Bible Commentaries
1 Timoteo 1

Comentario de Ellicott para Lectores en InglésComentario de Ellicott

Versículo 1

Pablo, ap�stol de Jesucristo. - La carta a Timoteo, aunque dirigida a un amigo muy querido e �ntimo, fue enviada con un doble prop�sito. Fue un afectuoso recordatorio de su antiguo maestro, "Pablo el Anciano", a su disc�pulo para que se mantuviera firme en medio de los muchos peligros a los que uno en la posici�n de Timoteo estar�a expuesto en la ciudad de �feso; pero tambi�n era un mandato oficial de resistir una poderosa escuela de falsa ense�anza que hab�a surgido en medio de la Iglesia de �feso que Timoteo presid�a entonces.

Por tanto, San Pablo inicia su carta design�ndose a s� mismo Ap�stol seg�n el mandamiento de Dios. El mandamiento al que se hace referencia especialmente se encuentra en Hechos 13:2 : Separadme a Bernab� ya Saulo para la obra a la que los he llamado.

Dios nuestro Salvador. - Esta designaci�n es peculiar de las Ep�stolas Pastorales, pero ocurre con frecuencia en la Septuaginta. Se le atribuye adecuadamente a la primera Persona de la Sant�sima Trinidad en referencia a Su amor redentor en Cristo.

Se�or Jesucristo, que es nuestra esperanza. - Es mejor omitir las palabras �que es�, impresas en cursiva en la versi�n en ingl�s: Jesucristo, nuestra esperanza. A medida que San Pablo sent�a que se acercaba el final de su curso, le encantaba pensar en Jes�s, a quien, durante tantos a�os de fatiga, hab�a deseado partir y estar con �l, como su esperanza, su �nica esperanza gloriosa. La misma expresi�n se encuentra en las Ep�stolas de Ignacio.

Versículo 2

Mi propio hijo en la fe. - Timothy era el propio hijo de St. Paul. No exist�a una relaci�n carnal entre los dos, sino una conexi�n m�s cercana y m�s querida. San Pablo lo hab�a tomado cuando a�n era muy joven para que fuera su compa�ero y colaborador ( Hechos 16:3 ). Le dijo a la Iglesia de Filipos que no ten�a a nadie de ideas afines (con Timoteo) que se ocupara de sus asuntos. Escribi� a los corintios que Timoteo era su hijo amado y fiel en el Se�or, quien les recordar�a sus caminos en Cristo.

Misericordia. - Entre el saludo habitual "gracia y paz", en estas ep�stolas pastorales, introduce "misericordia". La cercan�a de la muerte, la debilidad de la vejez, los peligros, cada vez mayores, que se api�aban alrededor de Pablo, parecen haber provocado de �l expresiones m�s profundas de amor y tierna piedad. Jesucristo, su �esperanza�, ard�a ante �l, una estrella gu�a que la refulg�a cada vez m�s; y la �misericordia� de Dios, que el anciano sent�a que hab�a obtenido, anhelaba compartirla con los dem�s.

Versículo 3

Para que cobres algo. - Alg�n tiempo despu�s del primer encarcelamiento en Roma, y ??consecuentemente m�s all� del per�odo incluido por San Lucas en los Hechos, San Pablo debi� haber dejado atr�s a Timoteo en �feso mientras continuaba su viaje hacia Macedonia, y le dio el solemne cargo aqu� referido. para. Los falsos maestros que est�n perturbando a la Iglesia en �feso no se nombran. Quiz�s haya un tono de desprecio en la expresi�n "algunos", pero parece m�s probable que los nombres se omitieran deliberadamente en esta carta, que pretend�a ser un documento p�blico. El superintendente jefe de la comunidad de Efeso, sin duda, sab�a demasiado bien qui�nes eran los hombres equivocados a los que se refer�a.

Que no ense�an otra doctrina. - �Otro� - es decir, diferente a la verdad. Cuando el ap�stol y su disc�pulo Timoteo volvieron a visitar �feso, despu�s del largo encarcelamiento de Cesarea y Roma, encontraron a la Iglesia all� distra�da con preguntas planteadas por maestros jud�os. La interpretaci�n curiosa y escalofriante de la ley mosaica, la ense�anza sobre el diezmo de la menta, el an�s y el comino, que en los d�as de Jes�s de Nazaret hab�a paralizado toda la vida espiritual real en Jerusal�n, hab�a encontrado su camino durante la larga vigencia del Ap�stol. ausencia en las inquietas y cambiantes congregaciones de �feso.

Peligrosas controversias, disputas sobre antiguas profec�as, mezcladas con tradiciones modernas, ocuparon la atenci�n de muchos de los maestros cristianos. Prefer�an hablar de teolog�a en lugar de tratar de vivir la vida que hombres como San Pablo les hab�an dicho que los seguidores de Jes�s deb�an vivir si quer�an ser sus siervos.
A menos que se eliminen estas influencias amortiguadoras, la fe de la Iglesia de �feso amenaza con volverse totalmente impracticable.

La doctrina que estos hombres inquietos estaban ense�ando, y que San Pablo condena tan amargamente, parece no haber sido una forma establecida de herej�a, sino una ense�anza in�til, que surge principalmente, si no del todo, de fuentes jud�as.

Versículo 4

Tampoco presten atenci�n a las f�bulas. - Estas f�bulas, sin duda, puramente rab�nicas. En las escuelas jud�as se dec�a que se hab�a dado una Ley oral en el Sina�, y que esta Ley, una sucesi�n de maestros, desde la �poca de Mois�s, se hab�a transmitido. Esta "Ley que est� en el labio", como se la denomin�, fue ilustrada y ampliada por los dichos y comentarios de los rabinos jud�os m�s famosos, y en el tiempo de nuestro Se�or constituy� un suplemento a la Ley escrita en el Pentateuco.

Durante siglos, este c�digo suplementario se conserv� de memoria o en rollos secretos y, sin duda, recibi� constantemente adiciones. Conten�a, junto con muchas historias legendarias salvajes e improbables, algunas ense�anzas sabias. Esta extra�a colecci�n de tradiciones y comentarios fue escrita en el siglo II por el rabino Jehuda, bajo el nombre general de Mishna, o repetici�n (de la Ley).

Alrededor de esta compilaci�n se form� gradualmente un complemento de discusiones (la Guemar�), que se complet� en Babilonia en alg�n lugar hacia el final del siglo quinto de nuestra era. Estas obras, la Mishn� y la Guemar�, junto con una segunda Guemar�, formada algo antes en Palestina, se conocen generalmente como el Talmud. Nuestro Se�or alude a la influencia de algunas de estas tradiciones ( Mateo 15:3 ).

Genealog�as sin fin. - Genealog�as en su propio sentido, tal como se encuentran en el Libro del Pentateuco, y a las que se hab�an asignado interpretaciones aleg�ricas alocadas. Fil�n ya hab�a desarrollado esos significados puramente fantasiosos, cuyos escritos religiosos se estaban volviendo conocidos y populares en ese momento en muchas de las escuelas jud�as. San Pablo vio que tal ense�anza, si se permitiera en las iglesias cristianas, detendr�a efectivamente el crecimiento de la cristiandad gentil.

Inculcar�a una reverencia indebida y exagerada y, para el gentil converso corriente, una reverencia imposible por las formas y ceremonias jud�as; separar�a a jud�os y gentiles convertidos en dos clases, colocando al jud�o favorecido en una posici�n completamente diferente a la del gentil marginado.

En las iglesias gentiles fundadas por los ap�stoles, durante algunos a�os hubo una lucha de vida o muerte entre los alumnos de San Pablo y sus compa�eros ap�stoles y los disc�pulos de las escuelas rab�nicas. En estas serias advertencias de sus ep�stolas pastorales, el gran ap�stol del cristianismo gentil nos muestra cu�n claramente previ� que si estas f�bulas jud�as y los comentarios de los maestros jud�os m�s antiguos se les permit�a entrar en la formaci�n de las congregaciones reci�n formadas, la Iglesia de Cristo se reducir�a, en poco tiempo, a los estrechos y exclusivos l�mites de una secta jud�a. El "juda�smo", escribe el autor an�nimo de Pablo de Tarso, "fue la cuna del cristianismo, y el juda�smo casi se convirti� en su tumba".

Qu� ministro pregunta. - Disputas, cuestiones de mera pol�mica, indagaciones que no pueden tener ninguna incidencia en la vida pr�ctica.

En lugar de la edificaci�n piadosa que est� en la fe. - La interpretaci�n de la lectura en las autoridades m�s antiguas ser�a: en lugar de la dispensaci�n de Dios que es por fe; o, en otras palabras, la introducci�n en la ense�anza de la Iglesia de estos mitos jud�os - estas tradiciones de los ancianos, estas genealog�as fantasiosas - ser�a mucho m�s probable que produjera una controversia amarga y sin provecho que ministrar al plan de salvaci�n de Dios, dise�ado por Dios, y proclamado por sus ap�stoles.

As� que hazlo. - El Ap�stol, en 1 Timoteo 1:3 , comienza esta frase de ferviente exhortaci�n, pero en su fervor se olvida de concluirla. Las palabras finales, naturalmente, vendr�an aqu�: �Porque recuerda c�mo te supliqu� cuando te dej� en �feso, cuando fui a Macedonia, que desanime y reprime firmemente toda ense�anza vana, que solo conduce a controversias in�tiles, as� que lo hago. ahora;" o, eso te lo repito ahora. (Esto es mejor y m�s contundente que las palabras proporcionadas en la versi�n en ingl�s: "as� que").

Versículo 5

Ahora el fin. - La palabra griega deber�a traducirse Pero el fin. Aunque Timoteo debe resistir y oponerse a estos falsos maestros con todo valor y firmeza, no debe olvidar cu�l era el verdadero fin, el objetivo, el prop�sito de toda la ense�anza cristiana, que, le recuerda el Ap�stol, es el Amor.

Del mandamiento. - No hay aqu� referencia a los famosos mandamientos de la Ley de Mois�s. "Mandamiento" puede parafrasearse en este lugar con "ense�anza pr�ctica".

San Pablo contrasta con las enfermizas �f�bulas� de los falsos maestros, que s�lo conduc�an a la disputa, esa �sana ense�anza pr�ctica�, cuyo fin y objetivo era el amor o la caridad.

Caridad. - Ese amor, o caridad amplia, comprensiva, hacia los hombres, tan noblemente descrito en 1 Corintios 13 .

De un coraz�n puro, de buena conciencia y de una fe sincera. - Este amplio amor, o caridad, que todo lo abarca, emana s�lo de �un coraz�n puro� , es decir , un coraz�n libre de deseos ego�stas y pasiones malignas. S�lo los �limpios de coraz�n�, dijo el Se�or, en el serm�n del monte ( Mateo 5:8 ), gozar�n de la visi�n beat�fica de Dios.

Y de buena conciencia. - Esta �caridad� debe brotar tambi�n de una conciencia libre de su carga de culpa, de una conciencia rociada con la sangre preciosa, y as� reconciliada con Dios.

Y de fe sincera. - Y, por �ltimo, la ra�z de esta �caridad�, fin y fin de la ense�anza pr�ctica del evangelio predicado por los Ap�stoles, debe buscarse en �una fe no fingida�, en una fe que consiste en algo m�s que en un pocas palabras altisonantes, que reclaman una confianza segura que no se siente. La �fe sincera� de San Pablo es una fe rica en obras m�s que en palabras.

Sin esta fe, tan real que sus frutos son siempre manifiestos, no puede haber buena conciencia; sin esta conciencia, lavada por la sangre preciosa, no puede haber coraz�n puro.
El error de los maestros de los que se advirti� a Timoteo, como vemos en el siguiente vers�culo, consisti� no tanto en falsas doctrinas como en un total descuido de inculcar la necesidad de una vida pura y abnegada. Prefer�an las preguntas curiosas y las indagaciones especulativas a la ense�anza sencilla y grave del Evangelio que llevaba a los hombres a vivir una vida ferviente y amorosa.

Versículo 6

De donde algunos se desviaron. - Esta frase se traduce con mayor precisi�n: de la cual algunos, habi�ndose desviado en la punter�a, se han desviado. Estas palabras parecen decirnos que estos maestros alguna vez hab�an ido en la direcci�n correcta, pero no se hab�an mantenido en ella; de hecho, a partir de todo el tenor de las instrucciones de San Pablo a Timoteo, est� claro que estas personas no solo hab�an sido, sino que todav�a se contaban entre las congregaciones cristianas de la Iglesia de �feso. El presb�tero presidente designado por San Pablo no podr�a haber ejercido ninguna autoridad posible sobre nadie que no se considerara en la Iglesia.

En vano tintineo. - Estos hombres, habiendo perdido el verdadero objetivo del mandamiento, ahora se han vuelto a hablar en vano y vac�o, que no pueden conducir a nada m�s que disputas y disputas airadas.

Versículo 7

Deseando ser maestros de la ley. - "Deseando", aunque en realidad no lo eran. Codiciaron el respeto y la influencia que siempre se les dio a los maestros reconocidos de la Ley de Mois�s; pero estos hombres fracasaron por completo en comprender el verdadero significado espiritual de esa Ley que pretend�an ense�ar. Pretendientes similares en una Iglesia vecina, algunos a�os m�s tarde, recibieron de otro Ap�stol: St.

John: una severa reprimenda por tales pretensiones. �Yo s�, escribi� San Juan a los cristianos de Esmirna, �la blasfemia de los que se dicen ser jud�os y no lo son, sino que son la sinagoga de Satan�s� ( Apocalipsis 2:9 ).

Entendiendo ni lo que dicen ni lo que afirman. - Un maestro sabio debe comprender lo que ense�a y, al mismo tiempo, debe tener claro en su propia mente que lo que ense�a es verdad.

Aqu� se acusa a los falsos maestros (1) de no comprender las f�bulas y tradiciones salvajes en las que se basaba su ense�anza, y (2) de no comprender las cosas sobre las que hacen sus afirmaciones: es decir, no ten�an una fe real en esos grandes verdades que realmente subyacen a esa Ley con la que se estaban entrometiendo.

Versículo 8

Pero lo sabemos. - Mejor, ahora sabemos : una fuerte expresi�n de su conocimiento, aprendido en la escuela del Esp�ritu Santo. Habl� con la autoridad consciente de un ap�stol, confiado en la verdad de lo que predicaba y ense�aba.

Que la ley es buena, si un hombre la usa legalmente. - �La Ley es buena�, declar� San Pablo con conocimiento de autoridad apost�lica, �si un hombre - es decir, un maestro de la Ley - la hace uso leg�timo; si lo usara para hacer a los hombres conscientes de sus pecados, conscientes de que de s� mismos no merecen misericordia, solo castigo �. Impulsar este doloroso conocimiento fue la verdadera obra de la Ley sobre los hombres.

Nunca tuvo la intenci�n de proporcionar materiales para la casu�stica y discusiones ociosas e in�tiles. Nunca fue concebido como un sistema del cual el hombre pudiera extraer material para el autoenga�o. Nunca fue concebido como un sistema a trav�s del cual un hombre pudiera imaginar que mediante una conformidad, m�s o menos r�gida, con su ritual externo estaba satisfaciendo todos los requisitos m�s elevados de la justicia y la verdad.

Versículo 9

Sabiendo esto. - El maestro de la Ley, consciente de esta gran verdad, que ahora se detallar� - a saber: -

Que la ley no fue hecha para un justo. - La severa ley mosaica fue promulgada siglos antes de que el Mes�as Jes�s les diera a los hombres su nueva ley. La Ley de Mois�s, entonces, no fue promulgada para un "hombre justo", es decir, para un cristiano en el verdadero sentido de la palabra, que ha buscado y encontrado la justificaci�n por la fe en Jes�s, y que, santificado por el Esp�ritu Santo. , est� viviendo una nueva vida. En otras palabras, el "maestro", dice Pablo, debe ense�ar al reba�o de �feso (1) el verdadero uso de las prohibiciones de la Ley, a saber.

, que sirvieron para convencer a un hombre de su condici�n desesperada; le demostraron que era esclavo del pecado, del cual la miserable servidumbre, la Ley, que lo hac�a amargamente consciente de su condici�n, no le ayud� a liberarse; (2) el "maestro" deb�a insistir en que la ley, aunque era buena, si se usaba como un medio para abrir los ojos de los hombres y ver su verdadera condici�n, no estaba hecha para ellos si eran contados entre los justos. - es decir, si hubieran encontrado aceptaci�n en el Redentor. En el caso de estos justificados y santificados, la ley moral estaba escrita en sus corazones y encarnada en sus vidas.

Pero para los sin ley. - Ahora bien, la Ley no fue hecha para los santos y humildes hombres de coraz�n, en quienes San Pablo confiaba, formaban el cuerpo principal de la congregaci�n de creyentes en �feso, y en cada ciudad donde se encontraban hombres y mujeres que invocaban el nombre de la Se�or Jes�s, y quien luch� por seguir los pasos de su querido Maestro. Se hizo siglos antes de que Jes�s de Nazaret caminara sobre la tierra, como una gran protesta contra los vicios cotidianos que deshonraban a Israel en com�n con el resto de la humanidad.

La terrible enumeraci�n de pecados y pecadores en estos vers�culos noveno y d�cimo, si bien sigue el orden de las antiguas Tablas del Sina�, parece aludir claramente a los vicios que prevalec�an especialmente en ese d�a en los grandes centros del imperio romano.

Y desobediente. - Rendido con m�s precisi�n, rebelde o insubordinado.

Por los imp�os y por los pecadores. - Estos cuatro t�rminos con los que el Ap�stol abre su triste lista de aquellos para quienes la Ley fue promulgada, generalmente denotan a los que no se preocupan por la ley humana, y que desprecian toda obediencia; quienes ante su descuido descuidado por todas las autoridades constituidas, unen la irreligi�n y el desprecio por todas las cosas sagradas.

Por imp�o y profano. - Las personas designadas en estos t�rminos son aquellas que carecen de pureza interior, hombres que se burlan de la santidad de vida y car�cter en su sentido m�s profundo. Se puede suponer en t�rminos generales que estas seis clases incluyen las prohibiciones de los primeros cuatro Mandamientos (la Primera Tabla, como se la denomina), donde se habla especialmente de los pecados contra Dios. Los pecados contra el hombre, que forman el tema de las prohibiciones de la Segunda Tabla (Mandamientos Cinco al Diez), se incluyen en la siguiente enumeraci�n de malhechores.

Por asesinos de padres y asesinos de madres. - Las expresiones griegas originales aqu� requieren una traducci�n m�s suave, golpeadores de padres y golpeadores de madres, y se refieren a personas de diversas edades que rechazan toda reverencia, incluso todo trato bondadoso, hacia sus padres. Las palabras del quinto mandamiento explican exactamente esta conducta antinatural.

Versículo 10

Para hombres robadores. - Despu�s de enumerar a los transgresores del Sexto y S�ptimo Mandamiento contra el asesinato y el adulterio, San Pablo habla de una clase bien conocida en el mundo romano de su �poca - quiz�s la peor clase de ofensores contra el Octavo Mandamiento - los �traficantes de esclavos. "

Para mentirosos, para perjuros. - En estos t�rminos inclusivos, San Pablo aparentemente considera a todos los que rompen la solemne novena acusaci�n dada en el Sina�, que prohib�a el falso testimonio contra un vecino. Entre los pecados que excitan especialmente la ira ardiente de los primeros maestros inspirados del cristianismo, aparece singularmente prominente la �falta de la verdad�. Uno tras otro de los Ap�stoles, en diferentes idiomas, expresan su profundo aborrecimiento por este pecado demasiado com�n, que, en las fervientes palabras de San Juan, bastar� para excluir de la ciudad de los bienaventurados ( Apocalipsis 22:15 ).

Y si hay alguna otra cosa que sea contraria a la sana doctrina. - En este amplio y general resumen, con el que San Pablo concluye su terrible cat�logo, se incluye sin duda la prohibici�n del D�cimo Mandamiento contra la �codicia�. En las palabras "sana doctrina", una expresi�n peculiar de este grupo de ep�stolas, se sugiere un marcado contraste con la ense�anza "enfermiza y malsana" de los falsos maestros, con sus tontas leyendas y alegor�as, una ense�anza que suger�a controversias y disputas in�tiles. , y no tuvo ninguna influencia pr�ctica en la vida.

Versículo 11

Seg�n el glorioso evangelio. - Todo lo que San Pablo hab�a estado diciendo acerca de la Ley, su verdadera obra y su �nica obra, no era una mera concepci�n arbitraria de la suya propia; era simplemente una repetici�n de la ense�anza del evangelio que su Maestro le hab�a confiado, el evangelio que ense�aba tan claramente que la Ley era para la condenaci�n de los pecadores, que era solo para aquellos que no aceptan el yugo f�cil y el carga ligera del Se�or Jes�s.

Del Dios bendito. - Toda la frase est� traducida con mayor precisi�n, seg�n el evangelio de la gloria del Dios bendito. (Comp. 2 Corintios 4:4 ) �La gloria del Dios bendito�, ya sea que se muestre en los sufrimientos de Cristo o en las riquezas de Su gran misericordia, es lo que est� contenido y revelado por el evangelio; en otras palabras, el "contenido" del evangelio es la gloria y majestad de Dios.

Dios es llamado aqu� "bienaventurado", no solo por su perfecci�n eterna e inmutable, sino tambi�n por su regalo bendito del perd�n, ofrecido a todos los pecadores que aceptan su evangelio de amor.

Que estaba comprometido con mi confianza. - Este precioso dep�sito, esta "confianza", el evangelio de la gloria de Dios, fue quiz�s, a los ojos de San Pablo, su t�tulo m�s verdadero para honrar. Cuando preguntamos m�s de cerca qu� significaba exactamente �el evangelio encomendado a su encomienda�, parece que se requiere algo m�s definido que la respuesta general de que �l era un ministro de la Iglesia, al que se le hab�a confiado la proclamaci�n del bendito mensaje de su Maestro.

Si esto fuera todo, el amado t�tulo de honor de San Pablo no habr�a sido en modo alguno peculiar de �l, sino que habr�a sido compartido por muchos otros en esa gran compa��a de profetas, maestros y evangelistas de la Iglesia de los primeros d�as. San Pablo parece m�s bien haberse gloriado en alguna peculiar y preciosa confianza. �No fue posiblemente en ese Evangelio de "Lucas", que algunos de los padres m�s venerados nos dicen que S.

�Pablo estaba acostumbrado a mencionar como el Evangelio escrito por �l? (Ireneo, Or�genes, Jer�nimo.) Fue, quiz�s, este bendito privilegio de haber sido juzgado digno de compilar, bajo la direcci�n del Esp�ritu Santo - o, en todo caso, en gran parte para proporcionar materiales para - uno de los preciosos registros de la vida terrenal, el trabajo y el sufrimiento de su adorable Maestro, que a San Pablo le encantaba describir como su t�tulo m�s orgulloso para honrar.

A sus propios disc�pulos, as� como a los que disputaban su autoridad apost�lica, de vez en cuando se refer�a a este, el m�s alto de todos los honores que le otorg� su Maestro; pero all� termin� la jactancia del santo y humilde hombre de Dios. Aunque el bendito evangelista San Pablo sab�a que su trabajo era para todas las edades, la verdadera humildad del noble siervo de Jes�s aparece en la sustituci�n de �Lucas� por �St. Paul �- el nombre del escriba en lugar del del autor real.

Versículo 12

Y doy gracias a Cristo Jes�s Se�or nuestro, que me fortaleci�. - Mejor traducido, quien me ha dado fuerzas por dentro. Las autoridades antiguas aqu� est�n divididas; la mayor�a omite la primera palabra del vers�culo, la conexi�n "y". Con o sin esta palabra, el sentido es muy parecido; porque en las palabras, "el evangelio ... encomendado a mi confianza", el Ap�stol hace una pausa, abrumado por la avalancha de recuerdos agradecidos que tal pensamiento solt�.

��Cu�nto agradezco a Dios�, escribi� San Pablo, �que me ha fortalecido en mi interior, con este poder de dar testimonio de mi Maestro! � Yo de todas las personas, que una vez fui un blasfemo de Su nombre real! Qu� ejemplo yo, su maestro, el fundador de esta Iglesia de �feso, soy de la gracia transformadora del evangelio, de su dulce y poderoso poder para perdonar los pecados �. Fue el pensamiento del gran amor, la comprensi�n pasajera, de la tierna y lastimosa misericordia que sufri� tan maravillosa confianza al ser encomendada al cargo de tal pecador, lo que provoc� la eyaculaci�n de profundo agradecimiento que leemos en el duod�cimo y siguientes. versos.

Si preguntamos m�s particularmente con respecto a la manera exacta en que Jesucristo �capacit� o �fortaleci� a San Pablo por dentro�, debemos pensar en su extra�o poder de ganar hombres al lado de su Maestro; debemos recordar sus dones milagrosos sobre la enfermedad e incluso la muerte; y por �ltimo, pero no menos importante, esa fuerza de perseverancia, esa dulce y valiente paciencia que hizo que su vida de sufrimiento por Cristo fuera tan hermosa, tan conmovedora, un ejemplo para los hombres.

Por eso me tuvo por fiel. - El todo. viendo, sabiendo desde el principio que San Pablo continuar�a firme y veraz, lo eligi� como �Su vaso escogido� para llevar Su nombre y la alegre noticia de Su salvaci�n en muchas tierras.

Se puede observar, sin embargo, que esta misma fidelidad, esta firmeza inquebrantable, que parece haber sido la raz�n por la que el Se�or lo eligi� para su gran obra, San Pablo, en un pasaje bien conocido y notable, se refiere como un don. de la gracia que hab�a obtenido en la misericordia del Se�or ( 1 Corintios 7:25 ).

Versículo 13

Quien fue antes blasfemo, perseguidor e injurioso. - En estas palabras de amarga autoacusaci�n, resume san Pablo. los rasgos caracter�sticos de su brillante carrera como joven l�der fariseo, como popular patriota jud�o. El objeto de su intenso odio y de su ardiente antagonismo durante estos d�as inolvidables fue ese mismo Se�or, de quien m�s tarde hab�a recibido tan atroces dones.

Sab�a que hab�a sido �un blasfemo� de aquel querido Maestro en el m�s verdadero sentido de la terrible palabra, ya que, como bien se ha dicho, que: �El que hab�a visto morir a Esteban por Cristo, y despu�s de esto no cesaba de jadeando como una bestia salvaje por la sangre de la Iglesia, debe haber sabido que no hab�a sido culpable simplemente de injuriar a los hombres, sino de blasfemar contra Dios ". Y �un perseguidor�, porque, para citar sus propias palabras en Jerusal�n ( Hechos 22:4 ): �Persegu� as� hasta la muerte, atando y entregando en c�rceles tanto a hombres como a mujeres.

�(Comp., Tambi�n, Hechos 25:11 :� Los obligu� a blasfemar �.) Y� injurioso �(o, m�s exactamente, un hacedor de ultraje ) , como bien debe haber recordado los eventos a los que se hace referencia en el historia de los Hechos ( Hechos 9:1 ) en las palabras: "Saulo, pero respirando amenazas y muerte contra los disc�pulos del Se�or".

Pero obtuve misericordia. - El Ap�stol, con el coraz�n rebosante de amor y gratitud, contrasta la misericordia de su Maestro con su propia falta de ella; la �misericordia� que se le mostr� consistiendo en algo muy diferente al simple perd�n de un gran mal. En el caso de San Pablo, el perd�n fue coronado por muchos nobles dones otorgados por ese lamentable Rey a quien tan cruelmente hab�a agraviado.

Porque lo hice ignorantemente en incredulidad. - Este es uno de los pasajes que arroja un rayo de luz sobre algunas de las cuestiones dif�ciles que nos dejan perplejos cuando meditamos sobre los principios del juicio final. Se nos dice muy poco acerca de la condenaci�n de aquellos que no han escuchado, o no han entendido, el mensaje de Cristo. A�n as�, incluso a partir de una ense�anza tan escasa como est� contenida en las palabras que estamos considerando ahora, y en pasajes como Mateo 12:31 ; Lucas 23:34 , Lucas 23:34 que hay una ignorancia que al menos modifica grandemente la culpa de la incredulidad; aprendemos al menos esto - un pecador as� no est� fuera de los l�mites de la operaci�n de la misericordia divinaPero a pesar de estas insinuaciones &mdashporque son poco m�s&mdash del �rea casi ilimitada de la divina misericordia, se debe tener mucho cuidado de no presionar demasiado estas benditas insinuaciones de la posibilidad de una misericordia mucho m�s amplia que la interpretaci�n habitual de la misericordia. las expresiones inspiradas nos llevar�an a esperar; porque, despu�s de todo, las palabras y ense�anzas del misericordioso Redentor mismo ( Lucas 12:48 ) parecen apuntar a una mitigaci�n del castigo, m�s que a un perd�n completo, de los pecados cometidos bajo circunstancias de ignorancia tal vez parcial. "El que no conoci�, y cometi� cosas dignas de azotar, ser� azotado con pocos azotes".

Versículo 14

Y la gracia de nuestro Se�or fue muy abundante. - El pensamiento del gran amor de su Maestro por alguien que una vez lo injuri� tan amargamente, y que hab�a gastado sus fuerzas en tratar de deshacer el trabajo de sus siervos, parece haber presionado con una fuerza abrumadora a San Pablo, quien luch� por encontrar palabras que Debe expresar cu�n profundamente sent�a la ternura amorosa que hab�a transformado al cruel perseguidor en el Ap�stol predilecto. La palabra griega que se traduce "fue sobremanera abundante" es muy rara y posee una fuerza superlativa.

Con fe y amor. - Resume la misericordia divina que le fue mostrada en tres palabras: gracia, fe y amor. Gracia, el don inefable de Dios para �l; la fe y el amor, los resultados del inmenso y abundante don de la gracia.

Fe: no meramente una confianza infantil en Cristo, sino una creencia que acepta a Cristo como la esperanza de un mundo sin esperanza; y el amor, que incluye tanto el amor al hombre como el amor a Dios, un extra�o contraste con su anterior crueldad y odio; porque, en lugar de blasfemar, ahora cre�a en Aquel a quien una vez maldijo, y en lugar de perseguir a los seguidores de Jes�s, ahora, en su gran amor por ellos, se gastaba a s� mismo.

Entonces, abrumado por el gozo y la gratitud de que �l, el enemigo de Dios, hab�a obtenido la misericordia y el amor de Dios, y consciente, de sus propias experiencias dulces y amargas, de lo que significaba esa misericordia de Dios conferida a un pecador, dio expresi�n a una de esas brillantes consignas de la fe, con las que los cristianos de los primeros d�as se consolaban y animaban unos a otros, y que, quiz�s, mejor que cualquier otra palabra, expresaba los pensamientos ardientes que brotaban de su coraz�n agradecido.

Versículo 15

Este es un dicho fiel y digno de toda aceptaci�n. - Esta sorprendente f�rmula en el Nuevo Testamento, que se encuentra s�lo en las Ep�stolas Pastorales, aqu� y en 1 Timoteo 3:1 ; 1 Timoteo 4:9 ; 2 Timoteo 2:11 ; Tito 3:8 ; y la expresi�n algo similar, �estos dichos [ palabras ' ] son ??fieles y verdaderas�, Apocalipsis 21:5 ; Apocalipsis 22:6 , eran f�rmulas que expresaban verdades importantes y memorables, bien conocidas y repetidas a menudo por la hermandad de los cristianos en las primeras edades de la fe.

Sin duda, se ensayaron constantemente en las asambleas, hasta que se convirtieron en consignas muy conocidas en las diversas iglesias esparcidas por las provincias del imperio romano ba�adas por el Mediterr�neo; y en estos "dichos" vemos, quiz�s, los g�rmenes de los grandes credos del cristianismo. [ 1 Timoteo 3:1 , tal vez, como se suele entender, dif�cilmente entra en esta categor�a de "consignas de la fe", a menos que S.

Se seguir� la interpretaci�n del texto de Cris�stomo, que remite �el dicho fiel� a las verdades solemnes que lo precedieron inmediatamente en 1 Timoteo 2 ].

Que Cristo Jes�s vino al mundo. - Es una alusi�n inconfundible a la preexistencia de Cristo. Vino al mundo, dejando la gloria que ten�a con el Padre antes que el mundo fuera (ver Juan 16:28 ; Juan 17:5 ; Efesios 1:3 ). Y el prop�sito por el cual vino al mundo se establece claramente en la siguiente oraci�n.

Para salvar a los pecadores. - No se dan detalles sobre esta salvaci�n. Los "pecadores" aqu� mencionados es un t�rmino amplio e inclusivo. Incluye, adem�s de los jud�os, los marginados de los gentiles sin esperanza y sin Dios, todos los perdidos, independientemente de la raza o el tiempo. En las propias palabras benditas del Se�or: �El Hijo del Hombre vino a buscar ya salvar lo que estaba perdido� ( Lucas 19:10 ).

De quien soy el jefe. - La intensa humildad del extra�o y bello car�cter del ap�stol gentil provoc� esta amarga expresi�n. San Pablo, se ha dicho bien, conoc�a sus propios pecados por experiencia, y por especulaci�n de todos los dem�s . En otro lugar, un sentimiento similar lo lleva a Efesios 3:8 como �menos que el menor de todos los santos� ( Efesios 3:8 ).

En el pasado hab�a sido un enemigo tan ac�rrimo del Se�or que ninguna predicaci�n de los disc�pulos fue eficaz para lograr su conversi�n. En su caso, para superar su intenso odio al Nombre, necesitaba una aparici�n especial del Resucitado.

Versículo 16

(16) Sin embargo, por esto obtuve misericordia. - A pesar de esta profunda conciencia de su culpa, la fe y la confianza en su propia salvaci�n parecen no haber vacilado nunca. Habla de esto con toda certeza y procede a decirnos con gran claridad por qu� Cristo lo salv�, el primero de los pecadores.

Para que Jesucristo primero manifieste en m� toda paciencia. - Si Cristo pudo mostrarle misericordia, seguramente en tiempos posteriores el mayor de los pecadores nunca dudar� del poder y la voluntad de salvar del Redentor. La conversi�n de San Pablo predijo a muchos pacientes espera por parte del Se�or, mucha paciencia, que nunca se apresurar�a a castigar a sus enemigos, pero que se demorar�a mucho, con la esperanza de que el pecador se arrepintiera mientras a�n era tiempo.

Por un modelo para aquellos que de ahora en adelante deben creer en �l. - Los hombres deb�an aprender que conversiones como la suya deb�an esperarse como sucesos comunes: conversi�n de blasfemos, de perseguidores, a quienes el Se�or esperar�a anhelar, hasta que ellos tambi�n, llegando al conocimiento de la verdad, debieran Recon�celo. As�, para todos los pecadores, san Pablo fue un modelo, un ejemplo de la gran paciencia del Se�or, de su paciente espera.

Su bondadoso Maestro lo hab�a tratado como un rey, quien, al juzgar el caso de una ciudad rebelde, perdona al rebelde principal. Si Dios quiere redimir a Saulo el perseguidor, nadie debe desesperarse de encontrar misericordia.

A la vida eterna. - Y la meta, que ten�an ante s� estos pobres pecadores redimidos, que, como San Pablo, en la fe y la confianza amorosa en Jes�s hab�an encontrado la paz y la aceptaci�n, era la vida eterna.

Versículo 17

Ahora al Rey. - La maravillosa cadena de pensamientos ( 1 Timoteo 1:12 ) que tan bien ilustra la gran afirmaci�n de 1 Timoteo 1:15 - �que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores� - San Pablo cierra con una noble atribuci�n de alabanza y agradecimiento al gran Dios.

Esta doxolog�a no est� dirigida a ninguna Persona de la Sant�sima Trinidad, sino que es - como se ha dicho con gran verdad - �un gran testimonio del monote�smo de San Pablo: la Divinidad, la Trinidad de su culto, es una unidad sublime . A este Eterno e Incorruptible sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Am�n."

Eterno. - Rendido con m�s precisi�n, ( al Rey ) de las edades. El Rey de las Edades es el soberano dispensador y eliminador de las edades del mundo. Aqu� no hay ninguna referencia a los eones gn�sticos.

Inmortal (o incorruptible ). - Este ep�teto y el siguiente - "invisible" - est�n conectados con "Dios", no, con la cl�usula anterior, "al Rey de las Edades". Dios es inmortal, en contraste con los seres de la tierra, y ...

Invisible, en contraste con la creaci�n visible.

El �nico Dios sabio. - El �nico Dios, omitiendo las autoridades m�s antiguas "sabias". �Solo�, como en 1 Timoteo 6:15 : �el bendito y �nico potentado�. �El �nico Dios�, en contraste con la multitud de esp�ritus creados, �ngeles, principados, potestades, etc. (Ver 1 Corintios 8:5 .)

Por los siglos de los siglos. - Literalmente, a las edades de las edades, a toda la eternidad - una expresi�n hebra�sta por una duraci�n de tiempo superlativamente (infinitamente) larga.

Versículo 18

Este encargo te encomiendo, hijo Timoteo. - La naturaleza del cargo que le confi� a Timoteo debe deducirse de las solemnes palabras y pensamientos del pasaje anterior - 1 Timoteo 1:15 . El resumen era que los hombres deb�an poner toda su confianza en Aquel que vino al mundo para salvar a los pecadores y que era el �nico capaz de llevarlos a la vida eterna.

Hay algo muy solemne en el hecho de que San Pablo presiona este encargo a Timoteo e invoca la memoria de las profec�as que le precedieron. El cargo era la �ltima herencia preciosa, el tesoro invaluable que el viejo maestro, sintiendo que para �l el final no estaba muy lejano, dejar�a a su disc�pulo favorito, a su amado hijo en la fe. Ansioso por encima de toda medida por el amado grupo de iglesias asi�ticas, de las cuales �feso era el centro, previendo que los peligros presentes y los peligros de dentro y fuera se cerrar�an r�pidamente en torno a las congregaciones, y poniendo su mayor esperanza terrenal en la constancia y el conocimiento de los suyos. querido disc�pulo a quien hab�a dejado all� como pastor de las ovejas, encarga a su hijo Timoteo, por el recuerdo de aquellas extra�as declaraciones prof�ticas que, a�os antes, se hab�an hecho sobre �l ( Hechos 17:1 ) en Listra o Derbe, y que, tal vez, primero lo indujo a elegir al joven hijo de Eunice como su amigo y compa�ero, para aferrarse a la bendita doctrina que ense�� a los hombres a poner toda su confianza en Jes�s. Cristo.

Seg�n las profec�as que te precedieron. - Estas declaraciones prof�ticas parecen no haber sido infrecuentes en los d�as de los Ap�stoles, y estuvieron entre los dones preciosos que enriquecieron y animaron a la Iglesia de los primeros d�as. Leemos de ellos en Jerusal�n ( Hechos 11:27 ), en Antioqu�a ( Hechos 13:1 ), en Corinto ( 1 Corintios 14 ), en Cesarea ( Hechos 21:8 ).

En el caso de Timoteo, parecen haber sido miradas previsoras sobre la vida, la obra y la ense�anza del futuro l�der cristiano; aqu� se hace especial referencia a la �ltima nombrada, la doctrina y la ense�anza. Las profec�as en cuesti�n fueron pronunciadas, sin duda, sobre �l en su ordenaci�n y, posiblemente, algunas de ellas en su bautismo.

Para que con ellos pelees una buena batalla. - Mejor traducido, que t� en ellos, etc. San Pablo confi� el sagrado encargo a Timoteo acerca de la fe con plena confianza de que, de acuerdo con aquellas gloriosas predicciones bien recordadas que se hab�an hecho prediciendo su futuro celo y �xito en la promulgaci�n del evangelio, que en estos ... como su protecci�n espiritual y armadura, Timoteo librar�a su guerra contra el pecado y la maldad.

Las palabras de San Pablo en este vers�culo pueden parafrasearse as�: Te encomiendo este encargo, hijo Timoteo, de acuerdo con esas predicciones bien recordadas respecto a tu firmeza futura en la doctrina y en la vida. Te las recuerdo ahora, no defraudes estas grandes esperanzas, estas profec�as de tu futuro, pero tenlas siempre en tu mente. Equ�pate con ellos como tu armadura espiritual, y as� armado, lucha la lucha de tu Maestro contra el pecado y el mal - eine gute Ritterschaft, seg�n Lutero.


Las im�genes de guerra que se usan aqu� que San Pablo emplea una y otra vez: la buena guerra. (Comp. 1 Timoteo 6:12 .) Para el viejo y probado Ap�stol, la vida de un cristiano es una guerra en el verdadero sentido de la palabra: para todo creyente es una campa�a dolorosa y fatigosa. En el caso de los profesores profesos se exigi� especialmente una vigilancia sin dormir.

Versículo 19

Manteniendo la fe y la buena conciencia. - Nuevamente, como en 1 Timoteo 1:5 , el Ap�stol une "fe" y "la conciencia inmaculada". En la mente de San Pablo, la �falta de fe� no era una mera negaci�n a aceptar un dogma religioso definido, sino que siempre estuvo estrechamente relacionada con la impureza y el amor al pecado. Si un hombre se atreve a violentar deliberadamente su mejor naturaleza, no debe presumir de so�ar que la fe lo salvar�. El pensamiento expresado por otro maestro inspirado parece correr constantemente en la mente de San Pablo: "Los demonios tambi�n creen y tiemblan".

Que algunos. - "Algunos." Aqu� se hace una silenciosa referencia a esos falsos maestros que parecen haber estado haciendo una obra tan malvada en �feso entre los creyentes cristianos, y contra quienes se advierte con tanta urgencia a Timoteo que est� en guardia en el vers�culo 6 y siguientes del cap�tulo.

Habiendo guardado. - El s�mil en la mente de St. Paul es n�utico. La "buena conciencia" representa el lastre o cargamento del barco. Cuando esto se guarda, se tira por la borda, el barco se vuelve ingobernable y se lanza, el juguete de las olas, y al final se naufraga.

Versículo 20

De los cuales son Himeneo y Alejandro. - Aqu� el Ap�stol menciona dos, como ejemplos del absoluto naufragio de toda verdadera fe: personas evidentemente bien conocidas por Timoteo y los miembros de la Iglesia en �feso. Himeneo es probablemente id�ntico al hereje de ese nombre, acusado, en la Segunda Ep�stola a Timoteo, de ense�ar que la resurrecci�n ya pas�, socavando as� la gran esperanza que la fe cristiana ten�a tan firmemente aferrada. En la segunda carta al presb�tero que preside las congregaciones de �feso se especifica el error fundamental por el cual este Himeneo fue excomulgado.

Alejandro. - No ser�a seguro identificar positivamente a esta persona con el adversario personal de San Pablo al que se alude en la Segunda Ep�stola, 2 Timoteo 4:14 , al que se habla como �Alejandro el calderero�, o con el Alejandro mencionado en Hechos 19:33 .

El nombre era muy com�n. Del Alejandro de Hechos 19:33 no sabemos nada; por las circunstancias en relaci�n con las cuales se menciona all�, que tuvieron lugar unos diez a�os antes de que se escribiera esta ep�stola, parece que era jud�o.

A quien entregu� a Satan�s. - En esta terrible f�rmula el ofensor es entregado a Satan�s, el maligno. Es una excomuni�n o expulsi�n solemne de la Iglesia, acompa�ada de la imposici�n de una enfermedad corporal o la muerte. En casos ordinarios, el delincuente fue expulsado silenciosamente de la sociedad cristiana. Pero un ap�stol, y s�lo un ap�stol, parece haber pose�do el terrible poder de infligir sufrimiento corporal en forma de enfermedad y muerte.

Ciertos casos especiales del ejercicio de estos tremendos poderes se registran en los casos de Anan�as y Safira, Elymas, la persona incestuosa en Corinto y los hombres aqu� aludidos. El temor de Sim�n el Mago, relatado en Hechos 8:24 , parece haber sido despertado por su evidente expectativa de que este conocido poder apost�lico se pondr�a en vigor en su caso.

Sin embargo, es notorio que este castigo no era necesariamente, en el caso de enfermedad, una sentencia irrevocable. El verdadero fin y prop�sito de esto, como de todos los castigos divinos, no fue la venganza por el pecado, sino la recuperaci�n final del pecador.

Información bibliográfica
Ellicott, Charles John. "Comentario sobre 1 Timothy 1". "Comentario de Ellicott para Lectores en Inglés". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/ebc/1-timothy-1.html. 1905.