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Bible Commentaries
Ezequiel 44

Comentario de Ellicott para Lectores en InglésComentario de Ellicott

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Introducción

EZEQUIEL, XL.
NOTA PRELIMINAR SOBRE EL CAP�TULO S 40-48.

Estos cap�tulos finales de Ezequiel forman una profec�a continua de un car�cter claramente marcado. Presentan una visi�n del Templo en detalle minucioso, con cuidadosas medidas de sus partes; diversas ordenanzas para el templo, los levitas, los sacerdotes y el pr�ncipe; una nueva y notable divisi�n de la tierra; y la visi�n de las aguas vivificantes que brotan del santuario. Todo el pasaje difiere demasiado de cualquier cosa en el pasado para permitir por un momento la suposici�n de que es de car�cter hist�rico; y pronunciado, por as� decirlo, en un momento en que el Templo yac�a en cenizas y la tierra desolada, es igualmente claro que no puede describir el presente.

Por tanto, debe haber sido prof�tico; pero este hecho por s� solo no decidir� si parec�a un cumplimiento literal o era ideal en su car�cter; aunque la presunci�n a priori debe ser a favor de este �ltimo, ya que todo fue visto �en las visiones de Dios� ( Ezequiel 40:2 ), expresi�n que Ezequiel siempre aplica a una representaci�n simb�lica m�s que a una imagen real de las cosas.

Ciertamente, el Templo fue posteriormente reconstruido y la naci�n se restableci� en Palestina; pero el segundo templo era bastante diferente al descrito por Ezequiel, y nunca se hizo ning�n intento por llevar a cabo su divisi�n de la tierra. Los pocos int�rpretes que han supuesto que pretend�a predecir literalmente el santuario y el estado de la restauraci�n se han visto obligados a suponer que los exiliados que regresaban se encontraban demasiado d�biles para llevar a cabo sus designios y, por tanto, esta profec�a permanece como un monumento de magnificencia. prop�sitos que nunca se cumplieron.

Si este fuera el punto de vista correcto, es inconcebible que no haya alusi�n al lenguaje de Ezequiel en los libros hist�ricos de Esdras y Nehem�as, y en las profec�as de Hageo, que se relacionan con este per�odo y describen el regreso y el asentamiento. en la tierra, y la reconstrucci�n del Templo, sin referencia a esta profec�a, ni rastro de un deseo de conformar su trabajo a sus direcciones. A continuaci�n se mencionar�n otras objeciones a este punto de vista.

Al mismo tiempo, debe recordarse que un remanente del pueblo fue restaurado a su tierra, y su Templo fue reconstruido en el Monte Sion; Es razonable suponer que estos eventos, tan a menudo predichos, estaban presentes en la mente del profeta, y que miraba desde ellos hacia un futuro m�s lejano, de la misma manera que los eventos cercanos y t�picos a menudo con los otros profetas forman el base de su presagio del futuro.


La �nica otra forma en que esta profec�a puede entenderse literalmente es suponiendo que su cumplimiento a�n est� en el futuro. En general, es dif�cil decir que cualquier estado de cosas puede no realizarse en el futuro; pero en este caso hay rasgos de la profec�a, y los que no son de car�cter secundario o incidental, sino que forman parte de sus principales delineamientos, que nos permiten decir sin vacilar que su cumplimiento literal estar�a en clara contradicci�n con la revelaci�n divina.

Porque es imposible concebir, en vista de todas las relaciones entre la antigua y la nueva dispensaci�n, como se establece en las Escrituras, que los sacrificios de animales puedan volver a ser restaurados por mandato divino y encontrar la aceptaci�n de Dios. Y se puede agregar que es igualmente imposible concebir que la Iglesia del futuro, progresando en la libertad con que Cristo la hizo libre, regrese alguna vez nuevamente a �los elementos d�biles y miserables� de la servidumbre jud�a aqu� expuesta.

Pero adem�s de estas razones obvias, hay varias indicaciones en el detalle de la profec�a que muestran que nunca se tuvo la intenci�n de que se entendiera literalmente. No se pueden ver todos sin un examen cuidadoso de los detalles, pero se pueden presentar algunos puntos que aclarar�n el hecho suficientemente.

En primer lugar, la conexi�n entre el Templo y la ciudad de Jerusal�n est� tan profundamente arraigada en toda la literatura sagrada del tema, as� como en el pensamiento de todo israelita piadoso, que una profec�a que los separa incidentalmente, sin ninguna declaraci�n distinta. del hecho, o la asignaci�n de una raz�n para hacerlo, es apenas concebible. Sin embargo, en esta parte de Ezequiel, el Templo se describe como a una distancia de casi nueve millas y media del l�mite m�s extremo de la ciudad, o aproximadamente a catorce millas y cuarto de su centro.

Esto es cierto, sin embargo, las porciones de la tribu de la tierra y la �oblaci�n� est�n ubicadas (vea el mapa en las Notas de Ezequiel 48 ); porque la porci�n de los sacerdotes de la "oblaci�n" ( Ezequiel 48:10 ), en medio de la cual se coloca el santuario, es de diez mil ca�as, o unas diecinueve millas de ancho; al sur de este ( Ezequiel 48:15 ) hay una franja de tierra de la mitad del ancho, en la que se encuentra la ciudad con sus "arrabales". ocupando todo su ancho.

Un templo en cualquier otra localidad que no sea el monte Moriah dif�cilmente ser�a el templo de la esperanza y la asociaci�n jud�as; pero el templo de Ezequiel, con sus recintos, es una milla cuadrada, m�s grande que toda la antigua ciudad de Jerusal�n. Es casi imposible que los recintos de cualquier templo real tengan la intenci�n de abarcar una variedad de colinas y valles como la que presenta el pa�s. Sea como fuere, el profeta la describe como situada a muchas millas al norte de la ciudad, y la ciudad misma a varias millas al norte del sitio de Jerusal�n. Esto colocar�a bien al Templo en el camino a Samaria.

Pero, a�n m�s, la descripci�n de la oblaci�n en s� es f�sicamente imposible. Los l�mites de la tierra son el Jord�n por un lado y el Mediterr�neo por el otro ( Ezequiel 47:15 ). La "oblaci�n" no podr�a haber llegado tan al sur como la desembocadura del Jord�n; pero incluso en ese punto, toda la extensi�n del pa�s no es m�s que cincuenta y cinco millas.

Ahora midiendo cuarenta y siete millas y un tercio al norte (el ancho de la oblaci�n) se llega a un punto donde la distancia entre el r�o y el mar es de apenas cuarenta millas. Por lo tanto, es imposible que la oblaci�n misma se incluya entre ellos, y la descripci�n requiere que tambi�n haya lugar para la porci�n del pr�ncipe en cada extremo.

Nuevamente, aunque en ninguna parte se dice expresamente que la ciudad de la visi�n sea Jerusal�n, todav�a se la describe como la gran ciudad de la teocracia restaurada. No puede, como ya se dijo, ubicarse geogr�ficamente en el sitio de Jerusal�n. O, entonces, esta ciudad debe entenderse idealmente, o de lo contrario una multitud de otras profec�as, y notablemente muchas en Ezequiel que hablan del futuro de Si�n y de Jerusal�n, deben interpretarse as�.

No hay una buena raz�n por la que ambos no deban interpretarse en sentido figurado, pero es imposible entender ambos literalmente; porque algunas de estas profec�as hacen declaraciones con respecto al futuro en una forma tan literal como las de Ezequiel, y sin embargo, est�n en conflicto directo con ellas. Para seleccionar un solo ejemplo de una profec�a que no se not� mucho: Abd�as, quien probablemente fue contempor�neo de Ezequiel, predice ( Ezequiel 39:19 ) que en la restauraci�n "Benjam�n poseer� Galaad"; pero, seg�n Ezequiel, Galaad no est� en la tierra de la restauraci�n en absoluto, y el territorio de Benjam�n debe estar inmediatamente al sur de la �oblaci�n�.

�Nuevamente, Abd�as dice,� El cautiverio de Jerusal�n �(que, a diferencia de� el cautiverio del ej�rcito de los hijos de Israel �, debe referirse a las dos tribus)� poseer� las ciudades del sur �; pero, seg�n Ezequiel, Jud� y Benjam�n se unir�n a la �oblaci�n� central, y en el sur cuatro de las otras tribus tendr�n su porci�n. Tales instancias podr�an multiplicarse si fuera necesario.

La divisi�n de la tierra entre las doce tribus; todo el cambio en la asignaci�n a los sacerdotes ya los levitas de grandes haciendas, tanto a los primeros como a los segundos; El enorme tama�o de los recintos del Templo y de la ciudad, con la comparativamente peque�a parcela de tierra para su sustento, son todos tan singulares, y tan completamente sin precedentes hist�ricos, que solo la evidencia m�s clara justificar�a la suposici�n de que estas cosas estaban destinadas a llevarse a cabo literalmente.

No se presta atenci�n a los diferentes n�meros de las diversas tribus, sino que se asigna una franja de tierra igual a cada una de ellas; y, al quedar excluido el territorio transjordano y aproximadamente una quinta parte de toda la tierra apartada como una "oblaci�n", la porci�n restante permite a cada una de las tribus pero aproximadamente dos tercios del territorio que, en promedio, hab�a pose�do anteriormente. El orden geogr�fico de las tribus es extremadamente singular: Jud� y Benjam�n est�n, de hecho, colocados a los dos lados de la tierra consagrada, y los dos mayores, Rub�n y Sime�n, se colocan junto a ellos, y Dan se coloca en el extremo norte. , donde una parte de la tribu hab�a vivido anteriormente; pero la clasificaci�n no se extiende m�s all�, y las tribus restantes no est�n ordenadas ni por antig�edad ni por maternidad, ni tampoco por posici�n antigua. Es m�s,

Otra consecuencia de esta divisi�n de la tierra es importante: los levitas, ahora incluidos en la "oblaci�n", ya no tienen sus ciudades entre las tribus. Pero se hab�a dispuesto expresamente que las �ciudades de refugio� (que deben distribuirse por la tierra para cumplir su prop�sito) deben ser ciudades lev�ticas ( N�meros 35:9 ). Con este cambio, por lo tanto, cesa la provisi�n de ciudades de refugio, y se hace una profunda alteraci�n en toda la ley mosaica con respecto al homicidio y asesinato.

Las ordenanzas para los sacrificios y las fiestas, como se da en Ezequiel 45, 46, difieren mucho de las de la ley mosaica, como se se�alar� en el comentario. Debido a la variaci�n en la cantidad de la "ofrenda de carne", y del n�mero y car�cter de las v�ctimas en varias ocasiones, es dif�cil atribuir otra raz�n que no sea que fueron pensadas como indicaciones de que el plan del profeta no deb�a tomarse literalmente; es cierto que no se hizo ning�n intento en la restauraci�n para modificar as� el ritual mosaico, aunque esto podr�a haberse hecho sin dificultad si se hubiera entendido que se pretend�a.

La amplia provisi�n para el pr�ncipe, y las regulaciones para su conducta, fueron adiciones pol�ticamente sabias y �tiles a la econom�a mosaica, si se entend�a literalmente, pero que nunca se intent� llevar a cabo en la pr�ctica. Pero en el orden del gran ciclo de fiestas y ayunos, la modificaci�n del sistema mosaico es tan profunda que cambia su valor simb�lico. La "fiesta de las semanas" y el gran d�a de la expiaci�n se omiten por completo; y tambi�n las �lunas nuevas�, excepto la del primer mes, que se revaloriza.

El hecho de que los hombres que recibieron estas ense�anzas de los propios labios de Ezequiel y estaban a cargo de ordenar los servicios en el Templo restaurado, [11] no prestaron atenci�n a estos cambios, es una fuerte evidencia de que no los consideraron como hechos para ser literalmente llevado a cabo.

[11] Esta profec�a fue dada en el a�o veinticinco de la cautividad, y fue, por lo tanto, cuarenta y cinco a�os antes de la restauraci�n. Los ancianos de la restauraci�n deben haber sido mayores de edad para apreciar esta profec�a en el momento en que fue pronunciada y en los a�os inmediatamente posteriores de su lectura y discusi�n. Tampoco puede haber duda razonable de que las profec�as de Ezequiel fueron llevadas a Judea por los exiliados que regresaban, y debido a su misma naturaleza, debieron de ser conocidas por todos los que estaban en el cautiverio.

En relaci�n con la omisi�n del d�a de la expiaci�n, se omite cuidadosamente toda menci�n del sumo sacerdote. Que esto no es accidental lo demuestra el hecho de que las leyes del matrimonio y del duelo de todos los sacerdotes se hacen m�s estrictas que en la legislaci�n de Mois�s ( Ezequiel 44:22 ), evidentemente como una especie de compensaci�n por lo omitido. legislaci�n en lo que respecta al sumo sacerdote. Pero el sistema lev�tico sin un sumo sacerdote se convierte en una instituci�n diferente en s� mismo, y tambi�n cambia mucho en su simbolismo.

Puede observarse de pasada que el sistema aqu� expuesto no es en absoluto de la naturaleza de un ritual intermedio o de transici�n entre lo que sabemos que existi� bajo la monarqu�a y lo que se establece en la ley lev�tica, y por lo tanto no ofrece base para la teor�a de que el sistema lev�tico fue el resultado del cautiverio. La ausencia del sumo sacerdote, tan prominente tanto en la ley como en la historia, es por s� sola prueba suficiente de esto; ya esto se pueden agregar las regulaciones completas para el pr�ncipe en Ezequiel, de las cuales no hay rastro ni en la historia anterior ni en la posterior.

Una dificultad adicional con la interpretaci�n literal se puede encontrar en la descripci�n de las aguas que brotaban de debajo del umbral oriental del Templo ( Ezequiel 47:1 ). Estas aguas corren hacia el "pa�s del este" y descienden "al mar", que s�lo puede ser el Mar Muerto; pero tal curso ser�a f�sicamente imposible sin cambios en la superficie de la tierra, ya que la ubicaci�n del Templo de la visi�n est� al oeste de la cuenca del pa�s.

Ten�an, adem�s, el efecto de �curar� las aguas del mar, efecto que no se podr�a producir de forma natural sin dar salida al mar; ning�n suministro de agua dulce podr�a eliminar la salinidad mientras esta agua se elimin� por evaporaci�n, y Ezequiel (en Ezequiel 47:11 ) excluye la idea de una salida.

Pero, sobre todo, el car�cter de las aguas en s� es imposible sin un milagro perpetuo. Dejando a un lado la dificultad de un manantial de esta magnitud en la cima de �una monta�a muy alta� ( Ezequiel 40:2 ) en esta localidad, a una distancia de mil codos de su fuente, las aguas han aumentado mucho en volumen; y as� con cada 1000 codos sucesivos, hasta que al cabo de 4.000 codos (aproximadamente una milla y media) se han convertido en un r�o que ya no se puede vadear, o, en otras palabras, comparable al Jord�n.

Este aumento, sin corrientes accesorias, claramente no es natural. Pero, m�s all� de todo esto, la descripci�n de las propias aguas las marca claramente como ideales. Son vivificantes y sanadores; �rboles de follaje perenne y frutos crecen en sus orillas, las hojas son para "medicina", y la fruta, aunque como alimento, nunca se desperdicia. El lector no puede dejar de recordar "el r�o puro de agua de vida" en Apocalipsis 22:1 , "a cada lado" del cual estaba "el �rbol de la vida" con "sus doce frutos", y su deja �para la curaci�n de las naciones.

El autor del Apocalipsis evidentemente ten�a este pasaje en mente; y as� como ha adoptado la descripci�n de Gog y Magog como una descripci�n ideal, y la ha aplicado a los eventos del futuro, as� ha tratado esto como una profec�a ideal y la ha aplicado a la Iglesia triunfante.

Debe recordarse que toda esta visi�n es esencialmente una, y que no ser�a razonable dar una interpretaci�n literal a una parte y figurativa a otra. Todas las objeciones, por lo tanto, que se encuentran en contra de la suposici�n de la restauraci�n de los sacrificios de animales, se mantienen tambi�n en contra de la suposici�n de la restauraci�n general del templo jud�o y la pol�tica. Esto se sinti� en los primeros d�as, y comentaristas cristianos como Ephrem Syrus, Theodoret y Jerome adoptaron a lo largo de una explicaci�n simb�lica o t�pica.

Los cambios en la ley mosaica son realmente grandes, pero a�n son solo de detalle, y lo dejan abierto a la descripci�n apost�lica como una "esclavitud" a la cual no podemos suponer que la providencia de Dios alguna vez har�a retroceder a la Iglesia que Cristo redimi� en el costo del sacrificio de s� mismo. O todo el argumento de la Ep�stola a los Hebreos es un error, por no hablar de los de Romanos y G�latas, ni de los propios discursos de nuestro Se�or (como con la mujer de Samaria), o de lo contrario el Esp�ritu Santo no podr�a haber tenido la intenci�n de una Realizaci�n literal en el futuro de esta visi�n de Ezequiel.

Por lo tanto, llegamos a considerar esta profec�a como una profec�a ideal en todos los aspectos, sin buscar ning�n cumplimiento literal y material. Si se debe preguntar, �por qu�, entonces, se presenta con tanta riqueza de detalles materiales minuciosos? la respuesta es obvia, que esto es completamente caracter�stico de Ezequiel. La tendencia, fuertemente marcada en cada parte de su libro, simplemente culmina en esta visi�n final. Los dos cap�tulos anteriores, especialmente, han abundado en detalles concretos y definidos del ataque de una gran hueste contra la tierra de Israel, mientras que estos mismos detalles han dado evidencia al examinarlos de que no podr�an haber sido destinados a ser entendidos literalmente. y que toda la profec�a ten�a la intenci�n de dar sombra al gran y final conflicto espiritual, prolongado a trav�s de las edades, entre el poder del mundo y el reino de Dios.

As� que aqu�, el profeta, deseando exponer la gloria, la pureza y la influencia ben�fica de la Iglesia del futuro, reviste su descripci�n en esos t�rminos del pasado con los que sus oyentes estaban familiarizados. El uso de tales t�rminos fue una necesidad para hacerse inteligible a sus contempor�neos, as� como hasta el final del volumen inspirado todav�a es necesario exponer la gloria y la alegr�a de la Iglesia triunfante bajo las figuras de las cosas terrenales y familiares, aunque nadie se enga�e por ello al imaginar que la Jerusal�n celestial estar� rodeada con un muro literal de jaspe, "doce mil estadios" = 1.500 millas ( Apocalipsis 21:16 ; Apocalipsis 21:18 ), o que sus doce puertas ser�n cada una de una perla real.

Es notable que en dos casos, el de Gog y el del r�o de la vida, las im�genes son las mismas en Ezequiel y en Apocalipsis. Al mismo tiempo, Ezequiel se cuida de introducir entre sus detalles tantos puntos que eran imposibles, o, al menos, cuyo cumplimiento literal habr�a sido extra�amente inconsistente con su ense�anza principal, como para mostrar que su descripci�n debe ser ideal, y que su realizaci�n debe buscarse bajo los tipos y sombras con que fue revestida.

Puede ser tan imposible encontrar el significado simb�lico de cada detalle por separado como decir el significado t�pico de las bases de las tablas del tabern�culo, aunque se dice expresamente que el tabern�culo en su conjunto fue un tipo. Este es el caso de toda visi�n, par�bola y tipo, y toda forma de exponer la verdad por medio de im�genes; necesariamente debe haber mucho que no tenga un significado independiente, sino que sea simplemente subsidiario del punto principal.

Es caracter�stico de Ezequiel que estos detalles subsidiarios sean elaborados con la mayor minuciosidad. Su prop�sito fue comprendido por sus contempor�neos y por la generaci�n inmediatamente posterior, de modo que nunca hicieron ning�n intento de llevar a cabo sus descripciones en la reconstrucci�n del Templo y la reconstituci�n del Estado. La idea de una interpretaci�n literal de sus palabras estuvo reservada para generaciones muy distantes de su tiempo, de las formas de la Iglesia bajo las que viv�a, y de las circunstancias y h�bitos de expresi�n con los que estaba familiarizado y bajo cuya influencia. el escribio.

Versículo 1

XLIV.

Una vez consagrado el altar, lo siguiente es proporcionar la pureza del culto del que es el centro. Las contaminaciones de tiempos pasados ??hab�an sido introducidas en gran parte por los pr�ncipes, los levitas y los sacerdotes; y estas clases, por lo tanto, se tratan en este cap�tulo. Aqu� s�lo se dan tres vers�culos al pr�ncipe, ya que de �l se hablar� con mayor detalle de aqu� en adelante, y el resto del cap�tulo est� ocupado con instrucciones sobre la exclusi�n de los extranjeros y los deberes de los levitas y sacerdotes.


(1) La puerta del santuario exterior. - Esto est� mejor traducido, la puerta exterior del santuario. El profeta hab�a estado en el atrio interior, o atrio de los sacerdotes, donde estaba el altar, y ahora es llevado de regreso a la puerta oriental del atrio exterior. La encuentra cerrada, como sol�a permanecer; pero con las excepciones mencionadas en Ezequiel 44:3 , y en Ezequiel 46

Versículo 2

Ha entrado por ella. - Ver Ezequiel 43:1 . La idea es que la puerta que hab�a sido santificada por tal manifestaci�n de la presencia Divina, no deber�a usarse despu�s para los prop�sitos ordinarios de la entrada de la gente.

Versículo 3

El pr�ncipe. - Los rabinos entendieron que esto se refer�a al Mes�as, e incuestionablemente se debe referir a la misma persona que David en Ezequiel 34:23 ; Ezequiel 37:24 . Esto da otra raz�n concluyente para considerar el culto sacrificial de Ezequiel 46 como simb�lico.

Para comer pan delante del Se�or. - �sta es la expresi�n escritural com�n para participar de los sacrificios (ver G�nesis 31:54 ; �xodo 18:12 ), y no hay raz�n para restringirla al pan de la proposici�n y otras ofrendas incruentas.

Comer de este �ltimo era una prerrogativa exclusivamente sacerdotal, y el "pr�ncipe" de Ezequiel, aunque muy distinguido, no est� de ninguna manera dotado de funciones sacerdotales. Debe participar de sus comidas de sacrificio dentro de esta puerta de gran honor, mientras que la gente come en el atrio exterior. Ha habido mucha discusi�n sobre si el pr�ncipe deb�a entrar y salir por esta puerta, o solo, habiendo entrado por una de las otras, para comer en esta.

El lenguaje aqu� parece suficientemente claro, y si pudiera haber alguna duda, ser�a eliminado por Ezequiel 46:1 ; Ezequiel 46:8 ; Ezequiel 46:10 ; Ezequiel 46:12 .

All� parece que el pr�ncipe siempre debe entrar y salir por esta puerta, excepto "en las fiestas solemnes"; luego entrar� en medio del pueblo, por la puerta del norte o por la del sur, y saldr� por la de enfrente.

Versículo 4

La puerta norte. - El profeta es ahora llevado a la puerta del norte, y dado que esta se describe como "delante de la casa" y estaba a la vista de ella, debe haber sido la puerta del patio interior, el lugar designado para la matanza de los sacrificios. y, por tanto, especialmente apropiado para el anuncio de las ordenanzas de los sacerdotes. All� vio la �gloria del Se�or� llenando la casa, y se le orden� que prestara la m�xima atenci�n a las leyes que ahora se anunciar�n.

Versículo 7

Extra�os, incircuncisos de coraz�n. - A los paganos que viv�an en Israel, o que acu�aban a adorar en el Templo, se les permit�a, e incluso en algunos casos se les exig�a, ofrecer sacrificios ( Lev�tico 17:10 ; Lev�tico 17:12 ; N�meros 15:14 ; N�meros 15:26 ; N�meros 15:29 ).

Esto tambi�n parece haber sido reconocido en la oraci�n de Salom�n en la consagraci�n del Templo ( 1 Reyes 8:41 ); pero el motivo por el cual los israelitas son censurados aqu� por la licencia dada a los extra�os es que permitieron que se acercaran en adoraci�n a los que eran incircuncisos de coraz�n y de carne, es decir, hombres imp�os que no ten�an un prop�sito real de adorar a Dios. .

Versículo 8

Por ustedes mismos. - Comp. 1 Reyes 12:31 .

Versículo 9

Entrar� en mi santuario. - Para protegerse contra los males del pasado, ahora se da la orden de que ninguno de los extra�os descritos entrar� siquiera al santuario; pero nuestra versi�n da una impresi�n err�nea de esta prohibici�n al traducir "ni incircuncisos de carne". Deber�a ser, como en Ezequiel 44:7 , y.

El mandato no es que no se permita la entrada al santuario a ninguna persona incircuncisa, porque la residencia de extranjeros entre los israelitas est� expresamente prevista en Ezequiel 47:22 ; pero el �nfasis aqu�, como antes, est� en los "incircuncisos de coraz�n". No se debe permitir que ning�n pagano imp�o entre para profanar el culto divino.

Versículo 10

Y los levitas que se fueron. - La conexi�n entre este vers�culo y el anterior se aclara al traducir las primeras palabras, "S�, incluso"; no s�lo los incircuncisos de coraz�n entre las naciones ser�n excluidos del santuario, sino que incluso los levitas que hab�an apostatado cargar�n con su culpa. Aqu� se usa levitas (ver Ezequiel 44:13 ), como a menudo, enf�ticamente de los sacerdotes levitas.

En el gran cisma del reino del norte, estos hab�an permanecido fieles a la adoraci�n de Jehov� ( 2 Cr�nicas 11:13 ); pero en la posterior declinaci�n religiosa general muchos de ellos, como se desprende de Ezequiel 8 , hab�an ca�do en la idolatr�a.

A tales sacerdotes se les debe permitir, como los sacerdotes bajo la ley que ten�an cualquier defecto f�sico ( Lev�tico 21:17 ), ministrar en los oficios m�s serviles del sacerdocio, pero no acercarse al altar ( Ezequiel 44:11 ).

Versículo 15

Los hijos de Sadoc. - Ver nota sobre Ezequiel 40:46 . Aqu� se los describe como aquellos que continuaron fieles en la apostas�a general, y es probable que Ezequiel use el t�rmino en este sentido. As� como Sadoc hab�a permanecido fiel en la rebeli�n de Adon�as, cuando incluso el sumo sacerdote y amigo de toda la vida de David se extravi� ( 1 Reyes 1:7 ), as� todos los sacerdotes fieles en el tiempo de la apostas�a fueron llamados �hijos de Zadok ".

Versículo 17

Vestida con prendas de lino. - El resto del cap�tulo se ocupa de las instrucciones para la vestimenta y conducta de los sacerdotes. La vestimenta ( Ezequiel 44:17 ) es la misma que la prescrita en Lev. 28, s�lo se mencionan algunos puntos especiales en parte para dar �nfasis y en parte para recordar el conjunto.

Versículo 19

Se despojar�n de sus vestiduras. - Aqu� se ordena expresamente el requisito de que los sacerdotes usen su vestimenta oficial solo cuando se dediquen a sus funciones oficiales, poni�ndola cuando ingresen al patio interior y posponi�ndola cuando salgan, que solo est� impl�cita en �xodo y Lev�tico. . Absolutamente aqu�, como en cualquier otro lugar, significa exterior.

Versículo 20

Sus cabellos crecen largos. - La ley prohib�a el afeitado de la cabeza ( Lev�tico 21:5 ), pero s�lo condenaba el dejar crecer el cabello por implicaci�n, disponi�ndolo en el caso excepcional del voto del nazareo. La prohibici�n de Ezequiel 44:21 se da en Lev�tico 10:9 .

Versículo 22

Una viuda que antes tuvo sacerdote . - Con respecto al matrimonio y al duelo ( Ezequiel 44:25 ) la ley lev�tica hac�a una amplia distinci�n entre el sacerdote ordinario y el sumo sacerdote. Al primero s�lo se le prohibi� casarse con una mujer divorciada ( Lev�tico 21:7 ), pero se le permiti� casarse con una viuda; este �ltimo solo pod�a casarse con una virgen de Israel ( ib.

14). As� tambi�n en la ley del duelo; el sumo sacerdote no pod�a �contaminarse� ni hacer ning�n signo de duelo ni siquiera por sus parientes m�s cercanos ( Lev�tico 21:11 ). Ezequiel no reconoce esta distinci�n y, de hecho, en ninguna parte menciona al sumo sacerdote en absoluto; pero, en cambio, da una ley general para todos los sacerdotes, algo entre los dos.

Versículo 26

Cuenta con �l siete d�as. - En Ezequiel 44:23 , los deberes generales de los sacerdotes se prescriben en t�rminos tomados de la ley mosaica, y en Ezequiel 44:25 se dan instrucciones especiales sobre la contaminaci�n de un cad�ver.

Estos son en general una repetici�n exacta de Lev�tico 21:1 ; pero, de acuerdo con el principio mencionado en la �ltima Nota, se agrega a la purificaci�n ordinaria de siete d�as ( N�meros 19:11 ) otro per�odo de siete d�as, despu�s del cual Ezequiel requiere ( Ezequiel 44:27 ) que el sacerdote ofrecer una ofrenda por el pecado antes de volver a cumplir con sus deberes.

Versículo 28

Yo soy su herencia. - Esta es una simple repetici�n de las frecuentes declaraciones de la ley ( N�meros 18:20 ; Deuteronomio 10:9 ; Deuteronomio 18:2 ); los sacerdotes deb�an ser sostenidos por los diezmos dados a Dios, y por su porci�n de las ofrendas que le hicieran.

Estos se mencionan aqu� sumariamente en Ezequiel 44:28 , y se pueden encontrar descritos m�s particularmente, en lo que respecta a la parte de los sacerdotes en las ofrendas de carne, pecado y transgresi�n, en Lev�tico 2:3 ; Lev�tico 6:25 ; Lev�tico 6:29 ; Lev�tico 7:6 ; el campo devoto, Lev�tico 27:21 ; las primicias, �xodo 23:19 ; �xodo 34:26 ; N�meros 18:13 ; Deuteronomio 18:4 ; y para las ofrendas especiales, N�meros 15:19 ; N�meros 18:19 .

Como no era incompatible con estas disposiciones que los sacerdotes tambi�n debieran haberles asignado ciudades para residencia, con sus suburbios para pastos, estos dones ahora no est�n excluidos por el hecho de que los sacerdotes deben poseer la �oblaci�n� de la tierra ( Ezequiel 45:1 ), aunque su porci�n aumenta considerablemente.

Versículo 31

Muerto por s� mismo o desgarrado. - Comp. Lev�tico 22:8 . La misma ley era obligatoria para todos los israelitas. ( Lev�tico 17:15 .) En el desierto se les exigi� � �xodo 23:31 a los perros� ( �xodo 23:31 ); despu�s, podr�an d�rselo a un extra�o o vend�rselo a un extraterrestre. ( Deuteronomio 14:21 .)

Información bibliográfica
Ellicott, Charles John. "Comentario sobre Ezekiel 44". "Comentario de Ellicott para Lectores en Inglés". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/ebc/ezekiel-44.html. 1905.
 
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