Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!
Bible Commentaries
Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar Comentario Crítico Sin Abreviar
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Romans 16". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfu/romans-16.html. 1871-8.
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Romans 16". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-27
CAPITULO 16CONCLUSION. ABARCA VARIAS SALUTACIONES Y RECOMENDACIONES, Y LA ORACION DE CLAUSURA.
1. Encomi�ndoos empero a Febe nuestra hermana, la cual es diaconisa de la iglesia que est� en Cencreas-en la parte oriental de Corinto (Act 18:18). No hay raz�n para dudar que hubiera en las iglesias primitivas diaconisas que atendiesen las necesidades de las miembros. Por lo menos, all� por el reinado de Trajano, seg�n nos informamos por la c�lebre carta de Plinio dirigida a aquel emperador-a�o 110, o 111 d. de C.-las hab�a en las iglesias orientales. En efecto, a causa de la relaci�n existente entonces entre los sexos opuestos, algo de esa suerte hubiera parecido ser una necesidad. Las tentativas modernas, sin embargo, por restablecer este oficio, pocas veces han resultado favorables; ya fuese debido al estado alterado de la sociedad o por el abuso del oficio, o por ambas razones.
2. Que la recib�is en el Se�or-Esto es, como fiel disc�pula del Se�or Jes�s. como es digno a los santos-como los santos deben recibir a los santos. y que la ayud�is en cualquier cosa en que os hubiere menester-en cualquier negocio particular de ella. ha ayudado a muchos, y a m� mismo-V�ase Psa 41:1-3; 2Ti 1:16-18.
3-5. Saludad a Priscila-La lecci�n correcta es �Prisca,� como en 2Ti 4:19, y es una forma contra�da de Priscila, como �Silas� de �Silvano.� y a Aquila, mis coadjutores-Aqu� se nombra la esposa antes del marido (como en Heb 18:18. y v. 26, seg�n la lecci�n correcta; tambi�n en 2Ti 4:19), probablemente porque ella era m�s prominente y �til en la obra. pusieron sus cuellos-Esto es, arriesgaron la vida por Pablo en Corinto (Act 18:6, Act 18:9-10), o m�s probablemente en Efeso (Act 19:30-31; comp. 1Co 15:32). Debieron haber regresado de Efeso, donde los vimos por �ltima vez en la historia de Los Hechos, a Roma, de donde hab�an sido desterrados por el edicto de Claudio (Act 18:2); y eran, sin duda, si no los principales miembros de aquella comunidad cristiana, al menos los m�s queridos de nuestro ap�stol. a los cuales no doy gracias yo solo, mas aun todas las iglesias de los Gentiles-a cuyo ap�stol especial este querido matrimonio hab�a salvado de peligro inminente.
5. Asimismo a la iglesia de su casa-La asamblea cristiana que se reun�a regularmente all� para el culto. �Por su ocupaci�n como fabricantes de tiendas, probablemetne ten�an mejores comodidades para las reuniones de la iglesia que los dem�s cristianos.� [Hodge.] Es probable que este consagrado matrimonio hab�a escrito al ap�stol tocante a las reuniones regulares en su casa de tal manera que se sent�a como uno de ellos. y por esto los inclu�a en sus salutaciones, las que sin duda ser�an le�das en las reuniones con especial inter�s. Saludad a Epeneto, amado m�o, que es las primicias [mi primer convertido] de Acaya en Cristo-La lecci�n correcta aqu�, como aparece en los manuscritos, es: �las primicias de Asia para Cristo�-esto es, el Asia Proconsular (v�ase Act 16:6). En 1Co 16:15 se dice que �la casa de Est�fanas era las primicias de Acaya;� y aunque Est�fanas fuese uno de dicha familia, pueden reconciliarse ambas declaraciones seg�n el texto recibido, y no hay necesidad de invocar esta suposici�n, puesto que aquel texto en este caso est� sin autoridad. Epeneto, como el primer creyente de la regi�n llamada el Asia Proconsular, era querido al ap�stol. V�ase Hos 9:10; y Mic 7:1. Ninguno de los nombres mencionados en los vv. 5 al 15 son conocidos de otra manera. Uno se admira del n�mero de ellos, puesto que el escritor nunca hab�a estado en Roma. Pero como Roma era entonces el centro del mundo civilizado, a donde y de donde se viajaba hasta las partes m�s remotas, no hay gran dificultad en suponer que un misionero tan activo como Pablo, con el tiempo, ser�a conocedor de un n�mero considerable de cristianos residentes en Roma.
6. Saludad a Mar�a, la cual ha trabajado mucho con [�por�] vosotros-se ocupaba, sin duda, en actividades propias de su sexo.
7. Saludad a Andr�nico y a Junia-o posiblemente, �Junias,� forma contra�da de �Junianus:� en este caso, es nombre de var�n. Pero si, como es m�s probable, la palabra es, como en nuestra versi�n, �Junia,� la persona referida ser�a la esposa o la hermana de Andr�nico. mis compa�eros en la cautividad-En qu� ocasi�n, es imposible decir, porque el ap�stol en otra parte dice que estuvo en c�rceles muchas veces (2Co 11:23). los que son insignes entre los ap�stoles-Los que opinan que aqu� se usa la palabra �ap�stoles� en un sentido indeterminado, como en los Hechos y las Ep�stolas, entienden que �stos eran dos �ap�stoles renombrados� [Cris�stomo, Lutero, Calvino, Bengel, Olshausen, Tholuck, Alford, Jowett]; los que dudan que la palabra se aplique a otros fuera del c�rculo de los doce, salvo donde se emplea con el calificativo que indique el ser �enviado,� entienden que la expresi�n aqu� usada significa �personas estimadas de los ap�stoles.� [Beza, Grocio, de Wette, Meyer, Fritzsche, Stuart, Philippi. Hodge.] Por supuesto, si se entiende que �Junia� es mujer, este �ltimo debe ser el sentido de la frase. fueron antes de m� en Cristo-El ap�stol escribe como si les envidiara esta prioridad en la fe. Y, por cierto, si el estar �en Cristo� es la condici�n humana m�s envidiable, con cuanta m�s anterioridad sea la fecha de esta bendita transacci�n, tanto mayor la gracia de ella. Este dicho acerca de Andr�nico y Junia parece arrojar luz sobre el anterior. Muy posiblemente ellos hab�an sido de las primicias de las labores de Pedro, convertidos a Cristo o en el d�a de Pentecost�s o en alguno de los d�as subsecuentes. En ese caso, puede ser que se hubiesen granjeado la estima especial de aquellos ap�stoles que resid�an entonces en Jerusal�n o en sus cercan�as; y nuestro ap�stol, aunque lleg� a tener contacto con los dem�s ap�stoles m�s tarde, conocedor de este hecho, hubiera tenido placer en hacer referencia a ello.
8. Saludad a Amplias-Forma contra�da de �Ampliatus� (Ampliato). amado m�o en el Se�or-Una expresi�n cari�osa de afecto cristiano.
9, 10. Saludad a Urbano, nuestro ayudador-�colaborador�-en Cristo Jes�s � a Apeles, probado en Cristo-o como dir�amos: �el cristiano probado�. �Qu� recomendaci�n tan noble! Saludad a los que son de Arist�bulo-Parecer�a, por lo que se dice luego tocante a los cristianos que viv�an en casa de Narciso, que este Arist�bulo mismo no era cristiano, sino que se hace referencia solamente a los de su casa, acaso a sus esclavos.
11. a Herodi�n, mi pariente-(nota, v. 7). a los que son de la casa de Narciso, los que est�n en el Se�or-lo que infiere que otros de su casa, �l mismo inclusive probablemente, no eran cristianos.
12. a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajaban en el Se�or-dos mujeres activas. a P�rcida amada, la cual ha trabajado mucho en el Se�or-Aqu� se refiere, probablemente, no a servicios oficiales, como los que tocaban a las diaconisas, sino a servicios cristianos superiores-dentro de la competencia de la mujer-tales como los que Priscila prest� a Apolos y a otros (Act 18:18).
13. a Rufo [el], escogido en el Se�or-Lo que significa, no �el que es elegido,� como lo es todo creyente, sino �el electo,� o �el precioso� en el Se�or. (1Pe 2:4; 2Jo 1:13.) Leemos en Mar 15:21 que Sim�n de Cirene, a quien obligaron a llevar la cruz de nuestro Se�or, era �el padre de Alejandro y de Rufo.� De esto conclu�mos naturalmente que, cuando Marcos escribi� su Evangelio, Alejandro y Rufo eran cristianos bien conocidos entre aquellos que debieron ser los primeros en leer su evangelio. Con toda probabilidad, �ste era el mismo Rufo, y en tal caso se aumenta nuestro inter�s por lo que se dice a continuaci�n acerca de su madre. y a su madre y m�a-El ap�stol la llama �madre m�a�, no tanto en el sentido en que el Se�or llama madre suya a toda creyente anciana (Mat 12:49-50), sino en grato reconocimiento de las atenciones maternales recibidas de parte de ella, motivadas sin duda por el amor que sent�a hacia su Maestro y hacia los nobles siervos de su Se�or. Nos parece a nosotros del todo probable que la conversi�n de Sim�n de Cirene databa de aquel d�a memorable cuando al pasar (casualmente), �viniendo del campo (Mar 15:21), le obligaron a llevar� la cruz del Salvador. �Dulce compulsi�n, si lo que �l contempl� entonces, contribuy� en su decisi�n para tomar voluntariamente su propia cruz! Es natural suponer que por su instrumentalidad, su esposa ser�a convertida, y que esta pareja creyente, ahora �herederos juntamente de la gracia de la vida� (1Pe 3:7), al narrar a sus dos hijos, Alejandro y Rufo, el honor que hab�a sido conferido a su padre, sin saberlo, en aquella hora de tanta significaci�n para todos los cristianos, ser�an bendecidos en llevarlos ambos a Cristo. En tal caso, suponi�ndose que el hermano mayor ya hab�a partido a estar con Cristo, o bien, que resid�a en alguna parte remota, y que Rufo quedaba solo con la madre, �qu� instructivo y hermoso es el testimonio que aqu� se da de ella!
14, 15. Saludad a As�ncrito, etc.-Se ha cre�do que �stos son nombres de cristianos menos notables que los ya nombrados. Pero apenas se aceptar� esta suposici�n, sin que uno observe que est�n divididos en dos grupos de cinco cada uno, y que despu�s del primer grupo se agrega: �a los hermanos que est�n con ellos,� mientras que despu�s del segundo grupo tenemos estas palabras: �y a todos los santos que est�n con ellos.� Esto apenas significa que cada uno de los cinco hermanos de cada grupo tuviese �una iglesia en su casa;� de otro modo, se hubiera dicho m�s expresamente. Pero al menos parece indicar que la casa de cada uno de ellos era un centro en el cual se reun�an unos pocos cristianos-acaso para instrucci�n, o para oraci�n, o con prop�sitos misioneros, o para otros fines espirituales. Estas peque�as ojeadas en las formas rudimentarias de confraternidad cristiana practicadas por los cristianos en las ciudades grandes, aunque no se basan sino en conjeturas, son singularmente interesantes. Nuestro ap�stol, seg�n parece, era informado minuciosamente en cuanto al estado de la iglesia romana, tanto acerca de sus miembros como de sus varias actividades, probablemente por medio de Priscila y Aquila.
16. Saludaos los unos a los otros con �sculo santo-V�ase 1Co 16:20; 1Th 5:26; 1Pe 5:14. La costumbre prevalec�a entre los jud�os, y sin duda provino del Oriente, donde a�n existe. Su adopci�n en las iglesias cristianas, como s�mbolo de una comuni�n superior a la que jam�s se expresara antes, fu� probablemente tan inmediata como fu� natural. En este caso el deseo del ap�stol parece ser que ellos, al recibir su ep�stola, con las salutaciones en ella encomendadas, testificasen expresamente de esta manera su afecto cristiano. Despu�s lleg� a tener un puesto fijo en el culto de la iglesia, inmediatamente despu�s de la cena del Se�or, y sigui� en uso por mucho tiempo. No obstante, antes de adoptar tales pr�cticas, deben estudiarse las condiciones sociales, as� como las peculiaridades de las diferentes regiones. Os saludan todas las iglesias de Cristo-Esta es la lecci�n correcta; pero la palabra �todas� se vino omitiendo, porque probablemente parec�a expresar m�s de lo que el ap�stol osara afirmar. Pero parece significar solamente que el ap�stol quer�a asegurar a los romanos en cu�nta estimaci�n afectuosa los ten�an las iglesias en general; todas las que supieron que �l estaba escribiendo a los romanos pidieron expresamente que sus propias salutaciones fuesen enviadas (v�ase v. 19).
17. Y os ruego hermanos, que mir�is los que causan disensiones y esc�ndalos contra la doctrina que vosotros hab�is aprendido [�aprendisteis�]; y apartaos de ellos-Los fomentadores de �disenciones� a que aqu� se hace referencia, probablemente eran aquellos que estaban en contra de las verdades ense�adas en la ep�stola; y los que causaban �esc�ndalos,� o �disgustos,� eran probablemente los indicados en el cap. 14:15, quienes arrogantemente desde�aban los prejuicios de los d�biles. La instrucci�n en cuanto a aqu�llos y �stos era que fuesen vigilados, en primer t�rmino, para prevenir el mal, y luego, que se apartasen de los tales (comp. 2Th 3:6, 2Th 3:14) para no tomar responsabilidad alguna por la conducta de ellos ni tampoco para parecer darles la menor aprobaci�n.
18. Porque los tales no sirven � sino a sus vientres-No en el sentido m�s grosero, sino como �viviendo para las indignas finalidades propias� (comp. Phi 3:19). y con suaves palabras y bendiciones enga�an los corazones de los simples-Es decir, de los imprudentes, los no suspicaces. V�ase Pro 14:15.
19. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos; as� que me gozo de vosotros; mas quiero que se�is sabios en [�para�] el bien, y simples en [�para�] el mal-V�ase Mat 10:16, de donde vino esta amonestaci�n. Es como si se dijera: �Vuestro buen nombre entre las iglesias porque hab�is sido obedientes a la ense�anza que recibisteis, me es suficiente base para tener confianza en vosotros; pero necesit�is la sabidur�a de la serpiente para distinguir entre la verdad di�fana y el error plausible, con una sencillez que instintivamente se adhiere a aqu�lla y rechaza a �ste.�
20. Y el Dios de paz quebrantar� presto a Satan�s debajo de vuestros pies-El ap�stol anima a los romanos a perseverar en su resistencia en contra de los artificios del diablo asegur�ndoles que ellos, como buenos soldados de Jesucristo, �pronto� estar�n libres de dicha responsabilidad y tendr�n la satisfacci�n de �poner los pies en el cuello� de aquel enemigo formidable-s�mbolo conocido, probablemente, en todas las lenguas, para expresar no s�lo la perfecci�n de la derrota sino tambi�n la abyecta humillaci�n del enemigo vencido. V�ase Jos 10:24; 2Sa 22:41; Eze 21:29; Psa 91:13. Aunque el ap�stol aqu� llama �el Dios de paz� a aquel que ha de quebrantar a Satan�s, con especial referencia a las disenciones� (v. 17) que amenazaban con perturbar la iglesia de Roma, esta sublime denominaci�n de Dios tiene aqu� un sentido m�s amplio, e indica que �el prop�sito por el cual el Hijo de Dios se manifest�, fu� para destruir las obras del diablo� (1Jo 3:8); y en verdad, esta seguridad no es sino la reproducci�n de la primera gran promesa, de que la simiente de la mujer quebrantar�a la cabeza de la serpiente (Gen 3:15). La gracia del Se�or nuestro Jesucristo sea con vosotros.-La adici�n del �am�n� aqu� no tiene la autoridad de los manuscritos. Lo que sigue despu�s de este punto, donde uno pensar�a que la ep�stola deber�a concluirse, tiene su paralelo en Phi 4:20, etc., y siendo un hecho com�n de los escritos epistolares, es sencillamente una marca de la genuinidad.
21. Os saludan Timoteo, mi coadjutor-V�ase Act 16:1-5. El ap�stol lo menciona aqu� m�s bien que en la introducci�n, porque Timoteo no hab�a estado en Roma. [Bengel.] y Lucio-No Lucas, porque la forma completa de �Lucas� no es �Lucio,� sino �Lucano.� La persona indicada parece ser �Lucio de Cirene,� quien estuvo entre los �profetas y doctores� en Antioqu�a con nuestro ap�stol antes que fuese llamado a los campos misioneros. (Act 13:1.) y Jas�n-V�ase Act 17:5. Probablemente �l acompa�� al ap�stol, o le sigui�, de Tesal�nica a Corinto. y Sosipater-V�ase Act 20:4.
22. Yo Tercio, que escrib� la ep�stola-como amanuense, o escribiente. os saludo en el Se�or-El ap�stol acostumbraba dictar sus ep�stolas, y por esto en G�latas llama la atenci�n de sus lectores al hecho de que a ellos les hab�a escrito de su propia mano. (Gal 6:11.) Pero Tercio quer�a que los romanos supiesen que �l, lejos de ser un mero escribiente, sent�a sincero afecto cristiano hacia los romanos, y que el ap�stol, haciendo insertar esta salutaci�n aqu�, quer�a hacer notorio qu� clase de ayudante �l empleaba.
23. Gayo, mi hu�sped, y [el] de toda la iglesia-V�ase Act 20:4. Parece que Gayo fu� una de las �nicas dos personas que Pablo bautiz� con su propia mano; comp. 3Jo 1:1. Su hospitalidad cristiana parece haber sido una cosa no com�n. Erasto, tesorero de la ciudad-Sin duda de Corinto. V�ase Act 19:22; 2Ti 4:20. y el hermano Cuarto-M�s bien, �Cuarto, el hermano nuestro;� como se llama a S�stenes y a Timoteo en 1Co 1:1, y 2Co 1:1. (El griego.) Nada m�s se sabe de este Cuarto.
24. La gracia, etc.-Aqu� se repite la misma bendici�n precisamente como est� en el v. 20, salvo que aqu� se invoca sobre �todos� ellos.
25. Y al que puede [Jud 1:24] confirmaros seg�n mi evang�lio y la predicaci�n-Esto es, de conformidad con las verdades del evangelio que yo predico, y no s�lo yo, sino tambi�n todos aquellos a los que ha sido encomendada �la predicaci�n de Jesucristo�-seg�n la revelaci�n del misterio (v�ase nota, cap. 11:25), encubierto desde tiempos eternos-o �durante siglos eternos�-Mas manifestado ahora-Aqu� se hace referencia a aquel rasgo peculiar de la dispensaci�n evang�lica que se llev� a efecto pr�ctico por medio de Pablo y fue revelado en su ense�anza; es decir, la introducci�n de los creyentes gentiles a una igualdad con sus hermanos jud�os, y la nueva forma que tom� la idea del reino de Dios y que fu� para los jud�os bien sorprendente. V�ase Eph 3:1-10, etc. Esto lo llama aqu� el ap�stol un misterio, o secreto, que hasta entonces hab�a sido encubierto o guardado, pero que ahora ha sido plenamente revelado, y cuyo sentido ser� manifestado en el vers�culo siguiente; y su oraci�n por los cristianos romanos, en la forma de una doxolog�a dirigida a aqu�l que puede hacer lo que Pablo pidi�, es que ellos sean establecidos en la verdad del evangelio, no s�lo en el car�cter esencial de ella, sino especialmente en aquel rasgo de la misma que les autoriz� como creyentes gent�licos, para ocupar un puesto digno entre el pueblo de Dios. Y por las Escrituras de los profetas, seg�n el mandamiento del Dios eterno, declarado a todas las gentes [�naciones�] para que obedezcan-A fin de que los jud�os no pensasen, a causa de lo que acababa de decir, que Dios hubiese obrado en su pueblo un cambio tan vasto en su condici�n sin darles noticia previa alguna, el ap�stol aqu� agrega que, al contrario, �los escritos de los profetas� contienen todo lo que �l y los dem�s predicadores del evangelio proclaman sobre estos temas, y que, en efecto, el mismo Dios que �en las edades eternas� hab�a guardado estas cosas encubiertas, hab�a dado �mandamiento� que ahora, seg�n el tenor de dichas escrituras prof�ticas, fuesen impartidas a todas las naciones para la aceptaci�n de ellas por la fe.
27. Al solo Dios sabio, etc.-�Al solo Dios sabio por Jesucristo (lit.,) a quien sea �� Vale decir: �a �l digo que sea gloria �� Al comenzar la ep�stola, �sta es una tributaci�n de gloria al poder que pod�a hacer todo esto; y al concluirla, atribuye gloria a la sabidur�a que hizo los planes y preside la agrupaci�n del pueblo redimido de entre todas las naciones. El ap�stol a�ade un ferviente �Am�n,� el que el lector-si le ha seguido con el mismo asombro y deleite del que estas palabras escribe-repetir� tambi�n con fervor. Sobre esta secci�n concluyente de la ep�stola, notemos: (1) En las manifestaciones minuciosas y delicadas del sentimiento cristiano, as� como en el vivo inter�s por las acciones m�s peque�as de la vida que son el fruto del amor y el celo cristianos, y que se han presentado en esta ep�stola de manera tan inteligente e inspirada, como en verdad lo son todos los escritos de nuestro ap�stol, tenemos el secreto de aquella grandeza de car�cter que ha hecho que el nombre de Pablo ocupe un lugar privilegiado en la estimaci�n del cristianismo inteligente de toda edad; y el secreto de aquella influencia que como siervo de Dios, y m�s que todos los dem�s ap�stoles, �l ya ha ejercido, y aun deber� ejercer sobre el pensamiento y el sentimiento religioso de los hombres. Ni puede alguien imitarle en estas peculiaridades sin ejercer tambi�n una correspondiente influencia sobre todos los que tengan contacto con �l (vv. 1-16). (2) �La astucia de la serpiente y la mansedumbre de la paloma�-al intimar las cuales nuestro ap�stol no hace sino repetir la ense�anza de su Se�or (Mat 10:16)-son una combinaci�n de cualidades que as� como son raras entre los cristianos son de vasta importancia. En toda edad, ha habido en la iglesia verdaderos cristianos cuyo estudio excesivo de la sabidur�a de la serpiente ha penetrado tanto en su sencillez y sinceridad que es de temerse que sean poco mejores que lobos vestidos de ovejas. Ni se puede negar por otra parte que, ya sea por su ineptitud o por la indisposici�n para juzgar con la debida discriminaci�n entre lo bueno y lo malo, muchos cristianos eminentemente sencillos, espirituales, y consagrados, han ejercido en su vida poca o ninguna influencia sobre secci�n alguna de la sociedad en que viven. Que el consejo del ap�stol bajo este tema sea recibido para estudio, especialmente por los cristianos j�venes cuyo car�cter est� a�n en formaci�n, y cuya esfera permanente en la vida no est� sino parcialmente determinada; y que se alisten en oraci�n para el ejercicio combinado de estas dos cualidades. De este modo su car�cter cristiano ser� consistente y elevado, y su influencia para bien ser� en proporci�n a su crecimiento. (3) Los cristianos debieran animarse mutuamente en medio de las fatigas y pruebas de sus prolongadas luchas con la seguridad de que �stas pronto terminar�n de una manera gloriosa. Asimismo, debieran acostumbrarse a considerar toda oposici�n hecha al progreso y a la prosperidad de la causa de Cristo-ya sea en sus propias almas, en las iglesias con las cuales est�n relacionados, o en el mundo en general-como obra de Satan�s el que ha estado siempre en conflicto con el Se�or de ellos; y nunca debieran dudar que el Dios de paz quebrantar� presto a Satan�s,� cuyo cuello �l pondr� debajo de sus pies y cuya cabeza ellos aplastar�n (v. 20). (4) Como el poder divino que obra por medio del glorioso evangelio es lo �nico que sostiene a los cristianos y los hace perseverar, as� tambi�n debieran atribuir toda la gloria de su presente estabilidad, como lo har�n a aquel poder y a aquella sabidur�a que los hizo part�cipes del evangelio de seguro de su victoria final, (vv. 25-27). (5) ��Ha mandado el eterno Dios� que el �misterio� evang�lico, tanto tiempo encubierto pero ahora plenamente revelado, sea dado a conocer a todas las naciones para que obedezcan a la fe� (v. 26)? Entonces �Qu� responsabilidad ha sido impuesta a todas las iglesias y a cada cristiano de enviar el evangelio �a toda criatura�! Y podemos estar bien seguros de que la prosperidad o el decaimiento de las iglesias y de los cristianos individuales, no tendr� poco que ver con la fidelidad o con la indiferencia respectivamente ante este imperativo deber.
La antigua adici�n al final de esta ep�stola, aunque no tiene ninguna autoridad, parece ser en este caso bastante correcta.