Bible Commentaries
Salmos 36

El Comentario del Púlpito de la IglesiaComentario del Púlpito de la Iglesia

Versículos 1-12

�CULPA!

'Mi coraz�n me muestra la maldad del imp�o: que no hay temor de Dios delante de sus ojos. Porque se lisonjea ante sus propios ojos, hasta que su abominable pecado sea descubierto.

Salmo 36:1 (Versi�n del libro de oraci�n)

La palabra "culpa", como el alem�n "schuld", significa deuda. Se deriva del verbo anglosaj�n 'gildan', pagar. Cu�n natural es la met�fora, podemos verlo en el hecho de que nuestro Se�or la eligi� en la par�bola del deudor imperdonable; y en el Padrenuestro nos ense�� a decir: 'Perd�nanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores'. As� tambi�n, la met�fora de la redenci�n de un hombre es la apodosis , el pago de una deuda.

Un hombre culpable es un hombre que, siendo justamente acusado de alg�n delito, tiene una pena que pagar, ya sea a las leyes de su pa�s, a las leyes eternas de Dios, oa ambas. Todos han pecado. �C�mo despierta Dios a los hombres de su trance y sue�a con la seguridad?

De varias maneras. Les pedir�a que los marcaran.

I. A veces, por un fracaso irreparable en el �nico gran deseo o fin noble de la vida desperdiciada de un hombre. �Cuando desees lograr alg�n fin digno, para que tu vida no sea del todo en vano, es posible que las palabras de advertencia vuelvan a tu mente como una penumbra, y tu destino sea como el de los j�venes. caballero que buscaba el Santo Grial a quien, mientras todo se convert�a en cenizas ante �l con un toque, entonces ...

'Cada palabra malvada que hab�a dicho una vez,

Y cada mal pensamiento que hab�a pensado en el pasado

Y cada mala acci�n que hice

Se despert� y grit�: "Esta B�squeda no es para ti".

II. Y a veces, el castigo de la culpa que despierta Dios viene, no por un fracaso irreparable desde afuera, sino por una miseria devastadora desde adentro. �Tiberio escribi� a su Senado con estas palabras: "Padres, que todos los dioses y diosas me destruyan m�s de lo que siento que me destruyen a diario si s� qu� hacer o ad�nde ir". �S�! si el culpable no sufre ning�n castigo exterior, todav�a se convierte en sus propios verdugos, y pone en su propia alma la furia y el azote.

III. Y, en tercer lugar, Dios a veces despierta la culpa al ser detectado. �No tengo tiempo para detenerme en su extra�o inesperado, en su inevitable certeza; pero, alma culpable que me oyes y no te has arrepentido, ten por seguro que tu pecado te descubrir�. En nuestra Galer�a Nacional, es posible que vea una imagen muy popular, en la que un incidente es un detective que pone su mano sobre el hombro de un delincuente fugitivo mientras sube a un carruaje de primera clase.

El rostro del hombre est� espantoso como cenizas y distorsionado por el terror. Los cr�ticos calificaron la imagen de exagerada y el incidente de melodram�tico. El propio pintor me dijo que quienes estaban familiarizados con este tipo de escenas le hab�an asegurado que cada detalle era fiel a la realidad cuando, lenta Justicia habiendo alcanzado por fin a un hombre, encuentra que su mano es de hierro y que su golpe es la muerte.

IV. Y, en cuarto lugar, Dios a veces despierta a los hombres de la intoxicaci�n de la culpa por las consecuencias retributivas naturales, toda la prole de la calamidad se asemeja fatalmente al pecado de sus padres. �El despertar puede demorarse mucho tiempo. Hoy puede ser como ayer y ma�ana como hoy; sin embargo, un d�a vendr� para todos los pecadores, y luego �ay, ay, ay! y nada m�s que oscuridad.

V. Y a veces, de nuevo, Dios despierta a los hombres de la culpa �y no s� si �ste no ser� el castigo m�s terrible de todos� simplemente dej�ndolos solos y haciendo que sus pecados se hinchen en sus propios desarrollos naturales. �Dios permite que el hombre coma del fruto a su manera y se sacie de sus propios recursos. El joven crece hasta convertirse en un hombre cuyo solo pensamiento habr�a repudiado con aborrecimiento.

VI. Y, a veces, por �ltimo, Dios despierta a los hombres del pecado mediante la muerte. �Creo que la gran mayor�a de los suicidios tienen su origen en este remordimiento por la culpa, o el horror de sus consecuencias.

Dean Farrar.

Ilustraci�n

'La mente del hombre es un telescopio reflector. El coraz�n es el espejo. El poeta encuentra all� una representaci�n del transgresor. Como es com�n en la poes�a hebrea, la descripci�n es s�ptuple: (1) ate�smo pr�ctico, (2) adulaci�n propia, (3) habla falsa, (4) la p�rdida del poder para conocer lo correcto, (5) imaginaci�n maligna, (6) ) un curso de hacer lo que no es bueno, y (7) una aceptaci�n del mal. Posiblemente haya una gradaci�n aqu�.

Pero seguramente con estos siete trazos audaces se perfila un terrible retrato de un pecador. No se menciona ning�n acto especial. Es en su mayor parte la vida interior de la oscuridad que se describe. La luz del temor de Dios se ha ido y, con ella, el poder de comprender lo que es correcto y de ver la conducta en una luz verdadera. Es un retrato cuyos colores chillones se hacen m�s evidentes cuando se estudia con detenimiento. Tampoco se mencionan juicios ni castigos.

El mal es odioso por s� mismo. No es una vista superficial. Revela un conocimiento profundo de la naturaleza humana, m�s profundo que los actos. Es una prelibaci�n de la moralidad de Jesucristo, que muestra que la vida interior del pensamiento y el sentimiento, de la oscuridad y la luz interior, es el verdadero hombre. Este "or�culo de la transgresi�n del imp�o" no es obra de un observador ordinario. Para un conocimiento real de la naturaleza humana tal como es, rota y ensuciada por la ca�da, ser�a dif�cil encontrar una descripci�n que pueda superarla.

Información bibliográfica
Nisbet, James. "Comentario sobre Psalms 36". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cpc/psalms-36.html. 1876.