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Bible Commentaries
Isaías 3

Comentario 'A través de la Biblia' de F.B. MeyerComentario de Meyer

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Versículos 1-12

una exhortaci�n a la humildad y la reverencia

Isa�as 2:12 ; Isa�as 3:1

Si los hombres no se arrepienten, deben sufrir. Si no abandonan voluntariamente sus �dolos y hechicer�as, se ver�n obligados a hacerlo en la angustia de su decepci�n con sus deidades indefensas, Isa�as 2:20 . Nada en esa gran civilizaci�n se salvar�a. Altas torres, muros vallados, barcos, tesoros, armaduras, todo perecer�a.

Su cacareada fe en el hombre cesar�a. La vida se volver�a elemental en su sencillez en medio del abrigo de las rocas andrajosas. En una frase sarc�stica, el profeta describe a una naci�n desesperada eligiendo como gobernante al primer hombre que lleg� con un abrigo decente en la espalda, Isa�as 2:6 ; pero en vano. Casi podemos escuchar el sollozo del alma del profeta en Isa�as 2:8 , y recordar las l�grimas de un mayor que Isa�as, quien llor� por esta misma Jerusal�n ochocientos a�os despu�s. �El patriotismo es una de las pasiones m�s puras que pueden arder en el coraz�n del hombre! "Vive all� un hombre, con el alma tan muerta, que nunca se ha dicho a s� mismo: �Esta es la m�a, mi tierra natal!"

Versículos 13-26

Vanidad y lujo ego�sta condenados

Isa�as 3:13 ; Isa�as 4:1

Este p�rrafo comienza con la majestuosa figura de Jehov� mismo, que se levanta para juzgar a los malhechores y defender la causa de los pobres. El profeta enumera las baratijas de las mujeres de Israel, que se hab�an entregado al lujo y la corrupci�n. La mujer es la sacerdotisa y profetisa del hogar y la religi�n, y cuando abandona el nivel de influencia espiritual por el del adorno f�sico, la sal ha perdido su sabor y toda la comunidad sufre.

La virilidad de una tierra se pierde, moral y espiritualmente, cuando la mujer cae de su alto estado; y no habr�a esperanza para Jerusal�n hasta que el fuego divino hubiera consumido la inmundicia de sus hijas y el ego�smo opresivo de sus hijos. Entonces, una vez m�s, cada hogar en Jerusal�n tendr�a los mismos signos benditos de la presencia divina que una vez se le hab�an otorgado al Tabern�culo: la nube que sombrea durante el d�a y el resplandor del fuego Shekinah durante la noche. �Reclamemos estos tambi�n para nuestros hogares!

Información bibliográfica
Meyer, Frederick Brotherton. "Comentario sobre Isaiah 3". "Comentario 'A través de la Biblia' de F.B. Meyer". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/fbm/isaiah-3.html. 1914.
 
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