"El que justifica al imp�o y el que condena al justo, ambos son abominaci�n al Se�or".
Proverbios 17:15
Estas palabras pueden servir para mostrarnos que nuestra estimaci�n de otros hombres es un asunto de responsabilidad muy solemne a los ojos de Dios.
I. Primero insistir� en el deber general de conciencia al formar todas nuestras estimaciones de otros hombres .
II. "El que justifica al imp�o es abominaci�n al Se�or". �La vida sin principios, dondequiera que se encuentre, debe ser protestada por los siervos de Dios.
III. "El que condena al justo". �Aqu� indudablemente nuestra culpa es mucho m�s com�n, mucho m�s imprudente cometida. Siempre somos m�s propensos a condenar que a justificar. Observe algunas formas en las que, con la ayuda de Dios, podemos protegernos de esta tendencia predominante de nuestros d�as. (1) Mire siempre la vida, que es palpable, m�s que el motivo del credo, que por lo general es una mera conjetura. (2) Evitar, negarse a usar y protestar contra el uso de todos los nombres de las partes. (3) Forme sus opiniones sobre los dem�s, no bajo el impulso del mundo, sino bajo la mirada de Dios.
Información bibliográfica Nisbet, James. "Comentario sobre Proverbs 17". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/proverbs-17.html. 1876.
Versículos 1-28
'ARCADES AMBO'
"El que justifica al imp�o y el que condena al justo, ambos son abominaci�n al Se�or".
Proverbios 17:15
Estas palabras pueden servir para mostrarnos que nuestra estimaci�n de otros hombres es un asunto de responsabilidad muy solemne a los ojos de Dios.
I. Primero insistir� en el deber general de conciencia al formar todas nuestras estimaciones de otros hombres .
II. "El que justifica al imp�o es abominaci�n al Se�or". �La vida sin principios, dondequiera que se encuentre, debe ser protestada por los siervos de Dios.
III. "El que condena al justo". �Aqu� indudablemente nuestra culpa es mucho m�s com�n, mucho m�s imprudente cometida. Siempre somos m�s propensos a condenar que a justificar. Observe algunas formas en las que, con la ayuda de Dios, podemos protegernos de esta tendencia predominante de nuestros d�as. (1) Mire siempre la vida, que es palpable, m�s que el motivo del credo, que por lo general es una mera conjetura. (2) Evitar, negarse a usar y protestar contra el uso de todos los nombres de las partes. (3) Forme sus opiniones sobre los dem�s, no bajo el impulso del mundo, sino bajo la mirada de Dios.
�Dean Alford.