Bible Commentaries
Miqueas 1

El Comentario del Púlpito de la IglesiaComentario del Púlpito de la Iglesia

Versículo 1

EL PROFETA MICAH

Miqueas el morastita.

Miqueas 1:1

Cuando el ministerio de Isa�as cort�s y culto estaba casi a la mitad, apareci� en Jud� otro profeta de un tipo muy diferente, llamado Miqueas. Isa�as era asociado de reyes, siendo �l mismo, seg�n la tradici�n jud�a, de nacimiento real; pero Miqueas ven�a de la peque�a aldea rural de Moreshah ( Miqueas 1:1 ), en Palestina Occidental, y en vestimenta, gestos y expresiones, si podemos juzgar por el cap. Miqueas 1:8 , le recuerda al profeta El�as.

I. Aunque difer�an ampliamente en personalidad, Isa�as y Miqueas estaban en estrecha simpat�a y armon�a, como lo demuestran sus mensajes ; y es muy probable que a menudo se reunieran, hablaran y oraran juntos. Ambos condenaron implacablemente los males de la �poca; ambos predijeron el juicio como resultado del pecado de la naci�n; y ambos profetizaron del advenimiento de Cristo y de su reinado glorioso. Vea cu�n casi id�nticas son las palabras de Miqueas 4:1 con el pasaje que se encuentra en Isa�as 2:2 , lo que hace que uno piense que un profeta cit� al otro.

Existe una gran semejanza entre los dos libros en varios aspectos. La peculiaridad de la profec�a de Miqueas es que se refiere a los reinos del norte y del sur (v�ase el cap�tulo Miqueas 1:1 ; Miqueas 1:5 ), aunque el contenido de su mensaje parece estar destinado a Jud�.

II. Una cosa que distingue a Miqueas es el resultado de su ministerio. �No hay ning�n indicio de esto en su Libro, pero de la �nica referencia de Jerem�as a �l, deducimos que Miqueas fue fundamental en la conversi�n del rey Ezequ�as. Recordar� que Jerem�as, que vivi� unos cien a�os despu�s de Miqueas, fue arrestado un d�a en el templo por los sacerdotes, los profetas y el pueblo, por profetizar la destrucci�n del templo y la ciudad, y estaba en peligro de ser ejecutado. cuando los pr�ncipes de Jud� se entrometieron.

El disturbio fue sofocado, y los ancianos cambiaron la marea del sentimiento p�blico contra Jerem�as llamando la atenci�n sobre la similitud de la ense�anza de Miqueas y sus resultados (ver Jeremias 26:18 ).

Sabemos, por el registro en Reyes, que esta actitud de sumisi�n a Dios por parte del rey Ezequ�as trajo sobre �l y su reino tal bendici�n que fue el reinado m�s glorioso de todos los reyes de Jud� desde Salom�n. De modo que Miqueas, con su predicaci�n fiel, sirvi� bien a su soberano, a su pa�s y a su Dios.

Miqueas parece haber causado una profunda impresi�n en la mente y el coraz�n del pueblo jud�o. Isa�as, Jerem�as, Ezequiel, Sofon�as lo mencionan a menudo y sus declaraciones son citadas. San Mateo y San Juan tambi�n lo citan. Es Miqueas quien se�al� el lugar de nacimiento del Mes�as, permitiendo as� a los escribas y fariseos dirigir a los sabios a Bel�n, donde deber�an encontrar al Ni�o Jes�s.

III. En estilo, Micah es bastante dram�tico, dado al uso de im�genes y figuras ret�ricas. �F�jense en la imagen con la que se abre la profec�a. Representa a Dios levant�ndose indignado por los pecados de su pueblo y saliendo con ira desde su lugar en lo alto como un gran fuego consumidor, ante el cual se derriten las monta�as y se quiebran los valles. Samaria es la primera en sentir el calor de la indignaci�n de Dios, pero la marea del juicio llega rodando hasta la puerta de Jerusal�n, y sigue adelante, hasta que Miqueas ve en visi�n una tras otra de las ciudades en las cercan�as de su propia casa. -ciudad entregada a la destrucci�n.

Ilustraci�n

Miqueas ven�a de la vecindad de Gat, en la llanura filistea, con sus frondosos vi�edos, huertos y campos de ma�z, sus bulliciosas ciudades y sus vislumbres del gran mar. Ejerci� una fuerte influencia sobre Ezequ�as y su �poca. Aunque de origen humilde, lleg� a estar en la primera fila de la banda prof�tica. El vers�culo 8 nos dice que deambulaba por las calles y lugares p�blicos de Jerusal�n, mezclando sus llamamientos prof�ticos y advertencias con fuertes lamentos, como el rugido profundo y hueco del avestruz o el aullido lastimero del chacal.

Tal aparici�n, proclamando d�a tras d�a los pecados nacionales y amenazando con la muerte inminente, conmovi� los corazones del rey y del pueblo. Mucho despu�s de que los ancianos de la ciudad lo recordaran y atribuyeran a su predicaci�n el gran avivamiento que inaugur� el reinado de Ezequ�as.

Versículos 3-4

EL ADVIENTO DEL SE�OR

'El Se�or sale de su lugar ... y los montes ser�n derretidos debajo de �l'.

Miqueas 1:3

Dios, dijo el profeta, descender�a en juicio. Amaba demasiado a su pueblo como para entregarlo a sus pecados. El �nico prop�sito de Dios es liberarnos del dominio del mal, porque �l sabe que nunca podremos ser realmente bendecidos hasta que se rompan nuestras ataduras y se elimine nuestra inmundicia. �C�mo seremos lo suficientemente agradecidos de que Jesucristo haya salido de Su lugar en la gloria para librarnos? y cualquier monta�a que se le oponga en su gran obra redentora, seguramente fluir� ante su presencia.

I. Debe haber sufrimiento. �El sufrimiento del castigo. Como sucedi� con Israel, debe ser as� con nosotros. Debemos aprender que es algo malo y amargo entregarse a un pecado conocido. Los golpes caer�n r�pido y r�pido, aunque la vara est� sujeta por la mano de un Padre. Donde la conciencia no es lo suficientemente r�pida para amonestarnos, se debe recurrir a la disciplina externa para complementarla.

II. Debemos reclamar el refugio de la cruz y la tumba de Cristo. �Israel no sab�a nada de estos como los conocemos. �Pero cu�n grande es nuestro privilegio y poder para retirarnos a la hendidura de la roca y escondernos all� mientras pasan las tormentas de la tentaci�n! Satan�s no puede alcanzar el alma que se refugia all�. Esto es estar verdaderamente 'muerto al pecado'.

III. Debemos buscar la energ�a interior del Cristo ascendido. �La Ascensi�n significa incluso m�s que la Resurrecci�n. Desde la gloriosa altura de Su Ascensi�n, el Se�or Jes�s viene a morar en nosotros y a derretir las fuertes monta�as de nuestra voluntad rebelde, sustituyendo la Suya.

Ilustraciones

(1) 'Las im�genes sublimes del p�rrafo inicial probablemente fueron aportadas por las tradiciones del gran terremoto que tuvo lugar durante el reinado de Uz�as. Se describe al Dios Todopoderoso descendiendo al juicio, y la naturaleza tiembla antes de Su advenimiento. Primero juzga a Samaria y pronuncia la terrible sentencia de su derrocamiento inminente por Asiria.

(2) 'Miqueas fue contempor�neo de Isa�as y Oseas. Jerem�as cita a Miqueas 3:12 ( Jeremias 26:18 ); y hay varias correspondencias entre sus palabras e Isa�as. Denuncia las idolatr�as perpetradas en Samaria, que pronto caer�, y Jerusal�n.

La venida de Dios para juzgar a su pueblo culpable est� acompa�ada de terremotos y tormentas. Samaria quedar�a desolada, y todas las riquezas de las que Israel se jactaba de haber recibido de sus �dolos, como recompensa o salario por adorarlos, volver�an a ellos cuando fuera llevada al cautiverio. El profeta describe su propia angustia, al ver la calamidad que se acerca, que deber�a involucrar, no solo a Samaria, sino a Jerusal�n '.

Información bibliográfica
Nisbet, James. "Comentario sobre Micah 1". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/micah-1.html. 1876.