Bible Commentaries
1 Corintios 11

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

Versículos 1-34

II. LA IGLESIA, EL CUERPO DE CRISTO: Cap�tulo S 11-14

1. La jefatura y la posici�n de la mujer. Cena del Se�or.

CAP�TULO 11.

1. La jefatura de Cristo y del hombre; Posici�n de la mujer. ( 1 Corintios 11:1 .)

2. La Cena del Se�or. ( 1 Corintios 11:17 .)

El verso de apertura pertenece al cap�tulo anterior. Y ahora, despu�s de que el Ap�stol hab�a tratado la iglesia en relaci�n con el mundo en la primera parte de la ep�stola, se ocupa a continuaci�n de los asuntos de la iglesia misma. Tambi�n aqu� hubo mucho que corregir en lo que la asamblea de Corinto hab�a derivado. Despu�s de la breve y excelente palabra de alabanza con la que expres� su confianza en ellos (( 1 Corintios 11:2 ), les llama la atenci�n sobre una verdad importante, que en nuestro tiempo no solo se pasa por alto, sino que a menudo se menosprecia y se deja de lado por completo. .

Se trata de la jefatura de Cristo, del hombre y de la posici�n de la mujer. Es evidente que las mujeres corintias hab�an asumido en la iglesia una posici�n que no estaba de acuerdo con el orden de Dios en la creaci�n. A�n no lo hab�an aprendido. El orden de Dios en la creaci�n tiene que manifestarse en la iglesia. Este orden no es alterado por la redenci�n, aunque en Cristo no hay ni hombre ni mujer, sin embargo, Dios ha asignado al hombre y a la mujer sus respectivos lugares que deben ser mantenidos.

Este orden divino lo declara el Ap�stol. �Pero quiero que sepas que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios �. Estas son declaraciones valiosas y bendecidas. Cristo es el Creador, el Se�or de todo, pero tambi�n se hizo hombre y es el �Primog�nito de toda la creaci�n� ( Colosenses 1:15 ).

Por lo tanto, �l est� en posesi�n de la jefatura en la creaci�n, y la cabeza del hombre como el Hombre, ya que tambi�n es la cabeza de la Iglesia. Dios le ha dado la preeminencia en todas las cosas. Y la cabeza de la mujer es el hombre; este es el lugar que Dios le ha dado a la mujer en la tierra. En la creaci�n, la cabeza de la mujer es el hombre. Sin embargo, �qu� ser�a del hombre sin la mujer? Ella le es necesaria.

�La mujer es la gloria del hombre. Porque el hombre no es de la mujer; pero la mujer del hombre. Ni el hombre fue creado para la mujer, sino la mujer para el hombre ". A estas declaraciones sobre la jefatura de Cristo, la jefatura del hombre, siendo �l la cabeza de la mujer, el Ap�stol agrega "y la cabeza de Cristo es Dios". Cristo es el Hijo eterno de Dios, coigual en Dios en todos los sentidos. El es Dios. Pero el Unig�nito se humill� a s� mismo; Tom� la forma de la criatura y �estaba hecho de mujer.

�Y como hombre, ha tomado el lugar debajo de Dios, rindiendo perfecta obediencia en todas las cosas. En toda Su obra redentora, �l est� bajo Dios, no solo en la tierra, sino ahora en gloria, como el Hombre glorificado a la diestra de Dios, quien lo resucit� de los muertos y le dio gloria.

El prop�sito de la declaraci�n de este orden de los caminos de Dios en la creaci�n fue corregirlos en un asunto que en nuestros d�as a menudo se burla. El hombre que ora o profetiza no debe cubrirse la cabeza. La mujer que ora y profetiza debe cubrirse la cabeza. El que se cubre la cabeza con la oraci�n, deshonra su cabeza. La mujer descubierta deshonra su cabeza. Cubrirse la cabeza es el signo externo de estar en el lugar de sujeci�n.

Una cabeza descubierta significa lo contrario. El orden que Dios ha instituido en cuanto al lugar del hombre y la mujer, su pueblo est� obligado a respetarlo. Puede parecer una peque�a cosa, pero si se desobedece, como sucedi� en Corinto (donde las mujeres parec�an estar engre�das y se negaban a seguir esta orden), se convierte en un trampol�n hacia un mal m�s serio. La mujer debe testificar de su lugar de sujeci�n cubri�ndose la cabeza al orar y testificar.

El hombre igualmente comprometido no se cubre la cabeza, porque la autoridad est� conferida al hombre "porque en cuanto �l es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del hombre". C�mo se niega todo esto y c�mo la mujer aspira a tomar el liderazgo y el gobierno en lugar del hombre, no necesitamos extendernos.

Si la mujer persiste en dejar el lugar (en sujeci�n) donde brilla su gloria, si persiste en salir al resplandor de la vida p�blica y se lanza a la lucha y la competencia que desgasta la vida de los hombres y sus instintos tiernos, no la dejes. Sorpr�ndase si pierde su gracia distintiva: el delicado brillo que no puede soportar las formas �speras e imp�as del mundo (Prof. Moorehead).

Se da otra raz�n por la cual las mujeres que oran deben mostrar exteriormente una se�al de sujeci�n: debido a los �ngeles. Los �ngeles son vigilantes y asistentes de los herederos de la salvaci�n. As� como conocen a la iglesia y por ella conocen la Efesios 3:10 sabidur�a de Dios ( Efesios 3:10 ), tambi�n son observadores del culto cristiano y del orden y comportamiento del pueblo de Dios en Su casa. Y los �ngeles mismos est�n en sujeci�n y rinden perfecta obediencia.

Entonces, la iglesia misma se pone a la vista. Lo primero no es el hecho de que los cristianos son miembros de Cristo, que constituyeron el cuerpo de Cristo, los dones del cuerpo y el ejercicio de estos dones. La cena del Se�or, ese bendito memorial de Su amor en Su muerte expiatoria, el amor que sobrepasa el conocimiento, es lo primero que se menciona. �Hagan esto en memoria de m�, fue su pedido en la noche en que fue traicionado.

Cuando vino el Esp�ritu Santo y la compa��a se reuni� en comuni�n, le�mos de inmediato sobre �el partimiento del pan� para recordarlo ( Hechos 2:46 ). Lo primero en la asamblea debe ser recordar a Cristo, Su muerte, Su presencia en gloria, Su venida de nuevo. Pero antes de que el Ap�stol les dijera lo que hab�a recibido del Se�or, tuvo que reprenderlos por su desorden y sus divisiones.

En estas sectas y partidos negaban la verdad misma de la iglesia como el cuerpo �nico, el cuerpo de Cristo. Ten�an la costumbre de comer en relaci�n con la Cena del Se�or. Y en esta comida algunos bebieron en exceso, aunque parece que esta costumbre de una comida preliminar llev� a un descuido total o una observancia indigna de la cena en s�. Luego escribe sobre lo que hab�a recibido del Se�or. �Qu� sencillo es todo! �Hagan esto, todas las veces que lo beben, en memoria de M�.

Porque siempre que com�is este pan y beb�is esta copa, mostrar�is la muerte del Se�or hasta que �l venga �. La cena del Se�or es para recordarlo, para mostrar la muerte del Se�or hasta que �l venga. Y todo lo dem�s que el hombre ha hecho de �l es pura invenci�n, si no perversa blasfemia, como la masa id�latra del romanismo. �Y cu�ntas veces se celebrar� esta fiesta que deleita su coraz�n, donde los hijos de Dios adoran y adoran? En los d�as apost�licos evidentemente se guardaba todos los d�as del Se�or ( Hechos 20:7 ).

Y todos los hijos de Dios, a quienes el Se�or ha recibido, tienen derecho a la mesa del Se�or y se re�nen as� alrededor de Su Persona bendita. Las �nicas cosas que excluyen de la mesa del Se�or son las malas doctrinas y el mal andar. Y la cena del Se�or se puede comer indignamente. El que viene a la mesa del Se�or sin juicio propio, come y bebe de ella indignamente. Comemos y bebemos indignamente cuando participamos sin discernir el cuerpo y la sangre del Se�or representados por el pan y el vino, porque entonces no mostramos a Dios la muerte de Cristo.

Que el hombre se examine (juzgue) a s� mismo antes de comer o, de lo contrario, comer� para su propio juicio. Esta es la forma en que Dios produce y mantiene la santidad en la iglesia. Y los corintios hab�an experimentado que el Se�or trat� con varios de ellos en juicio. Sobre muchos el Se�or hab�a puesto Su mano, muchos estaban d�biles y afectados por la enfermedad, mientras que otros se hab�an quedado dormidos. Fue misericordia, "pero cuando somos juzgados, somos castigados por el Se�or, para que no seamos condenados con el mundo".

�El mundo est� condenado. El pecado en el cristiano es juzgado; no escapa ni al ojo ni al juicio de Dios. Nunca lo permite; Limpia al creyente de ella al castigarlo, aunque no lo condena, porque Cristo carg� con sus pecados y se hizo pecado por �l. La muerte de Cristo forma entonces el centro de comuni�n en la asamblea, y la piedra de toque de la conciencia, y eso, con respecto a la asamblea, en la Cena del Se�or �. (Sinopsis de la Biblia).

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 11". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-corinthians-11.html. 1913-1922.