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Bible Commentaries
Ezequiel 26

El Comentario del Púlpito de la IglesiaComentario del Púlpito de la Iglesia

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Versículos 1-21

LA CONDICION DEL NEUM�TICO

"La har� ... como la punta de una roca".

Ezequiel 26:4

Once a�os despu�s de la captura de Joaqu�n, es decir, el a�o despu�s de la ca�da de Jerusal�n, y mientras Tiro se regocijaba por la ca�da de la capital hebrea, Ezequiel expuso su pecado, su condenaci�n, los instrumentos con los que ser�a castigada y el efecto producido por su ca�da.

I. Fue el gran centro comercial del viejo mundo , lo que fue Venecia en la Edad Media y lo que es hoy Liverpool o Nueva York. Ella pens� que se beneficiar�a enormemente de la ca�da de Jerusal�n, pero en cambio, bajo el terrible asedio y asalto de Nabucodonosor, su sitio quedar�a tan vac�o como lo estaba antes de que se construyeran sus poderosos edificios, mercados y puertos. Los pueblos y aldeas que depend�an de ella ("sus hijas") compartir�an su destino.

Cuando se pronunci� esta profec�a, nada parec�a menos probable que que Tiro cayera antes de cualquier ataque, porque ya hab�a resistido a los poderosos ej�rcitos de Asiria, y hab�a muchas razones para pensar que resistir�a a los de Babilonia; pero el prop�sito divino debe mantenerse.

II. De modo que toda grandeza terrenal, por muy estable que parezca, debe desaparecer. �Las cosas que excitan la ambici�n y la codicia de los hombres perecer�n con el uso, y Dios pondr� gloria s�lo en la tierra de los vivientes. En este caso esa frase debe referirse al pueblo hebreo, que debe tener a Jehov� como un muro de fuego y Su gloria en medio de ellos ( Zacar�as 2:5 ). Pero en su alcance adicional, las palabras seguramente se refieren a aquellos que est�n contados en el Libro de la Vida, y reinar�n con Cristo cuando las obras del orgullo humano se hayan desvanecido como la niebla de la ma�ana.

III. Tenemos que sufrir por nuestros pecados. �Cada paso que damos sobre las flores por el camino prohibido, tenemos que volver sobre �l, pero las flores se han convertido en cenizas calientes. El camino de los transgresores es duro, y las mismas personas y circunstancias que estaban asociadas con los placeres del pecado se convierten en l�tigos de escorpi�n con los que somos azotados de regreso al camino abandonado. Los antiguos cre�an en N�mesis; y el Evangelio no duda en pronunciar la misma nota de advertencia, que todo hombre debe cosechar lo que ha sembrado. Dejemos que el hombre o la mujer peque con un c�mplice, �l o ella ser� la maldici�n segura y el dolor de la vida futura, a menos que Dios intervenga por alguna providencia especial.

Información bibliográfica
Nisbet, James. "Comentario sobre Ezekiel 26". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/ezekiel-26.html. 1876.
 
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