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Bible Commentaries
Daniel 4

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

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Versículos 1-37

En el cap�tulo 4 vemos la manifestaci�n del orgullo humano; el rey se gloria en la obra de sus manos, como si hubiera creado su propia grandeza. Este orgullo trae juicio. El poder se reduce a la condici�n de las bestias que no conocen a Dios y est�n desprovistas del entendimiento del hombre. El �nico privilegio verdadero del hombre, lo que lo ennoblece, es que puede mirar a Dios y reconocerlo. Sin esto mira hacia abajo; no puede bastarse a s� mismo; �l est� degradado.

La dependencia es su gloria, porque lo pone ante Dios, le da a conocer a Dios; y su mente, asociada con Dios, recibe de �l su medida y su conocimiento. El orgullo y la independencia separan al hombre de Dios; se convierte en una bestia, desprovista de verdadera inteligencia. Ahora bien, esta condici�n describe la de los reinos de los que habla el profeta (considerados en su conjunto ante Dios, y representados por la cabeza establecida por Dios, Nabucodonosor).

Siete tiempos, o siete a�os, pasan sobre la cabeza de Nabucodonosor privado de su raz�n. Se hab�a exaltado a s� mismo; �l hab�a sido humillado. Los tiempos de los gentiles se caracterizan por la ausencia de todo entendimiento que pudiera poner el poder gubernamental en conexi�n con Dios. Hacer �dolos, edificar Babilonia, y no conocer a Dios; tales eran las caracter�sticas morales de un poder que Dios hab�a establecido en lugar de Su propio trono en Jerusal�n. Tal es la capacidad moral del hombre en posesi�n del poder que le ha sido encomendado [1].

Pero la escena se cierra con el testimonio de la gloria del Dios Alt�simo, el Rey de los Cielos. Nabucodonosor reconoce Su majestad y lo bendice, ahora que Su juicio ha sido removido. Lo reconoce como Aquel que vive para siempre, que humilla y exalta a quien quiere, haciendo seg�n su voluntad en el cielo y en la tierra, siendo todos los hombres vanidad ante su poder y majestad. Aqu� no es la liberaci�n de los fieles lo que produce su efecto, sino el juicio que cay� sobre los gentiles mismos, quienes, despu�s del juicio, son entregados, y se les da entendimiento con respecto a Jehov�; y eso en relaci�n con el testimonio confiado a los jud�os por el Esp�ritu de profec�a que Dios hab�a otorgado al remanente. El rey levanta sus ojos al cielo, en lugar de ser solo una bestia que mira hacia la tierra.

Podemos destacar este t�tulo de "Alt�simo". Es el nombre que se le da a Jehov� en la entrevista entre Melquisedec y Abraham, en la que se le a�ade: "Poseedor del cielo y de la tierra". Este es, de hecho, el car�cter que Dios asumir� cuando re�na todas las cosas en Cristo, tanto las que est�n en los cielos como las que est�n en la tierra; y Cristo ser� el verdadero Melquisedec. Los gentiles estar�n completamente sujetos a Dios. Este ser� el tiempo de "la restituci�n de todas las cosas" de la que hablan los profetas.

Todav�a quedan algunas observaciones detalladas por hacer. Es el juicio, seguido de la liberaci�n, lo que produce este resultado. Podemos notar la fuerza de este s�mbolo de un gran �rbol. Es un poderoso de la tierra, capaz de tomar a otros bajo su protecci�n. En este caso fue uno en la posici�n m�s alta posible para el hombre. Las aves del cielo ten�an en ella su morada; es decir, que toda clase de personas buscaban en �l cobijo y protecci�n.

Aprendemos tambi�n que Dios toma conocimiento de los principios que gu�an a los gobiernos de la tierra, considerados como los depositarios del poder que tienen de Dios. Aunque no es (como en Israel) Su trono en la tierra, Dios vela por todo, y juzga aquello a lo que ha encomendado autoridad. �l no gobierna inmediatamente; pero �l hace responsable a aquel a quien ha confiado el gobierno, para que pueda reconocer la autoridad de Dios como suprema en este mundo.

Con respecto al t�rmino "vigilante", no creo que la inteligencia sobre qui�n fue el que trajo el decreto del juicio vaya m�s all� de la condici�n religiosa de Nabucodonosor. Daniel lo atribuye inmediatamente al Alt�simo. Que los �ngeles puedan ser sus instrumentos inteligentes, y que su administraci�n pueda estar en cierto modo encomendada a ellos, no presenta dificultad; y la ep�stola a los Hebreos, as� como otras escrituras, nos ense�a que los �ngeles se emplean as�.

El mundo venidero no estar� as� sujeto a ellos. Vemos, en el vers�culo 27 ( Daniel 4:27 ), que Daniel establece su responsabilidad ante Nabucodonosor, exhort�ndolo a cambiar su conducta.

Tambi�n podemos comentar aqu�, que es el "Rey de los cielos" a quien Nabucodonosor reconoce. Este era necesariamente Su lugar. El Dios de la tierra ten�a Su trono en Jerusal�n. Pero entonces Nabucodonosor no habr�a tenido lugar all�. Nunca encontramos el trono en Jerusal�n en Daniel, ni moral ni prof�ticamente. Sus profec�as siempre se quedan cortas en eso. Est� cautivo entre los gentiles, fiel a Dios all�, y ense�ado por �l.

Pero Dios no puede ser para �l el Dios de la tierra [2]. Es el Dios del cielo, que gobierna en todas partes y sobre todas las cosas, haciendo seg�n su voluntad en el cielo y en la tierra; pero a�n no reinando sobre la tierra como el rey de la tierra. Al contrario, acababa de renunciar a esto; y hab�a encomendado el poder a Nabucodonosor, mientras �l se retiraba de la presencia de la iniquidad de Su pueblo terrenal para encerrarse en Su poder supremo e inmutable; cuyos resultados no se mostrar�an hasta despu�s, pero seg�n los cuales �l gobern� incluso entonces, aunque oculto a los ojos de los hombres.

El lector quiz�s espere m�s detalles. Se encontrar� en las comunicaciones hechas inmediatamente a Daniel. Pero los que hayan echado mano de los principios que hemos venido estableciendo (y el gran objeto de estos Cap�tulos es presentarlos) poseer�n elementos de la mayor importancia para la comprensi�n de todas las profec�as de este libro; y sin estos principios el significado de sus revelaciones nunca ser� claramente comprendido.

Debe recordarse que aqu� estamos en el terreno de los jud�os en cautiverio entre los gentiles, entendiendo el trato de Dios con ellos, y su juicio sobre su condici�n mientras el poder hab�a quedado en sus manos.

Nota 1

El trono de David se hab�a caracterizado por el poder en la obediencia, teniendo el rey que escribir una copia de la ley y observarla; El trono de Nabucodonosor es uno de poder absoluto, el hombre supremo en el ejercicio de su propia voluntad, la doble forma de probar al hombre en el lugar de la autoridad.

Nota 2

La simiente de David no estar� en cautiverio en Babilonia cuando Dios tome Su lugar como el Dios de la tierra.

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Daniel 4". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/daniel-4.html. 1857-67.
 
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