Bible Commentaries
2 Crónicas 6

Comentario Crítico y Explicativo de toda la BibliaComentario Crítico

Versículos 1-42

SALOMON BENDICE AL PUEBLO Y ALABA A DIOS.

1. Jehov� ha dicho que �l habitar�a en la obscuridad�Esta introducci�n al discurso de Salom�n evidentemente fu� sugerida por el notable incidente relatado al final del cap�tulo anterior: el fen�meno de una nube densamente opaca y uniformemente proporcionada, que descend�a de una manera lenta y majestuosa, y llenaba toda el �rea del templo. El mismo la consider�, y mand� que el pueblo la considerara, como se�al evidente y promesa grata de la presencia divina y de la aceptaci�n del edificio levantado en su honor y para su adoraci�n. No se refiri� a ninguna declaraci�n particular de Dios, sino al hecho de que la nube hab�a sido siempre en la historia de Israel el s�mbolo reconocido de la presencia divina ( �xodo 16:10; �xodo 24:16; �xodo 40:34; N�meros 9:15; 1 Reyes 8:10).

13. Salom�n hab�a hecho un p�lpito de metal�Especie de plataforma; pero la palabra hebrea traducida aqu� �p�lpito�, siendo la misma que se usa para �palangana�, sugiere la idea de que esta plataforma podr�a tener alguna semejanza, en forma y estructura, a aquellas fuentes que hab�a en el templo, siendo un p�lpito redondo y elevado, colocado en medio del patio y frente al altar de los holocaustos. p�sose sobre �l, e hinc�se de rodillas�Despu�s de subir al p�lpito de bronce, Salom�n asumi� dos actitudes en sucesi�n, con objetos diferentes. Estuvo en pie mientras se dirig�a y bendec�a a la multitud alrededor (vv. 3-11); despu�s se arrodill� y extendi� sus manos hacia el cielo, con el rostro tal vez hacia el altar, mientras expresaba la oraci�n hermosa e impresionante que se conserva en los vers�culos restantes de este cap�tulo. Merece notarse que no hab�a asiento sobre este p�lpito, porque el rey estaba en pie o de rodillas todo el tiempo que estaba sobre �l. Es probable que tuviera dosel arriba, o estuviera cubierto con un velo, para proteger al orador real de los rayos del sol.

18-21. �cu�nto menos esta casa que he edificado? Mas t� mirar�s a la oraci�n de tu siervo�Ninguna persona que tenga ideas justas y elevadas de la naturaleza espiritual del Ser Divino, supondr� que pueda erigir un templo para que habite en �l la Deidad, as� como un hombre edifica casa para s�. Casi tan improp�a inadmisible es la idea de que un templo pueda contribuir a acrecentar la gloria de Dios, as� como un monumento levantado en honor a alg�n hombre notable. Salom�n describi� el uso verdadero y propio del templo, al decir al pueblo que Dios oir�a el ruego �de tu siervo y de tu pueblo Israel, cuando hecia este lugar hicieren oraci�n�. En fin, el gran prop�sito para el cual el templo fu� edificado, fu� precisamente el mismo que tienen las iglesias, el de proveer la oportunidad y los medios del culto p�blico y social, seg�n el ritual de la dispensaci�n mosaica; el de pedir la misericordia y el favor divinos; el de dar gracias por anteriores casos de bondad y ofrecer peticiones de bendiciones futuras (v�ase 1 Reyes 8:22). Este objeto del templo�el UNICO templo del mundo�es en efecto su punto de vista de inter�s dom�nante.

22. Si alguno pecare contra su pr�jimo, y �l le pidiere juramento haci�ndole jurar, y el juramento viniere delante de tu altar en esta casa, etc.�En casos de que no hubiera testigos y no hub�era modo de arreglar una diferencia o disputa entre dos personas sino por aceptar el juramento del acusado; la pr�ctica se hab�a introducido paulatinamente, y hab�a adquirido la fuerza de ley consuetudinaria. de que el sujeto fuese tra�do ante el altar, donde se tomaba su juramento con toda solemnidad, junto con la imprecaci�n de una maldici�n que cayese sobre �l si su juramento fuese hallado falso. Hay alusi�n a tal pr�ctica en este pasaje.

38. Si se convirtieren a ti � en la tierra de su cautividad � y oraren hacia su tierra que t� diste a sus padres�Estas palabras dieron origen a una pr�ctica de los jud�os antiguos as� como de los modernos, de dirigirse en oraci�n hacia Jerusalem, desde cualquier parte del mundo en que se hallen, y de dirigir sus rostros hacia el templo, cuando est�n en Jerusalem mismo. y en cualquier parte de la tierra santa ( 1 Reyes 8:44).

41. Oh Jehov� Dios, lev�ntate ahora para habitar en tu reposo�Estas palabras no se hallan en esta oraci�n en el Primer Libro de Reyes; pero s�, ocurren en el Salmo 132, que se cree generalmente fu� compuesto por David, o m�s bien por Salom�n, en referencia a esta ocasi�n. �Lev�ntate� es exresi�n muy apropiada para usarse cuando el arca fu� llevada desde el tabern�culo en Si�n al templo sobre el Monte Moria. en tu reposo�O lugar de reposo; as� llamado el templo ( Isa�as 66:1), por ser mansi�n fija y permanente (Salmo 132:14). el arca de tu fortaleza�La morada por la cual tu gloriosa presenciaes simbolizada, y de donde emites tus or�culos autorizados y manifiestas tu poder a favor de tu pueblo, cuando lo desean y necesitan. Bien podr�a llamarse el arca del poder de Dios, porque fu� por medio de ella que fueron obrados grandes milagros, y ganadas muchas victorias, los cuales distingu�an los primeros anales de la naci�n hebrea. La vista de ella inspiraba la m�s grande animaci�n en el pecho de su pueblo, mientras que difund�a terror y desmayo entre las filas de sus enemigos. (Salmo 78:61). vestidos de salud tus sacerdotes�O, �de justicia� (Salmo 132:9), es decir, vestidos no s�lo de ropa de lino blanco que t� has se�alado como propia para oficiar, sino tambi�n adornados con la hermosura moral de la verdadera santidad, de modo que sus personas y sus servicos sean aceptos, tanto para ellos como para todo el pueblo. As� estar�an vestidos �de salvaci�n�, porque �ste es el efecto y la consecuencia del car�cter santificado.

42. no hagas volver el rostro de tu ungido�es decir, de m�, quien por tu promesa y nombramiento he sido instalado como rey y gobernador de Israel. Las palabras son en sentido equivalente a esto: No rechaces m� petici�n presente; no me env�es de tu trono de gracia abatido de semblante n� desan�mado de coraz�n. acu�rdate de las misericordias de David tu siervo�es decir, las misericordias prometidas a David, y en consideraci�n de aquella promesa oye y contesta mi oraci�n (cf. Salmo 132:10).

Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre 2 Chronicles 6". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfb/2-chronicles-6.html. 1871-8.