El profeta fue ahora levantado por el Esp�ritu y llevado a la puerta oriental, es decir, al lugar adonde se hab�a ido la gloria de Dios. All� vio un c�nclave de veinticinco hombres presididos por pr�ncipes del pueblo, que tramaban iniquidad, es decir, conspiraban contra el rey de Babilonia. Declararon que estaban a salvo en su ciudad.
Instruido por el Esp�ritu, Ezequiel pronunci� una denuncia de ellos y declar� la venganza de Dios contra ellos. Tomando su figura del caldero y la carne, declar� que ser�an sacados de en medio de �l, y eso a causa de su pecado.
Mientras profetizaba, uno de los pr�ncipes muri�, y Ezequiel, lleno de asombro, se postr� sobre su rostro ante Jehov� y le suplic� que intercediera. Este llamamiento fue respondido con la declaraci�n de que Jehov� proteger�a a los esparcidos entre las naciones, siendo �l mismo para ellos un santuario en los pa�ses adonde hab�an venido. Adem�s, prometi� que eventualmente los devolver�a a la tierra de Israel, y que en su venida ser�an purificados y restaurados moral y espiritualmente, pero que la venganza inevitablemente recaer�a sobre aquellos que persistieran en su pecado.
Una vez m�s, se le concedi� una visi�n de la gloria de Dios saliendo de la ciudad. Al regresar de estas visiones, pronunci� en o�dos de los cautivos todas las cosas que el Se�or le hab�a mostrado.
Información bibliográfica Morgan, G. Campbell. "Comentario sobre Ezekiel 11". "Exposición de Morgan sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gcm/ezekiel-11.html. 1857-84.
Versículos 1-25
El profeta fue ahora levantado por el Esp�ritu y llevado a la puerta oriental, es decir, al lugar adonde se hab�a ido la gloria de Dios. All� vio un c�nclave de veinticinco hombres presididos por pr�ncipes del pueblo, que tramaban iniquidad, es decir, conspiraban contra el rey de Babilonia. Declararon que estaban a salvo en su ciudad.
Instruido por el Esp�ritu, Ezequiel pronunci� una denuncia de ellos y declar� la venganza de Dios contra ellos. Tomando su figura del caldero y la carne, declar� que ser�an sacados de en medio de �l, y eso a causa de su pecado.
Mientras profetizaba, uno de los pr�ncipes muri�, y Ezequiel, lleno de asombro, se postr� sobre su rostro ante Jehov� y le suplic� que intercediera. Este llamamiento fue respondido con la declaraci�n de que Jehov� proteger�a a los esparcidos entre las naciones, siendo �l mismo para ellos un santuario en los pa�ses adonde hab�an venido. Adem�s, prometi� que eventualmente los devolver�a a la tierra de Israel, y que en su venida ser�an purificados y restaurados moral y espiritualmente, pero que la venganza inevitablemente recaer�a sobre aquellos que persistieran en su pecado.
Una vez m�s, se le concedi� una visi�n de la gloria de Dios saliendo de la ciudad. Al regresar de estas visiones, pronunci� en o�dos de los cautivos todas las cosas que el Se�or le hab�a mostrado.