Uno es casi inevitablemente detenido por la declaraci�n inicial del cap�tulo. "Despu�s de estas cosas y esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria". Parecer�a ser una extra�a respuesta de Dios a la fidelidad de Su hijo, que un enemigo fuerte invade en este momento el reino; y sin embargo, cu�n a menudo la experiencia del pueblo de Dios es de esta naturaleza. Feliz fue Ezequ�as porque en presencia del peligro su coraz�n no desfalleci�.
Tom� medidas inmediatas para avergonzar al enemigo, interrumpiendo el suministro de agua, fortaleciendo las fortificaciones, movilizando su ej�rcito y, finalmente, asegurando al pueblo: "Hay algo m�s grande con nosotros que con �l".
Esta actitud de fe fue respondida por Senaquerib con terribles insultos, terribles porque eran blasfemias directas contra el nombre de Dios. Ante estas declaraciones, m�s terribles de soportar que la lucha sin las puertas, el rey busc� refugio en la oraci�n en comuni�n con el profeta Isa�as. La respuesta fue r�pida y definitiva: la derrota del enemigo y la salvaci�n del pueblo.
A continuaci�n, el cronista relata brevemente la historia de la enfermedad de Ezequ�as y de ese fracaso que caracteriz� sus �ltimos d�as. La historia se cuenta con m�s detalle en otros lugares. A pesar de los lapsos de los �ltimos d�as, el reinado fue muy notable, especialmente cuando se recuerda cu�n terrible era la condici�n a la que hab�a llegado la naci�n en ese momento.
Información bibliográfica Morgan, G. Campbell. "Comentario sobre 2 Chronicles 32". "Exposición de Morgan sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gcm/2-chronicles-32.html. 1857-84.
Versículos 1-33
Uno es casi inevitablemente detenido por la declaraci�n inicial del cap�tulo. "Despu�s de estas cosas y esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria". Parecer�a ser una extra�a respuesta de Dios a la fidelidad de Su hijo, que un enemigo fuerte invade en este momento el reino; y sin embargo, cu�n a menudo la experiencia del pueblo de Dios es de esta naturaleza. Feliz fue Ezequ�as porque en presencia del peligro su coraz�n no desfalleci�.
Tom� medidas inmediatas para avergonzar al enemigo, interrumpiendo el suministro de agua, fortaleciendo las fortificaciones, movilizando su ej�rcito y, finalmente, asegurando al pueblo: "Hay algo m�s grande con nosotros que con �l".
Esta actitud de fe fue respondida por Senaquerib con terribles insultos, terribles porque eran blasfemias directas contra el nombre de Dios. Ante estas declaraciones, m�s terribles de soportar que la lucha sin las puertas, el rey busc� refugio en la oraci�n en comuni�n con el profeta Isa�as. La respuesta fue r�pida y definitiva: la derrota del enemigo y la salvaci�n del pueblo.
A continuaci�n, el cronista relata brevemente la historia de la enfermedad de Ezequ�as y de ese fracaso que caracteriz� sus �ltimos d�as. La historia se cuenta con m�s detalle en otros lugares. A pesar de los lapsos de los �ltimos d�as, el reinado fue muy notable, especialmente cuando se recuerda cu�n terrible era la condici�n a la que hab�a llegado la naci�n en ese momento.