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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Sinopsis del Nuevo Testamento de Darby Sinopsis de Darby
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
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Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre 2 Chronicles 36". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/2-chronicles-36.html. 1857-67.
Darby, John. "Comentario sobre 2 Chronicles 36". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-23
El siguiente comentario cubre los Cap�tulos 33 al 36.
Manas�s, su hijo, que se entreg� a la iniquidad a pesar de las advertencias de los profetas, trajo desolaci�n y ruina sobre s� mismo y despu�s sobre Israel. Culpable de pecados que Dios no pod�a olvidar, su arrepentimiento personal en su cautiverio le procur� la restauraci�n personal y la paz por la misericordia de Dios; y despu�s de su regreso a Jerusal�n actu� fielmente y fue celoso por la gloria de Dios; porque a�n no hab�a llegado el tiempo del juicio de Jud�.
Su hijo Am�n lo sigui� en su iniquidad, pero no en su arrepentimiento, y muere por mano de sus propios siervos. Encontramos en Jos�as un coraz�n tierno, sujeto a la palabra, y una conciencia que respetaba la mente y la voluntad de Dios: solo que al final ten�a demasiada confianza en el efecto de esto para asegurar la bendici�n de Dios, sin la posesi�n de esa fe. lo cual da inteligencia en sus caminos para entender la posici�n del pueblo de Dios.
Dios, sin embargo, se sirve de esta confianza para apartar a Jos�as del mal que estaba preparando en los juicios que iban a caer sobre Jud�, cuyo conocimiento debi� hacer que Jos�as caminara m�s humildemente. A la edad de diecis�is a�os comenz� por la gracia de Dios a buscar a Jehov�; ya los veinte a�os hab�a adquirido la fuerza moral necesaria para actuar con energ�a contra la idolatr�a, que destruy� hasta Neftal�. Vemos aqu� c�mo entr� la gracia soberana; porque tanto Ezequ�as como Jos�as eran hijos de padres extremadamente malvados.
Habiendo limpiado la tierra de la idolatr�a, Jos�as comienza a reparar el templo; y all� se hall� el libro de la ley. La conciencia del rey, y tambi�n su coraz�n, est�n inclinados bajo la autoridad de la palabra de su Dios. Busca el testimonio prof�tico de Dios con respecto al estado en que ve a Israel, y Dios le hace saber por medio de Hulda el juicio que est� a punto de caer sobre Israel; pero le dice al mismo tiempo que sus ojos no ver�n el mal.
Fue esta comunicaci�n la que debi� hacerlo actuar con menos precipitaci�n y con un coraz�n m�s ejercitado que el que manifest� cuando se enfrent� al rey de Egipto. El conocimiento de que su bien merecido juicio pronto abrumar�a a Israel, y que no hab�a remedio para sus pecados (aunque el mismo Jos�as se salv�), deber�a haber impedido que subiera contra Fara�n, cuando este �ltimo no lo atac�, y incluso le advirti� que se abstuviera; pero �l no escuch�, y se perdi� por una dureza que no era de Dios.
Su muerte abri� las compuertas para la aflicci�n de Jud� y Jerusal�n, que hab�an sido bendecidas por medio de �l; porque hab�an seguido a Jehov� todos los d�as de Jos�as, y por tanto hab�an sido bendecidos; ellos tambi�n hab�an llorado su muerte. Jerem�as (es decir, el Esp�ritu de Dios por medio del profeta), al lamentarse por el �ltimo rey que mantendr�a las relaciones de Dios con su pueblo, llor� por la ruina y desolaci�n que el pecado traer�a sobre el reba�o que Jehov� amaba a la vi�a. que �l hab�a plantado con la vid m�s selecta.
Por muy fiel que Jos�as hab�a sido, esto no hab�a cambiado el coraz�n del pueblo (comparar Jeremias 3:10 ). La fe de Jos�as estaba en acci�n y anul� este estado de cosas; y, como hemos visto constantemente, la bendici�n depend�a de la conducta del rey, aunque el trasfondo siempre tend�a a la ruina y al rechazo del pueblo.
Nos queda notar la pascua. Todo se pone en orden de acuerdo con las ordenanzas de Mois�s y David, y eso de manera notable. Parece que hasta el arca hab�a sido removida de su lugar ( 2 Cr�nicas 35:3 ); pero ahora, siendo restaurada el arca a su reposo, los levitas se ocupan diligentemente de su servicio, y hasta se preparan para los sacerdotes, a fin de que puedan celebrar la fiesta.
Todos estaban en sus lugares de acuerdo con la bendici�n de Israel en el descanso que disfrutaron bajo Salom�n. Los que ense�aban a todo Israel ya no llevaban el arca, sino que serv�an a Dios y a su pueblo. Estaban all� tambi�n los cantores, seg�n su orden, de modo que no hab�a habido una pascua as� desde los d�as de Samuel. Fue como el �ltimo resplandor de la l�mpara que Dios hab�a encendido entre Su pueblo en la casa de David.
Pronto se extingui� en la oscuridad de la naci�n que no conoc�a a Dios, y aquellos que hab�an sido Su pueblo cayeron bajo el juicio expresado por la palabra Lo-ammi (No-mi-pueblo); pero esto fue s�lo para dar ocasi�n despu�s a la manifestaci�n de su infinita gracia hacia uno, y su inmutable fidelidad hacia los otros. Ezequiel fecha su profec�a a partir del a�o de esta pascua, cuando dice "el a�o trig�simo". �Por qu�?, no puedo decirlo. �Era el a�o del jubileo? �O la pascua misma form� una �poca?
Poco hay que decir de los reinados posteriores. El rey de Egipto tom� posesi�n de la tierra, y la iniquidad de Joacim, a quien hizo rey en Jerusal�n, estuvo lejos de conducir a la restauraci�n de parte de Dios. Uno m�s poderoso que el rey de Egipto, un rey por el cual Dios comenzar�a el dominio de los gentiles, sube contra Jerusal�n y ata a Joacim con grillos, pero lo deja despu�s de todo para que termine su reinado y su vida en Jerusal�n. Tres a�os despu�s se llev� a su hijo a Babilonia.
Sedequ�as, a quien este rey hab�a hecho jurar por Jehov�, reconociendo as� la autoridad de ese Nombre sobre su conciencia, m�s pecaminoso a este respecto que Nabucodonosor, desprecia su juramento y el nombre de Jehov�; y, despu�s de un intervalo de resistencia infructuosa, en el que persevera a pesar del testimonio de Jerem�as, cae en manos del rey de Babilonia, quien destruye por completo la ciudad y el santuario. Porque tanto el pueblo como los sacerdotes estaban completamente corrompidos; afrentaron a Jehov�, y despreciaron a sus profetas, hasta que no hubo remedio, y la tierra disfrut� de sus d�as de reposo.
�Triste y solemne lecci�n del pecado y de la iniquidad del hombre, y del justo juicio de Dios! "A vosotros s�lo he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigar� por todas vuestras iniquidades". Pero en sus juicios Dios recuerda la misericordia; y en los consejos de Su gracia �l ya hab�a preparado, e incluso proclamado por Sus profetas (y eso por nombre), un instrumento para dar a Su pueblo un respiro.
Despu�s de los setenta a�os que Jerem�as hab�a anunciado como el per�odo del cautiverio de Jud�, Jehov� puso en el coraz�n de Ciro el proclamar p�blicamente que era Jehov� el Dios de los cielos, quien le hab�a dado todos los reinos de la tierra, y que �l hab�a le mand� que le edificase casa en Jerusal�n. Invita al pueblo de Dios a ir all�, asegur�ndoles que Jehov� su Dios estar� con ellos.
As� es por misericordia, pero por una misericordia que reconoce que el poder ha pasado a manos de los gentiles, que concluye la historia de la ca�da de Israel; la ca�da de un pueblo colocado en las circunstancias m�s favorables, para que Dios pudiera decirles: "�Qu� m�s se podr�a haber hecho a mi vi�a que yo no haya hecho en ella?" de un pueblo que ya hab�a sido perdonado una vez; y quienes, despu�s de haber permitido que el arca de Jehov� cayera en manos del enemigo, y despu�s de que Dios hubo abandonado a Silo, la morada hab�a sido restablecida en bendici�n, pero restablecida en vano.
La longanimidad de Dios, la restauraci�n que �l les hab�a concedido, el establecimiento de la casa de David en la gracia, todo fue infructuoso. La vi�a (porque eran hombres) produjo uvas silvestres. Sus muros fueron derribados; hab�a sido devastado. Jerusal�n hab�a dejado de ser el trono de Jehov� por el momento, y el gobierno y el poder en la tierra han sido confiados a los gentiles.