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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Sinopsis del Nuevo Testamento de Darby Sinopsis de Darby
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
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Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre 1 Samuel 19". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/1-samuel-19.html. 1857-67.
Darby, John. "Comentario sobre 1 Samuel 19". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-24
El siguiente comentario cubre los cap�tulos 18 y 19.
Pero cuando Cristo se da a conocer, el resto (que representaba Jonat�n) lo ama como a su propia alma, y ??este amado se convierte en el objeto de todo su afecto. Sin embargo, esto no va m�s all�, en su alcance, del reino personal de Cristo. Jonat�n representa el remanente que lo ha amado en la humillaci�n. En cuanto a este mundo, siempre es as�; hay un remanente que ama a Cristo y desea Su reino, aunque pondr� fin a la econom�a en la que se encuentran.
De la asamblea propiamente dicha no hay nada aqu�. Es un remanente que desea la venida de Cristo. Sa�l, que buscaba su propia gloria y se esforzaba por sostener su casa por medios carnales, busca la muerte de aquel que ha de venir y establecer el reino. As� los jud�os con Cristo.
La fe de David tuvo un car�cter bastante diferente al de Jonat�n, aunque ambos vencieron a los filisteos. Jonat�n no se deja intimidar por las dificultades: ve al Dios de Israel y hace la obra de Dios que Sa�l descuida. Es la fe verdadera y en�rgica del pueblo de Dios. Pero David, el rey, en secreto por cierto, pero elegido y ungido, se enfrenta cara a cara con todo su poder al gran enemigo de su pueblo, cuya sola vista espant� al pueblo, que hu�a delante de �l.
Lo que distingue m�s conmovedoramente la fe de Jonat�n es su apego a quien (a juzgar a la manera de los hombres, como lo hizo Sa�l) eclipsa su gloria. Pero Jonat�n est� absorto en su afecto por el que Dios ha elegido. �l ve en �l a la verdadera cabeza de Israel, digno de serlo, quien, aunque despreciado en el momento presente, debe prosperar y reinar como de Dios. Tambi�n fueron las cualidades de David las que ganaron su afecto.
Era un apego personal. Pod�a apreciar a David y se olvid� de sus propios intereses al pensar en �l. La voz y las palabras de David penetran profundamente en su coraz�n, y lo vinculan al rey que Dios ha elegido, aunque desconocido ya pesar de todo. Sa�l, el jefe declarado del pueblo, celoso de cualquiera que pudiera desplazar a �l oa sus descendientes, est� enemistado con David y abandonado por Dios; �l es el instrumento del enemigo contra el ungido de Jehov�.
Finalmente cae por el poder m�s directo y abierto del enemigo del pueblo de Dios. Doloroso fin de lo que hab�a sido vaso de bendici�n e instrumento en la obra de Dios, aunque de manera carnal.
Dios hace que la verdadera gloria de David eclipse la importancia oficial de Sa�l. Las victorias de los primeros se cantan de tal manera que excitan los celos del rey. Ahora rastrearemos brevemente las caracter�sticas de la fe de David en estas nuevas circunstancias. Nunca levanta su mano contra Sa�l; lo sirve obedientemente, cumple con su deber y soporta con paciencia los celos y la malicia que lo persiguen. �Pobre Saulo! Turbado por el esp�ritu maligno, David toca el arpa para calmarlo, y Sa�l busca matarlo.
David escapa. Sa�l le teme; porque el Dios por quien �l mismo ha sido desamparado, est� con David. Lo emplea a distancia de s� mismo, pero donde est� m�s que nunca a la vista de la gente. Dios siempre lleva a cabo Sus prop�sitos a pesar de todas las precauciones carnales del hombre. David es prudente. Tiene la sabidur�a de Dios, que est� con �l en todos sus caminos. En�rgico y sin pretensiones, siempre exitoso, es amado por todo Israel y Jud�, ante quienes entra y sale con toda la fuerza y ??superioridad de la fe.
Sa�l busca convertir todo esto en su propia cuenta; aparentemente honra a David, pero solo lo hace para exponerlo al enemigo y deshacerse de �l. David permanece en su humildad, y Merab se da a otro. Mical le ofrece a Sa�l una oportunidad m�s enga�osa. Como solo estaba obligado a destruir el poder de los enemigos del pueblo de Dios, David acepta la propuesta de Sa�l y lo consigue. Sa�l percibe cada vez m�s que Jehov� est� con David, y le teme a�n m�s: �triste desarrollo de un triste estado de �nimo! Sin embargo, Sa�l no carec�a de sutilezas de car�cter natural, que a veces se manifestaban en mejores sentimientos.
Pero Dios no estaba en ellos (cap. 19). La intercesi�n de Jonat�n tiene poder sobre su padre y por un tiempo todo va bien. Pero Sa�l, siendo desamparado de Dios, no puede soportar estar con David. estalla la guerra; y David, el propio instrumento de Dios en lo que hace por su pueblo, derrota a los filisteos y los expulsa. Se observar� aqu�, que son los filisteos que est�n all�, a trav�s de los cuales se cuestiona el poder de la fe. Es con ellos que se pelea la batalla de Dios y de la fe, que David siempre triunf�, y que Sa�l fracas�.
Saulo vuelve a estar turbado; y David, que busca refrescarlo, evita por poco ser asesinado. Hace su escape y se va con Samuel. Obs�rvese aqu� c�mo el dolor que produce el ego�smo y el amor propio da lugar a la acci�n del esp�ritu maligno sobre el alma. Reaparece aqu� el poder que, oculto como estaba, todav�a gobernaba el destino de Israel. David lo reconoce y, cuando ya no puede permanecer con Sa�l, no busca en modo alguno engrandecerse levant�ndose contra la forma exterior que Dios hab�a juzgado interiormente pero no destruido.
En lugar de oponerse, se contenta con reconocer aquella manifestaci�n del poder de Dios que hab�a colocado a Sa�l en su posici�n real, y de la cual �l mismo hab�a recibido el testimonio y la comunicaci�n de la fuerza y ??de la voluntad de Dios; se refugia con Samuel. Es perseguido hasta all� por Sa�l y sus mensajeros, quienes, con su amo, est�n sujetos a este mismo poder, un poder que no influye en sus corazones ni gu�a su conducta, un poder del cual Sa�l hab�a perdido la bendici�n.
�Qu� imagen de un barco in�til y arruinado! a veces postrado bajo la energ�a de Satan�s, a veces profetizando en la de Dios, de quien su coraz�n est� lejos, por quien es abandonado. Su conducta exterior no es desordenada; no hace da�o excepto cuando el ungido de Jehov� excita sus celos y su odio.