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Bible Commentaries
Apocalipsis 19

Comentario de D.S. Clark sobre el ApocalipsisClark sobre el Apocalipsis

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Introducción

CAP�TULO XIX.

Este cap�tulo se encuentra en la conexi�n m�s estrecha con el cap�tulo anterior. Hemos visto las copas del juicio derramadas sobre la bestia y el trono de la bestia.

Hemos escuchado la declaraci�n de que Babilonia ha ca�do. Se nos ha mostrado el juicio de la gran ramera que cabalg� sobre la bestia de color escarlata, descrita de otro modo como "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra".

Versículos 1-3

Ahora, en la apertura del cap�tulo diecinueve tenemos el regocijo del cielo por el juicio de la ciudad ramera. Una gran voz de mucho pueblo dice en el cielo: "Aleluya, salvaci�n y gloria y honra y poder, al Se�or nuestro Dios; porque verdaderos y justos son sus juicios; porque ha juzgado a la gran ramera, y ha vengado la sangre de sus siervos en su mano".

Esto es suficiente para mostrar que todav�a estamos tratando con la serie de eventos que ocuparon el libro desde el cap�tulo trece en adelante. Tenga en cuenta claramente que el tema no ha cambiado hasta ahora, que los eventos de la historia est�n bien entretejidos o entretejidos.

Versículos 4-6

Los vers�culos cuatro al seis reiteran la alabanza del cielo. Todos los ancianos, y los vivientes (cuatro bestias) y las poderosas multitudes del cielo, gritan a una voz, como el estruendo del oc�ano y el retumbar del trueno, diciendo: "Aleluya, porque el Se�or Dios omnipotente reina".

S�, el Se�or reina, que se pronuncie con la voz de muchas aguas, y el retumbar de poderosos truenos hasta que toda la tierra oiga y entienda. El diablo puede enfurecer, y la bestia puede pelear, y el falso profeta puede unir sus manos con ambos, y la ramera puede seducir y seducir, pero todos ellos juntos no son rival para el Se�or, solo muestran su impotencia en el conflicto con el Todopoderoso.

La maldad puede levantar su cabeza hacia los cielos; la persecuci�n puede explotar sus halagos; pueden estar actuando fuerzas de deterioro y desintegraci�n; pero el Se�or todav�a vive, y todav�a est� en el trono del universo, y la iglesia de Dios saldr� victoriosa en el conflicto con el mundo porque el Dios omnipotente vive en ella y uno como el Hijo del Hombre camina entre los siete candelabros de oro.

En los Cap�tulos anteriores hemos visto al drag�n, a la bestia y al falso profeta persiguiendo a la iglesia, pero en este cap�tulo los vemos completamente derrotados, y al divino capit�n de nuestra salvaci�n conduciendo a sus seguidores a la victoria. Es f�cil captar el aliento pr�ctico que se encuentra en estas visiones, ya que afect� a las iglesias a las que se dirigi� y como canta a lo largo de los siglos a cada campo de batalla bien librado de las actividades de la iglesia.

Versículos 7-10

En los vers�culos siete al nueve se dice algo acerca de las bodas del Cordero. Pero no se nos muestra ninguna escena de matrimonio ni por visi�n ni por descripci�n. Las cosas particularmente enfatizadas en este pasaje son el vestido de la novia y la bienaventuranza de los llamados.

La novia de Cristo en la fraseolog�a de las Escrituras es la iglesia. Su vestidura es su justicia. "A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos".

Es el prop�sito de Dios y el cuidado de la iglesia producir un pueblo santo, capacitado por la gracia para ser la novia del Cordero. Esta pureza moral, este lino fino de justicia es lo que sobresale ante el ojo del revelador, y no una escena nupcial. La iglesia debe prepararse; pero la prontitud consiste en su pureza moral. Su disposici�n no consiste en la curiosidad de cu�ndo vendr� Cristo, sino en la justicia que es de Dios por la fe, y todos sus resultados espirituales.

Versículos 11-17

El vers�culo once abre una nueva escena, pero no un tema completamente nuevo. Juan ve en el cielo la visi�n de un caballo blanco, el jinete se llama Fiel y Verdadero, sus ojos una llama de fuego, en su cabeza muchas coronas, su vestidura te�ida en sangre y su nombre se llama "La Palabra de Dios". De su boca sale una espada aguda y en su vestidura y en su muslo un nombre escrito REY DE REYES Y SE�OR DE SE�ORES. Y los ej�rcitos del cielo lo siguieron sobre caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio.

No puede haber duda de qui�n es el jinete en este caballo blanco. Solo hay uno que puede ser llamado REY DE REYES Y SE�OR DE SE�ORES.

Sale a la cabeza de un ej�rcito y esto implica una batalla y una guerra. Este es el otro lado de la imagen que hasta ahora no se ha concretado. Ahora estamos entrando en visi�n y simbolizando el otro lado del conflicto. Siempre hay dos bandos en una guerra. Vimos al drag�n salir a hacer guerra contra la mujer (la iglesia) y su simiente Apocalipsis 12:17 .

Vimos a la bestia y al falso profeta traer todos los poderes a su disposici�n para aplastar a la iglesia de Dios. Pero eso fue s�lo en un lado de las l�neas. La batalla no fue tan unilateral como eso. Aqu� hay un mejor l�der con su ej�rcito. El enemigo se encontrar� con un ej�rcito mejor y un arma mejor que la suya, y veremos en breve cu�l ser� el resultado del conflicto.

Observe que este jinete sobre el caballo blanco no ten�a espada en la mano, pero ten�a una espada en la boca. No ten�a una espada que pudiera cortar la cabeza de las personas, sino la "espada del Esp�ritu que es la palabra de Dios".

Obs�rvese tambi�n que los ej�rcitos que le segu�an no ten�an espadas ni armas de ning�n tipo; pero ten�an algo mucho mejor y m�s eficaz. Estaban vestidos de lino fino, blanco y limpio, que, como se nos acaba de decir, es la justicia de los santos, y la justicia es m�s eficaz en la batalla del Se�or que todas las espadas del mundo. Aqu�, pues, est� el ej�rcito y aqu� est�n sus armas, y la batalla est� a punto de comenzar. Podemos observar inequ�vocamente qu� clase de batalla es, la batalla entre el bien y el mal, entre Cristo y Satan�s; entre el evangelio y sus enemigos; entre la iglesia y sus opositores.

El narrador se detiene un momento antes de que comience la batalla. Nos muestra un �ngel en el sol que llama a gran voz a las aves que vuelan en los cielos y las invita a reunirse para un fest�n con la carne del enemigo ca�do. Esto me parece una iron�a o una expresi�n de fuerte desprecio por el enemigo, que todos los buitres y buitres y aves rapaces que se alimentan de carro�a sean invitados a la fiesta antes de que la batalla comience. Al menos expresa absoluta confianza de qu� lado estar�a la victoria.

Versículos 19-21

Y ahora para el choque de los ej�rcitos, vers�culos 19, 20. "Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ej�rcitos reunidos para hacer guerra contra el que montaba el caballo, y contra su ej�rcito".

El vers�culo veinte agrega al falso profeta tambi�n como uno que participa en esa batalla. Ahora es de suma importancia observar claramente qui�n est� librando esta batalla con el jinete del caballo blanco. Se nos dice claramente que es la bestia, la bestia del cap�tulo 13:1, la bestia que tiene siete cabezas y diez cuernos, y las cabezas identificadas como siete montes y tambi�n siete gobernantes en la dinast�a ces�rea, y los diez cuernos como diez reinos subsidiarios, la bestia que llev� a esa mujer ramera de quien se dec�a que era una "ciudad que reina sobre los reyes de la tierra".

�Ahora no debe haber dificultad en saber qui�n estaba al frente de este ej�rcito contra el jinete del caballo blanco. Era la misma vieja bestia. Ahora bien, esa bestia siempre ha estado asociada con otra; lo vimos primero en Apocalipsis 13:11 ; ten�a la apariencia de un cordero, pero hablaba como un drag�n, estaba mano a mano con la bestia.

�l le dio poder a la bestia y llev� al mundo a adorar a la bestia. Despu�s se le llam� el falso profeta ( Apocalipsis 16:13 ) y as� se le llama aqu�.

Ahora, �qui�n est� haciendo la guerra? Esa misma vieja bestia, ese mismo falso profeta, y los reyes subsidiarios de ellos. Pero �cu�l es el resultado? "Y la bestia fue apresada, y (con ella) el falso profeta. Ambos fueron arrojados vivos en un lago de fuego que ard�a con azufre. Y el resto fue muerto con la espada del que montaba el caballo, la cual sali� de su boca". El escritor es muy cuidadoso en tenernos en cuenta que esa espada sali� de su boca.

Ahora presento la pregunta: �No es este el poder conquistador del evangelio y el triunfo del cristianismo? La espada del Esp�ritu, que es la palabra de Dios, por la predicaci�n, la ense�anza y el testimonio vence al mundo para Cristo. Y por esta misma raz�n creo que el escritor fue tan particular al se�alar que la espada estaba en la boca del jinete. El mundo debe ser conquistado por el evangelio. Cristo dijo: "Id y haced disc�pulos a toda criatura bautiz�ndola en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp�ritu Santo".

Es el triunfo del evangelio lo que tenemos en este cap�tulo diecinueve. Solo queda ahora mirar algunas representaciones contrarias de estas escenas. Ya hemos quitado la consideraci�n del papado en este libro, no porque deseemos blanquear el papado, sino porque la cronolog�a y el escenario de las escenas no encajan en el caso.

Pero la interpretaci�n con la que nos enfrentamos hoy es la premilenial, y se refiere particularmente a este cap�tulo diecinueve.

Seg�n el premilenialista, las siete iglesias de Asia de las que se habla en los Cap�tulos segundo y tercero son siete per�odos de la historia desde el tiempo de Juan hasta el tiempo del regreso de Cristo. El cuarto cap�tulo comienza el per�odo de la Tribulaci�n al comienzo del cual los muertos justos son resucitados y junto con los vivos piadosos son arrebatados en el aire para estar con Cristo mientras la Tribulaci�n est� en la tierra.

No hay una sola s�laba en el libro que transmita tal informaci�n, y no estamos justificados en hacer tipos de declaraciones sencillas, hist�ricas y did�cticas a gusto del int�rprete. Las Escrituras ciertamente contienen muchos tipos. Son leg�timos en su lugar; pero el tip�grafo habitual es la desesperaci�n de la ciencia interpretativa.

Ahora, seg�n el premilenialista, todos los Cap�tulos cuatro a dieciocho inclusive describen la Tribulaci�n. No importa que Jerusal�n, el templo y el altar est�n all�, todav�a sin caer; no importa que Roma est� all� sobre sus siete colinas, con sus siete reyes; no importa que el �ngel dijera: "Y la ramera es esa gran ciudad que reina (o est� reinando) sobre los reyes de la tierra". El premilenialista simplemente dispone de todo eso con su facilidad habitual. Simplemente lo arroja todo hacia el futuro como algo que a�n no ha sucedido, a pesar de las claras indicaciones del libro.

Ahora, cuando el premilenialista llega a este cap�tulo diecinueve, concluye que el per�odo de la Tribulaci�n, que algunos dicen que ser� de siete a�os, ha terminado. Y que Cristo y la iglesia que han estado en el aire durante estos siete a�os, ahora descienden a la tierra, y eso es lo que significa el jinete del caballo blanco y los ej�rcitos que lo siguen. Para que el mundo sea conquistado no por el evangelio, sino por la segunda venida de Jesucristo.

Y la bestia es el rey de la Tribulaci�n, o el Anticristo, que gobernar� el mundo en una era futura y que Cristo destruir� cuando venga. �Cu�les son las objeciones a este punto de vista del cap�tulo diecinueve?

1er. La llegada de este jinete sobre el caballo blanco est� acompa�ada de una gran cantidad de descripciones y detalles. Indica un proceso m�s que un evento. Cuando Cristo viene, se dice que es repentino, en un abrir y cerrar de ojos, como el rel�mpago de un extremo del cielo al otro. Cuando lea el cap�tulo, ver� que ninguno de estos eventos fue repentino, sino m�s bien un progreso deliberado. Es diferente a la Segunda venida en este sentido.

2do. El escritor sostiene insistentemente ante nosotros que la espada est� en la boca del jinete. Esta espada es el arma de la conquista. Pablo al describir la armadura cristiana dice: "La espada del Esp�ritu, que es la palabra de Dios". Todo este cuadro y toda su fraseolog�a relacionada nos ense�a que el arma que conquista al mundo es la palabra de Dios, o el evangelio de Jesucristo. No debemos esperar que el mundo se convierta por alg�n cataclismo espectacular, sino por la predicaci�n y la ense�anza, y el testimonio de la iglesia que est� vestida con el lino fino de justicia. Esa es la forma en que el Imperio Romano fue conquistado por Cristo como cuesti�n hist�rica y as� ser� hasta el final de los tiempos.

3er. El hecho absolutamente concluyente surge al final de que Juan muestra, s� dice en muchas palabras, que este conflicto del jinete era con la bestia y el falso profeta, esa misma vieja bestia con la que hemos estado tratando a lo largo de todos estos Cap�tulos, la bestia de las siete colinas, y los siete reyes, la bestia que dio a luz a la mujer ramera que era "esa ciudad", y el falso profeta asociado con �l, a saber.

Roma pagana. Nadie que no est� sesgado por una teor�a podr�a sacar esto del pasado hist�rico y ponerlo en un futuro hipot�tico al que ninguna de estas referencias hist�ricas aluden. El libro fija claramente qui�nes son estos personajes, fija su lugar en la geograf�a y la historia, y tendr�amos que desbaratar toda la historia para admitir la interpretaci�n premilenial.

4to. El revelador declar� repetidamente a Juan que iba a ver visiones de cosas que "es necesario que sucedan en breve". Sostenemos que es forzar demasiado el significado de las palabras para que en breve signifique varios miles de a�os.

Por estas razones, concluimos que la interpretaci�n premilenial est� completamente fuera de discusi�n.

Pero, �la conquista de este jinete sobre el caballo blanco pertenece s�lo al Imperio Romano? �Debemos estar alguna vez lidiando con cosas que est�n muertas y enterradas hace siglos? �No hay nada en todo esto que toque y vitalice a la iglesia de hoy? �O nunca vamos a ir m�s all� del polvo seco de las catacumbas?

Lejos de ese pesimismo l�gubre, encontramos el mayor aliento. El jinete de ese caballo blanco sigue marchando. Ha ido mucho m�s all� de los confines del Imperio Romano. No sali� para conducir a sus ej�rcitos a una batalla breve, sino a cada batalla donde se libra el conflicto. Lider� a sus ej�rcitos a trav�s del conflicto con la esclavitud y gan� el d�a. Ha conducido a su contingente misionero a todas las tierras del mundo y todav�a cabalga al frente. Est� liderando a su iglesia en la lucha contra el poder del ron y logrando victorias todos los d�as.

Que la iglesia recuerde que este jinete sobre el caballo blanco es el Jes�s viviente, que est� al frente de cada batalla, que as� como venci� a la bestia y al falso profeta, as� vencer� a todo enemigo. La bestia y el profeta fueron solo un episodio en el camino, y el triunfo de la iglesia es tan seguro como la promesa de aquel que dijo: "He aqu�, yo estar� con vosotros todos los d�as, hasta el fin del mundo".

El jinete del caballo blanco sigue cabalgando. Que la iglesia siga, vestida de lino, blanco y limpio.

 
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