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Bible Commentaries
Romanos 14

Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviarComentario Crítico Sin Abreviar

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Versículos 1-23

CAPITULO 14

CONTINUACION DEL MISMO TEMA-LA PACIENCIA CRISTIANA. El tema aqu�, y que sigue en el cap�tulo 15, es la consideraci�n que deben tener los cristianos m�s fuertes para con sus hermanos m�s d�biles, lo que no es m�s que la gran ley del amor (tratada en el cap�tulo anterior) en una forma particular.
1. Recibid-en cordial compa�erismo cristiano. al flaco en la fe-M�s bien: �al flaco de fe;� no �aquel que es flaco en la verdad cre�da� [Calvino, Beza, Alford, etc.]; sino (como concuerdan la mayor�a de los int�rpretes) �aquel cuya fe necesita una firmeza y amplitud que le eleven por encima de los escr�pulos peque�os.� (V�anse notas, vv. 22, 23). pero no para contiendas de disputas-Mejor acaso: �no para decidir tocante a dudas,� o �escr�pulos;� esto es, no con el prop�sito de convencerle sobre alg�n punto-lo que en realidad produce generalmente el efecto opuesto-ya que el recibirle en plena confianza fraternal y en cordial intercambio de afecto cristiano es la manera m�s eficaz para libertarle de sus dudas. Dos ejemplos de tales escr�pulos aqu� se especifican, tocante a las comidas y d�as judaicos: �Los fuertes,� se notar�, eran los que sab�an que estas cosas estaban abolidas bajo el evangelio; �los d�biles� eran los que ten�an escr�pulos al respecto.
2. uno cree que se ha de comer de todas cosas-V�ase Act 10:10. otro que es d�bil, come legumbres-Limit�ndose acaso a una dieta de vegetales, por temor de comer lo que hubiese sido ofrecido a �dolos y por tanto, fuese contaminado. (V�ase 1 Corintios 8.)
3. El que come, no menosprecie [arrogantemente tenga en poco] al que no come: y el que no come, no juzgue [cr�ticamente] al que come; porque Dios le ha levantado-Le ha recibido (el mismo vocablo del v. 1), como uno de sus hijos queridos, el que en este asunto obra, no por descuido, sino por principio religioso.
4. �T� qui�n eres que juzgas al siervo ajeno?-Esto es, al siervo de Cristo, como ense�a el contexto, y en especial los vv. 8, 9. para su se�or � se afirmar�-�Pero ser� afirmado (se le har� estar en pie), porque el Se�or puede afirmarlo;� esto es, justificar� la posici�n de �l, no en el d�a del juicio, sino en la verdadera comuni�n de la iglesia aqu�, a pesar de tus censuras.
5. Uno hace diferencia entre d�a y d�a: otro juzga iguales todos los d�as-El suplemento �iguales� deber�a omitirse, como perjudicial al sentido. Cada uno est� asegurado en su �nimo-Es decir, sea guiado en tales asuntos por convicciones rectas.
6. El que hace caso del d�a, h�celo para el Se�or-el Se�or Jes�s, como en el v. 4. el que no hace caso � etc.-Hace lo que cree ser la voluntad del Se�or. El que come � da gracias a Dios � etc.-El uno daba gracias a Dios por la carne que el otro por escr�pulo no com�a; y �ste hac�a lo mismo por las legumbres que, a causa de la conciencia, se limitaba a comer. Sobre este pasaje tocante a la observancia de d�as festivos, infiere Alford infelizmente que tal lenguaje no podr�a haberse usado si la ley sab�tica hubiese estado en vigencia en alguna forma bajo el evangelio. Ciertamente, no pod�a haberse usado si el s�bado fuera meramente uno de los d�as festivos judaicos; pero esto no puede darse por sentado meramente porque se observara bajo el sistema mosaico. Se us� pues, porque el s�bado era m�s antiguo que el juda�smo; y aun bajo el juda�smo, estaba incrustado entre las eternas santidades del Dec�logo; y fu� pronunciado, como ninguna otra parte del juda�smo, ante el temor reverente del pueblo en el Sina�; y si el Legislador mismo dijo de �l cuando en la tierra estaba: �El Hijo del hombre es Se�or aun del s�bado� (v�ase Mar 2:28)-ser� dif�cil probar que el ap�stol hubiese querido decir que sus lectores debieran catalogarlo entre los fenecidos d�as festivos judaicos, tocante a los cuales s�lo los m�s d�biles pod�an imaginarse que estaban a�n en vigor-debilidad que los que m�s luz ten�an deb�an tolerar por amor.
7, 8. Porque ninguno de nosotros [los cristianos] vive para s�-(v�ase 2Co 5:14-15) para disponer de s� ni para formar su conducta seg�n sus propias ideas e inclinaciones. y ninguno [de nosotros los cristianos] muere para s�. Que si vivimos, para el Se�or [Cristo; v�ase el vers�culo siguiente] vivimos; y si morimos, para el Se�or morimos. As� que, o que vivamos, o que muramos, del Se�or somos-Ni la m�s v�vida explicaci�n de estas notables palabras podr�a hacerlas soportables al o�do de cualquier cristiano, si Cristo fuese una mera criatura; ya que Cristo se presenta aqu�-en los m�s enf�ticos t�rminos, y aunque en un tono desapasionado-como el Objeto supremo de la vida del cristiano, y de su muerte tambi�n. Y as� es presentado por aquel hombre cuyo horror al culto a la criatura era tal, que cuando los pobres licaonios quisieron rendirle culto a �l, se precipit� en medio para impedir semejante hecho, orden�ndoles adorar al solo �Dios vivo,� el �nico leg�timo Objeto de adoraci�n (Act 14:15). No es el prop�sito de Pablo ense�ar esta verdad aqu� sino m�s bien invocarla como un hecho conocido y reconocido, del que s�lo recordar�a a sus lectores. Y aunque el ap�stol, cuando escribi� estas palabras, nunca hab�a estado en Roma, sab�a que los cristianos romanos asentir�an a este concepto de Cristo ya que era la ense�anza com�n de todos los predicadores acreditados del cristianismo, y la com�n fe de todos los cristianos.
9. Porque Cristo para esto muri�, etc.-La lecci�n correcta aqu� es: �Para este fin Cristo muri� y volvi� a vivir�-para ser Se�or as� de los muertos como de los que viven-El gran prop�sito de su muerte fu� para adquirir el se�or�o de aquellos a quien �l hab�a redimido, tanto en el vivir como en el morir, porque le pertenec�an en derecho propio.
10. Mas t� �por qu�, etc.-El lenguaje usado en el original es m�s v�vido: �Pero t� (el creyente d�bil), �por qu� juzgas a tu hermano? Y luego t� (el m�s fuerte), �por qu� menosprecias a tu hermano?� porque todos [d�biles y fuertes juntos] hemos de estar ante el tribunal de Cristo-Todos los manuscritos m�s antiguos y mejores leen aqu� estas palabras: �el tribunal de Dios.� La lecci�n actual se interpol�, sin duda, de 2Co 5:10, donde se menciona �el tribunal de Cristo.� Pero aqu� parece m�s probable que se trata de �el tribunal de Dios,� con referencia a la cita y por lo que se asienta en los dos vv. siguientes.
11, 12. Porque escrito est� [Isa 45:23]: Vivo yo, dice el Se�or [�Jehov�, en el hebreo], que a m� se doblar� toda rodilla, y toda lengua confesar� a Dios-Por consiguiente, se doblar� ante la recompensa que Dios dar� al car�cter y acciones de ellos. De manera que [infiere el ap�stol] cada uno de nosotros dar� a Dios raz�n de s�-Ahora bien, si se recuerda que todo esto se aduce incidentalmente, para demostrar que CRISTO es el Due�o absoluto de todos los cristianos, que rige los juicios y sentimientos de los unos para con los otros mientras �viven,� y que dispone de ellos cuando �mueren,� el testimonio que se da aqu� de la absoluta divinidad de Cristo, se vislumbrar� en manera notable. Seg�n la otra lecci�n, la cita para demostrar que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios no comprobar�a que los cristianos est�n sujetos a Cristo.
13. As� que, no juzguemos m�s [�no nos arroguemos el oficio de juez� ] los unos de los otros: antes bien juzgad, etc.-Tenemos aqu� un hermoso juego de palabras: �Sea vuestro juicio el de no poner tropiezo ��
14, 15. Yo s�, y conf�o en el Se�or Jes�s-como quien �tiene la mente de Cristo� (1Co 2:16). que de suyo nada hay inmundo-Por esto el ap�stol llama �los fuertes� a los que cre�an en la abolici�n de todas las distinciones ritualistas bajo el evangelio. (V�ase Act 10:15). mas [�salvo que�] a aquel que piensa alguna cosa ser inmunda, para �l es inmunda-Vale decir: �Y por tanto, aunque t� puedes comer de ella sin pecar, �l no puede. Empero si por causa de la comida-La palabra �alimento� se menciona aqu� como cosa sin valor en contraste con el tremendo riesgo que por �l se tomaba. Conformemente, en la siguiente cl�usula, la idea se destaca con mayor fuerza. tu hermano es contristado-herido en su d�bil conciencia. No arruines con tu comida a aqu�l por el cual Cristo muri�-�El valor aun del m�s pobre, del hermano m�s d�bil, ni puede expresarse m�s enf�ticamente que por medio de estas palabras: Por el cual Cristo muri�.� [Olshausen.] El mismo sentimiento est� expresado con igual agudeza en 1Co 8:11. Todo lo que tiende a hacer que uno viole su conciencia, tambi�n tiende a la destrucci�n de su alma; y el que facilita aquello, a sabiendas o no, es culpable tambi�n de ayudar a que esto �ltimo se realice.
16, 17. No sea pues blasfemado-por el mal que se haga a otros-vuestro bien-Es decir, esta libertad vuestra en cuanto a las comidas y d�as judaicos, por bien fundada que sea. Que el reino de Dios-O como nosotros dij�ramos: la religi�n; esto es, la ocupaci�n propia y la bienaventuranza por las cuales los cristianos est�n formados en una comunidad de hombres renovados, en completa sujeci�n a Dios (v�ase 1Co 4:20). no es comida ni bebida [�comer y beber�], sino justicia y paz y gozo por el Esp�ritu Santo-Una divisi�n hermosa y comprensiva del cristianismo vivo. Lo primero-�la justicia�-tiene referencia a Dios, y denota aqu� �la rectitud,� en su sentido m�s amplio (como en Mat 6:33); lo segundo-�la paz�-tiene referencia a nuestros pr�jimos, y denota �la concordia� entre los hermanos (como es claro por el v. 19; v�ase Eph 4:3; Col 3:14-15); lo tercero-�el gozo en el Esp�ritu Santo�-tiene referencia a nosotros mismos. La frase �gozo en el Esp�ritu Santo,� representa a los cristianos como quienes piensan y sienten bajo los impulsos del Esp�ritu Santo de tal modo que su gozo no se considera que es de ellos sino del bendito Agente. (v�ase 1Th 1:6).
18. Porque el que en esto [a saber, en esta vida triple] sirve a Cristo-Notemos aqu� de nuevo que, aun cuando hacemos estas tres cosas como s�bditos del �reino de Dios,� con todo es a �Cristo� a quien servimos al hacerlo. As� el ap�stol pasa de Dios a Cristo tan naturalmente como antes pas� de Cristo a Dios, de una manera que ser�a inconcebible para nosotros, si a Cristo se le considerara como una mera criatura (v�ase 2Co 8:21). agrada a Dios, y es acepto a los hombres-Cosas estas en las que Dios se deleita, y que los hombres se ven constre�idos a aprobar (v�ase Pro 3:4; Luk 2:52; Act 2:47; Act 19:20).
19. As� que, sigamos lo que hace a la paz, etc.-M�s sencillamente: �las cosas de paz y las cosas para la edificaci�n mutua.�
20. No destruyas la obra de Dios-V�ase nota, v. 15. El ap�stol ve en todo aquello que tiende a violentar la conciencia de un hermano, la destrucci�n incipiente de la obra de Dios (lo cual es todo convertido)-bajo el mismo principio, como aqu�l que Cristo declar�: �El que aborrece a su hermano es homicida� (1Jo 3:15). por causa de la comida-a causa de la comida. Todas las cosas � son limpias-Despu�s de haberse abolido las distinciones ritualistas. mas malo es al hombre [hay criminalidad en el hombre] que come con esc�ndalo-Esto es, de manera que haga tropezar al hermano d�bil.
21. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni [hacer] nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o sea debilitado-Estos tres t�rminos, alguien ha notado, son cada uno intencionalmente m�s d�bil que el otro; como si se dijera: �Bueno es no hacer nada que haga tropezar al hermano, o que acaso obstruya su adelanto espiritual, o, aun cuando ni aquello ni esto pase, que le haga continuar siendo d�bil. Pero este mandamiento de abstenerse de la carne, de la bebida, y de todo lo que da�e la conciencia de un hermano, debe ser entendido debidamente. Manifiestamente, el ap�stol est� tratando aqu� tocante a la regulaci�n de la conducta del cristiano, con referencia a los prejuicios que tienen los d�biles en la fe; y sus indicaciones no han de tenerse por prescripciones para todo el tiempo que dure nuestra vida, ni siquiera para promover el bien de los hombres en escala mayor: sino sencillamente como advertencias en contra del uso excesivo de la libertad cristiana en aquellos asuntos en que otros cristianos, por su debilidad, no est�n persuadidos de que tal libertad sea permitida por Dios. Hasta qu� punto puede ser extendido este principio, no inquirimos aqu�; pero antes de considerar dicha pregunta, es muy importante que nos demos cuenta de su extensi�n, y cu�l es la naturaleza precisa de las ilustraciones que aqu� se dan de �l.
22. �Tienes t� fe-en cuanto a tales asuntos? T�nla para contigo [para tus adentros] delante de Dios-Esta es una frase important�sima. El ap�stol no se refiere a la sinceridad, ni a la opini�n privada, sino a la convicci�n tocante a lo que es la verdad y la voluntad de Dios. Si t� te has formado esta convicci�n delante de Dios, permanece con este criterio a los ojos de Dios. Por supuesto no se ha de insistir en esto en demas�a, como si fuese malo del todo discutir tales puntos con nuestros hermanos d�biles. Todo lo que aqu� se condena es que el celo por causa de asuntos peque�os, haga peligrar el amor cristiano. Bienaventurado el que no se condena a s� mismo con lo que aprueba-que no accede a hacer algo de lo cual no est� seguro que sea recto; y que s�lo obra aquello que ni sabe ni teme que sea pecaminoso.
23. Mas el que hace diferencia [�el que duda�], si comiere, es condenado-(V�ase nota sobre la palabra �condenaci�n,� cap. 13:2). porque no comi� por fe-V�ase el v. 22 sobre el sentido que se da aqu� al t�rmino �fe.� y todo lo que no es de fe, es pecado-Esta es una m�xima de indecible importancia en la vida cristiana-N�tese: (1) Hay algunos puntos del cristianismo que no son esenciales a la comuni�n cristiana; de modo que aunque uno est� en error tocante a los mismos, no por eso ha de ser exclu�do ni de la comuni�n de la iglesia, ni de la plena confianza de los que tienen mayor luz. Esta distinci�n entre las verdades esenciales y las no esenciales es rechazada por algunos que aparentan tener un celo extraordinario por el honor y la verdad de Dios. (2) Nuestra aceptaci�n delante de Dios es la �nica regla que nos permite participar de la comuni�n cristiana. A aquellos que Dios recibe, los hombres no pueden l�citamente rechazar (vv. 3, 4). (3) Como hay mucha tendencia a la complacencia propia al determinar los estrechos �deales de la comuni�n cristiana, uno de los mejores preservativos en contra de esta tendencia, es el recordar continuamente que CRISTO es el �nico Objeto por el que los cristianos viven y por el cual todos los cristianos mueren. Este ser� un v�nculo de uni�n tan vivo y tan noble que superar� todas sus diferencias menores y poco a poco las absorber� (vv. 7-9). (4) El pensar en el tribunal com�n delante del cual tendr�n que comparecer juntos los fuertes y los d�biles, ser� otro preservativo en contra de la disposici�n impropia de hacerse juez el uno del otro (vv. 10-12). (5) �Con cu�nta claridad se presenta en este cap�tulo la divinidad de Cristo! La misma exposici�n hace in�til toda ilustraci�n adicional. (6) Aunque la tolerancia es un gran deber cristiano, no se fomenta aqu� la indiferencia en cuanto a lo que es verdad y lo que es error. Esta �ltima es practicada por los cristianos flacos. Pero nuestro ap�stol, al ense�ar que �los fuertes� deben sobrellevar a �los d�biles,� repetidamente insin�a en este cap�tulo en lo que radica la verdad tocante a esta cuesti�n, y llama �los d�biles� a aquellos que adoptaban el lado err�neo de ella (vv. 1, 2, 14). (7) �Con qu� celo santo debe guardarse la pureza de la conciencia, por cuanto toda violaci�n deliberada de ella es perdici�n incipiente (vv. 15, 20)! Algunos, que parecen ser m�s celosos por el honor de ciertas doctrinas que por el alma de los hombres, enervan esta terr�fica verdad con preguntar c�mo puede estar de acuerdo con la �perseverancia de los santos;� pensando algunos de los que defienden esta doctrina que es necesario hacer a un lado lo que se quiere decir por las expresiones: �destruir la obra de Dios� (v. 20), y �destruir a aquel por el cual Cristo muri� (v. 15), por temor a las consecuencias resultantes de entenderlo tal como est� escrito. Los opositores de dicha doctrina est�n prontos a preguntar: �C�mo podr�a el ap�stol haber usado semejante lenguaje si �l hubiese cre�do imposible tal cat�strofe? La contestaci�n correcta a ambas preguntas est� en desechar las mismas como impertinentes. El ap�stol est� enunciando un gran principio eterno en la �tica cristiana: que la violaci�n voluntaria de la conciencia tiene en s� la semilla de la destrucci�n; o para expresarlo de otro modo, que para que se realice la destrucci�n total de la obra de Dios en el alma renovada, y consiguientemente, la perdici�n de aquella alma por la eternidad, no se requiere m�s que se lleve a pleno efecto tal violaci�n de la conciencia. Si tales efectos en realidad ocurren, el ap�stol no da aqu� ni la m�s remota intimaci�n; y, por lo tanto, esa cuesti�n tiene que ser resuelta en otro pasaje. Pero, fuera de toda duda, como la posici�n que hemos asentado est� expresada enf�ticamente por el ap�stol, as� los intereses de todos los que se llaman cristianos deben ser proclamados y recalcados en toda ocasi�n oportuna. (8) El celo por los puntos comparativamente peque�os de la verdad, no puede substituir a las realidades substanciales, inclusivas y perdurables de la vida cristiana (vv. 17, 18). (9) �La paz� que gozan los disc�pulos de Cristo es una bendici�n demasiado preciosa para ellos, y muy importante como testimonio para los que no gozan de ella; por tanto, no debe ser quebrantada por bagatelas, aun cuando en ellas se encierren verdades de menos importancia (vv. 19, 20). Haciendo esto, las verdades menospreciadas no peligran, sino que son ratificadas. (10) Muchas cosas que son l�citas, no son convenientes. En el empleo de la libertad, pues, nuestra pregunta debiera ser, no simplemente si es l�cito, sino, siendo l�cito, si se puede practicar sin peligro para la conciencia de alg�n hermano. ��C�mo afectar� al alma de mi hermano (v. 21)?� debiera ser la pregunta de todo cristiano, y no decir como Ca�n: ��Soy yo el guardador de mi hermano?� (Gen 4:9.) (11) Siempre que estemos en duda tocante a un punto de deber-donde la abstinencia es manifiestamente l�cita, y el acceder a ello no es claramente permisible-se debe optar siempre por el camino seguro, porque el hacer lo contrario es en s� pecaminoso. (12) �Cu�n exaltada y excelente es la �tica del cristianismo, la cual nos ense�a, en pocos pero importantes principios, c�mo dirigir nuestro curso en medio de las dificultades, teniendo consideraci�n igualmente a la libertad, al amor, y a la confianza cristiana!

Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Romans 14". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfu/romans-14.html. 1871-8.
 
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