y que ahora, a punto de dejar la tierra, anunci� a sus fieles disc�pulos ese legado de amor, esa doble porci�n del Esp�ritu, que les legar�a.

II. Compare la traducci�n real de El�as con la ascensi�n de nuestro Se�or. �Elijah es traducido; un carro de fuego y caballos de fuego son comisionados para arrebatarlo de la tierra y llevarlo al cielo; pero nuestro Se�or es llevado hacia arriba por Su poder innato. No est� traducido; �l asciende. �l vino del cielo y regresa al cielo, como a Su hogar natural.

III. En lo que sigue despu�s de que El�as haya sido tomado, tenemos un vago presagio de la historia de la Iglesia. - sobre todo la Iglesia Apost�lica, despu�s de la ascensi�n de su Se�or. - (1) Eliseo hizo un milagro con el manto de El�as; el manto de nuestro Se�or ascendente ha ca�do sobre la Iglesia. (2) Eliseo no perdi� el tiempo en ociosos lamentos; se ce��a a su propio trabajo. Los ap�stoles regresaron a Jerusal�n; y cuando recibieron la promesa del Padre, se hicieron testigos de Cristo 'en Jerusal�n, y en toda Judea, y en Samaria, y hasta lo �ltimo de la tierra'.

IV. Note : (1) La ascensi�n de Cristo es el complemento de Su resurrecci�n. (2) No tenemos ahora s�lo un Rey sentado en el trono del poder, sino tambi�n un Sumo Sacerdote, que ha pasado por detr�s del velo, para aparecer en la presencia de Dios por nosotros. (3) Debemos encontrar en la contemplaci�n de nuestro Se�or ascendido un motivo para tener una mentalidad celestial, porque donde est� nuestro tesoro, all� tambi�n debe estar nuestro coraz�n.

�Arzobispo Trench.

Ilustraciones

(1) 'La de El�as fue una de las salidas m�s maravillosas de este mundo que registra la historia. Enoch es el �nico otro de los que conocemos que tuvo este gran honor. Por supuesto, el cuerpo de El�as se transform� en cuerpo espiritual. Es un hecho muy interesante que siglos despu�s de dejar el mundo, El�as fue visto en el monte de la transfiguraci�n, todav�a activo. La muerte no es el final de la vida de un buen hombre. La muerte es una puerta, no un muro; no paramos, pasamos.

(2) 'Pas� el d�a alegremente �as� se narra en la vieja Cr�nica sobre el Venerable Beda� hasta que las sombras de la tarde comenzaron a caer, y entonces el ni�o que estaba escribiendo su traducci�n de San Juan dijo: �Querido maestro, todav�a hay una frase por escribir ". �l respondi�: "Escr�balo r�pido". Poco despu�s, el ni�o dijo: "La oraci�n ya est� terminada". ��Bien has dicho que est� consumado! Levanta mi cabeza entre tus manos; porque deseo estar frente al lugar santo donde sol�a orar y, mientras miento, invocar a mi Padre.

Y as� se tumb� en el pavimento de su peque�a celda, cantando: �Gloria al Padre, al Hijo y al Esp�ritu Santo�. Y cuando nombr� al Esp�ritu Santo, exhal� su �ltimo suspiro y parti� al Reino Celestial. Que mi fin sea como el suyo, porque tambi�n mi vida la he dedicado a aprender y anunciar la Palabra de mi Se�or, a elegir, llevar y cumplir la voluntad de Cristo. Entonces, en mi hora de necesidad, que mi Buen Pastor diga:

S�, te he buscado, s�, te he encontrado,

S�, he tenido sed de ti,

S�, hace mucho tiempo con las ligaduras del amor te at�;

Ahora los brazos eternos te rodean.

A trav�s de la oscuridad de la muerte miro y veo

Y te aprieta contra M�.

Versículo 14

LA SUCESI�N DE ELISHA

Y tomando el manto de El�as que se le hab�a ca�do, golpe� las aguas y dijo: �D�nde est� el Se�or, el Dios de El�as? Y cuando �l tambi�n hiri� las aguas, se separaron de un lado a otro; y Eliseo pas� ''.

2 Reyes 2:14

Eliseo estaba ansioso por hacer que su trabajo en su d�a y generaci�n fuera uno de servicio, y esta ansiedad se manifest� en la petici�n que present�. La respuesta que dio El�as fue que �l podr�a tener ese esp�ritu de aptitud si tuviera otro esp�ritu, a saber. el de la intuici�n. Demostr� que ten�a ese poder de intuici�n, y ahora hab�a llegado el momento en que deb�a poner en pr�ctica los poderes que deseaba. El r�o Jord�n se interpuso entre �l y su trabajo.

�Podr�a romper ese obst�culo y entrar y tomar posesi�n de la esfera del deber donde su coraz�n deseaba morar? Fue un momento de crisis, pero record� la fuerza que hab�a fortalecido a su amo, y las dificultades desaparecieron y los obst�culos fueron vencidos.

I. El esfuerzo realizado por Eliseo fue la afirmaci�n de su propia personalidad, y esto todo hombre est� obligado a hacer en alg�n momento u otro frente al mundo. �Fue en la realizaci�n de su propia personalidad que encontr� poder y gan� la sumisi�n de los hijos de los profetas.

II. S�lo en una crisis de la vida se nos anima, casi coaccionado, a hacer valer esta responsabilidad. �Cuando se produce alg�n cambio en nuestra vida, y por primera vez estamos conscientemente solos, descubrimos cu�n d�biles han sido los recursos a nuestro alcance. Hemos vivido como vivi� Eliseo, dependiendo en gran medida de la superioridad intelectual y el fervor moral de alg�n gran maestro religioso.

Hemos sido como hombres negociando con capital prestado. Un tiempo de crisis as� trae sus trampas, y hay dos tentaciones propias. Existe (1) la supresi�n de la personalidad debido a la vanidad, y (2) la supresi�n de la personalidad debido a la desconfianza y, puede ser, a la imitaci�n. Existe el peligro de ambas tendencias. Ignorar el pasado es imposible, y avanzar para captar la herencia del futuro depende de que nos mantengamos en el punto m�s alto al que nos han llevado las generaciones pasadas. Eliseo tom� el manto de El�as, el legado del pasado, pero tambi�n lo hizo suyo. Entonces se convirti� para �l en un poder.

III. El principio de personalidad es el principio vital del cristianismo. �Porque bajo el credo cristiano existe una personalidad eterna, as� que hasta que �l muera, debe vivir.

Obispo W. Boyd Carpenter.

Ilustraciones

(1) 'El manto de El�as cay� a los pies de Eliseo. El manto era el vestido particular del profeta, y ahora Eliseo deb�a usarlo. Deb�a tomar el trabajo de Elijah y continuarlo. Muchas veces el manto de quien ha realizado su trabajo cae a los pies de alg�n joven. Muere un padre y su hijo mayor debe asumir las funciones que le correspond�an. Una madre se va a casa y de la hija viene el cuidado del hogar. Cuando llegan esos deberes, Dios da de Su Esp�ritu para ayudar '.

(2) 'En la Abad�a de Westminster hay una tablilla de m�rmol con medallones de retratos de los dos Wesley, combinados, y debajo de la inscripci�n, "Dios entierra al trabajador, pero contin�a el trabajo". '

Versículo 21

EN LA PRIMAVERA DE LAS AGUAS

"Sali� al manantial de las aguas y ech� all� la sal".

2 Reyes 2:21

'El esp�ritu de El�as', dijeron, 'reposa sobre Eliseo'. Era cierto, pero �a qui�n no le sorprende la diferencia, la contrariedad, entre ellos? A primera vista la sucesi�n es un deterioro. El brillo, la prisa, el genio, la inspiraci�n, el asombro, la destreza, parecen haber muerto con el maestro. Visto desde un punto de vista, ninguna posici�n fue nunca m�s nivelada, ning�n trabajo m�s humano, ning�n cargo menos heroico que el de Eliseo.

Sin embargo, es sobre esta vida donde repos� 'una doble porci�n' del esp�ritu de El�as. Si el Bautista vino con el esp�ritu y el poder de El�as, fue 'Eliseo el profeta' quien prefigur� vagamente a Cristo.

Hay un punto peculiar de esta par�bola, y ese es el �nfasis que se pone sobre 'el manantial de las aguas'. "El agua es nula y la tierra est�ril". El profeta de Dios va al manantial de las aguas y arroja la "sal" curativa all�.

I. El hombre podr�a haberse sentido satisfecho al lidiar con los s�ntomas: con el agua y con la tierra. �Cuando el milagro se interpreta en par�bola, vemos cu�n infinitas pueden ser sus aplicaciones. Es la par�bola de la minuciosidad. Nos pide que vayamos a la fuente de nuestra enfermedad y nunca descansemos hasta que el ant�doto act�e all�.

II. Hay dos aspectos de nuestro ser terrenal, cada uno impresionante, cada uno admonitorio.�El uno es lo que lo representa como una multitud, el otro lo que lo representa como una unidad. Nuestra vida es una vida unitaria, y esto es lo que da significado y solemnidad a su inicio. Estamos aqu� en el manantial de las aguas, y aqu�, por lo tanto, m�s que la mano de un profeta debe echar en la sal. El Evangelio de un perd�n gratuito por causa de un Se�or viviente y moribundo, el Evangelio de una fuerza divina dada en la persona de un Esp�ritu que mora en nosotros: esta es la 'sal' sanadora, esta es la vida que da vida, por amor del cual Cristo vino y padeci�, muri� y resucit�. �Sali� al manantial de las aguas y ech� all� la sal� Y el Se�or dijo: Yo he sanado estas aguas; de all� no habr� m�s muerte ni tierra est�ril.

Dean Vaughan.

Ilustraciones

(1) 'Si se quiere recuperar el Para�so Perdido, la vida humana debe regenerarse en sus manantiales. Si se quiere vencer al mal, hay que aplastarlo en el huevo; si el bien va a salir victorioso, debe ser amamantado desde la cuna. El deterioro f�sico y la degeneraci�n moral, que siguen a la estela del hacinamiento, no recaen tan fuertemente sobre el hombre o la mujer adultos, cuyo car�cter ya est� formado, como sobre la naturaleza sensible e impresionable del ni�o.

Al dar caridad es mejor apoyar a los orfanatos, esforzarse por salvar a los ni�os, que dar indiscriminadamente al mendigo adulto que solicita nuestra limosna; y es m�s importante que un ni�o peque�o sea criado en la causa de la templanza que que un hombre o una mujer borrachos sean recuperados. La mayor necesidad de la naci�n es la salvaci�n de la vida infantil '.

(2) 'Como la mayor�a de los milagros de Eliseo, este fue un milagro de misericordia. Con la �nica excepci�n del acto registrado al final del cap�tulo �para el cual seguramente debe haber alguna explicaci�n atenuante�, sus hechos fueron hechos de benevolencia amable, reconfortante y hogare�a, ligados al tono ordinario de la vida humana. Este milagro se realiz� con medios visibles, "una vasija nueva y sal en ella". Despu�s de todo, nada es tan maravilloso como lo familiar.

Los hechos son cosas tercas. Se trabaj� en la fuente. El profeta fue al manantial de las aguas. Siempre es aconsejable hacer esto. Cualquier fuente envenenada debe curarse en su origen si se pretende que la cura sea duradera. Esto es lo que hace la conversi�n en el alma. Nos hace nuevas criaturas en Cristo Jes�s '.

Versículo 24

LA MALDICI�N DEL PROFETA SUAVE

Y �l se volvi�, los mir� y los maldijo en el nombre del Se�or. Y salieron dos osos del bosque, y despedazaron a cuarenta y dos ni�os de ellos.

2 Reyes 2:24

I. Esta historia ense�a que las faltas de nuestra juventud, y las que son m�s naturales para nosotros a esa edad, no son consideradas por Dios como insignificantes, sino que �l las castiga en la misma medida que los pecados de los hombres. �Los hombres miden las faltas por el da�o que hacen en este mundo, y no por el da�o que hacen al inhabilitarnos para el Reino de Dios, haci�ndonos diferentes de Dios y de Cristo.

II. �Qu� quiere decir Jesucristo cuando nos dice que 'el que es injusto en lo m�nimo, tambi�n en lo m�s es injusto', y que 'si no hemos sido fieles en lo injusto de Mamm�n, qui�n confiar� a nuestra confianza las verdaderas riquezas? '? �Quiere decir que cuando hablamos de las consecuencias de nuestras acciones, olvidamos que as� como en un punto de vista las consecuencias de los mayores cr�menes que cometi� el tirano m�s poderoso jam�s cometido son lo m�s m�nimo a los ojos de Dios, en otro las consecuencias de las faltas escolares comunes del ni�o m�s joven son infinitamente grandes.

Eso es importante para Dios, y que �l quiere que Sus criaturas lo consideren importante, lo cual es una ofensa a Sus leyes, una desviaci�n de Su semejanza. Y de esto, incluso del pecado, ha querido que las consecuencias sean infinitas, no confinadas a la felicidad y miseria de unos pocos a�os, sino de toda la eternidad.

Aqu� est� la raz�n m�s importante por la que las faltas de la ni�ez son tan serias: porque muestran un temperamento que no ama a Dios y un coraz�n no renovado por Su Esp�ritu Santo.

-Dr. Thos. Arnold.

(SEGUNDO ESQUEMA)

Hay un incidente en la historia de Eliseo en el que, como presenta cierto grado de dificultad y ha sido aprovechado por aquellos que buscan una ocasi�n en contra de las Sagradas Escrituras, puede ser razonable otorgar una consideraci�n deliberada y sobria.

El incidente al que me refiero es el trato de los ni�os que se burlaron de Eliseo en las afueras de Betel. La conducta de Eliseo en este caso no es lo que deber�amos haber buscado, ni est� de acuerdo con la benevolencia general de su car�cter. Aquellos que no tienen reverencia por los santos de Dios, y que los juzgan s�lo por lo que les llega a conocer, no tendr�an escr�pulos en atribuirlo a la irritaci�n; o al hablar del castigo que la imprecaci�n del profeta trajo sobre los ofensores como extra�amente desproporcionado a la ofensa. �Cu�l es el punto de vista que dictar�a la piedad cristiana?

I. En primer lugar, debe observarse que Dios escuch� y ratific� la imprecaci�n. �El castigo que sigui� fue impuesto por Dios. Dios, por tanto, si podemos decirlo con reverencia, se hizo responsable de la acusaci�n de severidad. Los que culpan, culpan a Dios, no al hombre.

Sin embargo, sin duda, el caso es desconcertante; pero es uno de los muchos en los que, si no podemos dar una explicaci�n totalmente satisfactoria, se nos pide que suspendamos nuestros juicios, sin dudar de que si conoci�ramos todas las circunstancias nuestra perplejidad desaparecer�a. Y este es realmente el sentimiento con el que una mente reverencial considerar� las dificultades de las Escrituras en general. Sus pensamientos ser�n los que tiene un ni�o cari�oso en referencia a la conducta de un padre sabio, en quien deposita toda su confianza.

Donde pueda discernir una raz�n para ello, o hasta donde pueda, bien y bien; Me regocijo al ver Su mano. Donde no puedo, descanso con confianza en la sabidur�a, la justicia y la bondad de mi Padre celestial. Lo que �l hace, no lo s� ahora, pero tal vez lo sepa m�s adelante, y la raz�n por la que lo hace. Por el momento me contento con caminar por fe; para creer, donde no veo.

Tales reflexiones, es cierto, dar�n poca satisfacci�n al burl�n, aunque una mirada al mundo en el que vive podr�a convencerle de que hay raz�n en ellas; pero no raras veces liberar�n al cristiano de pensamientos desconcertantes.

II. Si no podemos discernir todo el relato que se va a dar, al menos podemos discernir algunas razones que pueden servir para explicar la severidad del castigo. �Si hubiera un lugar en todo el reino de Israel que, m�s que cualquier otro, se hubiera vuelto aborrecible para los juicios de Dios. Betel era ese lugar. Pero 'Betel' ahora se hab�a convertido en 'Bethaven', la Casa de la Vanidad, la casa de la nada.

All� Jeroboam hab�a instalado sus becerros, convirti�ndolo en el gran centro de esa adoraci�n de �dolos por la cual los israelitas eran apartados del servicio del Dios de sus padres. Betel fue, de hecho, para el reino de las diez tribus para el mal, lo que Jerusal�n y el Templo fueron dise�ados para ser para toda la raza de Israel para el bien. �Debemos preguntarnos, entonces, que en una dispensaci�n que se caracteriz� por un sistema de recompensas y castigos temporales, alguna muestra se�al de la justicia de Dios deber�a manifestarse hacia ese lugar al ocurrir una ocasi�n especial para convocarla? Tal ocasi�n hubo en el presente caso.

El grito de burla de los ni�os reflejaba con demasiada precisi�n el esp�ritu infiel y ap�stata de sus padres, y el terrible destino que le sobrevino a uno fue un verdadero castigo para el otro: un castigo que sentir�an con mayor intensidad aquellos cuyas conciencias no estuvieran cauterizadas. m�s all� de todo sentimiento de la circunstancia de la juventud de quienes fueron sus sujetos inmediatos. Si estas cosas se hicieran en el �rbol verde, ser�a obvio preguntar, �qu� se har�a en el seco?

No puede haber duda de que las palabras burlonas que formaron la carga del llanto de los ni�os se refer�an a la ascensi�n de El�as, y fueron pronunciadas en rid�culo del relato que hab�a circulado, y como tal, indicaban un esp�ritu infiel. , y como tales fueron castigados. Pero tambi�n fueron un reproche contundente dirigido contra Eliseo, y contra Eliseo como siervo de Dios, y el que dijo: 'No toques a mi ungido, y no hagas da�o a mis profetas', consider� el insulto como un insulto que se le ofreci� a s� mismo, y no lo hizo. que quede impune.

El destino, entonces, que les sobrevino a estos j�venes fue para los hombres de su generaci�n una protesta contra la idolatr�a en general, y en particular ofreci� una terrible advertencia contra un esp�ritu de burla, especialmente cuando los objetos de su burla son los siervos de Dios, y a�n m�s. Ministros de Dios.

III. Y ciertamente la lecci�n es tambi�n para nosotros. Nos muestra en qu� luz considera Dios tal esp�ritu y sus manifestaciones. �Pues de ello no se sigue, porque esta u otra forma de maldad se deja de ordinariamente sin castigo, que no desagrada mucho a Dios, y que finalmente no recibir� la recompensa que se le debe. Toda mentira no recibe un castigo inmediato, pero el destino de Anan�as y Safira declara cu�l es la mente de Dios con respecto a la mentira; no se detecta y se expone todo caso de codicia a la vez, pero la lepra de Giezi ha puesto la marca de reprobaci�n de Dios sobre tales hechos para siempre.

Todo caso de intemperancia o lujuria desenfrenada no va seguido de muestras inmediatas del desagrado de Dios; pero ocasionalmente, cuando ocurre alg�n caso alarmante �como cuando uno ha sido sacado del mundo apresuradamente de una escena de libertinaje, o cuando otro ha sido llamado a su cuenta desde el lecho de una ramera� aqu� nuevamente se nos muestra con qu� luz ve Dios tales pecados; y as� de la misma manera, aunque cada caso de burla dirigida contra la religi�n o los ministros de religi�n, como tales, o los siervos de Dios, como tales, no es seguida por un castigo r�pido, sin embargo, el destino que les sucedi� a estos j�venes en Betel es una advertencia una vez. para todos � para nosotros, as� como para la gente de su propia �poca y generaci�n, que tarde o temprano tal conducta recibir� la debida recompensa. Tampoco la advertencia, en lo que respecta a esta �poca, es innecesaria.

Ilustraci�n

'Una traducci�n desafortunada del pasaje, haci�ndolo leer como si fuera un grupo de ni�os peque�os que fueron devorados por los osos, ha da�ado el registro y malinterpretado el significado de este justo juicio. No hay duda sobre la interpretaci�n correcta. Son los hombres j�venes, no los ni�os y las ni�as, los que est�n destinados. Comparando 1 Reyes 3:7 y Jeremias 1:6 encontramos que Salom�n, cuando fue ungido rey, y Jerem�as, cuando fue ungido profeta, fueron denominados �ni�os� y un �ni�o peque�o� por las mismas palabras hebreas empleadas aqu�.

No se refieren a lo que representa el idioma ingl�s. No fue sobre los ni�os, que dif�cilmente se supon�a que supieran lo que estaban haciendo, que cay� el juicio, sino sobre una turba de id�latras desenfrenados, profanos y blasfemos, los adoradores de Baal y de los becerros de oro de Jeroboam. Estos j�venes, reci�n salidos de las org�as del templo demon�aco, y empe�ados en el mayor desaf�o a Dios y a su profeta principal, que sab�an que iba a seguir el mismo camino que El�as hab�a tomado antes que �l, gritaron con desprecio: �Ve �Arriba, calvo! �Sube, calvo! y habr�an continuado sus gritos si no se hubiera interpuesto la venganza de Dios.

Pero Dios convirti� lo que pretend�an que fuera una procesi�n de gritos demon�acos y oprobio (porque sin duda fueron alentados por la vil chusma) en una ira y lamentos tan retribuidos como el terror disparado en los corazones de los habitantes. Pasar�a mucho tiempo desde ese d�a en adelante antes de que los j�venes, o los sacerdotes, o los profetas de Baal, se atrevieran a intentar otra turba, u otro desaf�o insolente a los predicadores y videntes de Dios, protegidos por la venganza de tales milagros. Como observa el Dr. Cheever: "Las osas del desierto eran s�mbolos dignos de la crueldad de Jezabel, que hab�a matado a tantos de los profetas de Dios". '

Información bibliográfica
Nisbet, James. "Comentario sobre 2 Kings 2". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/2-kings-2.html. 1876.