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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
La Biblia Anotada de Gaebelein Anotaciones de Gaebelein
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 3". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-corinthians-3.html. 1913-1922.
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 3". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-23
CAP�TULO 3
1. El estado carnal de los corintios. ( 1 Corintios 3:1 ).
2. Los trabajadores y su trabajo. ( 1 Corintios 3:10 ).
3. La Iglesia el Templo de Dios. ( 1 Corintios 3:16 ).
4. Advertencia contra el enga�o y la gloria en los hombres. ( 1 Corintios 3:18 ).
Su condici�n se descubre a continuaci�n. No dependieron del Esp�ritu de Dios y no disfrutaron de la sabidur�a oculta ni caminaron en ella. Eran carnales, meros beb�s en Cristo, en el sentido de que su crecimiento, su desarrollo espiritual hab�a sido detenido. Carnal (carnal) no es equivalente a "natural". El creyente ya no es un hombre natural, porque ha nacido de nuevo. Carnal describe una condici�n en la que el creyente camina cuando no est� sujeto al Esp�ritu de Dios, sino que es guiado y gobernado por instintos y movimientos naturales.
Tal era su condici�n. Lo que era meramente del hombre; la sabidur�a, el saber, el intelecto, la elocuencia y otras cosas eran altamente estimados por ellos. Eran sabios en su propia opini�n y se gloriaban en los hombres. Se deleitaban y a�oraban lo que es del hombre, y lo admiraban, por lo que desconoc�an las verdaderas verdades espirituales comunicadas por el Esp�ritu.
La evidencia de que no anduvieron de acuerdo con el Esp�ritu y la sabidur�a de Dios fue la contienda y las facciones que exist�an entre ellos. Eran carnales y caminaban seg�n el hombre. Este esp�ritu de fiesta entre ellos no tuvo su origen en el Esp�ritu de Dios, sino en la carne. En ella, no el Se�or fue glorificado, sino el hombre exaltado. Estaban m�s ocupados con Pablo y Apolos, sus personas y talentos, que con el Se�or Jesucristo.
As� comenz� el sectarismo, fruto de la carne. Y el remedio es "no ver a nadie m�s que a Jes�s solamente". Si se reconoce al Se�or Jesucristo en Su gloria y se disfruta de la uni�n con �l, entonces la condici�n carnal termina y el creyente camina en el Esp�ritu y ya no se glorifica en el hombre. Pablo y Apolos no eran m�s que siervos en quienes hab�an cre�do. Es cierto que Pablo plant�; Apolos viniendo despu�s de �l, reg�, pero Dios dio el aumento.
Dios es todo. Y todo hombre, que planta o riega, recibir� su propia recompensa seg�n su propio trabajo. Eran colaboradores de Dios y los santos son la labranza (labranza) de Dios, el edificio de Dios. Y as�, todos los verdaderos siervos del Se�or, aunque difieren en dones, son uno en el sentido de que son instrumentos en la mano de Dios.
A continuaci�n (( 1 Corintios 3:10 ), los colaboradores de Dios y su trabajo se consideran en vista del tiempo "cuando cada uno recibir� su recompensa seg�n su propio trabajo". Pablo aqu� se llama a s� mismo un sabio constructor. (un arquitecto). No fue de �l mismo. �l no plane� el gran edificio, la iglesia, pero fue de acuerdo con la gracia que le fue otorgada.
El Se�or lo hab�a elegido para eso. El misterio concerniente a la iglesia que estaba escondido en �pocas pasadas, le hab�a sido dado a conocer por revelaci�n. Trabajando en Corinto, predicando el Evangelio, fue usado por la voluntad y la gracia de Dios para establecer la iglesia all�. �l puso el fundamento en la sana doctrina, seg�n la revelaci�n que le fue dada. Pero ni Pablo ni Pedro ni ning�n otro hombre es el fundamento sobre el cual descansa el edificio; hay un solo fundamento, Jesucristo, el Hijo de Dios.
La iglesia est� �edificada sobre el fundamento de los ap�stoles y profetas, siendo Jesucristo mismo la principal piedra del �ngulo; en quien todo el edificio bien enmarcado se convierte en un templo santo en el Se�or �( Efesios 2:20 ). El fundamento est� puesto, pero la pregunta es qu� compa�eros de trabajo van a construir sobre este �nico fundamento.
Aquellos que no est�n en absoluto edificando sobre un fundamento, Jesucristo el Hijo de Dios, por supuesto, no son considerados. (Los diferentes cultos anticristianos, como la Ciencia Cristiana, el Espiritismo, el Nuevo Pensamiento, la teosof�a, etc., todos reclaman el nombre de Cristo, pero lo rechazan y por lo tanto pertenecen a esa clase que destruye el Templo de Dios). quienes posean un solo fundamento pueden construir sobre �l oro, plata, piedras preciosas; o madera, heno, rastrojo.
Las tres primeras cosas mencionadas son preciosas y duraderas; las otras tres cosas son in�tiles y perecederas. El oro, la plata y las piedras preciosas son el adorno adecuado de la iglesia como templo de Dios, pero la madera, el heno y el rastrojo son materiales in�tiles que no sirven para un templo, sino para una choza de barro. El oro, la plata y las piedras preciosas tipifican el servicio del obrero que es de fe, hecho en obediencia a la Palabra y manifestando el car�cter del Se�or Jesucristo, mientras que la madera, el heno y el rastrojo representan lo que no es de fe, el trabajo y el servicio. hecho con voluntad propia, exaltando al hombre en lugar del Se�or y, por lo tanto, desfigurando el templo de Dios.
El obrero cuyo objetivo es agradar a Dios y no al hombre, cuya �nica ambici�n es exaltar a Cristo en todo su servicio, que trabaja por la perfecci�n de los santos, la edificaci�n del cuerpo de Cristo ( Efesios 4:12 ), edifica lo que es duradero y que nunca perecer�. El obrero que agrada a los hombres, busca el aplauso del hombre, utiliza los medios y los esquemas del mundo para llevar a cabo lo que se llama "obra cristiana" y en todo ello no es obediente a la Palabra de Dios, construye lo que no vale y su el trabajo perecer�.
Viene el d�a en que la obra de cada uno se manifestar�. El d�a es el d�a de Cristo cuando todos los creyentes comparecer�n ante el tribunal de Cristo. Es fuego consumidor; y ante �l, todo lo que es del hombre y no de �l mismo, ser� quemado. Ese fuego probar� la obra de todo hombre (que es un creyente salvo por gracia) de la clase que sea. Entonces aquellos que trabajaron sin ostentaci�n, que edificaron sobre el �nico fundamento lo que le glorifica, cuya obra fue hecha con fe, encontrar�n que su obra permanece y recibir�n su propia recompensa.
Los dem�s ver�n que todo su trabajo se esfuma. Ellos sufrir�n p�rdidas. No hay recompensa para ellos. Ser�n salvos, pero as� como por fuego. Como Lot que escap� de Sodoma; pero todo lo que hab�a hecho en Sodoma, afligido su alma justa, fue quemado. Pero la salvaci�n que tiene el creyente es independiente de su servicio y obra. Todo creyente ser� salvo y vivir�, aunque lo que �l obr� se encontrar� en ese d�a s�lo apto para el fuego.
Y el edificio del que habla el Ap�stol es la iglesia, el templo de Dios, la habitaci�n de Dios por el Esp�ritu. El Esp�ritu Santo de Dios habita en cada miembro del cuerpo. El templo de Dios es santo y as� sois vosotros. Luego, la solemne advertencia "si alguno destruye (no contamina) el templo de Dios, Dios lo destruir�". El templo de Dios en el que �l habita, la iglesia, se basa en Su verdad. La destrucci�n de ese templo significa, por tanto, la negaci�n de la verdad de Dios o la introducci�n de falsas doctrinas; los cr�ticos de la Palabra, que niegan los fundamentos de la fe, han sido bien llamados "destructivos". Son los enemigos de la cruz, cuyo fin es la perdici�n. No son salvos como por fuego, pero Dios los va a tratar con un juicio terrible.
En la iglesia profesante de hoy hay innumerables n�meros que se han infiltrado sin saberlo: nunca nacieron de nuevo y, por lo tanto, trabajan la corrupci�n y perecer�n. Por tanto, "nadie se enga�e a s� mismo". Los corintios estaban dejando de lado la sabidur�a del Esp�ritu y estaban siendo seducidos por la sabidur�a del mundo, que es locura para con Dios. Da�aron el templo de Dios con su esp�ritu carnal, confiando en los hombres y glorific�ndose en los hombres.
En el prop�sito de la gracia de Dios, revelado por el Esp�ritu de Dios, todas las cosas eran de ellos. Pablo, Apolos y Cefas fueron los instrumentos elegidos por Dios para bendecirlos. Como creyentes, lo ten�an todo y no pertenecen a nadie m�s que a Cristo y, por medio de Cristo, a Dios mismo.