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Bible Commentaries
Apocalipsis 17

Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviarComentario Crítico Sin Abreviar

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Versículos 1-18

CAPITULO 17

EL ATAVIO DE LA RAMERA BABILONIA: LA BESTIA EN QUE CABALGA, QUE TIENE SIETE CABEZAS Y DIEZ CUERNOS, SERA EL INSTRUMENTO DEL JUICIO QUE LE SOBREVIENE. Como el 16:12 postula en general el juicio de las copas que ser� derramado sobre la ramera, el poder babil�nico, como los Caps. 17 y 18 dan lo mismo en detalle, as� el 19 da en detalle el juicio sobre la bestia y el falso profeta, que fu� aludido en el 16:13-15 en conexi�n con la venida de Cristo. muchas aguas-�sobre muchos� seg�n A. V�ase Jer 51:13. El 17:15 explica el sentido. La ramera es la Iglesia ap�stata, as� como la mujer (cap. 12) mientras sea fiel es la Iglesia. Satan�s, habiendo fracasado por la violencia, trata de cautivarla, y con demasiado �xito, por medio de las seducciones mundanas; mas no como su Se�or, ella fu� vencida por estas tentaciones; as� pues se la ve sentada sobre la bestia de color bermejo, siendo, ya no la esposa, sino la ramera; ya no la Jerusal�n, sino la Sodoma espiritual (11:8).
2. embriagado-No puede ser la Roma pagana, sino la Roma papal, si se denota una sede particular de error; pero me inclino a creer que el juicio (18:2) y la fornicaci�n espiritual (18:3), aunque encuentran su culminaci�n en Roma, no se restringen a Roma, sino que comprenden toda la Iglesia ap�stata, romana, griega y aun protestante, hasta el grado en que est� seducida de su �primer amor� (2:4) para con Cristo, el Novio celestial, y haya dado su afecto a las pompas e �dolos mundanos. La mujer (esposa, 12:1) es la congregaci�n de Dios en su pureza bajo el Antiguo y Nuevo Testamentos, y aparece de nuevo como la Novia del Cordero, la Iglesia transfigurada preparada para las bodas. La mujer, la Iglesia invisible, est� latente en la Iglesia apost�lica, y es la Iglesia militante; la Novia es la Iglesia triunfante.
3. al desierto-En contraste con el 12:6, 14: tiene ella un lugar en el desierto mundo, mas no un hogar; peregrina en la tierra, que busca la ciudad que vendr�. Ahora, empero, se contenta con tener su porci�n en este desierto moral. bestia bermeja-La misma que en 13:1, es descrita tanto all� como aqu�, �que ten�a siete cabezas y diez cuernos� (dejando ver que es representativa del drag�n, 12:3), y sobre sus cabezas nombres (en plural) de blasfemia;� comp. tambi�n el 17:12-14 con 19:19, 20, y con 17:13, 14, 16. Roma, que descansa en el imperio mundial, y lo dirige con sus pretensiones a la supremac�a,, es la representativa principal, pero no exclusiva, de este simbolismo. Como el drag�n es rojo como el fuego, as� la bestia es de color carmes�, lo que denota cr�menes de sangre, de pecados como el carmes�. llena-por todas partes; no solamente en las cabezas, como en el 13:1, pues su oposici�n para con Dios est� ahora por desarrollarse en toda su intensidad. Bajo la direcci�n de la ramera, el poder imperial expone sus pretensiones blasfemas peores que las de los tiempos paganos. As� el papa es puesto por los cardenales en el templo de Dios, para que sentado en el altar, le besen los pies. Esta ceremonia se llama entre los escritores romanistas la adoraci�n. Historie de Clerge, Amsterdam 1716; y Notitia Curiae Romanae de Lettenburgh, 1683, p�g. 125: Myst. Bab. de Heidegger, 1, 511, 514, 537; una moneda papal (Numismata Pontificum, Par�s, 1679, p�g. 5) tiene la leyenda blasfema, �Quem creant, adorant.� Hincarse y besar es la adoraci�n denotada por la palabra usada por Juan nueve veces tocante al rival de Dios (Griego, proskunein). Abominaci�n, tambi�n, es el t�rmino escriturario por �dolo, o por cualquier criatura adorada con el homenaje que se debe al Creador. Con todo, hay alguna retenci�n contra este poder mundial antidivino mientras la ramera anda sobre �l; el anticristo consumado ser� cuando la bestia, habiendo destru�do a aqu�lla, sea revelada como la concentraci�n y la encarnaci�n de los principios antidivinos autodeificantes, antes aparecidos en formas y grados variables. �La Iglesia se ha granjeado el reconocimiento externo con el hecho de apoyarse es el poder pol�tico, el que a su vez usa de la Iglesia para sus propias finalidades; tal es el cuadro que se presenta aqu� del cristianismo ya maduro para el juicio.� [Auberlen.] Las siete cabezas son, seg�n el parecer de algunos,, las siete formas sucesivas de gobierno registradas en Roma: reyes, c�nsules, dictadores, decenviros, tribunos militares, emperadores, los emperadores alemanes [Wordsworth], de los que Napole�n es el sucesor (17:11). Pero v�ase la interpretaci�n, de 17:9, 10, Notas, la cual yo prefiero. Ya desaparecieron las coronas que estaban antes sobre los diez cuernos, una indicaci�n acaso de que los diez reinos en que debe dividirse el mundo germano-eslavo (el antiguo Imperio Romano, inclusive el oriente y el occidente, las dos piernas de la imagen de cinco dedos cada una: diez en total), perder� en fin su forma mon�rquica [Auberlen.]; pero v�ase 17:12, que parece denotar reyes coronados.
4. El color escarlata-�qu� notable es!-est� reservado para los papas y cardenales. Pablo II declar� que caer�a bajo pena el que alguien llevara sombrero de escarlata sin ser cardenal; comp. Caeremoniale Rom., 3 sec. 5, c. 5. Este libro fu� compilado hace m�s de 340 a�os por Marcelo, arzobispo romanista, y dedicado a Le�n X. En �l se enumeraron cinco prendas de vestir diferentes de color escarlata. Se menciona un chaleco adornado de perlas. La mitra del papa es de oro y piedras preciosas. Son las mismas caracter�sticas externas que el Apocalipsis asigna tres veces a la ramera o Babilonia. As� Joaqu�n, abate de Calabria cerca del a�o 1200, llamado a Palestina por Ricardo de Inglaterra e interrogado por �l acerca del anticristo, contest� que �naci� ya hace mucho en Roma, y se est� ensalzando sobre todo lo que se llama Dios.� Rogerio Hoveden, Angl. Chron., 1. 2, y en otras partes, escribi�: �La ramera ataviada de oro es la Iglesia de Roma.� En todo tiempo y lugar (no solamente en Roma) cuando la Iglesia, ya no �vestida del sol� (como al principio, 12:1), se vista de falsos atav�os terrenales, comprometiendo la verdad de Dios por temor, o por la adulaci�n del poder mundano, de la ciencia o de la riqueza, se convierte en la ramera sentada sobre la bestia, y condenada en justa retribuci�n a ser juzgada por la bestia (17:16). Pronto, de igual manera que Roma y que los jud�os del tiempo de Cristo y de los ap�stoles, en liga con la Roma pagana, ella llega a ser la perseguidora de los santos (17:6). En vez de beber la �copa� de aflicci�n de su Se�or, �tiene una copa llena de abominaciones y de suciedades.� Roma se representa a s� misma en sus medallas, teniendo un c�liz con la inscripci�n que la condena: �Sedet super universum.� Entretanto el imperio mundial abandona la hostilidad y acepta el cristianismo externamente; la bestia abandona su car�ster antidivino, la mujer abandona su car�cter divino. Ellos se encuentran a la mitad del camino por concesiones mutuas; el cristianismo se vuelve mundano; el mundo queda cristianizado. El que gana es el mundo, la que pierde, la Iglesia. La bestia por un tiempo recibe una herida mortal (13:3), pero no es de veras transfigurada; se volver� peor que nunca (17:11-14). S�lo el Se�or en su venida puede hacer que los reinos del mundo lleguen a ser de nuestro Se�or y de su Cristo. La �p�rpura� es emblema imperial; hasta con escarnio la pusieron sobre nuestro Se�or. piedras-Griego, �piedra�. suciedad-A, B, y Andreas dicen: �cosas sucias,� impuras.
5. en su frente un nombre-seg�n la costumbre de las prostitutas. �Qu� contraste con la expresi�n: �Santidad del Se�or,� que se inscrib�a en la mitra en la frente del sumo sacerdote! misterio-significa un hecho espiritual antes escondido, e imposible de describir con la mera raz�n, pero que ahora es revelado. Como la uni�n de Cristo y la Iglesia es un �gran misterio� (una verdad espiritual de suma importancia, una vez escondida, ahora revelada, Eph 5:31-32); as� la Iglesia conform�ndose al mundo y por eso haci�ndose ramera, es un �misterio� opuesto (una verdad espiritual. simb�licamente revelada). Como la iniquidad de la ramera es levadura que trabaja en �misterio,� y que es llamado por lo tanto �el misterio de la iniquidad,� as� cuando ella sea destru�da, la iniquidad que hasta ahora trabaja latentemente (en comparaci�n) en ella, ser� revelada en el hombre de la iniquidad, la encarnaci�n abierta de todo el mal anterior. Comp. el �misterio de Dios� y �piedad� 10:7; 1Ti 3:16. Fu� Roma quien crucific� a Cristo; quien destruy� a Jerusal�n y esparci� a los jud�os; quien persigui� a los cristianos primitivos en los tiempos paganos; y probablemente ser� quien ha de ser restaurada a su grandeza pr�stina, tal como bajo los c�sares, un poco antes de la quema de la ramera y la suya propia conjuntamente. As� pensaba Hip�lito, De Antichristo (del segundo siglo). El papismo no puede ser a la vez �el misterio de la iniquidad� y el anticristo manifestado o revelado. Probablemente, mediante el poder pol�tico (1Ti 17:3) har� un compromiso con aquella parte del cristianismo aun de su credo, y preparar� as� el camino para la manifestaci�n del anticristo. El nombre Babilonia, que en la imagen de Daniel 2 es dado a la cabeza, aqu� se da a la ramera, lo que la relaciona con el cuarto reino, Roma, la �ltima parte de la imagen. Benedicto XIII, en su proclamaci�n de un jubileo, en el a�o 1725, llam� a Roma �la madre de todos los creyentes, y patrona de todas las iglesias� (rameras como ella misma). La correspondencia de s�labas y acentos en el griego llama la atenci�n: he porne kai to therion; he numfe kai to arnion. La ramera y la bestia; la Novia y el Cordero. MADRE. etc.-No solamente Roma, sino toda la cristiandad, as� como Israel antes como un todo, se ha hecho como ramera. La Iglesia invisible de los creyentes verdaderos est� escondida y dispersa en la Iglesia visible. Los l�mites que separan a la ramera y a la mujer no son denominacionales ni se trazan objetivamente, sino que pueden discernirse s�lo espiritualmente. Si Roma fuese la �nica sede de la Babilonia, se perder�a para nosotros mucho del provecho espiritual del Apocalipsis; pero la ramera �est� sentada sobre muchas aguas� (1Ti 17:1) y TODAS las naciones �se han embriagado con � su fornicaci�n� (1Ti 17:2; 1Ti 18:3; �la tierra,� 19:2). La extensi�n externa que cubre todo el mundo, y la conformidad interna al mismo mundo-la mundanalidad en extensi�n y en contenido-est� simbolizada por el mundo de la ciudad mundial, �Babilonia�. Como el sol alumbra toda la tierra, as� la mujer vestida del sol ha de hacer que su luz penetre hasta los confines de la tierra. Pero al cristianizar al mundo externamente, se ha dejado seducir por el mundo; de modo que su universalidad o catolicidad no es la de la Jerusal�n que esperamos (�la MADRE de todos nosotros,� 21:2; Isa 2:2-4; Gal 4:26), sino la de Babilonia, la ciudad mundial pero adulterina! (Como Babilonia fu� destru�da, y los jud�os restaurados a Jerusal�n por Ciro, as� nuestro Ciro-nombre p�rsico que significa sol, el Sol de justicia, traer� al Israel, literal y espiritual, a la santa Jerusal�n, en su venida. Babilonia y Jerusal�n son los dos polos opuestos del mundo espiritual.) Con todo, la Iglesia romanista no es s�lo accidentalmente, ni como un hecho positivo, sino tambi�n en virtud de su propio PRINCIPIO, una ramera, la metr�poli de la fornicaci�n, �la madre de las rameras;� mientras que la Iglesia protestante, de conformidad con su principio y credo fundamental, es mujer pura; la Reforma fu� una protesta de la mujer en contra de la ramera. El esp�ritu mundano del pagano imperio romano, antes de la Reforma, hab�a cambiado la Iglesia del Oeste en estado eclesi�stico, y la del Este en Iglesia estatal, encadenada �sta por el poder mundano, con su sede en Bizancio; las iglesias romana y griega, pues, han ca�do de la invisible esencia espiritual del evangelio a los elementos del mundo. [Auberlen.] Comp�rese con la �mujer� aqu� llamada �Babilonia,� la llamada �iniquidad,� �anarqu�a,� etc., Zec 5:7-8, Zec 5:11, llevada a Babilonia, comp. �el misterio de la iniquidad� y �el hombre de pecado,� �aquel inicio,� lit., �el an�rquico� (2Th 2:7-8; Mat 24:12).
6. m�rtires-testigos. maravillado de grande admiraci�n-Sustantivo y verbo de la misma ra�z: hebra�smo com�n. Juan no tuvo admiraci�n por la mujer: le caus� sorpresa, consternaci�n, espanto. En otras partes (Mat 17:8; Mat 13:3), todos los mundanos (�los que moran sobre la tierra�) admiran a la bestia. Juan se maravilla, no de la bestia, sino de la mujer hundida hasta ser ramera; la Iglesia ap�stata amante de lo muadano, motiva su consternaci�n y tristeza por tan funesto cambio. Que el mundo fuese bestial es natural, pero que la fiel esposa llegase a ser ramera es monstruoso, y produce en �l la misma estupefacci�n que el mismo terrible cambio en Israel produjo en Isa�as y Jerem�as. �Corruptio optimi pessima,� cuando la Iglesia cae, se hunde m�s que el mundo imp�o, en la proporci�n en que su debido lugar es m�s alto que el del mundo. Es de notarse que en el 17:3 �mujer� no lleva el art�culo, �la mujer,� como si hubiese sido mencionada antes: porque aunque es id�ntica en un sentido, con la mujer del cap. 12, en otro no lo es. Los elegidos nunca degeneran en ap�statas, y aun permanecen como la veradera mujer invisiblemente contenida en la ramera; sin embargo, el cristianismo simbolizado por la mujer ha apostatado de su primera fe.
8. bestia � fue, y no es-(Comp. el 17:11.) El tiempo cuando la bestia �no es� es el tiempo cuando tiene �la herida mortal�: el per�odo mientras la s�ptima cabeza se hace externamente cristiana, cuando su car�cter de bestia queda temporariamente en suspensi�n. La curaci�n de la herida corresponde a su ascenso desde el abismo. La bestia, o sea, el imperio mundial anticristiano, vuelve peor que nunca, con poderes sat�nicos del infierno (11:7), no meramente del mar de naciones convulsas (13:1). La civilizaci�n cristiana s�lo da a la bestia una herida temporaria, por lo tanto siempre se menciona la herida de muerte con la curaci�n de la misma, la no existencia de la bestia en conexi�n con su reaparici�n; y Daniel no nota cambio alguno efectuado en la bestia por el cristianismo. Peligramos, por una parte, por el cristianismo espurio de la ramera, y de la otra por el abierto anticristianismo de la bestia: la tercera clase es �la peque�a manada� de Cristo. ha de subir-A e Ireneo dicen �va.� a perdici�n-La continuaci�n de esta s�ptima (eso es, la octava) cabeza es breve: por tanto se llama �hijo de perdici�n,� que est� virtualmente condenado a la perdici�n en el momento en que �l aparezca. nombres-As� la Vulgata y Andreas; pero A, B, la Sir�aca y la C�ptica dicen �nombre.� escritos en-Griego, �sobre.� era y no es, aunque es-A, B y Andreas dicen: �� y estar� presente� (Griego kai parestai). El tetragr�maton hebreo, las cuatro letras sagradas de Jehov�, �que es, que era, y que ha de venir,� objeto de adoraci�n del creyente, tiene su contraste an�logo en la bestia �que era, y no es, y ha de estar,� adorado en el culto terrenal. [Bengel.] Se gozan y se admiran viendo que la bestia que parece haber recibido el golpe mortal del cristianismo, est� en v�speras de la resurrecci�n con mayor poder que nunca sobre las ruinas de aquella religi�n que los atormentaba (11:10).
9. Comp. 13:18; Dan 12:10, donde se expone necesidad similar de discernimiento para comprender la profec�a simb�lica. siete cabezas son siete montes-La relaci�n entre montes y reyes debe ser m�s profunda que el mero hecho obvio a que se hace alusi�n incidental, de que Roma (la entonces ciudad imperial) est� sobre siete colinas (por lo que la ciudad pagana ten�a una fiesta nacional llamada Septimontium, la fiesta de la ciudad de siete montes [Plutarco]; y en las monedas imperiales est� representada, como aqu�, por una mujer sentada sobre siete montes. Moneda de Vespasiano, descrita por el capit�n Smith, Monedas Romanas, p�g. 310; Ackermann, 1. p�g. 87.) Las siete cabezas apenas pueden ser a la vez siete reyes o reinos (Dan 17:10), y siete monta�as geogr�ficas. La verdadera relaci�n es que como la cabeza es la parte prominente del cuerpo, as� la monta�a lo es de la regi�n. Como �mar,� �tierra,� �aguas,� y �pueblos� (Dan 17:15), as� �monta�as� tiene un sentido simb�lico, a saber, prominentes sedes de poder. Especialmente aquellas que son notables estorbos a la causa de Dios (Psa 68:16-17; Isa 40:4; Isa 41:15; Isa 49:11; Eze 35:2); Babilonia en especial (geogr�ficamente en la llanura, pero espiritualmente llamada monta�a destructora, Jer 51:25), en contraste majestuoso con los cuales est� el monte Si�n, �el monte de la casa de Dios� (Isa 2:2), y el monte celestial; Isa 21:10, �un grande y alto monte � y aquella grande ciudad, la santa Jerusal�n.� As� en Dan 2:35, la piedra se transforma en monte-el reino universal que suplanta los previos imperios mundiales. Como la naturaleza prefigura las grandes realidades del mundo espiritual, as� la Roma septimontana es representativa del imperio mundial de siete cabezas, del cual el drag�n ha sido y es el pr�ncipe. Los �siete� reyes en esto se distinguen de �los diez reyes� (Dan 17:12): aqu�llos son lo que �stos no son, �montes�, grandes centros del poder mundial. Las siete monarqu�as universales antidivinas son Egipto (el primer imperio mundial que se opuso al pueblo de Dios), Asiria, Babilonia, Grecia, Medopersia, Roma, el imperio Germano-eslavo (el barro cocido del cuarto reino mezclado con su hierro en la imagen de Nabucodonosor, una quinta materia, Dan 2:33-34, Dan 2:42-43, que simboliza la �ltima cabeza). Estas siete acaso aparecen no corresponder a las siete cabezas de Dan 7:4-7, una cabeza en la primera bestia (Babilonia), una en la segunda (Medopersia), cuatro en la tercera (Grecia: 1. Egipto, 2. Siria, 3. Tracia con Bitinia, 4. Grecia con Macedonia): pero Egipto y Grecia est�n en ambas listas. Siria corresponde a Asiria (abreviatura del mismo nombre), y Tracia con Bitinia corresponde a las hordas g�tico germano eslavas que, descendiendo sobre Roma desde el norte, fundaron el imperio germano esclavo. La mujer sentada sobre los siete montes denota la Iglesia del Antiguo y Nuevo Testamentos, que se conforma con el poder mundial y se apoya en el mismo, es decir, en todos los siete imperios. Abrah�n e Isaac, disimulando respecto a sus mujeres por temor de los reyes de Egipto, prefiguran esto. V�ase Ezequiel 16 y 23 sobre las fornicaciones de Israel con Egipto, Asiria y Babilonia: y Mat 7:24; Mat 24:10-12, Mat 24:23-26, sobre las caracter�sticas de la infidelidad de la Iglesia del Nuevo Testamento, a saber, desconfianza, sospecha, odio, traici�n, disensiones, herej�as.
10. son ca�dos-No es que la forma de gobierno deje de existir, sino la ca�da de aquellos cinco imperios poderosos: Egipto (Ezequiel 29 y 30), Asiria y N�nive (Nah 3:1-19), Babilonia (Nah 18:2; Jerem�as 50 y 51), Medopersia (Dan 8:3-7, Dan 8:20-22; Dan 10:13; Dan 11:2), Grecia (Dan 11:4). Roma era �el uno� que exist�a en los d�as de Juan. �Reyes� es la frase escrituraria que expresa reinos, porque estos reinos son com�nmente representados en car�cter por alguna cabeza prominente, como Babilonia por Nabucodonosor, Medopersia por Ciro, Grecia por Alejandro, etc. el otro aun no es venido-No como Alford, representando err�neamente a Auberlen, el imperio cristiano que principia con Constantino; sino, el imperio germano eslavo, que principia y contin�a en su car�cter de bestia, eso es, pagano y anticristiano, s�lo por �breve tiempo.� El tiempo cuando se dice que �no es,� es el tiempo cuando fu� herida de muerte y mientras ten�a la �herida mortal� (Dan 17:11; Dan 13:3). La cristianizaci�n externa de las hordas inmigrantes del norte que descendieron sobre Roma, es la herida que recibe la bestia, la que corresponde a la absorci�n hecha por la tierra, del r�o de agua (tribus paganas) enviado por el drag�n, Satan�s, para ahogar a la mujer, la Iglesia. El �nfasis palpable est� en �breve tiempo,� que viene primero en el griego; no en la palabra �dure.� El tiempo de la cristianizaci�n externa del mundo (mientras contin�a la herida de la bestia) ha durado ya como catorce siglos, desde Constantino. Roma y la Iglesia Griega han curado parcialmente la herida con el culto a las im�genes.
11. bestia que � no es-Su car�cter �bestial� queda disimulado por la cristianizaci�n externa del estado hasta que se reavive como �el octavo� rey, su herida ya curada (Dan 13:3), el anticristo manifestado en su plena y m�s intensa oposici�n a Dios. El griego es enf�tico: �el mismo octavo es:� peculiar y preeminentemente: correspondiente al �peque�o cuerno� con ojos de hombre, y boca que hablaba grandezas, delante del cual tres de los diez cuernos son desarraigados, y al cual todos los diez �dan su potencia y autoridad� (Dan 17:12-13, Dan 17:17). Que un anticristo personal dirija el reino anticristiano es probable por la analog�a de Ant�oco Epifanes, al anticristo del Antiguo Testamento, �el peque�o cuerno� de Dan 8:9-12; tambi�n �el hombre de pecado, hijo de perdici�n� (2Th 2:3-8), corresponde aqu� a �va a perdici�n,� y se aplica a un individuo, a saber, Judas, en el �nico otro texto donde la frase ocurre (Joh 17:12). El es esencialmente un hijo de destrucci�n, y por tanto no tiene sino poco tiempo de haber ascendido del abismo, cuando �va a perdici�n� (Joh 17:8, Joh 17:11). �Mientras que la Iglesia pasa por la muerte de la carne a la gloria del Esp�ritu, la bestia pasa por la gloria de la carne a la muerte.� [Auberlen.] es de los siete-mejor �surge de los siete.� El octavo no es meramente uno de los siete, restaurado, sino que es un nuevo poder o persona que procede de los siete, y al mismo tiempo encarna todos los rasgos antidivinos de los siete anteriores concentrados y consumados; por la cual raz�n se dice que no son ocho, sino s�lo siete cabezas, porque la octava es toda la encarnaci�n de todas las siete. En los dolores da parto que preparan �la regeneraci�n� hay guerras, terremotos, y convulsiones [Auberlen], en medio de los cuales el anticristo surge (del �mar�,Joh 13:1; Mar 13:8; Luk 21:9-11). No cae como los otros siete (Luk 17:10), sino que es destru�do, yendo a su propia perdici�n, por el Se�or en persona.
12. aun no han recibido � como reyes con la bestia-Por lo que, con el 17:14, 16, deben ser contempor�neos con la bestia en su �ltima u octava forma, a saber, el anticristo. Dan 2:34, Dan 2:44 : �la piedra hiri� a la imagen en los pies,� eso es, en los diez dedos, interpretados como reyes (Dan 2:41-44). Los diez reinos no son, pues, diez que surgieron con la derrota de la Roma pagana; sino que han de surgir en la �ltima �poca del cuarto reino bajo la octava cabeza. Estoy de acuerdo con Alford en que la frase �como reyes� denota que ellos retienen sus derechos reales en su alianza con la bestia, en la cual �dan su potencia y autoridad a la bestia� (Dan 17:13). Ellos tienen el nombre de reyes, pero no el poder indiviso real. [Wordsworth.] V�ase la interpretaci�n no tan probable de Auberlen, Nota,Dan 17:3. una hora-un plazo determinado de poca duraci�n, durante el cual �el diablo ha bajo a los habitantes de la tierra y de la mar, teniendo grande ira, porque sabe que no tiene sino poco tiempo.� Probablemente los tres a�os y medio (Dan 11:2-3; Dan 18:5). El anticristo est� en existencia desde mucho antes de la ca�da de Babilonia; pero es s�lo a la ca�da de la misma cuando recibe el vasallaje de los diez reyes. El, en primer t�rmino, se impone a los jud�os como el Mes�as, viniendo en su propio nombre; luego persigue a los que rechazan sus blasfemas pretensiones. No antes de la sexta copa, en la �ltima parte de su reino, se asocia con los diez reyes en le guerra contra el Cordero, habi�ndolos ganado para s� con la ayuda de los demonios y con las se�ales milagrosas de ellos. Su relaci�n con Israel aparece en el sentarse �l �en el templo de Dios� (2Th 2:4), y como la antit�pica �abominaci�n de desolaci�n que est� en el lugar santo� (Dan 9:27; Dan 12:11; Mat 24:15), y �en la ciudad donde fu� crucificado nuestro Se�or� (Mat 11:8). Es notable el que Ireneo, Hereses 5:25, y San Cirilo de Jerusal�n (Rufino, Hist., 10:37), profetizaron que el anticristo tendr�a su sede en Jerusal�n, y restaurar�a el reino de los jud�os. Juliano el ap�stata, mucho despu�s, tom� la parte de los jud�os y les ayud� en la edificaci�n de su templo, siendo as� precursor del anticristo.
13. un consejo-una sola mente, o sentimiento. dar�n-As� la C�ptica; pero A, B, y la Sir�aca dicen �dan.� autoridad-Se hacen aliados dependientes de �l (17:14), As� el anticristo se constituye en Rey de reyes, pero no bien se arroga el t�tulo aparece el verdadero REY DE REYES y lo entrega en un momento a la destrucci�n.
14. pelear�n contra el Cordero-en liga con la bestia. Esta es una anticipaci�n sumaria del 19:19. Esto no se lleva a cabo sino despu�s que hayan ejecutado juicio sobre la ramera (17:15, 16). Se�or de se�ores-anticipando el 19:16. son llamados-Son no est� en el griego: trad?zcase: �y (los vencer�n) los que est�n con �l llamados, elegidos y fieles.� Estos han estado con Cristo es el cielo, invisibles, pero ahora aparecen con �l.
15. (17:1; Isa 8:7.) Una parodia imp�a de Jehov� que �se sienta sobre las aguas.� [Alford.] Tambi�n, contr�stese �las muchas aguas,� 19:6, �Aleluya.� pueblos-lo que marca la universalidad de la fornicaci�n espiritual de la Iglesia. Las �lenguas� nos recuerdan la Babel original, la confusi�n de las lenguas, el principio de la Babilonia, y el primer comienzo de la apostas�a idol�trica despu�s del diluvio, como la torre fu� dedicada sin duda a los cielos deificados. De modo que Babilonia es el nombre apropiado de la ramera. El papa, como el principal representativo de la ramera, se arroga la doble supremac�a sobre todos los pueblos, tipificada en las �dos espadas� seg�n la interpretaci�n de Bonifacio VIII en la Bula, �Unam Sanctam,� y representada por las dos llaves, a saber, la espiritual como obispo universal, por lo cual se le corona con la mitra; y la temporal, por lo cual es coronado tambi�n con la tiara en se�al de su supremac�a imperial. Contr�stese con las diademas del papa, las �muchas diademas� de aquel �nico que tiene el derecho a este doble dominio y ha de ejercerlo cuando venga (19:12).
16. viste en la bestia-A, B, la Vulgata y la Sir�aca dicen: �� y la bestia.� la har�n desolada-despu�s de haberla depuesto de su asiento sobre la bestia (17:2). desnuda-desvestida de todo su atav�o (17:4). Como Jerusal�n us� del poder imperial para crucificar a su Salvador, y despu�s fu� destru�da por ese mismo poder, Roma; as� la Iglesia, habiendo apostatado al mundo, recibir� el juicio que le ha sido impuesto primero, por el poder imperial, la bestia y sus aliados; �stos a su vez recibir�n el juicio ejecutado sobre ellos por Cristo mismo en persona. As� Israel, que se apoy� en Egipto, la ca�a cascada, fu� traspasado por la ca�a, y luego Egipto fu� castigado. As� las fornicaciones de Israel con Asiria y Babilonia fueron castigadas por el cautiverio asirio y el babil�nico. De la misma manera, la Iglesia, cuando se vuelve infiel tras el mundo como si el mundo fuese la realidad, dejando de testificar en contra de la apostas�a del mundo, ella traiciona su profesi�n; no siendo ya una realidad sino un fraude, la Iglesia es justamente juzgada por aquel mundo que la hab�a usado para sus propias finalidades, que siempre hab�a �odiado� dicha religi�n mundana, y ya no tiene necesidad de la ayuda de la Iglesia. comer�n sus carnes-sus posesiones carnales, lo que sugiere la plenitud de la carnalidad en que la Iglesia se ha sumido. El juicio de la ramera se describe otra vez en 18:1; 19:5, primero por un �ngel que tiene �grande potencia� (18:1), luego por �otra voz del cielo� (18:4-20), y despu�s por �un �ngel fuerte� (18:21-24). V�ase Eze 16:37-44, dicho referente a Israel, pero aplicable adem�s a la Iglesia del Nuevo Testamento, cuando haya ca�do en la fornicaci�n espiritual. Sobre la frase �comer sus carnes�, la depredaci�n de propiedad personal y la injuria del car�cter y persona, Psa 14:4; Psa 27:2; Jer 10:25; Mic 3:3. El edicto del primer Napole�n, promulgado en Roma en 1809 mediante el cual se confiscaron los dominios papales y se los uni� a Francia, y la separaci�n reciente (a�o 1859) de grandes extensiones del territorio del papa y su uni�n a los dominios del rey de Italia, virtualmente por medio de Luis Napole�n, es la primera parte en el cumplimiento completo de la profec�a acerca de la destrucci�n de la ramera. �Sus carnes� parece se�alar sus dignidades temporales, como distintas de su persona. �Qu� notable retribuci�n, el que habiendo recibido sus primeros dominios, el exarcado de Ravena, el reino de los lombardos, y el estado de Roma, con reconocer al usurpador Pipino por rey leg�timo de Francia: ella fuera privada de sus dominios por otro usurpador de Francia, la dinast�a napole�nica! quemar�n con fuego-el castigo legal de una abominable fornicaci�n.
17. ha puesto-el pasado prof�tico por el futuro. lo que le plugo-Griego, �la mente (voluntad, parecer,) de �l.� ponerse de acuerdo-Griego, �hacer un solo prop�sito� (parecer). A y la Vulgata omiten esta frase; B la incluye. las palabras de Dios-que predijeron el ascenso y la ca�da de la bestia; el griego hoi logoi (seg�n A, B, y Andreas), no meramente los vocablos pronunciados (ta reema), sino las palabras eficaces del que es el Verbo (Griego, logos). cumplidas-(Mic 10:7.)
18. tiene reino-�autoridad real sobre los reyes.� La ramera no puede ser literalmente una mera ciudad, pero as� se llama en sentido espiritual (Mic 11:8). Tampoco puede la bestia representar un poder espiritual, sino un poder mundano. Aqu� se nos presenta a la bestia lista para el juicio. En el cap�tulo siguiente se dan los detalles.

Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Revelation 17". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfu/revelation-17.html. 1871-8.
 
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