Bible Commentaries
1 Corintios 1

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

Versículos 1-31

An�lisis y anotaciones

LA IGLESIA Y EL MUNDO. SEPARACI�N Y TESTIMONIO. Cap�tulo S 1-10

Lo que ha hecho la gracia y la seguridad que da la gracia. 1: 1-9.

CAP�TULO 1

En el vers�culo inicial de esta ep�stola, el ap�stol Pablo asocia consigo mismo el nombre de S�stenes. No cabe duda de que es el mismo S�stenes mencionado en Hechos 18:17 . Al igual que el gran ap�stol, una vez fue �perseguidor e injurioso�. La experiencia por la que pas�, cuando, como enemigo de Cristo, recibi� la merecida paliza, fue fundamental para llevarlo a Cristo.

Cuando era el gobernante principal de la sinagoga, era un enemigo, pero ahora, por la gracia de Dios, se hab�a convertido en "un hermano amado". Era para recordar a los corintios tristemente a la deriva en los d�as anteriores, as� como el poder de Dios en la salvaci�n. Luego Pablo se dirige a ellos como "la iglesia de Dios que est� en Corinto"; y esta iglesia de Dios est� compuesta por aquellos que son santificados en Cristo Jes�s, llamados santos.

Todos los creyentes son apartados para Dios en Cristo. La gracia los ha constituido santos; pero junto con los dones que otorga la gracia, tambi�n est� la responsabilidad de manifestar esa separaci�n del mundo, del cual la iglesia es llamada a salir. A los santos, verdaderos creyentes, santificados en Cristo, apartados para Dios, se dirige la ep�stola. Luego sigue otra oraci�n, que va m�s all� de la iglesia de Corinto.

"Con todos los que en todo lugar invocan el nombre de Jesucristo nuestro Se�or, tanto de ellos como de nosotros". As� se estableci� el verdadero c�rculo de comuni�n, para que lo observara cada iglesia local. Como veremos m�s adelante en esta ep�stola, el esp�ritu de partido, el sectarismo, se estaba manifestando en Corinto y estas palabras pueden considerarse como una protesta contra ese esp�ritu no cristiano. Todos los que reconocen a Cristo como Se�or e invocan su nombre pertenecen a la iglesia.

�l es su Se�or como es nuestro Se�or. Adem�s, aprendemos de estas palabras que los mensajes de esta ep�stola son para el pueblo de Dios en todo momento. �En todo lugar� significa cada lugar donde se encuentran creyentes hoy. Las verdades reveladas, las exhortaciones dadas, tienen por tanto una aplicaci�n universal; son los mandamientos del Se�or para todo su pueblo ( 1 Corintios 14:37 ).

Antes de que el Ap�stol comience a mencionar los males que toler� la asamblea de Corinto y que agobiaron su esp�ritu, habla en primer lugar de la gracia de Dios que les ha dado Jesucristo. Hab�an sido salvos y fueron enriquecidos por �l. La verdad que hab�an recibido, tambi�n la comunicaron "con toda expresi�n y conocimiento" a los dem�s. Ten�an todos los dones en medio de ellos y estaban esperando la revelaci�n de nuestro Se�or Jesucristo.

Grace hab�a otorgado todos estos dones y, sin embargo, fallaron en manifestar Su gracia. En posesi�n de tal gracia y los dones de la gracia, deber�an haber caminado con humildad y deber�an haber vivido sobria, justa y piadosamente. Pero caminaban por el mal camino.

El Ap�stol conoc�a todo el mal que hab�a entre ellos como asamblea (y m�s a�n sab�a el Esp�ritu Santo), pero antes de descubrir su condici�n, les da una seguridad muy preciosa. Habla de la fidelidad de Dios, quien los hab�a llamado a esa maravillosa comuni�n de Su Hijo, Jesucristo. �Dios es fiel! �l cuenta con la fidelidad de Dios para hacer al final todo lo que hab�a prometido por ellos, para que fueran irreprensibles en el d�a del se�or Jesucristo.

Dios no se arrepiente de sus dones y llamamiento. La misma seguridad se encuentra en otras ep�stolas. �Y el mismo Dios de paz os santifique por completo, y todo vuestro esp�ritu, alma y cuerpo sean conservados sin mancha hasta la venida de nuestro Se�or Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual tambi�n lo har� �( 1 Tesalonicenses 5:23 24).

Una seguridad tan amorosa y llena de gracia para aquellos que son llamados de acuerdo con Su prop�sito, de que �l es fiel y har� que su pueblo sea irreprensible en ese d�a venidero de Cristo, conduce al juicio propio y al arrepentimiento.

2. Contrastes. Cap�tulo 1: 10-4).

CAP�TULO 1: 10-31.

1. Divisiones reprendidas. ( 1 Corintios 1:10 ).

2. La Cruz de Cristo, Poder de Dios. ( 1 Corintios 1:17 ).

La secci�n que comienza, despu�s de las palabras introductorias, con el verso d�cimo y termina con el cap�tulo cuarto, muestra una serie de contrastes. Existe el contraste del hecho de que fueron llamados a la �nica comunidad. El hecho de ser llamados a la comuni�n del Hijo de Dios, como miembros de un solo cuerpo, contrasta con sus divisiones. Existe el contraste de la predicaci�n de la cruz, que es locura para los que se pierden, pero el poder de Dios para los que se salvan.

La sabidur�a de Dios y la sabidur�a del mundo tambi�n se contrastan. Jud�os y gentiles, lo que requieren y buscan se ve en su contraste con los que creen. Cada cap�tulo hace estos contrastes y a trav�s de ellos se manifiesta plenamente la bendita verdad del Evangelio y el andar de los santos de Dios.

Como revela la introducci�n a la ep�stola, todos los creyentes tienen un Se�or a quien pertenecen, y Dios ha llamado a todos a una sola comuni�n, la comuni�n de Su Hijo, Jesucristo nuestro Se�or. Ning�n otro nombre debe ser propiedad de Su pueblo, pero todos deben estar unidos en ese bendito nombre, y la obediencia debe rendirse a �l. Por lo tanto, les ruega en ese nombre que presenten una confesi�n y un testimonio unidos "de que todos habl�is lo mismo"; una comuni�n intachable en el Esp�ritu �para que no haya divisiones entre vosotros�; y tal unidad de mente y juicio que se convierte en aquellos que son uno en Cristo �que est�is perfectamente unidos en la misma mente y en el mismo juicio.

��Y por qu� esta exhortaci�n? Porque los de la casa de Cloe le hab�an dado a Paul la informaci�n de que hab�an surgido contiendas entre ellos. Mencion� la fuente sin dar los nombres de las personas. Los de la casa de Cloe eran sin duda profundamente espirituales y muy ejercitados por estas contiendas y el deshonor hecho al nombre del Se�or Jes�s. Y estas contiendas, que amenazaban con serios cismas en un solo cuerpo, estaban relacionadas con los maestros, los instrumentos elegidos por el Se�or.

Algunos dec�an: "Yo soy de Pablo"; otros, "yo de Apolos"; otro partido, "Yo de Cefas". En lugar de sentarse a los pies de Aquel, que es el �nico digno y es el maestro de su pueblo, se dispersaron y se dividieron entre los diferentes maestros, dados por el Se�or a la iglesia. Fue el comienzo del sectarismo, que ha sido una maldici�n para el pueblo de Dios. No comenz� en la bendita asamblea de Filipos, ni entre los santos de �feso, sino entre los corintios engre�dos y mundanos.

El partidismo, el sectarismo, es fruto de la carne ( G�latas 5:20 ). C�mo se ha multiplicado en la cristiandad, el fruto malo que ha dado, la apostas�a que fomenta, no necesitamos se�alarlo, porque todos los cristianos de mente espiritual lo conocen.

Pero una cuarta parte dijo: "Yo de Cristo". Piadosamente dijeron, no reconocemos a Pablo, Apolos o Cefas; nos llamamos a nosotros mismos despu�s de Cristo. Le pusieron a la cabeza de un grupo y contrastaron su ense�anza con las ense�anzas de los vasos escogidos del Se�or, por medio de los cuales dio a conocer su voluntad. Fue solo un pretexto para desacreditar el ministerio de Pablo y los dem�s Ap�stoles. Esa �ltima disputa mencionada fue quiz�s la peor.

Y entonces el Ap�stol inspirado pregunta: ��Est� Cristo dividido? �Fue crucificado Pablo por ti? �O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? " Cristo fue crucificado por ellos y en su nombre hab�an sido bautizados. En sus contenciones, estaban haciendo mal a la Persona de Cristo y a Su obra bendita. Y �l menciona especialmente el bautismo en agua. Dio gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ellos, sino a Crispo y Gayo, as� como a la familia de Est�fanas.

El bautismo ha sido y es una fuente destacada de la divisi�n del cuerpo de Cristo. El ritualismo ha hecho de �l un sacramento que salva y nadie puede ir al cielo sin �l. Otras sectas lo convierten igualmente en un acto necesario para la salvaci�n. Otros ense�an que el bautismo en agua es el medio designado por el cual un creyente se convierte en miembro de la iglesia, el cuerpo de Cristo. No es el bautismo en agua por el cual un creyente se convierte en miembro del cuerpo de Cristo; el Esp�ritu Santo solo puede hacer esto y lo hace con cada creyente ( 1 Corintios 12:13 ).

Otros se han ido al otro extremo y rechazan el bautismo en agua por completo. El Ap�stol no hizo esto. �La asunci�n solemne, por parte del creyente reci�n nacido, del nombre de Jes�s como su Se�or (como se hace en el bautismo) fue un acto demasiado importante y de un significado demasiado solemne y precioso para ser considerado a la ligera por un Ap�stol inspirado. " Entonces el Ap�stol declara su comisi�n. Su Se�or no lo envi� a bautizar.

Su gran misi�n fue predicar el Evangelio. �El bautismo seguramente seguir�a a una verdadera recepci�n de su testimonio, pero que, con todos los dem�s efectos resultantes, se mantiene distinto de la obra positiva y vital de Dios por Su propia Palabra. Podemos notar una diferencia real entre el Apostolado de Pablo y el de los once, como se define al final de Mateo. Estos �ltimos fueron enviados expresamente a bautizar. Pablo no lo era. �- Pridham sobre Corintios.

1 Corintios 1:17 despliega el Evangelio que fue enviado a predicar, la Cruz de Cristo y el poder de Dios para la salvaci�n dado a conocer por esa Cruz. Predic� ese Evangelio "no con sabidur�a de palabras". El Ap�stol evit� todo lo que era atractivo para el hombre natural, como la ret�rica, el lenguaje hermoso, las palabras seductoras.

Fue "grosero en el hablar" ( 2 Corintios 11:6 ); no predic� con palabras seductoras ( 1 Corintios 2:4 ). Tem�a que de alguna manera se invalidara el poder de la Cruz de Cristo. Ten�a una completa y perfecta confianza en el Evangelio y sab�a que no se necesitaban adornos ni esquemas humanos para hacerlo efectivo. Todos los esfuerzos humanos mediante m�todos ret�ricos y sentimentales de tonter�as, tienen como objetivo suscitar y dirigir las emociones y simpat�as del hombre natural.

La predicaci�n de la cruz es una locura para los que se pierden. Para nosotros, los que estamos siendo salvos, es el poder de Dios, porque nos salva de la culpa de los pecados, el poder del pecado mismo y, dentro de poco, de la presencia del pecado en nuestro regreso al hogar. Y los que est�n pereciendo al rechazar la Cruz de Cristo nunca fueron tan numerosos como hoy. Para el �Cient�fico Cristiano� - el Unitario - el Cr�tico Destructivo - el nuevo Religionista y otros, la predicaci�n de la Cruz es una tonter�a.

Y el mundo, con todo su saber y sabidur�a jactanciosos, no pens� en el Evangelio y su maravilloso plan y poder. Las naciones que se jactaban de cultura y sabidur�a incluso en su forma m�s elevada, andaron a tientas en la oscuridad, y en lugar de descubrir c�mo el hombre puede ser salvo y devuelto a Dios, fueron arrastradas cada vez m�s hacia el pecado y la desesperaci�n. Y as� Dios enloqueci� la sabidur�a de este mundo. Por tanto, los hombres que hoy dan la espalda al Evangelio y hablan de filosof�a, ciencia y sabidur�a, vuelven a la necedad, que los conducir� a la negrura y a las tinieblas para siempre.

La predicaci�n de Cristo crucificado fue para los jud�os una piedra de tropiezo, y para los griegos una locura, porque los jud�os requer�an una se�al y los griegos buscaban sabidur�a, pero la Cruz arroja el orgullo y la gloria humanos al polvo. Y lo que jud�os y griegos rechazaron y trataron como locura es el poder y la sabidur�a de Dios. Lo que los hombres consideraron necedad, un Cristo crucificado, es, por tanto, m�s sabio que los hombres, porque da al creyente lo que la sabidur�a del mundo no puede suplir.

Y la �debilidad de Dios�, que es Cristo crucificado por debilidad, es m�s poderosa que los hombres; el hombre es salvado por ella. As�, la acusaci�n de jud�os y gentiles de que la cruz es necedad, que es debilidad, es repudiada y as� se demuestra y pone al descubierto la necedad y la debilidad del hombre.

Y para que ninguna carne se glor�e en su presencia, lo necio del mundo escogi� Dios para confundir a los sabios, y lo d�bil para confundir a los poderosos. Escogi� lo vil, lo despreciado y lo que no ha de deshacerse de lo que es. Por tanto, no son llamados muchos sabios seg�n la carne, no muchos valientes, no muchos nobles. Dios en Su soberan�a toma lo que es necio y d�bil para manifestar Su poder.

Cu�n plenamente lo demuestra la experiencia. Y el creyente siempre est� en un lugar seguro, si est� en el lugar de la humillaci�n, la modestia y la debilidad. �Por �l somos nosotros en Cristo Jes�s, quien nos ha sido hecho por Dios sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n; que seg�n est� escrito, el que se glor�a, glor�ese en el Se�or �. Es todo de Dios, y todo en Cristo, y nada de nosotros ni de nosotros mismos. Cristo es la sabidur�a de Dios.

�Cristo nos ha sido hecho por Dios sabidur�a; y as� con el cristianismo, por fe, toda nube se levanta. La sabidur�a que viene de Dios es un cofre de joyas invaluables; en el que el redimido encuentra, no s�lo libertad, sino maravilloso enriquecimiento. �Cu�nto se contiene en solo esas tres palabras, 'justicia, santificaci�n y redenci�n!' Y est�n en un orden de plenitud progresiva, por el cual entramos cada vez m�s en el coraz�n de Dios. �- Biblia num�rica.

La justicia en Cristo es aquello de lo que Romanos habla tan plenamente. Nuestra culpa se ha ido. La justicia est� de nuestro lado, cubriendo al creyente. El creyente es justificado por Su sangre y por la fe en �l y es plenamente aceptado en el Amado. Y Cristo es la santificaci�n del creyente. La obra de Cristo nos ha apartado para Dios; pero el creyente tambi�n es santificado por el Esp�ritu de Dios, el Esp�ritu de santidad.

En Cristo somos santos y caminamos en el Esp�ritu, obedientes a Su Palabra, el creyente manifiesta en su conducta el hecho de que est� apartado para Dios. La redenci�n mira hacia el futuro, cuando el creyente sea glorificado y conforme a la imagen del Se�or. "De �l est�is vosotros en Cristo Jes�s". Por tanto, el creyente no tiene nada de qu� gloriarse en s� mismo, sino que se gloria en el Se�or. Y todo esto avergonz� a los corintios, que tanto exaltaron la sabidur�a de este mundo y se envanecieron.

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 1". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-corinthians-1.html. 1913-1922.