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Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 3

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

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Versículos 1-13

III. AFLICCIONES Y CONFORT

CAP�TULO 3

1. Timoteo, mensajero de Pablo 1 Tesalonicenses 3:1 )

2. Su regreso con buenas nuevas y el consuelo y gozo del ap�stol 1 Tesalonicenses 3:6 )

3. Este ferviente deseo ( 1 Tesalonicenses 3:11 )

1 Tesalonicenses 3:1

Su anhelo por los amados tesalonicenses y su solicitud por ellos lleg� a ser tan grande que ya no pudo resistir y decidi� quedarse solo en Atenas y enviar a Timoteo a Tesal�nica. Sab�a que ten�an grandes aflicciones y que exist�a el peligro de que no las soportaran y entonces su labor entre ellos habr�a sido en vano. Por tanto, envi� a Timoteo a quien llama �nuestro hermano, ministro de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo.

�El prop�sito de su misi�n era establecer a�n m�s a los creyentes y brindarles consuelo en cuanto a su fe. Esto resultar�a, bajo la bendici�n de Dios, en su firmeza. �Que nadie sea movido por estas aflicciones, porque ustedes saben que para ellas estamos destinados�, es la suerte de todos los verdaderos creyentes. De hecho, les hab�a advertido de todo esto cuando estaba en medio de ellos.

�Porque en verdad, cuando est�bamos con ustedes, les dijimos antes que sufrir�amos tribulaci�n, tal como sucedi�, y lo sab�an. Esto fue parte del mensaje apost�lico, como aprendemos de Hechos 14:22 . �Confirmando las almas de los disc�pulos y exhort�ndoles a perseverar en la fe, y que, a trav�s de muchas tribulaciones, debemos entrar en el reino de Dios�.

Las tribulaciones hab�an llegado ahora sobre los tesalonicenses y fueron severamente probados. Sab�a que estaban en las manos del Se�or, que Su ojo vigilante estaba sobre ellos y que Su poder era suficiente para mantenerlos. Sin embargo, estaba profundamente preocupado y ansioso por ellos, porque tambi�n conoc�a el poder de Satan�s. �Por eso, cuando ya no pude resistir, envi� a conocer tu fe, no sea que el tentador te haya tentado de alguna manera, y nuestra labor sea en vano.

�El d�a de Cristo, cuando el siervo recibe la recompensa y los santos son� la corona de gloria �est� en sus pensamientos. Si el tentador triunfaba, no tendr�a esa corona de gloriarse en la presencia del Se�or. (V�ase 1 Juan 2:28 . �Y ahora, hijitos, permaneced en �l: para que cuando �l aparezca, nosotros [los obreros] tengamos confianza y no seamos avergonzados ante �l en su venida.

�) Mientras Timoteo estaba fuera, Pablo sali� de Atenas desde donde lo hab�a enviado a visitar Tesal�nica. Pablo fue a Corinto; fue all� donde recibi� las buenas nuevas de Tesal�nica y, como declaramos en la introducci�n, despu�s del regreso de Timoteo escribi� esta ep�stola ( Hechos 18:5 ).

1 Tesalonicenses 3:6

"Pero ahora, cuando Timoteo vino de ustedes a nosotros, y trajo buenas nuevas de su fe y amor, y que siempre nos recuerdan bien, deseando mucho vernos, como tambi�n nosotros verlos a ustedes". Fue una buena noticia que Timoteo le trajo a Pablo. Estaban firmes en la fe; segu�an enamorados, ni se hab�an olvidado de Paul. Sus corazones lo anhelaban como su propia alma deseaba verlos. En medio de las tribulaciones que les hab�an sobrevenido, fueron bendecidos.

Y c�mo todo esto alegraba al ap�stol. Se consuela. �Por tanto, hermanos, fuimos consolados por vosotros en toda nuestra aflicci�n y angustia por vuestra fe; porque ahora viviremos si permanec�is firmes en el Se�or �. Tambi�n tuvo sus dolores, sus aflicciones y mucha angustia. Pero las buenas nuevas de los tesalonicenses refrescaron su esp�ritu y lo llenaron de nueva energ�a. Como siervo de Dios, est� tan plenamente identificado con aquellos por quienes trabaj� y amaba que pudo decir: �porque ahora vivimos, si est�is firmes en el Se�or.

�Siente como si no pudiera agradecer lo suficiente a Dios por ellos y por todo el gozo con el que ahora se regocija, por su cuenta delante de Dios. Tambi�n oraba intensamente d�a y noche para poder ver su rostro y ayudarlos a�n m�s, para que se perfeccionara lo que faltaba en su fe. Luego, sabiendo que depende de Dios y del Se�or Jesucristo, busca dirigirse hacia ellos.

��Qu� v�nculo es el v�nculo del Esp�ritu! �C�mo se olvida el ego�smo y desaparece en la alegr�a de tales afectos! El ap�stol, animado por este afecto, que aumentaba en lugar de cansarse por su ejercicio y por la satisfacci�n que recib�a de la felicidad de los dem�s, desea tanto m�s, de los tesalonicenses, as� sostenidos, volver a verlos; no ahora con el prop�sito de fortalecerlos, sino para edificar sobre lo que ya estaba establecido, y para completar su instrucci�n espiritual impartiendo lo que todav�a faltaba a su fe.

Pero es obrero y no maestro (Dios nos hace sentir esto), y depende enteramente de Dios para su obra y para la edificaci�n de los dem�s. De hecho, pasaron a�os antes de que volviera a ver a los tesalonicenses. Permaneci� mucho tiempo en Corinto, donde el Se�or ten�a mucha gente; volvi� a Jerusal�n, luego a toda Asia Menor donde hab�a trabajado antes; de all� fue a �feso, donde residi� casi tres a�os; y despu�s vio a los tesalonicenses otra vez, cuando sali� de esa ciudad para ir a Corinto, tomando su camino por el camino de Macedonia �(JN Darby).

1 Tesalonicenses 3:11

No debemos pasar por alto el testimonio de la deidad de nuestro Se�or del und�cimo vers�culo. "�Ahora Dios y nuestro Padre mismo, y nuestro Se�or Jesucristo, dirigen nuestro camino hacia ti!" El verbo "directo" en griego est� en singular. Dios el Padre y el Se�or Jesucristo est�n en el pensamiento del ap�stol uno, aunque, personalmente, se distinguen claramente. Es una prueba contundente de la unidad del Padre y el Hijo.

�l or� "que el Se�or los haga crecer y abundar en amor, los unos para con los otros y para con todos, como tambi�n nosotros para con ustedes". El amor es el v�nculo de la perfecci�n y, como tal, el verdadero medio de la santidad "para establecer vuestros corazones sin culpa en la santidad ante nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Se�or Jesucristo con todos sus santos". Esta es la tercera vez que Pablo menciona la venida de nuestro Se�or en esta ep�stola.

Primero habl� de esperar a su Hijo del cielo como la caracter�stica de un verdadero creyente ( 1 Tesalonicenses 1:9 ); luego leemos de las reuniones de los santos en la presencia del Se�or, el tiempo de gloria y gozo, cuando el siervo fiel recibir� la recompensa ( 1 Tesalonicenses 2:19 ), y ahora se agrega otra fase.

El Se�or viene con todos sus santos; ahora no es la venida de sus santos, sino con ellos, en el d�a de su manifestaci�n, as� como la manifestaci�n de todos los santos con �l. Es el mismo de lo que leemos en Colosenses 3:4 , �Cuando Cristo sea manifestado, quien es nuestra vida, entonces vosotros tambi�n ser�is manifestados con �l en gloria.

Tambi�n habla de esto en su segunda ep�stola: �Cuando venga para ser glorificado en sus santos y maravillado en todos los que han cre�do (porque nuestro testimonio ha sido cre�do) en aquel d�a� ( 2 Tesalonicenses 1:10 ). En vista de esta manifestaci�n venidera en gloria, el Esp�ritu Santo insta a caminar en santidad pr�ctica, para ser inocentes en santidad ante nuestro Dios y Padre. Es un incentivo para una vida santa.

�Al leer este pasaje, uno no puede dejar de observar la forma inmediata y viva en que la venida del Se�or est� vinculada con la vida pr�ctica diaria, de modo que la luz perfecta de ese d�a se arroje sobre el sendero horario del tiempo presente. Mediante el ejercicio del amor deb�an establecerse en santidad ante Dios en la venida de Cristo. De un d�a para otro, ese d�a fue buscado como la consumaci�n y el �nico t�rmino que contemplaban para la vida ordinaria de cada d�a aqu� abajo.

�C�mo llev� esto al alma a la presencia de Dios! Adem�s, viv�an en una relaci�n conocida con Dios que daba lugar a esta confianza. �l era su Padre; El es nuestro. La relaci�n de los santos con Jes�s era igualmente conocida. Los santos eran "Sus santos". Todos deb�an venir con �l. Estaban asociados con Su gloria. No hay nada de equ�voco en la expresi�n. Jes�s, el Se�or, viniendo con todos Sus santos, no nos permite pensar en otro evento que en Su regreso en gloria. Entonces tambi�n ser� glorificado en sus santos, quienes ya se habr�n reunido con �l para estar para siempre con �l. Ser� el d�a de su manifestaci�n como el de �l ".

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Thessalonians 3". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-thessalonians-3.html. 1913-1922.
 
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