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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
La Biblia Anotada de Gaebelein Anotaciones de Gaebelein
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 2 Kings 5". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/2-kings-5.html. 1913-1922.
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 2 Kings 5". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-27
4. Naam�n y su curaci�n
CAP�TULO 5
1. Naam�n, el leproso ( 2 Reyes 5:1 )
2. El testimonio de la doncella de Israel ( 2 Reyes 5:2 )
3. El mensaje al rey de Israel ( 2 Reyes 5:5 )
4. Naam�n y Eliseo ( 2 Reyes 5:9 )
5. Giezi; Su pecado y castigo ( 2 Reyes 5:20 )
La historia de este cap�tulo es particularmente rica en su significado espiritual y dispensacional. Naam�n, capit�n de Ben-adad, rey de Siria, era gentil. No era un hombre com�n. En toda su grandeza y poder, con todos los honores acumulados sobre �l y la riqueza a su disposici�n, era un hombre infeliz y condenado, porque era un leproso. La lepra es un tipo de pecado. Aqu�, entonces, hay una imagen del hombre natural, disfrutando de lo mejor y m�s alto, pero tambi�n un leproso.
Y luego la peque�a cautiva, sacada de la tierra de Israel, lejos de su hogar y familia, �qu� contraste con el gran Naam�n! En su cautiverio se sinti� feliz, porque conoc�a al Se�or y sab�a que el profeta de Samaria, el gran representante de Jehov�, pod�a curar la lepra. Ella sab�a y cre�a. La gracia que llen� el coraz�n le dio tambi�n el deseo de ver sanado al poderoso Naam�n; la misma gracia le dio el poder de dar testimonio.
�Y c�mo us� el Se�or el testimonio sencillo! El rey de Siria se enter� y envi� una carta al rey de Israel exigi�ndole que recuperara a Naam�n de su lepra. Y Naam�n parti� con "diez talentos de plata y seis mil piezas de oro, adem�s de diez mudas de ropa". Y el rey de Israel, Joram, sin duda, se llen� de miedo, porque pens� que el rey de Siria estaba buscando un pretexto para pelear con �l.
Si bien reconoci� f�cilmente que solo Dios tiene el poder de sanar, no mir� al Se�or ni pens� en el poderoso profeta, cuyo mismo nombre declaraba que Dios es salvaci�n. En un terror desesperado e indefenso, en la desesperaci�n de la incredulidad, se rasg� la ropa.
Fue entonces cuando el hombre de Dios habl� reprendiendo al Rey, pidiendo que Naam�n fuera a �l. Entonces Naam�n, con sus caballos y su carro, cargados con los tesoros, se par� a la puerta de la casa de Eliseo. El profeta a trav�s de un mensajero le dijo al leproso: "Ve y l�vate en el Jord�n siete veces, y tu carne volver� a ti, y ser�s limpio". Bien, pensemos aqu� en nuestro Se�or Jes�s, quien limpi� al leproso y, al hacerlo, se manifest� como Jehov�. �Pero c�mo brilla por encima de todos!
Cuando el leproso se le acerca, no es como con el rey: "�Soy yo Dios para que pueda curar a un hombre de su lepra?" ni es como con el profeta: "Ve a lavarte en el Jord�n y s� limpio". No; pero �l se revela a s� mismo de inmediato en el lugar y poder de Dios. "Yo quiero, s� limpio". Eliseo no era m�s que un predicador de Jes�s a Naam�n; el Se�or Jes�s fue la purificaci�n de los leprosos, el Dios sanador. Eliseo no se atrevi� a tocar al leproso.
Esto lo habr�a contaminado. Pero nuestro Se�or "extendi� la mano y lo toc�"; porque �l, con los derechos del Dios de Israel, estaba por encima del leproso y pod�a consumir y no contraer la contaminaci�n (JG Bellett).
Y la ira y la indignaci�n de Naam�n fueron provocadas por la orden de Eliseo. El gran y poderoso capit�n con sus tesoros esperaba una recepci�n diferente del profeta. Esperaba que al menos hiciera lo que hac�an los sacerdotes paganos con sus encantamientos: invocar el nombre del Se�or su Dios y golpear con la mano el lugar de la lepra. Rechaza el remedio que la gracia le hab�a proporcionado porque lo humill� hasta convertirlo en polvo y lo despoj� de su orgullo.
Esto es lo que necesita el pecador. Naam�n tuvo que aprender que no era m�s que un pobre leproso perdido. Toda su plata y oro no pudieron comprarle limpieza. Necesitaba humillaci�n y la obediencia de la fe. Y as� aprendi� mientras sus siervos razonaban con �l, y en lugar de regresar furioso a Damasco como el leproso indefenso, obedeci� la orden dada y se sumergi� siete veces en el Jord�n - �y su carne volvi� a ser como la carne de un ni�o peque�o, y estaba limpio.
�Jordania es el tipo de muerte, como vimos en el estudio de Josu�. Nuestro Se�or fue bautizado por Juan en ese r�o, porque hab�a venido a tomar el lugar de los pecadores en la muerte. Naam�n ba��ndose en el Jord�n tipifica la muerte y resurrecci�n en la que hay limpieza y curaci�n para el leproso espiritual, pero es la muerte y resurrecci�n de nuestro bendito Se�or. Si creemos en Aquel que muri� por nuestros pecados seg�n las Escrituras y resucit� para nuestra justificaci�n, nacemos de nuevo y somos purificados.
Es el �nico camino de salvaci�n, el �nico camino, revelado en cada porci�n de la santa Palabra de Dios. "Salvado por gracia mediante la fe (en Aquel que muri� por nuestros pecados), es don de Dios, no de obras, para que nadie se glor�e".
Y los benditos resultados de la verdadera salvaci�n se ven de inmediato en Naam�n el sirio. Est� completamente restaurado y sanado. �l est� ahora ante el hombre de Dios, ya no es el orgulloso y confiado Naam�n, sino un creyente humilde. Confiesa al Se�or con sus labios. Tambi�n ofrece un regalo a Eliseo. (�Una bendici�n� significa un regalo). No pudo dar nada para efectuar su limpieza, pero despu�s de la curaci�n ofreci� voluntariamente.
Pero Eliseo rechaz� la recompensa que se le ofreci�. �l hab�a recibido gratuitamente y dio gratuitamente ( Mateo 10:8 ). Luego pidi� "la carga de tierra de dos mulas". Esto se usar�a para construir un altar a Jehov� en Siria. Era una expresi�n externa de su fe y ser�a un testimonio entre los paganos de que hay un solo Se�or al que adorar.
Y estaba la conciencia tierna (vers�culo 18). Finalmente parti� en paz. "Ve en paz"; las mismas palabras que nuestro bendito Se�or us� repetidamente. Y la codicia de Giezi le vali� la lepra de la que la gracia hab�a librado al gentil sirio. La historia est� llena de lecciones solemnes.
Dispensacionalmente, Naam�n representa a los gentiles. A trav�s de Aquel que es m�s grande que Eliseo, la salvaci�n se ha extendido a los gentiles, mientras que Giezi, que estaba estrechamente relacionado con Eliseo, pero que hab�a endurecido su coraz�n, es un tipo de Israel.