Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 1

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

Versículos 1-10

An�lisis y anotaciones

LA IGLESIA DE LOS TESALONICENSES

Y su bendita condici�n

CAP�TULO 1

1. Saludos y acci�n 1 Tesalonicenses 1:1 gracias 1 Tesalonicenses 1:1 )

2. El evangelio y sus frutos benditos 1 Tesalonicenses 1:5 )

3. La condici�n bendita de la Iglesia 1 Tesalonicenses 1:8 )

1 Tesalonicenses 1:1

Los tesalonicenses conoc�an a Pablo, Silvano y Timoteo, porque hab�an estado con ellos y eran los instrumentos que Dios us� para llevarles el evangelio. No habla de s� mismo como ap�stol. En nueve de sus ep�stolas, Pablo usa su t�tulo de ap�stol. En Romanos y Tito, tambi�n se llama a s� mismo "siervo de Jesucristo y de Dios". En Filipenses, habla de s� mismo y de Timoteo como �siervos de Cristo Jes�s.

�En la Ep�stola a Filem�n, tambi�n omite su apostolado, porque esta Ep�stola era una carta privada. Afirma su t�tulo apost�lico y su autoridad de la manera m�s fuerte, cuando se dirige a los g�latas y a los corintios, porque estas iglesias estaban preocupadas por falsos maestros que impugnaban su llamado apost�lico. Como este problema no exist�a en Tesal�nica, no recuerda que �l es un ap�stol. No hizo alarde de su t�tulo, y solo lo menciona cuando se cuestiona la verdad que predic� y que hab�a recibido del Se�or.

Se dirigi� a la iglesia de Tesal�nica como "la iglesia de los tesalonicenses, en Dios el Padre y el Se�or Jesucristo". La iglesia de Tesal�nica es la �nica a la que se dirige de esta manera. La iglesia es vista como la familia de Dios, como los hijos de Dios, y Dios su Padre por medio del Se�or Jesucristo. Eran los felices hijos de Dios y con sencillez de fe lo conocieron como su Padre.

�Qu� transformaci�n hab�a tenido lugar en estos tesalonicenses! Eran id�latras, adoradores de �dolos; al creer en el evangelio, nacieron de nuevo y ahora disfrutaron de la relaci�n bendita con Dios como Padre. No hay otro camino a la familia de Dios que el camino por el cual estos paganos hab�an sido llevados all�. Somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo ( G�latas 3:26 ).

Y Juan, al dirigirse a la familia de Dios, escribi�: �Hijitos, os escribo (los nacidos de nuevo), porque hab�is conocido al Padre� ( 1 Juan 2:13 ). El ap�stol, que les hab�a declarado el evangelio, siempre agradeci� a Dios por ellos, y con sus compa�eros de trabajo hizo menci�n de ellos en oraci�n. La vida que pose�an se manifest� en fe, amor y esperanza.

Estos son los principios que forman nuestro car�cter como cristianos. La suya fue una obra de fe en el Se�or Jesucristo, a los ojos de Dios y del Padre, labor realizada por amor; toda su labor en el servicio flu�a del amor, y soportaron porque pose�an esperanza, esper�ndolo. Los objetos de la fe, el amor y la esperanza son el Se�or Jesucristo y Dios el Padre.

1 Tesalonicenses 1:5

El ap�stol menciona a continuaci�n el evangelio y lo que hab�a obrado entre ellos. �Nuestro evangelio no vino a ustedes solo en palabras, sino en poder, en el Esp�ritu Santo y con mucha certeza�. Pablo, Silvano y Timoteo les hab�an predicado las buenas nuevas de una salvaci�n gratuita y completa por la fe en el Se�or Jesucristo y el mensaje del evangelio les lleg� con poder. Hizo que la palabra fuera efectiva en sus almas y los vivific� de modo que tuvo lugar el gran cambio por el cual pasaron de la muerte a la vida; Creyendo as�, recibieron el Esp�ritu Santo, d�ndoles plena seguridad.

Aqu� tenemos el orden divino de la salvaci�n; el mensaje del evangelio escuchado y cre�do; el Esp�ritu de Dios manifestando Su poder en la conversi�n y el sellamiento de los que creyeron, y la consecuencia: la plena certeza de la verdad en todo su bendito poder y realidad. Pero el evangelio no solo fue predicado por estos mensajeros entre los tesalonicenses; los instrumentos escogidos tambi�n testificaron de ese evangelio con su vida y su andar - �Como sab�is qu� clase de hombres fuimos entre vosotros por causa de vosotros.

�Eran testigos vivos y bendecidos del poder del evangelio que proclamaban. Su santo andar, su abnegaci�n, su paz y tranquilidad tuvieron su bendito efecto en los creyentes tesalonicenses, porque se convirtieron en imitadores de los ap�stoles. En la medida en que los mensajeros siguieron de cerca al Se�or Jesucristo, los tesalonicenses, siendo imitadores de ellos, se convirtieron en imitadores del Se�or, habiendo recibido la Palabra en mucha aflicci�n con el gozo del Esp�ritu Santo. Y luego, a su vez, se convirtieron en patrones para todos los que cre�an en Macedonia y Acaya. En estas sencillas declaraciones, tenemos una bendita manifestaci�n del poder real del evangelio.

1 Tesalonicenses 1:8

No hab�a necesidad de que Pablo, Silvano y Timoteo dijeran nada sobre estos cristianos tesalonicenses. No era necesario hablar con otros de lo que Dios hab�a obrado en Tesal�nica o declarar la autenticidad de estos nuevos conversos. Los creyentes tesalonicenses dieron un testimonio tan fuerte y completo que era totalmente innecesario que los obreros dijeran algo sobre ellos. La palabra del Se�or fue proclamada por ellos sin sonido incierto.

Eran verdaderas luces en las tinieblas del mundo y presentaban la palabra de vida. Su fe en Dios se hizo ampliamente conocida en todos los lugares. En toda esa regi�n se dio a conocer a trav�s de su testimonio de lo que es el evangelio y lo que el evangelio produce en el coraz�n y la vida de los que creen.

�Y cu�l fue su testimonio? Se afirma en los dos �ltimos vers�culos de este cap�tulo. �Porque ellos mismos informan acerca de nosotros qu� clase de entrada tuvimos a vosotros, y c�mo os volvisteis a Dios de los �dolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo del cielo, a quien resucit� de entre los muerto, Jes�s, que nos libra de la ira venidera ". En estas palabras tenemos los grandes elementos esenciales del verdadero cristianismo.

La primera es la verdadera conversi�n. Se hab�an vuelto a Dios de los �dolos, no, como se cita a veces, de los �dolos a Dios; el poder de Dios, al creer que el evangelio los hab�a apartado de la idolatr�a. Ahora ya no serv�an a los �dolos mudos, sino al Dios vivo y verdadero. En este servicio manifestaron la autenticidad de su conversi�n. Y hab�a otra caracter�stica destacada: esperaban a su Hijo del cielo, Jes�s, a quien Dios hab�a resucitado de entre los muertos.

Esperaban intensamente a Aquel en quien hab�an cre�do, que hab�a muerto por ellos y de quien sab�an que hab�a resucitado de entre los muertos, estando ahora a la diestra de Dios. De acuerdo con su propia promesa de volver, estaban esperando pacientemente su venida del cielo, aunque ignoraban la manera de su venida. C�mo vendr� de nuevo, y lo que est� relacionado con este gran evento, lo aprendieron plenamente de las dos ep�stolas que recibieron de la pluma inspirada del ap�stol.

Esperar la venida del Se�or es una caracter�stica vital del verdadero cristianismo; es parte del evangelio. Es un triste testimonio del conocimiento superficial del evangelio cuando los hombres dicen y ense�an que la creencia en la segunda venida de Cristo no es esencial y no tiene valor pr�ctico. Es lo m�s esencial y de mayor valor para el verdadero creyente. Presenta el lado glorioso del evangelio de Jesucristo.

El que muri� por nuestros pecados, que es el Hombre glorificado, el primog�nito entre muchos hermanos, ha prometido tener a todos los suyos con �l para ser como �l y compartir Su gloria. Este es el verdadero objeto de la expectativa y esperanza del creyente. �l nos ha librado de la ira venidera. Por lo tanto, los tesalonicenses, y tambi�n todos los verdaderos creyentes, pueden esperar sin temor a ese bendito evento, porque saben que �l los protege de la ira venidera. Antes de que venga esta ira, llevar� a los suyos a su presencia. �l es nuestro libertador de la ira venidera.

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Thessalonians 1". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-thessalonians-1.html. 1913-1922.