El siguiente comentario cubre los Cap�tulos 21 al 26.
Finalmente, el rey perece, seg�n la predicci�n de El�as. Desastre sobre desastre cae sobre Jud� como consecuencia de esta conexi�n con la casa de Acab. Conectarse con lo que dice ser de Dios, seg�n Su religi�n, pero que no lo es, es intolerable para Dios. El �nico hijo que le quedaba a Joram es asesinado por Jeh�, como participante de la iniquidad de la familia de Acab; y Atal�a, que era de esta familia, toma posesi�n del trono, destruyendo toda la simiente real, excepto un ni�o que Dios en su gracia cuid�, el cual no quiso que se apagara la l�mpara de David en Jerusal�n, aunque castigaba a sus familia. La hermana de Ocoz�as, esposa del sumo sacerdote, guarda al ni�o, que est� escondido en la casa de Dios durante seis a�os.
Todo estaba en un estado muy bajo; y, en apariencia, todo hab�a terminado en la casa de David; pero la fidelidad de Dios no fall�. Y, aunque el poder del trono es absolutamente destruido, y la familia de David apartada, Dios levanta a un hombre de fe, en la persona del sumo sacerdote, para restaurar el todo. El castigo de Dios fue completo. Todo el orden del trono fue subvertido por Su juicio.
No qued� nada m�s que la fidelidad de Dios. El hombre fue juzgado. Ya no ten�a ning�n medio de recuperaci�n. Pero todas las cosas est�n a disposici�n de Dios, el coraz�n de Josafat y la fe de Joiada. Este da los pasos necesarios, y el rey se sienta en su trono; y, despu�s de todo, vuelve a suceder lo mismo que hemos visto antes: el rey ordena todo lo concerniente al restablecimiento del orden en la casa de Dios.
�Cu�n a menudo la energ�a de la fe puede, por as� decirlo, establecer un reino, y al mismo tiempo fracasar en el mantenimiento del deber ordinario de aquellos que tienen que ver con el servicio de Dios! Fiel al comienzo de su reinado, Jo�s camina, sin embargo, m�s por la fe de Joiada que por la suya propia; y, despu�s de la muerte del sumo sacerdote, se apoya en los pr�ncipes de Jud�, y sirve a los �dolos, y aun da muerte al hijo de Joiada, por quien el Esp�ritu Santo hab�a testificado contra �l. Jo�s, abandonado por Dios, es derrotado por los sirios. Cae en muchas enfermedades y finalmente es asesinado por sus propios sirvientes.
En toda esta historia debemos observar que el gobierno inmediato de un Dios de juicio est� en ejercicio, porque aquellos a quienes �l juzga estaban en estrecha relaci�n con �l mismo.
Amas�as, hasta cierto punto, camina con Dios, pero en debilidad y con paso vacilante. Se apoya en un brazo de carne: pero escucha al profeta, y esto lo salva de ser derrotado. Las ciudades de Jud�, sin embargo, sufren las consecuencias de su paso en falso, y son saqueadas por el ej�rcito de Israel, que Amas�as hab�a enviado de vuelta. Enaltecido por la victoria que hab�a obtenido sobre Edom, toma los dioses de Seir que no pudieron librar a su propio pueblo, y se inclina ante ellos.
Luego hace o�dos sordos al profeta que lo reprende. Pero el orgullo precede a la confusi�n, y la altivez de esp�ritu a la ca�da. Amas�as, haciendo la guerra contra Israel, es ignominiosamente derrotado y hecho prisionero, y la misma Jerusal�n es devastada.
Debemos destacar en esta parte de la historia la bondad del Se�or, que se interpone continuamente por medio de los profetas.
Uz�as, hijo de Amas�as, anda mucho tiempo con Jehov� y prospera. La fuerza de Jud� aumenta, y todas las empresas del rey tienen �xito. "Pero cuando era fuerte, su coraz�n se enaltec�a"; asume la funci�n sacerdotal y es herido de lepra por la mano de Dios.
Entramos ahora en un per�odo en el que Isa�as arroja mucha luz sobre el estado del pueblo. Este estado se exhibi� en parte antes, en el reinado de Jo�s, quien, tan pronto como escucha a los pr�ncipes, cae en la idolatr�a. Pero al leer los dos primeros cap�tulos de Isa�as, o la profec�a de Oseas, veremos la terrible condici�n del pueblo, la grandeza de la paciencia de Dios, y la manera en que la iniquidad y la idolatr�a se multiplicaron por todas partes, cuando el rey estaba no fiel y en�rgico. [1]
Nota 1
En consecuencia, encontramos que Isa�as, despu�s de exponer el mal y el consiguiente juicio, inmediatamente introduce las promesas de la bendici�n de los �ltimos d�as y del Mes�as. En el primer Cap�tulo s expone el estado del pueblo, as� como la bendici�n de los �ltimos d�as. La casa de David no es juzgada hasta el cap�tulo 7, y es all� donde el Mes�as, el Hijo de la virgen, es presentado como el recurso y el medio de liberaci�n y gracia de acuerdo con los consejos de Dios.
El resto de los escritos de este profeta nos da toda la historia del pueblo, seg�n el pensamiento de Dios, y el de las naciones, en relaci�n con Israel, hasta el cumplimiento, al final de los tiempos, de la plena bendici�n en Cristo, con el juicio del pecado de Israel con respecto a Jehov� (Isa�as 40-48), y con respecto a Cristo (Isa�as 49-57).
Información bibliográfica Darby, John. "Comentario sobre 2 Chronicles 22". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/2-chronicles-22.html. 1857-67.
Versículos 1-12
El siguiente comentario cubre los Cap�tulos 21 al 26.
Finalmente, el rey perece, seg�n la predicci�n de El�as. Desastre sobre desastre cae sobre Jud� como consecuencia de esta conexi�n con la casa de Acab. Conectarse con lo que dice ser de Dios, seg�n Su religi�n, pero que no lo es, es intolerable para Dios. El �nico hijo que le quedaba a Joram es asesinado por Jeh�, como participante de la iniquidad de la familia de Acab; y Atal�a, que era de esta familia, toma posesi�n del trono, destruyendo toda la simiente real, excepto un ni�o que Dios en su gracia cuid�, el cual no quiso que se apagara la l�mpara de David en Jerusal�n, aunque castigaba a sus familia. La hermana de Ocoz�as, esposa del sumo sacerdote, guarda al ni�o, que est� escondido en la casa de Dios durante seis a�os.
Todo estaba en un estado muy bajo; y, en apariencia, todo hab�a terminado en la casa de David; pero la fidelidad de Dios no fall�. Y, aunque el poder del trono es absolutamente destruido, y la familia de David apartada, Dios levanta a un hombre de fe, en la persona del sumo sacerdote, para restaurar el todo. El castigo de Dios fue completo. Todo el orden del trono fue subvertido por Su juicio.
No qued� nada m�s que la fidelidad de Dios. El hombre fue juzgado. Ya no ten�a ning�n medio de recuperaci�n. Pero todas las cosas est�n a disposici�n de Dios, el coraz�n de Josafat y la fe de Joiada. Este da los pasos necesarios, y el rey se sienta en su trono; y, despu�s de todo, vuelve a suceder lo mismo que hemos visto antes: el rey ordena todo lo concerniente al restablecimiento del orden en la casa de Dios.
�Cu�n a menudo la energ�a de la fe puede, por as� decirlo, establecer un reino, y al mismo tiempo fracasar en el mantenimiento del deber ordinario de aquellos que tienen que ver con el servicio de Dios! Fiel al comienzo de su reinado, Jo�s camina, sin embargo, m�s por la fe de Joiada que por la suya propia; y, despu�s de la muerte del sumo sacerdote, se apoya en los pr�ncipes de Jud�, y sirve a los �dolos, y aun da muerte al hijo de Joiada, por quien el Esp�ritu Santo hab�a testificado contra �l. Jo�s, abandonado por Dios, es derrotado por los sirios. Cae en muchas enfermedades y finalmente es asesinado por sus propios sirvientes.
En toda esta historia debemos observar que el gobierno inmediato de un Dios de juicio est� en ejercicio, porque aquellos a quienes �l juzga estaban en estrecha relaci�n con �l mismo.
Amas�as, hasta cierto punto, camina con Dios, pero en debilidad y con paso vacilante. Se apoya en un brazo de carne: pero escucha al profeta, y esto lo salva de ser derrotado. Las ciudades de Jud�, sin embargo, sufren las consecuencias de su paso en falso, y son saqueadas por el ej�rcito de Israel, que Amas�as hab�a enviado de vuelta. Enaltecido por la victoria que hab�a obtenido sobre Edom, toma los dioses de Seir que no pudieron librar a su propio pueblo, y se inclina ante ellos.
Luego hace o�dos sordos al profeta que lo reprende. Pero el orgullo precede a la confusi�n, y la altivez de esp�ritu a la ca�da. Amas�as, haciendo la guerra contra Israel, es ignominiosamente derrotado y hecho prisionero, y la misma Jerusal�n es devastada.
Debemos destacar en esta parte de la historia la bondad del Se�or, que se interpone continuamente por medio de los profetas.
Uz�as, hijo de Amas�as, anda mucho tiempo con Jehov� y prospera. La fuerza de Jud� aumenta, y todas las empresas del rey tienen �xito. "Pero cuando era fuerte, su coraz�n se enaltec�a"; asume la funci�n sacerdotal y es herido de lepra por la mano de Dios.
Entramos ahora en un per�odo en el que Isa�as arroja mucha luz sobre el estado del pueblo. Este estado se exhibi� en parte antes, en el reinado de Jo�s, quien, tan pronto como escucha a los pr�ncipes, cae en la idolatr�a. Pero al leer los dos primeros cap�tulos de Isa�as, o la profec�a de Oseas, veremos la terrible condici�n del pueblo, la grandeza de la paciencia de Dios, y la manera en que la iniquidad y la idolatr�a se multiplicaron por todas partes, cuando el rey estaba no fiel y en�rgico. [1]
Nota 1
En consecuencia, encontramos que Isa�as, despu�s de exponer el mal y el consiguiente juicio, inmediatamente introduce las promesas de la bendici�n de los �ltimos d�as y del Mes�as. En el primer Cap�tulo s expone el estado del pueblo, as� como la bendici�n de los �ltimos d�as. La casa de David no es juzgada hasta el cap�tulo 7, y es all� donde el Mes�as, el Hijo de la virgen, es presentado como el recurso y el medio de liberaci�n y gracia de acuerdo con los consejos de Dios.
El resto de los escritos de este profeta nos da toda la historia del pueblo, seg�n el pensamiento de Dios, y el de las naciones, en relaci�n con Israel, hasta el cumplimiento, al final de los tiempos, de la plena bendici�n en Cristo, con el juicio del pecado de Israel con respecto a Jehov� (Isa�as 40-48), y con respecto a Cristo (Isa�as 49-57).