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Bible Commentaries
Ezequiel 20

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

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Versículos 1-49

El siguiente comentario cubre los Cap�tulos 20 y 21.

El cap�tulo 20 comienza una nueva profec�a que, con sus subdivisiones, contin�a hasta el final del cap�tulo 23. Se habr� observado que las divisiones generales se hacen por a�os. El cap�tulo 20 es importante. El Cap�tulo s anterior hab�a hablado del pecado de Jerusal�n. Aqu� el Esp�ritu vuelve sobre el pecado, y especialmente sobre la idolatr�a de Israel (es decir, del pueblo, como pueblo) desde el tiempo de su estancia en Egipto.

Entonces ya hab�an comenzado con su idolatr�a. Por causa de su propio nombre Dios los hab�a hecho subir de all�, y les hab�a dado sus estatutos y sus s�bados, estos �ltimos tambi�n en se�al del pacto entre Dios y el pueblo. Pero Israel se hab�a rebelado contra Dios en el desierto, e incluso entonces �l hab�a pensado en destruirlos. Pero �l los perdon�, advirtiendo al mismo tiempo tambi�n a sus hijos, quienes, sin embargo, siguieron los caminos de sus padres.

Aun as�, por causa de Su nombre, Dios retir� Su mano a causa de los paganos ante cuyos ojos hab�a sacado al pueblo de Egipto. Pero en el desierto ya les hab�a advertido que los esparcir�a entre las naciones ( Lev�tico 26 ; Deuteronomio 32 ); y como hab�an profanado los s�bados de Jehov� y se hab�an ido en pos de los �dolos de sus padres, deber�an ser contaminados en sus propios dones, y ser esclavos de los �dolos que hab�an amado, para que pudieran ser desolados por el Se�or.

Porque, habiendo sido introducidos en la tierra prometida, hab�an dejado a Jehov� por los lugares altos. Ya no ser�a consultado por ellos, sino que los dominar�a con furor y con brazo extendido. Ya en el desierto hab�a amenazado al pueblo con la dispersi�n entre los paganos; y ahora, habi�ndolos tra�do a la tierra para la gloria de Su gran nombre, Israel s�lo lo hab�a deshonrado.

�l, por lo tanto, ejecuta el juicio con el que los hab�a amenazado. Israel, siempre dispuesto a abandonar a Jehov�, habr�a aprovechado esto para volverse como los paganos. Pero Dios entra al final en Sus propios caminos. �l mantiene separado al pueblo a pesar de s� mismo, y los recoger� de entre las naciones y los llevar� al desierto, como cuando los sac� de Egipto, y all� exterminar� a los rebeldes, dejando un remanente, que solo entrar� en la tierra.

Porque all� ser� adorado Jehov� por su pueblo, cuando los hubiere reunido de todas las tierras donde fueron esparcidos, y Jehov� mismo ser� santificado en Israel delante de las naciones. Israel sabr� que �l es Jehov�, cuando haya cumplido todas estas cosas conforme a sus promesas. Se aborrecer�n a s� mismos, y entender�n que Jehov� ha hecho para gloria de su nombre, y no conforme a sus malos caminos.

Este es el juicio general de la naci�n, y de hecho de las diez tribus a diferencia de Jud�. Ellos, como cuerpo, no fueron culpables del rechazo del bendito Se�or. Hac�a mucho tiempo que estaban esparcidos por su rebeli�n contra Jehov�. Ser�n tra�dos de regreso, pero pasados ??como un reba�o bajo la vara del pacto, los rebeldes ser�n purgados, y solo el remanente perdonado entrar� en la tierra. No estar�n as� en la tribulaci�n especial de la �ltima media semana, ni bajo el Anticristo.

Ellos son tratados en el gobierno nacional de Dios. Jud�, por supuesto, estar� en el vers�culo 40 ( Ezequiel 20:40 ), pero el objetivo es mostrar que no es simplemente Jud�, los jud�os como decimos. Israel en la tierra, todo el pueblo disfrutar� de las bendiciones una vez prometidas. Pero esto pone de manifiesto algunos principios importantes. Aunque se hace referencia a las promesas originales y existen para la bendici�n plena, los tratos de Jehov� comienzan con la tierra de Egipto.

Luego hay una acumulaci�n de pecado. La misericordia parca del Se�or, cuando s�lo les hizo seguir en mayor olvido de su bondad, s�lo agrav� y acumul� el mal, como habla el Se�or, desde Abel hasta Zacar�as. As� el pueblo es juzgado en vista de su conducta, desde el momento de su salida de Egipto; su esp�ritu id�latra se manifest� incluso en el mismo Egipto (comp�rese Am�s 5:25-26 ; Hechos 7 ).

Jehov� ciertamente hab�a perdonado al pueblo para la gloria de Su nombre, pero el pecado a�n estaba all�. Por lo tanto, Israel como naci�n es esparcida, y luego colocada de nuevo bajo la vara del pacto, y Dios distingue al remanente, y act�a para el cumplimiento seguro en la gracia soberana de aquello de lo que el pueblo era incapaz de hacerlo bajo su propia responsabilidad. Israel, en su conjunto, como naci�n, se distingue de Jud�, que contin�a en una posici�n particular.

Con respecto a la naci�n, como tal, los rebeldes son cortados y no entran en la tierra. En la tierra las dos terceras partes se cortan al cabo ( Zacar�as 13:8-9 ). Pero en este �ltimo caso, son los jud�os culpables del rechazo y muerte de Jes�s los que son juzgados. Aqu� est�n los tratos de Dios con la naci�n culpable desde el tiempo de Egipto; all� est� el castigo de los enemigos y asesinos de Cristo. La gracia se muestra en ambos casos al remanente.

Del Vers�culo 45 ( Ezequiel 20:45 ) es otra profec�a, que contiene la aplicaci�n de las amenazas en la profec�a precedente a las circunstancias a trav�s de las cuales se cumplir�, por la invasi�n de Nabucodonosor, como se desarrolla en el cap�tulo 21. Jehov� hab�a desenvainado y afil� su espada para no volverla m�s a su vaina: estaba preparada para el deg�ello.

El profeta ve a Nabucodonosor al principio de los dos caminos a Jerusal�n ya Am�n. Jerusal�n tratar�a lo que �l estaba haciendo como una falsa adivinaci�n, pero el juicio de Jehov� la alcanzar�a. Su conducta hab�a tra�do a la mente toda su conducta pecaminosa, y el profano Sedequ�as (que hab�a colmado la iniquidad despreciando el juramento que hab�a hecho en el nombre de Jehov�) llegar�a a su fin cuando la iniquidad fuera juzgada; porque �l hab�a llenado su medida.

Adem�s, era ya un juicio definitivo, y no un castigo, que permitiera volver a envainar la espada desenvainada, como tantas veces se hab�an perdonado por amor de su nombre, como hemos visto ensayado en el cap�tulo. De hecho, fue una revoluci�n en los caminos de Dios, quitar Su trono de la tierra y el comienzo de los tiempos de los gentiles. Todo lo trastorn� Jehov� hasta que viniera El, a quien en derecho pertenec�a todo, ya quien se le deb�a dar el reino; es decir, hasta Cristo. Am�n tambi�n debe ser destruido.

Cuanto m�s se consideran estas profec�as de Ezequiel y Jerem�as, m�s sorprendentes parecen. En primer lugar, establecen el hecho muy importante con respecto al gobierno del mundo, a saber, que el trono de Dios ha sido quitado de la tierra, y el gobierno del mundo ha sido confiado al hombre bajo la forma de un imperio entre los gentiles. En segundo lugar, tambi�n se retira el velo en cuanto al gobierno de Dios en Israel.

Esta prueba, a la que ha sido sometido el hombre, para ver si era capaz de ser bienaventurado, no ha hecho sino probar toda la vanidad de su naturaleza, su rebeld�a, la locura de su voluntad, de modo que es radicalmente malo. Incluso desde Egipto, era un esp�ritu de rebeli�n, idolatr�a e incredulidad, que prefer�a cualquier cosa en el mundo, un �dolo o el asirio, a Jehov� el Dios verdadero. Constantes en su pecado, ni liberaci�n ni juicio, ni bendici�n ni experiencia de su insensatez, cambiaron el coraz�n de la gente o la propensi�n de su naturaleza.

La idolatr�a que comenz� en Egipto, y su desprecio de la palabra de Jehov�, no fueron alterados por su disfrute de las promesas, sino que caracterizaron a este pueblo hasta su rechazo de Jehov�. Pero de parte de Dios vemos una paciencia que nunca se desmiente, el cuidado m�s tierno, las s�plicas m�s conmovedoras, todo lo que podr�a tender a volver sus corazones a Jehov�; intervenciones en gracia, para sacarlos de su miseria, y bendecirlos cuando est�n en un estado de fidelidad producido por esta gracia, por medio de tal o cual rey; madrugando para enviarles profetas, hasta que no hubo remedio.

Pero ellos se entregaron al mal; y, como lo muestran Ezequiel y Esteban, el Esp�ritu de Dios regresa a las primeras manifestaciones de su coraz�n, de las cuales todo lo que sigui� fue s�lo la prueba y la expresi�n. Y el juicio se ejecuta a causa de lo que el pueblo ha sido desde el principio.

Despu�s de la plena manifestaci�n de lo que era el pueblo, Dios cambia su plan de gobierno, y reserva para la gracia soberana el restablecimiento de Israel seg�n sus promesas, las cuales cumplir�a por medio suyo quien pudiera mantener la bendici�n por su poder, y gobernar al pueblo en paz. No deja de ser interesante recordar que esa gracia soberana, que bendice a Israel al final y despu�s de todo, cuando la naturaleza humana responsable ha sido completamente probada, es, aunque llegamos a ella, cuando es real, a trav�s de una convicci�n definitiva de nuestros pecados y pecaminosidad: en cuanto a los caminos de Dios, el punto de partida de nuestro camino y lo que nos pertenece. De ah� que la necesidad de una nueva naturaleza y el amor de Dios al darnos a su Hijo sean la apertura de todo para nosotros. La cruz para ambos asegura la justicia a trav�s de la cual reina la gracia.

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Ezekiel 20". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/ezekiel-20.html. 1857-67.
 
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