Independientemente de c�mo lo expliquemos, no hay duda de que la apariencia real o imaginaria de un esp�ritu humano, sin el cuerpo, ha sido, en todas las �pocas, m�s que desagradable para el hombre; ha sido terrible.
I. Puede ser que para un ser compuesto como el hombre, en quien el cuerpo y el alma est�n tan sutil e �ntimamente entrelazados, el divorcio entre los dos, cuando se nos presenta de manera tan v�vida, parezca sugerir una violencia antinatural como ninguna otra cosa.
II. Puede ser que nuestra ignorancia de las capacidades de un esp�ritu incorp�reo, de su poder para afectarnos a nosotros mismos de cien maneras ahora que vive en condiciones totalmente nuevas, pueda explicar el pavor universal que inspira.
III. Puede ser � mejor dicho, probablemente lo sea � el caso, que el sentido acelerado de la cercan�a y la realidad del mundo invisible nos aterroriza a los pecadores, porque sabemos que somos pecadores. �Un hombre perfectamente impecable mirar�a a un fantasma con una curiosidad reverente pero tranquila. Es cierto que, para los hombres corrientes, como en los d�as de Elifaz, as� en todas las edades de la historia del mundo, ver, o pensar que vemos, un esp�ritu incorp�reo inspira pavor. Independientemente de c�mo lo expliquemos, el hombre siente un terror secreto ante la idea de tener contacto con el esp�ritu puro desnudo en una forma corporal. Este temor es parte de nuestra naturaleza humana.
�Canon Liddon.
Ilustraci�n
El primer orador es Elifaz, quien comenz� con una cort�s disculpa por haber hablado en absoluto y, sin embargo, una declaraci�n de que no puede reprimirse. Despu�s de expresarse sorprendido por la queja de Job, y preguntar si su integridad no deber�a ser una garant�a suficiente de su seguridad, procedi� a una explicaci�n general del problema del sufrimiento, declarando que es el castigo de Dios por la maldad, una cosecha para la cual debe haber Ha sido una siembra previa.
Argument� la verdad de esto al insistir en el hecho del pecado del hombre ante los ojos de Dios. Esto le hab�a sido revelado en una hora solitaria, en la oscuridad de la noche, por una presencia m�stica, una forma. La inferencia de esta declaraci�n es que el sufrimiento de Job fue el resultado del pecado de Job '.
Información bibliográfica Nisbet, James. "Comentario sobre Job 4". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/job-4.html. 1876.
Versículos 1-21
UN VISITANTE ESPECTRAL
'Un esp�ritu pas� ante mi rostro'.
Job 4:15
Independientemente de c�mo lo expliquemos, no hay duda de que la apariencia real o imaginaria de un esp�ritu humano, sin el cuerpo, ha sido, en todas las �pocas, m�s que desagradable para el hombre; ha sido terrible.
I. Puede ser que para un ser compuesto como el hombre, en quien el cuerpo y el alma est�n tan sutil e �ntimamente entrelazados, el divorcio entre los dos, cuando se nos presenta de manera tan v�vida, parezca sugerir una violencia antinatural como ninguna otra cosa.
II. Puede ser que nuestra ignorancia de las capacidades de un esp�ritu incorp�reo, de su poder para afectarnos a nosotros mismos de cien maneras ahora que vive en condiciones totalmente nuevas, pueda explicar el pavor universal que inspira.
III. Puede ser � mejor dicho, probablemente lo sea � el caso, que el sentido acelerado de la cercan�a y la realidad del mundo invisible nos aterroriza a los pecadores, porque sabemos que somos pecadores. �Un hombre perfectamente impecable mirar�a a un fantasma con una curiosidad reverente pero tranquila. Es cierto que, para los hombres corrientes, como en los d�as de Elifaz, as� en todas las edades de la historia del mundo, ver, o pensar que vemos, un esp�ritu incorp�reo inspira pavor. Independientemente de c�mo lo expliquemos, el hombre siente un terror secreto ante la idea de tener contacto con el esp�ritu puro desnudo en una forma corporal. Este temor es parte de nuestra naturaleza humana.
�Canon Liddon.
Ilustraci�n
El primer orador es Elifaz, quien comenz� con una cort�s disculpa por haber hablado en absoluto y, sin embargo, una declaraci�n de que no puede reprimirse. Despu�s de expresarse sorprendido por la queja de Job, y preguntar si su integridad no deber�a ser una garant�a suficiente de su seguridad, procedi� a una explicaci�n general del problema del sufrimiento, declarando que es el castigo de Dios por la maldad, una cosecha para la cual debe haber Ha sido una siembra previa.
Argument� la verdad de esto al insistir en el hecho del pecado del hombre ante los ojos de Dios. Esto le hab�a sido revelado en una hora solitaria, en la oscuridad de la noche, por una presencia m�stica, una forma. La inferencia de esta declaraci�n es que el sufrimiento de Job fue el resultado del pecado de Job '.