Bible Commentaries
Romanos 7

Comentario Bíblico Católico de HaydockComentario Católico de Haydock

Versículo 1

Mientras viva; o mientras viva. (Challoner) &mdash- Esta parece la construcci�n literal, m�s que mientras �l, el hombre, viva. Porque San Pablo compara aqu� la ley (que en griego es en el g�nero masculino) al marido, a quien una esposa no puede dejar, ni casarse con otra, mientras viva el marido, sin ser ad�ltera: pero si el el esposo est� muerto (como la ley de Mois�s ahora est� muerta, y ya no es obligatoria despu�s de la publicaci�n de la nueva ley de Cristo) el pueblo que era jud�o, y bajo la ley jud�a, ahora est� libre de ese exmarido, a saber , la ley escrita de Mois�s.

No, este pueblo tambi�n ha muerto a la ley, (ver.4) porque la ley misma est� muerta por el cuerpo de Cristo, o, como en el griego, por causa del cuerpo de Cristo ofrecido y sacrificado por ti, y para todos en la cruz: de modo que ahora deb�is considerarse como espiritualmente casados ??con �l: lo cual concuerda con lo que sigue, para que pod�is pertenecer a otro (en griego, a otro marido) a Cristo, que ha resucitado de los muertos, y ahora es la esposa de sus almas. (Witham)

Versículo 5

Porque cuando est�bamos en la carne; es decir, vivi� seg�n la carne, las pasiones de los pecados, que eran por la ley: no dice, como observa San Juan Cris�stomo, que fueron causados ??por la ley, sino s�lo por ella, es decir, que fueron ocasionados por el conocimiento de la ley, pero propiamente causado por nosotros mismos, y nuestras inclinaciones corruptas, que se obraron en nuestros miembros, en lugar de obrar. (Witham)

Versículo 6

Pero ahora est�n libres de la ley de la muerte, por la cual muchos entienden de la ley de Mois�s; as� llamado, porque no pod�a por s� mismo dar la vida de la gracia, y ocasion� la muerte. Otros exponen estas palabras, libres de la ley de la muerte, es decir, de los pecados de los que antes eran culpables y que los hac�an merecer la muerte eterna. (Witham)

Versículo 7

�Es pecado la ley (de Mois�s) ? Dios no lo quiera. El ap�stol declara que la ley misma estaba lejos de ser pecaminosa; al contrario, que era bueno, espiritual, santo; pero, dice �l, no reconocer�a la concupiscencia como pecado, a menos que la ley dijera: no codiciar�s: por la cual se da a conocer a todos, que los pecados de el pensamiento consentido y los malos deseos son pecados. (Witham)

Versículo 8

Pecado, aprovechando la ocasi�n. El pecado, o concupiscencia, que se llama pecado, porque es del pecado y conduce al pecado, que antes dorm�a, fue despertado por la prohibici�n; no siendo la ley su causa, ni d�ndole propia ocasi�n, sino que nuestra naturaleza corrupta aprovecha la ocasi�n para resistir el mandamiento que se nos ha impuesto. (Challoner) &mdash- Pecado. El ap�stol llama aqu� a la concupiscencia con el nombre de pecado; porque es la consecuencia y el castigo de ello, y nos arrastra al pecado.

Esto toma ocasi�n del precepto de la ley para inducirnos a transgredirla; porque estamos naturalmente inclinados a hacer lo que est� prohibido. &mdash que es el fruto de un amor desordenado por la libertad y la independencia. Sin la ley, el pecado est� muerto, porque la concupiscencia no tiene nada que la despierte y turbe. Era como un torrente que rodaba r�pidamente, sin resistencia en su cauce, pero tan pronto como lleg� la ley y puso un obst�culo, comenz� a extenderse por todas partes, y a cometer los estragos m�s extra�os.

O puede explicarse as�: sin la ley el pecado est� muerto; no ser conocido por el mundo, y no imputarnos como una transgresi�n. Habla aqu� de las transgresiones de la ley escrita, no de la ley de la naturaleza, de la que cada uno tiene suficiente conocimiento para volverlo imperdonable, siempre que la transgrede. (Calmet) &mdash- Sin la ley el pecado est� muerto; es decir, muchos pecados eran tan poco conocidos, que antes de la ley escrita no parec�an pecados; no sino que, en todo momento, la raz�n y la conciencia mostraban muchas cosas pecaminosas y mal hechas, de modo que quien actuaba en contra de estas luces no pod�a ser excusado. Vea lo que dice San Pablo de los fil�sofos paganos, cap. I. (Witham)

Versículo 9

Viv� alg�n tiempo sin la ley; es decir, sin el conocimiento de la ley. Esto algunos lo entienden San Pablo en la �poca de su ni�ez, antes de que llegara al conocimiento de lo que estaba prohibido por cualquier ley. Pero la exposici�n, que concuerda con el resto de este cap�tulo, es la siguiente; que San Pablo, aunque parece hablar de s� mismo, sin embargo representa la condici�n de cualquier persona que vivi� antes de que se diera la ley escrita; pero cuando vino el mandamiento, despu�s de que se dio la ley escrita, y sus preceptos llegaron a mi conocimiento , entonces el pecado revivi�, d�ndome un conocimiento perfecto: y al transgredir esos preceptos, me volv� m�s culpable y sin excusa.

&mdash- Yo mor�: es decir, me volv� culpable por transgresi�n de la ley conocida, y culpable de muerte eterna: y los mandamientos o preceptos, que eran para vida, que eran buenos en s� mismos, y estaban destinados a dirigirme en lo que ten�a que hacer, y lo que deb�a evitar a fin de obtener la vida eterna, result� ser de muerte para m�, pero por mi propia culpa; y s�lo ocasionalmente, por los mandamientos de la ley y el conocimiento de ellos, cuando con pleno conocimiento los transgred�.

As� fui seducido por el pecado, que con �l trajo la muerte, aunque la ley y el mandamiento (vers�culo 12) eran en s� mismos santos, justos y buenos. No pod�an sino ser buenos, como dice San Juan Cris�stomo, siendo su autor el verdadero Dios, y no cualquier principio o causa maligna, que fue el autor de males, como pretend�an los imp�os maniqueos. Tambi�n podr�amos, dice San Juan Cris�stomo, criticar el �rbol de la vida [�el �rbol del conocimiento del bien y del mal?] Y el fruto prohibido en el Para�so, que no fue la causa, sino s�lo la ocasi�n de nuestra miseria. cuando Ad�n comi� de �l.

Entonces no se puede decir que lo que era bueno (es decir, la ley) me fue hecho muerte, o la causa de mi muerte; pero el pecado, y mis inclinaciones pecaminosas irresistibles, para que parezca pecado, o para que evidentemente parezca cu�n grande es el pecado, por lo que es bueno (es decir, por la transgresi�n de los preceptos dados y conocidos, el pecado podr�a volverse pecaminoso). �l habla del pecado como si fuera de cierta persona; y el sentido es que el pecado, que estaba en mi naturaleza corrupta, podr�a volverse pecaminoso por encima de toda medida, cuando me condujo a toda clase de des�rdenes y excesos, que yo cedido a. (Witham)

Versículo 13

Que pueda parecer pecado, o que el pecado pueda aparecer; verbigracia. ser el monstruo que es, capaz incluso de aprovechar lo bueno para producir la muerte. (Challoner)

Versículo 14

Soy carnal, vendido al pecado, un esclavo sujeto a inclinaciones pecaminosas, que solo son pecados propiamente dichos cuando son consentidos por nuestro libre albedr�o. Ha habido una gran disputa entre los int�rpretes antiguos y posteriores, si San Pablo desde este vers�culo hasta el final del cap�tulo habla de una persona que permanece en pecado, ya sea bajo la ley de la naturaleza o de la ley escrita (que fue una vez que la opini�n de St.

Agust�n) o si habla de una persona regenerada por el bautismo, y en estado de gracia en la nueva ley, e incluso de s� mismo cuando era un fiel servidor de Dios. Esta es la opini�n de San Agust�n en muchos de sus escritos posteriores contra los Pelagianos, por lo que tambi�n cita a San Hilario, San Gregorio de Nacianceno y San Ambrosio. Tambi�n es la opini�n de San Jer�nimo, (Ep. Ad Eustochium de custod.

Virg.) De San Gregorio Magno, de Ven. Beda, y la opini�n m�s aprobada, seg�n la cual el ap�stol aqu� por pecado no entiende lo que propiamente hablando es pecado, o pecaminoso, sino que s�lo habla de pecado impropiamente tal, que es de inclinaci�n corrupta, o de naturaleza rebelde corrompida. por el pecado original, de una contienda entre el esp�ritu y la carne, que queda por prueba en las personas m�s virtuosas: de las cuales ver nuevamente S.

Pablo, G�latas v. 17. Podemos notar que el ap�stol antes habl� de lo que era y de lo que hab�a sido, pero ahora habla en el tiempo presente de lo que es y lo que hace . (Witham) &mdash- La ley se llama espiritual: 1 �, porque prescribe lo que pertenece al esp�ritu y al hombre espiritual: es decir, seguir la virtud y evitar el vicio: 2 �, porque dirige al hombre a la adoraci�n de Dios, que es esp�ritu y verdad: tercero, porque no puede ser cumplido por hombres espirituales, sino por esp�ritu y gracia; cuarto, porque dirige el esp�ritu del hombre y lo dispone propiamente hacia Dios, hacia el pr�jimo y hacia s� mismo; y finalmente, porque la ley, que es la ley de la gracia y el esp�ritu. (Menochius)

Versículo 15

Por lo que trabajo, no lo entiendo. A saber, o entender es a menudo, al estilo de las Escrituras, lo mismo que para aprobar o amor: por lo que el significado aqu� es: Yo apruebo no lo que hago, es decir, lo que me pasa en mi parte sensible, en mi imaginaci�n, o en los miembros de mi cuerpo, que de hecho el justo m�s sufre que sufre; y este es el sentido, por lo que sigue inmediatamente, el mal que odio, que hago, i.

mi. que sufro, estando en contra de mi voluntad; y hago lo que no har�a. (Witham) &mdash- No hago el bien que quiero, etc. El ap�stol describe aqu� los movimientos desordenados de la pasi�n y la concupiscencia; que muchas veces en nosotros nace de la raz�n, y por medio de la cual incluso los buenos hombres sufren en el apetito inferior lo que su voluntad aborrece: y se ven muy obstaculizados en la realizaci�n de los deseos de su esp�ritu y de su mente.

Pero estos malos movimientos (aunque se les llama la ley del pecado, porque provienen del pecado original, y violentamente tientan e inclinan al pecado) mientras la voluntad no los consienta, no son pecados, porque no son voluntarios. . (Challoner)

Versículos 17-18

Ahora bien, ya no soy yo el que lo hace: querer el bien est� presente en m�. Todas estas expresiones muestran que �l habla de tentaciones que afectan s�lo a los sentidos, la imaginaci�n o los miembros del cuerpo, pero a las que la mente y la voluntad no dan su consentimiento, sino que les retienen una aversi�n; y mientras tanto nunca podr�n ser verdaderos y propiamente pecados, lo cual debe ser con total deliberaci�n y consentimiento. (Witham) &mdash- El ap�stol aqu� quiere decir que �l sab�a por experiencia que el mal y no el bien habitaban dentro de �l, seg�n la carne.

�l no contradice este pasaje cuando dice en otra parte, que nuestros miembros son los templos del Esp�ritu Santo: (1 Corintios iii. 6. & c.) Porque el bien no se puede encontrar en nuestra carne, ya que est� corrompido por el pecado; de donde nuestro Salvador dice: "Lo que es nacido de carne, carne es." (Juan iii.) Pero el bien est� en nuestro cuerpo, cuando nuestros miembros bajo la influencia del alma, renovados por el Esp�ritu Santo que reside en �l, se emplean en buenas obras.

El significado de este pasaje es que, aunque ahora sanado y renovado por la gracia, pod�a tener un perfecto deseo de hacer el bien; sin embargo, a�n a causa del mal de la concupiscencia que habitaba en su carne, no se encontr� capaz de realizar todo el bien que deseaba, porque la concupiscencia siempre lo impulsaba al mal contra su voluntad. (Estius)

Versículo 22

Me deleito con la ley de Dios seg�n el hombre interior. Mientras el hombre interior, o el interior del hombre, est� bien, todo est� bien. &mdash- (Percibo otra ley en mis miembros, luchando, y diferente a la ley de mi mente: esto es cierto en cualquier hombre que simplemente lucha y resiste las tentaciones, pero no del pecador, cuya mente tambi�n y las consentir�. Un hombre nunca puede perder el favor y la gracia de Dios, a menos que su mente y su consentimiento interior.

&mdash- Estos me retienen como cautivo en la ley del pecado, o inclinaciones pecaminosas, pero que est�n en los miembros solamente. Grito, � qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte, de este cuerpo mortal con sus concupiscencias pecaminosas, que si se consintiera, traer�a la muerte al alma? Nada m�s que la gracia de Jesucristo puede librarme de tales tentaciones y, liber�ndome de este cuerpo, puede hacerme perfectamente feliz; que no se puede esperar en esta vida.

Pero todav�a tengo el mayor de los consuelos, que yo mismo, con mi mente y voluntad, todav�a sirvo a Dios y permanezco firme en la obediencia a sus leyes; pero con la carne, o en la carne, estoy sujeto a la ley del pecado, es decir, a las inclinaciones pecaminosas. &mdash- Debemos evitar aqu� dos errores her�ticos; la de esos supuestos reformadores tard�os, que al negar el libre albedr�o del hombre, hacen imposibles los mandamientos de Dios, incluso para un hombre justo.

V�ase tambi�n la primera proposici�n her�tica de Jansenius. A continuaci�n debemos detestar el �ltimo error abominable de los llamados quietistas, que se sonrojaban por no decir que un hombre pod�a ceder y abandonarse a los des�rdenes m�s vergonzosos de la carne, pretendiendo que no eran ellos mismos, sino el pecado y el diablo los que causaban. las abominaciones en su carne. San Agust�n previ� esta fr�vola excusa: (lib.

I. Delaware. nup. y Concup. Cap. xxviii.) "Ese hombre (dice �l) est� en un grave error, que, consintiendo a la concupiscencia de la carne, y a hacer lo que la carne le impulsa a hacer, cree que todav�a puede decir: no soy yo quien hace eso, " &C. (Witham)

Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre Romans 7". "Comentario Bíblico Católico de Haydock". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/hcc/romans-7.html. 1859.