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Bible Commentaries
Daniel 3

La Biblia Anotada de GaebeleinAnotaciones de Gaebelein

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Versículos 1-30

CAP�TULO 3 La imagen del oro

1. La imagen de oro ( Daniel 3:1 )

2. Los tres fieles ( Daniel 3:8 )

3. La liberaci�n milagrosa ( Daniel 3:19 )

4. El rey adorador ( Daniel 3:26 )

Daniel 3:1 . Hizo que se hiciera una inmensa estatua de oro, sin duda la imagen de un hombre, y la levant� en la llanura de Dura en la provincia de Babilonia. Fue idolatr�a y deificaci�n del hombre. La idolatr�a y la deificaci�n del hombre son, entonces, las primeras caracter�sticas morales mencionadas que prevalecer�n durante la �poca de los gentiles.

Los tiempos de los gentiles producen una religi�n que se opone al Dios del cielo. La imagen ten�a sesenta codos de alto y seis de ancho. Siete es el n�mero divino y seis es el n�mero del hombre. Sesenta codos y seis nos recuerda ese pasaje familiar en el libro de Apocalipsis, donde tenemos el n�mero de un hombre dado, ese n�mero misterioso "seiscientos tres sesenta y seis", que es 666. La imagen entonces representa al hombre, pero el cl�max del hombre a�n no se hab�a alcanzado. Sin embargo, el comienzo presagia el fin de los tiempos de los gentiles. Ese fin se describe en el cap�tulo 13 de Apocalipsis.

El poder civil trat� de imponer esta religi�n universal al pueblo. Los grandes gobernadores, jueces, capitanes y gobernantes deb�an presentarse para la dedicaci�n de la imagen. Pero entonces todo el asunto ten�a un aspecto religioso. Escuche, despu�s de mirar esta gran imagen imponente del oro, la m�sica m�s dulce, la corneta, la flauta, el arpa, el saco, el salterio, el dulcimer y todo tipo de m�sica suena.

Sin duda los sacerdotes caldeos se acercaron cantando alg�n dulce canto babil�nico. �Por qu� todo esto? Estimular las emociones religiosas y ayudar de esta manera a la adoraci�n de un �dolo. Es sumamente interesante que el antiguo culto babil�nico, con sus ceremonias y c�nticos se reproduzca en Roma, que en Apocalipsis se llama Babilonia. (El libro de Alexander Hyslop, The Two Babylons, brinda informaci�n confiable e importante sobre este hecho).

Daniel 3:8 . Los compa�eros de Daniel se negaron a adorar la imagen y fueron arrojados al horno de fuego. Note su maravillosa confianza en Dios.

Daniel 3:19 . Los mismos hombres que los derribaron fueron consumidos por las llamas. Pero cuando el rey mir� hacia el horno, vio para su gran asombro no tres hombres atados y ardiendo, sino cuatro hombres sueltos y caminando en el fuego. �No tienen da�o y la forma del cuarto es como el del Hijo de Dios.

Y cuando los sacaron del horno de fuego, no hab�a olor a fuego en torno a ellos, ni siquiera un cabello estaba chamuscado, solo se quemaron las cintas que los ataban. El fuego los hab�a liberado pero no pod�a tocarlos. Pero, �habl� el rey con la verdad cuando vio al cuarto como el Hijo de Dios? Poco sab�a �l lo que dec�a o lo que significaba, pero ciertamente vio en ese fuego al Hijo de Dios, Jehov�, porque hab�a prometido a Su pueblo: �Cuando pases por el fuego, no te quemar�s; ni la llama se encender� sobre ti ". El fiel Se�or cumpli� Su promesa a Sus siervos confiados.

�Y no se ha repetido todo esto a lo largo de los tiempos de los gentiles, especialmente durante el Imperio Romano? La Roma pagana persigui� a los verdaderos adoradores de Dios y en grandes persecuciones multitudes sufrieron el martirio. Pero piensa en lo que es peor, la Roma Papal, esa Babilonia la Grande, la madre de las rameras. All� encontramos las im�genes y la m�sica dulce, las postraciones y el poder pol�tico que imponen la unidad de culto.

All� estaban los hornos de fuego, la hoguera, las torturas m�s espantosas para los fieles a Dios ya su Se�or. Piense en la historia de los valdenses y hugonotes. Y aunque para estos nobles m�rtires, para quienes hay una corona de m�rtir en el d�a venidero de Cristo, no hubo liberaci�n y sus cuerpos fueron consumidos por el fuego, sin embargo, el Hijo de Dios estaba con ellos y con corazones de alabanza y un c�ntico sobre sus labios, los llev� por el fuego.

Y durante la gran tribulaci�n un remanente fiel de jud�os sufrir� bajo el hombre de pecado, como sufrieron estos tres hebreos; pero tambi�n ser�n entregados.

Daniel 3:26 . Una vez m�s, Nabucodonosor reconoci� a Dios e hizo un decreto que castigaba severamente a todos los que dijeran algo incorrecto contra el Dios de los compa�eros de Daniel.

Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre Daniel 3". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/daniel-3.html. 1913-1922.
 
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