Bible Commentaries
Ezequiel 1

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

Versículos 1-28

En el cap�tulo 1 encontramos una fecha que se refiere al a�o de la pascua de Jos�as, pero no s� con qu� intenci�n. Se ha pensado que los treinta a�os se relacionan con el jubileo. Sobre este punto no puedo hablar con confianza. Pero otras circunstancias son muy importantes. [Ed. nota: W. Kelly tiene un comentario �til aqu�: "El a�o treinta" ( Ezequiel 1:1 ) ha dejado perplejos a los eruditos.

Pero parece claro que el punto de partida es la era de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, quien se convirti� en rey de Babilonia, 625 a. justo en Jud�. A esto �ltimo se hace referencia en la par�frasis caldea de Jonathan ben Uzziel. ("Ezequiel", in loco)]

El trono de Dios no se ve en Jerusal�n, sino desconectado de esta ciudad, y fuera. Es el trono soberano universal de Dios. Dios juzga a la ciudad misma desde este trono. La profec�a comienza con la descripci�n del trono. Tenemos los atributos de Dios como los sustentadores de Su trono, bajo la semejanza de las cuatro categor�as de seres creados en la tierra, estando los cuatro unidos en uno, por lo menos las cuatro cabezas de estas categor�as.

Estos s�mbolos son casi los mismos que usaron los inventores paganos de la idolatr�a para representar a sus dioses. La idolatr�a formal comenz� con una personificaci�n figurativa de los atributos de Dios. Estos atributos se convirtieron en sus dioses, siendo los hombres impulsados ??a adorarlos por los demonios que los gobernaban por este medio, de modo que eran estos demonios a quienes los hombres adoraban, un culto que pronto degener� tanto que establecieron dioses dondequiera que hubiera algo que desear o desear. al temor, o que respond�a a las concupiscencias que inspiraban estos deseos o estos temores (sentimientos que el demonio cultivaba tambi�n, para apropiarse del culto debido s�lo a Dios).

Ahora bien, estos atributos pertenec�an al �nico Dios, el Creador y la cabeza de toda la creaci�n; pero, cualquiera que sea su poder y gloria en acci�n, no eran m�s que los sustentadores del trono en el que est� sentado el Dios de la verdad [1]. Cualesquiera que sean los instrumentos que �l pueda emplear, es la poderosa energ�a de Dios la que se manifiesta. La inteligencia, la fuerza, la estabilidad y la rapidez en el juicio y, adem�s, el movimiento de todo el curso de los acontecimientos terrenales, depend�a del trono.

Esta energ�a viva anim� el todo. Los querubines partidarios del trono, llenos de ojos ellos mismos, conmovidos por �l; las ruedas del gobierno de Dios se mov�an por el mismo esp�ritu, y avanzaban directamente. Todo estaba subordinado a la voluntad y el prop�sito de Aquel que estaba sentado en el trono juzgando bien. Majestad, gobierno y providencia, unidos para formar el trono de su gloria. Pero todos los instrumentos de Su gloria estaban debajo del firmamento; Aquel a quien glorificaban estaba arriba. Es Aquel a quien los paganos no conocieron.

Este trono del supremo y soberano Se�or Dios se ve en Caldea [2] -en el lugar donde entonces estaba el profeta- entre los gentiles. Ya no se ve en Jerusal�n en relaci�n con la tierra; ni tenemos ninguna ley incorporada, por as� decirlo, en el trono, seg�n la cual se ejerci� un gobierno inmediato. En consecuencia, la voz de Dios habla a Ezequiel como a un "hijo de hombre", t�tulo que se adecuaba al testimonio de un Dios que hablaba fuera de su pueblo, como que ya no estaba en medio de ellos, sino que por el contrario los juzgaba desde el trono de su soberan�a.

Es el propio t�tulo de Cristo, visto como rechazado y fuera de Israel, aunque nunca deja de pensar en la bendici�n del pueblo en la gracia. Esto pone al profeta en conexi�n con la posici�n de Cristo mismo. �l, as� rechazado, no permitir�a que sus disc�pulos lo anunciaran como el Cristo ( Lucas 9 ), porque el Hijo del hombre iba a sufrir [3].

Nota 1

Sabios incr�dulos, siempre mezquinos en sus concepciones porque no conocen a Dios, han visto en los toros y leones alados con cabeza humana de N�nive el origen de la visi�n de Ezequiel. Se traicionan a s� mismos. No ven ni conocen a Aquel que se sent� sobre ellos. No dudo ni por un momento que estas im�genes representaban esencialmente lo mismo que los querubines; pero estos pobres paganos, enga�ados por Satan�s, como estos infieles en su sabidur�a, adoraron lo que estaba debajo del firmamento. En la visi�n de Ezequiel eran simplemente atributos simb�licos, y Aquel a quien se adoraba estaba sobre el firmamento. Es justamente la diferencia a este respecto entre la idolatr�a y la revelaci�n de Dios.

Nota 2

Me refiero simplemente a los l�mites del imperio de los caldeos. Estaba junto al r�o Chebar, que estaba m�s al noroeste.

Nota 3

Esta distinci�n siempre se mantiene cuidadosamente, basada en Salmo 2 y 8. (Comparar Natanael, Juan 1 ).

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Ezekiel 1". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/ezekiel-1.html. 1857-67.