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Bible Commentaries
Proverbios 7

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

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Versículos 1-27

El siguiente comentario cubre los Cap�tulos 1 al 9.

Hay dos partes bien diferenciadas en este libro. Los primeros nueve Cap�tulos, que dan los grandes principios generales; y los refranes propiamente dichos, o aforismos o sentencias morales, que indican el camino por donde debe andar el sabio. Al final del libro hay una colecci�n de tales hechos por Ezequ�as.

Examinemos la primera parte. El gran principio se establece desde el principio: el temor del Se�or por un lado, y por el otro la locura de la voluntad propia, que desprecia la sabidur�a y la instrucci�n que la restringen. Porque, adem�s del conocimiento del bien y del mal, respecto del cual obrar� el temor del Se�or, est� ese ejercicio de la autoridad en el orden creado por Dios, que es un freno a la voluntad (origen de todo desorden), como la confiada a los padres. y similares.

Y se insiste cuidadosamente en estos, en contraste con la independencia, como la base de la felicidad y el orden moral en el mundo. No es simplemente la autoridad de Dios dando preceptos, ni siquiera Sus declaraciones de la consecuencia de las acciones, sino el orden que �l ha establecido en las relaciones que �l ha establecido entre los hombres, especialmente de los padres, la sujeci�n a ellos es realmente reconocer a Dios en Su orden. Es el primer mandamiento con promesa.

Hay dos formas en las que el pecado, o la actividad de la voluntad del hombre, se manifiesta: la violencia y la corrupci�n. Esto fue visto en el momento del diluvio. La tierra estaba corrompida delante de Dios, y la tierra estaba llena de violencia. Satan�s es mentiroso y asesino. En el hombre, las concupiscencias corruptas son una fuente a�n m�s abundante de maldad. En el cap�tulo 1 se se�ala la violencia como la infracci�n de aquellas obligaciones que la voluntad de Dios nos ha impuesto. Pero la sabidur�a clama en voz alta para que su voz sea escuchada, proclamando el juicio de los que desprecian sus caminos.

El cap�tulo 2 nos da el resultado de la sujeci�n del coraz�n a las palabras de sabidur�a, y una ferviente b�squeda de ellas: el conocimiento del temor de Jehov�, y el conocimiento de Dios mismo. El que se esfuerza en esto ser� guardado: no s�lo no tendr� parte con el imp�o, sino que ser� librado de la mujer enga�osa, de la corrupci�n. Se declara el juicio de la tierra y la prosperidad de los justos.

Establecido este �ltimo principio, el cap�tulo 3 muestra que no es la sagacidad humana o la prudencia del hombre lo que imparte la sabidur�a de la que aqu� se habla. Tampoco es el deseo ardiente por la prosperidad y la felicidad, manifest�ndose en caminos torcidos; pero el temor de Jehov� y la sujeci�n a su palabra proporcionan la clave para guiarnos con seguridad a trav�s de un mundo de iniquidad que �l gobierna.

El cap�tulo 4 insiste en la necesidad de buscar la sabidur�a a cualquier precio; es un camino de recompensa segura. Advierte contra toda asociaci�n que lleve por el camino contrario ya la ruina, y a�ade que hay que vigilar el coraz�n, los labios y los pies.

El cap�tulo 5 vuelve en detalle a la corrupci�n del coraz�n que lleva a un hombre a abandonar a la esposa de su juventud por otra. Este camino desmoraliza al hombre entero. Pero los ojos de Jehov� est�n sobre los caminos del hombre.

En el cap�tulo 6 la sabidur�a no ser� garant�a para otro. No es perezoso, ni violento, ni enga�oso. La mujer extra�a debe evitarse como el fuego: no hay reparaci�n por el adulterio. En el cap�tulo 7 la casa de la mujer extra�a es el camino a la tumba. Refrenarse, ser firme en resistir las tentaciones, mirar a Jehov� y escuchar las palabras de los sabios, tales son los principios de vida que se dan en estos cap�tulos.

Cap�tulo 8 . La sabidur�a de Dios es activa. Grita en voz alta; invita a los hombres. Tres principios la distinguen: la discreci�n, o la correcta consideraci�n de las circunstancias, en lugar de seguir la voluntad propia; odio al mal, que evidencia el temor de Jehov�; y aborrecimiento de la arrogancia y la hipocres�a en el hombre. Los reyes y los pr�ncipes gobiernan con sabidur�a; en ella se hallan fuerza, consejo, sana sabidur�a y riquezas duraderas.

Adem�s, Jehov� mismo ha actuado de acuerdo con Su propio discernimiento perfecto de las relaciones correctas de todas las cosas entre s�; es decir, los cre� seg�n la perfecci�n de sus propios pensamientos. Pero esto nos lleva m�s lejos; porque Cristo es la sabidur�a de Dios. �l es el centro de todas las relaciones, seg�n las perfecciones de Dios; y es en s� mismo el objeto del deleite eterno de Dios. La sabidur�a eterna de Dios se revela y se desarrolla en �l.

Pero este no es el �nico v�nculo. Si Cristo fue el objeto del deleite de Dios el Padre, como el centro y plenitud de toda sabidur�a, los hombres han sido el deleite de Cristo, y las partes habitables de la tierra de Jehov�. Es en relaci�n con los hombres que se ve a Cristo, cuando se le considera uniendo y desarrollando en s� mismo cada aspecto de la sabidur�a y los consejos de Dios. La vida que hab�a en �l era la luz de los hombres .

Cristo es entonces el objeto del deleite de Dios Padre. Cristo siempre hall� Su gozo en Dios Padre, y Su deleite con los hijos de los hombres, [1] y en la tierra habitada por los hombres. Aqu� entonces debe mostrarse esta sabidur�a. Aqu� debe manifestarse la perfecci�n de los caminos de Dios. Aqu� la sabidur�a divina debe ser una gu�a para la conducta de un ser sujeto a su direcci�n. Ahora bien, es en Cristo, la sabidur�a de Dios, que esto se encuentra.

Quien le escucha encuentra la vida. Observe aqu� que, por muy importante que sea esta revelaci�n de la demostraci�n de la sabidur�a de Dios en relaci�n con los hombres, no encontramos el nuevo lugar del hombre en Cristo, ni la asamblea aqu�. Ella es llamada a salir de este presente siglo malo para pertenecer a Jes�s en el cielo. Cristo no puede realmente gozarse todav�a en los hijos de los hombres, si tenemos en cuenta su estado. Cuando �l tome posesi�n de la tierra, esto se cumplir� plenamente, ser� el milenio.

Mientras tanto, �l llama a los hombres a escuchar Su voz. El principio de un camino a seguir prestando atenci�n a las palabras de sabidur�a es uno de la mayor importancia para este mundo, y de la mayor trascendencia. Ah� est� el camino de Dios, en el que �l es conocido. Solo hay uno. Si no andamos en ella, sufriremos las consecuencias, aunque amemos realmente al Se�or.

Pero de hecho ( cap�tulo 9 ) la sabidur�a ha hecho m�s que esto; ha formado un sistema, establecido una casa propia, sostenida por la perfecci�n de una solidez bien regulada y coordinada. Est� provisto de carne y vino; la mesa est� servida; y, de la manera m�s p�blica, la sabidur�a invita a los simples a venir y participar, mientras les indica el camino correcto en el que se encuentra la vida. Hay otra mujer; pero antes de hablar de ella, el Esp�ritu ense�a que la instrucci�n se desperdicia en el escarnecedor; s�lo odiar� a su reprensor. La sabidur�a es sabia incluso en relaci�n con sus enemigos. Hay progreso para los sabios y rectos, pero el principio es el temor de Jehov�. Este es su principio fundamental.

Pero la burla no es el �nico car�cter del mal. Ah� est� la mujer tonta. Esta no es la actividad del amor que busca el bien de aquellos que ignoran el bien. Ella es clamorosa, sentada en los lugares altos, a la puerta de su casa, buscando apartar a los que van por sus caminos rectos, y seduciendo a los que no tienen entendimiento por los senderos del enga�o y del pecado; y no saben que sus hu�spedes son v�ctimas de muerte. Tales son las instrucciones generales que nos da la sabidur�a amonestadora de Dios.

Nota 1

As� se hizo hombre, y el testimonio sin celos de los �ngeles sobre su nacimiento es: gloria a Dios en las alturas, paz en la tierra, complacencia en los hombres. El hombre no lo quer�a, y la relaci�n especial de Su lugar resucitado como hombre con Dios, "mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios", y la de la asamblea fue formada, pero Su delicia estaba en esa carrera; por el momento no era paz en la tierra sino divisi�n, pero incluso despu�s del milenio el tabern�culo de Dios estar� con los hombres, donde tenemos tanto la relaci�n especial como la bendici�n general.

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Proverbs 7". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/proverbs-7.html. 1857-67.
 
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