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Bible Commentaries
Ageo 2

Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviarComentario Crítico Sin Abreviar

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Versículos 1-23

CAPITULO 2


1-9. LA SEGUNDA PROFECIA. Al pueblo, desalentado por la inferioridad de este templo con relaci�n al de Salom�n, se le anima a pesar de esto a perseverar, porque Dios est� con ellos, y esta casa por su conexi�n con el reino del Mes�as tendr� una gloria superior a la de oro y plata.
1. el mes s�ptimo-el a�o hebreo; el segundo a�o del reinado de Dar�o (1:1) un poco menos de un mes despu�s que hubieron empezado la obra (1:15). Esta profec�a fu� dada muy poco antes que la de Zacar�as.
3. �Qui�n ha quedado � que haya visto � su primera gloria-Muchos ancianos presentes al acto de echar los cimientos del segundo templo que hab�an visto el primero (Ezr 3:12-13) en toda su gloria, lloraron por el contraste presentado por la tosca y poco prometedora apariencia del segundo en sus comienzos. Desde la destrucci�n del primer templo hasta el segundo a�o de Dar�o Histaspes, fecha de la profec�a de Hageo, hubo un espacio de setenta a�os (Zec 1:12); y hasta el primer a�o de Ciro, o sea, el fin de la cautividad, cincuenta y dos a�os; de modo que los ancianos pod�an f�cilmente recordar el primer templo. Los jud�os notan cinco puntos de inferioridad: la ausencia en el segundo templo de (1) el fuego sagrado; (2) el Shekinah; (3) el arca y los querubines; (4) el Urim y Tumim; (5) el esp�ritu de profec�a. La conexi�n del segundo templo con el Mes�as compensa en mucho m�s todos estos puntos mencionados; porque �l es el antitipo de los cinco (v. 9). cual ahora la v�is-La estimaci�n de Dios respecto a las cosas es muy diferente de la del hombre (Zec 8:6; 1Sa 16:7). Por muy baja que sea la estimaci�n de ellos del presente templo (�cual lo ven�) por su inferioridad exterior, Dios lo juzga superior (Zec 4:10; 1Co 1:27-28).
4. esfu�rzate � porque yo soy con vosotros-La mayor fuerza es tener a Jehov� con nosotros por nuestra fuerza. No en el poder del hombre, sino en el del Esp�ritu de Dios (Zec 4:6).
5. Seg�n el pacto que concert�-Lit., �(Yo soy con vosotros) la palabra que pact�;� eso es, Yo soy con vosotros como lo pact� con vosotros cuando salisteis de Egipto (Exo 19:5-6; Exo 34:10-11). El pacto de la promesa de Dios al pueblo elegido en Sina� es un motivo adicional para que ellos perseveren. El t�rmino hebreo por �pactar,� es lit., cortar, que alude a las v�ctimas de los sacrificios partidas en la ratificaci�n de un pacto. as�-o bien, �y� en consecuencia. mi esp�ritu estar� en medio de vosotros-para fortaleceros para la obra (Exo 1:14; Zec 4:6). La inspiraci�n de Hageo y Zacar�as en este tiempo fu� un ejemplo de la presencia del Esp�ritu de Dios que permanec�a a�n con su pueblo, como �l hab�a estado con Mois�s e Israel antiguamente (Ezr 5:1; Isa 63:11).
6. De aqu� a poco aun [otra vez] har� yo temblar-o bien, �Hay a�n un poco de tiempo.� O �Hay ya solamente un corto plazo;� lit., un poco, es decir, un solo espacio breve hasta cuando ha de comenzar una serie de movimientos, o sea, los sacudimientos de las naciones pronto a empezar, que han de terminar en el advenimiento del Mes�as, �el Deseado de todas las naciones.� (Moore.) El sacudimiento de las naciones indica juicios de ira sobre los enemigos del pueblo de Dios, que preceder�n al reino del pr�ncipe de paz (Isa 13:13). Los reinos del mundo no son sino el andamiaje para el templo espiritual de Dios, que ha de ser derribado cuando haya cumplido su prop�sito. Lo transitorio de todo lo que es terrenal debiera conducir a los hombres a buscar la �paz� en el reino eterno del Mes�as (v. 9; Heb 12:27-28). (Moore.) Los jud�os en el tiempo de Hageo vacilaron respecto de ir adelante con la obra, por causa del temor al poder mundial medopersa, influ�dos por la astucia de los samaritanos. El profeta les asegura que �ste y todos los dem�s imperios mundiales han de caer ante el Mes�as, quien ha de estar asociado con este templo; por lo tanto no necesitan temer nada. As� Heb 12:26, que cita este pasaje: el ap�stol compara el castigo m�s pesado que espera a los desobedientes bajo el Nuevo Testamento con aquel que tocaba a los tales bajo el Antiguo Testamento. Al ser establecido el pacto sina�tico, solamente la tierra fu� conmovida para inaugurarlo, pero ahora cielo y tierra y todas las cosas han de ser sacudidas, eso es, juntamente con prodigios en el mundo de la naturaleza, todos los reinos que se opongan a la marcha del reino del Mes�as-�el cual no puede ser conmovido�-han de ser trastornados (Dan 2:35, Dan 2:44; Mat 21:44). Heb 12:27 : �Aun una vez m�s,� favorece la Versi�n Inglesa. San Pablo condensa juntos los dos vers�culos de Hageo (vv. 6, 7, y 21, 22), indicando que fu� una y la misma conmoci�n, de la cual los primeros vers�culos de Hageo denotan ser el principio, los �ltimos, el final. El sacudimiento empez� como introducci�n al primer advenimiento, y ser� terminada con el segundo advenimiento. Concerniente al �ltimo, v�ase Mateo 24; Rev 16:20; Rev 18:20; Rev 20:11; tocante al primero, v�ase Mat 3:17; Mat 27:51; Mat 28:2; Act 2:2; Act 4:31. (Bengel.) Apenas hay una profec�a del Mes�as en el Antiguo Testamento que, en alguna extensi�n por lo menos, no se refiera a su segunda venida. (Isaac Newton.) El Psa 68:8 menciona la destilaci�n de los cielos cerca del monte (Sina�); pero Hageo habla de la totalidad de los cielos creados: �Esperad solamente un poco de tiempo, aun cuando el prometido evento no est� manifiesto a�n, porque pronto Dios cambiar� las cosas para mejor: no os deteng�is con estos preludios para fijar los ojos en el estado presente del templo.� (Calvino.) Dios conmovi� el cielo por los rel�mpagos en Sina�; la tierra, para que diera aguas; la mar, para que fuera dividida en dos. En el tiempo de Cristo, Dios conmovi� el cielo, cuando habl� desde all�; la tierra, cuando �sta tembl�; la mar, cuando mand� a las olas y los vientos. (Grocio.) Cicer�n registra el silencio de los or�culos paganos en el tiempo de Cristo; y Dio la ca�da de los �dolos en el Capitolio Romano.
7. har� temblar-no convertir; sino causar aquella agitaci�n que ha de preceder la venida del Mes�as como el Sanador de las agitaciones de las naciones. El sacudimiento previo causar� el ardiente �deseo� por el Pr�ncipe de paz. Moore, y otros, traducen: �la hermosura,� o �las cosas deseables (las d�divas preciadas) de todas las naciones vendr� (Isa 60:5, Isa 60:11; Isa 61:6). El presenta estas objeciones a que se refiera al Mes�as la frase �El Deseado de las naciones�: (1) El hebreo quiere decir la calidad, y no la causa deseada, es decir, su calidad de deseable o su belleza. Pero, ocurre que a menudo se pone lo abstracto por lo concreto. As� �un hombre de deseos�; esto es, �un hombre deseado, o deseable�. (Dan 9:23; Dan 10:3, Dan 10:11). (2) El Mes�as no fu� deseado por todas las naciones, sino �una ra�z de tierra seca,� que �no ten�a hermosura para que le deseemos� (Isa 53:2). Pero lo impl�cito no es que las naciones definitivamente lo deseasen, sino que �l era el �nico que satisfar�a el ardiente deseo que todas inconscientemente sent�an de un Salvador, manifestado en sus ritos penosos y sangrientos sacrificios. Adem�s, mientras que los jud�os como naci�n no lo desearon (pueblo a que Isa 53:2 se refiere), los gentiles que claramente est�n indicados en la frase, �todas las naciones,� lo aceptaron; y as� para ellos, �l era peculiarmente deseable. (3) El verbo �vendr�,� es plural, lo que requiere que se entienda que el nominativo sea plural, mientras que si se refiere al Mes�as, el nombre es singular. Pero cuando dos sustantivos est�n juntos, regido el uno por el otro, el verbo concuerda a veces en n�mero con el �ltimo, aun cuando tiene el otro en realidad como su nominativo; es decir, en el hebreo �vendr�n� se le hace concordar con �naciones,� aunque realmente concuerda con �deseado.� Adem�s, el Mes�as puede ser descrito como realizando en s� mismo, en su venida �los deseos� (nombre que expresa colectivamente el plural) de todas las naciones; por consiguiente el verbo es plural. As� en Cantares (Isa 5:16), �y todo �l codiciable� (�deseable�), en el hebreo es la misma palabra como aqu�, �todos los deseos,� eso es, del todo deseable, o el objeto de los deseos. (4) El v. 8: �M�a es la plata..,� concuerda con la traducci�n: �las cosas escogidas de las naciones� ser�n presentadas. Pero el v. 8 armoniza enteramente bien con la Versi�n Inglesa del v. 7, como lo mostrar� la nota sobre el v. 8. (5) La Versi�n de los Setenta y la Sir�aca concuerdan con la traducci�n de Moore. Pero la Vulgata confirma la Versi�n Inglesa. As� los primitivos rabinos jud�os del tiempo de Jer�nimo. Plat�n, en Alcib�ades 2, manifiesta el anhelo de los gentiles por un libertador espiritual: �Es por lo tanto necesario-dice Alcib�ades sobre el tema del culto aceptable-esperar hasta que alguien nos ense�e c�mo debemos conducirnos para con los dioses y los hombres.� Alcib�ades responde: ��Cu�ndo llegar� aquel tiempo, y qui�n ser� aquel maestro? Porque yo estar�a content�simo de ver a tal hombre.� Las �buenas nuevas de gran gozo� eran �para todos los pueblos� (Luk 2:10). Los jud�os, y aquellos de las naciones contiguas por ellos instru�dos, esperaban la venida de Silo, a quien se congregar�an los pueblos, seg�n la profec�a de Jacob (Gen 49:10). Los primitivos patriarcas, Job ( Job 19:25-27; Job 33:23-26) y Abraham (Joh 8:56), lo deseaban. henchir� esta casa de gloria-(v. 9) Como el primer templo se llenaba de la nube de gloria, s�mbolo de Dios (1Ki 8:11; 2Ch 5:14, as� este segundo templo fu� lleno de la �gloria� de Dios (Joh 1:14) velada en la carne (como si estuviera en la nube) en la primer venida de Cristo, cuando �l entr� en �l y obr� milagros (Mat 21:12-14); pero aquella �gloria� ha de ser revelada en su segunda venida, como esta profec�a en su �ltima referencia lo predica (Mal 3:1). Antes de la destrucci�n de Jerusal�n todos los jud�os esperaban que el Mes�as apareciera en el segundo templo. Desde aquel tiempo han inventado varias interpretaciones forzadas y falsas de tan sencillas profec�as mesi�nicas.
8. M�a es la plata-( Job 41:11; Psa 50:12.) Vosotros est�is desilusionados por la ausencia de estos preciosos metales en el adorno de este templo, en comparaci�n con el primero; si yo lo deseara, podr�a adornar este templo con aquellas cosas, pero yo lo adornar� con una �gloria� (vv. 7, 9) mucho m�s preciosa, es decir, con la presencia de mi divino Hijo, en su velada gloria primero, y en su segunda venida con su gloria revelada, acompa�ada con el adorno exterior de oro y plata, del cual es el tipo el revestimiento dorado por dentro y por fuera puesto por Herodes. Entonces traer�n las naciones ofrendas de aquellos preciosos metales que vosotros ahora tanto ech�is de menos (Isa 2:3; Isa 60:3, Isa 60:6-7; Eze 43:2, Eze 43:4-5; Eze 44:4). La Jerusal�n celestial ser� adornada similarmente, pero no necesitar� de �templo� (Rev 21:10-22). V�ase 1Co 3:12, donde el oro y la plata representan las cosas m�s preciadas (Zec 2:5). La gloria interior de la redenci�n del Nuevo Testamento sobrepasa en mucho a la gloria exterior de la dispensaci�n del Antiguo Testamento. As�, en el cao individual del creyente pobre, Dios, si le pluguiese, podr�a otorgarle oro y plata, pero �l concede tesoros mucho mejores, la posesi�n de los cuales podr�a peligrar por la posesi�n de aqu�llos (Jam 2:5).
9. La gloria de aquesta casa postrera ser� mayor que la de la primera-es decir, por medio de la presencia del Mes�as, en cuya faz es dada la luz del conocimiento de la gloria de Dios (2Co 4:6; v�ase Heb 1:2), y quien dijo de s� mismo, �en este lugar hay uno mayor que el templo� (Mat 12:6), y quien �se sentaba diariamente ense�ando en �l� (Mat 26:55). Aunque el templo de Zorobabel fu� derribado hasta los cimientos cuando Herodes reedific� el templo, �ste era considerado, desde el punto de vista religioso, no como un tercer templo, sino virtualmente el segundo templo. dar� paz en este lugar-es decir, en Jerusal�n, la metr�poli del reino de Dios, cuyo asiento era el templo: donde el Mes�as �hizo la paz por la sangre de su cruz� (Col 1:20). De esta manera la �gloria� consiste en esta �paz.� Esta paz empieza quitando las dificultades del camino del aceptamiento del culpable por el justo Dios (Psa 85:8, Psa 85:10; Isa 9:6-7; Isa 53:5; Zec 6:13; 2Co 5:18-19); luego ella crea la paz en el propio coraz�n del pecador (Isa 57:19; Act 10:36; Rom 5:1; Rom 14:17; Eph 2:13-17; Phi 4:7); luego la paz en toda la tierra (Mic 5:5; Luk 2:14). Primero la paz entre Dios y el hombre, despu�s entre el hombre y Dios, y luego entre el hombre y el hombre (Isa 2:4; Hos 2:18; Zec 9:10). Como Silo (Gen 49:10) significa paz, este vers�culo confirma la noci�n de que el vers�culo 7, �el Deseado de todas las naciones,� se refiere a Silo, o sea, el Mes�as, predicho en Gen 49:10.

2:10-19. LA TERCERA PROFECIA. Los sacrificios sin obediencia (respecto del mandato de Dios de edificar el templo) no pod�an santificar. Ahora que ellos son obedientes, Dios los bendecir�, aunque no se vea a�n se�al alguna de fertilidad.
10. A veinticuatro del noveno mes-tres d�as m�s de dos meses desde la segunda profec�a (v. 1); en el mes de Chisleu, el mes que corresponde poco m�s o menos a nuestro diciembre. Los jud�os parecen haber hecho considerable progreso en la obra en el intervalo (vv. 15-18).
11. Pregunta ahora a los sacerdotes-Prop�nles t� esta cuesti�n sobre la ley. Los sacerdotes eran los expositores autorizados de la ley (Lev 10:11; Deu 33:10; Eze 44:23; Mal 2:7).
12. �Carnes sagradas� (la carne de un sacrificio, Jer 11:15), a la verdad, hace santa la �falda� en la que se lleva; pero esa falda no puede impartir su santidad a cosa alguna fuera de s�, como al �pan,� etc. (Lev 6:27). Esto se cita para ilustrar el principio de que un sacrificio, santo, por cuanto envuelve cosas divinas (lo mismo que la �falda� es �santa� cuando envuelve la �carne sagrada�), no puede por su eficacia inherente u opus operatum hacer santa a una persona cuya desobediencia-como la de los jud�os al descuidar la casa de Dios-la hace profana o imp�a.
13. Por otra parte, una persona �inmunda� seg�n la ley imparte su impureza a cualquier cosa, mientras que una cosa santa segun la ley, no puede conferir su santidad a una persona �inmunda� (Num 19:11, Num 19:13, Num 19:22). La santidad seg�n la ley no se comunica tan pronto como la impureza legal. As� que las sendas hacia el pecado son m�ltiples; la senda para la santidad es una, y es camino de dificultoso acceso. (Grocio.) Una gota de sucidad contaminar� un vaso de agua; pero muchas gotas de agua clara no purificar�n la inmundicia a un vaso de agua. (Moore.)
14. Y respondi� Hageo-m�s bien, �Entonces Hageo respondi� (en r�plica a la respuesta de los sacerdotes) y dijo.� (Maurer.) As� es este pueblo-Hasta aqu�, no est� en tal estado mental de obediencia, como para merecer ser llamado �mi pueblo� (Tit 1:15). Aqu� aplica Hageo los dos casos que acaba de expresar. Por el primer caso, �este pueblo� no es hecho �santo� por lo que ofrecen �aqu� (es decir, sobre el altar levantado al aire libre, bajo Ciro, Ezr 3:3); aunque el sacrificio ritual por lo general puede santificar exteriormente tanto cuanto alcance (Heb 9:13), como la �carne sagrada� que santificaba a la �falda�, no puede hacer aceptables a Dios a los ofrendantes sus personas y todas sus obras, porque les falta el esp�ritu de obediencia (1Sa 15:22) mientras tanto descuidaban la edificaci�n de la casa del Se�or. Por el contrario, en el segundo caso ellos hac�an �impuras� sus mismas ofrendas por hallarse impuros por causa de las �obras de muerte� (la desobediencia), lo mismo que la persona impura por el contacto con un cuerpo muerto impart�a su impureza a cuanto tocara (v�ase Heb 9:14). Todo esto se les aplica por lo que ellos hab�an sido, no por lo que son ahora, ya que hab�an empezado a obedecer; el prop�sito es para preservarlos de que no apostataran de nuevo. El �aqu� se�ala el altar, que probablemente estaba a la vista del auditorio del profeta.
15. poned vuestro coraz�n-Ponderad vuestras experiencias �desde aqu� en adelante (�para arriba,� Versi�n Inglesa): m�s bien, �desde entonces hasta aqu�, comparando cuantos males os sobrevinieron antes que emprendierais esta obra, con el tiempo presente cuando la comenzasteis nuevamente, y cuando en consecuencia ahora yo os prometo �bendeciros.� As� podr�is percibir los males de la desobediencia y las bendiciones de la obediencia.
16. Antes que fuesen estas cosas-o bien, �estos d�as:� aquellos d�as de vuestro descuido de la obra del templo. ven�an al mont�n de veinte hanegas-eso es, al mont�n de trigo del cual se esperar�an veinte medidas de grano, y no hubo m�s que diez. cincuenta c�ntaros del lagar-As� traduce Maurer �purahs, � o medidas de vino (que no est� en el original). La Versi�n de los Setenta traduce �medidas,� y la Vulgata, �frascos.� (La Versi�n Inglesa entiende prensa de oliva, en lugar de lagar. Traductor).
17. Apropiado de Amo 4:9, cuya canonicidad est� de este modo sellada por la inspirada autoridad de Hageo; en la �ltima cl�usula, �convertisteis� tiene que ser suplida; su omisi�n se marca por la brusquedad el�ptica (�con todo, vosotros no a m�), el desagrado de Dios, V�ase Exo 32:26; �(J�ntese) conmigo,� donde Mois�s en su excitaci�n omite las palabras parent�ticas. �Viento solano� (�marchitamiento:� Versi�n Inglesa, el efecto por la causa. Trad.) es el resultado de la excesiva sequ�a; �el tizoncillo,� de la excesiva humedad.
18. Resumido del v. 15, despu�s de los vv. 16, 17, para que la bendici�n del v. 19 aparezca en el m�s marcado contraste con la maldici�n de los vv. 16, 17. La aflicci�n endurecer� al coraz�n, si no se relaciona con Dios como autor de ella. (Moore.) desde el d�a que se ech� el cimiento al templo-El primer cimiento bajo tierra, hac�a mucho fu� echado, en el segundo a�o de Ciro, 535 a. de J. C. (Ezr 3:10-11); el cimiento echado ahora, fu� el secundario, el que de tierra para arriba se asent� sobre el trabajo previo. (Tirinus.) O bien, trad�zcase: �Desde este d�a cuando se empieza el templo,� es decir, sobre los cimientos hace tiempo echados. (Grocio.) Maurer traduce: �Considerad � desde el d�a veinticuatro del mes noveno (el tiempo que ha transcurrido), desde el d�a que se ech� el cimiento �� El hebreo apoya la Versi�n Inglesa.
19. �Aun no est� la simiente en el granero?-expresi�n que denota que no lo est�. Ha sido sembrada ya en este mes, y no hay m�s se�ales ahora de que lleve una buena cosecha, ni mucho menos de que sea felizmente guardada en los alfol�es, que las que hubo en la estaci�n pasada, cuando hubo tama�o fracaso; con todo, yo os prometo desde este d�a (haciendo hincapi� por la repetici�n en la conexi�n de la bendici�n con el d�a de la obediencia de ellos) la bendici�n de una cosecha abundante. As� tambi�n la vid, etc., la cual hasta ahora ha producido poco o nada, ser� bendecida con fecundidad. De este modo sepondr� en evidencia que la bendici�n es debida a m�, y no a la naturaleza. Podemos creer en la promesa que Dios nos ha dado de bendecirnos, aun cuando no veamos se�ales visibles de su cumplimiento (Hab 2:3).

2:20-23. LA CUARTA PROFECIA. La promesa de Dios por medio de Zorobabel a Israel, de seguridad en las conmociones que vienen.
20. del mismo mes-el noveno mes, en el segundo a�o de Dar�o. La misma fecha de la tercer profec�a (v. 10).
21. a Zorobabel-Tal vez Zorobabel hab�a preguntado respecto de las convulsiones predichas (vv. 6, 7). Esta es la respuesta: Los jud�os hab�an sido inducidos a temer que estas convulsiones destruir�an su existencia nacional. A Zorobabel, por lo tanto, se dirige como jefe civil y representante de ellos, y no a Josu�, su jefe religioso. El Mes�as es el Zorobabel antit�pico, su Representante y Rey nacional, con quien Dios el Padre hace el pacto, en el cual a ellos, como identificados con �l, se les asegura la protecci�n del amor electivo de Dios (v�ase el v. 23: �ponerte he como anillo de sellar:� �Yo te escog�). Yo har� temblar los cielos-(Nota, vv. 6, 7.) Las violentas convulsiones pol�ticas acompa�adas con prodigios f�sicos (Mat 24:7, Mat 24:29).
22. Los dem�s reinos mundiales han de ser derribados para dar lugar al reino universal de Cristo (Dan 2:44). Los carros de guerra dar�n lugar a su reino de paz (Mic 5:10; Zec 9:10).
23. te tomar�-bajo mi protecci�n, y para promoverte a honor a ti y a tu pueblo (Psa 78:70). anillo de sellar-(Son 8:6; Jer 22:24), el s�mbolo legal del due�o; generalmente hecho de piedras preciosas y oro, etc., y muy avaluado. Llevado en el dedo, era objeto de constante estimaci�n. En todos estos respectos, Dios considera al pueblo teocr�tico, y a su representante, Zorobabel el tipo, y al Mes�as su descendiente, el antitipo. La seguridad y protecci�n de Israel hasta el fin est�n garantizadas en el Mes�as, en quien Dios los ha escogido como propiedad suya (Isa 42:1; Isa 43:10; Isa 44:1; Isa 49:3). As� el Israel espiritual est� sellado en la cabeza del pacto por el Esp�ritu (2Co 1:20, 2Co 1:22; Eph 1:4, Eph 1:13-14). Todo esto se atribuye, no a los m�ritos de Zorobabel, sino a la elecci�n de gracia de Dios. Cristo es el �sello� en la mano de Dios: siempre en la presencia del Padre, siempre agradable a los ojos de �l. El sello de un monarca oriental era el signo de su autoridad delegada; as� Cristo (Mat 28:18; Joh 5:22-23).

Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Haggai 2". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfu/haggai-2.html. 1871-8.
 
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