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Bible Commentaries
Daniel 6

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

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Versículos 1-28

Aparece otra forma de iniquidad adem�s de la de Babilonia (cap. 6). Cyrus, personalmente, ten�a mejores pensamientos; y Dios, de quien proced�an, se sirvi� de �l para el restablecimiento temporal de su pueblo, a fin de que el Mes�as viniera y se les presentara, la �ltima prueba de su amado pueblo. No es Ciro, por lo tanto, a quien encontramos aqu� el instrumento de la iniquidad que trat� de destruir a Daniel, de esa voluntad humana que nunca puede soportar la fidelidad a Dios.

Aqu� no se trata de idolatr�a, ni de insulto a Jehov�, sino de exaltaci�n del hombre mismo, que excluir�a toda idea de Dios, que no tendr�a Dios. Esta es una de las caracter�sticas que caracterizan las profundidades del coraz�n humano.

El hombre en general est� muy complacido con un dios que lo ayudar� a satisfacer sus pasiones y sus deseos, un dios que se adapta a su prop�sito para la unidad de su imperio y la consolidaci�n de su poder. La parte religiosa de la naturaleza del hombre est� satisfecha con dioses de este tipo, y los adora de buena gana, aunque quien los establece imperialmente s�lo puede hacerlo pol�ticamente. �Pobre mundo! el Dios verdadero no conviene ni a su conciencia ni a sus deseos.

El enemigo de nuestras almas se complace en cultivar de esta manera la religiosidad de nuestra naturaleza. La religi�n falsa erige dioses que corresponden a los deseos del coraz�n natural, cualesquiera que sean; pero que nunca llaman a la comuni�n y nunca act�an sobre la conciencia. Pueden imponer ceremonias y observancias, pues estas convienen al hombre; pero nunca pueden poner en relaci�n consigo mismos una conciencia despierta.

Lo que el hombre teme y lo que el hombre desea, es la esfera de su influencia. No producen nada en el coraz�n m�s all� de la acci�n de las alegr�as y los temores naturales. Pero, por otro lado, el orgullo del hombre a veces asume un car�cter que lo cambia todo a este respecto. El hombre mismo ser� Dios y actuar� de acuerdo con su propia voluntad, y excluir� una rivalidad que su orgullo no puede soportar. Una superioridad que no puede ser discutida, si Dios existe, es insoportable para alguien que estar�a solo.

Dios debe ser eliminado. Los enemigos de los fieles se valen de esta disposici�n. La crueldad es menos inventiva, salvo que su sutileza se muestra en que, al halagar al poder superior, no parece culpar a nadie sino a los que desobedecen y desprecian su palabra.

Siendo la contienda con Dios mismo, la cuesti�n con los hombres se decide con m�s descuido y menos pasi�n en cuanto a ellos. La pasi�n se al�a menos con el orgullo que con la voluntad del hombre. El hombre, cualquiera que sea su posici�n, es esclavo de quienes le pagan el tributo de sus halagos. La voluntad propia es m�s due�a de s� misma. En este caso, enga�ado por su vanidad, el rey se encuentra obligado por leyes aparentemente instituidas para proteger a sus s�bditos de sus caprichos, bajo el pretexto de atribuir a su voluntad y a su sabidur�a el car�cter de inmutabilidad, car�cter que pertenece s�lo a Dios. .

Daniel es arrojado al foso de los leones. Dios lo preserva. �l har� lo mismo por el remanente de Israel al final de la era. El juicio que los enemigos de Israel procuraron traer sobre aquellos que fueron fieles entre ese pueblo, es ejecutado sobre ellos mismos. Pero el efecto de esta sentencia se extiende m�s all� que en los casos anteriores. Nabucodonosor prohibi� que se hablara mal del Dios de Israel, y exalt� al Rey de los cielos ante quien se hab�a humillado.

Pero Dar�o manda que en todo lugar se reconozca al Dios de Daniel y de Israel, el �nico Dios viviente, cuyo reino es eterno, y que en verdad ha librado al hombre que conf�a en �l. Hist�ricamente parece que Dar�o ten�a algunos sentimientos de respeto por Dios y por la piedad de Daniel. No era su Dios, sino el Dios de Daniel: todav�a lo honra, y hasta lo llama el Dios vivo.

As� vemos que la idolatr�a, la impiedad, la soberbia que se exalta por encima de todo, son las caracter�sticas de los grandes imperios que Daniel nos presenta, y las causas de su juicio. El juicio resulta en reconocer al Dios de los jud�os como el Dios vivo y libertador y el Alt�simo que gobierna en el reino de los hombres. Las mismas caracter�sticas se encontrar�n en los �ltimos d�as. Esto termina la primera parte del libro.

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Daniel 6". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/daniel-6.html. 1857-67.
 
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