Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Colosenses 1

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

Buscar…
Enter query below:

Versículos 1-29

An�lisis y anotaciones

I. LA PERSONA DE CRISTO,

Su GLORIA Y SU OBRA

CAP�TULO 1

1. La introducci�n ( Colosenses 1:1 )

2. La oraci�n ( Colosenses 1:9 )

3. La persona y gloria de Cristo, Cabeza de la creaci�n y Cabeza de la Iglesia ( Colosenses 1:15 )

4. La obra de reconciliaci�n y el doble ministerio ( Colosenses 1:19 )

Colosenses 1:1

Esta ep�stola despliega la doctrina de Cristo y, por lo tanto, Pablo habla de s� mismo como un ap�stol de Cristo Jes�s por la voluntad de Dios; Se habla de Timoteo como un hermano. Al dirigirse a los filipenses, el ap�stol habl� de s� mismo y de Timoteo como siervos y no mencion� en absoluto su apostolado. Al dirigirse a los colosenses, cuando se debe refutar el error y revelar la verdad, usa su t�tulo de ap�stol.

Se dirige a ellos como santos y hermanos fieles en Cristo y el saludo precioso a aquellos a quienes Dios se ha separado del mal y para s� mismo sigue: "Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Se�or Jesucristo". La gracia y la paz les pertenec�an como a todos los que est�n en Cristo. Su estado no podr�a afectar lo que Dios les ha otorgado en Su Hijo.

Luego da gracias "a Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo, orando siempre por ti". Hab�a o�do hablar de su fe en Cristo Jes�s; del amor que ten�an hacia todos los santos y luego menciona la esperanza que est� reservada para ellos en el cielo. La fe, el amor y la esperanza son las marcas bendecidas de todos los verdaderos creyentes, producidas en ellos por el Esp�ritu de Dios. Su fe en Cristo Jes�s se manifest� en el amor por todos los santos.

�Este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros, como �l nos ha mandado� ( 1 Juan 3:23 ). �Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos� ( 1 Juan 3:14 ).

Y tambi�n conocen la bienaventurada esperanza que hab�an o�do y aprendido en la palabra de la verdad del evangelio. El evangelio entonces hab�a producido estas bendiciones entre los colosenses, que una vez fueron paganos; y el mismo evangelio tambi�n se estaba difundiendo por todo el mundo, dando fruto dondequiera que se recibiera con fe. �Podr�a decirse esto de los diversos sistemas filos�ficos que se estaban introduciendo entre los colosenses? �O podr�an el misticismo y la observancia de la ley mostrar tales resultados? Solo aquellos que escuchan y creen en el evangelio conocen la gracia de Dios en verdad.

Luego Pablo menciona a Epafras, el amado consiervo, quien fue para ellos un fiel ministro. A trav�s de su ministerio hab�an aprendido estas cosas, mientras que Epafras hab�a declarado a Pablo su amor en el Esp�ritu. Esta es la �nica vez que se menciona al Esp�ritu de Dios en esta ep�stola.

Es diferente en la Ep�stola a los Efesios. All� se dan las ense�anzas m�s completas sobre el Esp�ritu Santo. Cada cap�tulo de Efesios habla del Esp�ritu Santo. Leemos all� que �l es el sello y las arras; �l es el Esp�ritu de sabidur�a y revelaci�n; el acceso es a trav�s de �l al Padre; la iglesia es descrita como la morada de Dios por medio del Esp�ritu, quien tambi�n ha dado a conocer el misterio escondido en �pocas pasadas.

Adem�s, fortalece el hombre interior para que Cristo more en el coraz�n por la fe. Entonces se habla de la unidad del Esp�ritu en Efesios; los creyentes no deben contristar al Esp�ritu por quien fueron sellados para el d�a de la redenci�n; la llenura del Esp�ritu, los c�nticos espirituales como resultado, la espada del Esp�ritu y la oraci�n en el Esp�ritu tambi�n se mencionan en la Ep�stola a los Efesios. �Por qu� se omite todo esto en Colosenses? �Por qu� esta ep�stola guarda silencio sobre la obra del Esp�ritu en el creyente? La raz�n es de mucho inter�s.

Nuestro Se�or dijo con respecto a la venida del Esp�ritu de verdad: �No hablar� por s� mismo�, y nuevamente dijo: ��l me glorificar� ( Juan 16:13 ).

Mientras los efesios conoc�an a Cristo, lo reconoc�an a �l y su gloria, los cristianos colosenses, a trav�s de falsos maestros, se estaban apartando de Cristo; comenzaron a perder de vista la gloria de Cristo al escuchar la filosof�a (2: 8); sus ojos ya no estaban solo en Cristo. Por lo tanto, en esta ep�stola apunta a glorificar a Cristo, a llevar a los colosenses de regreso a una plena realizaci�n de la Persona y Gloria de Cristo y su plenitud en �l.

Dirige sus corazones al Se�or Jesucristo y as� cumple su misi�n, no hablando de s� mismo y glorificando a Cristo. (Ciertas sectas que afirman una restauraci�n del poder y los dones pentecostales est�n constantemente ocupadas con el Esp�ritu Santo, Su obra en el creyente; hablan mucho del Esp�ritu, los sentimientos que �l produce, la energ�a que da, etc. a los creyentes se les dijo que estuvieran ocupados con el Esp�ritu.

El �nico objeto que se le ha dado al creyente para tener siempre ante el coraz�n es el Se�or Jesucristo y Su gloria. Uno encuentra entre estas personas que reclaman una restauraci�n de los dones apost�licos (notablemente los m�s peque�os, hablar en lenguas) a quienes son bastante ignorantes de la obra de Cristo y de la gloria de Cristo).

Colosenses 1:9

Luego sigue una oraci�n, siendo Pablo solo el instrumento de la expresi�n del Esp�ritu de Dios. Y es una oraci�n totalmente adaptada a las condiciones de los cristianos colosenses. Sigue siendo la oraci�n del Esp�ritu Santo por todo el pueblo de Dios. La petici�n principal en esta oraci�n es por el conocimiento de la voluntad de Dios - "para que se�is llenos del conocimiento de su voluntad con toda sabidur�a y entendimiento espiritual".

Todas las dem�s solicitudes pueden considerarse como el resultado de una comprensi�n espiritual de la voluntad de Dios. �Cu�l es el significado de la voluntad de Dios? Es esa voluntad de Dios de la que tanto leemos en el primer cap�tulo de Efesios y concierne a los que est�n en Cristo. Lo que poseemos en Cristo, lo que Dios nos ha hecho en �l y nos ha dado con �l, seg�n el benepl�cito de Su voluntad, es lo que los creyentes necesitan saber.

Lo que Dios ha querido para aquellos que son redimidos por la sangre de Su Hijo, c�mo son constituidos en �l santos, puestos en el lugar de hijos, aceptados en el Amado, herederos de Dios, sellados y morados por Su Esp�ritu, es el conocimiento. con el que los cristianos deben ser llenos. Esto les faltaba a los colosenses.

El pleno conocimiento de esa voluntad les habr�a impedido escuchar las palabras seductoras de los falsos maestros, quienes les prometieron sabidur�a, conocimiento y otros beneficios, que solo se encuentran en Cristo y que el creyente posee en �l. Y este conocimiento de Su voluntad es un conocimiento creciente y debe gobernar el caminar del creyente. Es necesario "andar como es digno del Se�or para todo agrado". Tal caminar solo es posible disfrutando constantemente de la relaci�n a la que la voluntad de la gracia de Dios ha llevado al creyente; cuanto m�s entremos en todo lo que la gracia ha hecho por nosotros y nos aferremos a ella, m�s caminaremos dignos del Se�or.

Y este caminar es "agradable a todos". Con un verdadero cristiano, Dios puede estar disgustado, aunque no lo condene; y hay una falta de comuni�n sentida. Solo si andamos dignos de Cristo podemos abundar en obediencia a Dios y ser como hijos �ntimos con su padre. La pregunta habitual de todo cristiano no deber�a ser: "�Qu� debo hacer para escapar de la censura o ganar un salario?"

Pero "�Qu� agradar� a Dios?" Produce tambi�n fruto en toda buena obra y crecimiento por el verdadero conocimiento de Dios. Y esto da fuerza en el camino hasta aqu�. �Fortalecidos con todo poder, seg�n el poder de su gloria, para toda paciencia y longanimidad con gozo�. En medio de la tribulaci�n y el sufrimiento, la fuerza se suministra mediante el poder de Su gloria. Es la gloria de Cristo y Cristo en la gloria lo que fortalece al creyente, le da poder para soportar y pasar por cada prueba y dificultad con gozo.

Conocer esta voluntad de Dios en Cristo y Cristo y Su gloria constantemente ante el alma, esto es lo que conduce a la semejanza a Cristo y lo que da la victoria mientras caminamos por un mundo al que el creyente ya no pertenece. �Porque, con nuestros pies fuera de la tierra, nuestro camino debe ser penoso y afligido, bastante triste y un ultraje perpetuo para el alma que se esfuerza por alcanzar la pureza, la paz y la adoraci�n celestiales.

Pero Aquel que era del cielo y es ahora su atractivo lo atraves� todo con un resplandor de alegr�a que estall� en un �xtasis en momentos de mayor negligencia, incomprensi�n y odio desde afuera ( Mateo 11:25 ). Era como un ni�o destetado, no deseando nada aqu�.

No ha habido ninguna promesa de suavizar las cosas aqu�, sino todo lo contrario, y si anidamos, debemos haber hecho el nido reuniendo materiales mundanos, aceptando una amistad donde �l recibir�a odio. Dios no trae nada ante nosotros para mantener el coraz�n en consuelo, paz y gozo, sino la gloria para ser revelada. �Y no es suficiente para eso y suficiente para esperar? " (M. Taylor, Colosenses) El estar lleno del conocimiento de Su voluntad produce igualmente adoraci�n.

�Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; quien nos liber� del poder de las tinieblas y nos traslad� al reino del Hijo de su amor; en quien tenemos redenci�n, el perd�n de pecados �. Es parte de la oraci�n que los cristianos puedan dar gracias al Padre en el culto espiritual.

Y estas cosas mencionadas son conocidas por el creyente si est� lleno del conocimiento de Su voluntad, porque nos dicen lo que Dios ha hecho por el pecador que cree en Su Hijo. Aqu� est�n las declaraciones m�s seguras, las cosas arregladas para siempre para aquellos que han aceptado al Se�or Jesucristo. Hay una herencia de los santos en luz y el Padre nos ha hecho id�neos para ser part�cipes de ella por medio de la obra de Su Hijo.

Del Padre recibimos esta herencia. El t�tulo de esa herencia, que todo verdadero hijo de Dios posee plenamente, es la sangre del Se�or Jesucristo, y la idoneidad para estar all� es la nueva naturaleza otorgada al creyente. Por tanto, no es, como tantas veces se ha dicho, que tratemos de prepararnos para el cielo; esto es imposible. En el momento en que un pecador acepta al Se�or Jesucristo, es apto para participar de esa herencia.

Toda la gloria de esa herencia se pone de inmediato del lado del que conf�a en Cristo. Todo fue hecho por nosotros de una vez por todas cuando Cristo muri�; en �l somos hijos y si hijos, herederos de Dios, coherederos de Cristo. �No puede haber mayor aceptaci�n de nosotros en el cielo que la que Dios nos da ahora en Cristo, porque aun all� seremos aceptados solo en �l.

Nuestro Padre no se regocijar� m�s por nosotros all� que aqu�; porque entonces, como ahora, nos ver� s�lo como en Cristo. Nuestra idoneidad, entonces, para una parte de la herencia es simplemente nuestra idoneidad para la otra parte. Y as�, cuando alg�n santo eminente llega a su lecho de muerte, �qu� le da su consuelo, su sereno triunfo, en esa hora cr�tica? �Es su santificaci�n pr�ctica progresiva? De hecho, no.

Es demasiado consciente de muchos fracasos, por lo que deber�a confiar en eso como su pasaporte a trav�s de las puertas de la ciudad. Agradecido est� con Dios, porque le ha capacitado para servirle con cualquier grado de fidelidad, y puede hablar de ello para alabanza de la gloria de su gracia; pero su destino no descansa en un apoyo tan imperfecto como ese. �Entonces que es? S�lo esto: el valor infinito de la sangre que lo roci�, sobre el que descansa, como sobre la Roca de las Edades. S�, Cristo mismo es nuestra �nica idoneidad para la herencia, y nuestra fe en Cristo es nuestra idoneidad �(Obispo W. Nicholson).

Y m�s que eso, "�l nos ha librado (no una liberaci�n gradual, sino una liberaci�n cumplida) del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor". Y la liberaci�n tiene lugar tanto como la traducci�n a Su reino, cuando creemos en Cristo. Hay un poder de oscuridad. Satan�s es el gobernante de las tinieblas ya este poder de las tinieblas pertenece el pecador inconverso.

Somos por naturaleza los s�bditos completos de este poder y tambi�n los hijos de la ira ( Efesios 2:1 ). Como tal, estamos en una condici�n indefensa y si la liberaci�n se lleva a cabo, debe venir del lado de Dios. Y ha llegado para todos los creyentes. Todos los que est�n en Cristo ya no est�n bajo la autoridad de Satan�s, el pr�ncipe del poder del aire, son quitados de su dominio y gobierno y son trasladados a otro reino, el reino del Hijo de su amor.

Mis cadenas se rompen, las cadenas del pecado se rompen,

Y soy libre.

�Oh! que se hablen los triunfos de su gracia

Quien muri� por mi.

La expresi�n �reino del Hijo de su amor� se ha identificado con la Iglesia, mientras que otras hacen que signifique el reino venidero, que se establecer� cuando el Se�or Jesucristo regrese. Pero no significa el cuerpo de Cristo y mucho menos el reino en la tierra, que se llama el reino del Hijo del hombre. Citamos de la sinopsis de Darby, quien da el significado correcto de este t�rmino.

�Aqu� solo, creo, es el reino llamado el reino del Hijo; y, creo, es solo como presentar a Su Persona como el centro de todo y darnos la medida de la grandeza de la bendici�n. Es el reino de Aquel que tiene este lugar, el Hijo de Su amor, en el que somos introducidos. De hecho, es Su reino; y para que podamos comprender el car�cter de este reino como lo es ahora para nosotros, y nuestra cercan�a a Dios como parte de �l, se le llama el reino del Hijo de su amor.

Esto es lo que constituye el fundamento actual y la caracter�stica de la relaci�n con Dios de quienes est�n verdaderamente en �l y de �l. Como reino del Hijo del Hombre, es Su manifestaci�n en el m�s all� en gloria y gobierno. Aqu� se caracteriza por la relaci�n del Hijo mismo con el Padre, en Su persona, con la adici�n de lo que nos da un t�tulo completo para compartirlo: la redenci�n por Su sangre, el perd�n de los pecados.

�Benditas posesiones! �Bendita seguridad! En Cristo, apto para la gloria; en Cristo, liberado del poder de las tinieblas y cerca de Dios ahora como �l, el Hijo de Su amor, est� cerca, perteneciendo al mismo reino de gloria; en Cristo la redenci�n, el perd�n de los pecados. No hay "si" ni cuestionamientos. Todo es positivo. Por todo esto debemos dar gracias al Padre y alabarle por lo que ha hecho por nosotros.

Tales adoradores busca el Padre ( Juan 4:1 ) porque se deleitan en Su Hijo, en quien est� todo Su deleite. Sin embargo, �qu� poca adoraci�n verdadera se rinde! �Y por qu�? Porque los cristianos est�n tan poco llenos del conocimiento de su voluntad, de lo que la gracia ha logrado en Cristo. (La condici�n espiritual de un cristiano puede aprenderse mediante su oraci�n.

Aquel que sabe lo que Dios ha hecho, que ha mirado profundamente en el evangelio de Dios, cuyo coraz�n conoce y disfruta a Cristo, alabar� mucho y agradecer� al Padre por todas estas benditas realidades. Pero cu�ntos le piden a Dios constantemente que les d� lo que ya poseen; y no hay verdadera adoraci�n posible a menos que conozcamos y disfrutemos de Su gracia. Adi�s, todas nuestras oraciones cesar�n y todo ser� alabanza y adoraci�n, cuando estemos con �l en la gloria y sepamos lo que la gracia ha hecho por nosotros para siempre).

Colosenses 1:15

Con estos vers�culos llegamos al coraz�n de este cap�tulo. Cristo, el Hijo de Su amor, habiendo sido nombrado en la oraci�n, el Esp�ritu Santo lo revela ahora en Su Persona y gloria, as� como en la obra de redenci�n realizada por �l. Es una parte notable de esta ep�stola en la que se refutan y silencian todos los errores acerca de la Persona de Cristo. El arrianismo, el socianismo, el unitarismo, el rusismo, la ciencia cristiana y otros "ismos" que roban al Se�or Jesucristo de su plena gloria y niegan su deidad, son completamente respondidos en las breves palabras que despliegan su gloria.

Fue Arrio de Alejandr�a quien ense�� a principios del siglo IV que el Se�or Jes�s era una criatura, el primero de todos los seres creados, aunque superang�lico, pero no eterno en Su ser ni participante de la esencia divina. El concilio de Nicea (325 d.C.) conden� la perversa teor�a de Arrio. Socinus en el per�odo de la Reforma revivi� este error, al igual que Priestly y Martineau en Inglaterra y Channing y otros en Am�rica.

Le correspond�a a un tal Charles T. Russell, cuyo sistema es conocido por diferentes nombres, popularizar estos puntos de vista falsos y corruptos y difundirlos por toda la cristiandad. Russell con Arrio afirma que en su estado preexistente, Jes�s era un esp�ritu puro, superior a los �ngeles, pero solo una criatura. Cuando naci� de la Virgen Mar�a, abandon� su naturaleza espiritual mientras estuvo en la tierra. �l ense�a que la expiaci�n ofrecida por nuestro Se�or fue solo humana, sin nada divino.

El Russellismo tambi�n niega que el cuerpo humano de nuestro Se�or haya resucitado de entre los muertos. Todo el sistema es un conglomerado de arrianismo, ebionismo y racionalismo. La Ciencia Cristiana niega igualmente la deidad de Cristo y contiene en s� misma todos los errores fatales del gnosticismo, que los colosenses enfrentaban en su d�a.

1. La primera declaraci�n se refiere a Su deidad absoluta: "Quien es la imagen del Dios invisible". �l es la imagen de Dios en toda Su plenitud y perfecci�n. Como imagen de Dios, el Dios invisible, �l es, por tanto, Dios. ��l es el resplandor de su gloria y la expresi�n de su sustancia� ( Hebreos 1:3 ). Ha dado a conocer a Dios al hombre; en �l vemos lo que es Dios.

�Nadie ha visto a Dios jam�s; el unig�nito Hijo, que est� en el seno del Padre, le ha dado a conocer �( Juan 1:18 ). Si no fuera la imagen esencial de Dios en Su propia persona, uno con Dios en la eternidad y la gloria, no podr�a ser la imagen representativa de Dios por encarnaci�n.

2. �Primog�nito de toda la creaci�n� - no como dice la Versi�n Autorizada �el primog�nito de toda criatura�. Es aqu� donde se origina la falsa ense�anza, que afirma que nuestro Se�or era, despu�s de todo, solo una criatura, llamada a la existencia por Dios, y no muy Dios. Este pasaje no ense�a tal cosa. El t�tulo "Primog�nito" denota Su prioridad a la creaci�n, porque �l es la cabeza de la creaci�n; la jefatura de toda la creaci�n le pertenece.

Cuando Aquel que es la imagen del Dios invisible toma Su lugar en la creaci�n, como lo hizo en la encarnaci�n, s�lo puede ser como el Primog�nito, como el principio de la creaci�n de Dios, la cabeza de todo. Aquel que se hizo hombre, bajo cuyos pies como segundo Hombre todas las cosas ser�n Salmo 8:1 ( Salmo 8:1 ; Hebreos 2:1 ), es el Se�or del Cielo, el Creador de todas las cosas.

3. Que �l no es una criatura, aunque tom� la forma de criatura, se demuestra de inmediato con las palabras que siguen. El Esp�ritu Santo anticip� los errores que negar�an Su gloria y por lo tanto leemos de �l como el Creador. �Porque en �l fueron creadas todas las cosas, en los cielos y sobre la tierra, visibles e invisibles, sean tronos o dominios, sean principados o potestades, todas las cosas fueron creadas por �l y para �l.

Por tanto, es absolutamente cierto que el �Primog�nito� no significa que nuestro Se�or es una criatura, sino el Creador. Estas palabras que fueron escritas por el ap�stol son revelaci�n. Tampoco es Pablo el �nico instrumento a trav�s del cual el Esp�ritu de Dios da a conocer Su gloria. Juan escribi� al comienzo de su Evangelio la misma verdad. �Todas las cosas por �l fueron hechas; y sin �l nada de lo que ha sido hecho, fue hecho �( Juan 1:3 ). El Hijo de Dios es, por tanto, el Creador, pero no excluyendo el poder del Padre ni la operaci�n del Esp�ritu.

Los tres son uno, en car�cter y en su trabajo, en la creaci�n y en la redenci�n, las tres personas de la Deidad est�n activas. �Qu� dignidad y gloria es la suya! Todas las cosas visibles fueron creadas por �l y para �l; toda la vida, vegetal y animal, toda la materia y todas las fuerzas f�sicas, las cosas peque�as y las grandes, todo fue creado por �l. Los cielos son obra de sus dedos ( Salmo 8:3 ); el firmamento muestra la obra de sus manos ( Salmo 19:1 ).

Los millones de estrellas con sus soles, los planetas y cometas, todo el universo, insondable e incomprensible para la criatura, fueron todos convocados por Su palabra omnipotente. No por la ciencia, ni por la b�squeda, sabemos de esto, pero "por la fe entendemos que los mundos fueron formados por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de lo que aparece" ( Hebreos 11:3 ).

Y luego cosas invisibles, �qu� poco sabemos de ellas! La innumerable compa��a de �ngeles, este vasto y maravilloso mundo de lo invisible, tambi�n son creados por �l. Todo es "por �l" y "para �l"; �l es la causa primordial, as� como la causa final. En presencia de revelaciones tan profundas y benditas, que la mente del hombre nunca podr�a descubrir, en presencia del infinito, los razonamientos del unitarismo y el darwinismo y todos los dem�s razonamientos se desmoronan en el polvo.

La hip�tesis evolutiva de la creaci�n de una c�lula o de �g�rmenes primordiales� a partir de los cuales, a lo largo de millones de a�os, se desarrollaron todas las cosas, es una invenci�n del hombre y completamente silenciada por este pasaje y otras porciones de la Palabra. ��Y qu� luz tan maravillosa arrojan estas palabras sobre la creaci�n misma y sobre su destino! Cristo no es solo Aquel bajo quien est�; ��l no es solo Aquel que traer� todo a la bendici�n, sino que �l, Aquel que se ha convertido en el hombre Cristo Jes�s, es Aquel para quien todo existe! " Y tal Uno, el Se�or de la creaci�n, por quien y para quien son todas las cosas, es nuestro Se�or, con quien todos los que le han aceptado son uno.

�Cu�n bendecidos, cu�n seguros estamos en �l y con �l, protegidos y guardados por Sus poderosos brazos! Y cuando todas las cosas sean puestas bajo sus pies, cuando en la dispensaci�n del cumplimiento de los tiempos, todas las cosas en el cielo y en la tierra est�n encabezadas en Cristo, cuando se manifiesten las glorias de la nueva creaci�n, �qu� gloria ser� nuestra en �l! y con El!

4. �Y �l es antes de todas las cosas, y por �l todas las cosas subsisten�. Todo depende de �l; todas las cosas se mantienen juntas por �l. Sin �l todo dejar�a de ser. Cuatro veces en estos dos vers�culos leemos acerca de "todas las cosas". Todas las cosas creadas por �l; todas las cosas para �l; �l es antes de todas las cosas; todas las cosas consisten en �l.

Colosenses 1:18 revela otra jefatura y gloria. �Y �l es la cabeza del cuerpo, la Iglesia, que es el principio, el primog�nito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia�. Desde la creaci�n, el Esp�ritu Santo nos conduce ahora a otra esfera, la de la Redenci�n. La creaci�n fue estropeada y arruinada por el pecado y Aquel que es la cabeza de todas las cosas en la creaci�n tuvo que venir a la tierra en forma de hombre para redimir.

Muri� y, resucitado de entre los muertos, es el Primog�nito, la cabeza del cuerpo, la Iglesia y, como tal, el Principio, es decir, un nuevo Principio. La Iglesia no exist�a antes de Su muerte y resurrecci�n de entre los muertos. No pod�a ser la Cabeza de la Iglesia hasta que se hubiera convertido en el Primog�nito por resurrecci�n. Y ahora tiene un cuerpo, compuesto de todos los que han cre�do en �l como Salvador y Se�or, nacido de nuevo y un solo Esp�ritu con �l.

Este cuerpo es uno con �l en vida, en posici�n y en gloria. Este cuerpo es la nueva creaci�n, completamente identificado con Aquel que es la Cabeza, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo ( Efesios 1:23 ) �.

�l es el Primog�nito de la creaci�n, �l es el Primog�nito seg�n el poder de la resurrecci�n, en este nuevo orden de cosas en el que el hombre est� predestinado a una posici�n completamente nueva, ganada por la redenci�n, y en el que participa de la gloria de Dios ( en la medida en que lo creado pueda hacerlo), y que participando de la vida divina en Jesucristo, Hijo de Dios y vida eterna; y, en lo que respecta a la Iglesia, como miembros de su cuerpo.

�l es el Primog�nito de la creaci�n, el Primog�nito de entre los muertos; el Creador y el vencedor de la muerte y el poder del enemigo. Estas son las dos esferas del despliegue de la gloria de Dios. La posici�n especial de la Iglesia, el cuerpo de Cristo, forma parte de este �ltimo. �l debe tener esta gloria de resurrecci�n, esta preeminencia y superioridad universales tambi�n, como hombre, porque toda la plenitud quiso morar en �l �(Sinopsis de la Biblia).

As�, en todas las cosas, �l tiene la preeminencia. Y tambi�n debemos darle a �l en todas las cosas el primer lugar. Mientras echamos mano de la gloria de Cristo, la cabeza de la creaci�n, el Resucitado ahora, la cabeza del cuerpo en gloria, y esperamos el d�a de la consumaci�n y la gloria venidera, cuando lo veremos tal como es, y participamos de la gloria que Su gracia nos ha otorgado, ciertamente caminaremos dignamente del Se�or y seremos fortalecidos seg�n el poder de Su gloria.

Colosenses 1:19

Su gran obra de redenci�n y el ministerio relacionado con ella es el tema de los vers�culos restantes de este cap�tulo. �Porque agrad� al Padre que en �l habitase toda plenitud�. Debe notarse que se suministran las palabras "el Padre". Si se va a utilizar una palabra, debe ser la palabra "Deidad" (2: 9). Pero no hay necesidad de hacer eso. La traducci�n correcta del vers�culo es �En �l quiso habitar toda la plenitud�, y esa es la plenitud de la Deidad.

Es una verdad profunda y bendita que toda la Deidad se manifest� en �l con el gran prop�sito de la redenci�n. El Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo moraron en toda plenitud en el Bendito que caminaba entre los hombres. Podr�a decir de S� mismo que el Padre habita en �l ( Juan 14:10 ); el que me ha visto a m�, ha visto al Padre ( Juan 14:9 ) y otra vez, �Yo estoy en el Padre y el Padre en m�.

�Y el que hablaba as�, era y es el Hijo de Dios. Y la tercera persona de la trinidad, el Esp�ritu Santo, no le fue dado por medida ( Juan 3:34 ) sino que estaba en �l en toda Su plenitud. A la plenitud de la Deidad le agrad� morar en el Encarnado. Los maestros gn�sticos, que comenzaron entonces a sembrar su semilla maligna en la Iglesia primitiva, usaban mucho la palabra �plenitud� (pleroma), y con ella se refer�an a la perfecci�n absoluta de la deidad.

Pero ense�aron que porciones de esta plenitud se les dio a varias encarnaciones divinas y �ngeles, que fueron generados por un ser supremo. Cristo, seg�n su filosof�a, era un ser inferior, que no pose�a el pleroma de la Deidad. En respuesta a esta perversi�n, el Esp�ritu Santo da testimonio de la verdad de que en �l toda la plenitud, el pleroma, quiso morar. La plenitud de la Deidad moraba en �l y se manifest� a trav�s de �l, pero el hombre, Su creaci�n, no lo quer�a.

El hombre le dio una cruz que mostraba que el hombre era irreconciliable en lo que a �l respectaba. �Aquel en quien habitaba toda plenitud, quien era el �nico amado, quien manifest� el car�cter mismo de Dios y trajo entre los hombres bondad y poder inimaginables, quien se ocup� de todas las necesidades, anduvo haciendo el bien, quien nunca rechaz� una sola alma, �l fue despreciado y rechazado por el hombre, odiado sin causa. Crucificaron al Se�or de la gloria, el Creador de todas las cosas.

��Y qu� se iba a hacer? �Ah! �sta era la cuesti�n seria, y �sa era la que Dios esperaba resolver. Quer�a reconciliar al hombre a pesar de s� mismo; Probar�a que Su propio amor era el vencedor de su odio. Sea el hombre inconcebible, deje que su enemigo est� m�s all� de todo pensamiento, Dios, en la calma de Su propia sabidur�a y en la fuerza de Su incansable gracia, cumple Su prop�sito de amor redentor en el mismo momento en que el hombre consuma su maldad.

Fue en la cruz de Cristo. Y as� fue que, cuando todo parec�a fallar, todo estaba ganado. La plenitud de la Deidad habitaba en Jes�s; pero el hombre no quiso aceptarlo, y lo prob� sobre todo en la cruz. Sin embargo, la cruz fue el lugar preciso y �nico donde se coloc� el fundamento que no se puede mover. Como �l dice, 'habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz, por �l para reconciliar todas las cosas consigo mismo, por �l, digo, ya sea en la tierra o en el cielo' �(W. Kelly).

Hizo la paz con la sangre de su cruz. Entonces se llev� a cabo la gran obra de la redenci�n. Y mediante la sangre de la cruz, �l reconciliar� todas las cosas con la Deidad, ya sean las de la tierra o las del cielo. �Qu� reconciliaci�n es esta? Es una reconciliaci�n que a�n no se ha realizado. Incluye toda la creaci�n y el universo. Los cielos y la tierra ser�n completamente liberados del poder del mal.

Esta reconciliaci�n de todas las cosas en virtud de la sangre de Su cruz tendr� lugar cuando �l regrese, cuando todas las cosas est�n en sujeci�n bajo Sus pies. Todo est� en desorden en la creaci�n; es una creaci�n que gime. Satan�s con su esp�ritu inicuo est� en los lugares celestiales y la contaminaci�n est� all�. Sin embargo, el precio de compra se ha pagado con la sangre de Su cruz. La reconciliaci�n de todas las cosas por venir es la misma que Pedro predic� como �la restituci�n de todas las cosas de las que Dios ha hablado por boca de sus santos profetas desde el principio de los tiempos� ( Hechos 3:19 ).

Por tanto, los profetas del Antiguo Testamento nos dan el significado de esta reconciliaci�n venidera. Lo encontramos predicho en porciones de la Palabra prof�tica, con respecto a la era venidera, cuando reine la justicia, se establezca la paz, el conocimiento de la gloria del Se�or cubra la tierra y la tierra est� llena de Su gloria, cuando Israel haya recibido la promesa bendici�n y gloria, y la creaci�n que gime ya no gime bajo la maldici�n ( Isa�as 11:6 ; Romanos 8:19 ).

Todo se cumplir� cuando regrese, cuyo derecho es reinar y que pag� todo con la sangre de su cruz. Entonces todo desorden presente cesar�, la maldici�n ser� quitada, Satan�s ser� atado. Esta dispensaci�n del cumplimiento de los tiempos habr� llegado y Cristo reinar� y sus santos con �l. �Esta reconciliaci�n incluye a los no salvos, a los no regenerados, que rechazan a Cristo y permanecen en sus pecados? �Incluye a Satan�s y los �ngeles ca�dos? Algunos, que se llaman a s� mismos �reconciliacionistas� o �restitucionistas� ense�an esto; y tambi�n el Russellismo y otros cultos.

Pero no es as�. Las Escrituras no ense�an una reconciliaci�n tan universal que alcanza a los muertos y los esp�ritus malvados. La mejor prueba es cuando comparamos la declaraci�n aqu� con una similar en Filipenses 2:10 . En este pasaje, Pablo habla de las cosas que est�n debajo de la tierra, que son las perdidas. Ah� est� la cuesti�n de reconocer la autoridad suprema del Se�or.

Pero aqu� en Colosenses donde se trata de la reconciliaci�n, se mencionan las cosas de la tierra y las del cielo, pero se omiten las cosas de debajo de la tierra, porque no hay reconciliaci�n para ellas.

�Estos ir�n al castigo eterno�; en la Palabra de Dios no se promete ninguna reconciliaci�n futura para los perdidos. No hay un nuevo nacimiento, no hay arrepentimiento, no hay fe en el infierno. Ni una gota de agua viva llegar� all� para saciar la sed espiritual de los condenados. Pero mientras la reconciliaci�n de todas las cosas espera el regreso de nuestro Se�or para ponerlo todo en orden, hay otra reconciliaci�n que ya est� efectuada.

�Y vosotros, estando en el pasado alienados y enemigos en la mente por obras inicuas, ahora �l ha reconciliado en el cuerpo de Su carne, por medio de la muerte, para presentaros santos, irreprochables e irreprochables ante �l; si en verdad permanec�is en la fe, fundamentados y firmes, y no os Colosenses 1:21 del evangelio que hab�is o�do, el cual ha sido predicado en toda la creaci�n que est� debajo del cielo, del cual yo Pablo fui hecho ministro �( Colosenses 1:21 ).

Esto se habla de aquellos que han cre�do en el Hijo de Dios. Todos estuvieron una vez alejados de Dios y enemigos en mente por obras inicuas, pero habiendo cre�do en Su obra, Su muerte en sacrificio en la cruz los reconcili�. En virtud de esta reconciliaci�n, los creyentes ya no son enemigos, sino cercanos, aceptados en el Amado y presentados santos, inocentes e irreprochables ante Dios. �Qu� cambio! Y no es del hombre, por su trabajo, o por haberse convertido en un creyente viviendo una vida completamente separada, sino todo por Su muerte.

En �l somos constituidos santos, irreprochables e irreprochables; esta es la posici�n del creyente ante Dios. Las palabras �si permanec�is en la fe�, etc., son palabras de advertencia. No tocan la elecci�n y perseverancia de los santos que son miembros del cuerpo del cual �l es la cabeza. Un creyente as� reconciliado continuar� en la fe y no se apartar� de la esperanza del evangelio; esta es una de las pruebas de la salvaci�n.

Los colosenses ten�an el peligro de abandonar los grandes fundamentos del cristianismo; si lo hac�an, rechazaban la gracia que los presentaba a Dios y, al hacerlo, mostraban que nunca hab�an recibido la reconciliaci�n, porque quien est� reconciliado contin�a en la fe y permanece sobre el fundamento seguro. �Toda la bienaventuranza que Cristo ha procurado es para los que creen; pero esto, por supuesto, supone que lo retienen.

El lenguaje no insin�a en lo m�s m�nimo que haya incertidumbre para un creyente. Nunca debemos permitir que una verdad sea excluida o debilitada por otra; pero luego tambi�n debemos recordar que hay, y siempre ha habido, aquellos que, habiendo comenzado aparentemente bien, han terminado por convertirse en enemigos de Cristo y de la Iglesia. Incluso los anticristos no son de fuera en su origen.

�Salieron de nosotros, porque no eran de nosotros�. No hay enemigos tan mortales como aquellos que, habiendo recibido suficiente verdad para desequilibrarlos y abusar de su propia exaltaci�n, se volvieron y desgarrar�an la iglesia de Dios, donde aprendieron todo lo que les da poder para ser especialmente maliciosos. El ap�stol no pod�a dejar de temer el deslizamiento en el que se encontraban los colosenses; y tanto m�s cuanto que ellos mismos no ten�an miedos, sino que, por el contrario, ten�an en alta estima aquello que hab�a atra�do sus mentes.

Si hab�a peligro, ciertamente era amor amonestarlos; y con este esp�ritu, por lo tanto, dice: 'Si continu�is en la fe, fundamentados y asentados' "(si miles y decenas de miles de miembros de la iglesia profesante se vuelven a la" Ciencia Cristiana "o aceptan las ense�anzas de la" Nueva Teolog�a �Y al hacerlo abandonan el evangelio y niegan la doctrina de Cristo, muestran as� que toda su profesi�n fue s�lo una farsa, que nunca recibieron el amor de la verdad, nunca fueron verdaderos creyentes reconciliados.

Fueron al menos los enemigos de la cruz que m�s abiertamente niegan a Cristo). Entonces Pablo habla de s� mismo como ministro de ese evangelio que ha sido predicado en toda la creaci�n. C�mo llam� a este evangelio �mi evangelio� y lo recibi� por revelaci�n, y el significado de todo esto lo aprendimos de Romanos y G�latas. Y el sonido de este evangelio llega a toda la creaci�n. Debemos notar aqu� que hasta este punto de esta ep�stola hemos aprendido de las dos jefaturas de Cristo.

Es Jefe de la Creaci�n y Jefe de la Iglesia. Luego sigui� una doble reconciliaci�n. La reconciliaci�n de todas las cosas que incluye toda la creaci�n sobre la cual �l es la cabeza, y la reconciliaci�n de los creyentes, que est�n en ese cuerpo sobre el cual �l es la cabeza. Todas estas maravillosas revelaciones respondieron plenamente a los maestros que trajeron entre los colosenses los errores m�s mortales, negando la deidad de Cristo, como si alg�n demiurgo hubiera creado el mundo, etc.

Y estas grandes declaraciones de Colosenses 1:15 tambi�n responden a todas las herej�as de hoy. A las dos jefaturas de Cristo y las dos reconciliaciones se agrega ahora un ministerio doble. El ministerio del evangelio y el ministerio de la iglesia. Pablo escribe dos veces que fue nombrado ministro, ministro del evangelio ( Colosenses 1:23 ) y de la Iglesia, de la cual tambi�n fue nombrado ministro ( Colosenses 1:25 ).

Significa que a �l le fue dada la revelaci�n acerca del evangelio de gracia y gloria y por medio de �l tambi�n se le dio a conocer la verdad acerca de la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Entonces hay una bendita armon�a en estas declaraciones.

1. La doble jefatura de Cristo: Cabeza de la creaci�n y Cabeza de la Iglesia

2. La doble reconciliaci�n: la reconciliaci�n de todas las cosas (creaci�n) y nuestra reconciliaci�n (la Iglesia)

3. El doble ministerio: el evangelio. (predicado en toda la creaci�n) y la Iglesia (para presentar a todo hombre perfecto en Cristo) Pablo, a quien el Esp�ritu de Dios revel� estas grandes verdades, cumpli� as� la Palabra de Dios, por la verdad sobre la Iglesia, el cuerpo de Cristo, es la revelaci�n m�s alta. Estaba encerrado en una prisi�n y sufr�a "por causa de su cuerpo", y considera que esos sufrimientos completan lo que quedaba de los sufrimientos de Cristo en ellos.

Se regocij� en estos sufrimientos porque sab�a que eran "por causa de su cuerpo". �l conoc�a y declar� �el misterio que estuvo escondido desde los siglos y las generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos, a quienes Dios quiere dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en t� la esperanza de gloria ". El misterio del que escribe no es la venida de Cristo a esta tierra, su encarnaci�n, muerte, resurrecci�n, ascensi�n y venida de nuevo.

Todo esto no fue un misterio, porque fue revelado en el Antiguo Testamento. El misterio dado a conocer a trav�s de �l y del que escribe es un Cristo glorificado que une a todos en Su persona, la Cabeza en gloria, que tiene un cuerpo compuesto de jud�os y gentiles salvos, que son uno en �l, y �Cristo en (o entre) vosotros la esperanza de gloria �- que espera la consumaci�n, cuando este cuerpo que ahora se est� formando, mediante la predicaci�n del evangelio, est� con la Cabeza en gloria.

Este es el misterio que se ocult� en �pocas pasadas. No se ha revelado en el Antiguo Testamento y, por lo tanto, es exclusivamente una revelaci�n del Nuevo Testamento. Con tal revelaci�n y ministerio predic�, �advirtiendo a todo hombre, y ense�ando a todo hombre con toda sabidur�a, para que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo Jes�s; donde tambi�n trabajo, esforz�ndome seg�n su obra, que obra en m� con poder. " Todo hombre "perfecto" significa adulto.

(Ver Filipenses 3:15 y Hebreos 5:14 .) Es la Filipenses 3:15 creyente de lo que Cristo es para nosotros y lo que somos en �l. A trav�s de este conocimiento y la ocupaci�n del coraz�n con el Se�or de la gloria, el creyente llega a ser plenamente desarrollado y se forma el verdadero car�cter cristiano. �Y qu� esfuerzo y energ�a manifest� el gran ap�stol para que esto se lograra!

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre Colossians 1". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/colossians-1.html. 1913-1922.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile