Bible Commentaries
Romanos 9

Comentario Bíblico Católico de HaydockComentario Católico de Haydock

Versículo 3

Quer�a ser un anatema de Cristo. [1] La palabra anatema, seg�n su derivaci�n, significa una cosa separada o apartada para un uso particular. Por lo tanto, se puso para significar cosas dadas y consagradas a Dios, que por lo tanto sol�an ser presentadas y colgadas en los templos. 2. La palabra tambi�n se aplic� para significar cosas cuya destrucci�n, como a veces, los hombres encomendaron ser sacrificados a los dioses para apaciguar su ira.

Este significado fue seg�n la palabra hebrea cherem, y la palabra sir�aca horma, como N�meros xxi. 3. Llam� el nombre de ese lugar Horma, es decir, anatema; porque iba a ser completamente destruido. Ver 1 Macabeos v. Por lo tanto, el anatema tambi�n se us� para una maldici�n, y para anatematizar, para maldecir. Ver Hechos xxiii. 14. El sentido de este lugar se expone de manera diferente. Tolet, por la palabra que deseaba, o deseaba, piensa que St.

Pablo podr�a hablar del tiempo antes de su conversi�n, cuando por un falso celo, deseaba separarse de Cristo y de todos los cristianos, y que trae esto para mostrar a sus hermanos cu�n celoso hab�a sido por su religi�n. Pero este deseo de San Pablo se expone generalmente como proveniente del gran amor y caridad que tuvo, cuando era ap�stol, por la conversi�n y salvaci�n de sus hermanos, los jud�os, que en su mayor�a permanecieron obstinados e incr�dulos: y algunos lo habr�n hecho. no era m�s que una expresi�n hiperb�lica de su gran amor y afecto por ellos.

Otros, con San Jer�nimo, ep. ad Algasiam, tom. iv. pag. 203. Ed. Ben. Piense que con esta forma de hablar, San Pablo se significa dispuesto a ser sacrificado, sufriendo cualquier muerte por su conversi�n: pero San Juan Cris�stomo (hom. xvi.) piensa esto muy lejos de la sublime caridad de San Pablo; porque por tal muerte, dice �l, �l no ser�a separado de Cristo, sino que ser�a un gran ganador por ella; ya que por ese medio pronto estar�a libre de todos los problemas y sufrimientos de una vida miserable, y ser�a bendecido con la compa��a y el disfrute de Cristo en el reino de su gloria.

�l, y muchos otros, piensan que San Pablo estaba tan turbado y afligido en el coraz�n por la obstinaci�n de los jud�os incr�dulos, por sus blasfemias contra Cristo y su perdici�n eterna, que una extraordinaria caridad y celo por el honor de Dios y su salvaci�n, le hizo desear incluso soportar una separaci�n de Cristo y de la gloria preparada para �l en el cielo, aunque no por el amor ni por la gracia de Cristo.

Si esto, dice San Juan Cris�stomo, nos parece incre�ble, es porque estamos lejos de tales disposiciones heroicas del amor de Dios y del pr�jimo. (Witham) &mdash- La preocupaci�n y el amor del ap�stol por sus compatriotas, los jud�os, era tan grande, que estuvo dispuesto incluso a sufrir un anatema, o una maldici�n, por su causa; o cualquier mal que pudiera sobrevenirle, sin ofender a Dios. (Challoner)

[BIBLIOGRAF�A]

Anathema esse a Christo, griego: anatema einai apo tou Christou. Del griego: anathesthai. Ver griego: anatema y griego: anatema en la cr�tica de Legh. saco. V�ase San Juan Cris�stomo, hom. xiv. pag. 136. Ed. Sav. donde dice que exponer a San Pablo, como si quisiera morir por Cristo, es una exposici�n infantil, no digna de la gran caridad de San Pablo, que no merece refutaci�n: Griego: ouk esti tauta, ouk esti.

... oude gar antilegein pros taouta axion. Piensa que San Pablo estaba dispuesto a separarse, no del amor de Cristo (Dios no lo quiera), sino de la gloria del reino de los cielos; Pag. 135. Griego: alotriothenai ouchi tes agapes autou, me genoito, alla tes apolauseos ekeines kai tes doxes.

Versículos 4-5

A quien pertenece la adopci�n de ni�os. Literalmente, de qui�n es la adopci�n. Menciona los favores que Dios le hab�a hecho a su pueblo, los jud�os. Como, 1. Que Dios los hab�a adoptado para su pueblo elegido. 2. Que los hab�a glorificado con tantos milagros. 3. Que hab�a hecho un pacto y alianza particular con ellos. 4. Darles una ley escrita. 5. Prescribi� la manera en que deb�an adorarlo.

6. Promesas de diversas bendiciones. 7. Quienes son de los Padres. Literalmente, de qui�n son los Padres; es decir, que descendi� de los patriarcas, Abraham, Isaac, Jacob, etc. 8. De cuya raza, es decir, de la familia de David, naci� Jesucristo, como hombre. &mdash- Quien es Dios sobre todas las cosas, [2] bendito por los siglos. Am�n. Aunque los ap�stoles no llamaban a menudo, en palabras expresas, a Jesucristo, el Dios, por temor a que los paganos, cuando no estaban suficientemente instruidos, se imaginaran que hab�a muchos dioses (como lo notan varios de los padres) todav�a aqu�, y en varios lugares, claramente entregaron la divinidad de nuestro Salvador, Cristo. Los socinianos podr�an observar aqu� que el ap�stol lo llama el Dios bendito por los siglos, y con el art�culo griego. (Witham)

Versículo 5

[BIBLIOGRAF�A]

Qui est super omnes Deus benedictus in s�cula. Am�n. Griego: o sobre ep ponton theos eulogetos eis tous aionas, Am�n.

Versículos 6-7

No como si la palabra de Dios hubiera fallado en sus promesas hechas a Abraham y los patriarcas. Los jud�os pretend�an que las promesas se les hab�an hecho solo a ellos y a los de su raza, y que los gentiles no deb�an participar de ellas. San Pablo les muestra su error, dici�ndoles qui�nes deben ser estimados como los verdaderos hijos de Abraham y de los patriarcas, seg�n las promesas que Dios hizo, y qui�nes no.

(Witham) &mdash- No todos son israelitas, etc. No todos, que son la simiente carnal de Israel, son verdaderos israelitas en la cuenta de Dios: quienes, como por su gracia gratuita, prefiri� hasta ahora a Isaac antes que a Ismael, y a Jacob antes que a Esa�, as� pudo, e hizo por la misma gracia gratuita, la elecci�n. y misericordia, levanta por fe hijos espirituales a Abraham e Israel, de entre los gentiles, y prefi�relos antes que a los jud�os carnales.

(Challoner) &mdash- Ni todos los que son de la simiente de Abraham, sus verdaderos hijos espirituales, a quienes se hicieron estas promesas; ni todos los que son descendientes de Isaac son hijos de estas promesas ni son todas verdaderas. Los israelitas, a quienes se prometieron estas bendiciones, aunque son descendientes de Israel; pero s�lo los que son hijos de los patriarcas por la fe en Jes�s, el Mes�as, en quien Dios prometi� que bendecir�a a todas las naciones. (Witham)

Versículo 9

Para probar que los hijos de Abraham son los hijos de la promesa, aduce el pasaje de la Escritura: "Vendr� dentro de un a�o, y Sara tendr� un hijo". (G�nesis xviii.) Este hijo prometido era Isaac, el verdadero hijo de la promesa de Dios y de la fe de Abraham; y no el hijo de la carne, porque Ismael era �ste y tambi�n Isaac; pero fue concedido a las oraciones de Abraham, un hijo de la gracia y misericordia de Dios.

Todos los fieles, por tanto, de cualquier raza o naci�n que sean, son en este sentido hijos de Abraham, por ser elegidos gratuitamente por Dios y por la fidelidad en la que son imitadores de Abraham. (Calmet)

Versículo 10

y no solo ella (Sara) dio a luz a Isaac, que era el �nico hijo de Abraham, a quien descendieron las promesas, aunque era el padre de Ismael, por Agar, y de todos los ismaelitas. Y para que los jud�os no dijeran que los ismaelitas, aunque descend�an de Abraham, seg�n la carne, no deb�an ser considerados hijos suyos por otra raz�n, porque proced�an de Agar, que era s�lo la sierva de Sara; les da otro ejemplo al que no pudieron responder; a saber, que Rebeca tambi�n tuvo de inmediato dos hijos de Isaac, Esa� y Jacob; donde, aunque Esa� era el primog�nito, estas promesas no fueron reputadas como hechas a �l y a sus descendientes, los idumeos, que eran igualmente descendientes de Isaac, pero no eran el pueblo favorito, ni los hijos de Dios, como los jud�os. vi muy bien.

(Witham) &mdash- A�n no nacido. Por este ejemplo de estos gemelos, y la preferencia del menor al mayor, la tendencia del ap�stol es mostrar que Dios, en su elecci�n, misericordia y gracia, no est� atado a ninguna naci�n en particular, como los jud�os imaginaban. , ni a ninguna prerrogativa de nacimiento, ni a los m�ritos anteriores. Porque, como antecedente a su gracia, no ve m�rito en ninguno, sino que encuentra a todos involucrados en el pecado, en la masa com�n de condenaci�n; y todos los hijos de ira; no hay uno a quien no pueda dejar justamente en esa misa; de modo que al que libra de �l, lo entrega por su misericordia; y al que deja en �l, lo deja en su justicia.

Como cuando, de dos igualmente criminales, el rey se complace por pura misericordia en perdonar a uno, mientras deja que se haga justicia en la ejecuci�n del otro. (Challoner) &mdash- Tampoco hab�a hecho nada bueno ni malo. A Dios le agrad� preferir y prometer sus bendiciones al menor de ellos, Jacob, declarando que el mayor servir� al menor; es decir, que la simiente del mayor debe estar sujeta a la del menor, como sucedi� despu�s con los idumeos.

Y el profeta Malaqu�as dijo de ellos : Am� a Jacob, pero aborrec� a Esa�, y convert� sus monta�as en un desierto, etc. &mdash- Que el prop�sito de Dios, su voluntad y su decreto, (ver el cap�tulo anterior, ver.28) pudiera ser seg�n la elecci�n, podr�a ser, no seg�n las obras que hab�an hecho, o que �l previ� que har�a, pero simplemente seg�n su misericordia. Y aunque la preferencia que Dios le dio a Jacob fue literalmente cierta, en cuanto a los beneficios temporales; sin embargo, St.

Agust�n observa en diversos lugares que Jacob era una figura de los elegidos o predestinados, y Esa� de los r�probos; y que como Jacob y su posteridad fueron m�s favorecidos, puramente por la misericordia de Dios, sin ning�n m�rito de su parte; as� son los elegidos de Dios, a quienes ha llamado, ya quienes, de acuerdo con su prop�sito eterno, decret� darles gloria eterna y gracias especiales para llevarlos all�. (Witham)

Versículo 14

�Qu� diremos entonces? �Hay injusticia con Dios cuando otorga favores y beneficios especiales a algunos y no a otros? �l responde, de ninguna manera. Y justifica la conducta de Dios todopoderoso, ver. 22. Mientras tanto, es cierto que no hay injusticia en no dar lo que otro no tiene derecho a dar: y adem�s de que todos los hombres han pecado, merec�an el castigo. Si, entonces, muestra misericordia a algunos, es un efecto de su bondad y generosidad solo que ellos no merecen.

Si deja a otros en sus pecados, solo ser�n castigados de acuerdo con sus merecimientos. Su misericordia resplandece sobre sus elegidos; y su justicia divina se manifiesta contra los imp�os y los r�probos, pero s�lo de acuerdo con lo que merecen. (Witham)

Versículos 15-16

Tendr� piedad, etc. Entonces no es del que quiere, etc. Con estas palabras vuelve a ense�ar que el llamado de Dios y la predestinaci�n de aquellos a quienes ha decretado salvar, no se debe a ninguna obra o m�rito en los hombres, sino �nicamente a la misericordia y bondad de Dios. V�ase Santo Tom�s de Aquino en este cap�tulo. lect. iii. V�ase San Agust�n, Encher. Cap. xcviii. Epis. 194. en la nueva Ed. Ep. 105. ad Sixtum de lib. Arbit. Cap. xxv. &C. (Witham)

Versículo 17

Porque la Escritura dice a Fara�n, etc. San Pablo hab�a mostrado que no hab�a injusticia en Dios al dar gracias especiales a los elegidos; ahora muestra que Dios no puede ser considerado injusto por dejar a los r�probos en sus pecados, o por castigarlos como se merecen; para ello trae el ejemplo de Fara�n, quien permaneci� endurecido contra todas las amonestaciones y castigos de �l y de su reino.

&mdash- �Te he levantado, te he puesto por rey sobre Egipto? He hecho tantos milagros delante de ti, te perdon� cuando merec�as ser castigado con la muerte, y al final te castigar� con tu ej�rcito en el Mar Rojo, para que mi nombre sea conocido en toda la tierra. (Witham)

Versículo 18

Y al que quiere, endurece. [3] Es decir, permite ser endurecido por su propia malicia, como se dice en varias ocasiones en el �xodo, que Fara�n endureci� su coraz�n. Se dice que Dios, dice San Agust�n, endurece el coraz�n de los hombres, no provocando su malicia, sino no d�ndoles el don gratuito de su gracia, por el cual se endurecen por su propia voluntad perversa. (Witham) &mdash- No por ser la causa o el autor de su pecado, sino reteniendo su gracia y dej�ndolo en su pecado, en castigo por sus dem�ritos pasados. (Challoner)

[BIBLIOGRAF�A]

Et quem vult indurat. &C. San Agust�n, lib. de Gra. & Lib. Arb. Cap. 23. Deus induravit cor Pharaonis e ipse Pharao per Liberum Arbitrium. Qu�rimus meritum obdurationis & invenimus: merito namque peccati, universa massa damnata est: nec obdurat Deus impertiendo malitiam, sed non impertiendo misericordiam: .... qu�rimus autem meritum misericordi�, nec invenimus: quia nullum est, ne gratia gratiscue donetur , sed meritis redditur. Obduratio Dei est, nolle miserere, etc. El fara�n, dice San Juan Cris�stomo, era un recipiente de ira, pero el suyo era de �l mismo; Griego: kai par eautou.

Versículo 19

Me dir�s, por tanto, etc. El ap�stol objeta que si Dios llama a algunos y endurece, o incluso permite que otros se endurezcan, y nadie resiste ni puede obstaculizar su voluntad absoluta , �por qu� deber�a Dios quejarse de que los hombres no se convierten? San Pablo primero recuerda a hombres tan imprudentes y profanos, que es irrazonable e impertinente que las criaturas murmuren y discutan contra Dios su Creador, cuando no comprenden los caminos de su providencia.

&mdash �Se formar� la cosa, etc.?

�No tiene potestad del alfarero, etc. [5] Para ense�ar a los hombres que no deben quejarse de Dios y de su providencia, cuando no pueden comprender sus obras, les recuerda su origen. Todos pueden decirle a Dios, con el profeta Isa�as, (vi. 48). Se�or, t� eres nuestro Padre, y nosotros somos barro; T� eres nuestro Hacedor que nos enmarc�, y todos somos obra de tus manos. �No tiene el alfarero el poder que le plazca, de la misma masa de barro para hacer vasos para usos honorables y otros para usos menos honorables?

San Juan Cris�stomo observa muy bien que esta comparaci�n no debe extenderse m�s all� de lo que dise�� el ap�stol; cu�l era ense�arnos, cu�n sumisos debemos ser a Dios, en lo que no entendemos; pero no debemos fingir de aqu�, ni de ninguna expresi�n de este cap�tulo, como han hecho varios herejes, que as� como los vasos de barro carecen de libre albedr�o y libertad, as� tambi�n los hombres. Esto va en contra de la doctrina de la Iglesia Cat�lica y de las Escrituras en muchos lugares.

(Witham) &mdash- El alfarero. Esta semejanza se usa s�lo para mostrar que no debemos discutir con nuestro Hacedor, ni para razonar con �l por qu� no da tanta gracia a unos como a otros: porque ya que toda la masa de nuestro barro est� viciada por el pecado, es por su bondad y misericordia que hace de �l tantos vasos de honor; y no se trata m�s que de que otros, en castigo por sus pecados no arrepentidos, sean entregados como vasos de deshonra. (Challoner)

Versículo 20

[BIBLIOGRAF�A]

O homo, tu quis es? &C. El ap�stol, dice San Juan Cris�stomo, (p. 141) no dice que esto no pueda ser respondido, sino que tales preguntas son impertinentes, porque no podemos entender lo que Dios hace, etc. Griego: ou legei oti adunaton toiauta luein, & c.

Versículo 21

[BIBLIOGRAF�A]

Annon potestatem habet figulus, etc.? San Juan Cris�stomo (p. 142) toma nota expresamente de que no debemos con esta comparaci�n pretender que el hombre no tiene libre albedr�o, etc. Griego: entautha ou a autexousion anairon. &C.

Versículos 22-23

Y si Dios, etc. Ahora da la raz�n por la que Dios podr�a, sin ninguna injusticia, tener misericordia de unos y no de otros; conceder gracias y favores particulares a sus elegidos, y no por igual a todos; porque toda la humanidad estaba sujeta a condenaci�n por el pecado original: el barro de que todos est�n hechos es un barro pecaminoso; y como dice San Agust�n, se convirti� en un bulto y una masa de condenaci�n. Todos hab�an pecado en Ad�n.

Ahora bien, si de esta masa y multitud pecaminosa, Dios, para mostrar la riqueza de su gloria y misericordia sobreabundante, ha escogido a algunos como vasos de elecci�n, a quienes ha decretado salvar, y mediante gracias y favores especiales hacer part�cipes de su reino celestial; y para mostrar su justicia y su odio, ha dejado a otros como vasos de su ira y justicia, para perderse en sus pecados, que por un tiempo soporta pacientemente, cuando merec�an el castigo presente, �qui�n puede decir que ha hecho injustamente? (Witham)

Versículo 24

A quien tambi�n llam�, etc. Es decir, ha llamado a algunos de los jud�os, y a muchos de los gentiles, para ser vasos de elecci�n, como lo predijo su profeta Oseas, (ii. 24) . Llamar� a los que no eran mi pueblo, pueblo m�o, ... y los har� hijos del Dios viviente. Y como tambi�n fue predicho por el profeta Isa�as, de toda la numerosa naci�n de los jud�os, s�lo un remanente ser� salvo, por su obstinaci�n en no recibir, y rehusarse a creer en su Mes�as.

Por cumplir su palabra y reducirla a un poco con su justicia, porque el Se�or har� que su palabra se cumpla reduci�ndola a un peque�o comp�s sobre la tierra. El sentido y la construcci�n de este vers�culo es igualmente oscuro en el texto griego y en el lat�n: el verdadero sentido parece ser que al terminar su palabra o cumplir sus promesas a Israel, los que deben ser salvos ser�n reducidos por su justicia por sus pecados, para unos pocos; porque, aunque haga realidad su palabra y sus promesas, los salvos entre los israelitas ser�n reducidos a una peque�a br�jula, en comparaci�n con el gran n�mero de los gentiles.

Esta exposici�n concuerda con el resto del texto, y con lo que sigue, y fue predicha por Isa�as (cap. I. 9.) que a menos que el Dios de los Sab�ot (de los ej�rcitos), por su misericordia, les hubiera dejado una semilla, un peque�o n�mero, todos de alguna manera habr�an merecido ser completamente destruidos, como Sodoma y Gomorra. (Witham) &mdash- Lo que digo, suceder�, que en esos lugares, a saber. Grecia, Italia, etc.

donde moran los que son ajenos al culto del Dios verdadero, y han sido llamados a causa de su culto profano, no mi pueblo. En esos mismos lugares, ellos recibir�n la verdadera adoraci�n a Dios, y por este medio llegar�n a ser y ser�n llamados hijos del Dios viviente. �l es tan particular como para ubicarlo, para que los jud�os no se imaginen que los gentiles se convertir�an como sus antiguos pros�litos, y habitar�an en Judea o acudir�an a ella en ciertos momentos establecidos.

As�, el ap�stol repite lo que Jesucristo le hab�a dicho antes a la mujer samaritana. Vendr� la hora en que ni en este monte ni en Jerusal�n adorar�is al Padre. (Estius) (Juan IV) &mdash- Un remanente. Es decir, solo un peque�o n�mero de los hijos de Israel se convertir�n y se salvar�n. Cu�n perversamente se cita este texto para la salvaci�n de los hombres de todas las religiones, cuando solo habla de los convertidos de los hijos de Israel.

(Challoner) &mdash- San Pablo est� aqu� hablando de la reprobaci�n de los jud�os, y de la vocaci�n de los gentiles, y predice que un remanente o un peque�o n�mero de los hijos de Israel ser�n convertidos y salvados. En el sentido de San Pablo, esperamos sinceramente, y confiamos confiadamente, que un remanente de todos se salvar� mediante una conversi�n oportuna. Pero en ninguna parte leemos, en las Escrituras Antiguas o Nuevas, que un remanente de todos se salvar�, como si fuera una cuesti�n de indiferencia a la sociedad o conexi�n a la que se uni� un cristiano. (Haydock)

Versículos 30-32

Entonces, �qu� diremos? O qu� concluiremos de estos testimonios de la Escritura, sino esta paradoja, como la llama San Juan Cris�stomo, de que los que buscaron justicia o santificaci�n no la hallaron, y los que no la buscaron, la encontraron; es decir, los jud�os, que buscaban esta justicia por las obras de su ley, que tanto magnificaron, no han alcanzado esa ley que podr�a hacerlos justos; mientras que los gentiles, que no ten�an tal ley escrita en la que confiar, s�lo han buscado ser justificados por ella fe y la ley de Cristo, por la cual se han encontrado con la justicia y la santificaci�n? (Witham) &mdash- �Mira lo que faltaba a la justicia de los jud�os! Observadores escrupulosos de la ley ceremonial: estimaron demasiado su poder y fingieron justicia, consideraron que el evangelio y la fe en Cristo no ten�an ninguna ventaja.

Corriendo por la senda de los mandamientos con celo, pero sin circunspecci�n, golpearon a Jesucristo, quien se convirti� para ellos en piedra de tropiezo. Lo rechazaron: se negaron a creer. As� sus obras se convirtieron en obras muertas, sin fruto para la eternidad. (Calmet)

Versículo 33

Entonces, �por qu� no han sido justificados los jud�os? porque tropezaron con la piedra de tropiezo: es decir, la doctrina de Cristo crucificado ha sido un esc�ndalo para los jud�os, por lo cual, ofendidos, no le reconocer�an como su Mes�as. Sin embargo, todo aquel que crea en �l y siga su ley y doctrina, no ser� confundido, sino que obtendr� la justificaci�n y la salvaci�n. (Witham)

Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre Romans 9". "Comentario Bíblico Católico de Haydock". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/hcc/romans-9.html. 1859.