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Bible Commentaries
Romanos 11

Sinopsis del Nuevo Testamento de DarbySinopsis de Darby

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Versículos 1-36

Entonces surge inmediatamente la pregunta: �ha rechazado Dios entonces a su pueblo? A esto el Cap�tulo 11 es la respuesta. El ap�stol da tres pruebas de que de ninguna manera es as�. En primer lugar, �l mismo es israelita; hay un remanente a quien Dios ha reservado, como en los d�as de El�as, una prueba del constante favor del Se�or, del inter�s que tiene en Su pueblo, aun cuando �ste es infiel; de modo que cuando el profeta, el m�s fiel y en�rgico entre ellos, no sab�a d�nde encontrar a alguien que fuera fiel a Dios adem�s de �l mismo, Dios ten�a Sus ojos sobre el remanente que no hab�a doblado la rodilla ante Baal.

En segundo lugar, el llamado de los gentiles, y su sustituci�n por Israel, no fue el rechazo definitivo de este �ltimo en los consejos de Dios; porque Dios lo hab�a hecho para provocar a celos a Israel. No fue, entonces, por su rechazo. En tercer lugar, el Se�or saldr�a de Sion. y aparta las iniquidades de Jacob.

Lo que el ap�stol, o mejor dicho, el Esp�ritu Santo, dice sobre este punto, requiere una mirada m�s detallada.

El ap�stol, al citar el caso de El�as, muestra que cuando Israel estaba en tal estado que incluso El�as les suplicaba, Dios no los hab�a rechazado, sino que se hab�a reservado siete mil hombres. Esta fue la elecci�n de la gracia soberana. Era lo mismo ahora. Pero fue por gracia, y no por obras. La elecci�n pues, ha obtenido la bendici�n, y el resto fue cegado. As� como est� escrito: "Dios les ha dado un esp�ritu de sue�o", etc.

�Hab�an tropezado entonces para caer? �No! Pero a trav�s de su ca�da la salvaci�n vino a los gentiles para provocar a Israel a celos una segunda prueba de que no fue por su rechazo. Pero si su disminuci�n y ca�da fue una bendici�n para los gentiles, �cu�l no deber�a ser el fruto de su restauraci�n? Si las primicias son santas, tambi�n lo es la masa; si la ra�z, el �rbol tambi�n. Ahora bien, en cuanto a la continuaci�n de la cadena de los que disfrutan de las promesas en este mundo, Abraham era la ra�z, y no los gentiles; Israel, el tronco natural y las ramas.

Y he aqu� lo que sucedi� en el buen olivo de la promesa en este mundo, del cual Abraham fue la ra�z (Dios mismo la fuente de la hoja y el fruto), e Israel el tallo y el �rbol. Hab�a algunas ramas malas, y las hab�an cortado; y otros de los gentiles injertados en su lugar, quienes as� disfrutaron de las riquezas naturales del �rbol de la promesa. Pero fue sobre el principio de la fe que ellos, siendo del olivo silvestre, hab�an sido injertados.

Muchas de las ramas israelitas, herederas naturales de las promesas, hab�an sido cortadas por su incredulidad; porque cuando se les ofreci� el cumplimiento de las promesas, lo rechazaron. Descansaron en su propia justicia y despreciaron la bondad de Dios. As�, los gentiles, hechos part�cipes de las promesas, se asentaron sobre el principio de la fe. Pero si abandonaban este principio, perder�an su lugar en el �rbol de la promesa, as� como los jud�os incr�dulos hab�an perdido el suyo.

La bondad ser�a su porci�n en esta dispensaci�n del gobierno de Dios, con respecto a aquellos que ten�an parte en el disfrute de sus promesas, si continuaban en esta bondad; si no, cortando. Esto les hab�a sucedido a los jud�os; as� deb�a ser con los gentiles si no permanec�an en esa bondad. Tal es el gobierno de Dios con respecto a lo que fue Su �rbol en la tierra.

Pero hubo un consejo positivo de Dios que se cumpli� en lo que sucedi�, a saber, el cegamiento parcial de Israel (porque no fueron rechazados) hasta que entraran todos los gentiles que hab�an de tener parte en la bendici�n de estos d�as. Despu�s este Israel debe ser salvado como un todo; no deben ser individuos salvados y agregados a la asamblea, en la cual Israel ya no ten�a lugar como naci�n; deben ser salvos como un todo, como Israel. Cristo saldr� de Sion como la sede de Su poder, y apartar� la iniquidad de Jacob, perdonando Dios todas sus transgresiones.

Esta es la tercera prueba de que Israel no fue rechazado. Porque siendo enemigos en cuanto al evangelio en el tiempo presente, todav�a son amados por causa de los padres. Porque lo que Dios escogi� y llam� una vez, nunca lo desecha. No se arrepiente de sus consejos, ni del llamamiento que les da efecto. Pero si el consejo de Dios permanece inmutable, la forma en que se lleva a cabo revela la maravillosa sabidur�a de Dios.

Los gentiles hab�an continuado por mucho tiempo en la desobediencia de la incredulidad. Dios entra en gracia. Los jud�os se opusieron a los actos de la gracia. Pierden todo derecho a las promesas por esta incredulidad, de modo que deben recibir el efecto de la promesa sobre la base de la pura misericordia y la soberana gracia de Dios, [52] de la misma manera que los pobres gentiles. Porque �l los hab�a encerrado a todos en incredulidad, para que fuera pura misericordia para todos.

Por eso es que el ap�stol exclama, �Oh profundidad de sabidur�a y conocimiento! Se cumplen las promesas, y se aniquila la pretensi�n de justicia humana; los jud�os que lo han perdido todo lo reciben todo sobre la verdadera base de la bondad de Dios. Su aparente p�rdida de todo no es m�s que el medio por el cual lo reciben todo de la gracia soberana, en lugar de tenerlo en virtud de la justicia humana, o una promesa incumplida.

Todo es gracia: sin embargo, Dios es siempre fiel, y eso a pesar de la infidelidad del hombre. El hombre es bendito; el jud�o recibe el efecto de la promesa; pero tanto el uno como el otro han de atribuirlo a la pura misericordia de Dios. No hay nada aqu� sobre la asamblea: es el �rbol de la promesa, y aquellos que en virtud de su posici�n tienen parte sucesivamente en el disfrute de las promesas de la tierra. Los jud�os incr�dulos nunca fueron separados de la iglesia, nunca estuvieron en ella.

Hab�an estado en la posici�n de herederos naturales del derecho a las promesas. La asamblea no es el olivo propio de los jud�os seg�n la naturaleza, para que sean injertados en �l de nuevo. Nada puede ser m�s claro: la cadena de los que ten�an derecho a las promesas de Abraham era Israel; luego se cortaron algunas de las ramas. El �rbol de la promesa permanece en la tierra: los gentiles son injertados en �l en lugar de los jud�os, tambi�n ellos se vuelven infieles (es decir, se supone el caso), y ellos a su vez ser�an cortados, y los jud�os ser reinstalado en el viejo olivo, seg�n las promesas y para disfrutarlas; pero es en pura misericordia. Claramente no es por el evangelio que obtienen la bendici�n; porque en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de los gentiles; como tocante a la elecci�n, amados por causa de los padres.

Obs�rvese adem�s aqu� un principio importante: el goce de los privilegios por el cargo nos hace responsables de ellos, sin decir que el individuo naci� de nuevo. La rama jud�a estaba en el �rbol de la promesa y se desgaj�: as� tambi�n los gentiles. No hab�a nada vital o real; pero estaban en el lugar de bendici�n, "participantes de la ra�z y la grosura del olivo", al ser injertados.

Estas comunicaciones de la mente de Dios terminan esta porci�n del libro, a saber, aquella en la que el ap�stol reconcilia la gracia soberana mostrada a los pecadores (poniendo a todos al mismo nivel en la ruina com�n del pecado) con los privilegios especiales del pueblo de Israel, fundado en la fidelidad de Dios. Hab�an perdido todo en cuanto a derecho. Dios cumplir�a sus promesas en gracia y misericordia.

Nota #52

El vers�culo 31 ( Romanos 11:31 ) debe traducirse: "As� estos [los jud�os] ahora han sido incr�dulos con respecto a tu misericordia, para que reciban misericordia" (o para que sean objeto de misericordia) " tu misericordia", es decir, la gracia en Cristo que se extendi� a los gentiles. As�, los jud�os fueron objeto de misericordia, habiendo perdido todo derecho a disfrutar el efecto de la promesa. Dios no dejar�a de cumplirlo. �l se los otorga en misericordia al final, cuando haya tra�do la plenitud de los gentiles.

Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre Romans 11". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/dsn/romans-11.html. 1857-67.
 
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