Bible Commentaries
San Juan 21

Comentario de Godet sobre Libros SeleccionadosGodet sobre Libros Seleccionados

Versículos 1-2

Despu�s de esto, Jes�s se manifest� una vez m�s a los disc�pulos , a la orilla del mar de Tiber�ades; y esta es la forma en que se manifest�. 2 Estaban juntos Sim�n Pedro y Tom�s, llamado D�dimo, y Natanael, de Can� de Galilea, y los hijos de Zebedeo y otros dos de sus disc�pulos.

La transici�n ???? ?????, despu�s de estas cosas , le es familiar a Juan ( Juan 21:1 ; Juan 6:1 ; Juan 7:1 , etc.). Sirve para unir el ap�ndice al Evangelio, y especialmente al relato de la �ltima aparici�n, Juan 20:29 .

La expresi�n ?????????? ?????? tambi�n est� en conformidad con el estilo de Juan ( Juan 7:4 , ????????? ???????; Juan 11:33 , ???????? ??????); esta forma destaca el albedr�o consciente y libre con el que Jes�s sale de la esfera de la invisibilidad para manifestarse. Hasta ahora, siendo visible, hab�a manifestado su gloria; ahora manifiesta Su persona.

El t�rmino mar de Tiber�ades es en el Nuevo Testamento una designaci�n puramente jo�nica ( Juan 6:1 ). Los sin�pticos dicen mar de Galilea ( Mateo 4:18 ) o lago de Genesaret ( Lucas 5:1 ). El Antiguo Testamento no conoce ni una ni otra de estas expresiones. Josefo los emplea a ambos.

La cl�usula: Y esta es la forma en que , no es in�til; da una indicaci�n de antemano de la solemnidad de la escena que va a seguir.

De las siete personas indicadas en Juan 21:2 , s�lo las cinco primeras son ap�stoles; los dos �ltimos pertenecen al n�mero de los disc�pulos , en el sentido amplio que tan frecuentemente tiene esta palabra en nuestro Evangelio ( Juan 6:60 ; Juan 6:66 6,66 ; Juan 7:3 7,3 ; Juan 8:31 , etc.

). Si fuera de otro modo, �por qu� no han de ser designados por su nombre, as� como los que preceden? Hengstenberg afirma que �todos deben entender que ellos eran Andr�s y Felipe� (!).

Los hijos de Zebedeo ocupan, por tanto, el �ltimo lugar entre los ap�stoles propiamente dichos. Este hecho es significativo; porque en todas las listas apost�licas se unen constantemente con Pedro, y se colocan con �l en el primer rango. La �nica raz�n que explica esta circunstancia es que el autor de esta narraci�n, en su forma oral o escrita, era �l mismo uno de los dos hijos de Zebedeo. Se ha objetado que John nunca se nombra ni a s� mismo ni a su hermano.

Pero ya no hace esto aqu�; s�lo se designa a s� mismo, porque estaba obligado a se�alar su presencia en vista de la siguiente escena, Juan 21:7 , y especialmente Juan 21:22 .

Con respecto a Tom�s D�dimo, ver com. Juan 11:16 . La explicaci�n: de Can� de Galilea , no se hab�a dado en el cap. 1. El autor compensa aqu� esta omisi�n. Los dos disc�pulos que no se nombran no sean aquel Aristion y aquel presb�tero Juan de quien Papias habla como viejos disc�pulos del Se�or (??????? ??? ??????), que viv�an en �feso en la �poca en que Juan escribi�, y que ten�an all� casi el rango de los ap�stoles?

Versículos 1-14

I. Jes�s y los disc�pulos: Juan 21:1-14 .

Esta primera escena incluye dos cuadros: el de la pesca y el de la comida.

La pesca: Juan 21:1-8 . El teatro de esta historia es notable: son las orillas del mar de Tiber�ades, en Galilec. Por ella la tradici�n jo�nica, de la que en todo caso emana esta historia, establece la conexi�n entre el relato de Mateo, que (con excepci�n de la aparici�n a las mujeres en Jerusal�n) relata s�lo una aparici�n galileana, y el de Lucas, que contiene solo apariciones en Judea (comp.

, en cambio, los cuarenta d�as de los que habla Lucas, Hechos 1:3 ). Nuestra historia proporciona la reconciliaci�n positiva entre estas dos formas de narraci�n, al probar que realmente hubo apariciones en estos dos teatros. Por lo tanto, los disc�pulos regresaron a Galilea despu�s de la fiesta y reanudaron temporalmente all� su forma de vida anterior.

Luego, hacia el final de los cuarenta d�as, sin duda por mandato de Jes�s, se dirigieron a Jerusal�n, donde iban a comenzar la obra de predicaci�n p�blica; y es durante esta nueva permanencia en Jerusal�n que debe darse el mandato que el Se�or dio a los ap�stoles el d�a de la ascensi�n, de no salir de esa ciudad hasta la venida del Esp�ritu Santo ( Lucas 24:49 , comp. con Hechos 1:3-4 ). Expedientes arm�nicos, grita Meyer; prejuicio anti-armonista, vamos a responder.

Seg�n Mateo 26:31-32 ; Mateo 28:7-10 , todos los creyentes ( el reba�o ), incluso las mujeres, tambi�n a ellas se dirige, se reunir�an de nuevo en Galilea despu�s de la muerte de Jes�s, y all� lo volver�an a ver.

Las apariciones en Judea, reuniendo a los ap�stoles, fueron s�lo el comienzo de esta reuni�n completa del reba�o. Debido a la obstinaci�n de Tom�s, pas� una semana entera antes de que pudiera llegarse a este fin preliminar. Fue despu�s de haber recuperado esta oveja descarriada, que los ap�stoles pudieron regresar a Galilea, donde Jes�s se les apareci� primero a la orilla del mar, luego en la monta�a designada por �l (comp.

Mateo 28:16 ). Aunque Mateo, en el relato de esta aparici�n, la m�s importante de todas por las revelaciones que contiene respecto a Cristo y el fundamento de su Reino Mesi�nico, menciona solamente a los l�deres del reba�o, los Once, como agentes responsables de esta obra , entendemos, por 1 Corintios 15:6 , que esta fue la gran reuni�n de todos los creyentes galileos, en n�mero de m�s de quinientas personas, que Jes�s ten�a en vista desde antes de su muerte, y en la cual se despidi� de Su Iglesia.

NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.

vv. 1-14.

La aparici�n de Jes�s que aqu� se registra que tuvo lugar en Galilea es tan completamente diferente en todos sus detalles de la que se menciona en Mateo 20:16 y sig., hasta donde se dan algunos detalles, que debe considerarse como una apariencia diferente. No se puede determinar si ocurri� antes o despu�s de la de Mateo.

Godet supone que la aparici�n registrada en Mateo coincide con aquella a la que alude Pablo en 1 Corintios 15:6 , donde Jes�s se manifest� a m�s de quinientos de los creyentes. Sin embargo, por el orden de la lista de las apariciones de Pablo, y la forma de expresi�n que usa con respecto a la aparici�n a los Doce y a todos los ap�stoles, es m�s probable que la aparici�n a los quinientos ocurriera en Jerusal�n durante la semana que intervino entre el domingo en que Jes�s resucit� y el domingo siguiente.

En el relato de Mateo no se hace menci�n clara de ninguno m�s que de los once y, aunque es posible que otros hayan estado presentes, es dif�cil suponer que se hayan pasado por alto hasta quinientos sin ninguna alusi�n.

2. El objeto del autor en la introducci�n de esta historia de la aparici�n de Jes�s a los disc�pulos parece haber sido, no la aparici�n en s� misma como prueba de la resurrecci�n, o como sugerencia de la lecci�n que se supone que el milagro llev� consigo. , sino como preparando el camino para la conversaci�n con Pedro sobre s� mismo y Juan que sigue. Esta fue la ocasi�n en que tuvo lugar la conversaci�n.

Sin embargo, el hecho de que Jes�s tuviera la intenci�n de ense�ar alguna lecci�n sobre la dependencia de su sabidur�a y gu�a en relaci�n con la obra futura de los ap�stoles y, en cierto sentido, como preparaci�n para lo que iba a decirle a Pedro, debe considerarse como probable. .

3. La palabra ?????? ( Juan 21:14 ) debe entenderse referida a la tercera comparecencia ante una compa��a de ap�stoles, etc., que se registra en este Evangelio, y que no tiene m�s alcance.

Versículos 1-25

Ap�ndice: 21:1-25.

Despu�s de la conclusi�n Juan 20:30-31 , esta secci�n es una sorpresa para el lector. Contiene dos escenas: una de inter�s general para todo el c�rculo de los disc�pulos ( Juan 21:1-14 ); el otro de un inter�s m�s especial, teniendo referencia a los dos ap�stoles principales ( Juan 21:15-23 ). Termina con una nueva conclusi�n, el ap�ndice, Juan 21:24-25 .

La composici�n de esta secci�n debe ser posterior a la del evangelio; esto aparece, 1, de la f�rmula de conclusi�n al final del cap�tulo anterior; y, 2, de la conexi�n que hemos probado entre la conversaci�n de Jes�s con Tom�s y el plan general del libro. Algunos Hengstenberg, Lange, Hoeleman, Hilgenfeld , etc. han pretendido borrar el punto final, fijado por el propio autor en el pasaje Juan 20:30-31 .

Lange busca hacernos considerar el cap. 21 como ep�logo que sirve como contraparte del pr�logo Juan 1:1-18 . �Del mismo modo�, dice ( Vida de Jes�s , iv. p. 752), �como ha representado el evangelista en el cap. 1 el reinado antehist�rico de Cristo,... de la misma manera que ahora traza el cuadro de su reinado poshist�rico, hasta el fin del mundo.

Pero esta comparaci�n es m�s ingeniosa que real. Son los ap�stoles quienes est�n en el escenario en la siguiente narraci�n, mucho m�s que el Se�or mismo; y es su destino futuro lo que se predice aqu�, en lugar del reinado del Se�or glorificado que se describe. La contrapartida del pr�logo, desde el punto de vista indicado por Lange, no es el cap. 21; es el Apocalipsis. Weitzel ha hecho una observaci�n que me parece que apenas tiene mejor fundamento.

�Cada uno de los otros tres Evangelios�, dice, �cierra con una secci�n relativa a la actividad futura de los ap�stoles; borrador Mateo 28:19-20 ; Marco 16:20 ; Lucas 24:53 . El cap�tulo 21 tiene la misma parte en nuestro Evangelio�.

Es evidente que Jes�s, despu�s de haber resucitado de entre los muertos, habla a los ap�stoles en cada Evangelio acerca de su obra venidera. Pero tales palabras difieren demasiado de las del cap. 21 de Juan para que cualquiera pueda sacar una conclusi�n de este hecho.

Este ap�ndice ciertamente fue compuesto despu�s del Evangelio; pero debe haber sido compuesto lo suficientemente pronto como para haber hecho posible agregarlo a la obra principal antes de que esta �ltima se pusiera en circulaci�n en la Iglesia. De lo contrario, indudablemente se habr�an formado, como en el Evangelio de Marcos, dos clases de copias, una sin el ap�ndice, la otra extrayendo su material del manuscrito en el que se hab�a insertado originalmente. Es, por tanto, entre el tiempo de la composici�n del Evangelio y el de su publicaci�n que debemos situar la redacci�n y adici�n de este cap�tulo.

Renan da casi el mismo juicio: �Cierro la primera redacci�n�, dice, �al final del cap. 20. El cap�tulo 21 es una adici�n casi contempor�nea, ya sea del autor mismo o de sus disc�pulos� (p. 534). Esta fecha es confirmada por el pasaje que contiene las palabras relativas al futuro de Juan ( Juan 21:21-23 ).

Hemos visto esto (Introd., Vol. I., pp. 166, 167); es en el momento en que la muerte de Juan, bastante reciente o prevista como inminente, parec�a contradecir la conocida promesa de Jes�s, cuando debi� parecer necesaria la correcci�n contenida en este pasaje. Este hecho fija la fecha de nuestro cap�tulo. Solo que no necesitamos inferir de esto, con Weiss, Reuss y otros, que esta correcci�n fue el �nico prop�sito de la redacci�n y de la adici�n de todo el cap�tulo.

Dos razones se oponen a esto: 1. El pre�mbulo, Juan 21:1-20 , que ser�a demasiado considerable; 2 Tesalonicenses 1 4� verso, que separa demasiado claramente las dos partes de la narraci�n. Sobre el autor de este ap�ndice, ver en Juan 21:25 .

En la aparici�n, Juan 20:19-23 , Jes�s hab�a conferido a los disc�pulos su misi�n. En la primera escena del cap. 21 lo que concierne a los siete disc�pulos, Juan 21:1-14

Les da un signo para siempre imborrable del magn�fico �xito asegurado a esta misi�n, en la medida en que trabajen en ella bajo su direcci�n.

Versículos 3-4

Sim�n Pedro les dice, voy a pescar. Ellos le dicen: Nosotros tambi�n vamos contigo. Salieron y entraron inmediatamente en la barca; y nada tomaron aquella noche. 4. Pero cuando ya hab�a llegado la ma�ana , Jes�s se par� en la playa; los disc�pulos, sin embargo, no sab�an que era Jes�s.

Entre su primera llamada y el comienzo del ministerio activo de su Maestro (ver en Juan 2:12 ), los disc�pulos hab�an vuelto a su profesi�n ordinaria. Parece que actuaron de la misma manera una vez que regresaron a Galilea despu�s de la resurrecci�n. Como de costumbre, la iniciativa viene de Pedro.

La palabra ???????, tomar , que se usa en Juan 21:3 ; Juan 21:10 , se encuentra nuevamente seis veces en nuestro Evangelio, en ninguna parte de los Sin�pticos ( Hengstenberg ). Por otro lado, la palabra ????? no vuelve a aparecer en Juan. Baumlein observa con raz�n que las as�ndetas ?????, ????????, ???????, etc., est�n en el estilo de Juan.

Esta larga noche de trabajo sin resultado, sin duda, hab�a recordado a los ap�stoles lo que hab�a precedido a su llamado al oficio de predicadores del Evangelio ( Lucas 5 ).

Versículos 5-6

Jes�s les dice: Hijitos, �ten�is algo de comer? Ellos le respondieron: No. 6. �l les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallar�is. Lo echaron, pues, y no pudieron sacarlo por la multitud de los peces.

El t�rmino ??????, j�venes, muchachos , no es ajeno al lenguaje de Juan ( 1 Juan 2:13 ; 1Jn 2,18). Si no se usa el t�rmino m�s tierno ??????, hijitos, como en Juan 13:33 , es porque Jes�s no podr�a haberse expresado as� sin darse a conocer.

Usa la expresi�n de un maestro hablando a sus trabajadores. El sentido negativo de la forma interrogativa ?? ?? puede traducirse, como en Juan 6:67 , as�: �Nada ten�is entonces ...? La secuela explicar� esta pregunta. Jes�s no mira simplemente la captura de un pez, como en Lucas 5 , sino la comida. No es necesario, por tanto, suponer, con Cris�stomo, Tholuck y otros, que Jes�s deseaba presentarse ante ellos como un comerciante deseoso de comprar pescado.

La palabra ?????????? no se encuentra nuevamente en Juan; denota literalmente lo que se agrega al pan en una comida; en este caso, el pescado.

Los ap�stoles suponen que este extra�o entiende de pesca, y que ha notado alguna indicaci�n adecuada para dar ocasi�n a su consejo. Se ha pensado que la oposici�n entre el lado izquierdo de la barca, donde hab�an echado la red durante la noche in�tilmente, y el lado derecho, donde estaban a punto de hacer su magn�fico calado, tipificaba el contraste entre el fracaso de la obra de evangelizaci�n en Israel y sus frutos infinitamente ricos en el mundo gentil.

Pero, adem�s de que esto parece contrario a lo que se relata en Hechos 2-5 y Hechos 21:20 (????????), es necesario aferrarse a la idea general del inmenso �xito que tendr� en el mundo la predicaci�n del Evangelio, en todo momento en que los ap�stoles se dejen guiar por el Se�or y trabajen con �l.

Este significado no pod�a escaparles, siempre que recordaran los t�rminos del llamado original: � Os har� pescadores de hombres vivientes. Sin embargo, s�lo pudieron comprenderlo despu�s de haber reconocido a Jes�s.

Versículos 7-8

Entonces aquel disc�pulo a quien Jes�s amaba dice a Pedro: �Es el Se�or! Sim�n Pedro, cuando oy� que era el Se�or, se visti� y se ci�� (porque estaba desnudo); y se arroj� al mar. 8 Pero los otros disc�pulos ven�an con la barca (porque no estaban lejos de tierra, sino como a doscientos codos de distancia), arrastrando la red con los peces.

�Cu�n caracter�sticos de los dos ap�stoles son los rasgos que aparecen en estos dos simples incidentes! Juan contempla y adivina; Peter act�a y salta hacia adelante. �No dejar� de notarse�, dice Reuss , �que Pedro necesita ser instruido por Juan�; lo que significa que con este detalle el autor busca elevar a Juan por encima de Pedro. Pero en todo lo que sigue ( Juan 21:7 Juan 21:11 ; Juan 21,11 ; Juan Juan 21:15-17 ; Juan 21:19 ) todo tiende, por el contrario, a dar a Pedro el primer rango.

Lo que resulta de esto es simplemente que la historia tiende a caracterizar a los dos ap�stoles principales por sus diferentes dones, como se manifestaron despu�s a lo largo de toda su carrera: Pedro, el hombre de actividad misionera; Juan, de conocimiento contemplativo.

La prenda llamada ????????? es intermedia entre la ?????, la prenda interior, la camisa, y la ???????, la prenda exterior, el manto; es la blusa del obrero. Despu�s de hab�rselo quitado, Peter estaba realmente desnudo , excepto por el subligaculum , el delantal , requerido por la decencia. Pero tambi�n podemos sostener, con Meyer , que se hab�a quedado con una prenda interior; el uso griego de la palabra ??????, desnudo , autoriza este sentido. La palabra ?????????, literalmente, �l mismo se ci�� , incluye las dos ideas de ponerse la prenda y abrocharla .

Mientras Pedro salta al agua y nada hacia el Se�or, Juan se queda con los dem�s disc�pulos en la barca. ????????, dativo local ( Meyer ), o, mejor tal vez, instrumental: por medio de la barca (en contraste con Peter, que se hab�a arrojado al agua para nadar ). Simplemente dibujaron la red. El for explica c�mo pod�an recurrir a este medio: No estaban muy lejos de la orilla.

Doscientos codos hacen casi cien metros (algo m�s de cien yardas). ??? no se usa para medir distancias excepto en nuestro Evangelio ( Juan 11:18 ) y en el Apocalipsis ( Juan 14:20 ), como comenta Hengstenberg . El mismo autor observa que los t�rminos ?????? y ????????? se usan alternativamente en esta secci�n, como en Juan 6:17 ss.

Se ha supuesto que esta historia de una pesca milagrosa se refiere al mismo evento que la historia similar en Lucas 5:4 y sigs.; algunos ( Strauss, Weisse , etc.) ven en la historia de Juan una reproducci�n libre de la de Lucas; otros, como Weiss , encuentran m�s bien en el relato de Lucas una reminiscencia anticipatoria del acontecimiento relatado en Juan 21 .

La transposici�n de un hecho en la historia evang�lica, sin duda, no ser�a imposible. Pero, �c�mo podemos creer que Pedro arroj�ndose al agua para ir a Jes�s parado en la orilla es solo una variaci�n de Pedro postrado de rodillas ante �l en la barca y dici�ndole: �Ap�rtate de m�, que soy un pecador !� etc�tera etc�tera.? Pienso m�s bien que, cuando Jes�s quiso restituir a Pedro y ponerlo de nuevo a la cabeza de sus hermanos en la obra del oficio apost�lico, lo hizo recordando, por medio de esta magn�fica pesca, las circunstancias de su primera llamamiento y, alent�ndolo, mediante la renovaci�n de este s�mbolo de los �xitos sin precedentes que coronar�an su obra, a entregarse de nuevo por completo a esta tarea.

Versículos 9-11

Por tanto, cuando llegaron a tierra , vieron all� unas brasas, y un pez puesto sobre ellas y pan. 10. Jes�s les dice: Traed del pescado que acabais de pescar. 11. Sim�n Pedro subi� a la barca y sac� la red a tierra , llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aunque eran tantos, la red no se rompi�.

Si esta raci�n de peces es para los disc�pulos s�mbolo y prenda del �xito de su predicaci�n, la comida es sin duda el emblema de la asistencia espiritual y temporal con la que pueden contar por parte de su Se�or glorificado, con tal de que esta obra continuar�. Grotius, Olshausen y otros han pensado que en contraste con el mar que representa el campo de trabajo, la tierra y la comida representan el cielo, desde donde Jes�s ayuda a los creyentes y donde los recibe despu�s de la muerte. La pregunta precedente nos lleva m�s naturalmente al primer sentido: ��No tienes, entonces, nada para comer?�

La palabra ????????, fuego de carb�n , se encuentra solo aqu� y en la historia de la negaci�n de San Pedro, y esto solo en Juan ( Juan 18:18 ; Marcos y Lucas tienen ??? y ???).

El singular ???????, pescado asado , es tomado por Luthardt, Meyer, Weiss , en el sentido colectivo: pescado , como si fueran varios. Se basan en Juan 21:13 . Pero en ese lugar est� el art�culo, que puede tener el sentido gen�rico. Si hab�a varios, �por qu� habr�a de pedirles Jes�s que trajeran los suyos? Juan 21:10 y Juan 6:9 , donde se usa el plural, hablan m�s bien a favor del sentido singular de ???????. Solo la narraci�n no enfatiza esto; porque en ese caso ?? habr�a sido necesario.

�De d�nde vino este pan y pescado? Luthardt piensa en el ministerio de los �ngeles; Baumlein y Weiss atribuyen el todo a la acci�n de Peter. Este disc�pulo puede, de hecho, haber encendido el fuego; pero �de d�nde podr�a haber obtenido el pan y el pescado? Lampe piensa que Jes�s se hab�a procurado estos alimentos de algunos pescadores de la vecindad; en todo caso, �l no los cre�; este proceder ser�a contrario a todos los antecedentes ( Juan 2:7 ; Juan 6:9 ; comp.

vol. I., p�gs. 349, 350; vol. II., p�g. 7). Las palabras: es el Se�or , nos relevan, sin duda, de la necesidad de preocuparnos con esta pregunta ( Lucas 19:31 ).

Los art�culos de comida ofrecidos por Jes�s deben completarse con el producto de su propia pesca. Este detalle ser�a absolutamente incomprensible, a menos que toda esta escena tuviera un sentido simb�lico. Jes�s quiere decirles que se ocupar� de sus necesidades, pero que su labor fiel debe cooperar con su bendici�n y su ayuda; borrador Salmo 128:2 : � El fruto de tu trabajo comer�s. Dibujaba : por supuesto, con la ayuda de sus compa�eros; pero Pedro era el que dirig�a.

El n�mero ciento cincuenta y tres se ha convertido en el texto de los comentarios m�s extra�os. Cirilo de Alejandr�a ve aqu� el emblema de Dios y de la Iglesia (100 representando a los gentiles, 50 a los jud�os, 3 a la Trinidad). Agust�n se entrega a sutilezas inauditas (v�ase Westcott , que enumera un gran n�mero de otras extra�as explicaciones, de Gregorio Magno, Ruperto de Deutz , etc.

). Hengstenberg ve en este n�mero una alusi�n a los 153.600 pros�litos cananeos que fueron recibidos en la teocracia en la �poca de Salom�n ( 2 Cr�nicas 2:17). Seg�n una expresi�n algo com�n en la actualidad entre nuestros cr�ticos, este n�mero proced�a de la idea aceptada en ese momento entre los naturalistas, de que el n�mero total de clases de peces es 153. Koestlinha citado, en efecto, un pasaje de Jer�nimo, que parece probar la existencia de esta idea entre los sabios de la �poca por un dicho de un poeta cilicio, llamado Oppian, contempor�neo de Marcus Aurelius: "Aquellos que han escrito sobre el especies de animales,... y entre ellos el muy erudito Opiano, el Cilicio, dice que hay 153 clases de peces, que fueron todos capturados por los ap�stoles, y de los cuales ninguno qued� sin pescar.�

Este n�mero ser�a, por tanto, el s�mbolo de la totalidad de las naciones gentiles. Hilgenfeld , para completar esta interpretaci�n, sostiene que el pescado y el pan que Jes�s hab�a preparado previamente representan al pueblo jud�o. Pero Strauss observa ( Leben Jesu , 1864, p. 414) que Oppian mismo no indica el total de 153, sino que da s�lo una enumeraci�n no muy clara, cuya suma puede ser tan f�cilmente un n�mero mayor o menor como este n�mero. s� mismo.

Entonces la obra de Opiano es posterior a la de Juan, y la sentencia del propio Jer�nimo nos lleva a concluir que se ha aprovechado el n�mero de Juan para el prop�sito de esta f�bula cient�fica. En cuanto a la idea de Hilgenfeld ( Einl. , p. 718), �c�mo podemos suponer que un escritor razonable haya querido representar al pueblo jud�o bajo la figura de un pan y un pescado asado?

La menci�n de este n�mero no sorprende m�s que la del n�mero de hombres que fueron alimentados y de las cestas que se llenaron, despu�s de la multiplicaci�n de los panes, en el cap. 6. Es el simple hecho recordado para probar dos cosas: 1. La riqueza de la pesca de peces; 2. El vivo inter�s con que los ap�stoles contaban los peces que pescaban.

El hecho de que la red no se rompiera se menciona, quiz�s, como un s�mbolo de la especial protecci�n del Se�or dada a la Iglesia ya todos los que ella contiene.

Versículos 12-14

Jes�s les dice: Venid a desayunar . Pero ninguno de los disc�pulos se atrevi� a preguntarle: �Qui�n eres t�? sabiendo que era el Se�or. 13. Jes�s se acerca y toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. 14. Esta fue la tercera vez que Jes�s se manifest� a sus disc�pulos despu�s de haber resucitado de entre los muertos.

Jes�s toma el papel de anfitri�n. Estaba parado a poca distancia, pero ahora se adelanta. Un sentimiento de temor respetuoso impide a los disc�pulos acercarse a esta misteriosa persona. Jes�s los invita a comer; pero aun as� no se atreven a dirigirse a �l. Ya no es la relaci�n familiar de anta�o. Nada m�s natural que la aparente contradicci�n entre saber (suponer) y no atreverse a interrogar. Los t�rminos ?????? y ????????? no se usan en ninguna otra parte de Juan.

La indicaci�n dada en Juan 21:14 divide la narraci�n en dos partes. El comienzo de Juan 21:15 , sin embargo: Cuando, pues, hubieron desayunado , conecta la siguiente conversaci�n con la escena de la comida, Juan 21:13 .

El autor deseaba separar lo que en esta apariencia ten�a un car�cter ordinario y estaba relacionado con la obra de evangelizaci�n representada por los disc�pulos en general presentes, de lo que se refer�a especialmente a la parte y el destino en el futuro de los dos ap�stoles principales, Pedro y Juan.

La expresi�n ????? ??? ??????, ya era la tercera vez , contiene una de esas sutilezas que hemos notado en varios casos a lo largo de este Evangelio. Recuerda las formas ya explicadas en Juan 2:11 : ?????? ??????? ??? ?????, y Juan 4:54 : ????? ????? ???????? ????????.

Como estos, tiene como objetivo corregir t�citamente la narraci�n sin�ptica. Seg�n Mateo (�y Marcos?) la primera aparici�n de Jes�s a los disc�pulos parece haber tenido lugar en Galilea, no en Judea. De ning�n modo, dice nuestro autor: cuando se les apareci� en Galilea, ya era la tercera vez que se les manifestaba resucitado de entre los muertos. Las dos apariciones precedentes a las que alude son evidentemente las dos �ltimas del cap.

Juan 20:19 ss., vv. Juan 20:26 ss. No cuenta la de Mar�a Magdalena, porque, como dice expresamente, es de apariencias a los disc�pulos que quiere hablar. Reuss objeta que los disc�pulos presentes eran s�lo siete.

�Lo que importa? Era un grupo considerable de ellos, y estaba dirigido por Peter. En la aparici�n Juan 20:19 ss. no estaban, como tampoco aqu�, todos juntos.

En cuanto a las apariciones a los dos de Ema�s ya Pedro (Lucas, Pablo), pertenecen a otra categor�a; son apariciones a ciertos individuos, no a los disc�pulos. La palabra ya nos permite suponer otras apariciones posteriores ; son las de Mateo 28 , y las de 1 Corintios 15:7 , y Hechos 1 .

Versículo 15

versi�n 15 _ � Entonces, cuando hubieron almorzado, Jes�s dice a Sim�n Pedro: Sim�n, hijo de Jona , �me amas t� m�s que estos? �l le dice: S�, Se�or, t� sabes que te amo. �l le dice: Apacienta mis corderos.

As� como hay una relaci�n, que quiz�s no sea casual, entre la situaci�n exterior en la que Pedro hab�a sido llamado por primera vez al ministerio y la que se acaba de describir, tambi�n hay una relaci�n entre la situaci�n en la que hab�a perdido esta cargo por su negativa y el fuego de brasas cerca del cual lo recuper�.

El t�tulo Sim�n, hijo de Jona , o, seg�n la lectura de algunas autoridades alejandrinas, Sim�n, hijo de Juan , no se opone sin querer al de Sim�n Pedro , del que se sirve el evangelista en este mismo vers�culo. Le recuerda a Pedro su origen natural y, por consiguiente, el estado de pecado del que lo hab�a sacado la llamada de Jes�s, pero en el que hab�a vuelto a hundirse con su ca�da.

La alusi�n a la triple negaci�n del ap�stol en las tres preguntas siguientes no es dudosa, piense lo que piense Hengstenberg . La triple profesi�n de su amor por Jes�s es borrar, en cierto modo, la triple mancha que se ha tra�do sobre s� mismo. Jes�s mismo est� ansioso por proporcionarle la ocasi�n para ello. Al agregar: m�s que estos hacen , ciertamente le recuerda a Pedro la superioridad presuntuosa que se hab�a atribuido a s� mismo cuando dijo, Mateo 26:33 ; Marco 14:29 :

Aunque todo lo dem�s se ofenda en ti, yo no me ofender�. Sin duda, Juan no ha mencionado este dicho; pero su narraci�n est� en constante relaci�n con la de los sin�pticos. Se cita s�lo como curiosidad recordada la interpretaci�n que hace de la palabra �stos el objeto de amas t� , y que la remite a los aperos de pesca o al pez: ��Me amas m�s que a tu antigua profesi�n?� Pedro, con la humildad que impone el recuerdo de su ca�da, al principio en su respuesta rechaza estas �ltimas palabras: m�s que estas; luego sustituye el t�rmino ??????, amar en el sentido m�s elevado y espiritual de la palabra, amar con el amor de la reverencia, el t�rmino ??????,apreciar , amar en el sentido de apego personal.

Piensa que puede atribuirse sin presunci�n este �ltimo sentimiento; y, sin embargo, no lo hace sin expresar cierta desconfianza en s� mismo y sin buscar la garant�a del testimonio de su coraz�n, al que ya no se atreve a confiar, en el conocimiento infalible del coraz�n de los hombres, que ahora atribuye a su Maestro. La cuesti�n aqu� no es de omnisciencia en el sentido absoluto de la palabra.

compensaci�n Juan 2:24-25 . Este llamamiento suaviza, como dice Luthardt , el car�cter demasiado decidido que hubiera tenido un simple s� .

Ante esta respuesta, Jes�s le devuelve el cuidado del reba�o. ��l conf�a a los que ama al que lo ama�, dice Luthardt. La expresi�n: los corderos , designa, seg�n algunos, una clase particular de los miembros de la Iglesia, los ni�os y los principiantes; pero todo el reba�o, en el punto en que estaban las cosas entonces, se compon�a s�lo de los que eran principiantes y d�biles.

Este dicho nos recuerda lo que Jes�s hab�a dirigido a Pedro antes de su ca�da: �Cuando seas restaurado, fortalece a tus hermanos� ( Lucas 22:32 ). Los corderos son, pues, todo el reba�o de fieles, ap�stoles y simples creyentes. El t�rmino alimentar , ???????, causar alimentar , denota el cuidado de un reba�o desde el punto de vista de la alimentaci�n. Esta funci�n, en sentido espiritual, implica una simpat�a interior que s�lo puede brotar del amor.

Versículos 15-23

II. Pedro y Juan: Juan 21:15-23 .

Pedro: Juan 21:15-19 a. La siguiente conversaci�n completa la escena anterior con la reinstalaci�n expresa de San Pedro no s�lo en el oficio apost�lico, sino en la direcci�n de la empresa y obra apost�lica. Sin duda Jes�s le hab�a anunciado el perd�n de su pecado en la aparici�n especial que le hab�a concedido ( Lucas 24:34 , 1 Corintios 15:5 ).

En la aparici�n a los disc�pulos en general, Juan 20:21-23 , ya lo hab�a tratado como ap�stol. Pero todav�a no le hab�a restituido la totalidad de su antigua posici�n, de la que su negaci�n le hab�a privado de la de jefe de los ap�stoles. Esto es lo que hace en la primera parte de la siguiente conversaci�n ( Juan 21:15-17 ).

NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.

vv. 15-23. En las palabras dirigidas a Pedro hay dos partes: primero, las que se refieren a su reinstalaci�n en el cargo, como se le puede llamar; y, en segundo lugar, las que se refieren a su muerte.

1. Las palabras que se encuentran en Juan 21:15-17 introducen el asunto de la reinstalaci�n de Pedro al llamar la atenci�n sobre sus anteriores declaraciones de amor, con respecto a las cuales hab�a fallado y ca�do de manera tan notoria. La disponibilidad de Jes�s para perdonar y restaurar se manifiesta aqu� con m�s ternura que en cualquier otro lugar del relato evang�lico.

El pasaje muestra a Jes�s, en este sentido, en su relaci�n con sus propios amigos. Siguiendo las palabras que restauran a Pedro a su lugar y posici�n en la gran obra y el reino, Jes�s pronuncia una palabra de profec�a, en la que proclama, por as� decirlo, a los dos amigos entre los ap�stoles que estaban m�s cerca de �l en Su amor. , y que iban a continuar en la vida durante muchos a�os, como no lo fue James, el futuro que deb�an esperar.

El testimonio de Jes�s consigo mismo, en su relaci�n de amor con el disc�pulo individual, se presenta as� en este cap�tulo adjunto, que por esta caracter�stica, as� como por sus m�ltiples formas de expresi�n, manifiesta un tipo verdaderamente jo�nico.

2. Que la palabra estos (??????) en Juan 21:15 se refiere a los otros disc�pulos, y por lo tanto trae el pensamiento de regreso a la protesta de Pedro en Juan 13:37 , �Mi vida dar� por ti,� y la protesta similar en Marco 14:29 (comp.

Mateo 26:33 ), �Aunque todos se escandalicen, yo no�, es generalmente admitido ahora por los mejores escritores, y no cabe duda de que esta es la opini�n correcta.

3. En cuanto a la distinci�n entre las palabras ?????? y ??????, sin duda se pretende que sea marcada en este lugar. De lo contrario, el uso de las dos palabras dif�cilmente puede explicarse satisfactoriamente. La primera palabra tiene en s� el elemento moral, y es m�s apropiada para expresar la relaci�n del hombre hacia Dios y Cristo, mientras que la segunda se usa aqu� para referirse al afecto de la amistad. Weiss, sin embargo, piensa que la aparici�n de la �ltima palabra en la tercera pregunta hecha por Jes�s a Pedro hace que sea dudoso que se pretenda hacer tal distinci�n.

4. Que la referencia de las palabras prof�ticas de Jes�s respecto al futuro de Pedro es a la manera de su muerte, lo afirma el evangelista, y no hay nada en el lenguaje usado que haga improbable esta referencia en modo alguno. El lenguaje, sin embargo, solo indica muerte por violencia, y no es suficientemente definido para mostrar que Pedro iba a ser crucificado. Los paralelismos de las expresiones son tales que hacen evidente que las palabras extender�s tus manos y otro te ce�ir� forman como un todo el contraste con t� mismo te ce�iste.

El extender las manos, por lo tanto, no sigue al ce�ir o atar, sino que lo precede y es incidental a �l; por lo tanto, debe referirse a la sumisi�n forzosa que corresponde al reo o criminal que es atado y llevado a la ejecuci�n.

5. La palabra ??????? en Juan 21:22-23 es una que presenta alguna dificultad. Es evidente que no puede significar venir por �l en la muerte , porque todos los hombres, tanto Pedro como Juan, se demoran hasta esta venida. No puede referirse a la venida en ya trav�s del Esp�ritu, porque ambos disc�pulos vivir�an m�s all� de ese per�odo.

Por la misma raz�n, no puede significar la devoluci�n por los cuarenta d�as. Estos dos �ltimos hornos tambi�n estaban tan cerca que no se habr�a usado tal expresi�n con respecto a ellos. La referencia ordinaria de la palabra a la Parus�a escapa a estas objeciones; pero como Jes�s parece haber estado libre de cualquier idea de que la Parus�a iba a tener lugar en un futuro pr�ximo, parece haber una especie de extravagancia en la expresi�n, as� explicada, que lleva consigo una cierta improbabilidad.

Este �ltimo punto de vista es el que se nos impone por el uso de la palabra, y, si se adopta, la explicaci�n del significado sugerida por el evangelista es la que debe considerarse correcta, a saber, que el �nfasis est� en el si. Luthardt sostiene que el contraste que hace el evangelista, seg�n afirma, entre la muerte del disc�pulo y su demora hasta la venida de Jes�s, muestra que, en el momento de escribir las palabras, Jes�s ya hab�a venido.

La venida comenz�, seg�n su punto de vista, con el juicio sobre Israel y Jerusal�n. Alford tiene sustancialmente la misma opini�n. Weiss sostiene (ver sus notas sobre Juan 14:3 , Juan 21:22 ) que Jes�s es representado por Juan pensando, como los ap�stoles, que la Parus�a ser�a en un futuro cercano.

Versículos 16-17

Jes�s le dice de nuevo la segunda vez : Sim�n, hijo de Jona , �me amas? �l le dice: S� , Se�or, t� sabes que te amo. �l le dice: Gu�a a mis ovejas. 17. Le dice la tercera vez: Sim�n, hijo de Jona , �me amas? Pedro se entristeci� porque le hab�a dicho por tercera vez: �Me amas? Y �l le dijo : Se�or, t� sabes todas las cosas, t� sabes que te amo. Jes�s le dice: Apacienta mis ovejas.

Jes�s renueva su pregunta, "para", como dice Weiss , "presionar a Pedro a un examen m�s severo de s� mismo".

Como el: m�s que �stos , hab�a alcanzado su fin, Jes�s ahora perdona al ap�stol; pero persiste en el uso del t�rmino m�s elevado para designar el amor, ??????. Peter, por su parte, no tiene la osad�a de aplicarse tal t�rmino a s� mismo; pero tanto m�s enf�ticamente afirma su amor en el sentido m�s modesto de la palabra ??????, y apelando de nuevo a la mirada escrutadora del Se�or.

Con esta condici�n, Jes�s le conf�a de nuevo su reba�o, pero con dos diferencias caracter�sticas. Sustituye la palabra ???????, alimentar , que se refiere especialmente a la ense�anza colectiva o privada por la palabra, por el t�rmino ??????????, conducir , t�rmino que denota m�s bien el gobierno de la Iglesia en su conjunto. Seg�n el Vaticano y Ephrem MSS.

, �l usa aqu� el t�rmino ????????, propiamente hablando ovejita , oveja amada, en lugar de ???????, oveja. Y esta lectura puede ser la verdadera; pues, aunque expresa una sombra de debilidad, como la palabra lambs , esta palabra denota un estado m�s avanzado, y forma la transici�n al t�rmino oveja , ???????, en la tercera fase de la conversaci�n.

Finalmente, la tercera pregunta ya no deja ninguna duda a Pedro respecto al hecho humillante que el Se�or quiere recordarle, y este recuerdo lo afecta tanto m�s dolorosamente cuanto que Jes�s esta vez sustituye el t�rmino ??????, como el mismo Pedro hab�a hecho desde el principio, el t�rmino ??????, por el cual �l parece cuestionar incluso el apego a un orden inferior que el ap�stol hab�a reclamado modestamente para s� mismo.

Peter siente que la punta de la espada penetra en lo vivo. Esta vez suprime el s� , expresi�n de su conciencia personal, y se limita a apelar a�n m�s humildemente a la mirada penetrante del Se�or:

�� T� sabes todas las cosas! Es bajo esta mirada de omnisciencia que se coloca, como diciendo: "�Mira por ti mismo si no te amo!" Esta apelaci�n al conocimiento superior de Jes�s brota del doloroso sentimiento de las grandes ilusiones que se hab�a hecho con respecto a s� mismo ( Weiss ). Tres manuscritos antiguos dicen aqu� (como lo hacen dos de ellos arriba) ????????; pero �no es probable que los copistas, sin aprehender los matices del significado, repitieran err�neamente este diminutivo, y que Jes�s dijera esta vez ???????, ovejas m�as , que denota de nuevo todo el reba�o, pero considerado como en la condici�n normal? Jes�s retoma el t�rmino alimentar, por lo que da a entender a Pedro que el gobierno general de la Iglesia no es impedir que el pastor se ocupe de la instrucci�n individual y colectiva de los miembros de su grey.

Hechos 20:31 muestra claramente que as� entendieron los ap�stoles su santa comisi�n. El pasaje 1Pe 5,1-4 parece ser un eco de estas palabras de Jes�s dirigidas al autor de esa ep�stola. Westcott establece correctamente con �nfasis el pronombre repetido tres veces ??? ( mi ). El Se�or no renuncia a su derecho de propiedad en aquellos que conf�a a sus siervos. � Oves meas pasce �, dice Agust�n, � sicut meas, non sicut tuas.

Despu�s de haberle restituido a Pedro su antiguo puesto de gobierno, Jes�s le anuncia, Juan 21:18-19 , cu�l ser� el fin de su ministerio. La conexi�n entre esta nueva idea y el di�logo precedente es f�cil de aprehender. Pedro aprende de qu� manera le ser� dado testimoniar a su Maestro el amor que acaba de hacer profesi�n, y as� borrar completamente su negaci�n.

Versículos 17-25

NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.

vv. 17-30.

1. El t�tulo que se coloc� sobre la cruz fue, seg�n Mateo, Este es Jes�s, el Rey de los jud�os; seg�n Marcos, El Rey de los Jud�os; seg�n Lucas, Este es el Rey de los jud�os; seg�n Juan, Jes�s de Nazaret, el Rey de los jud�os. Las semejanzas y variaciones en estas formas dadas por los cuatro evangelistas son indicativas del car�cter de sus escritos, y sugerentes en cuanto al punto de vista que se debe tener con respecto a la relaci�n de la gu�a Divina con las palabras de los escritores. Que todos los evangelistas conoc�an el hecho sustancial en el caso est� fuera de toda duda.

2. El hecho de que Pilato hizo que se escribiera el t�tulo, y las palabras que se cruzaron entre �l y los jud�os en Juan 21:21-22 , son detalles de la historia registrada solo por Juan, en consistencia con su relato m�s gr�fico del todo el asunto. La manifestaci�n viva del car�cter de Pilato aparece incluso al final de la historia, en el t�tulo que escribi�, y especialmente en las palabras: �Lo que he escrito, lo he escrito.

Estas palabras exhiben el tipo de aparente audacia y decisi�n que a hombres como �l les parece ser una verdadera afirmaci�n de s� mismos y verdaderamente valerosos, a pesar de ceder a la presi�n de la parte hostil en el �nico punto vital.

3. El registro de las dos escenas que siguen tiene la intenci�n, no improbable, de traer ante el lector el mismo contraste en la escena de la crucifixi�n que se presenta en otras partes de este Evangelio. Los soldados, como representantes de aquellos a quienes las palabras y obras de Jes�s no hab�an hecho ninguna impresi�n, aparecen actuando con la dureza y brutalidad de los hombres vulgares que tratan con un criminal, y apropi�ndose de lo que la ley les permite. , sin simpat�a.

La explicaci�n de la cl�usula ??? en Juan 21:24 es la misma que se ha mencionado en otros casos, a saber, que los escritores del Nuevo Testamento vieron en Cristo el significado y fin de todo el Antiguo Testamento, y en vista de esto, llev� el cumplimiento de este �ltimo a todas sus partes, dondequiera que �stas correspondieran con las experiencias de Cristo.

4. La referencia al cumplimiento del pasaje del Antiguo Testamento indica que, a juicio del evangelista, la acci�n de estos soldados era, aunque inconscientemente por su parte, un testimonio de la Mesianidad de Jes�s. As�, la historia se introduce dentro del plan del Evangelio en materia de prueba o (en el sentido m�s amplio de esa palabra) de ??????, como tambi�n se introduce, como ya se ha se�alado, en relaci�n con la cuesti�n de la creencia y la incredulidad.

5. La pregunta de si se mencionan tres o cuatro mujeres en Juan 21:25 es una que no puede ser contestada de manera decisiva por ninguna de las partes. Que hubiera cuatro, sin embargo, es la opini�n m�s probable. Esta opini�n se ve favorecida por las siguientes consideraciones:

( a ) El hecho de que Jes�s entreg� Su madre a Juan, y que la casa de Juan se convirti� en su hogar, se explica m�s f�cilmente si la madre de Juan era la hermana de la madre de Jes�s.

( b ) La madre de Juan estaba presente en la escena de la crucifixi�n, seg�n Marco 15:40 y Mateo 27:56 , con Mar�a Magdalena y Mar�a la esposa de Alfeo (Klopas). Como estaba asociada con estas mujeres en una parte de la escena, es muy probable que tambi�n haya estado con ellas durante toda la escena.

Sin embargo, si ella estaba presente en el momento al que se alude en Juan 21:25 , no parece haber raz�n por la que Juan deba omitir toda referencia a ella. Ser�a m�s bien conforme a su costumbre al hablar de s� mismo y de su familia, hasta donde podemos juzgar, mencionar o aludir a su presencia, omitiendo su nombre. Esto ser�a lo que hace aqu�, siempre que sea ella la designada como hermana de la madre de Jes�s.

( c ) Si sostenemos que Salom� estaba en esta relaci�n con la madre de Jes�s, la petici�n que ella hace en Mateo 20:20 ss. se explica de la manera m�s satisfactoria.

( d ) La suposici�n de que Salom� era la hermana de la madre de Jes�s nos libera de la dificultad de suponer que dos hermanas ten�an el nombre de Mar�a. La �nica objeci�n a este punto de vista que tiene alg�n peso especial es la que se deriva de la total ausencia en otros lugares de los Evangelios de cualquier alusi�n clara a la existencia de tal relaci�n. Debe admitirse que esta objeci�n es algo seria, pero puede cuestionarse si puede, de alguna manera, desequilibrar los argumentos que se acaban de presentar.

6. El encomendamiento de Mar�a al cuidado de Juan no puede explicarse simplemente por el hecho de que �l era su sobrino, porque ella ten�a hijos propios, o hijos de su marido por un matrimonio anterior, que viv�an con ella, y estos hijos pronto se convertir�an en creyentes. La relaci�n de Juan como sobrino hace que tal acto de parte de Jes�s sea m�s natural de lo que ser�a de otro modo, pero debe haber algo m�s que esto en el caso.

Debe haber habido un levantamiento por encima de todas las relaciones terrenales (ver Vol. I., p. 510). La historia se convierte as� en una evidencia de la experiencia viva del escritor, y entra en su plan como una de las cosas que marcaron el progreso de su vida interior. Les cuenta a sus lectores este hecho que pertenec�a a su propia amistad con Jes�s, creyendo que dar�a testimonio de lo que Jes�s era en su uni�n con las almas individuales, y as� tender�a a llevarlos a buscar la vida en y con �l.

7. Las palabras �a fin de que se cumpla la Escritura� deben tomarse, seg�n Meyer, en relaci�n con la cl�usula anterior, �que todas las cosas ya est�n consumadas�, pero Weiss ed. Mey. est� de acuerdo con Godet en relacionarlos con ?????, ????. La �ltima opini�n es probablemente, aunque no ciertamente, la correcta.

8. Meyer sostiene que las palabras de Lucas 23:46 , �Padre, en tus manos encomiendo mi Esp�ritu�, pertenecen a �las representaciones ampliadas de la tradici�n�. Pero dif�cilmente puede considerarse inconsistente con las probabilidades del caso que Jes�s deber�a haber acompa�ado la palabra �Consumado es�, registrada en Juan, con estas palabras adicionales dirigidas a Su Padre.

Versículos 18-21

vv. 18, 19a . � De cierto, de cierto te digo, que cuando eras m�s joven, te ce��as, y andabas por donde quer�as; pero cuando hayas envejecido, extender�s tus manos, y otro te ce�ir�, y te llevar� a donde no quieras. 19a. Al hablar as�, dio a entender con qu� muerte deb�a glorificar a Dios.

La forma ????, ????, de cierto, de cierto , pertenece exclusivamente a Juan. Es necesario, en efecto, notar, en el vers�culo siguiente, la correspondencia entre los tres miembros de las dos proposiciones. Al: eras m�s joven , responde el: cuando hayas envejecido. Pedro, por lo tanto, debe haber estado en ese momento en el per�odo intermedio entre la juventud y la vejez. Esto concuerda con el hecho de que �l ya estaba casado alg�n tiempo antes de esto ( Lucas 4:38 ).

Se sit�a entre los movimientos espont�neos del joven ( t� eras ) y la grave pasividad del anciano ( t� ser�s ). S�lo este �ltimo recibir� de las circunstancias un car�cter a�n m�s grave de lo que ordinariamente es el caso.

A las palabras: t� mismo te ce�iste , las palabras: extender�s tus manos y otro te ce�ir� , corresponden. Es imposible aplicar estas palabras, como han hecho tantos int�rpretes (varios Padres, Tholuck, de Wette, Baumlein, etc.), al acto de extender los brazos sobre la cruz para la crucifixi�n. �C�mo debe preceder este punto a los siguientes, que representan al ap�stol conducido al lugar del castigo? Es m�s bien, como dice Reuss , el gesto de la pasividad frente a la violencia.

Este ce�ido ser� la cadena del malhechor; borrador Hechos 21:11 . En esta palabra se ha encontrado la aniquilaci�n de la voluntad propia, el rasgo dominante en el car�cter natural de Pedro. Pero el despojo de s� mismo comenz� para �l mucho antes del per�odo de la vejez.

Finalmente, a las palabras: Y anduviste por donde quisiste , el �ltimo punto se opone: � Y �l te llevar� a donde no quisiste. Este t�rmino se referir�a aqu� a la repugnancia del coraz�n natural al sufrimiento. Seg�n Bleek , la palabra otro designa al mismo Jes�s. Pero esta explicaci�n est� conectada con el sentido puramente moral, falsamente adscrito a las palabras precedentes: ??????, llevar , m�s enf�tico que ?????, conducir ( Marco 15:22 ).

El t�rmino: por qu� muerte , se refiere a la muerte por martirio en general, y no especialmente, como piensa Reuss , a la pena de crucifixi�n; excluye la idea de una muerte natural. El autor habla de la muerte de Pedro como de un hecho conocido por los lectores. Esto hab�a ocurrido, seg�n la mayor�a de las autoridades, en julio de 64; seg�n otros, uno o dos a�os despu�s. La expresi�n glorificar a Dios , utilizada para designar el martirio, entr� en la terminolog�a eclesi�stica posterior; lo encontramos aqu� en su frescura original.

La frase ????? ?? ????? ???????? es especialmente jo�nica, as� como la ???? ?????? que sigue; borrador Juan 12:33 .

vv. 19b-21 . Esta conversaci�n se relaciona con el futuro de Juan, como la anterior al futuro de Pedro.

vv. 19b-21. Habiendo dicho esto, le dice: S�gueme. 20. Y Pedro, volvi�ndose, ve que lo sigue el disc�pulo a quien Jes�s amaba ( el que se reclin� sobre el pecho de Jes�s en la cena y dijo : Se�or , �qui�n es el que te entrega? ). 21. Pedro, al verlo , dice a Jes�s: Se�or, y a este hombre, �qu� le suceder�? Muy diversos significados se le han dado al comando: S�gueme.

Paulus lo entendi� en el sentido m�s literal: �S�gueme hasta el lugar adonde te voy a llevar, para que pueda conversar contigo a solas�. Y este es tambi�n el sentido m�s natural, como reconocen Tholuck, Weiss (hasta cierto punto) y Westcott . Cris�stomo y Baumlein entienden: �S�gueme en el trabajo activo del ministerio apost�lico�. Meyer: �S�gueme en el camino del martirio, donde mi ejemplo te lleve.

Luthardt: " S�gueme en ese mundo invisible en el que ya he entrado, y al que te llevar� el martirio". Pero las siguientes palabras: � Pedro, d�ndose la vuelta�, prueban que se trata realmente de una partida de Pedro con Jes�s, una partida que ha comenzado a tener lugar y, en consecuencia, hablan a favor del sentido literal de la palabra seguir. Este sentido es, adem�s, el de esta misma palabra (????????????) en el verso siguiente.

Despu�s de haberle anunciado a Pedro su martirio, Jes�s comienza a alejarse, pidi�ndole a Pedro que lo siga. Juan, al ver esto, los sigue, sin haber sido expresamente invitado; se siente autorizado a hacerlo por sus relaciones �ntimas con Jes�s. Keil objeta que Jes�s desaparece milagrosamente, y no se va as� de pie. Pero si ten�a una conversaci�n que mantener en privado con Pedro, �por qu� no pod�a haberse retirado un momento con �l? Sin embargo, de esto no se sigue que el significado del mandato: S�gueme , sea puramente exterior.

Est� claro que, con este primer paso, Pedro entra en ese camino de obediencia a Jes�s que lo llevar� al tr�gico final de su apostolado. Es as� que el sentido superior se conecta naturalmente con el inferior, como en Juan 1:44 . Este simbolismo forma la base de todo el Evangelio de Juan.

�Cu�l podr�a ser el objeto de la conversaci�n privada que Jes�s deseaba tener con Pedro? Es posible que se propusiera darle las instrucciones necesarias para convocar a aquellos pocos cientos de creyentes galileos a quienes deseaba manifestarse personalmente antes de retirar por completo su presencia visible de la tierra ( 1 Corintios 15:6 ).

Mateo se expresa as�, Mateo 28:16 , al hablar de esta asamblea tan numerosa: �en el monte que Jes�s les hab�a se�alado. �Hab�a, entonces, un comando definido, un lugar de reuni�n asignado con una hora designada. Todo esto implica una comunicaci�n; y si Pedro lo recibi� en este momento, fue su reinstalaci�n de facto en aquella funci�n de gu�a del reba�o que le acababa de restituir de jure.

La palabra dar la vuelta nos recuerda a Juan 20:14 ; Juan 20:16 ; es una forma totalmente jo�nica.

Juan sigui� a Jes�s y Pedro; con que derecho Esto es sin duda lo que pretenden explicar las dos frases descriptivas con las que se le caracteriza: Aquel a quien amaba Jes�s , y: Aquel que se reclin� sobre el pecho de Jes�s y le dijo ... El que hab�a gozado de tal grado de intimidad con el Maestro sab�a bien que nada pod�a ocurrir entre Jes�s y Pedro que deb�a permanecer en secreto para �l.

Esta frase no es, por tanto, un paneg�rico infundado de Juan, lo que contradice el origen juaniano de la narraci�n. El ??? despu�s de ??, �quien tambi�n �, pone de manifiesto la relaci�n entre esta intimidad excepcional y su car�cter de disc�pulo amado.

El motivo de la pregunta de Pedro, Juan 21:21 , fue, no s�lo seg�n la escuela de Tubinga, sino tambi�n seg�n hombres como Olshausen, Lucke, Meyer, Baumlein, un sentimiento de celos con respecto a Juan. �Se puede atribuir a un hombre a quien Jes�s acaba de confiar sus ovejas un car�cter de tan poca nobleza? "�Si voy a sufrir el martirio, espero que �l tampoco escape!" Pedro y Juan estaban, por el contrario, �ntimamente unidos y verdaderamente se amaban ( Juan 21:7 ).

El primero, con su naturaleza varonil, sent�a por el segundo, que era m�s t�mido y sensible, lo que un hermano mayor siente por su tierno y delicado hermano menor. Es la simpat�a la que inspira la pregunta: �Y �ste, qu� le suceder�? Es natural que la emoci�n suscitada en el alma de Pedro por el anuncio de su propio final tr�gico se exprese en su coraz�n con este pensamiento: ���ste tambi�n debe pasar por esta experiencia?�.

Versículos 22-23

Jes�s le dice: Si quiero que se quede hasta que yo venga, �qu� a ti? �S�gueme! 23. Por lo tanto, se difundi� la noticia entre los hermanos de que este disc�pulo no deb�a morir; pero Jes�s no le dijo que no muriera, sino: Si quiero, que se quede hasta que yo venga.

Esta pregunta de Pedro, aunque brotaba de un sentimiento afectivo, ten�a algo de indiscreto; esto le hace sentir el Se�or con las palabras: �Qu� a ti? La venida del Se�or , en el cuarto Evangelio (cap. 14-16), denota Su venida en el Esp�ritu , desde el d�a de Pentecost�s. Este significado no es aplicable aqu�, ya que Pedro, al igual que Juan, estuvo presente en ese evento.

En el pasaje Juan 14:3 , la expresi�n �la venida� de Jes�s incluye, adem�s de Su regreso en el Esp�ritu, la muerte de los ap�stoles. Esta aplicaci�n se ha intentado aqu�, en el sentido de que Jes�s prever�a para Juan una muerte suave y natural al final de una larga carrera apost�lica, en contraste con el martirio de Pedro.

Esta, o casi esta, es la opini�n de Grotius, Olshausen, Weitzel y Ewald. Pero, �podr�a el Se�or querer decir que �l regresa s�lo por aquellos de Sus seguidores que mueren de muerte natural, y no por aquellos que perecen de muerte violenta? Esta ser�a una idea extra�a, incluso absurda, que se contradice con la historia de la muerte de Esteban. Como la venida del Se�or denota en los Sin�pticos y con el mismo Juan (1Jn 2:28; 1Jn 3:2) el regreso glorioso de Jes�s al final de la econom�a actual, Meyer, Reuss, Weiss y otros aplican aqu� este sentido: �Si quiero que se quede hasta mi parus�a.

As� fue como interpretaron este dicho los contempor�neos de Juan, hasta el momento de su muerte; pues s�lo as� podemos entender la inferencia que de ello sacaron, que no morir�a, es decir, que pertenecer�a a esa compa��a de creyentes que, estando vivos en el momento de la Parus�a, no resucitar�n. , pero traducido ( 1 Corintios 15:51 ).

Esta explicaci�n era tanto m�s natural en ese per�odo, cuanto que se cre�a en la cercan�a de la Parus�a. Continu� incluso despu�s de la muerte de Juan, en la forma de la leyenda popular, seg�n la cual se dice que Juan se acost� en su tumba y durmi� all� hasta el regreso de Cristo, o en la leyenda griega, seg�n la cual se dice que Juan resucit� inmediatamente despu�s de su muerte y reaparecer�a con los dos testigos del Apocalipsis para sostener a la Iglesia en su �ltima lucha contra el Anticristo.

Pero, dejando de lado estas leyendas, si se acepta este punto de vista, se debe sostener resueltamente, con Weiss , que Jes�s comparti� el error de sus contempor�neos en relaci�n con la cercan�a de su regreso, lo que contradir�a absolutamente los documentos sin�pticos (ver mi Comentario on the Gospel of Luke, Vol. II., pp. 325, 336), o recurrir, con Meyer , a la forma hipot�tica de las palabras de Jes�s: Si quiero , lo cual no es menos inadmisible, porque Jes�s no podr�a haber presentado como posible (con la condici�n de su benepl�cito) una cosa que era imposible.

Prometi�, seg�n otros ( Lange, Luthardt , etc.), la preservaci�n de la vida de Juan hasta el gran juicio de la ca�da de Jerusal�n, que bien puede llamarse el primer acto de la Venida de Cristo; borrador Mateo 10:23 : �Te digo que no habr�s recorrido las ciudades de Israel, hasta que venga el Hijo del hombre;� y Mateo 26:64 : � Desde ahora ver�is al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo.

Pedro no vio esta gran manifestaci�n del Cristo glorificado, pero Juan sobrevivi�. S�, objeta Weiss , pero demasiado largo para esta explicaci�n. Pero el tiempo que a�n vivi� Juan despu�s de este evento tiene poca importancia. Porque el hasta no tiene nada de exclusivo. De todas estas visiones propuestas, esta nos parecer�a la menos improbable. Tambi�n se ha intentado aplicar este dicho a la visi�n apocal�ptica, que Jes�s aqu� prometi� a Juan ( Bengel, Hengstenberg ); o se ha buscado en �l una prueba a favor de la necesidad del apostolado hasta el fin de los tiempos ( Thiersch ); Schelling (comp.

Bonnet ) vio en �l la promesa del per�odo juanino que, sucediendo al de Pedro (la Edad Media) y al de Pablo (la Reforma), cerrar�a el desarrollo terrenal de la Iglesia.

Ya he observado antes que, as� como la �poca primitiva de la humanidad tuvo su Enoc y la �poca teocr�tica su El�as, la �poca cristiana bien podr�a tener tambi�n a su l�der liberado de la muerte. Y he preguntado si Juan no podr�a acompa�ar de manera misteriosa el progreso de la Iglesia en la tierra, como en la escena de la corriente de los peces acompa�� a la orilla la barca que Pedro abandon� repentinamente. Evidentemente, uno plantea tal pregunta s�lo cuando no est� completamente satisfecho con ninguna de las soluciones que se presentan de manera m�s natural.

Desde este punto se nos descubre la unidad del cap. 21. El fundamento de toda la escena es la corriente milagrosa de los peces, que tipifica el futuro del ministerio cristiano, en general. Sobre este fundamento se levantan los dos relatos especiales, que tienen relaci�n con la parte y el destino de los dos ap�stoles principales Pedro, que abandonar� repentinamente la barca de la Iglesia por la muerte violenta del martirio, y Juan, que la acompa�ar� hasta el final. costa.

Despu�s de este dicho relativo a Juan, Jes�s vuelve a invitar a Pedro a seguirlo para recibir sus �rdenes y retomar, desde ese momento, el servicio activo del ministerio y de la direcci�n del apostolado, temporalmente interrumpido. El ??, t� , que Jes�s hace prominente aqu� (comp�rese la diferencia en Juan 21:19 ), contrasta a Pedro con Juan: � T� piensas en lo que te mando , y dejas a Dios sus propios secretos.

Las autoridades alejandrinas colocan el ???, me , antes del verbo, lo que le dar�a un �nfasis especial: ��Oc�pate de m� y de ning�n otro!�. Esto me parece forzado. El autor, sin indicar en Juan 21:23 el sentido de la palabra de Jes�s, que tal vez �l mismo no sabe, se contenta con corregir el malentendido que se relacionaba con ella.

Las �ltimas palabras: �qu� es para ti? no son indispensables, y es posible que la lectura del manuscrito sina�tico , que los omite, sea la verdadera. El presente ??? ??????????, no muere , es el de la idea. Sentimos que el autor reproduce este ?????, este dicho , tal como se repet�a en la Iglesia en el mismo momento en que escrib�a.

� A qui�n debemos atribuir la redacci�n de este suplemento? El sello del estilo y la manera de Juan est� tan impreso de un extremo al otro, que s�lo hay dos alternativas: o un hombre que vive en una asociaci�n habitual con el ap�stol redact� esta narraci�n, despu�s de haberla o�do muchas veces de sus labios. , o el propio Juan lo redact�. Entre estas dos suposiciones, la elecci�n es de poca importancia.

A favor del segundo puede alegarse: 1. El �ltimo lugar asignado a los dos hijos de Zebedeo entre los ap�stoles nombrados en Juan 21:1 ; Juan 2 . La forma tan delicada en que se dan los matices m�s finos de la conversaci�n entre Jes�s y Pedro. Por lo primero se puede instar: 1.

El uso de algunos t�rminos que no se encuentran nuevamente en los escritos de Juan 2 . La relaci�n entre Juan 21:23 y Juan 21:24 , que f�cilmente nos lleva a considerar al que escribi� Juan 21:23 como uno de los que dicen: Sabemos , en Juan 21:24 ; tal vez, tambi�n, como el que habla en primera persona del singular en Juan 21:25 .

Baur y una parte de su escuela han visto en la redacci�n y adici�n de este ap�ndice una maniobra destinada a exaltar a Juan, el ap�stol de Asia Menor, por encima de Pedro, el patr�n de la Iglesia de Roma. Pero es precisamente Pedro quien se destaca en esta historia (comp. Juan 21:1 ; Juan 21:11 ; Juan 21:15-17 ; Juan 21:19 ; Juan 21:22 ).

Entonces Koestlin y Volkmar dieron un giro completo y afirmaron que, contrariamente a la intenci�n de todo el Evangelio, este cap�tulo es una adici�n romana dise�ada para hacer prominente a Pedro, a quien el autor del cuarto Evangelio hab�a tratado constantemente de despreciar. Reuss se expresa con m�s circunspecci�n: el autor deseaba restablecer la consideraci�n por Peter, comprometida por su negaci�n.

Las dos primeras suposiciones se contrarrestan. La tercera convendr�a m�s al fin que Jes�s se propon�a en la escena misma que al designio que presid�a su redacci�n.

Versículos 24-25

Conclusi�n del Ap�ndice: Juan 21:24-25 .

vv. 24, 25. � Este es el disc�pulo que da testimonio de estas cosas y que las escribi�; y sabemos que su testimonio es verdadero. 25. Hay tambi�n muchas otras cosas que hizo Jes�s; y si se escribieran en detalle, no creo que el mundo mismo pudiera contener los libros que se escribir�an.

Esta posdata atestigua dos cosas: 1. La composici�n del Evangelio por el ap�stol Juan ( Juan 21:24 ); 2. La riqueza infinita de la historia evang�lica, que no se dejaba encerrar en ninguna palabra escrita, cualquiera que fuera su extensi�n ( Juan 21:25 ).

Hay tres opiniones muy diferentes con respecto al origen de estos dos vers�culos. Algunos ( Hengstenberg, Weitzel, Hoelemann, Hilgenfeld , etc.) los atribuyen ambos al autor del cap. 21, quien es al mismo tiempo el autor de todo el libro, ya sea el ap�stol Juan (los primeros tres) o un pseudo-Juan (Hilgenfeld). As� Lange y Schaff , que atribuyen �nicamente las palabras: � Y sabemos que su testimonio es verdadero �, a otra parte.

Meyer, Tischendorf , etc., atribuyen Juan 21:24 al autor del todo, pero ven en Juan 21:25 una interpolaci�n posterior. El tercero ( Tholuck, Luthardt, Keil ) considera que Juan 21:24-25 fue agregado por una mano diferente a la de Juan, el autor de todo el cap. 21. De Wette, Lucke, Weiss las atribuyen tambi�n al autor del ap�ndice, pero sin admitir que sea el ap�stol.

El pronombre ?????, �l , s�lo puede referirse al disc�pulo a quien Jes�s amaba ( Juan 21:23 ), y los pronombres ?????? y ?????, estas cosas , s�lo al contenido de todo el libro. Pues el ap�ndice solo ( Juan 21:1-23 ) no tendr�a suficiente importancia para ocasionar tal declaraci�n.

Incluso se puede preguntar si el cap. 21 est� incluido en la expresi�n: estas cosas en este caso tambi�n deber�amos tener en Juan 21:24 el testimonio del origen juanino de este cap�tulo o si no es m�s bien el autor mismo de este cap. 21, que concluye el ap�ndice dando testimonio del origen juaniano del Evangelio propiamente dicho.

Esta segunda opini�n me parece m�s probable; porque, como hemos visto, la conexi�n de Juan 21:23-24 es tan estrecha que es dif�cil no atribuirlos a la misma pluma.

As� como la conclusi�n Juan 20:30-31 terminaba el Evangelio, as� esta nueva conclusi�n, imitaci�n de la anterior, cierra toda la obra, completada por el ap�ndice. El autor de esta posdata dice del disc�pulo amado, que es �l quien da testimonio (? ????????) de los hechos relatados y quien los escribi� (? ??????).

Si no sostenemos que aqu� hay una impostura pura y simple, debemos reconocer que �esta declaraci�n, que es tan precisa, excluye toda posibilidad de una composici�n meramente indirecta por parte del ap�stol Juan�. As� se expresa Weiss en respuesta a Weizs�cker y Hase; a�adimos: ya Reuss. Este �ltimo piensa que los redactores de este suplemento (los que dicen: � sabemos �) pueden haber actuado de buena fe al atribuir err�neamente la redacci�n del Evangelio al ap�stol Juan.

A cierta distancia pueden haberse equivocado en la distinci�n que el propio autor hab�a hecho expresamente entre su persona y la del ap�stol testigo en el pasaje Juan 19:35 (Theol . joh. , p.

105). Pero Reuss se entrega aqu� a una amable ilusi�n. Al afirmar la redacci�n juaniana del Evangelio, estos hombres se presentan como personas que conocen el estado de las cosas, que incluso conocen personalmente al ap�stol (ver m�s abajo); por lo tanto, un error involuntario es imposible. Dicen: qui�n testifica y qui�n escribi�. El presente testifica se refiere, seg�n la mayor�a ( Weiss, Keil , etc.

), a la permanencia del testimonio en este escrito compuesto por Juan. Pero en este caso el ep�teto ? ????????, que testifica , deber�a haber sido colocado despu�s de ? ??????: � que escribi� , y que as� testifica en la Iglesia de manera duradera�. Pero la prioridad de las palabras quien testifica y el contraste entre este participio presente y el participio pasado que le sigue no permiten otro significado que: �quien testifica en el presente, todav�a en esta hora� ( Meyer, Luthardt , etc.

). Esta posdata fue a�adida, por tanto, en vida del ap�stol, � Johanne adhuc in corpore constituto �, como dice un manuscrito del Vaticano, citando a Pap�as (Tischendorf: Wann wurden uns. Ev. verf. , p. 119); lo cual concuerda con el dise�o del ap�ndice. �Qui�n, m�s que Juan, deber�a haber estado ansioso de que se corrigiera el significado de la palabra que el Se�or hab�a dicho con respecto a �l?

El verbo ???????, lo sabemos , no puede tener como sujeto al propio Juan, ni solo, como dir�a Cris�stomo , leyendo ???? ???, lo s� indudablemente , ni en compa��a de las personas que le rodean ( Weitzel ), ni tampoco de los lectores ( Meyer ). S�lo puede ser una pluralidad de individuos fuera de los cuales se encuentra el mismo Juan. �Quien entonces? El Fragmento de Muratori pone en escena al ap�stol Andr�s y otros ap�stoles (quiz�s Felipe) que viv�an en Asia en ese momento, y luego a los obispos de �feso.

Si se trata de ap�stoles, el sabemos significa: que, conociendo por s� mismos los hechos relatados, pueden dar testimonio de su exactitud; �recognoscentibus cunctis�, dice el mismo Fragmento. Pero si este nosotros designa a los cristianos que rodearon a Juan en �feso, este �sabemos� significa que, habiendo vivido personalmente con Juan, conocen su sinceridad y lo declaran incapaz de relatar nada falso.

No hay nada que nos impida unir en el nosotros estas dos clases de personas, en cuyo n�mero se encuentran tambi�n Aristion y el presb�tero Juan, de quien habla Pap�as. Las personas que hablan as� eran en todo caso los depositarios en cuyas manos el ap�stol hab�a puesto su obra y que hab�an recibido de �l el encargo de publicarla en el momento adecuado. Fue en el desempe�o de esta comisi�n que agregaron, sin duda, el ap�ndice del cap.

21, y luego le pusieron el testimonio de Juan 21:24 . Quiz�s se hizo necesario en su opini�n por las notables diferencias que exist�an entre la historia de Juan y las narraciones sin�pticas que ya estaban difundidas en la Iglesia.

Juan 21:25 viene de la misma pluralidad de testigos? Tres indicios nos impiden pensar as�:

1. La forma gramatical y sint�ctica es m�s complicada que la de Juan 21:24 ;

2. El singular ?????, creo , contrasta con el plural ???????, sabemos.

Finalmente, 3. La exageraci�n, no sin �nfasis, que caracteriza este vers�culo contrasta con la simple gravedad de Juan 21:24 .

Por otro lado, no tenemos derecho a concluir de esto que este verso fue interpolado en un momento posterior a la publicaci�n, como piensan Meyer y Tischendorf . Es cierto que el manuscrito sina�tico . lo omite, pero este MS. est� sola en este caso, y sabemos c�mo abunda en omisiones e imprecisiones. Podemos suponer, adem�s, una omisi�n intencional ocasionada por la extra�a hip�rbole que distingue este verso.

Como no falta en ning�n otro lugar, es probable que, como en Juan 21:24 , se haya agregado al Evangelio en el momento de su publicaci�n. Probablemente sea una adici�n personal procedente de uno de los amigos de Juan, quien, en compa��a de todos sus asociados, hab�a redactado el vers�culo 24. Luego a�adi�, de su propio impulso, Juan 21:25 .

De ah� el cambio de la primera persona del plural a la primera del singular, cosa que prueba su buena fe. De ah� tambi�n puede provenir, quiz�s, la diferencia de estilo entre estos dos versos. El tono de este �ltimo no carece de cierta semejanza con el de las enf�ticas descripciones de Pap�as, en su descripci�n del reinado milenario, o en su historia de la muerte de Judas, y uno podr�a estar tentado de encontrar en el anciano obispo de Hier�polis. el sujeto del verbo: pienso.

Aqu� puede estar la verdad relativa a aquella extra�a nota en el manuscrito del Vaticano que acabamos de citar, seg�n la cual Pap�as fue el secretario de Juan en la redacci�n de su Evangelio. En todo caso, el autor de este vers�culo quiere decir que, si este Evangelio es toda la verdad ( Juan 21:24 ), no es toda la verdad.

Y al hablar as�, el objeto de su entusiasmo evidentemente no es el ap�stol y su escrito, sino el Maestro y su obra. Una narraci�n evang�lica completa es, en su opini�n, una tarea que no puede realizarse debido a la inmensidad de su tema. Expresa este justo y profundo sentimiento por medio de una hip�rbole oriental un tanto extra�a, como la que encontramos constantemente en las cartas de Ignacio, pero cuidando de debilitarla con las palabras: pienso.

Es, en efecto, que lo infinito va inevitablemente m�s all� de lo finito, y que la categor�a del esp�ritu es siempre absolutamente superior a la del espacio. Que se agreguen escritos a los escritos para describir �la gloria del unig�nito Hijo de Dios, lleno de gracia y de verdad�, debe seguirse una de dos cosas: o esta serie de escritos no agota el tema, o, si lo agota , �no estar�n contenidos en el mundo!

De este estudio del cap�tulo veintiuno concluimos: 1. Que la historia, Juan 21:1-23 , viene, si no de la mano, al menos de la narraci�n oral del autor del Evangelio; 2. Que Juan 21:24 es un testimonio emanado de los amigos que le rodeaban y que, despu�s de haberle pedido la composici�n de su obra, la hab�an recibido de �l encomendada para publicarla en el tiempo oportuno; 3.

Que Juan 21:25 procede de la mano de uno de ellos que hab�a redactado la posdata, Juan 21:24 , en nombre de todos; 4. Que la adici�n de este solemne testimonio ( Juan 21:24-25 ) se hizo, tambi�n, en vida del ap�stol.

Despu�s de esto, s�lo resta sostener: o que Juan es el autor y redactor de nuestro Evangelio, como testifican quienes lo publican, o que el autor an�nimo que lo compuso en el siglo II (despu�s de haberse presentado al mundo en esta narraci�n con todas las caracter�sticas del ap�stol) ha llevado su desverg�enza hasta el punto de hacer que un c�mplice de su fraude la entregue, o m�s bien porque para tal hombre nada es imposible se ha entregado a s� mismo, como si en el nombre de uno o varios de los amigos de Juan, un certificado de su identidad con el ap�stol. Si alguien est� dispuesto a aceptar tal historia, que la acepte. En nuestra opini�n, contiene su propia refutaci�n.

La obra, cuyo estudio cerramos, traza la realizaci�n de un ideal que, como hemos observado m�s de una vez, para ser descrito debi� ser contemplado, y para ser contemplado debi� ser vivido. . No es una descripci�n abstracta, como un personaje de La Bruye:re; es un cuadro concreto, detallado, lleno de hechos positivos y precisos, as� como de dichos originales y llenos de actualidad de una verdadera vida humana que es como la transparencia a trav�s de la cual resplandece la vida divina tambi�n sobre nosotros. Todo coraz�n sincero se sentir� siempre tan incapaz de negar este ideal como impotente para crearlo.

NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.

vv. 24, 25. Es digno de notar que la designaci�n m�s plena y completa del disc�pulo que no se menciona por su nombre en ninguna parte de este Evangelio se da en este lugar, y esto es seguido inmediatamente por las palabras: "Este es el disc�pulo que escribi� ,� etc. Tenemos, por lo tanto, en este vers�culo la afirmaci�n m�s fuerte de que este disc�pulo es el escritor del libro. Si se insiste en el contraste en los tiempos de los dos participios ?????? y ????????, que presiona Godet, la evidencia de la oraci�n es muy fuerte de que el autor del Evangelio todav�a viv�a cuando se escribi� este vers�culo.

De esta comprensi�n de las palabras se deducir� tambi�n que el verso fue escrito por el autor mismo, design�ndose a s� mismo mediante el uso de la tercera persona como en otros lugares, o por contempor�neos que podr�an decir de su testimonio: "Sabemos que es verdad.� Weiss, sin embargo, afirma que ? ???????? no determina nada en cuanto a esta pregunta, y Westcott dice que es posible que no determine el punto. La posici�n de Westcott puede ser admitida.

Pero el pasaje de Juan 1:15 , al que ambos escritores apelan �Juan da testimonio (????????) y clama (????????), diciendo,� etc., no es del todo paralelo. El perfecto ??????? en ese pasaje puede, no improbablemente, usarse en el sentido del presente (ver Meyer sobre ese vers�culo), y la forma presente proposicional se adapta al car�cter de las declaraciones en el Pr�logo.

Aqu�, sin embargo, hay un contraste natural, como en Juan 19:35 entre ???????????? y ????? ??? ?????, y si hubiera una referencia a un testimonio permanente en el libro, ser�a m�s natural establecerlo poniendo la expresi�n en una forma tal que lo declare claramente, o al menos colocando el participio que habla de testimonio despu�s (en lugar de antes) del que habla de la preparaci�n del libro.

Que el disc�pulo a quien Jes�s amaba era el autor de este Evangelio se prueba sin este pasaje, como hemos visto. Este pasaje s�lo a�ade, a lo sumo, una declaraci�n definida y distinta de lo que est� contenido en otras partes en referencias o declaraciones incidentales, y es sugerido, sobre todo, por la m�ltiple evidencia de su personalidad y su experiencia recordada, que encontramos a lo largo de todo el libro. historia que se nos presenta.

Información bibliográfica
Godet, Frédéric Louis. "Comentario sobre John 21". "Comentario de Godet sobre Libros Seleccionados". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gsc/john-21.html.