Bible Commentaries
Romanos 6

Comentario de Godet sobre Libros SeleccionadosGodet sobre Libros Seleccionados

Introducción

PRIMERA PARTE. SUPLEMENTARIO. CAP�TULOS. 6-8. SANTIFICACI�N.

POR la ??fe en el sacrificio expiatorio de Jesucristo, el creyente ha obtenido una sentencia de justificaci�n, en virtud de la cual est� reconciliado con Dios. �Se puede necesitar algo m�s para su salvaci�n? parece que no El tratado did�ctico, destinado a exponer la salvaci�n, parece haber llegado as� a su fin. �Por qu� entonces una nueva parte?

El lector atento no habr� olvidado que en la primera parte del cap. 5 el ap�stol dirigi� nuestra atenci�n a un d�a de ira , el d�a del juicio venidero, y que trat� con anticipaci�n la cuesti�n de si la justificaci�n ahora adquirida ser�a v�lida en esa hora final y decisiva. Para resolver esta cuesti�n, introdujo un medio de salvaci�n del que a�n no hab�a hablado: la participaci�n en la vida de Cristo; y fue sobre este hecho, anunciado de antemano ( Romanos 5:9-10 ), que bas� la seguridad de la validez de nuestra justificaci�n aun en el d�a del juicio supremo. Al pronunciar estas palabras, Pablo marca de antemano el nuevo dominio en el que entra de ahora en adelante, el de la santificaci�n.

Tratar este asunto no es traspasar los l�mites trazados al principio por la tesis general expresada en Romanos 1:17 : �El justo por la fe vivir�. Porque en la expresi�n vivir� , ???????, se comprende no s�lo la gracia de la justicia , sino tambi�n la de la vida nueva, o sea, la de la santidad.

Vivir no es simplemente recuperar la paz con Dios a trav�s de la justificaci�n; es habitar a la luz de su santidad y actuar en comuni�n permanente con �l. En la curaci�n del alma, el perd�n es s�lo la crisis de la convalecencia; la restauraci�n de la salud es santificaci�n. La santidad es la verdadera vida.

�Cu�l es la relaci�n exacta entre estas dos bendiciones divinas que constituyen la salvaci�n en su verdadera naturaleza: la justificaci�n y la santidad? Plantear esta pregunta es al mismo tiempo investigar la verdadera relaci�n entre la siguiente parte, caps. 6-8, y la porci�n de la Ep�stola ya estudiada. La comprensi�n de este punto central es la clave de la Ep�stola a los Romanos, e incluso de todo el Evangelio.

1. En opini�n de muchos, la relaci�n entre estas dos bendiciones de la gracia deber�a expresarse con un pero. �Sin duda sois justificados por la fe; pero cuidado, mirad que romp�is con el pecado que os ha sido perdonado; aplicaos a la santidad; si no, caer�is de nuevo en condenaci�n.� Esta concepci�n un tanto prevalente de la relaci�n entre justificaci�n y santificaci�n nos parece encontrar una expresi�n instintiva en las palabras de Th.

Schott: �Aqu� entramos en el dominio de la preservaci�n de la salvaci�n�. Seg�n este punto de vista, la salvaci�n consiste esencialmente en la justificaci�n, y la santificaci�n aparece �nicamente como la condici�n de no perderla.

2. Otros expositores hacen lo que sigue, en relaci�n a lo que precede, a por lo tanto , si se puede hablar as�: �Ustedes son justificados gratuitamente; por tanto , movidos por la fe y la gratitud, empe�aos ahora en renunciar al mal y hacer lo que es agradable a Dios.� Este modo de entender la relaci�n entre justificaci�n y santidad es probablemente el que siguen la mayor�a de los lectores de nuestra Ep�stola en la actualidad.

3. Seg�n otros, Reuss y Sabatier por ejemplo, la conexi�n buscada requerir�a ser expresada por un para , o de hecho: Si la fe te justifica, como acabo de mostrar, es porque de hecho , por la m�stica y personal uni�n que establece entre Cristo y nosotros, s�lo ella tiene poder para santificarnos. El don del perd�n fluye, desde este punto de vista, del de la santidad y no al rev�s; o, para decir la verdad, estas bendiciones de la gracia se confunden entre s�.

�Paul no sabe nada�, dice expresamente Sabatier, �de la sutil distinci�n que ha dado lugar a tantas disputas entre declarar justo y hacer justo, justum dicere y justum facere. As� pensaba tambi�n el profesor Beck de T�bingen. Esta es la opini�n que fue elevada por el Concilio de Trento al rango de dogma en la Iglesia Cat�lica.

4. Finalmente, en estos �ltimos d�as un pensador audaz, M. L�demann, ha explicado la conexi�n buscada de una manera completamente nueva. La forma apropiada para expresar la conexi�n es, seg�n �l: o m�s bien. Este autor dir� que los primeros cuatro Cap�tulos de nuestra Ep�stola exponen una teor�a de la justificaci�n enteramente jur�dica , de origen puramente jud�o, y que a�n no expresan la visi�n real del ap�stol.

Es un arreglo simple por el cual busca ganarse a sus lectores judeocristianos. Su verdadera teor�a es de origen hel�nico; se distingue del primero por su car�cter verdaderamente moral . Es el que se expone en los caps. 5-8. El pecado ya no aparece como una ofensa a ser borrada por un perd�n arbitrario; es un poder objetivo que s�lo puede ser quebrantado por la uni�n personal del creyente con Cristo muerto y resucitado.

Por la segunda teor�a, por lo tanto, Pablo rectifica e incluso se retracta de la primera. La noci�n de justificaci�n se suprime, como en el punto de vista anterior, al menos desde el punto de vista del mismo Pablo; todo lo que Dios tiene que hacer para salvarnos es santificarnos.

No creemos que ninguna de estas cuatro soluciones reproduzca exactamente la visi�n apost�lica; los dos �ltimos incluso lo contradicen rotundamente.

1. La santificaci�n es m�s y mejor que una condici�n restrictiva y puramente negativa del mantenimiento del estado de justificaci�n una vez adquirido. Es un estado nuevo en el que es necesario penetrar y avanzar, para as� alcanzar la salvaci�n completa. Uno puede ver, Romanos 10:10 , c�mo el ap�stol distingui� precisamente entre las dos nociones de justificaci�n y salvaci�n.

2. Tampoco es del todo exacto representar la santificaci�n como una consecuencia que se deriva de la justificaci�n. La conexi�n entre los dos hechos es a�n m�s �ntima. La santidad no es una obligaci�n que el creyente deduce de su fe; es un hecho impl�cito en la justificaci�n misma, o m�s bien que procede, al igual que la justificaci�n, del objeto de la fe que justifica, es decir, Cristo muerto y resucitado.

El creyente se apropia de este Cristo primero como su justicia , y luego como su santidad ( 1 Corintios 1:30 ). El lazo de uni�n que une estas dos gracias no es, pues, l�gico ni subjetivo; est� tan profundamente impresa en el coraz�n del creyente s�lo porque tiene una realidad anterior en la misma persona de Cristo, cuya santidad, sirviendo para justificarnos, es al mismo tiempo principio de nuestra santificaci�n.

Reuss observa justamente en esta relaci�n, que desde el punto de vista del ap�stol, no tenemos que decirle al cristiano: �No pecar�s m�s�; pero m�s bien debemos decir: �El cristiano no peca m�s�.

3. En cuanto al tercer punto de vista, que encuentra en la santificaci�n la causa eficiente del perd�n y la justificaci�n, es la ant�poda del punto de vista de Pablo. �Por qu�, si hubiera entendido la relaci�n entre los dos de esta manera, no habr�a comenzado su tratado did�ctico con la parte relativa a la santificaci�n (vi.-viii.), en lugar de poner como fundamento la exposici�n de la justificaci�n (i. -v.)? Adem�s, no es el entonces ( Romanos 6:1 ): ��Qu� diremos entonces? suficiente para mostrar la contradicci�n entre este punto de vista y la concepci�n del ap�stol? Debe haber dicho: � Porque (o de hecho ) �qu� diremos?� Finalmente, �no es evidente que toda la deducci�n del cap.

6 asume la del cap. 3, y no al rev�s? Si la opini�n que las obras de Reuss han contribuido a acreditar en la Iglesia de Francia estaba bien fundada, debemos reconocer la justicia de la acusaci�n que este escritor lanza contra el ap�stol de �no haber seguido un curso rigurosamente l�gico, un orden verdaderamente sistem�tico�. .� Pero es cien a uno cuando un lector no encuentra l�gico al Ap�stol Pablo, que no est� entendiendo su pensamiento; y este es ciertamente el caso del cr�tico que estamos combatiendo.

El ap�stol conoc�a demasiado bien el coraz�n humano para pensar en fundar la fe en la reconciliaci�n sobre los trabajos morales del hombre. Necesitamos ser liberados de nosotros mismos, no ser arrojados sobre nosotros mismos. Si tuvi�ramos que descansar la seguridad de nuestra justificaci�n, poco o mucho, en nuestra propia santificaci�n, ya que �sta es siempre imperfecta, nuestro coraz�n nunca se liberar�a del todo hacia Dios, absolutamente abierto y penetrado de esa confianza filial que es en s� misma la condici�n necesaria de todo verdadero progreso moral.

La actitud normal hacia Dios es, por lo tanto, �sta: primero descansar en Dios por medio de la justificaci�n; de ah� en adelante, trabajar con �l, en Su comuni�n, o santificaci�n. La opini�n que tenemos ante nosotros, al invertir esta relaci�n, pone, para usar la expresi�n com�n, el carro delante del caballo. S�lo puede resultar en reemplazar a la iglesia bajo la ley, o en liberarla de una manera que dista mucho de ser saludable, poniendo ante ella una norma degradada de santidad cristiana.

4. El cuarto punto de vista, aunque igualmente en desacuerdo con la doctrina del evangelio, compromete, adem�s, la lealtad del car�cter del ap�stol. �Qui�n puede persuadirse, al leer seriamente la primera parte de la Ep�stola relativa a la justificaci�n por la fe, que todo lo que all� demuestra con tanto dolor, y aun con tanto gasto de pruebas b�blicas (iii. y iv.), es una punto de vista que �l mismo no adopta, y que luego se propone dejar de lado, para sustituirlo en su habitaci�n por uno completamente diferente? �A qu� categor�a moralmente debemos asignar este proceso de sustituci�n presentado ( Romanos 6:1 ) en la forma enga�osa de una conclusi�n ( entonces) y tan h�bilmente disfrazado que el primero que lo descubre resulta ser un profesor del siglo XIX? �O quiz�s el mismo ap�stol no sospech� la diferencia entre los dos �rdenes de pensamiento, jud�o y griego, a los que entreg� su mente al mismo tiempo? El antagonismo de las dos teor�as quiz�s se le escap� tan completamente que pudo, sin sospecharlo, retractarse de una mientras establec�a la otra. Tal confusi�n de ideas no puede atribuirse al hombre que concibi� y compuso una �Ep�stola a los Romanos�.

La santificaci�n, por tanto, no es ni condici�n ni corolario de la justificaci�n, ni es su causa , y menos a�n su negaci�n. La conexi�n real entre la justificaci�n y la santidad cristiana, tal como la concibe San Pablo, nos parece que es �sta: la justificaci�n por la fe es el medio y la santificaci�n el fin. Cuanto m�s precisamente distinguimos estos dos dones divinos, mejor aprehendemos el v�nculo real que los une.

Dios es el �nico bien; la criatura, por tanto, no puede hacer el bien sino en �l. En consecuencia, para poner al hombre en condiciones de santificarse, es necesario comenzar por reconciliarlo con Dios y reponerlo en �l. Para ello, debe derribarse el muro que lo separa de Dios, la condenaci�n divina que le corresponde como pecador. Una vez eliminado este obst�culo por la justificaci�n, y realizada la reconciliaci�n, el coraz�n del hombre se abre sin reservas al favor divino que le es restituido; y, por otra parte, la comunicaci�n de la misma desde arriba, interrumpida por el estado de condenaci�n, reanuda su curso.

El Esp�ritu Santo, que Dios no podr�a conferir a un ser en guerra con �l, viene a sellar en su coraz�n la nueva relaci�n establecida sobre la justificaci�n, ya realizar la obra de una santificaci�n interior real y gratuita. Tal era el fin que Dios ten�a a la vista desde el principio; porque la santidad es salvaci�n en su misma esencia. La justificaci�n debe ser considerada como la puerta estrecha , a trav�s de la cual entramos en el camino angosto de la santificaci�n, que conduce a la gloria.

Y ahora la conexi�n profunda entre las dos partes de la Ep�stola, y m�s especialmente entre los dos cap�tulos. 5 y 6, se hace manifiesto. Puede expresarse as�: As� como no somos justificados cada uno por s� mismo, sino todos por uno, por Jesucristo nuestro Se�or (comp. Romanos 5:11 ; Romanos 5:17 ; Romanos 5:21 ); as� que tampoco somos santificados cada uno en s� mismo, sino todos en uno, en Jesucristo nuestro Se�or ( Romanos 6:23 , Romanos 8:39 ).

El curso del pensamiento en la siguiente parte es este: En la primera secci�n el ap�stol desarrolla el nuevo principio de santificaci�n contenido en el objeto mismo de la fe que justifica, Jesucristo, y muestra las consecuencias de este principio, tanto en cuanto al pecado como en cuanto a ley ( Romanos 6:1 a Romanos 7:6 ).

En el segundo, echa una mirada atr�s, para comparar la acci�n de este nuevo principio con la acci�n del antiguo, la ley ( Romanos 7:7-25 ).

En la tercera, se�ala al Esp�ritu Santo como el agente divino que hace penetrar en la vida del creyente el principio nuevo, o la vida de Cristo, y que, transform�ndolo, lo capacita para gozar de la gloria futura y realizar finalmente su destino eterno ( Romanos 8:1-39 ).

En tres palabras, entonces: santidad en Cristo ( Romanos 6:1 a Romanos 7:6 ), sin ley ( Romanos 7:7-25 ), por el Esp�ritu Santo ( Romanos 8:1-39 ).

El gran contraste sobre el que se mueve aqu� el pensamiento del ap�stol no es, como en la parte anterior, el de la ira y la justificaci�n; sino el contraste entre el pecado y la santidad. Porque ya no se trata de borrar el pecado, como culpa , sino de vencerlo como poder o enfermedad.

El ap�stol fue llevado necesariamente a esta discusi�n por el desarrollo de su tema original. Una nueva concepci�n religiosa, que se ofrece al hombre con la pretensi�n de conducirlo a su alto destino, no puede prescindir de la demostraci�n de que posee la fuerza necesaria para asegurar su vida moral. Para explicar esta parte, por lo tanto, no es necesario asumir una intenci�n pol�mica o apolog�tica en relaci�n con un llamado judeocristianismo reinante en la Iglesia de Roma (Mangold), o con alguna influencia judeocristiana que hab�a comenzado a obrar. all� (Weizs�cker).

Si Pablo compara aqu� los efectos morales del evangelio (cap. 6) con los de la ley (vii), es porque est� positiva y necesariamente obligado a demostrar el derecho del primero a reemplazar al segundo en la direcci�n moral. de la humanidad. Es con el juda�smo, como revelaci�n preparatoria, con lo que tiene que ver, no con el judeocristianismo, como en la Ep�stola a los G�latas. Aqu� su punto de vista es mucho m�s amplio.

Como hab�a discutido (cap. 3) la cuesti�n del valor de la ley en relaci�n con la justificaci�n , no pod�a dejar de retomar el mismo tema en relaci�n con la obra de santificaci�n (vii.). Adem�s, el tono del cap. 6 es esencialmente did�ctico; la tendencia pol�mica no sale hasta el cap. 7, para dar lugar de nuevo en viii. a la ense�anza positiva, sin el menor rastro de intenci�n apolog�tica o pol�mica.

Es igualmente claro cu�n palpablemente err�nea es la opini�n de aquellos que har�an de la idea del universalismo cristiano el tema de toda la Ep�stola, y el principio de su plan y m�todo. El contraste entre universalismo y particularismo no tiene el menor lugar en esta parte, que estar�a as� en esta exposici�n totalmente al margen del tema.

�Cu�n audaz fue la empresa del ap�stol, de fundar la vida moral de la humanidad sobre una base puramente espiritual, sin el m�s m�nimo �tomo de elemento legal! Todav�a hoy, despu�s de dieciocho siglos, �cu�ntos esp�ritus excelentes dudan en acoger tal experimento! Pero Pablo hab�a tenido una experiencia personal convincente, por un lado, de la impotencia de la ley para santificar tanto como para justificar; y, por el otro, de toda la suficiencia del evangelio para cumplir ambas tareas.

Esta experiencia la expone bajo la gu�a del Esp�ritu, generaliz�ndola. De ah� el giro personal que toma su exposici�n aqu� en particular (comp. Romanos 7:7 a Romanos 8:2 ).

Versículo 1

�Qu� diremos entonces? �Debemos continuar en el pecado para que la gracia abunde?

El significado de esta pregunta: �Qu� diremos entonces? s�lo puede ser esto: �Qu� consecuencia sacaremos de lo anterior? S�lo el objetivo del ap�stol no es sacar una consecuencia verdadera de la ense�anza previa, sino meramente rechazar una conclusi�n falsa que podr�a ser deducida por un hombre a�n ajeno a la experiencia de la fe que justifica. Por lo tanto, no es necesario concluir de esto que el ap�stol ahora est� pasando del principio a sus consecuencias. En ese caso habr�a dicho directamente: ��Entonces continuamos�...?

Esta pregunta suele estar relacionada con la declaraci�n, Romanos 5:20 : �Donde abund� el pecado, sobreabund� la gracia�. Pero este dicho se refer�a �nicamente al papel jugado por la ley en medio del pueblo jud�o, mientras que la cuesti�n aqu� planteada es de aplicaci�n universal. M�s bien deber�amos inclinarnos a sostener que Pablo se estaba refiriendo al dicho, Romanos 5:16 .

All� hab�a se�alado todas las ofensas cometidas por los muchos pecadores, terminando por el acto de gracia en una sentencia de justificaci�n universal; y bien puede, en consecuencia, preguntarse, en nombre de los que no creen en tal acto divino, si los creyentes no abusar�n de �l en la l�nea de la cuesti�n propuesta. Pero incluso esta conexi�n ser�a demasiado estrecha. Si se tiene en cuenta el sentido de toda la parte anterior, y de la calumniosa acusaci�n ya expresada Romanos 3:8 , m�s bien se concluir� que la cuesti�n ata�e a toda la doctrina de la justificaci�n por gracia, caps.

1-5. En cuanto a los creyentes justificados en la forma antes descrita, es evidente que nunca pondr�n esta alternativa: �pecar� o no pecar�? Porque el sello de la santidad ya ha sido impreso en su vida interior y exterior por la forma de su justificaci�n. Esto es lo que procede a mostrar el ap�stol al responder a la objeci�n sugerida.

La lectura del TR, ???????????, �continuamos? no tiene autoridad cr�tica; probablemente surge del ??????? anterior. La lectura del Sinait. y de dos Byz., ??????????, �continuemos! o continuamos , expresando ya sea una exhortaci�n o una resoluci�n, har�a que los creyentes mantuvieran un lenguaje demasiado improbable. La de Alex.

y del Greco-Lats., ??????????, � que debemos continuar! o debemos continuar? es el �nico admisible. Hofmann lo toma en el primero de estos dos sentidos como una exhortaci�n mutua, y con este punto de vista aporta un nuevo: �Debemos decir? entendido antes de la segunda pregunta. Pero esta invitaci�n al pecado, que los creyentes se ver�an as� obligados a dirigirse unos a otros, es una suposici�n demasiado improbable; y la elipsis del verbo: �Diremos? es arbitrario y superfluo.

El segundo de los dos significados de ??????????, �debemos continuar? (la conjugaci�n deliberativa), es la �nica natural: �Debemos tomar la resoluci�n de continuar en nuestro antiguo estado de pecado? La siguiente conjunci�n: that , se corresponde bien con este significado deliberativo. Es un c�lculo: cuantos m�s pecados se cometan, m�s material encontrar� la gracia sobre la que desplegarse. ??????????, continuar, perseverar , en un estado al que una circunstancia decisiva deber�a haber puesto fin.

La respuesta es contundente y sumaria. Ha ocurrido un hecho que hace absolutamente imposible este c�lculo.

Versículos 1-6

Primera Secci�n (6:1-7:6). El principio de santificaci�n contenido en la justificaci�n por la fe.

Toda esta secci�n tiene por objeto sentar las bases de la santificaci�n cristiana. Incluye tres porciones.

El primero ( Romanos 6:1-14 ) despliega el nuevo principio de santificaci�n en el objeto mismo de la fe que justifica.

El segundo ( Romanos 6:15-23poder intr�nseco que posee este principio, tanto para liberar al creyente del pecado como para sujetarlo a la justicia.

En el tercero ( Romanos 7:1-6 ), Pablo infiere de este doble hecho el derecho que en adelante posee el creyente de renunciar al uso del primer medio, la ley. La nueva moral queda as� s�lidamente establecida.

Versículos 1-14

Decimotercer Pasaje (6:1-14). Santificaci�n en Cristo muerto y resucitado.

El ap�stol introduce este tema por una objeci�n que hace a su propia ense�anza, Romanos 6:1 ; le da una respuesta resumida , Romanos 6:2 , y justifica esta respuesta apelando a un hecho conocido y tangible, a saber, el bautismo, Romanos 6:3-4 .

Luego da una exposici�n completa y did�ctica del contenido de su respuesta, Romanos 6:5-11 . Finalmente lo aplica a la vida pr�ctica de sus lectores, Romanos 6:12-14 .

Versículo 2

�Que no sea as�! Nosotros que estamos muertos al pecado, �c�mo viviremos m�s en �l?

As� como un muerto no revive y reanuda sus antiguas ocupaciones, as� el creyente no puede volver a su antigua vida de pecado; porque en su caso tambi�n ha habido una muerte.

La frase ?? ???????, � que no sea as�! expresa el car�cter repugnante de la afirmaci�n rechazada, as� como la convicci�n de su falsedad.

El pronombre ??????? es el relativo de cualidad: personas como nosotros. Tenemos una cualidad que excluye tal c�lculo: la de seres que han pasado por la muerte. �A qu� hecho se refiere la frase: estamos muertos , literalmente, hemos muerto? Es obvio de un vistazo que no puede haber ninguna referencia aqu� a la condenaci�n que nos sobrevino en Ad�n ("muertos por el pecado").

Es dif�cil entender c�mo la versi�n suiza pudo haber cometido tal error. Todo lo que sigue (el ser sepultado con Cristo, Romanos 6:3 ; la participaci�n en Su muerte y resurrecci�n con �l, Romanos 6:4-8 ; y especialmente la expresi�n: muertos al pecado, vivos para Dios , Romanos 6:11 ) deja ninguna duda en cuanto al pensamiento del ap�stol.

La cl�usula ?? ???????, pecar , es el dativo de relaci�n; borrador las expresiones: morir a la ley , Romanos 7:4 ; G�latas 2:19 ; ser crucificado al mundo , G�latas 6:14 .

Por lo tanto, las palabras denotan la ruptura absoluta con el pecado. Es lo opuesto a perseverar en el pecado , Romanos 6:1 .

Esta figura de morir se aplica generalmente al bautismo. Pero veremos que el bautismo es la consecuencia de la muerte de la que habla Pablo en Romanos 6:2 , no la muerte misma. Lo que lo prueba, es primero el ???, pues , de Romanos 6:4 , luego el ???????????, fuisteis muertos , Romanos 7:4 expresi�n que, acompa�ada de las palabras: por el cuerpo de Cristo , desecha todo intento identificar la muerte sufrida por los creyentes con su bautismo.

El hecho en la mente del ap�stol es de naturaleza puramente moral. Es la apropiaci�n de la muerte expiatoria de nuestro Se�or. La sentencia de muerte con la que Dios visit� el pecado del mundo en Cristo se reproduce en la conciencia de todo pecador. En el instante en que aplica la expiaci�n a s� mismo, se convierte en �l en la sentencia de muerte por su propio pecado. No pod�a apropiarse de Cristo como muerto por su pecado, sin encontrarse muerto, por esta muerte sufrida por �l, al pecado mismo. Bajo esta impresi�n, la bechuana creyente exclam�: �La cruz de Cristo me condena a ser santo�.

La justicia de Dios , al pronunciar esta sentencia de muerte por el pecado del mundo, la conciencia de Jes�s al aceptar y someterse a esta sentencia en las torturas de la cruz y las agon�as de Su abandono por Dios, y al ratificarla con un humilde sumisi�n en nombre de la humanidad que �l represent�, han golpeado as� el pecado en la conciencia de cada creyente con un golpe mortal.

Tal es el hecho moral sin paralelo que ha puesto fin a la vida anterior del mundo en general, y que pone fin a la vida de pecado en cada creyente individual. Y este resultado est� tan completamente impl�cito en el de la fe que justifica, que Pablo apela a �l en nuestro pasaje como un hecho ya conocido por sus lectores (comp. caps. 1-5), y entendido como algo natural.

Sobre el significado de la expresi�n: Morir al pecado.

Nos encontramos aqu� con cuatro interpretaciones, que nos parecen m�s o menos falsas, y que es bueno dejar de lado.

1. Muchos encuentran en este y en las expresiones relativas de los siguientes vers�culos nada m�s que simples figuras, met�foras que significan simplemente el deber de imitar el ejemplo de virtud que Cristo nos ha dejado. Incluso Ritschl declara (II. p. 225) que �este razonamiento del ap�stol apela con demasiada fuerza a los poderes de la imaginaci�n�. Pero creemos que acabamos de demostrar la grave realidad moral de la relaci�n por la cual Cristo lleva al creyente a la comuni�n de Su muerte.

Veremos inmediatamente la no menos grave realidad de la relaci�n por la cual �l le comunica su propia vida celestial, y as� lo hace resucitado. La muerte y resurrecci�n de Jes�s son met�foras, no de ret�rica, sino de acci�n; es elocuencia divina.

2. R. Schmidt considera que la muerte al pecado de la que habla Pablo tiene una naturaleza puramente ideal y no ejerce ninguna influencia inmediata sobre el estado moral de los creyentes. El ap�stol simplemente quiere decir, seg�n �l, que a la mente divina aparecen como muertos en Cristo. Quisiera que la participaci�n en la vida del Resucitado sea el �nico hecho real, seg�n el ap�stol. Pero no encontramos a Paul haciendo tal distinci�n en la continuaci�n.

�l considera que la participaci�n en la muerte de Cristo es real, y m�s a�n (pues la pone en el pasado. Romanos 6:4 ; Romanos 6:6 ; Romanos 6:8 ); y comuni�n en Su vida, que se representa como un futuro por realizar ( Romanos 6:4 ; Romanos 6:8 ); y en Romanos 6:11 pone los dos hechos exactamente en el mismo plano.

3. La mayor�a de los comentaristas consideran que la muerte al pecado expresa figurativamente el acto de voluntad por el cual el creyente se compromete y promete a Dios, sobre la sangre de la reconciliaci�n, renunciar al mal en lo sucesivo. Esto lo convertir�a en una resoluci�n interna, un compromiso voluntario, una consagraci�n del coraz�n. Pero San Pablo parece hablar de algo m�s profundo y estable, �que no s�lo debe ser , sino que es � (como dice Gess).

Esto aparece claramente de la forma pasiva: hab�is sido puestos a muerte , Romanos 7:4 ; esta expresi�n prueba que Pablo est� pensando sobre todo en un acto divino que ha pasado a nosotros en la persona de otro ( por el cuerpo de Cristo ), pero que tiene su contrapartida en nosotros desde el momento en que nos lo apropiamos por la fe.

No se trata, pues, de un mero acto de lo que se trata, sino de un estado de voluntad determinado por un hecho realizado sin nosotros, estado del que nuestra voluntad no puede sustraerse desde el momento en que nuestro ser es movido por la potencia de la fe en la muerte de Cristo por nosotros.

4. En el movimiento religioso que conmovi� tan profundamente a la iglesia hace algunos a�os, se intent� representar el efecto producido en el creyente por la muerte de Cristo como un hecho realizado en nosotros de una vez por todas, existiendo en nosotros a partir de ahora despu�s de la muerte de Cristo. manera casi de un estado f�sico, y como fuera de la voluntad misma. Desde este punto de vista, los hombres hablaron atrevidamente de una muerte del pecado , como si fuera id�ntica a la expresi�n de Pablo: muerte al pecado.

Agradecemos la intenci�n de quienes promovieron este estilo de ense�anza; su deseo era traer de vuelta a la iglesia a la verdadera fuente ya la plena realidad de la santificaci�n cristiana. Pero cometieron, si no nos equivocamos, una exageraci�n grave y peligrosa. Este espejismo de una liberaci�n absoluta, que se hab�a reflejado en los ojos de tantas almas sedientas de santidad, desvaneci�ndose pronto ante el toque de la experiencia, dej� en ellas una dolorosa desilusi�n e incluso una especie de desesperaci�n.

La muerte al pecado de que habla el Ap�stol es un estado sin duda, pero un estado de la voluntad , que s�lo subsiste mientras se mantiene bajo el dominio del hecho que la produjo, y la produce constantemente la muerte de Jes�s. As� como en todo momento Jes�s pudo haberse sustra�do de la muerte por un acto de su propia voluntad ( Mateo 26:53 ), as� el creyente puede en cualquier momento liberar su voluntad del poder de la fe, y retomar el hilo de esa vida natural. que nunca se destruye completamente en �l.

Si fuera de otro modo, si alguna vez el creyente pudiera entrar en la esfera de la santidad absoluta, ser�a necesaria una nueva ca�da, como la de Ad�n, para sacarlo de ella. Si alguna vez el pecado fuera completamente extirpado de su coraz�n, su reaparici�n ser�a algo as� como la resurrecci�n de un muerto. �En qu� punto, adem�s, de la vida cristiana se situar�a tal acontecimiento moral? �En el momento de la conversi�n? La experiencia de todos los creyentes prueba lo contrario. �En alg�n per�odo posterior? El Nuevo Testamento no nos ense�a nada de eso. No se encuentra en �l ning�n nombre particular para una segunda transformaci�n, la del convertido en un santo perfecto.

Concluimos diciendo que la muerte al pecado no es una cesaci�n absoluta del pecado en cualquier momento, sino un rompimiento absoluto de la voluntad con �l, con sus instintos y aspiraciones, y eso simplemente bajo el control de la fe en la muerte de Cristo por el pecado.

La aplicaci�n pr�ctica de la doctrina del ap�stol sobre esta muerte misteriosa, que est� en el fundamento de la santificaci�n cristiana, me parece que es �sta: la ruptura del cristiano con el pecado es sin duda gradual en su realizaci�n, pero absoluta y contundente en su principio. As� como para romper realmente con un viejo amigo cuya mala influencia se siente, las medias medidas son insuficientes, y el �nico medio eficaz es una explicaci�n franca, seguida de una ruptura completa que permanece como una barrera levantada de antemano contra cada nueva solicitud; as� que para romper con el pecado se necesita un acto decisivo y radical, una obra divina que tome posesi�n del alma, y ??se interponga en adelante entre la voluntad del creyente y el pecado ( G�latas 6:14). Esta obra divina obra necesariamente por la acci�n de la fe en el sacrificio de Cristo.

Versículo 3

�O no sab�is que todos los que hemos sido bautizados en Jesucristo, hemos sido bautizados en su muerte?

La ?, o, o de hecho , deber�a, seg�n el significado habitual de la frase: o no sab�is , parafrasearse as�: O, si no entend�is lo que acabo de decir (que ha habido entre vosotros una muerte a pecar), �no sab�is entonces lo que signific� el bautismo que recibisteis? Si entendieras ese rito, sabr�as que supone una muerte, y promete un segundo nacimiento, lo que elimina toda posibilidad de retorno a la vida anterior.

Se ha concluido generalmente, de este modo de expresi�n: �O no sab�is ...? ese bautismo fue representado como siendo en s� mismo la muerte de la que habla San Pablo en Romanos 6:2 . Creo que de ese modo se hace imposible explicar satisfactoriamente la totalidad del siguiente pasaje, especialmente las palabras: � Por tanto , somos sepultados con El por el bautismo en Su muerte.

Seg�n estas palabras, no es a la muerte, es al entierro de los muertos , a lo que Pablo compara el bautismo. Y, en efecto, as� como la ceremonia del entierro, como hecho visible y p�blico, atestigua la muerte, as� el bautismo, en cuanto acto exterior y sensible, atestigua la fe, con la muerte al pecado impl�citamente incluida en la fe. En cuanto a la frase: �O no sab�is? encuentra una explicaci�n a�n m�s natural si el bautismo es considerado como la prueba de la muerte, que si, como se hace constantemente, en detrimento del sentido de este hermoso pasaje, el bautismo se identifica con �l.

San Pablo quiere decir: ��No sab�is que est�is muertos...? � Pues bien, ignor�is que tantos de vosotros sois hombres sepultados (bautizados)! La gente no entierra a los vivos�. El ????, pronombre de cantidad: tantos individuos como , se diferencia del pronombre de cualidad ???????, especie de personas que. El punto en cuesti�n aqu� no es, como en Romanos 6:2 , uno de calidad, sino de cantidad: �Entonces no sab�is que cuantos bautizados (sepultados) hay, tantos muertos hay.�

Algunos toman la palabra bautizar en su sentido literal de ba�arse, sumergirse , y entienden: �Todos los que hab�is sido sumergidos en Cristo. Pero en la f�rmula similar, 1 Corintios 10:2 : � ser bautizados en Mois�s (??? ??? ????? ???????????)�, el significado ciertamente no es: ser sumergidos en Mois�s.

La palabra bautizados debe tomarse en su sentido t�cnico: ser bautizados con agua (por el hecho de pasar por el mar y bajo la nube), y la cl�usula debe significar en consecuencia: en relaci�n con Mois�s , como un Salvador t�pico que es decir, para tener parte en la liberaci�n divina de la que Mois�s fue agente. Tal es igualmente el significado del ser bautizados en Cristo Jes�s , en nuestro pasaje: �Recibisteis el bautismo con agua en relaci�n con la persona de Jesucristo, de quien os convertisteis en propiedad por ese acto.

Comp. la frase: siendo bautizados , ??? ?? ?????, en el nombre de ( Mateo 28:19 y 1 Corintios 1:13 ), que debe explicarse de manera similar. No se sumerge uno en un nombre, sino en el agua con relaci�n a (???) un nombre, es decir, a la nueva revelaci�n de Dios expresada en un nombre. Es al Dios revelado bajo esta forma que el creyente se consagra externamente por el bautismo.

El t�tulo Cristo se coloca aqu�, como Romanos 1:1 , antes del nombre de la persona hist�rica ( Jes�s ). La idea de oficio evidentemente tiene prioridad en el contexto de la de persona. Sin embargo, Pablo a�ade el nombre de Jes�s , que el Vaticano omite err�neamente . , porque este nombre est� �ntimamente relacionado con el hecho de la muerte que est� a punto de ser puesta en relieve.

En esta expresi�n: siendo bautizados en muerte , el sentido sumergido ser�a menos inadmisible que en la frase precedente; pues un objeto abstracto como la muerte se presta mejor a la idea de sumergirse en ella que uno personal como Mois�s o Cristo. Pero si tal hubiera sido el significado del ap�stol, �no habr�a dicho m�s bien: en su sangre , que en su muerte? Pensamos, por tanto, que tambi�n aqu� es m�s exacto explicar: � bautizado con agua en relaci�n a su muerte.

�Cuando uno es bautizado en Cristo, es en virtud de Su muerte que se contrae el v�nculo as� formado con �l. Porque por su sangre hemos sido comprados por precio. El bautismo s�lo sirve para darle de hecho lo que le corresponde en derecho por este acto de compra. El bautismo supone , pues, la muerte de Cristo y la del hombre mismo bautizado (por apropiaci�n de la muerte de Cristo). De ah� la conclusi�n extra�da en Romanos 6:4 , y que pone fin al argumento.

Versículo 4

Por tanto, somos sepultados con El por el bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucit� de los muertos por la gloria del Padre, as� tambi�n nosotros andemos en vida nueva.

Si el bautismo fuera , o representara , la muerte de la que Pablo hab�a hablado, por lo tanto ser�a muy dif�cil de explicar (ver los comentarios). Pero si el bautismo es en su opini�n la prueba externa de la muerte, como la sepultura es la prueba de la defunci�n, puede retomar el curso de su argumento y decir: �En consecuencia de esta muerte al pecado sufrida en Cristo, hemos sido , pues , sepultado con �l.

..para resucitar tambi�n con �l�, que significa: �sepultados con �l, no para permanecer en el sepulcro o salir de �l para volver a la vida pasada, sino para penetrar en una vida nueva, de donde el regreso a lo viejo est� definitivamente excluido�. La cl�usula a la muerte no puede depender del verbo estamos enterrados , como dir�an Grot., Hofm. y la versi�n de Ostervald. �C�mo podr�a decirse de un enterrado que de ese modo desciende a la muerte? Lo contrario ser�a la verdad.

Esta cl�usula, por lo tanto, debe depender directamente de la palabra bautismo: �por el bautismo en muerte�. El sustantivo ????????, bautismo , como los que generalmente se derivan de los verbos en ???, tiene un significado forzoso que le permite f�cilmente tener esta posici�n y la relaci�n entre las nociones expresadas por los dos sustantivos es tan estrecha que no se necesita ning�n art�culo para conectarlos. .

Lo que tambi�n nos gu�a muy naturalmente a hacer que las palabras muerte dependan de la palabra bautismo , es Romanos 6:3 : Fuimos bautizados en su muerte. Indudablemente debemos explicar la frase: bautismo en muerte , como las similares precedentes: �bautismo (con agua) en relaci�n a la muerte�. Nuestras versiones traducen: �a Su muerte� (Osterv.

, Oltram.). Pero si este hubiera sido el punto de vista del ap�stol, lo habr�a expresado agregando el pronombre ?????, de �l. Evidentemente, deseaba dejar la noci�n de muerte en toda su generalidad, para que la palabra pudiera aplicarse inmediatamente a Su muerte, y la nuestra incluida en la Suya. Es en relaci�n con estas dos muertes que han tenido lugar que el creyente es bautizado.

Los comentaristas modernos no est�n de acuerdo en la cuesti�n de si el ap�stol quiere aludir a la forma externa del rito bautismal en la iglesia primitiva. Nos parece muy probable que as� sea, ya sea que el bautismo primitivo se considere como una inmersi�n completa, durante la cual los bautizados desaparec�an por un momento bajo el agua (lo que corresponde mejor a la figura del entierro ), o que los bautizados descendieran a la agua hasta sus lomos, y el que bautizaba derram� sobre su cabeza el agua con la que hab�a llenado el hueco de sus manos, como si representara una inmersi�n.

El pasaje, Marco 7:4 , donde el t�rmino ?????????, lavamiento, ba�o, depuraci�n, bautismo ( Hebreos 6:2 ), se aplica no solo a la limpieza de vasos y utensilios, objetos que pueden ser sumergidos en agua, sino tambi�n a la de lechos o divanes, prueba claramente que no podemos insistir en el sentido de zambullirse , y consecuentemente en la idea de inmersi�n total, que se adjunta al t�rmino bautismo.

No obstante, es cierto que, en una u otra de estas formas, el descenso al agua representa probablemente, en opini�n de Pablo, la sepultura moral del bautizado, y su salida del agua, su resurrecci�n.

La relaci�n entre los dos hechos de la sepultura y el bautismo indicada por el ap�stol es �sta: La sepultura es el acto que consuma la ruptura del �ltimo lazo entre el hombre y su vida terrena. Este fue igualmente el significado de la sepultura de nuestro Se�or. Del mismo modo, por el bautismo se consuma p�blicamente la ruptura del creyente con la vida del mundo presente y con su propia vida natural.

Es un error representar la idea de la primera proposici�n del verso como completamente aislada de todo lo que sigue. Pablo quiere decir, no s�lo que hemos sido sepultados con Cristo, sino que lo hemos sido, como �l, para resucitar.

La ???, para que , es la palabra esencial del verso. En caso de muerte ordinaria, el hombre es encerrado en el sepulcro, para permanecer all�; pero el que es sepultado con Cristo , es sepultado con el que muri� y resucit� , por consiguiente con la intenci�n de resucitar tambi�n. Esta idea es esencial para el argumento del ap�stol. En efecto, la muerte del creyente, incluso con el bautismo que la sella, no bastar�a para una garant�a segura de que no volver� a su antigua vida de pecado.

�No sali� L�zaro de la tumba para reanudar la vida? Lo que, para un muerto, hace definitivamente imposible su regreso a una existencia terrena, es su paso a una vida nueva y superior por la v�a de una resurrecci�n. Ahora bien, tal es precisamente el caso del creyente. Al ser sepultado con Cristo por el bautismo, no pretende quedar despu�s inactivo y sin vida, como tampoco Cristo mismo, al entregarse al sepulcro, pens� en permanecer en �l.

As� como Cristo dio su vida para volver a tomarla ( Juan 10:17-18 ), el creyente renuncia a su vida de pecado por �l solo para recibir de �l otra vida totalmente diferente ( Lucas 17:33 ). Su bautismo, que supone su muerte, tiende a la vida.

Morir al pecado, �no es morir a la muerte y, por consiguiente, saltar a la vida? Entonces, as� como con su sepultura Cristo rompi� el �ltimo lazo con su vida terrena y entr� en una vida superior, as� el creyente, por su bautismo, se encuentra colocado entre una vida que ha terminado y otra completamente diferente que se abre ante �l. a �l. Paul conoc�a por experiencia la situaci�n indicada por su ???, para eso.

En Hechos 9 lo contemplamos colocado entre la muerte por un lado ( Romanos 6:8-9 ), y la sepultura del bautismo, seguida de la resurrecci�n por medio del Esp�ritu Santo, por el otro ( Romanos 6:17-18 ).

compensaci�n tambi�n la posici�n de los penitentes de Pentecost�s, a quienes Pedro dice: �Sed bautizados para perd�n de vuestros pecados, y recibir�is el Esp�ritu Santo�. Por lo tanto, es cierto, como dice el final del vers�culo, que lo que la resurrecci�n fue para Cristo, la renovaci�n por el Esp�ritu Santo lo es para los creyentes. Y en este �ltimo hecho se encuentra la respuesta a la pregunta de Romanos 6:2 : ��C�mo viviremos m�s en �l nosotros, que estamos muertos al pecado?� Quiz�s, si no estuvi�ramos m�s que muertos, no ser�a posible responder tan positivamente a esta pregunta.

Pero si, estando muertos, hemos penetrado a una vida superior, la relaci�n con la vida anterior ciertamente ha terminado. La conjunci�n ?????, incluso como , indica solo una analog�a, una semejanza. Lo que sigue pondr� de manifiesto la necesidad interna sobre la que descansa esta semejanza.

La expresi�n: de entre los muertos , es una alusi�n al estado de muerte al pecado en que el creyente recibe el bautismo, y que abre el camino a su resurrecci�n espiritual.

La gloria del Padre por la cual Cristo resucit�, no es la manifestaci�n de Su poder aparte de Sus otras perfecciones; sino, como de costumbre, la de todos los atributos divinos combinados. Porque todos han contribuido a esta obra maestra de la revelaci�n de Dios en la tierra, tanto justicia como misericordia, sabidur�a y santidad. Hablando de la resurrecci�n de L�zaro, Jes�s le dijo a Marta: �Ver�s la gloria de Dios. Pero aqu� tenemos que ver con la resurrecci�n del Hijo; y por eso Pablo dice: por la gloria del Padre.

La palabra expresa as� la analog�a del segundo hecho con el primero, independientemente de los individuos en quienes se realiza; el nosotros tambi�n expone las personalidades vivas en las que se reproduce el prototipo.

Al hablar de los creyentes, el ap�stol no se apoya, como en el caso de Cristo mismo, en el mero hecho de su resurrecci�n, sino �nicamente en su consecuencia permanente, la vida nueva que brota de ella: que andemos en novedad de vida . Lo hace porque, en lo que respecta a los creyentes, s�lo quiere impedirles volver a su vida anterior; ahora bien, este resultado brota de la vida en un estado de realizaci�n completa, m�s que del acto por el cual se entra en �l.

El t�rmino ??????????, caminar , es una figura frecuente en Pablo para la conducta moral.

Pablo dice: novedad de vida , en lugar de vida nueva. Con este giro de expresi�n, da menos prominencia a la idea de vida (en contraste con la de muerte ) que a la naturaleza nueva de la segunda vida en contraste con la naturaleza de lo que ella excluye. El m�s m�nimo detalle de estilo est� siempre estrictamente determinado en su escritura por el pensamiento principal.

No me parece que el bautismo de infantes sea ni asumido ni excluido por este pasaje. El bautismo asumido aqu� es ciertamente el de adultos, y solo de adultos. El acto del bautismo se sit�a entre la fe (con la muerte al pecado por la fe) por un lado, y la renovaci�n por el Esp�ritu Santo por el otro. El bautismo, as� entendido, implica por tanto el hecho mismo de la fe y de la muerte al pecado, tanto como la sepultura implica la muerte del sepultado.

Pero, al mismo tiempo, es claro que Pablo aduce el rito del bautismo tal como existe en el momento de escribirlo. El bautismo de adultos era el que, por la naturaleza de las cosas, conven�a a la primera generaci�n de creyentes, ya que los padres requer�an pertenecer a la iglesia antes de que se pudiera tratar de introducir a sus hijos en ella. El ap�stol, por tanto, no piensa en excluir una forma que puede surgir cuando, habiendo cambiado las circunstancias, la vida familiar se haya convertido en un elemento integral en la de la iglesia.

La �nica pregunta es si esta modificaci�n est� de acuerdo con el esp�ritu del evangelio. Y esta es una cuesti�n que me parece imposible examinar aqu� sin romper el plan de nuestra ex�gesis.

Versículo 5

Porque si hemos llegado a ser una y la misma planta [con �l] a trav�s de la semejanza de Su muerte, tambi�n seremos part�cipes de Su resurrecci�n;

El ap�stol hab�a utilizado el rito del bautismo para ilustrar la imposibilidad experimentada por el creyente de continuar en su vida anterior. Ahora expone did�cticamente la misma verdad. El orden de Romanos 6:4 se convierte en el texto de este desarrollo ( Romanos 6:5-11 ), del cual Romanos 6:5 contiene el resumen.

El for se refiere directamente a esto para aquello. La idea de Romanos 6:4 era: �Solo fuimos sepultados por el bautismo con la intenci�n de resucitar�. Esta intenci�n es demostrada por el hecho moral formulado en Romanos 6:5 : �El hombre que participa en la muerte de Cristo no puede dejar de participar en Su resurrecci�n.

Mucho se dice en cierta escuela teol�gica acerca de la posesi�n de la vida de Cristo. Esta vaga frase parece destinada a tomar el lugar de toda la doctrina cristiana. �Significa realmente lo que San Pablo entendi� por ello? No examino el tema aqu�. Pero en todo caso no debe olvidarse, como se suele hacer desde este punto de vista, que la participaci�n en la vida de Cristo de que habla el ap�stol, tiene como condici�n necesaria y previa la participaci�n en su muerte.

La aceptaci�n d�cil de la cruz es el �nico camino de comuni�n en la vida del Resucitado. El olvido de este punto de partida est� lleno de graves consecuencias. Pues el segundo hecho no tiene realidad sino en relaci�n con el primero.

La construcci�n de cada una de las dos proposiciones de este vers�culo ha sido entendida en una variedad de formas. Bisping ha propuesto hacer de ??? ???????, de la muerte , el complemento no de ?? ????????? ( la semejanza ), sino de ???????? ( participantes ), tomando ?? ????????? como una cl�usula adverbial, destinada a indicar los medios o el modo de esta participaci�n: � Si fu�ramos hechos part�cipes de su muerte a semejanza; Esta noci�n de semejanza se aplica o al rito figurativo del bautismo, o al hecho interno de la muerte al pecado, que ser�a as� como la copia moral de la muerte de Cristo.

Esta construcci�n nos permitir�a establecer un paralelismo exacto entre las dos proposiciones del verso, pues el genitivo ??? ?????????? ( de la resurrecci�n ) en la segunda proposici�n depender�a de ???????? ( participantes ), exactamente como ??? ??????? ( de la muerte ) en la primero en este mismo adjetivo. Pero uno no puede dejar de sentir cu�n dura y casi b�rbara es esta construcci�n.

Adem�s, ahora est� abandonado. El complemento de la muerte depende naturalmente de ?? ?????????, la semejanza , como ha sido reconocido por Chrys., Calv., Thol., R�ck., Olsh., de Wette, Mey., Philip., Hofm. Por esta semejanza puede entenderse el acto externo del bautismo, como representaci�n figurativa de la muerte de Cristo, o nuestra propia muerte al pecado como reproducci�n espiritual.

Pero ya sea en un sentido o en el otro, seguramente es grosero conectar un t�rmino tan concreto como ????????, nacido con, part�cipe , con una noci�n abstracta como la semejanza. No se hace part�cipe a uno de la semejanza de una cosa, sino de la cosa misma. Adem�s, el bautismo no es la representaci�n de la muerte, sino de la sepultura (ver arriba). Nos parece, pues, que la �nica construcci�n admisible es juntar el adjetivo ???????? con el r�gimen entendido ??? ????, con �l; nacer con �l , unidos a �l , a semejanza de Su muerte.

Esta es la opini�n de Er., Grot. y otros. La elipsis de este pronombre surge naturalmente de la frase anterior: fuimos sepultados con �l , Romanos 6:4 ; reaparece obviamente en Romanos 6:6 (????????????, fue crucificado con ).

La expresi�n: por la semejanza de su muerte , se refiere, seg�n lo anterior, al hecho interior por el cual se reproduce en nosotros la muerte de Cristo por el pecado , es decir, a nuestra propia muerte al pecado implicada en el acto de fe.

El t�rmino ???????? (en griego cl�sico m�s com�nmente ???????) se deriva del verbo ??????, nacer, crecer juntos. Este adjetivo, por tanto, denota la uni�n org�nica en virtud de la cual un ser comparte la vida, el crecimiento y las fases de existencia pertenecientes a otro; as� es que la existencia, la prosperidad y la decadencia de la rama est�n ligadas al estado del tallo.

Por eso nos hemos atrevido a traducirlo: ser hechos una y la misma planta con �l. Ni un caso de muerte al pecado pasa en la iglesia que no estuviera ya incluido en la muerte de Cristo, para producirse dondequiera que se realice la fe; no se efect�a una resurrecci�n espiritual dentro de la iglesia, que no sea la propia resurrecci�n de Cristo reproducida por su Esp�ritu en el coraz�n que ha comenzado por unirse a �l en la comuni�n de su muerte.

Debe, sin embargo, se�alarse (y volveremos a encontrarnos con esta caracter�stica en la continuaci�n del pasaje) que el hecho de la participaci�n en la muerte se pone en el pasado ( nos hemos convertido en una y la misma planta ...), mientras que la participaci�n en la resurrecci�n se expresa en el futuro: seremos part�cipes ... Algunos de los Padres han concluido de este cambio de tiempo, que en estas �ltimas palabras el ap�stol quer�a hablar de la resurrecci�n futura , de la glorificaci�n corporal de creyentes

Pero esta idea es ajena al contexto, que se rige en todo momento por referencia a la objeci�n de Romanos 6:1 (la relaci�n del creyente con el pecado). La expresi�n, por lo tanto, denota solamente la santificaci�n, la resurrecci�n moral del creyente. El contraste indicado entre el pasado y el futuro debe encontrar una explicaci�n completamente diferente.

Siendo la comuni�n de fe con Cristo crucificado la condici�n de compartir su vida resucitada, el ap�stol habla del primer acontecimiento en el pasado, y del segundo en el futuro. Habiendo tenido lugar uno , el otro debe seguir. El pasado y el futuro describen, uno el principio, el otro la consecuencia. Partimos de la uni�n a la persona de Cristo por la fe en aquel misterioso: �l por m� , que forma la sustancia del evangelio; luego esta uni�n avanza hasta que todo su ser de Resucitado ha pasado a nosotros.

Gess hace de ?? ????????? un dativo de fin: �Nosotros hemos sido unidos a �l a semejanza de Su muerte�, para ser hechos semejantes a ella (Flp 3,10). Pero este significado no armoniza con Romanos 6:2 , donde la reproducci�n de la muerte se considera obrada en el creyente por el hecho de su muerte al pecado impl�cita en su fe.

Las palabras ???? ???, que conectan las dos proposiciones del verso, podr�an traducirse aqu�: �bien entonces tambi�n! El segundo hecho se destaca como la gozosa consecuencia del primero.

El genitivo ??? ??????????, de la resurrecci�n , no puede depender del verbo ???????, seremos: �seremos de la resurrecci�n�, es decir: infaliblemente tendremos parte en ella (en el sentido de las expresiones: ser del fe, ser de la ley ). Tal modo de hablar no tendr�a fundamento en el pasaje; y el t�rmino resurrecci�n no se toma aqu� en el sentido general; se refiere �nicamente a la resurrecci�n personal de Cristo.

Meyer y Philippi, fieles a su explicaci�n de la primera proposici�n, suplen aqu� el dativo ?? ?????????: �As� como hemos compartido la semejanza de Su muerte, tambi�n seremos compartidos de la semejanza de Su resurrecci�n�. Esta elipsis no es imposible, pero hace que la frase sea muy inc�moda. Siguiendo la construcci�n que hemos adoptado en la primera cl�usula, es m�s sencillo entender ???????? en esta segunda, haciendo depender el genitivo ??? ??????????, de la resurrecci�n , de este adjetivo: �Pues bien, seremos tambi�n part�cipes de su �Resurrecci�n!" Esta soluci�n es posible, porque la palabra ???????? se construye indistintamente con el genitivo o el dativo, como nuestra palabra inglesa to partake (participar de oen ).

Esta dependencia directa (omitiendo la idea de semejanza ) es seg�n la naturaleza de las cosas. Jes�s no nos comunica su propia muerte; poseemos s�lo su semejanza en nuestra muerte al pecado. Sucede lo contrario con Su resurrecci�n y Su vida resucitada. Es esta vida misma la que nos transmite: �Y vivo; pero no yo, sino Cristo en m� ( G�latas 2:20 ).

�Porque yo vivo, vosotros tambi�n vivir�is� ( Juan 14:18 ). El creyente, una vez injertado en Cristo por la fe en su muerte, y por lo tanto muerto a su propia vida, vive de nuevo por el Esp�ritu Santo en la vida misma de Cristo resucitado. As� se explica perfectamente la diferencia de forma entre la primera y la segunda proposici�n.

Esta demostraci�n resumida de la verdad del para que ( Romanos 6:4 ) requer�a ser desarrollada. Romanos 6:6-7 expone el contenido de 5a; Romanos 6:8-10 los de 5b.

Versículo 6

Entendiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que el cuerpo de pecado sea destruido, para que ya no sirvamos al pecado.

�Por qu� introducir abruptamente la noci�n de conocimiento subjetivo en una relaci�n que Romanos 6:5 parec�a haber establecido como objetivamente necesaria? Este fen�meno es tanto m�s notable porque se reproduce en Romanos 6:9 en el ???????, sabiendo que , e incluso en el ?????????, cuenta que ( Romanos 6:11 ).

Meyer piensa que la experiencia subjetiva del creyente se cita aqu� para confirmar el v�nculo moral indicado en Romanos 6:5 como necesario en s� mismo: �Ciertamente seremos part�cipes..., hecho adem�s del cual no podemos dudar , porque lo sabemos�. ..Este ap�ndice as� entendido tiene todo el efecto de una excrecencia.

Philippi, por el contrario, encuentra una consecuencia indicada por este participio: � Y as� (en la medida en que se realice en nosotros el seremos de 5b) sabremos experimentalmente que�... Pero el participio presente no expresar naturalmente una relaci�n de consecuencia. M�s bien hubiera sido necesario ??? ?????????, y as� lo sabremos. Hofmann parafrasea: �Y haremos la experiencia de que eso realmente nos ha sucedido, y sucedi� para que�.

..No vemos mucha diferencia entre este significado y el de Filipos a quien este autor critica. La relaci�n entre el participio entender , y el verbo seremos ( Romanos 6:5 5b), es m�s bien la de una condici�n moral, un medio. Como dice Gess: �Nuestra participaci�n en la resurrecci�n de Cristo no tiene lugar en la forma de un proceso f�sico y natural.

Para que tal resultado pueda tener lugar, se necesita una cooperaci�n moral por parte del creyente.� Y esta cooperaci�n por supuesto supone un conocimiento , conocimiento del camino ( Romanos 6:6 ) y del fin ( Romanos 6:8 ). El creyente comprende que el fin �ltimo que Dios tiene en mente al crucificar a su viejo hombre ( Romanos 6:6 ) es realizar en �l la vida del Resucitado ( Romanos 6:8-9 ), y entra activamente en la divina pensamiento.

S�lo as� se puede realizar esto. Esta noci�n de conocimiento subjetivo, expresada por las palabras: entendiendo esto , estaba contenida en el ??? anterior, a fin de que , de Romanos 6:4 : �Fuimos sepultados con �l a fin de resucitar con �l, entendiendo que�. Toda la pieza, comenzando por el o no sab�is de Romanos 6:3 , nos transporta a la conciencia m�s �ntima del creyente, tal como se ha formado en la escuela ya trav�s de la asimilaci�n personal de la muerte de Cristo. El creyente sabe ciertamente que est� llamado a morir, pero a morir para volver a vivir.

La expresi�n: nuestro viejo hombre , denota la naturaleza humana tal como ha sido hecha por el pecado de aquel en quien originalmente estaba totalmente concentrada, el Ad�n ca�do reapareciendo en cada ego humano que viene al mundo bajo el dominio de la preponderancia del auto-ego�smo. el amor, que estaba determinado por la transgresi�n primitiva. Esta naturaleza corrompida lleva el nombre de antigua s�lo desde el punto de vista del creyente que ya posee una naturaleza renovada.

Este viejo hombre ha sido crucificado en lo que al creyente se refiere en la misma persona de Cristo crucificado. El ap�stol no dice que ha sido asesinado. Puede existir todav�a, pero como un crucificado, cuya actividad est� paralizada. Hasta la hora solemne de creer, el pecado adopta el comportamiento de la independencia triunfante, o se nos presenta como una debilidad excusable. En el instante en que lo contemplamos en Cristo crucificado, lo vemos como un malhechor condenado y castigado capitalmente por la justicia de Dios; y su sentencia de muerte pronunciada en nuestra conciencia es lo mismo para ella dentro de nosotros como la cruz fue para Cristo no ciertamente una muerte inmediata, sino la reducci�n de ella a la impotencia.

La finalidad de esta ejecuci�n moral, incluida en el hecho mismo de la fe, es la destrucci�n del cuerpo de pecado. Debe haber una completa diferencia entre este segundo hecho se�alado como fin y el anterior. Lo que el ap�stol llama el cuerpo del pecado , no puede, por tanto, ser id�ntico a lo que llama nuestro viejo hombre. �Debemos, con varios, entender el cuerpo en el sentido estricto de la palabra, viendo el ap�stol en �l el principio del mal en nuestra naturaleza humana? Pero lo que sigue prueba que �l no considera el pecado como algo inherente al cuerpo e inseparable de �l; porque en Romanos 6:13reclama el cuerpo y sus miembros para el servicio de Dios, y los presenta como obligados a convertirse en instrumentos de justicia.

Es lo mismo en 2 Corintios 4:10-12 , donde se habla de la vida de Jes�s manifest�ndose en el cuerpo , la carne mortal de los creyentes, que se ha convertido en el �rgano de esta vida celestial. Tan lejos est� el ap�stol de considerar nuestra naturaleza corporal como la causa del pecado, que en 2 Corintios 7:1 contrasta las contaminaciones del esp�ritu con las de la carne.

Y en esto es perfectamente uno con el Se�or, quien, Mateo 15:19 , declara que � del coraz�n salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias�. El mismo hecho de la encarnaci�n real de nuestro Se�or Jesucristo, como ense�a Pablo, Romanos 8:3 (ver en el pasaje), es suficiente para refutar la opini�n que sostiene que el cuerpo es el principio del pecado.

Estas consideraciones han llevado a varios comentaristas (Calv., Olsh., J. M�ller, Philippi, Baur, Hodge) a entender aqu� la palabra cuerpo en sentido figurado. Seg�n ellos, denota el pecado mismo como una masa pesada , o incluso como un organismo, un sistema de malas disposiciones, que mantiene el alma bajo su yugo. El complemento de pecado lo toman como genitivo de aposici�n. Se puede comprender f�cilmente en este sentido c�mo Pablo debe exigir la destrucci�n de este cuerpo de pecado , es decir, del pecado mismo.

Pero es imposible armonizar este significado con Romanos 6:12-13 , en el que Pablo, aplicando nuestro pasaje, evidentemente habla de la santa consagraci�n del cuerpo , tomando el t�rmino en su sentido estricto. Adem�s, ser�a dif�cil escapar de una tautolog�a entre esta proposici�n y la precedente.

Queda una tercera explicaci�n que se encuentra con distintos matices en Meyer, Hofm., etc. Considera el genitivo de sin como un complemento de propiedad o cualidad: el cuerpo en cuanto sirve de instrumento del pecado en la vida humana. Este significado es ciertamente el que mejor se corresponde con el pensamiento del ap�stol. Solamente, para comprender el genitivo de pecado , debemos a�adir la idea: que desde nuestro nacimiento existe entre nuestro cuerpo y nuestra voluntad pecaminosa esa �ntima relaci�n por la cual los dos elementos se ponen en mutua dependencia. Esta relaci�n no es un simple accidente; pertenece al estado ca�do al que ha llegado nuestra alma misma.

El verbo ?????????, que traducimos por destruir , significa estrictamente: privar del poder de acci�n; y por lo tanto hacer innecesario o in�til , como en Lucas 13:7 ; Romanos 3:3 ; o anular, poner fin, destruir , como en 1 Corintios 13:8 ; 1 Corintios 13:10 ; 1 Corintios 6:13 ; Efesios 2:15 , etc.

Ni el significado: inactivar , ni destruir , podr�a aplicarse al cuerpo, si tuvi�ramos que entender por ello el organismo f�sico en s� mismo. Pero el ap�stol no piensa aqu� en recomendar el ascetismo corporal a los creyentes. No es del cuerpo como tal de lo que habla; es del cuerpo en cuanto instrumento al servicio del pecado. Del cuerpo en esta relaci�n especial, declara que debe ser reducido a la inacci�n , o incluso destruido.

Es obvio que en esta aplicaci�n los dos significados de la palabra ????????? equivalen casi a lo mismo. Pero la traducci�n destruida probablemente representa mejor el pensamiento. Un cuerpo, el del pecado, es destruido para que otro tome su lugar, el cuerpo que es un instrumento de justicia ( Romanos 6:13 ).

En la tercera proposici�n, que expresa el fin �ltimo de este trabajo interior, el ap�stol introduce un tercer sujeto: nosotros , ????, t�rmino que designa toda la personalidad moral independientemente de si est� o no bajo el dominio del pecado. Este tercer sujeto difiere enteramente del de la primera proposici�n: el hombre viejo , as� como del de la segunda: el cuerpo de pecado.

El anciano es crucificado por la fe en la crucifixi�n de Cristo; el cuerpo del pecado es destruido, porque como consecuencia de la crucifixi�n del hombre viejo, la voluntad corrupta que antes usaba el cuerpo para su propia satisfacci�n est� paralizada, y as� no puede disponer de �l m�s. Y el ego , el verdadero yo, la personalidad moral en su esencia, se libera as� de inmediato, tanto del poder de la vieja naturaleza como del cuerpo, su instrumento, y, en consecuencia, puede consagrar este �ltimo a un uso completamente nuevo. El ap�stol ilustra la verdad de esta situaci�n moral con un ejemplo tomado de la vida com�n.

Versículo 7

Porque el que est� muerto, por derecho est� libre del pecado.

Muchos comentaristas, desde Erasmo hasta Thol., De Wette, Philip., Hodge, Gess, etc., toman el participio ????????, el que est� muerto , en sentido figurado (comp. las expresiones similares en Romanos 6:6 ; Romanos 6:8 ). Pero estos cr�ticos se dividen inmediatamente en cuanto al significado del t�rmino ???????????, literalmente, est� justificado; algunos aplic�ndolo a la liberaci�n de la culpa y del castigo (Hodge por ejemplo) ya que el significado ordinario de la palabra justificar de Pablo parece exigir a los otros la liberaci�n del poder del pecado, en el sentido de que el que est� muerto ya no est� sujeto a este maestro, ya no le debe nada.

Sin embargo, ninguno de estos significados es satisfactorio. La primera nos llevar�a de vuelta al tema de la justificaci�n, que se concluy� al final del cap. 5. Seg�n Gess, Pablo quiere expresar la idea de que �la absoluci�n del pecado del creyente ( justificaci�n ) tiene lugar s�lo a condici�n de su muerte al pecado�. Eso resultar�a en hacer de la santificaci�n el principio de justificaci�n. El otro significado ser�a m�s adecuado en algunos aspectos: �El que est� muerto espiritualmente (en el sentido de Romanos 6:6 ), queda as� libre del poder del pecado.

� Indudablemente de manera general este es el significado del ap�stol en Romanos 6:7 ; el contexto lo exige. Pero no creemos que esta interpretaci�n d� cuenta exactamente de las expresiones utilizadas. La palabra ????????, aun con la preposici�n ???, no puede significar: liberarse del poder de , o, al menos si llegamos a este significado, debe mostrarse de qu� manera leg�tima eso es posible.

Entonces el participio ? ????????, el que est� muerto , no va acompa�ado de calificaci�n alguna, m�s bien debe entenderse en sentido estricto, y tanto m�s cuanto que en el vers�culo siguiente, cuando el ap�stol vuelve al significado espiritual, indica expresamente el cambio a�adiendo las palabras ??? ??????, con Cristo. Es por tanto una m�xima tomada de la vida com�n la que aqu� expresa el ap�stol, dejando al lector aplicarla inmediatamente al hecho correspondiente de la vida moral, que es precisamente el que acaba de describir en Romanos 6:6 .

Se sigue que la palabra justificar , ????????, debe tener un significado algo diferente de su sentido dogm�tico ordinario en los escritos de Pablo; porque el dominio al que lo aplica aqu� es completamente diferente. El que est� muerto, quiere decir, al no tener ya un cuerpo que poner al servicio del pecado, est� legalmente exento de cumplir los deseos de aquel amo, que hasta entonces hab�a dispuesto libremente de �l.

Supongamos un esclavo muerto; ser� en vano que su amo le mande robar, mentir o matar. Tendr� derecho a responder: �mi lengua, mis manos y mis pies ya no me obedecen�. �C�mo, entonces, podr�a ser reprendido por negarse a servir? Tal es la posici�n del creyente despu�s de que la crucifixi�n de su propia voluntad (de su viejo hombre ) ha reducido su cuerpo de pecado ( Romanos 6:6 ) a la impotencia.

Ya no puede servir al pecado haciendo el mal, como tampoco el esclavo privado de su cuerpo por la muerte puede continuar ejecutando las �rdenes que le dio su malvado amo. El verbo ???????????, ser justificado , significa a este respecto: estar libre de culpa en caso de desobediencia; estar legalmente facultado para no obedecer. La idea de legalidad est� en la palabra ????????, para justificar , la de liberaci�n en la preposici�n ???, de.

Tomando el t�rmino ? ???????? en el sentido literal, como hemos hecho, los comentaristas a veces han restringido su aplicaci�n al malhechor, quien, al someterse al castigo que merec�a, ha borrado su culpa y ya no puede ser aprehendido por el mismo delito. . Pero las palabras: el que est� muerto , son demasiado generales para soportar una aplicaci�n tan especial, y la oraci�n as� entendida reabrir�a el tema de la justificaci�n, que est� agotado.

El caso del esclavo muerto descrito en Romanos 6:7 , tal como lo entendemos, es la contrapartida exacta de la situaci�n moral del creyente descrita en Romanos 6:6 . El ap�stol deja que el lector haga �l mismo esta aplicaci�n, y pasa en los siguientes vers�culos del lado negativo de la santificaci�n, la crucifixi�n con Cristo, al lado positivo de esta gran verdad, la resurrecci�n con �l.

Este segundo lado es el complemento necesario del primero. Porque la voluntad pecadora, una vez crucificada en Cristo, y su �rgano, el cuerpo, reducido a la inacci�n, la personalidad moral del creyente no puede permanecer inerte. Debe tener una nueva actividad; el propio cuerpo exige un nuevo empleo al servicio de esta actividad. Hemos visto c�mo esta idea estaba contenida en el orden de Romanos 6:4 .

El creyente muere, no para permanecer muerto, sino para resucitar; y esto lo sabe bien, porque en la persona de Aquel con quien muere, el Resucitado, ve de antemano la necesidad moral del acontecimiento. Esta relaci�n de pensamiento, ya indicada Romanos 6:4-5 , se desarrolla ahora Romanos 6:8-10 ; borrador G�latas 2:20 .

Versículos 8-10

Ahora bien, si morimos con Cristo, creemos que tambi�n viviremos con �l: sabiendo que Cristo, despu�s de resucitar de los muertos, ya no muere; la muerte ya no tiene dominio sobre �l. Porque la muerte que muri�, al pecado muri� una vez para siempre; y la vida que vive, la vive para Dios.

El ??, ahora , marca el progreso que debe hacerse desde la participaci�n en la muerte de Cristo a la comuni�n en Su vida. Esta gradaci�n corresponde exactamente con la fuerza del pozo entonces tambi�n , ???? ???, Romanos 6:5 . As� como, de hecho, Romanos 6:6-7 fue la par�frasis did�ctica de 5a, as� Romanos 6:8-10 es la de 5b.

La participaci�n en la muerte se menciona como un evento pasado , incluido en el hecho de la fe ( estamos muertos con �l; comp. 5a), mientras que la participaci�n en la vida se describe como un evento por venir: tambi�n viviremos con �l. El primero, de hecho, es para todo verdadero creyente un objeto de experiencia; todav�a no es as� con el segundo. En el momento del bautismo, el punto de vista del ap�stol ( Romanos 6:3-4 ), la nueva vida es todav�a un objeto de esperanza y fe.

De ah�, en relaci�n con lo primero, el t�rmino ???????????, sabiendo , Romanos 6:6 , y en relaci�n con lo segundo, ??????????, creemos , Romanos 6:8 . El bautizado se encuentra entre la muerte que experiment� al creer y la vida que espera con certeza como don de Aquel que no s�lo est� muerto, sino resucitado.

Vivir con Cristo , ????? ????, es compartir su vida como resucitado y glorificado. Jes�s, desde lo m�s profundo de su estado celestial, se comunica al hombre que se ha apropiado de su muerte por la fe, y llena as� con su vida santa el vac�o formado en nosotros por la renuncia a la propia vida. Este es nuestro Pentecost�s, el an�logo de Su resurrecci�n.

Versículo 9

Esta fe, esta firme expectativa del creyente que est� muerto con �l, no es una vana imaginaci�n. Se apoya en un hecho positivo, la resurrecci�n del mismo Cristo: ???????, sabiendo eso. Este participio justifica el creemos de Romanos 6:8 . Creemos que nuestra resurrecci�n espiritual se llevar� a cabo, porque sabemos que Su resurrecci�n se ha llevado a cabo, y de manera irrevocable.

Ahora bien, esto �ltimo nos da seguridad de lo primero. Pero fiel a su tema original, el ap�stol, en lugar de desarrollar la idea de la vida nueva de Jes�s, se limita a expresar esta consecuencia: que ya no muere. Es f�cil ver la relaci�n l�gica entre este giro de expresi�n puramente negativo y la pregunta hecha en Romanos 6:2 : ��C�mo viviremos m�s en �l nosotros que estamos muertos al pecado?� No hay vuelta atr�s para Jes�s resucitado; �c�mo ha de haber uno para nosotros, desde el momento en que compartimos su vida como Resucitado? Sin duda, su sola muerte no habr�a hecho imposible su regreso a la vida terrenal; pero su entrada en una vida celestial excluye absolutamente tal paso retr�grado.

Por lo tanto, la mera comuni�n con Su muerte no ser�a suficiente para proporcionar una respuesta sin vacilaciones a la pregunta de Romanos 6:2 , mientras que la participaci�n en Su nueva vida la resuelve de una vez y para siempre.

Las �ltimas palabras de Romanos 6:9 forman una proposici�n independiente. Esta ruptura en la construcci�n pone m�s de relieve la idea. Habiendo pasado el tiempo en que se le permiti� a la muerte extender su cetro sobre �l, queda libre de su poder para siempre.

Versículo 10

La primera proposici�n de Romanos 6:10 desarrolla la raz�n por la cual se permiti� que la muerte reinara sobre �l por un momento; el segundo explica la raz�n por la que esto no se puede repetir.

Los dos pronombres ?, lo que , pueden tomarse como expresi�n determinante: en cuanto a , o como objeto directo de los dos verbos: lo que muri�, lo que vivi�. Porque en griego est� permitido decir: morir una muerte, vivir una vida; borrador G�latas 2:20 . Este paralelo y el sentido mismo nos parece decidir a favor de la segunda construcci�n. El primero parecer�a indicar un poder de muerte parcial m�s que temporal , lo cual no es natural en el contexto.

El poder ef�mero de la muerte sobre Jes�s se explica por el r�gimen ?? ???????, al pecado. La relaci�n que Jes�s sostuvo con el pecado fue la causa del alma de su sujeci�n a la muerte. Como en esta pieza la muerte al pecado denota una ruptura absoluta con �l ( Romanos 6:2 ), podr�a intentarse aqu� dar el sentido: Jes�s luch� victoriosamente contra el pecado durante toda su vida, no otorg�ndole ni por un momento el derecho de existir. en Su persona.

Pero el adverbio ??????, una vez , nos proh�be extender la aplicaci�n del t�rmino morir al pecado a toda Su vida. Adem�s, los comentaristas que, como Meyer y Hofmann, adoptan este significado, limitan la expresi�n al momento de la muerte: con el fin de Su vida termin� Su lucha con el pecado; desde ese momento el pecado (en forma de tentaci�n) no ejerci� m�s poder sobre su persona.

Este significado ciertamente explicar�a en cierta medida el ??????, una vez. Pero nos obliga a tomar la palabra morir en dos sentidos completamente diferentes en la misma oraci�n, y no es f�cil tener una idea clara de esta muerte al pecado atribuida a Jes�s. �Se refiere a su lucha contra la tentaci�n? La frase morir al pecado no es adecuada. Se muere a un hecho real, no posible.

�Debemos pensar en la lucha contra el pecado fuera de �l? Pero esta lucha contin�a hasta este mismo momento. �Se trata de una ruptura personal con el mal? No hizo nada m�s durante toda su vida. El �nico significado posible, por lo tanto, me parece que es el adoptado por Grot. y Olsh.: Muri� para expiar el pecado, un sentido conectado muy naturalmente con el dado por Chrys., Calv., etc.: y para destruirlo .

Hubo un momento en Su existencia en el que soport� su castigo, y por lo tanto estableci� su derrota. Pero este momento fue breve, y permanece solo y solo. Tal es la fuerza del t�rmino ??????, de una vez por todas. Fue una necesidad transitoria que �l consinti� en encontrar; pero tal crisis no se renovar�. La deuda una vez pagada es tan completa y para siempre; borrador Hebreos 7:27 ; Hebreos 9:12 ; Hebreos 9:26 ; Hebreos 9:28 ; Hebreos 10:10 ; 1 Pedro 3:18 .

El dativo ?? ???????, al pecado , significa as�: al servicio del pecado , es decir, a cumplir todo lo que exig�a la entrada y destrucci�n de este hecho entre la humanidad. Es obvio de una vez por todas que la muerte de Jes�s ocupa un lugar por s� mismo en su obra, y no debe ser considerada simplemente como el punto culminante de su vida santa.

Pasada esta crisis, Jes�s ya no debe nada al pecado, y su vida puede manifestarse sin obst�culos como instrumento de la vida de Dios.

Vivir para Dios es vivir �nicamente para manifestarlo y servirlo, sin tener que someterse m�s a ciertas obligaciones impuestas por un principio contrario. El significado de esta expresi�n es, como dice Meyer, exclusivo: s�lo a Dios. Jes�s glorificado vive y act�a sin otro objeto que el de manifestar en el coraz�n de los hombres por el Esp�ritu Santo la vida de Dios que se ha convertido en su vida, vida eterna; borrador

Juan 17:2 : �Como me diste potestad sobre toda carne, para que d� vida eterna a todos los que me diste.� As� es que �l sirve y glorifica a Dios.

Entonces, as� como Cristo, una vez que entr� en esta vida y actividad gloriosa, no se aparta de ella para volver de nuevo, as� el creyente, una vez muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo, no puede volver a su antigua vida de pecado. Romanos 6:11 saca expl�citamente esta conclusi�n, mantenida en suspenso desde Romanos 6:8 , y preparada en Romanos 6:9-10 .

Versículo 11

As� tambi�n vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jes�s Se�or nuestro.

El ????, asimismo , indica la inferencia que debe extraerse de la conformidad entre el caso de los creyentes y el de Jes�s.

Vosotros tambi�n: vosotros, as� como �l. ?????????, contar, considerar , es evidentemente un imperativo, no un indicativo: comp. los siguientes imperativos, Romanos 6:12-13 . El ap�stol quiere decir: He aqu�, en consecuencia de lo que testific�is en Jes�s mismo, el punto de vista en el que deb�is poneros cuando consider�is vuestro propio caso.

Ya no ten�is que ver vuestra condici�n como erais en vosotros mismos: esclavos del pecado, muertos para Dios. Ten�is que consideraros como sois en Cristo, como os acabo de explicar: muertos al pecado, vivos para Dios. Al lado y por encima del hombre viejo que a�n vive en �l, el creyente posee un nuevo yo contenido en Cristo que vive en �l; este ego se ha roto con el pecado, est� enteramente consagrado a Dios.

Tal es el ser a quien debe considerar en lo sucesivo como su verdadero yo; debe, por tanto, apropi�rselo subjetivamente, sustituy�ndolo constantemente por su ser natural, que en lo sucesivo es negado al pie de la cruz. Tal es el secreto divino de la santificaci�n cristiana, que la distingue profundamente de la simple moralidad natural. Este �ltimo le dice al hombre: Convi�rtete en lo que quieres ser.

El primero dice al creyente: Convi�rtete en lo que ya eres ( en Cristo). Pone as� en el fundamento del esfuerzo moral un hecho positivo, al que el creyente puede volver y recurrir de nuevo en cada instante. Y esta es la raz�n por la que su trabajo no se pierde en una aspiraci�n est�ril y no termina en la desesperaci�n. El creyente no se desenreda del pecado gradualmente. Rompe con ella en Cristo de una vez por todas.

Es colocado por un acto decisivo de voluntad en la esfera de la santidad perfecta; y es dentro de ella que avanza la paulatina renovaci�n de la vida personal. Esta segunda paradoja del evangelio, la santificaci�n por la fe, se basa en la primera, la justificaci�n por la fe.

Despu�s de haber mostrado al creyente c�mo debe considerarse a s� mismo en virtud de su uni�n con Cristo, el ap�stol lo llama a no dejar que esta nueva posici�n sea una mera teor�a, sino a trabajarla en su vida real, a hacerla su vida. de momento a momento. Como dice Philippi, los cristianos deben comenzar por discernir lo que son, y luego trabajar para manifestarlo. Tal es el tema de Romanos 6:12-14 .

Versículos 12-13

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que obedezc�is a sus concupiscencias. Ni tampoco deis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad; instrumentos de justicia para Dios.

En Cristo todo est� hecho. En el creyente todo es hacer y puede hacerse s�lo con la concurrencia de su voluntad. De ah� la siguiente exhortaci�n que est� conectada por lo tanto.

Pudiera pensarse por ciertas expresiones anteriores, que Pablo ya no admit�a la existencia del pecado en el creyente; pero �l lejos de entregarse a tales exageraciones. La misma palabra: �Que no reine el pecado �, asume que todav�a est� ah�. Pero ya no debe estar all� como soberano: porque ha perdido su poderoso instrumento y auxiliar, el cuerpo; �ste se ha convertido en Cristo en instrumento de Dios.

Estos dos aspectos de la santificaci�n del cuerpo, su liberaci�n del pecado y su consagraci�n a Dios corresponden respectivamente a Romanos 6:6-7 y Romanos 6:8-10 , y se desarrollan, el primero en Romanos 6:12-13 a , y el �ltimo en Romanos 6:13 b

El imperativo ?? ??????????, que no reine , se dirige gramaticalmente al pecado, pero en sentido al creyente mismo; porque es �l quien tiene la tarea de poner fin a este reinado. La exhortaci�n as� puesta como continuaci�n de la anterior, nos recuerda el pasaje Colosenses 3:5 : � Muertos est�is ( Romanos 6:3 ); mortificad, pues ( Romanos 6:5 ), vuestros miembros, que est�n sobre la tierra.

�Es porque estamos muertos al pecado en Cristo que podemos mortificarlo en nosotros mismos en la vida diaria. El presente imperativo, con el ?? negativo, implica la noci�n de un estado que exist�a hasta ahora, pero que debe terminar.

No debemos, como hacen algunos, dar a la ??, en , el significado de por , como si el ap�stol quisiera decir que el cuerpo es el medio por el cual el pecado ejerce su dominio sobre nosotros. El significado natural es: � en tu cuerpo mortal�. El cuerpo es el dominio , por as� decirlo, en el que se ejerce el dominio del pecado, en el sentido de que una vez que la voluntad ha sido subyugada por el pecado, da el cuerpo del que dispone al pecado, y este maestro usa para su placer.

El ep�teto ?????, mortal , debe tener una relaci�n l�gica con la idea del pasaje. El objeto de este t�rmino ha sido entendido de muy diversa manera. Calvino lo considera una expresi�n de desprecio, como si Pablo quisiera decir que toda la naturaleza corporal del hombre se precipita a la muerte y, en consecuencia, no debe ser mimada. Philippi piensa que el ep�teto se refiere m�s bien al hecho de que el pecado ha matado el cuerpo y ha manifestado as� su car�cter maligno .

Flatt piensa que Paul alude al car�cter transitorio de los placeres corporales. Cris�stomo y Grocio encuentran en la palabra la idea de la brevedad de los trabajos , que pesan sobre el cristiano aqu� abajo. Seg�n Tholuck, Pablo quiere indicar c�mo los malos deseos son inseparables del estado actual del cuerpo, que est� destinado a ser glorificado poco a poco. Seg�n Lange y Schaff, la santificaci�n del cuerpo mortal aqu� abajo se menciona como sirviendo para preparar su glorificaci�n arriba.

Nos parece que este ep�teto puede explicarse m�s naturalmente: no es la parte destinada a morir la que debe regir la personalidad del creyente; la vida superior que despierta en �l debe penetrarlo por completo y gobernar ese cuerpo, incluso el que va a cambiar su naturaleza. Es obvio que en la �ltima proposici�n del verso, la lectura Recibida: obedecerla en sus concupiscencias , no da un significado simple.

Obedecer al pecado en sus concupiscencias es una expresi�n artificial y forzada. La lectura greco-latina: obedecerla , es bastante superflua; �Qu� a�adir�a este r�gimen a la idea expresada por las palabras anteriores: �Que el pecado no reine en vuestro cuerpo�? La lectura alejandrina: obedecer sus deseos (?????, los del cuerpo ), en lo que se refiere al significado, es preferible a los otros dos; y tiene adem�s la ventaja, como mostraremos, de explicar f�cilmente c�mo surgieron.

Los deseos del cuerpo son sus instintos y apetitos, los cuales, actuando sobre el alma, determinan en ella los movimientos apasionados y desordenados del pecado. El t�rmino ????????, lujuria (de ???, sobre, hacia , y ?????, coraz�n, sentimiento, pasi�n ), denota la violencia con que, bajo el dominio del apetito corporal, el alma es llevada a los objetos externos, que pueden satisfacer la deseos excitados dentro de �l.

Aunque, pues, es todav�a el pecado, el instinto ego�sta del alma, el que reina en el cuerpo y dirige su uso, sucede as� que los apetitos de �ste se convierten en los due�os de la conducta; porque se presentan al alma como medio de satisfacer el ardiente deseo de goce con que se consume. As� armonizan el principio y el final del verso, el reinado del pecado sobre el cuerpo, y la supremac�a del cuerpo sobre la persona misma.

Pero esta relaci�n de ideas no fue comprendida por los copistas. Como al principio del verso el pecado era el sujeto del verbo reinar , les pareci� que la obediencia de la que se habla en las siguientes palabras tambi�n se le deb�a dar, y a�adieron (como en Biz.) el pronombre ????, eso (pecado), lo que requer�a agregar tambi�n la preposici�n ??, en , antes de la palabra ???? ??????????, los deseos.

Tal es el origen de la lectura Recibida. O, de nuevo, rechazaron toda esta cl�usula final, que no parec�a estar de acuerdo con el principio; y as� se form� la lectura grecolatina.

Versículo 13

Despu�s de hablar del cuerpo en general, el ap�stol en Romanos 6:13 menciona a los miembros en particular. Filipo, quien, con Calvino, ha entendido el cuerpo en Romanos 6:12 , no del cuerpo propiamente dicho, sino del cuerpo y el alma unidos (en la medida en que esta �ltima no est� bajo la influencia del Esp�ritu Santo), da tambi�n a la palabra miembros , Romanos 6:13 , un sentido tanto moral como f�sico.

No son s�lo los ojos, las manos, los pies, la lengua, etc., sino tambi�n el coraz�n, la voluntad, el entendimiento. No puede haber nada m�s arbitrario que esta extensi�n al alma del significado de las palabras cuerpo y miembros. Los miembros del cuerpo corresponden a los diversos deseos , Romanos 6:12 , y son los instrumentos particulares de su gratificaci�n.

El t�rmino ???? puede traducirse por armas o por instrumentos. Meyer insiste fuertemente en el primer significado, el �nico, seg�n �l, usado en el Nuevo Testamento (comp. 2 Corintios 6:7 ; 2 Corintios 10:4 ).

Pero dudamos mucho si esta observaci�n se aplica a Romanos 13:12 (ver en el pasaje); y el significado: instrumento , nos parece mucho m�s adecuado aqu�, ya que no se hace referencia a la guerra, sino a la gratificaci�n de las lujurias. El presente imperativo ???????????, presente, rendimiento , como el ?????????? de Romanos 6:12 , denota la continuaci�n de un estado actual.

Con el ?? negativo, significa por lo tanto: deja de ceder , como lo has hecho hasta ahora. El verbo ??????????? significa: presentar para poner a disposici�n. La palabra ??????, injusticia , abarca aqu� todos los actos contrarios a la obligaci�n moral en general. Puede dudarse si el dativo ?? ???????, pecar , depende del verbo ceder , o del instrumento sustantivo .

Tal vez deber�a estar conectado con ambos a la vez. Romanos 6:12-13 a han expuesto la noci�n de la santificaci�n del cuerpo desde un punto de vista negativo. Romanos 6:13 13b lo expone positivamente. Es la misma gradaci�n que tenemos de 5a a 5b, y de Romanos 6:7 a Romanos 6:8 .

El ap�stol aqu� usa el aoristo ??????????? en lugar del presente ???????????, Romanos 6:13 a Los cr�ticos no est�n de acuerdo en cuanto al significado e intenci�n de esta forma. Meyer toma este aoristo imperativo como indicativo de la instantaneidad con la que debe llevarse a cabo la consagraci�n del cuerpo.

Fritzsche encuentra en �l la noci�n de la repetici�n continua de los actos en los que se realiza esta consagraci�n. Philippi piensa que esta forma expresa la idea de una consagraci�n realizada de una vez por todas. Como el aoristo denota estrictamente el paso a la acci�n, el aoristo imperativo exhorta fuertemente al individuo a realizar sin demora el acto indicado por el verbo (casi el significado indicado por Meyer).

La diferencia entre este imperativo aoristo y los imperativos presentes precedentes es, por lo tanto, esta: estos �ltimos eran una exhortaci�n a no continuar el antiguo estado; el primero insiste en una transici�n inmediata al nuevo estado (comp. Hofmann, p. 246). Este cambio debe afectar no s�lo al cuerpo, sino a toda la persona: entr�guense. La consagraci�n del cuerpo y de los miembros est� incluida en la de la persona. El como que sigue no significa: como si (????, Alex. lectura), sino: como siendo realmente (??, Byz. lectura).

La expresi�n muerto se ha entendido aqu� de dos maneras. Algunos, como Filipos, han encontrado en �l la noci�n de muerte espiritual, en la que a�n yace el pecador, comp. Efesios 2:1 ; Efesios 2:5 . Se cree que el ap�stol est� contrastando el antiguo estado de alejamiento de Dios, en el que estaban los romanos anteriormente, con su presente estado de vida en Dios.

Otros, por el contrario, como Meyer, a partir de la comparaci�n entre Romanos 6:2 ; Romanos 6:11 , piensa que el tema en cuesti�n es la muerte al pecado consumada por la fe en Cristo. Se cree que el ap�stol contrasta el estado de inactividad del cuerpo en el momento en que el creyente est� muerto con Cristo solo experimentalmente ( Romanos 6:6-7 ), con su nueva actividad desde el momento en que recibe una nueva vida ( Romanos 6:8-10 ), a trav�s del conocimiento experimental de la resurrecci�n del Se�or. Este segundo significado es obviamente forzado; el primero, m�s simple en s� mismo, tambi�n concuerda mejor con el contraste entre el nuevo y el viejo estado del creyente ( Romanos 6:12-13 a). El t�rmino ??????????,la justicia , en contraste con ??????, la iniquidad , s�lo puede denotar aqu� la justicia moral, el cumplimiento de todas las obligaciones humanas.

El dativo ???, a Dios , no depende probablemente del verbo sobreentendido ceder , pues hubiera sido in�til en este caso repetir esta cl�usula ya expresada en el verso anterior. Por lo tanto, debe estar conectado con la expresi�n ???? ???????????, instrumentos de justicia para Dios. Todas aquellas obras de justicia que Dios no podr�a ejecutar por s� mismo aqu� abajo sin constantes intervenciones milagrosas, �l las realiza por medio de los creyentes, quienes ansiosamente le prestan sus cuerpos y miembros como instrumentos para este fin.

Versículo 14

De hecho, el pecado no se ense�orear� de vosotros; porque no est�is bajo la ley, sino bajo la gracia.

No tenemos aqu� una exhortaci�n disfrazada, expresada por un futuro tomado en el sentido de un imperativo: ��Que el pecado no reine m�s�...! �Por qu� el ap�stol no habr�a continuado la forma imperativa usada en los vers�culos anteriores? Es un hecho futuro asegurado al creyente como una promesa gloriosa: �Lo que acabo de pediros (morir al pecado y consagraros a Dios), ciertamente podr�is hacerlo; porque ser� imposible que el pecado ostente m�s tiempo en vosotros; ya no podr� reinar sobre ti.

Esta promesa es la justificaci�n del mandato dado en Romanos 6:12 : ��Que no reine el pecado�...! Romanos 6:14 es as� la transici�n de la exhortaci�n precedente al desarrollo posterior que trata de la emancipaci�n del creyente.

La promesa contenida en la primera proposici�n se justifica en la segunda. El estado de gracia, ?????, la reconciliaci�n con Dios, el goce de su favor y la posesi�n de su Esp�ritu, comunican al alma un poder victorioso desconocido para el estado de derecho. En este �ltimo reina el sentimiento de pecado, el temor a la condenaci�n y el esp�ritu servil, que son lo contrario de la consagraci�n interior.

Y por eso el pecado puede ser vencido bajo la gracia , mientras que reina inevitablemente bajo la ley. El ap�stol no ha puesto el art�culo antes de la palabra ?????, ley; porque, aunque est� pensando sustancialmente en la ley mosaica, es como ley que desea designarla aqu�, y no como ley mosaica . Lo que afirma se aplica a toda instituci�n que tenga el car�cter de un mandamiento externo.

Pero, �por qu� utilizar la preposici�n ???, bajo , y no la preposici�n ??, en , que parece m�s adecuada a una noci�n como la del estado de gracia? �Es la gracia, entonces, un yugo, al igual que la ley? �No es, por el contrario, una vida interior, un poder? En otras conexiones Pablo ciertamente habr�a hecho uso de la preposici�n ??, en , con la palabra gracia. Pero la idea de todo el pasaje que sigue es precisamente la del control decisivo que la gracia ejerce sobre el creyente para someterlo a la justicia con una autoridad no menos imperiosa y aun m�s eficaz que la ley ( Romanos 6:15-23). Y es esta idea la que expresa y resume la preposici�n ???, debajo.

De la misma manera, en efecto, como el segundo pasaje de la secci�n ( Romanos 6:15-23 ) es el desarrollo de las palabras bajo gracia , el tercero ( Romanos 7:1-6 ), como veremos, ser� el desarrollo de las palabras, no m�s bajo la ley.

Y la conexi�n l�gica de los tres pasajes es, en consecuencia, �sta: Despu�s de demostrar en el primero que la fe en Cristo crucificado y resucitado contiene en s� el principio de un reino de santidad ( Romanos 6:1-14 ), el ap�stol prueba que este principio es no menos poderosa que una ley para someter al hombre a s� mismo ( Romanos 6:15-23 ), y que como consecuencia de esta subyugaci�n moral el creyente puede en adelante sin peligro renunciar al yugo de la ley ( Romanos 7:1-6 ).

Versículo 15

�Qu� entonces? �Debemos pecar , porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? �Que no sea as�!

La pregunta de Romanos 6:15 no es una repetici�n de la de Romanos 6:1 . La discusi�n ha avanzado. Se ha demostrado el principio de santidad inherente a la salvaci�n por gracia. El ap�stol s�lo se pregunta si tendr� el poder necesario para gobernar al hombre sin la ayuda de una ley. Este es el punto en el que la pregunta ?? ???, qu� entonces , retoma la discusi�n.

As� se explica la diferencia de estilo entre la pregunta de Romanos 6:1 y la de Romanos 6:15 . En el primero, Pablo pregunta: �Debemos continuar en el pecado? Aqu� dice simplemente: si debemos pecar , ???????????. No hay duda de que la lectura Recibida: pecaremos?, ???????????, debe ser rechazada, pues no se encuentra en una sola may�scula.

El subjuntivo aoristo ??????????? no denota, como lo har�a el presente, el estado permanente, sino el acto aislado, que es perfectamente adecuado aqu�. La cuesti�n ya no es, como en Romanos 6:1 , si el creyente justificado podr� continuar la vida de pecado que antes llevaba. La respuesta ha sido dada en Romanos 6:1-14 .

Pero el asunto en cuesti�n es si el nuevo dominio ser� lo suficientemente fuerte para desterrar el pecado en cada caso particular. De ah� la forma del subjuntivo aoristo: �debemos cometer un acto de pecado? �Podr�amos actuar as� voluntariamente en una sola instancia? Y, de hecho, un creyente no dir� f�cilmente: por gracia permanecer� sin ning�n cambio en lo que he sido hasta ahora. Pero se encontrar� demasiado f�cilmente considerando admisible alguna indulgencia particular hacia el pecado, a causa de la gratuidad del perd�n.

La gradaci�n entre la cuesti�n de Romanos 6:1 y la de Romanos 6:15 se hace sentir tambi�n en la forma del motivo alegado a favor de la infidelidad. El ap�stol no dice ahora: � para que la gracia abunde�, palabras que s�lo podr�an salir de un coraz�n a�n ajeno a las experiencias de la fe; pero �l dice aqu�: � porque estamos bajo la gracia.

La trampa es menos asquerosa en esta forma. Vinet dijo un d�a al escritor de estas l�neas: �Hay un veneno sutil que se insin�a en el coraz�n incluso del mejor cristiano; es la tentaci�n de decir: Pequemos, no para que abunde la gracia, sino porque abunda.� Aqu� ya no hay un c�lculo odioso, sino un conveniente y mucho menos.

�D�nde estar�a la necesidad de sostener que el ap�stol, para explicar esta cuesti�n, tiene en vista una objeci�n planteada por el judeocristianismo legal? La pregunta surge por s� misma tan pronto como el evangelio entra en contacto con el coraz�n del hombre. Lo que prueba claramente que el ap�stol no est� pensando aqu� en un escr�pulo judeo-cristiano, es el hecho de que en su respuesta no hace la menor alusi�n a la anterior sujeci�n del hombre a la ley, sino �nicamente al yugo que el pecado le impuso desde el principio.

Y la traducci�n literal de nuestro vers�culo no es: �Porque ya no est�is bajo la ley�, sino: �Porque ya no est�is bajo la ley , sino bajo la gracia. Se entiende, por supuesto, que cuando habla de ley est� pensando en la dispensaci�n mosaica, as� como, cuando habla de gracia , est� pensando en la revelaci�n del evangelio. Pero no menciona las instituciones como tales; los designa s�lo por su car�cter moral.

Versículos 15-23

Decimocuarto Pasaje (6:15-23). El Poder del nuevo Principio de Santificaci�n para liberar del Pecado.

El nuevo principio acababa de establecerse. El ap�stol la hab�a encontrado en el objeto de la fe que justifica. Pero �podr�a un principio tan espiritual, aparte de toda regla externa y positiva, apoderarse de la voluntad con poder suficiente para gobernarla completamente? A esta objeci�n natural, formulada en Romanos 6:15 , San Pablo responde as�: por la aceptaci�n de la gracia , un nuevo amo ha sustituido al anterior, el pecado ( Romanos 6:16-19 ); y el creyente se siente obligado a servir a este nuevo amo con mayor fidelidad porque recompensa a sus siervos comunic�ndoles la vida , mientras que el antiguo amo paga a los suyos d�ndoles la muerte ( Romanos 6:20-23). As� se prueba que el nuevo principio est� revestido de autoridad suficiente, aunque puramente interna, para controlar toda la vida del creyente.

Versículo 16

No sab�is que con respecto a Aquel a quien os dedic�is como siervos a obedecer, sois desde ahora siervos suyos que le deben obediencia; ya sea el pecado para muerte, o la obediencia para justicia?

La cuesti�n de Romanos 6:15 surgi� de una forma totalmente err�nea de entender la relaci�n entre la voluntad moral del hombre y los actos en los que se manifiesta. Parec�a, seg�n la objeci�n, que un acto de libertad no es m�s que un hecho aislado en la vida humana, y que un acto de la gracia de Dios basta para anularlo, de modo que no quede ni rastro de �l.

As� es como un pelagianismo superficial entiende la libertad moral. Despu�s de la realizaci�n de cada acto, puede volver al estado en que estaba antes, exactamente como si nada hubiera pasado. Pero un estudio m�s serio de la vida humana prueba, por el contrario, que todo acto de voluntad, ya sea en la direcci�n del bien o del mal, al pasar a la realidad, crea o fortalece una tendencia que arrastra al hombre con fuerza creciente, hasta se vuelve completamente irresistible.

Todo acto libre, pues, determina hasta cierto punto el futuro. Es esta ley psicol�gica la que el ap�stol aplica aqu� a los dos principios: del pecado por un lado, y de la gracia por el otro. Llama la atenci�n sobre el hecho de que est� apelando a un experimento que cualquiera puede hacer: �No sab�is eso? ...? Jes�s ya hab�a expresado esta ley cuando pronunci� la m�xima: �Todo aquel que comete pecado es siervo [del pecado]�, Juan 8:34 .

Las palabras: aquel a quien os dedic�is como siervos , se refieren a los primeros pasos dados en una u otra de las dos direcciones opuestas. En este punto, el hombre goza todav�a de un cierto grado de libertad moral en relaci�n con el principio que tiende a dominar su voluntad; por eso se dedica , como dice el ap�stol. Pero en la medida en que se somete a este principio mediante ciertos actos de sumisi�n, cae m�s y m�s bajo su dominio: sois siervos de aquel a quien obedec�is.

Estas �ltimas palabras caracterizan el estado de cosas m�s avanzado, en el cual, una vez formado el v�nculo de dependencia, la voluntad ha perdido todo poder de resistencia, y existe s�lo para satisfacer al amo de su elecci�n. Las palabras: ? ?????????, a quien obedec�is , son estrictamente hablando un pleonasmo; pues esta idea ya estaba contenida en la expresi�n: ?????? ????, vosotros sois siervos; pero, sin embargo, no son superfluos.

Significan: �para quienes la obediencia est� ahora a la orden del d�a, lo quieran o no�. Un hombre no se pone al servicio de un amo para no hacer nada por �l. En otras palabras, la libertad absoluta no puede ser la condici�n del hombre. No estamos hechos para crear nuestro principio rector, sino simplemente para adherirnos a uno u otro de los poderes morales superiores que nos solicitan. Toda concesi�n libremente hecha a una u otra es un precedente que nos vincula a ella, y del cual se aprovechar� para exigir m�s.

As� se establece gradualmente y libremente la condici�n de dependencia de la que habla el ap�stol, y que se traduce, por un lado, en la absoluta incapacidad de hacer el mal (1Jn 3, 9), el estado de verdadera libertad; por el otro, en la incapacidad total para querer o hacer el bien ( Mateo 12:32 ), el estado de perdici�n final.

Puesto que Pablo no habla como un moralista filos�fico, sino como un ap�stol, aplica inmediatamente esta verdad a los dos principios positivos que aqu� contrasta entre s�, a saber, como dice en la segunda parte del vers�culo, el pecado y la obediencia. De las dos part�culas disyuntivas ???? ( si ciertamente ) y ? ( o ), la primera es algo m�s enf�tica, como si el ap�stol quisiera apoyarse m�s fuertemente en la primera alternativa: Ya sea ciertamente del pecado para muerte, o, si este resultado no no os conviene, de la obediencia para justicia.�

El pecado es puesto en primer lugar, como el amo al que estamos naturalmente sujetos desde la infancia. Es su yugo el que la fe ha roto; y, en consecuencia, el cristiano debe recordar siempre que si hiciera alguna concesi�n a este principio, comenzar�a a colocarse de nuevo bajo su dominio y en el camino que podr�a guiarlo de regreso a la meta de su vida anterior: la muerte. La palabra muerte aqu� no puede denotar muerte f�sica, porque los siervos de la justicia mueren al igual que los siervos del pecado.

Ya no estamos en esa parte de la Ep�stola que trata de la condenaci�n, y en la que la muerte apareci� como un castigo pronunciado sobre el primer pecado, por lo tanto, como la muerte propiamente dicha. Es el contraste entre pecado y santidad lo que prevalece en esta parte, cap. 6-8. El asunto en cuesti�n, por lo tanto, es la muerte en el sentido de corrupci�n moral y, en consecuencia, de separaci�n de Dios aqu� y en el m�s all�; tal es el abismo que el pecado cava cada vez m�s profundamente, cada vez que el hombre, m�s a�n, que el creyente, incluso se entrega a �l.

�Por qu�, en oposici�n al pecado, el ap�stol dice en la segunda alternativa: de la obediencia , y no: de la santidad; y �por qu�, en oposici�n a: para muerte , dice: para justicia , y no: para vida? La obediencia se entiende frecuentemente en este pasaje como obediencia al bien oa Dios, de manera general. La obediencia en este sentido se opone ciertamente al pecado; y si Pablo estuviera dando un curso de moral, en lugar de una exposici�n del Evangelio, este significado ser�a el m�s natural.

Pero en el vers�culo siguiente no cabe duda de que el verbo obedecer denota el acto de fe en la ense�anza del Evangelio. Ya hemos visto, Romanos 1:5 , que el ap�stol llama a la fe obediencia. Es el mismo Romanos 15:18 , donde designa la fe de los gentiles con el nombre de obediencia.

La fe es siempre un acto de docilidad a una manifestaci�n divina, y por tanto una obediencia. As� pues, es la fe en el evangelio lo que el ap�stol designa aqu� con la palabra obediencia; y puede perfectamente contrastarlo con el pecado en este sentido, porque es la fe la que pone fin a la rebeli�n del pecado y establece el reino de la santidad. Cada vez que se predica el evangelio al pecador, se le desaf�a a decidir entre la obediencia (de la fe) o la independencia carnal del pecado. El hombre no escapa de su estado de pecado por la simple contemplaci�n moral del bien y del mal, y sus respectivos efectos, sino �nicamente por la eficacia de la fe.

Las palabras: para justicia , han sido aplicadas por algunos

Meyer, por ejemplo, a la sentencia de justificaci�n que se dictar� sobre el cristiano santificado en el �ltimo d�a. Esta interpretaci�n ha sido adoptada por el contraste entre este t�rmino y el anterior: hasta la muerte. Pero acabamos de ver que se usa el t�rmino justicia , Romanos 6:13 , en el sentido de justicia moral ; y este es tambi�n el significado m�s adecuado aqu�, donde el objeto es se�alar las santas consecuencias que se derivar�n del principio de la fe.

La ant�tesis del t�rmino muerte tambi�n encuentra una explicaci�n sencilla con este significado. Como la muerte, fruto del pecado, es separaci�n de Dios; as� la justicia, fruto de la fe, es comuni�n espiritual con Dios. El primero contiene la idea de corrupci�n moral, como camino , y el segundo incluye la idea de vida, como fin. Si se quisiera hacer completamente el contraste, tendr�amos que decir: �sea del pecado para injusticia que es muerte , sea de la obediencia para justicia que es vida.

Al expresarse como lo hace, Pablo quiere, por un lado, inspirar el horror del pecado, cuyo fruto es la muerte; por el otro, poner de relieve el car�cter esencialmente moral de la fe, cuyo fruto es la justicia.

Versículos 16-19

vv. 16-19 describen la nueva sujeci�n ( a la justicia ) por la cual la gracia desplaza la antigua sujeci�n ( al pecado ).

Versículos 17-18

Ahora bien, gracias a Dios que fuisteis siervos del pecado, pero obedecisteis de coraz�n a la clase de doctrina que os fue entregada; entonces, siendo libertados del pecado, hab�is venido a ser siervos de la justicia.

versi�n 16 estableci� la necesidad de elegir entre los dos amos: el pecado que lleva a la muerte, y la fe que produce justicia. El ap�stol declara en Romanos 6:17 y da gracias a Dios por ello que los romanos ya han hecho su elecci�n, y que la buena. La exclamaci�n: gracias a Dios , no es una forma oratoria; es un grito de gratitud desde lo m�s profundo del coraz�n del ap�stol por la obra maravillosa que Dios ha realizado sin �l entre aquellos antiguos gentiles.

Pero, �puede dar gracias porque antes eran siervos del pecado? Hay dos maneras de entender la forma usada aqu� por San Pablo: o bien se hace que la acci�n de gracias se refiera s�lo a la segunda proposici�n, y se considera que la primera s�lo sirve para poner de manifiesto por contraste la excelencia del cambio que ha pasado. sus lectores: �Gracias a Dios que siendo en otro tiempo vosotros siervos.

.. ahora hab�is obedecido�... O se sostiene que la primera proposici�n pertenece tambi�n al contenido de la acci�n de gracias; para este punto de vista es suficiente enfatizar fuertemente el imperfecto eran: �porque erais , es decir, ya no sois�. En este sentido se comparan las expresiones an�logas, 1 Corintios 6:11 ; Efesios 5:8 (ver Meyer, Philippi).

La segunda explicaci�n est� respaldada por el hecho de que, en el primer significado, el contraste no pod�a dejar de estar indicado por la part�cula ???, as� como por la posici�n prominente que ocupaba al comienzo de la oraci�n el verbo ???, ye were. Pero el uso de la part�cula ??? es mucho m�s raro en el Nuevo Testamento que en el griego profano. El lugar del verbo ser�a sin duda una raz�n m�s v�lida; en todo caso explica c�mo el ap�stol podr�a seguir la expresi�n: gracias a Dios , inmediatamente con la idea: siervos del pecado. Pero, sin embargo, es cierto que el primer significado sigue siendo el m�s simple y el m�s natural. Se pueden citar numerosos ejemplos de este modo de expresi�n.

El imperfecto ???, ye were , resalta la duraci�n del estado pasado; el aoristo ??????????, obedecisteis , se refiere al hecho decisivo por el cual se adhirieron al evangelio y rompieron con ese estado anterior.

La expresi�n ?? ???????, del coraz�n , indica su disposici�n interior y la ausencia de toda restricci�n. El evangelio respondi� a una necesidad moral dentro de ellos.

La siguiente proposici�n puede interpretarse de tres maneras: 1. ?? ???? ??????? ??? ?? ??????????, porque obedecisteis la forma de doctrina a la que fuisteis entregados (Chrys., Thol., De W., Mey., Philip., Winer ); 2. ??? ???V ????? ??????? ?? ??????????, porque hab�is obedecido (o: en relaci�n con ) la forma de doctrina que os ha sido transmitida (?? ???????? ??); entonces Hofmann: 3.

??? ??? ????? ??????? ??? ?? ?????????? (combinando los significados de las construcciones anteriores). De estas tres construcciones s�lo es admisible la primera, porque obedecer a alguno o algo se expresa en griego por ????????? con el dativo, y no con la preposici�n ???; esto �ltimo denotar�a algo muy diferente (el fin de la obediencia).

Pablo felicita a los romanos por el hecho de que se han adherido con fe, docilidad y entusiasmo a la forma de doctrina cristiana que les fue tra�da por aquellos que les comunicaron primero el conocimiento del evangelio. �Denota esta forma de doctrina el cristianismo en general, o una forma m�s especial de ense�anza cristiana? En el primer caso, �no habr�a dicho Pablo simplemente: �porque de coraz�n obedecisteis a Cristo o al evangelio?� La elecci�n de un t�rmino tan excepcional, y tan �nico como el que le parece bien utilizar aqu�, nos lleva m�s bien a pensar en una forma especial y precisamente definida de la ense�anza cristiana.

La referencia es a ese evangelio de Pablo ( Romanos 2:16 , Romanos 16:25 ) que los primeros propagadores del evangelio en Roma hab�an predicado all�. Pablo sab�a bien por su propia experiencia que s�lo en la pura espiritualidad de �su evangelio� se encontraba el verdadero poder de la santificaci�n cristiana, y que toda concesi�n al principio legal era al mismo tiempo una barrera interpuesta a la operaci�n. del Esp�ritu Santo.

De ah� su viva alegr�a por la forma de doctrina que hab�a marcado con su profunda huella la vida moral de los cristianos de Roma. �Podr�a haberse expresado as� sin charlataner�a, si, como tantos cr�ticos piensan, la doctrina recibida por aquellos cristianos romanos hubiera sido de car�cter judaizante, y en contradicci�n con la suya?

Todos los t�rminos son, por as� decirlo, elegidos deliberadamente para expresar la condici�n receptiva de los lectores. Y primero la palabra ?????, tipo, forma (de ???????, golpear ), que denota una imagen profundamente grabada y picada para reproducir su impresi�n; borrador Hechos 23:25 , donde esta palabra denota el tenor exacto de una misiva, y el t�rmino an�logo ??????????, 2 Timoteo 1:13 , usado casi en el mismo significado que aqu�.

Luego el pasivo ???????????, literalmente, ser entregado , lo que expresa fuertemente el tipo de sujeci�n moral que resulta del poder de la verdad cristiana una vez aceptada. Uno es libre de consentirlo o rechazarlo; pero el Cristo recibido se convierte en un amo que desposee instant�neamente al amo anterior.

Si se pregunta en qu� consist�a exactamente esta forma precisa de la verdad del evangelio en la que el ap�stol estaba pensando aqu�, nos parece que lo encontramos mejor resumido en 1 Corintios 1:30 , donde se presenta a Cristo, primero, como nuestra justicia , luego como nuestra santificaci�n , finalmente, nuestra redenci�n final .

Puede decirse que toda la parte did�ctica de nuestra Ep�stola est� comprendida en estos tres t�rminos: cap. 1-5 en el primero (??????????, justicia ), cap. Romanos 6:1 a Romanos 8:11 en el segundo (????????, santidad ), y el final del cap. 8 en el tercero (???????????, redenci�n ).

Algunos cr�ticos consideran a Romanos 6:18 como la conclusi�n del argumento; pero en lugar de la part�cula ??, ahora , se requerir�a haber sido ???, por lo tanto , que se encuentra de hecho en dos Mjj., descarriados por esta suposici�n. Todav�a no estamos en la conclusi�n. La afirmaci�n: fuisteis hechos sujetos a la justicia , pertenece todav�a a las premisas del argumento.

Aqu�, de hecho, est� el razonamiento como un todo: En Romanos 6:15 la objeci�n: �Querr� el creyente pecar aunque sea una vez? De Romanos 6:16 a Romanos 6:18 la respuesta.

Romanos 6:16 , el mayor: El hombre no puede ser absolutamente libre; no puede evitar elegir entre dos amos, el pecado o la justicia. Romanos 6:17-18 , el menor: Ahora bien, cuando os decidisteis por la fe ( Romanos 6:17 ), aceptasteis la sujeci�n a la justicia ( Romanos 6:18 ).

La conclusi�n se sigue por s� misma. Por lo tanto, vuestro progreso en el bien es en adelante una cuesti�n de necesidad. En consecuencia, queda resuelta la objeci�n iniciada: no podr�ais pecar ni una sola vez sin renunciar al nuevo principio al que os hab�is entregado. Vemos as� c�mo Pablo ha logrado redescubrir una ley tambi�n en la gracia, pero una ley interior y espiritual, como todo su evangelio. Es Cristo mismo quien, despu�s de habernos librado del pecado con su muerte, uni�ndonos a su vida como Resucitado, nos ha hecho sujetos a la justicia.

Pero el ap�stol, en su exposici�n de la relaci�n entre el creyente y su nuevo amo, hab�a usado una expresi�n que sacudi� su propio sentido de la propiedad, y que siente la necesidad de excusar y explicar. Era la palabra servidumbre ( esclavitud ), aplicada a la dependencia del creyente en la justicia. �Es entonces la pr�ctica del bien una servidumbre? �No es, por el contrario, la libertad m�s gloriosa? Ciertamente, ya este pensamiento se aplica la observaci�n que comienza Romanos 6:19 ; despu�s de lo cual, en la segunda parte del vers�culo, el ap�stol concluye este desarrollo con una exhortaci�n pr�ctica.

Versículo 19

Hablo como hombre a causa de la flaqueza de vuestra carne, que como hab�is entregado vuestros miembros a la servidumbre a la inmundicia ya la iniquidad a la iniquidad; as� tambi�n ahora dad vuestros miembros al servicio de la justicia para la santidad.

Varios cr�ticos (Beng., De Wette, Mey., Philip.) refieren la debilidad carnal de los romanos, de la que habla aqu� el ap�stol, a su debilidad intelectual , a su incapacidad para comprender adecuadamente la verdad religiosa. Esta es la raz�n que le ha llevado a hacer uso de un modo humano de hablar, llamando servidumbre al cumplimiento de la justicia , que, desde el punto de vista divino, es, por el contrario, la verdadera libertad.

Lo que est� bien fundado en esta explicaci�n es la aplicaci�n de las primeras palabras de Romanos 6:19 al t�rmino servidumbre usado en Romanos 6:18 . Pero lo que me parece inexacto, es aplicar la expresi�n debilidad de la carne a un defecto de entendimiento.

�No contradice esta explicaci�n lo que el ap�stol reconoce en t�rminos tan contundentes, Romanos 15:14 : el alto grado de conocimiento cristiano que ya ha alcanzado la Iglesia de Roma? La debilidad de la carne (m�s literalmente: procedente de la carne ) debe, por lo tanto, denotar un estado general compartido por los romanos con la gran mayor�a de los miembros de la Iglesia cristiana, en consecuencia, un estado moral m�s que intelectual; y esto es realmente lo que indica naturalmente la expresi�n usada por el ap�stol.

Si la obligaci�n de practicar la justicia parece a la mayor�a de los creyentes una sujeci�n a un principio extra�o, no es como consecuencia de una falta de comprensi�n; la causa es m�s profunda; es porque la carne , el amor del ego , a�n no ha sido completamente sacrificado. De este hecho moral surge incluso en el cristiano la dolorosa impresi�n de que la justicia perfecta es un amo muy exigente, a veces incluso duro, y que la obligaci�n de conformarse en todos los puntos a la voluntad de Dios lo convierte en esclavo.

Tal es la condici�n moral imperfecta a cuyas impresiones acomoda Pablo su lenguaje en las expresiones usadas en Romanos 6:18 . Los antiguos int�rpretes griegos pensaron que este comentario, Romanos 6:19 , deber�a estar conectado con lo que sigue, d�ndole el significado: �No pretendo preguntarte qu� va m�s all� de tu debilidad humana, causada por la carne; entregad vuestros miembros solamente a la justicia en la misma medida en que los entregasteis antes al pecado.

No pido m�s de ti. Pero es evidente que el ap�stol, en un pasaje en el que est� describiendo la norma de la santidad cristiana, no puede pensar en disminuir nada de las exigencias del nuevo principio. La exhortaci�n que sigue no puede ser menos absoluta que la anterior, Romanos 6:12-13 , y que no estuvo acompa�ada de ninguna cl�usula de este tipo.

Hofmann y Schott toman las dos palabras ?????????? ????, hablo como hombre , como un par�ntesis, y unen el r�gimen ??? ??? ?????????, a causa de la debilidad de la carne , al verbo: os convertisteis en s�bditos , Romanos 6:18 . Seg�n este punto de vista, Pablo reconoce que la pr�ctica del bien es realmente una servidumbre para el creyente, sujeci�n a una voluntad extra�a; y el que surge de la persistencia de la vieja naturaleza, y del hecho de que la carne requiere ser constantemente subyugada.

Pero es muy dudoso que el ap�stol llame aqu� seriamente con el nombre de servidumbre a la vida cristiana que representa siempre, como el mismo Jes�s, como la m�s gloriosa emancipaci�n. Sin duda, en 1 Corintios 9:27 , usa la expresi�n ???????????, para poner en sujeci�n , pero en figura, y en relaci�n con el cuerpo.

El rendimiento imperativo prueba que la segunda parte del vers�culo es una exhortaci�n. Pero en este caso, �por qu� adjuntarlo con un for a lo que precede? �Puede una exhortaci�n servir para demostrar algo? �No se exige a s� mismo fundarse en una demostraci�n? Para comprender esta extra�a forma, creo que debemos cambiar el imperativo ceder por la forma: � est�s obligado a ceder�.

Entonces podemos entender c�mo esta idea puede estar conectada con Romanos 6:18 : �Hab�is sido hechos sujetos a la justicia desde ahora en adelante, ya que, de hecho ( para ) , solo os queda entregar vuestros miembros�. No hay que olvidar, en efecto, que la exhortaci�n: entregad vuestros miembros , ya estaba expresada con anterioridad en Romanos 6:12-13 , y que como l�gicamente se basa en todo lo anterior ( por lo tanto , Romanos 6:12 ), y que en consecuencia la transici�n de Romanos 6:18b a 19b puede parafrasearse as�: �y os convertisteis en siervos de la justicia, porque, de hecho, como os he mostrado, ahora no ten�is otra cosa que hacer que entregar vuestros miembros a la justicia.

La �nica diferencia entre la exhortaci�n de Romanos 6:12-13 y la del 18b es que Pablo dice en la primera: haced; mientras que aqu�, de acuerdo con el objeto de este segundo pasaje, dice: �Y no pod�is hacer otra cosa�. Por esta relaci�n entre el for de Romanos 6:19 y Romanos 6:18 , puede probarse que 19a es en verdad, como hemos visto, una observaci�n intercalada.

Hay un toque levemente ir�nico en el significado de la segunda parte de Romanos 6:19 . Se trata de que los lectores est�n ahora al servicio de su nuevo amo, la justicia, como siervos activos y celosos como lo fueron antes al servicio de su antiguo amo. �Estabais deseosos de entregar vuestros miembros al pecado para hacer el mal, estad ahora tan deseosos de entregarlos a la justicia para realizar la santidad.

No inflijas a este segundo amo la verg�enza de servirle menos fielmente que al primero. El viejo maestro se denota con los dos t�rminos ?????????, inmundicia , y ??????, anarqu�a , vida que va m�s all� de toda regla, libertinaje. El primero de estos t�rminos caracteriza el pecado como degradaci�n personal, el segundo como desprecio de la norma de justicia escrita en la ley sobre la conciencia de cada hombre ( Romanos 2:14-15 ).

Esta distinci�n nos parece m�s natural que la establecida por Tholuck, quien toma el t�rmino inmundicia en el sentido estrictamente propio de la palabra, y quien considera que la anarqu�a es pecado en general. El sentido amplio que le damos a la palabra impureza aparece claramente en 1 Tesalonicenses 4:7 . Por lo tanto, las dos expresiones abarcan cada una, seg�n nos parece, toda la esfera del pecado, pero desde dos puntos de vista diferentes.

Del pecado como principio, el ap�stol pasa al pecado como efecto. El r�gimen ??? ???????, hacia la anarqu�a , significa: hacer todo lo que uno quiera sin ser detenido en lo m�s m�nimo por la l�nea de demarcaci�n que separa el bien del mal. Esta expresi�n ??????, iniquidad , tan expresamente repetida, y toda esta descripci�n de la vida anterior de los lectores, es evidentemente m�s aplicable a los hombres antes gentiles que a los creyentes de origen jud�o.

Con el pecado caracterizado como disposici�n mala, como principio interior , en las dos formas de degradaci�n e iniquidad, se contrasta la bondad, tambi�n como principio y como disposici�n moral, con el t�rmino ??????????, justicia. Esta es la voluntad de Dios, obligaci�n moral aceptada por el creyente como regla absoluta de su voluntad y de su vida. Luego, con el pecado como efecto producido bajo la forma de ??????, el rechazo de toda regla en la pr�ctica, se contrasta la bondad como resultado obtenido, por el t�rmino ????????: esta es la realizaci�n concreta y personal del bien, el fruto de la sumisi�n perpetua al principio de justicia, santidad o santificaci�n.

La palabra ???????? suele traducirse por santificaci�n , y esta se representa como la mejora progresiva del individuo como resultado de su autodisciplina moral. Es cierto que los sustantivos griegos en ??? o ???? son, como dice Curtius ( Schulgramm. � 342), nomina actionis , que denota propiamente una acci�n puesta en marcha, m�s que un estado del ser. Pero no debemos olvidar dos cosas: 1.

Que, desde el punto de vista de la Escritura, el autor del acto denotado por el t�rmino santificar es Dios, y no el hombre; esto est� establecido, seg�n me parece, por 1 Pedro 1:2 ; 2 Tesalonicenses 2:13 , y 1 Corintios 1:30 , donde se atribuye este acto al Esp�ritu Santo ya Cristo.

2. Que incluso en el Antiguo Testamento el t�rmino ???????? parece usarse en la LXX. para denotar no el trabajo progresivo, sino su resultado; as� Am�s 2:11 , donde la LXX. usa esta palabra para traducir nezirim, los consagrados; y Ezequiel 45:4 , donde parece tomarse en el mismo sentido que mikdasch, santuario.

En el Nuevo Testamento, asimismo, denota m�s naturalmente el resultado alcanzado que la acci�n puesta en marcha, en los siguientes pasajes: 1 Tesalonicenses 4:3 ; 1 Timoteo 2:15 ; Hebreos 12:14 .

Nos vemos as� llevados a traducirlo m�s bien por el t�rmino santidad. Y esto parece ser confirmado por la preposici�n ???, para, a , que expresa la meta en lugar del camino. Si se pregunta en qu� se diferencia el t�rmino ????????, tomado en el sentido de santidad , de ???????, ( Hebreos 12:10 ) y ???????? ( Romanos 1:4 ; 1 Tesalonicenses 3:13 ; 2 Corintios 7:1), que parecen ser completamente sin�nimos, la indicaci�n de la sombra se puede encontrar en la forma de las terminaciones: ??????? denota santidad como una idea abstracta; ????????, como una cualidad personal, una disposici�n interna; ????????, como obra que ha alcanzado el estado de plena realizaci�n en la persona y en la vida, fruto del acto divino expresado por ????????.

El ap�stol ha recordado as� a la iglesia los dos principios entre los cuales finalmente ha hecho su elecci�n, y la necesidad impuesta al creyente de ser tan minucioso en el servicio de su nuevo amo como lo hab�a sido en el del primero; ahora trabaja para fortalecer esta elecci�n y decisi�n presentando las consecuencias de una y otra condici�n de dependencia. Por un lado, la verg�enza y la muerte; por el otro, la santidad y la vida.

Aqu� est� la segunda parte del pasaje; Romanos 6:20-21 describe las consecuencias del servicio del pecado hasta su l�mite extremo; Romanos 6:22 da las consecuencias de la dependencia de Dios tambi�n a su meta final; Romanos 6:23 , en una ant�tesis llena de solemnidad, formula este doble fin de la vida humana.

Versículos 20-21

Porque cuando erais siervos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. �Qu� fruto, pues, ten�ais entonces? Cosas de las cuales ahora os avergonz�is; porque ciertamente su fin es la muerte.

Debemos buscar la contraparte de Romanos 6:20 , no en Romanos 6:18 , que pertenece a un pasaje ahora concluido, sino en Romanos 6:22 . En Romanos 6:20 , de hecho, comienza la descripci�n de las consecuencias de los dos servicios.

El for se relaciona con la exhortaci�n contenida en Romanos 6:19 b. Ser�a imposible describir el car�cter degradante de la anterior dependencia en la que hab�an vivido sus lectores, m�s agudamente que lo hace el ap�stol en las palabras: libre en cuanto a la justicia. La convicci�n de lo que es justo no les impidi� ni un momento en el curso de su vida. �Era una molestia que no sent�an! Para usar la expresi�n de la Escritura, bebieron la iniquidad como quien bebe agua.

Versículo 21

�Y cu�l fue el resultado de esta vergonzosa libertad? El ap�stol lo analiza en un fruto , ??????, y un fin , ?????. �Qu� fruto ten�ais entonces? pregunta literalmente. El verbo ?????, tener , no m�s aqu� que en Romanos 1:13 , significa producir. Pablo hubiera preferido usar para este significado uno de los verbos ?????? o ??????.

Al decir que tienen este fruto, quiere expresar no s�lo la idea de que lo producen, sino que lo poseen y lo guardan en s� mismos, que lo arrastran como parte de su propia vida moral. �Sus obras los siguen�, como se dice. Los comentaristas no est�n de acuerdo en cuanto al significado de las siguientes palabras: cosas de las que ahora os avergonz�is. Algunos, como el Peshitto, Theod.

, Theoph., Er., Luth., Mel., Thol., De W., Olsh., Philip., toman estas palabras como la respuesta a la pregunta formulada: �Este es el fruto, a saber, los actos de los cuales, ahora que est�is en Cristo, no pod�is pensar sin confusi�n; porque ahora veis claramente que la meta a la que os estaban conduciendo inevitablemente era la muerte.� Pero algunos comentaristas (Chrys., Grot., Beng., Fritzs., Mey.) consideran estas palabras como una continuaci�n de la pregunta anterior: ��Qu� fruto obtuvisteis de aquellas cosas de las que ahora os avergonz�is?� La respuesta en este caso se entender�a.

Seg�n Meyer, ser�a simplemente: ninguno , por supuesto tomando la palabra fruto en un sentido exclusivamente bueno. O se podr�a suponer que la respuesta es: un fruto muy malo , encontrando la prueba de esta mala cualidad en las siguientes palabras: �Porque su fin es la muerte�. Pero cualquiera que sea la respuesta que se busca dar, esta construcci�n, al prolongar la pregunta con esta larga proposici�n incidental, tiene la desventaja de restarle vivacidad y hacer que la oraci�n sea extremadamente pesada.

Adem�s, debemos suplir antes el relativo ??? ???, del cual , alg�n antecedente u otro, como ??????? o ?? ???????, lo cual no es muy natural. Si se tiene en cuenta el contraste muy marcado entre los dos adverbios de tiempo, entonces y ahora , ???? y ???, nos veremos m�s bien inclinados a ver aqu� dos proposiciones distintas que una sola. Finalmente, encontramos en Romanos 6:22 el resultado descrito bajo dos aspectos distintos: como fruto , ??????, y como fin , ?????.

�No deber�a ser lo mismo en nuestro vers�culo, al que corresponde Romanos 6:22 ? Este no ser�a el caso en el sentido preferido por Meyer. Habr�a que hacer de ????? ( fin ) casi el sin�nimo y explicaci�n de ?????? ( fruto ). Este comentarista se basa especialmente en el hecho de que el ap�stol da a la palabra fruto s�lo un buen sentido; as� G�latas 5:19 ; G�latas 5:22 , donde habla de las obras de la carne y del fruto del Esp�ritu, y Efesios 5:11 , donde caracteriza las obras de las tinieblas como sin fruto (??????).

Pero Meyer no toma en consideraci�n que la mente del ap�stol se mueve aqu� en el dominio de una figura sostenida , que aplica sucesivamente a las dos servidumbres opuestas. En ambos lados ve: 1. Un maestro (pecado, Dios); 2. Un siervo (el hombre natural, el creyente): 3. Una obra u otra al servicio del amo; 4. El fruto , que es el producto inmediato del trabajo, el trabajo mismo (las cosas de las que se averg�enzan los trabajadores, o las que llevan a la santidad); 5.

Un fin , como retribuci�n de la mano del amo (muerte, vida eterna). Por lo tanto, es evidente que la figura del fruto est� en su lugar tanto en un lado como en el otro. Tan completamente es este el pensamiento del ap�stol, que en Romanos 6:22 le dice al creyente: Vosotros ten�is � tu fruto �, en evidente contraste con el que ten�an antes como pecadores.

En cuanto a los que a la pregunta: �Qu� fruto hab�is tenido? entiendan esta respuesta completamente diferente: un fruto malo, detestable , es imposible para ellos explicar una elipsis tan importante. Por lo tanto, no dudamos en preferir la primera de las dos explicaciones propuestas: ��Qu� fruto, pues, obtuvisteis de vuestro trabajo al servicio del pecado? Tal fruto, que ahora que est�is iluminados, s�lo os llena de verg�enza�, ???? ??? ??????? (las obras de las tinieblas), Efesios 5:11 .

El por el cual conecta la �ltima proposici�n con la anterior se relaciona con la noci�n de verg�enza. De hecho, el resultado final de esas cosas, su ????? ( fin ), que es la muerte , demuestra su naturaleza vergonzosa. �Es muy apropiado que os ruboric�is por ellos ahora; porque su fin es la muerte.� En este hecho: la muerte, como fin, se expresa la estimaci�n del mismo Dios.

Considero aut�ntica la part�cula ???, que se lee aqu� por cinco Mjj. Me parece imposible que se haya a�adido; su omisi�n, por el contrario, se explica f�cilmente. Es la part�cula conocida bajo el nombre de ??? solitarium , a la que no corresponde ??, y que s�lo pretende expresamente reservar un cierto lado de la verdad que el lector no puede olvidar: �Porque (cualquiera que sea la virtud de la gracia) sigue siendo cierto, sin embargo, que�...

El fin se diferencia del fruto en que �ste es el resultado inmediato, la realizaci�n misma del trabajo, su producto moral ; mientras que el final es la manifestaci�n de la aprobaci�n o desagrado de Dios.

La muerte aqu� evidentemente denota la muerte final , la separaci�n eterna de Dios, a)pw/leia ( perdici�n ).

Versículo 22

Mas ahora, libertados del pecado y hechos siervos de Dios, ten�is por fruto la santidad, y por fin la vida eterna.

Para el maestro abstracto designado anteriormente, a saber, la justicia, Pablo aqu� sustituye a Dios mismo; porque en Cristo es al Dios vivo el creyente est� unido. La forma de expresi�n usada por Pablo, traducida literalmente, ser�a: �Vosotros ten�is vuestro fruto en direcci�n a la santidad�. Es al estado de santidad al que sois llevados. Tal, de hecho, es el resultado de la acci�n mantenida constantemente en dependencia de Dios. Cada deber cumplido es un paso en el camino al final del cual el siervo de Dios ve brillar el sublime ideal de ????????, la santidad completa.

A este fruto Dios se complace en a�adir lo que Pablo llama el fin: la vida eterna. Adem�s de la santidad, esta expresi�n abarca la gloria, la felicidad imperecedera, la actividad perfecta.

En Romanos 6:23 el ap�stol resume en unos pocos trazos definidos esos dos cuadros contrastados.

Versículo 23

Porque la paga del pecado es muerte; mas la d�diva de Dios es vida eterna en Jesucristo nuestro Se�or.

Por un lado, el salario , algo ganado. La palabra ??????? denota estrictamente el pago en especie , luego el pago en dinero que un general da a sus soldados. Y as� es obvio que el complemento ??? ????????, del pecado , no es aqu� el genitivo del objeto: el salario pagado por el pecado, sino el genitivo del sujeto: el salario pagado por el pecado. El pecado se personifica como el amo natural del hombre ( Romanos 6:12 ; Romanos 6:14 ; Romanos 6:22 ), y se le representa pagando a sus s�bditos con la muerte.

Este t�rmino, seg�n el ap�stol, no parece denotar la aniquilaci�n del pecador. Pagar a alguien no es dejarlo fuera de existencia; es m�s bien hacerle sentir las dolorosas consecuencias de su pecado, hacerle cosechar en forma de corrupci�n lo que ha sembrado en forma de pecado ( G�latas 6:7-8 ; 2 Corintios 5:10 ).

En la segunda proposici�n el ap�stol no habla de salario , sino de un don de gracia (???????). Este t�rmino se toma aqu� en su sentido m�s general; comprende la plenitud de la salvaci�n. Todo en esta obra, desde la justificaci�n inicial hasta la absoluci�n final, pasando por la santificaci�n y la preparaci�n para la gloria, es un don gratuito, un favor inmerecido, como el mismo Cristo que nos ha hecho justicia, santidad y redenci�n.

�El infierno�, dice Hodge, � siempre se gana; cielo, nunca. El ap�stol cierra con las palabras: en Cristo Jes�s Se�or nuestro; porque es en �l que se realiza toda esta comunicaci�n de la misericordia divina a los fieles. Aqu�, de nuevo, por ???, por , que era la preposici�n utilizada en la parte anterior (por ejemplo, Romanos 5:1-2 ; Romanos 5:11 ; Romanos 5:17 ; Romanos 5:21 ), Pablo sustituye la ?? , en , que est� m�s de acuerdo con el modo de santificaci�n. Despu�s de ser justificados por �l , somos santificados en �l , en comuni�n de vida con �l.

Com�nmente se piensa que este vers�culo veintitr�s, as� como todo el pasaje del cual es un resumen, se aplica al creyente solo desde el punto de vista de la segunda alternativa, la de la vida eterna, y que solo los inconversos son al que se refiere el ap�stol cuando habla del servicio del pecado y de su destino fatal, la muerte. Pero el tenor de Romanos 6:15 prueba cu�n err�neo es este punto de vista.

�Cu�l es el objetivo de este pasaje? Para responder a la pregunta: ��Pecaremos porque estamos bajo la gracia?� Ahora bien, esta pregunta solo se puede poner en referencia a los creyentes. Es a ellos, por lo tanto, a quienes se aplica la respuesta contenida en todo este pasaje. Pablo tampoco pudo decir con respecto a los pecadores no convertidos lo que encontramos en Romanos 6:21 : �aquellas cosas de las cuales ahora nos avergonzamos.

Por tanto, es cierto que concibe la posibilidad de un retorno al servicio del pecado, un retorno que les conducir�a a la muerte eterna con tanta certeza como a los dem�s pecadores. Se sigue, incluso de la relaci�n entre la pregunta de Romanos 6:15 y la respuesta, Romanos 6:16-23 , que tal reincidencia puede surgir de una sola concesi�n voluntaria a las continuas solicitudes del viejo maestro, el pecado.

Una sola respuesta afirmativa a la pregunta: ��Debo cometer un acto de pecado, estando bajo la gracia?� podr�a tener el efecto de colocar al creyente de nuevo en el plano inclinado que conduce al abismo. Un ejemplo llamativo de este hecho ocurre en nuestra misma Ep�stola. En el cap. Romanos 14:15 ; Romanos 14:20 , Pablo declara al hombre que induce a un hermano d�bil a cometer un acto de pecado contrario a su conciencia, para que as� haga perecer a ese hermano por quien Cristo muri� , y destruya en �l la obra de Dios. Tal ser� infaliblemente el resultado, si este pecado, no siendo r�pidamente borrado por el perd�n y la restauraci�n, se consolida y permanece permanentemente interpuesto entre �l y su Dios.

Información bibliográfica
Godet, Frédéric Louis. "Comentario sobre Romans 6". "Comentario de Godet sobre Libros Seleccionados". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gsc/romans-6.html.