Continuando, Mois�s procedi� a dar los mandatos que revelaban su conciencia de este efecto de la adoraci�n en la conducta, advirtiendo al pueblo contra males espec�ficos y exhort�ndolos nuevamente a observar los asuntos ordenados por la ley.
En este cap�tulo encontramos ante todo su advertencia contra la seducci�n del dolor. La gente de la tierra estaba acostumbrada a mutilarse en la locura de su dolor por la muerte de sus amigos. Toda esa mutilaci�n estaba estrictamente prohibida al pueblo elegido para ser un pueblo santo para el Se�or.
A continuaci�n, en orden, sigui� instrucciones cuidadosas sobre la alimentaci�n, con diferenciaci�n entre cosas limpias e inmundas. Disposiciones como estas durante mucho tiempo se consideraron totalmente caprichosas, el resultado de meras supersticiones entre el pueblo hebreo. Hoy en d�a, encontramos hombres de ciencia acerc�ndose cada vez m�s a las ense�anzas de Mois�s en sus puntos de vista sobre el tema de la dieta humana. No hay duda de que cada disposici�n estaba en estricta conformidad con las leyes de la salud, condicionadas por supuesto por el clima y las condiciones existentes en esa tierra.
Finalmente, el cap�tulo contiene las instrucciones de Mois�s sobre el diezmo. Se advirti� al pueblo que no lo descuidara y se insisti� en que deb�an presentar personalmente el diezmo en el lugar designado por la ley. Si viv�an demasiado lejos para llevar el producto, lo convertir�an en dinero, que podr�a llevarse m�s f�cilmente a largas distancias.
Información bibliográfica Morgan, G. Campbell. "Comentario sobre Deuteronomy 14". "Exposición de Morgan sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gcm/deuteronomy-14.html. 1857-84.
Versículos 1-29
Continuando, Mois�s procedi� a dar los mandatos que revelaban su conciencia de este efecto de la adoraci�n en la conducta, advirtiendo al pueblo contra males espec�ficos y exhort�ndolos nuevamente a observar los asuntos ordenados por la ley.
En este cap�tulo encontramos ante todo su advertencia contra la seducci�n del dolor. La gente de la tierra estaba acostumbrada a mutilarse en la locura de su dolor por la muerte de sus amigos. Toda esa mutilaci�n estaba estrictamente prohibida al pueblo elegido para ser un pueblo santo para el Se�or.
A continuaci�n, en orden, sigui� instrucciones cuidadosas sobre la alimentaci�n, con diferenciaci�n entre cosas limpias e inmundas. Disposiciones como estas durante mucho tiempo se consideraron totalmente caprichosas, el resultado de meras supersticiones entre el pueblo hebreo. Hoy en d�a, encontramos hombres de ciencia acerc�ndose cada vez m�s a las ense�anzas de Mois�s en sus puntos de vista sobre el tema de la dieta humana. No hay duda de que cada disposici�n estaba en estricta conformidad con las leyes de la salud, condicionadas por supuesto por el clima y las condiciones existentes en esa tierra.
Finalmente, el cap�tulo contiene las instrucciones de Mois�s sobre el diezmo. Se advirti� al pueblo que no lo descuidara y se insisti� en que deb�an presentar personalmente el diezmo en el lugar designado por la ley. Si viv�an demasiado lejos para llevar el producto, lo convertir�an en dinero, que podr�a llevarse m�s f�cilmente a largas distancias.